REINAUGURACIÓN CASA
MUSEO – GENERAL SANTANDER
Abril 04 de 2005 (Bogotá – Cundinamarca)
Compatriotas:
Hemos escuchado tres muy brillantes
intervenciones que quiero agradecer inmensamente: la intervención del Embajador
de Venezuela, general Carlos Rodolfo Santiago, que hace una
muy buena conciliación entre la tarea y el pensamiento
de los genios de Bolívar y Santander; la intervención
de doña Martha Blanco de Lemus, Ex Primera Dama de la
Nación, que recogió todo el espíritu y
el texto de orden que nos legó el ex presidente Carlos
Lemus, quien en momentos tan difíciles para la Nación,
cuando se confundía la civilidad con la debilidad supo
rescatar esos conceptos de orden y libertad.
Y hemos escuchado las palabras de Cecilia
Fernández
De Pallini, a quien hay que agradecerle constancia, la dedicación
para preservar este sitio de la Patria, que más que
un museo es un sitio de inspiración del sometimiento
que todos los colombianos debemos al ordenamiento jurídico.
Quiero agradecer inmensamente la distinción que se
me hace en condición de Presidente de la República
y reiterar mi promesa de coadyuvar en alguna forma durante
todos los días de mi vida al buen suceso de este esfuerzo
de ustedes la Sociedad Santanderista de Colombia.
La Historia reconoce a Francisco de
Paula Santander como el creador de nuestro Estado de Derecho,
el inspirador de la tradición
civilista que nos enorgullece ante el mundo, el defensor inquebrantable
del imperio de la ley.
Los colombianos, tenemos que exaltar
la memoria de quienes construyeron las fundaciones, para
que esta Nación realice
sus fines. En el despacho presidencial, que ahora ocupo, he
querido que esté el retrato del general Santander, junto
con el del Libertador, el del general Uribe Uribe y el del
precursor Nariño. Ellos guían con su espíritu,
la diaria faena de gobernar la Nación; ellos son faros
de virtud: Nariño luchó por los derechos humanos
al servicio de la virtud; Bolívar puso su espada al
servicio de la virtud; Uribe Uribe fue la virtud en carne y
hueso, y Santander es la ley al servicio de la virtud.
Bolívar dijo en aquella bellísima carta a la
Convención de Ocaña que “sin fuerza para
hacer cumplir la ley no hay virtud y sin virtud perece la
república”, y Santander puso la ley al servicio
de la virtud.
Bolívar y Santander prefiguran nuestra identidad política
como Nación. El primero encarna la idea de orden y autoridad.
El orden como presupuesto ineludible de la libertad, la autoridad
que hace posible la igualdad de oportunidades.
El segundo representa el imperio de
la ley que garantiza la seguridad y el ejercicio de las libertades.
El orden para la
libertad mediante la autoridad democrática de la ley: ¡He
allí el binomio ético-político que sostiene
la continuidad histórica de nuestra Nación y
otorga sentido a nuestra institucionalidad!
Bolívar entendió el orden como principio de
unidad y de justicia social. Supo obtener el apoyo de los sectores
populares de Venezuela, quienes al separarse de la dominación,
hicieron posible la independencia. Los indígenas del
Alto Perú avizoraron en el orden Bolivariano, el faro
de sus reivindicaciones sociales; en la espada libertadora,
que escribió la Constitución sin privilegios
para Bolivia, reconocieron el símbolo de la autoridad
al servicio de las garantías populares.
Santander concibió la paz y la concordia, que es el
estado del alma para que la paz sea permanente, bajo el exclusivo
reinado de la ley. Prefirió la ley a la guerra, cuando
le solicitaban más tropas para la campaña libertadora
del Sur del Continente. Honró la ley con su obediencia
a la autoridad, aún, al costo de su degradación
de comandante militar en los Llanos.
El general Bolívar y el general Santander, fundaron
aquello que la Nación muchas veces ha olvidado: la complementariedad
del orden y de la libertad, con dos garantías: el respeto
a la Constitución y la eficacia y la transparencia de
la Fuerza Pública.
Cuando los gobiernos son débiles con los corruptos
y con los criminales, se esfuma la unidad de la Nación,
se desmotiva la Fuerza Pública, se pierde el criterio
de que la libertad no tiene sino una garantía, que es
el orden, se desintegra la unidad y se desvanece la adhesión
del pueblo a los valores de la Patria. Cuando los gobiernos
toman la decisión firme de recuperar el orden y la transparencia,
la Fuerza Pública se reencuentra con su motivación,
el pueblo se reencuentra con ella, al hallarla nuevamente como
la garantía eficaz de sus libertades y de sus derechos.
El General Santander fue un líder de la paz y la concordia
entre los colombianos. Entendió la ley como el hilo
que al juntar un ciudadano con otro integra finalmente la Nación.
Al pisar la tierra de la Patria, cuando regresó del
exilio en 1832, pronunció estas palabras que quiero
recordar hoy a mis conciudadanos, para que sean guía
de nuestra acción pública y privada:
“No vuelvo a vengar mis agravios personales ni a indagar
quiénes han sido mis perseguidores. Vengo a prestarle
todo los servicios de que sea capaz con el desinterés
y patriotismo con que le he servido sin interrupción
desde el 20 de julio de 1810 (…) Cooperaré con
vosotros a la dicha de la Nueva Granada, dicha que sólo
puede encontrarse en la obediencia a las leyes y a las autoridades
constitucionales”.
“Os declaro nuevamente que como magistrado o ciudadano
privado, soldado o labrador, la libertad bajo un gobierno republicano
continuará siendo mi ídolo, las leyes la única
regla de mi conducta y la utilidad de la mayoría el
objeto de mis investigaciones y sacrificios. Depongo en aras
de la Patria todos mis resentimientos particulares, perdono
a todos mis enemigos y me consagraré sin reserva al
reestablecimiento de la paz interior y de la concordia general,
bajo el reinado de la ley. Haced todos lo mismo como una ofrenda
digna, de la civilización y de los principios liberales
que hemos proclamado”.
“No más injurias, no más rencores por
los errores o faltas pasadas. Velemos todos en que nuestra
Constitución Política sea exactamente cumplida,
llamemos la atención de las autoridades hacia las maquinaciones
que pudieran tramar sus enemigos, olvidemos la conducta de
los que por perversidad destruyeron nuestras instituciones,
pero no nos insultemos más, no frustremos los efectos
saludables que un código de leyes protectoras y un gobierno
imparcial y justo deben producir”.
“Convenzámonos de que la persecución a
nadie desengaña de sus errores, ni evita las reacciones
políticas. Por el contrario, la moderación, la
tolerancia y la justicia rigen el corazón y desarman
el descontento. La firmeza y la vigilancia castigarán
al incorregible, sin que el honor del país ni la civilización
sufran lesión alguna”.
(…) “Nuestro primer deber es, ciertamente, asegurar
la existencia de nuestro país y la conservación
del sistema político, empleando contra sus enemigos
aquellas medidas represivas que dictan nuestra común
seguridad, la razón y las leyes. Pero todo lo que se
aparte de esta regla es injusto, innoble y deshonroso, y vosotros,
estoy seguro, que no podéis querer atraeros la deshonra
que produce la injusticia, ni los males que acarrean una constante
persecución”.
Doña Cecilia, vamos a coordinar con la Secretaria Privada
de la Presidencia, una reunión con los historiadores
de la Patria a manera de Consejo Comunitario, aquí en
este recinto, para poner la historia de la Patria y las tareas
fecundas ya conciliadas de Bolívar y Santander en perspectiva,
por su puesto atendiendo una solicitud del ex presidente Samper
Pizano, no me atrevo a convocar ese consejo para hoy mismo
pero la haremos en los próximos días.
Esta Patria necesita que la amemos
sin reservas, la sirvamos sin particular interés y nos esforcemos por ella sin
reticencias. Si alguna carencia ha tenido el pueblo colombiano,
es falta de afecto y consagración de algunos de sus
gobernantes.
Nada mejor para concluir, que invocar
al general Santander en su ejemplo de devoción para servir a la Patria, llevado
hasta su hora final, cuando dijo: “El último día
hábil de mi vida será el primero en que la Nueva
Granada no me verá ocupado de su independencia, de su
honor y de sus libertades.
Muchas gracias.