DOCTORADO HONORIS CAUSA DE
LA UNIVERSIDAD DE BEIJING
Abril 7 de 2005 (Beijing – China)
Señoras y señores:
Acudo a la Universidad de Pekín con infinita admiración
por la cultura milenaria del pueblo chino y su visión
de futuro, que este centro de ciencia representa; con infinita
devoción por el pueblo colombiano, que en esta visita
hace un gesto de profunda amistad a la nación china;
y, con infinita gratitud por este honroso título que
me obliga a pensar por los días de los días en
los nobles intereses de nuestras dos patrias.
El mundo vive entre embrujado y perplejo
por el progreso chino. Al pisar por primera vez esta tierra,
que habría querido
conocer en la juventud, cuando la literatura, la filosofía
y la política chinas absorbían muchas de las
horas de estudios universitarios, me sacudió esa realidad
que combina el empuje económico, las edificaciones de
las primeras etapas del socialismo, las de esta hora de modernidad,
la plaza de Tianamen con el inmenso retrato de Mao Tse Tung
y las banderas abrazadas de Colombia y China, y la gentileza
de nuestros anfitriones, que lleva dentro de sí ese
ilimitado compromiso de cada chino con la suerte de la totalidad
de más de 1.300 millones de habitantes.
Me reconozco cautivado por esta leyenda
de carne y hueso que es la nación china, tanto en
mi juventud universitaria como ahora en esta etapa superior
de la existencia.
Permítanme unos comentarios sobre el influjo chino
en la ética contemporánea, su ejemplo de evolución
o dialéctica y el entusiasmo por nuestra cooperación
cultural, científica y universitaria.
Confucio es padre del deber ser de
la virtud contemporánea.
Esa virtud que de manera elemental debe entenderse como el
propósito de hacer bien al pueblo, y que así entendida
configura la dimensión misma de la ética.
El Maestro nos dijo que el individuo
al hacer uso de sus tres facultades obtendrá como resultado el amor a todos los
hombres sin distinción. Concibió esas facultades
como la conciencia, “luz de la inteligencia para determinar
el bien y el mal”; la humanidad, “equidad del corazón”;
y el valor moral, “fuerza del alma”.
El amor confuciano a todos los hombres
equivale en nuestros días al amor a todos los pueblos,
principio fundamental para la paz basada en el respeto a
la diferencia, y que debe
construirse con creativas relaciones en estos tiempos de interdependencia.
El Maestro refirió a la ética a partir del gobierno
honorable, como el ejemplo necesario para que la ética
se vea en la práctica.
China, ejemplo filosófico y práctico de un gran
proceso evolutivo, invita a pensar en la secuencia dialéctica
de Heráclito, Hegel y Mao Tse Tung.
Heráclito estudiaba las cosas
en cuanto a procesos, en cuanto a realidades en movimiento,
en perpetuo devenir,
presas de la ola ininterrumpida de la vida.
Hegel se oponía al método metafísico
que estudiaba las cosas en cuantos objetos fijos, hechos de
una vez para siempre, y como muertos. Según la “tríada
hegeliana” o “proceso dialéctico”,
la realidad progresa por las contradicciones mismas que engendra
y resuelve como por saltos sucesivamente preparados.
China ha aplicado a cabalidad la interpretación
que hacemos de Hegel en el sentido de que nada puede estancarse,
todo puede avanzar.
Y nadie mejor que Mao Tse Tung para
impulsar ese proceso de evolución permanente. El Líder nos enseñó que
cuando se supera una contradicción, inmediatamente aparece
la otra, que también debe resolverse. Por eso la política
no puede ser un pensamiento estático ni una posición
dogmática.
El Líder Mao repetía que los chinos estaban
acostumbrados a decir: “Cosas que se oponen, se sostienen
entre sí”. Principio fundamental para que las
naciones se integren independientemente de semejanzas y diferencias.
Para resolver la contradicción entre el socialismo
y la pobreza, esta Nación ha introducido el espacio
de acción de la economía privada a fin de estimular
las fuerzas productivas.
La evolución China ha marcado el contraste con otras
naciones socialistas que fracasaron en el estancamiento. Mientras
aquí se avanza en el mercado, se convoca a la riqueza
para todos, en otras partes se derrumbó la ilusión
porque la pusieron a depender exclusivamente de la quimera
de la sociedad sin clases y del modelo estatal de dictadura
del proletariado como paso a la sociedad comunista. La causa
del fracaso no se dio tanto en los conceptos como en la falta
de evolución que en China ha sobrado.
Admirable constatar en la capacidad
ejecutora de Deng Xiaoping y de los actuales gobernantes,
esa disciplina para mantener
la adhesión a principios fundacionales y legitimarlos
a diario en la ininterrumpida evolución hacia el mejoramiento
económico y social.
La presencia masiva de la academia colombiana en China y particularmente
en la Universidad de Pekín, lleva un mensaje: la necesidad
de apoyarnos mutuamente en el propósito de una educación
universal, científica y de masas.
En el mundo contemporáneo la única igualdad
posible es aquella que surge de la igualdad de oportunidades,
en la cual el “polo principal de la contradicción” es
la educación y el otro polo la condena a la pobreza
sin redención.
Este año avanzaremos en otro paso de nuestra Revolución
Educativa, que consistirá en un compromiso bastante
general de las universidades para introducir tecnologías.
Ahora concebimos las tecnologías como categorías
básicas para el ingreso al trabajo, que no habrán
de estancar el conocimiento por cuanto los tecnólogos
podrán convertirse en profesionales con un pénsum
complementario.
El propósito es un ciudadano siempre en actitud de
estudiar y trabajar. Estudiar para la incesante búsqueda
de un mejor nivel de verdad. Trabajar para el permanente hallazgo
de un mejor nivel de vida. Lo uno y lo otro para el proceso
diario de tener mejores ciudadanos y mejor ciudadanía.
Y estos propósitos estarán bien apoyados en
la magnífica compañía de la academia china
y de la Universidad de Pekín.
Muchas gracias.