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CÁTEDRA MAGISTRAL ANTE LA UNIVERSIDAD PRIVADA
ANTENOR ORREGO DE LA CIUDAD DE TRUJILLO
Octubre 23 de 2004 (Trujillo – Perú)

Señoras y señores:

Quiero agradecer inmensamente la invitación a dirigir unas palabras a un foro tan importante para el continente. Déjenme decir que no puedo entender la competitividad sino en un marco en el cual haya confianza. Confianza para invertir, confianza para trabajar. Un país es competitivo cuando uno puede acudir a un foro universitario y preguntarles a los muchachos: ¿ustedes quieren irse definitivamente de este país, o tienen ilusiones para desarrollar su vida material, espiritual, intelectual en este país? La respuesta da el grado de confianza y el grado de posibilidades de competitividad.

Me afanaba mucho, como candidato presidencial, que en mis constantes diálogos con los estudiantes les hacía esta pregunta y la mayoría levantaba la mano respondiendo afirmativamente que querían irse del país sin vocación de regreso. Nos hemos propuesto invertir esa tendencia. En segundo lugar, déjenme expresar una idea elemental sobre el rol que le asigno a la empresa privada en el propósito de construir confianza y competitividad.

En primer lugar, en países como Colombia, la desigualdad y la miseria no se dan por la empresa privada, sino por falta de empresa privada. Si nosotros hubiéramos tenido un crecimiento de la empresa privada acelerado, no tendríamos el problema de miseria y desigualdad que hoy tenemos. En el caso colombiano la desigualdad se da es entre quienes tienen la oportunidad de la empresa privada y quienes han tenido que emigrar hacia la informalidad de la miseria. La empresa privada, llamada a cumplir una función social en todos nuestros países, es un factor de construcción y de cohesión.

En segundo lugar, si no hay crecimiento, es imposible avanzar en distribución. América Latina en los años 60 y 70, adelantó un profundo debate político que contrastaba la tesis del crecimiento con la tesis de la distribución. Creo que la síntesis de hoy es: sin un acelerado crecimiento, no hay recursos para la distribución. Sin un acelerado crecimiento, no hay recursos para la inversión social, para la construcción de cohesión.

La empresa privada tiene que jugare un papel líder en transparencia. Si logramos crecimiento y empezamos a tener recursos para la inversión social, pero no tenemos transparencia, finalmente la confianza que se consigue es efímera.

¿Qué pienso del modelo de un país como Colombia? Tiene que ser un país de pluralismo democrático. Sin exclusiones pero sin odio. Tan rechazable el modelo político económico de las exclusiones, como la propuesta del modelo político del odio. Un país en permanente ebullición, en debate constante, pero debate fraterno, debate con posibilidades de síntesis, debate constructivo. El debate de odios, el debate de antagonismos insuperables, es un debate que crea un entorno político que afecta el desarrollo y la confianza.

Para construir confianza en Colombia, base de la competitividad, este Gobierno ha venido trabajando tres ejes: el eje de la seguridad, el eje de la transparencia y el eje de la reactivación económica y social.

En la seguridad, hemos propuesto un concepto, Seguridad Democrática, para marcar una diferencia con otros períodos de la historia latinoamericana y para significar una aspiración colombiana.

¿Cuál diferencia? La seguridad no puede ser para perseguir al disidente. La seguridad no puede ser para afectar las libertades públicas. La seguridad no puede ser para introducirle limitaciones al pluralismo. La seguridad tiene que ser para que las instituciones del Estado se pongan por encima de la emulación de las ideas. Para que protejan por igual al empresario, al trabajador. Para proteger por igual a quien piensa con afinidad con el Gobierno y al opositor del Gobierno. Seguridad para todos. Esa es una característica fundamental de la Seguridad Democrática.

Y eso nos tiene que conducir a una sociedad conciliada, a una sociedad en procura de construir cohesión, cohesión estable, cohesión profunda.

Hemos hecho un inmenso esfuerzo para que las instituciones del Estado colombiano recuperen el control territorial y se desaloje al terrorismo. Para desabastecer al terrorismo, para aislar al terrorismo y para construir confianza colombiana. Ese esfuerzo ha implicado un enorme sacrificio de los empresarios, que pagaron por una vez un alto impuesto patrimonial para financiar esa seguridad, y que están pagando una tarifa prudente de este impuesto y una sobretasa de renta para poder hacer sostenible la lucha por la seguridad.

Hemos avanzado. El país tenía 180 mil hectáreas de droga. Y el tema hay que relacionarlo porque si los movimientos terroristas de Colombia no tuvieran el apoyo de la droga, hace rato los hubiéramos derrotado. La droga marca la diferencia entre los movimientos terroristas de Colombia y guerrillas que hubo en otros países. Por ejemplo las guerrillas centroamericanas tomaron la decisión de negociar cuando se sintieron pobres. ¿De qué habían vivido? De donaciones internacionales, de Ong’s de Europa occidental, inicialmente contribuciones de la antigua Europa oriental. El día que se cerraron esos apoyos financieros, esas guerrillas no tuvieron más camino que sentarse a negociar.

En Colombia tenemos unos terroristas absolutamente ricos por la droga, por el secuestro. El país tenía 180 mil hectáreas de droga, terminamos el año pasado con un poco menos de 100 mil, confiamos terminar reste año con no más de 65 mil.

No pienso en el camino recorrido sino en el camino que falta por recorrer: 65 mil es una inmensidad. El objetivo político tiene que ser: ¡Cero hectáreas de droga en Colombia! ¡Cero narcotráfico en Colombia!

Y en ese camino hay que perseverar con toda la determinación. Cuando acudo a los recintos universitarios, profesores y estudiantes suelen alegar la tesis de la legalización. Yo no la he podido asumir como hombre de Estado, porque me enfrento al tema como padre de familia.

Y el argumento que he tenido para proponer a los amigos de la legalización, a fin de disuadirlos, es el argumento ecológico y el argumento de cultura productiva.

Colombia es una de las inserciones del continente a la selva amazónica. Por la droga ha visto destruir millón 700 mil hectáreas de selva tropical. Un país de los más ricos del mundo en biodiversidad, de los más ricos en disponibilidad de agua dulce por kilómetro cuadrado de superficie. La droga, si no la derrotamos, puede destruir la cuenca amazónica. Acompañada del terrorismo, no respeta fronteras territoriales, no tiene límites éticos, no respeta ordenamientos jurídicos.

Y la cultura productiva. Un país que se dedique a la droga, es un país que finalmente termina en la ruina, porque es un país que pierde la disciplina productiva.

Hemos logrado, en la tarea de control territorial, establecer soldados –nacidos en los mismos municipios, para prestar el servicio allí donde nacieron y se levantaron, allí donde viven sus familiares y sus amigos–, en cerca de 550 municipalidades. Hemos logrado llevar policía a 170 municipalidades que no la tenían. Y estamos en la tarea de vincular a toda la ciudadanía con la Fuerza Pública. Para derrotar al terrorismo, se requiere una gran integración de la ciudadanía con las instituciones democráticas. Esa integración garantiza transparencia y esa integración garantiza eficacia.

Hemos estado buscando desabastecer el terrorismo y en la lucha contra el secuestro, que es otro frente en esa dirección, vamos avanzando. El año pasado el secuestro se redujo en Colombia en un 27 por ciento, teniendo como base el año 2002. Y este año, teniendo como base el año 2003, hemos reducido el secuestro extorsivo en Colombia en un 56 por ciento.

El homicidio, el año pasado lo redujimos en un 20 por ciento. Y este año presenta una nueva caída del 14 por ciento. Pero tenemos que mirar hacia dónde vamos. Nosotros no nos podemos quedar hablando de reducciones de secuestro y homicidio. Nuestro afán tiene que ser un país con cero secuestro y un país con cero asesinato. Por eso no nos podemos dejar cautivar por las cifras, porque entonces perdemos el objetivo de la firmeza de avanzar hasta tener una Nación con cero asesinatos y con cero secuestro.

Por el otro lado, estamos buscando confianza inversionista a través del buen manejo de la economía. Allí confluyen aspectos muy importantes: el equilibrio macroeconómico, la estabilidad en las reglas de juego y la seguridad jurídica.

El país había crecido, entre 1960 y principios de los 80, al 4.5 por ciento. De principios de los 80 al 2002, creció al dos por ciento. Ese descenso en el crecimiento coincidió con el crecimiento del terrorismo.

Entre el año 1994 y el 2000, el desempleo de jefes de hogar saltó del 4 al 10 por ciento, y el desempleo general del 7.5 al 20 por ciento. En los seis años anteriores al 2002, el endeudamiento pasó del 23 al 54 por ciento del PIB. Y estábamos gastando 40 dólares, de cada 100 dólares del presupuesto, para servir y amortizar deuda.

Nosotros empezamos con unas proyecciones macroeconómicas más sombrías. ¿Dónde hemos venido avanzando? El año pasado crecimos el 4 por ciento, este año estamos apostando a crecer al 5. Vamos por el 4.3, por el 4.5 por ciento.

El crecimiento es importante en la medida en que va acompañado de una reducción de inversiones fiscales. Y es destacable, además, porque infortunadamente la economía de la droga se ha contabilizado en las finanzas de Colombia.

Entonces, le pregunto al ministro de Agricultura (Carlos Gustavo Cano): ‘¿cómo va el crecimiento del campo, de la agricultura?’ Y me dice: ‘sin droga, estamos creciendo al 5.5 por ciento en el campo, o al 6, pero cuando consolidamos con droga, eso se nos reduce al 2.5 o al 3 porque estamos reduciendo la droga.

Entonces, quisiera transmitir un mensaje de optimismo: estamos logrando un buen crecimiento en medio de dos frenos necesarios: el freno del déficit y el freno de la droga.

Logramos parar esa tendencia loca del desempleo. Hoy el desempleo está en el 13 por ciento. El sector privado colombiano ha creado en estos 26 meses de Gobierno un millón 200 mil empleos, 500 mil de ellos ya están formalizados en la seguridad social.

Frenamos esa tendencia acelerada de endeudamiento. Primero lo paramos en el 54 por ciento del PIB, ahora lo hemos reducido al 50.

Hemos reducido la participación del presupuesto en el servicio y en las amortizaciones, del 40 al 33 por ciento.

Empezamos con un déficit del 4.2 por ciento, terminamos el año pasado con un déficit del 2.7 por ciento. Aspiramos terminar este año con un déficit del 2.5 por ciento.

¿En qué frentes hemos venido trabajando? Por supuesto, hemos aumentado ingresos del Estado, hemos disminuido costos del Estado, salvo en seguridad, hemos introducido varias reformas y estamos tramitando otras.

En el 2002, aprobamos una reforma laboral, la segunda en épocas recientes en Colombia, que ha ayudado a que el Banco Mundial –en el reporte del clima de negocios de este año- señale a Colombia como el segundo país sugerido para invertir en él.

Aprobamos una primera reforma pensional. Quisimos aprobar la segunda en el Referendo, no fue posible. A pesar de que en el Referendo hubo un millón de votos más de los votos que se presentaron cuando fui candidato presidencial y que todos los puntos obtuvieron por encima del 95 por ciento de aprobación, aquí nos faltaron 40 mil votos para superar el umbral. Estamos insistiendo ahora en una reforma constitucional de pensiones.

Hemos trabajado muchísimo para eliminar el Estado burocrático. Le he dicho a mis compatriotas: ‘un empleo clientelista priva a la comunidad de tener 10 empleos en el sector real. Hay que escoger qué queremos. Por ejemplo en el Servicio Nacional de Aprendizaje de Colombia, ¿clientelismo, derroche de recursos o capacitación de colombianos?’

Esto nos llevado a reformar 142 empresas del Estado en Colombia, hemos eliminado 37 pero las reformas continúan. Reformas bien importantes como la reforma del Servicio Nacional de Aprendizaje, que nos permite mostrarle a los colombianos qué debe hacer y qué no debe hacer el Estado: no clientelismo, no derroche, sí formación. Eso nos ha permitido hacer una transferencia de recursos, de derroche a recursos de formación.

Con el mismo presupuesto, hemos pasado en dos años de cinco millones de horas de instrucción técnica al año, a 10 millones. Y de capacitar un millón 100 mil jóvenes por año, a capacitar este año dos millones 600 mil, con la meta de capacitar cuatro millones en el 2006.

La Empresa Colombiana de Petróleos. Enfrentamos un conflicto laboral intenso, desgastador, pero lo sostuvimos hasta el final, no echamos para atrás. La tesis fue: hay que hacerla sostenible.

Creo que es bien importante para construir cohesión social en América Latina, no proponer las reformas del Estado en función de privatizaciones absolutas, sino en función de que el Estado cumpla el papel lógico y de que sus entidades sean sostenibles. Eso nos ayudó muchísimo a que el pueblo colombiano nos acompañara en la reforma de la Empresa Colombiana de Petróleos, no obstante el conflicto que se creó con un sindicato muy fuerte. Y logramos desmontar allí, para los nuevos trabajadores, los privilegios pensionales y las inflexibilidades laborales.

En la empresa de telecomunicaciones dimos un debate bien importante. Muchos me decían: ‘Presidente, privatícela’. Yo les decía: ‘¿para qué?, si aquí el sector privado tiene amplia participación en telecomunicaciones’. Colombia es un país que se ha abierto muchísimo, diría que está totalmente abierto. Vamos a mantener una reserva estatal frente a fallas en mercado para comunidades remotas. Y me ayudó muchísimo políticamente el caso, porque les dije a los colombianos: ‘no se trata de desmantelar este activo del Estado, sino de salvarlo, de hacerlo competitivo y sostenible’.

Cuando el Gobierno empezó, esa empresa generaba 170 millones de dólares de pérdidas al año, tenía que acudir a reclamar un cheque del Ministerio de Hacienda para pagar pensiones. Este año, esa empresa va a generar 400 millones de dólares de utilidad, lo que le permite un gran avance al fisco: paga las pensiones de la antigua empresa en liquidación y tiene un remanente muy importante para invertir.

Pero falta. Nosotros no podemos pensar en las 142 empresas reformadas, sino en lo que falta, compromisos de reforma, hay que reformar la red de hospitales públicos, hacerlos sostenibles, eliminarles los gastos burocráticos y el clientelismo, enfrentarlo con toda severidad.

Le he dicho a los colombianos: ‘ustedes qué quieren, ¿hospitales públicos para los pacientes o para la burocracia?, ¿qué ganamos con invertir ahora 150 millones de dólares en una tarea de salvamento de hospitales públicos, si no hacemos una reforma de fondo, que los depure de costos, de privilegios burocráticos, que les de transparencia, que los vincule con sistemas administrativos de tercerización, si a la vuelta de 12, 14 meses reaparece la enfermedad?’. Hemos derrochado los recursos del Estado y no habríamos salvado los hospitales.

Siguen, pues, una tarea de reformas de gran importancia. Confío que el Congreso de la República nos apruebe la nueva reforma pensional.

Si ustedes me preguntaran: ¿qué dificultades veo en el frente fiscal colombiano?, les diría: necesitamos una nueva reforma tributaria para avanzar en la expansión de la base.

Y ahí hay un tema de mucha complejidad, que es el temor latinoamericano que se expresa en Colombia a los impuestos indirectos: impuestos a las ventas, impuestos al valor agregado.

Mi tesis ha sido: el tema de la distribución no se garantiza con el origen del impuesto, sino con el destino del gasto. Uno no hace a los ciudadanos más o menos pobres porque les cobre o no les cobre un impuesto al consumo o al valor agregado. Uno los hace más pobres si la economía no crece y si no hay buena aplicación de los recursos públicos.

Por eso estamos en la lucha ahora para ampliar la base del impuesto al valor agregado, con el compromiso de orientar bien esos recursos, a partir de la tesis que la cohesión social no la construye el origen del impuesto, sino el destino del gasto y la transparencia con que se apliquen los recursos que gasta el Estado.

En el tema energético tenemos posibilidades y dificultades. Posibilidades: el país ha pasado de exportar 32 millones de toneladas de carbón en el año 2002, a 54 millones este año. Estamos creciendo muy bien.

Hemos venido estimulando combustibles alternativos, produjimos todas las medidas necesarias –incluidos los estímulos tributarios- para producir alcohol carburante. Ya se están instalando las primeras cinco plantas, por parte del sector privado. Aspiramos, en un año, que Colombia esté produciendo diariamente el primer millón de litros de alcohol carburante.

Estamos trabajando para producir biodiesel. Cuando este Gobierno empezó, el país tenía 175 mil hectáreas de palma africana, este año debe terminar con 230 mil.

En materia tributaria, conectada con todos estos esfuerzos, nuestra tesis ha sido: no reducción general de impuestos, sino estímulos bien orientados. Por ejemplo, para los cultivos de tardío rendimiento hemos introducido una exención tributaria. Por cuatro años hemos introducido una deducción del 30 por ciento a todas las inversiones generadoras de renta.

Por ejemplo, hemos eliminado el IVA a los bienes de capital para las empresas altamente exportadoras. Y a los bienes de capital para las empresas no altamente exportadoras, les estamos devolviendo el IVA.

Hemos eliminado el arancel a los bienes de capital, respetando los compromisos de la Comunidad Andina. Confiamos que podamos lograr una combinación de: avance en el equilibrio fiscal, construcción de cohesión, confianza inversionista y, por supuesto, acelerado crecimiento.

Estamos trabajando en el tema de cohesión social, en lo que llamamos las Siete Herramientas de Equidad: la revolución educativa, el avance de la protección social, el impulso a la economía solidaria, el manejo social del campo, de los servicios públicos, la construcción del país de propietarios y la construcción de un país con calidad de vida urbana.

En la revolución educativa, la consideramos fundamental para la competitividad. Allí hay cinco puntos, de los cuales quiero destacar la capacitación técnica y la pertinencia.

Habíamos perdido la pertinencia en la capacitación técnica y solamente estábamos consiguiendo una tasa de empleo del 40 por ciento de las personas formadas en los institutos de capacitación técnica. La hemos subido al 60, todavía es baja. Tenemos que trabajar más esa pertinencia, esa integración entre las necesidades de la economía y la capacitación técnica para lograr un índice superior de empleabilidad de los egresados de la capacitación técnica.

Y estamos trabajando también el tema de cobertura, el tema de calidad y el tema de estímulo a la innovación científica.

En el tema de cobertura nos propusimos crear 1.500.000 de cupos escolares, hemos creado 750 mil a la fecha, sin mayores aumentos presupuestales, incrementando la productividad, que es competitividad. Estamos llegando a 30 estudiantes por profesor en las escuelas públicas.

Y pusimos a funcionar la universidad pública. Hemos dicho: ‘sí, que sea sostenible la universidad pública, que el Estado no la abandone –la universidad estatal-, pero que sea eficiente. Estamos en una gran tarea de exigirle eficiencia a la universidad pública. Eso nos ha permitido crear en la universidad pública colombiana en estos dos años 100 mil cupos universitarios.

Vamos avanzando en otras áreas, como el área de nutrición para niños y ancianos y el área de ampliación del número de colombianos vinculados a la salud subsidiada, combinando: ampliaciones de cobertura con austeridad en recursos y con transparencia en la aplicación de los recursos.

Bogotá empezó a construir un gran sistema de transporte masivo: calidad de vida urbana. Lo estamos replicando en otras ciudades colombianas. En Cali, donde ya empezó la construcción. En Pereira, donde ya empezó la construcción. Y está próxima a empezar en Bucaramanga, en Barranquilla, en Cartagena y en el Valle del Aburrá, cuyo epicentro es Medellín.

Venimos trabajando muchísimo en el crédito popular. Le he dicho a los banqueros de mi país: hay que enamorarse de la idea de prestarle a los pobres.

Los empresarios piden que se amplíe la base tributaria, pero también hay que pensar en cómo ampliamos la base de beneficiarios del crédito, donde veo una gran restricción para ampliación de mercados, para avanzar en inclusión en América Latina.

No creo en un predominio de bancos oficiales, so pretexto de prestarle a los pobres y a las clases medias. Pero sí creo en un conjunto de acciones del Estado, del sector privado, para avanzar en esos créditos.

Hace dos años, la cartera a favor de los microempresarios de Colombia, era de 706 mil millones de pesos, hoy es de billón 600 mil. No hemos aumentado los recursos fiscales considerablemente, pero hicimos un pacto con la banca privada para avanzar en esos créditos. Hemos crecido el Fondo de Garantías, hemos llamado a alcaldes y gobernadores a que le aporten a ese Fondo de Garantías para poder aumentar el porcentaje asegurado.

Hemos encontrado una vía de financiar microcrédito con un gran comprometimiento de los recursos financieros del sector privado. El problema que tenemos es que no hemos logrado homogenizar la tarea en todo el territorio. Hay resultados sobresalientes en unas partes, pero rezagos considerables en otras.

Quiero referirme a los tratados de comercio. Cuando empezamos, en Colombia había desinterés y miedo para un tratado con MERCOSUR. En todos los países de la región había desaliento sobre la Comunidad Andina, se balbuceaba pero no se tomaban decisiones de TLC.

Hoy tenemos suscrito un tratado Comunidad Andina – MERCOSUR. Lo que nos da un gran argumento político para poder avanzar en el TLC con los Estados Unidos. Porque muchos decían: ‘¿cómo van a negociar los países andinos un TLC con los Estados Unidos, dándole la espalda política a los hermanos del sur?’. Hoy el requisito está allanado, cumplido. Tenemos el tratado con MERCOSUR.

Nos aprestamos a avanzar en la negociación del Tratado con los Estados Unidos, lo necesitamos.

América Latina no puede seguir siendo bloqueada por fundamentalistas que siguieron tesis de algunos pensadores, pero que nos la evolucionaron. Mientras la China de Mao Tse Tung, de sus epígonos, está buscando todos los mercados posibles del mundo, quienes pensaban como Mao Tse Tung en América Latina no nos pueden bloquear el acceso a los mercados.

Nosotros necesitamos hacer el tratado con Estados Unidos y con Centroamérica. Me parece un error que Centroamérica tenga tratado con los Estados Unidos, que la Comunidad Andina lo tenga, y que entre la Comunidad Andina y Centroamérica no haya tratado.

Nosotros no podemos seguir pensando que nos van a extender indefinidamente las preferencias del ATPDEA en los Estados Unidos. Tengo un argumento práctico para sospechar que eso será muy difícil: si están haciendo tratados de comercio con países más pobres, con qué razón le van a extender beneficios unilaterales a países que no están en tan graves condiciones.

Debemos estar atentos en la Comunidad Andina, para que en el momento en que nos vamos acercando al acuerdo final con los Estados Unidos, empecemos la negociación con Canadá.

Estamos a la espera de que en las próximas semanas se formalice en la Unión Europea la aprobación del Sistema General de Preferencias para la Comunidad Andina durante 10 años. Pero 10 años es un período muy corto para los inversionistas. Inmediatamente tenemos que empezar a aprovechar esos 10 años para negociar en los primeros años de ese período, el acuerdo con la Unión Europea.

Nosotros no nos podemos quedar en el debate de si negociamos o no con los Estados Unidos. La manera pragmática de enfrentar ese debate político en América Latina es: tenemos que negociar con todo el mundo.

Le he dicho críticos políticos en Colombia: ‘tráiganme a Cuba, yo negocio con ellos. Vamos a negociar con China, que es uno de los objetivos que se tiene que trazar de inmediato en la Comunidad Andina’.

Los tratados de comercio no los podemos mirar con sesgos ideológicos, no los podemos impulsar con ‘olimpismo’ neoliberal y no los podemos bloquear con fundamentalismos izquierdistas. Los tenemos que promover y negociar con equidad, es lo único que los hace políticamente aceptables, políticamente sostenibles. Equidad es la línea que no se puede transgredir para los tratados de comercio.

Confío que la negociación con los Estados Unidos quede bien hecha y que dé más confianza en nuestros países. Es un punto fundamental en la política de competitividad y expansión de las posibilidades productivas de nuestra región.

La Comunidad Andina, paradójicamente, se disciplina más por razones externas que por razones internas. Nuestra propuesta a la Comunidad Andina ha sido: hagamos el inventario de las normas que estamos perforando y démonos a la tarea de cumplirlas. Hasta ahora esa lucha ha sido infructuosa, pero desde afuera nos van a exigir a realizarlas. Pienso que MERCOSUR le va a exigir a la Comunidad Andina que cumpla sus normas internas.

En el Tratado con los Estados Unidos la Comunidad Andina tiene que ser absolutamente seria en el cumplimiento de las obligaciones que emanen de ese Tratado, y absolutamente seria entre los países que hagan parte de ese Tratado y frente a países de la Comunidad Andina que queden por fuera de ese Tratado.

Europa lo ha dicho perentoriamente: no negociamos con la Comunidad Andina de manera aislada con alguno de sus países, negociamos con la Comunidad Andina en su conjunto, siempre y cuando que la Comunidad Andina muestre total seriedad en el cumplimiento de su normatividad.

Por eso creo, distinguidos empresarios, que los avances de la Comunidad Andina para negociar con otros bloques, van a darle disciplina a la Comunidad Andina y voluntad de cumplimiento de sus normas internas, en lo cual ha habido tantísimas faltas.

Muchas gracias.

 
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