ENTREGA
DE LA ORDEN DE SAN CARLOS EN EL GRADO DE GRAN COLLAR AL PRESIDENTE
DE BOLIVIA, CARLOS MESA
Noviembre
29 de 2004 (Bogotá – Cundinamarca)
Señoras y señores:
Las naciones andinas que, exceptuando Chile,
son también
bolivarianas, tienen un gran reto: reconquistar su preeminencia universal,
aquella que tuvieron como Imperio precolombino, y la que en el siglo
XIX le dieron los dos grandes padres de la libertad y la democracia:
Simón Bolívar y Antonio José de Sucre.
Los andinos somos la mejor representación de la panetnia.
Bolivia, por ejemplo, es un crisol en el que se unen las culturas
Aymará y Quechua, con la hispana y la afroamericana, a las
que se suman diversas migraciones de árabes, alemanes, italianos,
chinos y gentes de todas las latitudes.
Tenemos en esa tierra prodigiosa, santuario
de la biodiversidad, bañada por el Amazonas, y en esta América, todos con
dos grandes océanos, un Potosí de oportunidades de
vida. Lo importante es que nuestros pueblos y nuestros liderazgos
sepan acertar, que nuestras instituciones nos lleven por el camino
correcto.
Bolívar, redactor de la primera Constitución Boliviana,
genio superior, entendió el orden como principio de unidad
y de justicia social. Supo obtener el apoyo de los sectores populares
de Venezuela y Colombia, para poder lograr la Independencia.
Y después de la primera y muy difícil experiencia en
Venezuela, recapacitó en el Alto Perú y allí se
convirtió en el abanderado de las reivindicaciones sociales,
para crear ese orden de equidad, el orden bolivariano. En la espada
libertadora, con la que escribió para Bolivia una Constitución
sin privilegios ni exclusiones, se reconoce el símbolo de
la autoridad al servicio de las garantías populares.
El discurso de presentación de su proyecto de Constitución
para Bolivia, es una bella pieza en la que se combinan todas las
grandes experiencias que vivió el mundo en los cuarenta años,
incluida la Constitución de Filadelfia, el período
de Bonaparte, Haití y las revoluciones en Suramérica.
Dijo el Libertador ante los legisladores
bolivianos: “Vuestro
deber os llama a resistir el choque de dos monstruosos enemigos que
recíprocamente se combaten, y ambos os atacarán a la
vez: la tiranía y la anarquía forman un inmenso océano
de opresión, que rodea a una pequeña isla de libertad,
embatida perpetuamente por la violencia de las olas y de los huracanes,
que la arrastran sin cesar a sumergirla. Mirad el mar que vais a
surcar con una frágil barca, cuyo piloto es tan inexperto”.
Antonio José de Sucre, el benemérito, como solía
llamarlo El Libertador, aceptó la idea de ser el primer
gobernante de ese país que conformaron las provincias del
Alto Perú, y que a disgusto de Bolívar, bautizaron
con su nombre.
Breve en su breve paso por el poder, Sucre
dejó huella profunda
en educación, para ambos sexos, como él mismo aclaró,
una idea revolucionaria de su época. Huella profunda en la
lucha por la salud, las obras públicas, la democratización
de la propiedad, el manejo cuidadoso de las rentas y la moneda.
Usted, Presidente Mesa, rige los destinos de un gran país
fundado por grandes. Ese legado nos compromete a todos a guiar
los destinos de nuestros pueblos, con la sabiduría y elevación
con que siempre obró Sucre.
Como él, todos los presidentes de estas naciones debemos
poder decir: “No he hecho gemir a ningún boliviano;
ninguna viuda, ningún huérfano solloza por mi causa
(…) y he señalado a mi gobierno por la clemencia, la
tolerancia y la bondad”.
Dijo él que en el retiro de su vida vería sus cicatrices
y nunca se arrepentiría de llevarlas, cuando le recordaran
que para formar a Bolivia prefirió el imperio de las leyes
que ser el tirano o el verdugo que llevara siempre una espada pendiente
sobre la cabeza de los ciudadanos.
Ha correspondido a usted, Presidente Mesa,
un período particularmente
difícil de la hermana Patria boliviana. Un período
de ebullición. Un período en el cual se han manifestado,
con toda la energía, presiones sociales. Y usted lo ha conducido
con gran equilibrio. La democracia, que pudo haberse afectada hace
poco más de año y medio, está hoy perfectamente
recuperada por el equilibrio de su conducción, alrededor del
cual Bolivia ha encontrado un punto de convergencia.
Cuánto ayuda ese equilibro suyo a avanzar en la integración
de la Comunidad Andina. A que podamos tener éxito en lo que
habrá de ser ya la ejecución de los acuerdos entre
la Comunidad Andina y MERCOSUR. A avanzar en el TLC con los Estados
Unidos, del cual Bolivia es por ahora observador, pero que aspiramos
tener como integrante plenamente. Cuánto ayuda a que avancemos
en la construcción de una América del Sur, de una América
de la Comunidad Andina, con una sociedad sin exclusiones, con un
modelo político sin odios, con una democracia pluralista,
en permanente debate, pero en debate sin antagonismos insuperables,
en debate siempre creador, en debate con capacidad de sintetizar.
Impongo a usted, Presidente Mesa, la Orden
de San Carlos en el Grado de Gran Collar. Es un reconocimiento
que el Gobierno se reserva para
quienes, como usted, han servido con grandeza a la causa de las hermanas
patrias, que es servir con grandeza a la causa de Colombia. Como
amigo leal, como demócrata integral, como intelectual que
ha puesto su sabiduría al servicio de su pueblo, al servicio
de imponer el equilibrio y la sensatez sobre las alteraciones sociales,
como el líder de una gran nación hermana, como conductor
de un país con el que tenemos unas raíces y un destino
común.
Presidente Mesa, quiero invitarlos a todos
a brindar por Bolivia, por Colombia, por nuestra Comunidad Andina,
por los éxitos
de su Gobierno, tan comprometido en construir la armonía.
La armonía democrática de su Patria es la armonía
nuestra.
Muchas gracias por su visita.
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