DIÁLOGO
ENTRE EL PRESIDENTE
Y EL PREMIO NÓBEL DE PAZ, DESMOND TUTU
Febrero
12 de 2005 (Bogotá – Cundinamarca)
Señoras y señores:
Quiero agradecer inmensamente la convocatoria
a este Foro por parte de la Fundación que preside doña María
Eugenia Garcés Echevarria. Quiero agradecer inmensamente
la asistencia de unos líderes mundiales tan reconocidos
como ustedes. Es un gesto de generosidad con Colombia, nos enaltece
a los colombianos, nos compromete inmensamente.
Mis compañeros de panel esta mañana han procedido
de manera muy constructiva, muy franca. Yo tengo la obligación
de referirme a los puntos que ellos han planteado y voy a procurar
hacerlo con la menor subjetividad. Por supuesto, quisiera que al
final hubiera la posibilidad de un diálogo más dinámico
porque esta respuesta en alguna forma se convierte en monólogo.
Cuando nuestro Arzobispo emérito introdujo su intervención
hizo una conexión entre el amor y la inclusión. Yo
participo plenamente de ello y quería decirle que, al escucharlo,
se me fertilizo algo, se me disparo algo en el interior del ser.
Estos temas en procura de la paz hay que acogerlos con total amor.
¿Qué queremos nosotros para Colombia? ¿Qué estamos
construyendo?
Una sociedad sin exclusiones, pero sin
odios. Un modelo político
de democracia pluralista donde no haya exclusiones pero que tampoco
este signado por el odio. En eso estamos fundamentalmente de acuerdo
con nuestro Obispo emérito: ni exclusión y por su
puesto amor, que evita el odio.
El imperio de la ley. Colombia es un Estado
de leyes, los tratados internacionales incorporados en nuestra
Constitución tienen
tanta validez y su cumplimiento es tan obligatorio como el derecho
interno.
Nuestra tarea de seguridad esta denominada
lucha por la Seguridad Democrática. ¿Por qué la hemos llamado democrática?
Por razones históricas y por razones de significado en el
momento.
Por razones históricas: para establecer la diferencia entre ésta
política de Seguridad y otras políticas que recorrieron
América Latina en las cuales se utilizaba la seguridad para
perseguir al disidente, se utilizaba la seguridad para oprimir
al contrario.
La nuestra, es una política de seguridad para proteger
la democracia, para proteger a todos los ciudadanos. Una política
de seguridad para proteger por igual al líder político
que tiene coincidencias con el Gobierno, que al líder político
de la oposición. Para proteger por igual al empresario,
al trabajador, al campesino, al agricultor. Para proteger por igual
al líder gremial, al líder sindical.
Creo que lo más importante es que esto se traduzca en la
práctica y quiero dar algunos ejemplos prácticos.
Las últimas elecciones de Colombia, presididas por el este
Gobierno, en octubre de 2003, fueron unas elecciones ampliamente
participativas cuyos resultados nos permitieron verificar que estamos
haciendo el tránsito de las garantías democráticas
retóricas, a las garantías democráticas efectivas.
Antes, muchos candidatos de partidos alternativos,
de partidos disidentes a los tradicionales, de partidos provenientes
de antiguas
guerrillas, eran asesinados. Nosotros pusimos –con toda voluntad
y con todo amor por este país- la seguridad al servicio
de todas las expresiones de la democracia.
¡Todos los candidatos fueron protegidos con igual voluntad
de parte del Gobierno y de las instituciones! Eso permitió que
muchos conquistaran, democráticamente, posiciones que nunca
habían podido conquistar. Pasamos, entonces, de las libertades
retóricas a las libertades democráticas, efectivas
y reales.
En ese mismo mes, octubre 2003, nuestra
Patria realizó un
referendo, figura incorporada en la Constitución del 91,
figura fundamental de ese capítulo de la democracia que
es la democracia participativa directa.
Un referendo que propuso el Gobierno con
puntos muy difíciles,
complejos, con puntos bastante controversiales, con unas medidas
económicas de congelación salarial en el sector público
para ayudar a resolver el tema fiscal.
Ese referendo, debería haber tenido, al decir de muchos,
puntos populistas atractivos para una sociedad con desigualdades
y con pobreza. Sin embargo, careció de esos puntos, fue
un conjunto de propuestas discutibles, pero propuestas serias.
Lo más importante es que todo el mundo participó con
plenas garantías. Todos los opositores, los abstencionistas
tuvieron las mismas garantías que el Gobierno que defendía
ese referendo; inclusive en muchos casos, tuvieron mayores espacios
de comunicación.
Y eso puso a prueba otro punto fundamental
de esta nación:
la institucionalidad.
Por ejemplo, el Gobierno reclamó porque se contabilizaron
cédulas de identificación de personas muertas, de
personas de las Fuerzas Militares que no pueden votar, sin embargo,
el Consejo Electoral –donde el Gobierno no tenía mayorías-
dijo que no podía desconocer eso, que porque era cambiar
las reglas de juego. El Gobierno replicó, unas reglas de
juego injustas, unas reglas de juego ilegales, pero finalmente
prevaleció la opinión de la Institución, de
ese Consejo Electoral, así el Gobierno estuviera en desacuerdo.
Estos son ejemplos de lo que hemos venido
avanzando en democracia. Porque me preguntan: ¿se puede resolver este problema resolviendo
todos los problemas sociales previamente? ¡Imposible, imposible!
Este desafío terrorista que ha sufrido la sociedad colombiana
lo que ha hecho es profundizar la crisis social colombiana, espantar
el capital, ahuyentar inversiones, empobrecer más a la sociedad
colombiana.
Entonces, aquí lo que necesitamos es decir qué podemos
ofrecer, qué podemos ofrecer nosotros: democracia, para
que todos puedan participar con plenas garantías. Y ese
es el camino para que, a través de la intervención
de todas expresiones del pensamiento político, rodeadas
de la plenitud de las garantías, se pueda luchar para resolver
nuestros problemas sociales y nuestros problemas económicos.
Cuando este Gobierno empezó, más de 300 Alcaldes
no podían despachar en sus municipios. Esa situación
era producto de dos realidades: ausencia de las instituciones estatales
y presión de los grupos terroristas. Este Gobierno tomó la
decisión de protegerlos a todos. Hoy salvo uno o dos –y
todos elegidos democráticamente- están despachando
en sus localidades. Es un gran avance para la democracia.
Y algo bien importante -ahora que tenemos
en este auditorio a mis buenos amigos, el Gobernador del Valle
del Cauca (Angelino
Garzón) y el Alcalde de Santiago de Cali (Apolinar Salcedo)-
para construir Patria, institucionalidad, amor, fraternidad, este
Gobierno se propuso trabajar con todos los gobernadores y con todos
los alcaldes prescindiendo del origen político. No importa
que ese gobernador haya sido elegido por fuerzas políticas
afines al Gobierno o por movimientos de oposición, siempre
con una condición: la condición de trabajar con honradez
y la condición de trabajar con patriotismo.
Ha sido muy grato, por ejemplo, poder trabajar
con patriotismo con gobernadores y alcaldes elegidos en ese proceso
de 2003, unos
participan de las ideas del gobierno y otros se originaron en movimientos
de oposición.
Tenemos un profundo compromiso con los
derechos humanos. He dicho que nuestra Fuerza Pública
tiene que darle el ejemplo al mundo: de tener la capacidad, de
derrotar el terrorismo y de observar
los derechos humanos.
Lo he dicho por tres razones. Una razón: la tradición
democrática de Colombia. Una segunda razón: la respetabilidad
de Colombia ante la comunidad internacional. Y una tercera razón:
la reconciliación.
Restañar las heridas causadas por la violación
de los derechos humanos, toma tiempo extenso, muchas generaciones.
Por eso, en la medida que nosotros seamos
eficaces para enfrentar a los terroristas y absolutamente transparentes
para cumplir con
los derechos humanos, en esa medida vamos a crear respetabilidad
a Colombia, construir credibilidad en Colombia, construir apoyo
para Colombia y construir condiciones para que se de más
fácilmente la plena reconciliación al interior de
la sociedad colombiana.
Muchos grupos insurgentes en América Latina tuvieron dos
motivos. Un motivo, la opresión política en cabeza
de dictaduras, generalmente, militares. Y un segundo motivo, la
injusticia social.
En Colombia, en lugar de haber una opresión política,
una dictadura civil o militar, hay una democracia en proceso de
profundización. He ahí una gran diferencia entre
los fenómenos que se vivieron en otros sitios de América
Latina y el desafío que enfrentan las instituciones democráticas
de Colombia.
Y quiero referirme al tema social.
En Colombia no hay una clase propietaria
explotadora que este esquilmando los recursos del país
y maltratando a nuestros trabajadores.
La pregunta es: ¿cuál es la causa de este conflicto
social, la acción de la empresa privada o la falta de empresa
privada?
El terrorismo no ha permitido que la inversión crezca en
Colombia al ritmo que ha debido crecer. A penas hemos logrado,
ahora, recuperar algún ritmo de crecimiento. En el año
2003 creció al 19 por ciento la inversión privada
y en el año 2004 volvió a crecer al 19 por ciento.
Eso nos ha permitido retomar el sendero de creación de empleo
en condiciones dignas.
Si ustedes van al centro de Cali y comparan
los ingresos de un trabajador informal, callejero, con los ingresos
de un trabajador
de una empresa privada de salario mínimo, encontrarán
que en esa empresa privada organizada, ese trabajador devenga –mínimo-
dos veces y media, los ingresos que percibe el trabajador informal
de las calles de Cali.
Yo he comparado el sistema de seguridad
social de Colombia, a cargo de la empresa privada, con muchos
países cuyos gobiernos
se ufanan de ser gobiernos socialistas o pertenecientes a la social
democracia.
Por ejemplo, en otros países que pertenecen –sus
gobiernos- a la social democracia, el empleador no tiene que pagar
la seguridad social la paga en su totalidad el trabajador. Aquí,
el empleador paga la mayor parte de la seguridad social. Por ejemplo,
en salud, de doce puntos el empleador paga ocho puntos. En riesgos
profesionales, lo paga todo el empleador.
En materia tributaria hemos hecho un gran
esfuerzo redistributivo. En este Gobierno hemos aumentando el
impuesto de renta –hay
que poner mucho cuidado, porque empieza a ser muy elevado de acuerdo
con los parámetros internacionales- y hemos restablecido
el impuesto de patrimonio. Diría que se está haciendo
un gran esfuerzo para que los sectores más pudientes contribuyan
todavía más al desarrollo social de esta Nación.
La cartera del sector financiero en los
dos años y medio
de este Gobierno ha crecido en un 21 por ciento, pero para la microempresa –y
Cali es una ciudad que bastante conoce de microempresa- la cartera
ha pasado de 700 mil millones a un billón 800 mil. Un crecimiento
del 157 por ciento, lo que ha beneficiado a millón 600 mil
microempresarios.
Nos falta mucho, nos falta mucho en política social, pero
aquí se hace un gran esfuerzo y lo hace el sector privado.
Colombia tiene que ser consciente –y lo debe entender la
comunidad internacional- que nuestro sector privado ha hecho y
hace un gran esfuerzo, que habrá que pedirle mayores esfuerzos,
por supuesto y entonces eso marca una diferencia: aquí no
hay un sistema particular de explotadores al que se deba derrotar
con la acción armada, aquí lo que hemos tenido es
una empresa privada solidaria, una empresa privada comprometida
con Colombia, que ha sido frecuentemente maltratada por el terrorismo.
Ese maltrato del terrorismo no le ha permitido crecer lo suficientemente,
invertir en Colombia lo que debe invertir y eso ha contribuido
a que muchos miles de colombianos se tengan que debatir en la miseria
justamente, por falta de empresa privada.
El último año, alrededor de 600 personas de nuestra
Fuerza Pública fueron, o asesinados o lesionados por minas
antipersonales de los grupos terroristas.
Este es el único país del mundo, que con semejante
desafío terrorista, tomó la decisión de que
su Ejército entregará y destruyera las minas antipersonales
que le quedaban y que utilizaba, sólo, por razones pedagógicas.
Pues bien, decidimos –bajo la dirección del Vicepresidente
de la República (Francisco Santos)- eliminarlas. Están
eliminadas. ¿Y cuál ha sido la respuesta del terrorismo?
Atentar diariamente con minas antipersonales contra la Fuerza Pública
y contra los ciudadanos colombianos.
En muchos países, en nombre de la seguridad, se reprimieron
las libertades públicas. En Colombia ha periódicos
para todos los gustos. En Colombia no se reprime una sola de las
libertades públicas. Este país vive en permanente
debate. Eso es bien importante.
Nosotros nos hemos propuesto el reto de
avanzar eficazmente hacia la seguridad a pesar de las dificultades
y reveses, sin declinar
la voluntad y sin afectar las libertades públicas.
Creo que estos elementos, nuestra devoción por los derechos
humanos, la profundización de la democracia colombiana,
el respeto a las libertades públicas, el papel solidario
de la empresa privada colombiana, son elementos que deben considerarse
por parte de la comunidad internacional para hacer sus análisis
sobre Colombia.
Comparto plenamente con nuestro Obispo
emérito el concepto
de la universalidad de la ley.
La ley tiene que ser universal para proteger
por igual, al amigo del Gobierno que al opositor. La ley tiene
que ser universal para
garantizar por igual, al medio de comunicación que critica,
que al medio de comunicación que apoya. La ley tiene que
ser universal para darle un tratamiento igual, en la política
de seguridad y en la política de reconciliación,
a quien delinque en nombre de la guerrilla y a quien delinque en
nombre de los paramilitares.
Esa valoración tan importante de nuestro Obispo emérito
sobre el carácter universal de la ley la tenemos que asimilar
y profundizar los colombianos, en los pasos legales que nos proponemos
dar para adoptar nuevos instrumentos como la Ley de Paz, Reconciliación,
Justicia y Reparación.
Al ex ministro Maduna, yo diría, después de hacer
las aseveraciones anteriores sobre democracia, libertades, institucionalidad,
papel de la empresa privada, que en Colombia hay una crisis social
tremenda pero el desafío terrorista es con causa y no solución
a esa crisis social.
En las palabras de Savater, la causa es la violencia de los terroristas.
Esto es bien importante de tener en cuenta.
Nosotros estamos trabajando con un concepto
de inclusión
de la sociedad colombiana, para que esto no sea una democracia
de papel que favorezca a una minoría y oprima a una mayoría,
sino para que sea una democracia totalmente incluyente.
Por ejemplo, en el área social. Este Gobierno se ha propuesto
trabajar Siete Herramientas de Equidad, ya les hablaba del microcrédito
que hace parte de esa herramienta que se llama la construcción
de un País de Propietarios.
Déjenme hablar un poco de educación, invitado a
ello –por estar hoy acudiendo así sea a través
de este medio a la Universidad Javeriana-, si ustedes me preguntarán: ¿qué ayuda
a construir una sociedad igualitaria?, ¿cuál es el
camino más eficaz para una sociedad igualitaria? Sin vacilación
hoy contestaría: la educación.
La Revolución Educativa encabeza nuestras Siete Herramientas
de Equidad. Estamos trabajando la cobertura, la calidad, la pertinencia,
la capacitación técnica, los procesos de ciencia
y tecnología.
Por ejemplo, en cobertura nos propusimos
crear millón y
medio de cupos escolares en educación básica y secundaria
en este Gobierno. Este año debemos terminar con una creación
acumulada de un millón 150 mil, y con el esfuerzo del 2006,
con la ayuda de Dios, debemos estar tocando el millón y
medio.
¡Una tarea inmensa, descomunal, sin embargo insuficiente!
Si logramos esa meta, todavía 500 mil niñitos colombianos
estarán por fuera del aparato escolar.
En universidad. Este año, con la ayuda de Dios, debemos
terminar en unos 260 mil nuevos cupos universitarios. Nos propusimos
crear 400 mil en el Gobierno, tarea difícil, si la logramos,
todavía estaremos con una cobertura universitaria baja comparativamente
con países desarrollados; pero en la medida que perseveremos
en estas tareas, Colombia irá avanzar mucho en los social.
Y quiero hacer esta anotación: esto no lo garantizamos,
si no hay un proceso sostenido y acelerado de crecimiento económico.
Sin crecimiento económico acelerado no hay recursos para
sostener un plan creciente de inversión social. Y ese crecimiento
económico necesita confianza inversionista y esa confianza
inversionista necesita seguridad. He ahí, un elemento bien
importante del porqué de nuestra política de Seguridad
Democrática.
El Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA).
En este Gobierno ha pasado de atender un millón de colombianos por año,
a atender dos millones 700 mil el año pasado. Aspiramos
que en el 2004 lleguemos a cuatro millones de colombianos y son
sectores medios o populares de la población.
Estamos haciendo un gran esfuerzo en materia
de protección
social. Hoy, ya tienen un acceso muy importante a los servicios
médicos, en el régimen contributivo, más de
trece millones de ciudadanos y en el régimen subsidiado,
más de quince millones. Pero aspiramos que, en dos años
y medio, todos los colombianos de los sectores pobres, estratos
1, 2 y 3, tengan pleno acceso al régimen subsidiado de salud.
En los dos años y medio de este Gobierno hemos crecido
casi en cinco millones la población afiliada al Régimen
Subsidiado de Salud. Estamos tramitando una ley que facilitará cumplir
ese sueño, esa meta: todos los sectores de la población
de Colombia, de los estratos pobres, con afiliación universal
a la salud.
Y estamos trabajando muchísimo por los niños. Aquí preguntaba
el ex gobernador por los niños. Una pregunta conmovedora,
además de la educación, en el Instituto Colombiano
de Bienestar Familiar (ICBF) –nos ha acompañado la
Directora (Beatriz Londoño), a lo largo de las deliberaciones
de este simposio- hemos crecido, durante este Gobierno, en dos
millones 800 mil los niños beneficiarios.
Por ejemplo, un programa de alimentación para niñitos
menores de cinco años –lanzado en este Gobierno- ya
le ha llegado a 503 mil niñitos y deberá llegarle
este año a otros 500 mil. Hemos aumentado los recursos,
la eficiencia de la institución. Todas las instituciones
del Estado tienen la instrucción y el control diario para
que todos los días procedan hacia la total eficiencia y
con absoluta transparencia.
Podríamos hacer un recorrido de lo que estamos haciendo
en política social. Este país ha sufrido mucho el
desplazamiento.
Hemos multiplicado por ocho el presupuesto
para atender desplazados en nuestra Patria. Creo que con la ayuda
de los organismos internacionales,
de las entidades adscritas a Naciones Unidas, de tantos países
que nos colaboran, podemos registrar hoy unos mejores resultados
en atención al desplazamiento. Y nuestra política
de Seguridad Democrática ha venido descendiendo el desplazamiento.
Quisiera decir que ya no hay más desplazamientos, se dan
en menor cantidad de lo que se daba hace dos años y medio,
no hemos podido frenar totalmente el desplazamiento, pero ese es
uno de nuestros objetivos: a través de la seguridad frenar
el desplazamiento y a través de la política social
reivindicar a los desplazados.
El ex ministro Maduna hablaba de terroristas
y cucarachas. Yo denomino el desafío contra la sociedad colombiana como un
desafío terrorista por varias razones: porque aquí no
hay una dictadura para derrotar. Porque aquí no hay una
dictadura económica de una clase explotadora para derrotarla
con las armas. Por los métodos que utilizan quienes atacan
a las instituciones estatales. Y por una razón jurídica.
Las democracias de Europa Occidental, en
contraprestación
a su profundización democrática, han señalado
en su ordenamiento jurídico, dentro de la definición
de terrorismo, cualquier actividad que apele a la violencia, bien
sea usándola o amenazando con violencia, por cualquier tipo
de razones ideológicas, políticas o religiosas.
Creo que eso, que ha sido un desarrollo
jurídico europeo,
en contraprestación a la profundización democrática,
cabe aplicarse en Colombia en contraprestación a los esfuerzos
democráticos de Colombia.
Todas estas razones me llaman a calificar
ese desafío de
terrorista, pero a los seres humanos que están en esa tarea
terrorista nunca los descalificamos. Aquí, los colombianos
que todos los días tienen un discurso de paz, que se les
oye, se les respeta, muchos de quienes discrepan del Presidente,
los tratan benévolamente a los terroristas. Quizás,
el más duro trato, el más duro tratamiento lo depara
el Presidente de la República, siempre digo porqué son
terroristas y les digo terroristas, pero nunca los maltratamos
en su dignidad.
Yo inclusive, jamás se me pasa por la cabeza decirles cucarachas.
No soy capaz, inclusive, de referirme a ellos con sus alias. Por
ejemplo cuando me voy a referir a alguno digo: el señor
Jorge Briceño y el señor Marulanda. Hemos sido cuidadosos
en eso. ¿Por qué? Porque queremos abrir caminos de
reconciliación.
Este Gobierno es tan firme en la política de Seguridad
Democrática como abierto a la reconciliación. Las
cifras son elocuentes. Yo quisiera dedicar esta intervención
con ustedes a abrir caminos y no a contar lo que se está haciendo.
Les juro, les juro, que soy receptivo a los consejos de ustedes,
que me gusta estar a toda hora innovando, examinando acciones,
pero también les tengo que contar, de manera directa desde
mi alma, lo que estamos haciendo.
En esto les voy a decir por qué afirmo que somos tan resueltos
para enfrentar a los terroristas, como resueltos a la reconciliación
que se da a través de la reinserción.
En este Gobierno se han reintegrado cerca de once mil integrantes
de los diferentes grupos: seis mil paramilitares, cinco mil guerrilleros.
Ese programa de reinserción tiene problemas, alguno de
ustedes, la Magistrada Winter contaba como ésta semana un
alcalde dijo: “me llegó un desmovilizado y no se qué hacer”.
Sí, nos toca informar más, manejar un programa con
once mil desmovilizados no es fácil, se presenta un problema
o el otro, pero hemos enfrentado eso con absoluta generosidad,
con total generosidad. La cifra es muy grande.
Colombia, en el proceso de paz del M – 19 reinsertó,
más o menos, 200 personas con armas y a eso se le sumaron,
aproximadamente, 600 ciudadanos que los apoyaban.
En el proceso de paz con el EPL había 600 con armas, más
otros 1.400.
Si sumamos los procesos de paz anteriores, juntos, no llegan a
la cifra que nosotros hemos logrado.
O sea que eso demuestra que aquí hay toda la firmeza, en
nombre de la política de Seguridad Democrática, para
enfrentar el desafío terrorista y toda la generosidad para
facilitar la reconciliación a través de la reinserción.
Hace una semana el Canciller de Chile me
trajo una razón
del Presidente Lagos. Allá vive alguien de la Farc, el Presidente
Lagos no lo pudo expulsar a Colombia porque él se casó con
una ciudadana chilena y tiene un hijo chileno, y tienen dificultades
para la extradición.
Yo les dije la semana pasada: ‘mire, ayúdenme con
esto, díganle a ese señor que lo importante es que
no delinca, que el Gobierno colombiano no tiene interés
tanto en meterlo a una cárcel aquí, como en que él
no delinca. Que se quede allá, consintiendo a su señora
y a su crío, para que compare la dulce vida del hogar en
paz, con la vida del terrorismo.
Le pedimos, por las formalidades del derecho,
que busque firmar un acta de reinserción y el Gobierno abriría las
puertas para que él, residiendo en Chile, mantenga su residencia
en Chile y se reinserte. Creo, que estos hechos nos pueden abrir
puertas muy, muy importantes.
Entonces, aquí se respeta la dignidad humana de todo el
mundo. No conozco en el mundo un Ejército, una Policía,
unas Fuerzas Armadas que hayan tenido que enfrentar un desafío
terrorista como el que enfrenta Colombia y que estén todos
los días tan sensibilizados en materia de derechos humanos.
Y la voluntad es: donde haya una falla, corregirla y de inmediato.
La consigna es: eficacia y transparencia.
Voy a referirme a algunas preguntas del profesor Vinces Fisas.
El ELN. Cuando este Gobierno empezó mi predecesor, el Presidente
Pastrana, a través del Gobierno de Cuba estaba buscando
iniciar un diálogo con el ELN. Fui preguntado si desearía
continuar esos esfuerzos y dije: ‘por supuesto’.
Nuestro Comisionado de Paz ha viajado cuatro
veces a Cuba. He hablado en muchísimas ocasiones, personalmente y por teléfono
con el Presidente Castro. Cuba ha hecho todos los esfuerzos, ha
sido imposible.
Lo que nosotros le hemos pedido al ELN
es, como a todos los grupos: un proceso debe empezar con cese
de hostilidades. No tiene que
empezar con desarme, no tiene que empezar con desmovilización.
El desarme y la desmovilización son puntos de llegada, pero
el cese de hostilidades es punto de partida. No ha sido posible.
A través del Gobierno de Cuba se le ha dado al ELN todas
las garantías, no ha sido posible una respuesta positiva.
El grupo de países amigos del proceso de paz con el ELN
ha trabajado intensamente. A mi me han preguntado los Embajadores: ‘¿el
Gobierno de Colombia autoriza nuestra trabajo?‘ Les hemos
dicho: ‘por supuesto’. Creo que no lo hemos interferido.
Ahí está el testimonio de los embajadores de los
países que integran ese grupo de amigos del proceso de paz
con el ELN.
La sociedad civil. En Colombia, si hay
alguna expresión
de democracia, es el margen infinito de acción de la sociedad
civil. Por eso yo he dicho que aquí hay dos expresiones
muy vigorosas de democracia: la representativa y la participativa.
Y que esa democracia participativa, que nosotros auspiciamos a
través de nuestro concepto de Estado Comunitario, se da
a través de lo que ustedes llaman la activa participación
de la sociedad civil. Ha hecho un gran esfuerzo la sociedad civil
por ese proceso con el ELN, infructuosamente.
Salió de la cárcel Felipe Torres, integrante del
ELN. Me reuní con él, en un hotel de Medellín,
en presencia de uno de los Comisionados de Paz del departamento,
de Antioquia. Me dijo: ‘Presidente, el ELN no acepta su propuesta
de un cese de hostilidades porque tememos que, si nosotros frenamos
las acciones militares, usted nos mate’. Le dije: ‘tienen
toda las garantías de que no. Yo soy el conductor de unas
Fuerzas Armadas que tienen que ir a la iniciativa, que tiene que
trabajar con agresividad, pero con transparencia. Ustedes en cese
de hostilidades los respetaremos totalmente, no recibirán
una sola agresión militar de nuestra parte, no procederemos
contra ustedes a la mansalva, no procederemos traicioneramente’.
El se quedó en silencio, meditó y dijo: ‘eso
abre una buena posibilidad’. Hasta hoy esa posibilidad no
llega.
Visito a México, en compañía del Presidente
Fox, se me pregunta públicamente por el proceso con el ELN,
digo: ‘estamos dispuestos, con el cese de hostilidades’.
Públicamente se me pregunta por las garantías que
tendría el ELN en ese cese de hostilidades y dije: ‘todas.
Mientras haya cese de hostilidades, primero no se tiene que desmovilizar,
no se tiene que desarmar y no lo vamos a atacar militarmente’.
Entonces sugerí: ‘y estamos dispuestos a que haya
un garante, un garante que mire, que supervise que el ELN respete
ese cese de hostilidades y que el Gobierno cumple con las garantías
ofrecidas’. Y me dijeron: ‘¿aceptaría
que fuera México?’ Dije: ‘por supuesto’.
Ese día empezó, con el liderazgo del Presidente Fox,
una tarea noble de México para buscar, como facilitador,
un acuerdo con el ELN.
El Gobierno de Colombia le ha ofrecido
todas las posibilidades. Creo que el facilitador mexicano no
tiene quejas de que le hayamos
negado una sola de las herramientas. ¿Qué falta con
el ELN? Voluntad de parte de ellos.
Temo, profesor Fisas, que el ELN tiene
un sector dirigido por Antonio García, que, siempre que hay posibilidades de paz, él
las frustra.
Antonio García del ELN, por su conducta y por sus comportamientos
en todos los momentos, ha sido un saboteador de la paz y como a
mí me toca hablar con toda sinceridad, esto es lo que pienso
y no lo pienso por una creación subjetiva, sino porque muchos
intentos de paz con el ELN –de anteriores gobiernos y de
este Gobierno- han sido saboteados por el señor Antonio
García.
Y además, el ELN tiene que definir si es capaz de hacer
la paz como entidad autónoma o le da miedo hacer la paz
mientras la Farc no le de permiso. Esa dependencia que unos sectores
del ELN tienen de las Farc, también se ha convertido en
un factor que los inhibe para avanzar hacia la paz. Pero para ser
práctico, profesor Fisas, le repito toda nuestra voluntad
de hacer la paz con el ELN.
Con este Gobierno la paz si quieren, la
hacen en 5 minutos. ¿Qué es
lo que yo quiero? Alguno de ustedes que hablaba de los niños.
Miren, yo tengo 52 años, pertenezco a ese 50 por ciento
de las familias colombianas que han sufrido en carne propia esta
violencia. Mi generación no ha vivido un momento de paz.
Yo no conozco la paz en mi niñez ni en mi adolescencia ni
en mi juventud ni ahora en mi madurez. ¡Ni un día
de paz, de tranquilidad! Yo no quiero para las nuevas generaciones
de colombianos eso. Yo quiero para las nuevas generaciones de colombianos,
que puedan vivir en paz, disfrutar este país, vivir en una
sociedad democrática, en una sociedad en permanente debate,
pero debate creativo y fraterno.
Profesor Fisas, ninguno de estos grupos
puede eximirse de narcotráfico.
Todos han participado en el narcotráfico. El ELN, hay muchos
grupos del ELN participando en el narcotráfico. A mi me
parece que no nos queda bien absolver a algunos y condenar a otros.
Ninguno de estos grupos estaría subsistiendo si no tuviera
recursos de narcotráfico.
El actual Congreso –por iniciativa de este Gobierno- una
de las primeras leyes que aprobó, es la ley de extinción
de dominio. Agilizamos el proceso de extinción de dominio,
por eso, mientras en toda la historia de la extinción de
dominio había dos sentencias, en este Gobierno llevamos
ya más de 60 sentencias en firme. Vamos a continuar acelerando
la extinción de dominio y esos bienes rurales de uso agropecuario
entregándolos a las comunidades campesinas.
Ya en el Valle del Cauca, en los días de Navidad, en el
norte, en Ansermanuevo, hicimos una entrega muy importante de tierras
a las comunidades campesinas. Y espero que la nueva ley de Verdad,
Justicia, Reconciliación y Reparación traiga instrumentos
que nos permitan facilitar este tipo de acciones para entregar
estas tierras a las comunidades campesinas, como uno de los caminos
de la reparación.
Pero ruego que esa ley hay que entenderla
como una ley universal, porque entonces lo que se les exija a
los paramilitares y lo que
se les aplique a los paramilitares, también hay que aplicárselos
al ELN y a la Farc.
¡Hay que darles el mismo tratamiento, enfrentándolos
cuando delinquen y el mismo tratamiento una vez hayan procesos
de reconciliación con ellos!
Me pregunta Usted, que si yo estaría dispuesto a un encuentro
con la Farc para negociar un alto al fuego. Si esa pregunta me
la hiciera hoy un periodista, amablemente la eludiría. Los
hombres tienen su estilo, los gobiernos tienen su estilo. Yo he
manejado las reuniones con estos grupos a través de la Iglesia
Católica o a través de facilitadotes. Al Comisionado
de Paz solamente se le autorizó hablar con las Autodefensas
cuando estas Autodefensas ilegales le comunicaron a la Iglesia
Católica su voluntad de aceptar el cese de hostilidades,
solamente en ese momento, habló con ellos de manera directa
el Comisionado.
Creo Profesor que lo más importante es un cese de hostilidades,
pero veraz no estratégico.
Ahora ¿qué obstáculos hay para el acuerdo
humanitario? De parte del Gobierno hay voluntad, no en vano liberamos
un buen número de guerrilleros de manera unilateral. He
cambiado la política en esa materia flexibilizándola,
la que ofrecí como candidato y apliqué en las primeras
semanas de Gobierno.
En las primeras semanas de Gobierno dije –en consecuencia
con lo que había ofrecido como candidato-, que un acuerdo
humanitario solo sería posible si iba de la mano de la iniciación
de una negociación de paz que tenía que basarse en
un cese de hostilidades. Después de mis conversaciones con
el Secretario de las Naciones Unidas, Kofi Annan, con el Presidente
de Francia, con familiares de los secuestrados, acepté cambiar
esa política, desvincular el acuerdo humanitario de un eventual
proceso de paz.
Ha habido muchas personas que han procedido
como facilitadores autorizados por el Gobierno, gobiernos que
han procedido como facilitadores.
Hemos ofrecido opciones, a mí me gusta estar imaginando
opciones, hay tres limitantes.
Primer limitante: no puede haber zonas
de despeje. Las zonas de despeje se utilizaron en Colombia, no
para avanzar hacia la paz
sino para fortalecerse, para ser más efectivos en los ataques
terroristas. Con esa experiencia no debe haber despejes en Colombia.
Segundo, esas zonas de despeje nunca las
piden cuando van a liberar secuestrados económicos ¿por qué las exigen
para liberar a estas personas que supuestamente están secuestradas
por razones –yo digo terroristas- que la guerrilla dice política?
La segunda limitación que tengo es que aquellos guerrilleros
que salgan de la cárcel no deben volver a delinquir. Inicialmente
dije: ‘bueno, si sale un guerrillero de la cárcel,
que se vaya a un país como Francia, que el gobierno de Francia
ejerza una tutoría sobre ese guerrillero y que esa tutoría
garantice que esa persona no va a volver a delinquir’.
Después los facilitadores me dijeron: ‘¿cómo
les va a exigir que se vayan para el extranjero?, hemos consultado
y no lo aceptan’. Yo dije: ‘bueno, entonces como va
bien el proceso de reinserción, que no se tengan que ir
para el extranjero, que cuenten con dos opciones: o irse al extranjero
o entrar al proceso de reinserción’. La garantía
de que no van a regresar a delinquir nosotros la entendemos suficientemente
cumplida con su participación en el proceso de reinserción,
donde hay hoy más de 3.500 personas de la Farc. Ese es un
número muy grande.
¿Por qué esa exigencia de que no vuelvan a delinquir?
Mire, profesor, ¿usted se imagina que solo el año
pasado entre muertos y lisiados de la Fuerza Pública hay
600 colombianos por minas antipersonales?
Este país todavía tiene 578 mil kilómetros
de selva, la mayor parte selva húmeda tropical. Hoy hay,
en alguna parte de la selva de Colombia, enfrentando todos los
rigores del clima, la humedad, las plagas, el mosquito, los zancudos,
el riesgo de leishmaniasis, más de 17 mil hombres de nuestra
Fuerza Pública. Ese sacrifico abnegado de ellos y que el
Gobierno les diga que ha soltado unos guerrilleros de las cárceles
para que vuelvan a delinquir. ¿En qué queda la motivación
de ellos?
Y no podemos perder de vista lo siguiente:
estas semanas hemos tenido unos reveses militares, pero eso no
nos puede ablandar esta
política. Hoy, durante todo el día, celebraré aquí en
Cartagena un consejo de seguridad para ajustar la política
de Seguridad. Y estos reveses coinciden con la desmovilización
de los paramilitares y en la mente de muchos ciudadanos se dice: ‘este
país no puede derrotar al terrorismo sin la ayuda de los
paramilitares’. ¡Esa creencia hay que desvirtuarla,
esa creencia hay que eliminarla!
Nosotros tenemos que mostrar nuestra eficacia,
nuestra disposición,
nuestra capacidad de derrotar el terrorismo sin paramilitares.
Ese es un camino necesario para la reconciliación, para
la paz.
Es que en algún momento la guerrilla decía que para
sentarse en la mesa necesitaba que el gobierno primero eliminara
los paramilitares. Este Gobierno frente a los paramilitares ha
tenido toda la firmeza para enfrentarlos militarmente y la generosidad –que
se le ofrece a la guerrilla- para recibirlos en estos procesos
de reinserción.
Entonces ahora sin paramilitares, la guerrilla
debería
estar diciendo: ‘bueno una condición del pasado es
que no hubiera paramilitares. El gobierno de Uribe los ha enfrentado
militarmente y los esta reinsertando’. Debería decirlo
la guerrilla, debería reconocerlo.
Ahora es hora de que la guerrilla de un
paso y facilite la paz. ¡Pues
no lo han hecho! Lo que vemos es más ataques a nuestra Fuerza
Pública y a nuestros compatriotas. ¡Eso nos obliga
a demostrar que sin paramilitares, solamente con las fuerzas institucionales,
como tiene que ser en una democracia vamos a derrotar el terrorismo
y eso necesita una gran motivación!
La misma motivación del Presidente de la República
la tienen que tener los generales y la misma la tiene que tener
el soldado del más bajo grado o de más reciente ingreso
a la Fuerza Pública. ¡Sin motivación en nuestras
Fuerzas institucionales no hay manera de enfrentar eficazmente
el terrorismo, ahora que Colombia por fortuna, empieza a quedarse
sin paramilitares!
Y esa motivación necesita cuidarla en pasos concretos.
Desmotivaríamos a la Fuerza Pública si aceptamos
que los guerrilleros salgan de las cárceles y vuelvan a
delinquir.
Y viene otra limitación que tengo como Presidente de los
Colombianos: ¿a quiénes soltar de las cárceles?
Yo no tengo atribución jurídica hoy para soltar de
las cárceles a los incursos en delitos atroces y el ordenamiento
jurídico, objetivamente, dice cuáles son los delitos
atroces. Hoy tenemos atribuciones jurídicas solamente, en
un caso de acuerdo humanitario, para liberar de las cárceles
a aquellos que estén incursos en delitos como rebelión,
sedición, asonada, pero no, en delitos atroces.
Con el buen cuidado de estas tres limitantes,
el Gobierno ha mantenido su disposición de que se abran
opciones.
Usted me dirá que no le he contestado la pregunta: sí me
reuniría, si me reuniría. Yo creo que la respuesta
que le he dado demuestra que, la reunión personal no es
un elemento de la esencia, pero también se lo digo: en el
momento que las circunstancia lo exigieren, con unas demostraciones
de buena fe y con hechos de paz para concretar un proceso y hacerlo
avanzar y poner la imaginación cara a cara a buscar opciones,
tampoco tendría inconveniente.
Yo soy solamente dogmático e inflexible en esto, en decirle
no a la violencia, no a la corrupción. Para todo lo otro,
podemos buscar opciones Profesor Fisas.
Los indígenas. Amilcar, si hay algún país
que ha avanzado en su Constitución, en su ordenamiento jurídico,
en el reconocimiento de los derechos políticos, económicos
a las comunidades indígenas, es Colombia. Mire esa Constitución
nuestra del 91. Mire la representación en el Congreso. Mire
la autonomía de los gobiernos indígenas.
Y en esta administración presidencial hemos avanzado mucho
en salud para las comunidades indígenas, en educación
para las comunidades indígenas. Tenemos un programa bellísimo
de 30 mil Familias Guardabosques que beneficia amplios sectores
indígenas y estamos avanzando en otro elemento: construir
confianza entre las comunidades indígenas y la Fuerza Pública.
En un bellísimo lugar del norte de Colombia, la Sierra
Nevada de Santa Marta, en un paraje que se llama Nabusimake, paraje
de la leyenda indígena, me reuní durante todo un
día en Consejo Comunitario con las comunidades indígenas
de allí y ellos con su franqueza y su tranquilidad denunciaron
que no podían tener confianza en la Fuerza Pública
porque allá un día les llegaba un guerrillero, al
otro día un paramilitar, al otro día un soldado y
le llegaban con el mismo uniforme. Nos propusimos crear confianza.
Estamos desalojando de la Sierra Nevada,
como hay que desalojar de toda Colombia, tanto a paramilitares
como a guerrilleros. Nombramos
un Coronel, un oficial de alta graduación, para que sea
un enlace permanente entre las comunidades indígenas y la
Fuerza Pública y se ha venido construyendo confianza. Y
lo propio hemos empezado a hacer en otras regiones de Colombia
como es el departamento del Cauca, que ustedes lo tienen ahí bien
vecino, de la ciudad de Cali y del Valle del Cauca.
Le repito con todo cariño, con todo cariño, nosotros
tenemos un mandato de la Constitución que lo llevamos en
el alma: respetar la diversidad de esta Nación, tratar a
todos dentro de la diversidad con igualdad y al mismo tiempo con
solidaridad. En eso, no tenemos problemas.
Quisiera poder decirle que ya no están asesinando a un
solo indígena. La tendencia mejora como ha rebajado el número
de homicidios en Colombia.
En el 2003, el homicidio rebajó en Colombia en un 20 por
ciento. El año pasado se redujo en otro 16 por ciento.
Se ha reducido muchísimo el secuestro. En el 2003 el secuestro
en Colombia se redujo en un 27 por ciento. El año pasado
en un 42 por ciento. Este año las cifras son buenas.
La ciudad que teníamos con mayor índice de homicidios
es Cali –y yo le llevó a Cali un registro diario,
le hago un seguimiento diario al orden público de Cali.
Cali es uno de mis dolores de cabeza y uno de mis amores y una
de mis preocupaciones de todas las horas-.
Uno debería decir: ‘llevamos cero homicidios’.
La vida no se puede cuantificar, pero yo me veo obligado a medir
las tendencias. Por fortuna, en lo que va de este año ya
se ha reducido el homicidio en Cali en 126 casos.
Quisiera decirle que no hay un solo homicidio
de indígena.
Los hay, la tendencia es buena y quiero comprometerme con usted,
con el mundo indígena en lo siguiente: toda la voluntad
de nuestra Fuerza Pública para proteger a las comunidades
indígenas.
Me parecieron de la mayor importancia las
sugerencias de la Magistrada Winter y voy a hablar hoy con los
Altos Comandantes y con el Ministerio
del Interior para que difundamos más ese programa de reinserción.
-No se. Es que ustedes tocaron tantos y
tan importantes puntos, yo tome nota de todos pero les he tomado
tiempo en exceso, quisiera
parar acá y más bien tener la oportunidad de réplicas,
de repreguntas de ustedes, del público de la manera más
fraterna-.
¡Ha sido muy, muy grato escucharlos.
Muy grato escucharlos!
Quisiera quedarme todas las horas que fuera
necesario examinando estos temas con ustedes y si la organización lo tiene a
bien, el doctor Rojas, entonces les escucho comentarios, replicas,
preguntas, objeciones y cualquier comentario que les pueda proponer,
se los haré.
Oscar Rojas Rentaría. Director de la Fundación ‘Alvaralice’ y
director del Simposio de Justicia Restaurativa y paz en Colombia: Si, Presidente, muchísimas gracias por su tiempo, sabemos
de las limitaciones de tiempo, es informado que tiene un Consejo
de Seguridad, pero si usted lo acepta abro para el que panel pueda
hacerle dos o tres preguntas y usted nos pueda responder.
Presidente de la República: doctor Oscar, todas las que
quiera. La prohibición que yo tengo por ahora es de montar
en avión y como esta enfermedad lo que tiene es un ‘mareito’,
pues quedarme aquí sentado haciendo un Consejo de Seguridad,
eso no hay que limitarlo en el tiempo, eso lo podemos retardar
y tenemos todo el día y toda la noche, en cambio un panel
de esta importancia es muy escaso y muy importante. Todas las que
quiera.
Arzobispo emérito Desmond Mpilo Tutu. Premio Nobel de Paz: No quiero hacer una pregunta ¿me permite hacer un comentario?
Al escucharlo, excelencia, me sentí profundamente conmovido
por ofrecernos su vulnerabilidad, esa vulnerabilidad que usted
nos muestra con tanta candidez.
Mi impresión es que usted es una persona sincera. Quizás
usted no esté siempre de acuerdo con todo lo que se dice,
pero yo creo que ustedes han llegado ya a la primera base, pareciera
ser que el Jefe de Estado de este país está listo
para escuchar y para hablar desde el corazón. Y simplemente
quiero decir, como alguien que viene de un país que ha renacido
de una profunda angustia, que este es un inicio maravilloso.
Penuell Manuna. Ex ministro de Justicia
de Sudáfrica: Presidente,
también quiero agradecerle y estoy de acuerdo con el Arzobispo,
usted es una persona honesta, sincera en sus respuestas.
Presidente, quisiera escuchar su respuesta
a esta pregunta muy sencilla: Cuando usted ha estado interactuando
con las personas
que usted menciona como terroristas, yo se Presidente que usted
ha podido ver como definen ellos el problema que tienen como colombianos.
Presidente, usted podría simplemente –para instruirnos
un poco- ¿cómo definen ellos los problemas del país?
Porque usted los define como terroristas, pero cómo se definen
ellos, especialmente, Presidente, aquellos que se ha desarmado,
para que ellos nos puedan ayudar un poco con una definición
específica del problema del país.
Presidente de la República: Primero el comentario de nuestro
Obispo emérito. Antes de anoche hablé con el Vicepresidente
por teléfono, me estaba explicando su intervención
en Cali y lo sentí muy conmovido al escuchar al Obispo Tutu,
muy conmovido. Lo mismo mi señora.
Yo quiero agradecerle al Obispo Tute, que
nos de esa inyección
de espiritualidad, nos recuerda esa necesidad del amor. Se lo agradezco
inmensamente, porque, yo que soy un combatiente con estos pecados
de esta carnita y estos huesos, recibo como una necesidad esta
corriente de espiritualidad que fertiliza para nosotros en Colombia
el Obispo Tutu.
Ex Ministro Maduna, las conversaciones
del equipo de reinserción
con los reinsertados las podría clasificar en dos: con aquellos
provenientes de la guerrilla que tienen una alta conciencia política
y con quienes no la tienen.
A mí me gustaría que esas conversaciones pudieran
sostenerlas ustedes, porque ayudan muchísimo, esclarecen.
Los que se han reinsertado que tienen alta
conciencia política,
todos han expresado que sienten que perdieron el tiempo, que ese
no es el camino para resolver los problemas colombianos. Expresan
una gran frustración política y una gran frustración
personal. ¿Política por qué? Porque llegaron
a la conclusión de que con sus procedimientos, en lugar
de resolver los problemas que querían resolver, los agravaron.
Con una gran frustración política, muchos dicen,
derivada de ver que lo que nació como un proyecto ideológico
se convirtió en un proyecto de negocio de droga.
Y con una gran frustración personal porque abandonaron
sus padres, abandonaron sus esposas, sus hijos, tuvieron todas
las dificultades de índole personal y no vieron gratificado
eso con una causa que diera satisfacción personal.
Los otros, los que no tienen esa conciencia
política, dicen
que estaban cansados, estaban allí simplemente de mercenarios.
Mire la relación causal. El terrorismo ha frenado que la
economía crezca. El terrorismo de la mano de la corrupción
ha evitado que todos los colombianos tengan oportunidades de educación,
de trabajo. Entonces, muchos jóvenes encontraron como única
opción irse a la guerrilla, a los paramilitares, allí llegaron
como mercenarios y finalmente lo que han encontrado allí es
la opción de matar o la opción de morir en esos enfrentamientos.
Muestran mucha frustración, no encontraron caminos.
Uno de los caminos que nosotros estamos
recorriendo para retener a los jóvenes colombianos, es el de la revolución
educativa. Cuando hemos pasado en un Servicio Nacional de Aprendizaje
(SENA) a atender un millón de colombianos por año,
este año más de tres millones y el año entrante
cuatro millones –con la ayuda de Dios-, uno de los objetivos
es que los colombianos encuentren estas opciones y no sean atraíbles
por estos grupos que yo denomino terroristas. Falta el diálogo
con los otros.
Lo que me transmite a mí el Comisionado del diálogo
con los paramilitares, con quienes está ese proceso de paz,
la queja fundamentalmente de ellos es: ‘el Estado fue indiferente,
indolente. Nosotros estábamos arrasados por la guerrilla
y nunca tuvimos protección del Estado’. Esa es la
queja de ellos. Sin embargo empiezan también a proponer
un proyecto político de reivindicaciones en las áreas
donde viven.
Las plataformas políticas de la guerrilla. Las conocemos,
las conocemos. Lo que hay que preguntarse es: ¿el camino
de la muerte, de la destrucción y de la droga, es el camino
para esas plataformas políticas? ¿Por qué si
hoy pueden llegar a las alcaldías, a las gobernaciones,
a la Presidencia de la República, al Congreso?
Este país ha sido muy generoso con sus libertades. Los
medios de comunicación de Colombia se han mantenido abiertos
no solo a los reinsertados, sino a aquellos que siguen en actividades
terroristas y los gobiernos nunca han reprimido y este Gobierno
nunca se le ha pasado por la cabeza reprimir.
A mí me llaman muchos colombianos y me dicen: ‘Presidente,
nosotros no estamos de acuerdo que fulano de tal asesine y al otro
día, sin arrepentirse, todavía de asesino, aparezca
y figure en los medios de comunicación’. Eso jamás
lo hemos reprimido, a pesar de que a muchos colombianos no les
gusta.
A mí personalmente no me gusta ver a un terrorista en un
medio de comunicación, pero lo respeto en nombre de las
libertades, en nombre de esas bases democráticas que se
requieren para la reconciliación. Entonces cuando hay estas
libertades, cuando hay un gobierno comprometido a proteger por
igual al luchar político afín al Gobierno que al
luchar político de la oposición, yo creo que cualquiera
sea la idea que se tenga sobre el orden económico o el orden
social, hay un camino para tramitar esas ideas que es el camino
democrático.
Aquí había una excusa. Cuando los gobiernos no se
preocupaban por proteger eficazmente a los luchadores de los grupos
que venían de la guerrilla. Hoy esa excusa no existe.
Invoco el testimonio de los opositores
a mi Gobierno, invoco el testimonio si han tenido o no toda la
preocupación, de parte
de la Fuerza Pública y su comandante, que soy yo, para que
ellos sean debidamente protegidos.
Invoco el testimonio de ellos cuando fueron candidatos o en ejercicio
de sus funciones.
Invoco el testimonio de alcaldes y gobernadores,
provenientes de partidos políticos cuyas ideas no concuerdan con las
ideas del Gobierno y ellos no solamente han recibido toda la protección,
sino todo el respeto para el cumplimiento de sus funciones constitucionales
y legales y creo que han encontrado toda la apertura en el Gobierno
Nacional para coordinar con ellos.
Pero también, para no ser elusivo, ex Ministro Maduna, ¡qué bueno,
qué bueno! en un cese de hostilidades, discutir con el ELN,
con la Farc, con los paras. Aún sin que el ELN y la Farc
se desmovilicen, aún sin que el ELN y la Farc se hayan desarmado,
pero en un cese de hostilidades, ¡qué bueno discutir
con ellos, cara a cara, la problemática económica
y social de este país.
Lo único que exijo es eso, si quiera un cese de hostilidades,
porque lo no podemos es estar discutiendo la cuestión agraria
o los tratados de comercio o la seguridad social o la explotación
de los recursos naturales no renovables, con unas personas que
simultáneamente están explorando carros bomba, están
secuestrando y matando.
¡Lo elemental que se les pide es un cese de hostilidades
aún sin desarme, aún sin desmovilización!
Tokyo Seexwale. Ex Gobernador de
Gautang y candidato presidencial de Sudáfrica: debo decir Presidente, que hemos venido, no
con ideas preconcebidas, hemos venido a aprender y debo decir al
observarlo –y no se si usted nos puede ver a nosotros-, pero
observándolo, observábamos sus manos, su manera de
peinarse, veo que usa lentes y debo decir, colombianos, que me
uno en sentimientos al Presidente. Me uno en sentimientos a Usted,
Presidente, porque Usted no es un gigante, tiene simplemente las
espaldas de un ser humano normal y sobre sus espaldas carga tantos
problemas sobre los que hemos leído y hemos escuchado y
creo que Usted está llevando esos problemas muy bien.
Y gracias por hablar sobre los niños. Mi pregunta sería,
tenemos un ejemplo muy pequeñito para mostrar en Sudáfrica,
la situación de Ustedes es muy diferente a la nuestra, pero
quisiera insistir, si ¿alguna vez usted ha considerado visitar
Sudáfrica, para visitarnos, para conocernos, para que la
gente también lo pueda ver a Usted, para que nosotros también
podamos aprender de Usted? Porque lo que Usted ha dicho hoy es
algo que se debe escuchar repetidamente.
Ayer yo decía que sería una lástima –escuché algunas
de sus citas-, que sería una lástima si a Usted no
los escuchan más en las Naciones Unidas, porque esto es
una situación internacional y creo que para nosotros sería
un privilegio escucharlo a usted en Sudáfrica también. ¿Ha
pensado alguna vez en visitarnos en Sudáfrica Presidente?
T
Presidente, también debería haber dicho que quizás
es el momento de que los políticos demuestren su capacidad
de hombres de Estado y creo que yo estoy contestando por Usted,
estoy viendo en Usted, realmente, un hombre de Estado en su presidencia.
Presidente de la República: Ex gobernador
muchas gracias. Por hoy, en estos momentos de Colombia, nosotros
los necesitamos
a ustedes.
Yo les digo esto desde el alma: ojalá, ustedes nos pudieran
ayudar a que el ELN y las Farc emprendieran el camino del diálogo.
Estoy dispuesto a darles todas las garantías en un cese
de hostilidades ¡todas las garantías, las discutimos
con ustedes! Ningún hombre posee la verdad absoluta.
Creo mucho en la democracia y en las libertades
porque a través
del ejercicio del diálogo y del ejercicio de la contradicción
se va construyendo una verdad relativa. Y a través de incorporarle
a esa verdad relativa más diálogo y más contradicción,
se construye una verdad relativa mejor. Nunca se llega a la verdad
absoluta, pero a través de la democracia, la contradicción
y el diálogo todos los días se mejora en el nivel
de verdad relativa.
Sería mucho mejor, mucho mejor, para este país poder
mostrar este país hoy ante el mundo y ante sus propios ciudadanos
en un proceso de diálogo con cese de hostilidades con la
Farc y con el ELN, que estar simplemente a toda hora exigiendo
más operativos militares, como es mi deber. En eso nos pueden
ayudar ustedes muchísimo.
Admiro mucho el proceso de Sudáfrica, lo admiro inmensamente,
respeto –como millones de ciudadanos en el mundo- el cautiverio
de Mandela, el de muchos de ustedes. Admiré mucho la inteligencia
del presidente Frederik Willem de Klerk, como logró romper
con ese trayecto del apartheid. Admiro mucho lo que han logrado.
Ustedes procedieron autónomamente frente al mundo, lo que
hicieron con su proceso de paz, de sustituir la cárcel por
la confesión e imponer como pena –así lo interpretamos
muchos desde afuera- la confesión para poder dar el perdón,
eso es admirable, nos enseñaron mucho. Y lo que más
nos enseña de ustedes hoy, es su profunda espiritualidad.
Sería un gran honor, un gran placer visitar su país.
Por lo pronto, ayúdenos a ver cómo podemos tener
un proceso de paz con la Farc y con el ELN. A partir de un cese
de hostilidades, el Gobierno está abierto a opciones.
Renate Winter. Magistrada Corte Especial
para la Sierra Leona: Presidente, realmente estoy conmovida por estas ideas maravillosas
que he escuchado, pero quiero nuevamente poner los pies en la tierra.
Durante 30 años de este conflicto, han surgido muchos problemas
individuales, son cantidades de problemas, grandes y pequeños
que hay que resolver y sin resolver esos problemas, la paz perdurable –como
la que quieren todos los participantes en este simposio- es imposible.
La justicia no puede resolver estos problemas
por si sola. Y esta es mi pregunta, ¿existiría, acaso, la posibilidad
de aprovechar este enorme potencial que Usted tiene para sanar
el conflicto? Es una vieja tradición de América Latina
tener tradiciones de sanación, procedimientos de mediación,
que no necesitan tanta participación de la justicia formal. ¿Quizás
pudiese haber una disposición en la ley, que aquellos que
tienen grandes responsabilidades y que no están dispuestos
a aceptar su responsabilidad, puedan estar en un diálogo
como ha sido la tradición en América Latina?, ¿sería
posible abrirle las puertas del diálogo a estas personas
que aún no han aceptado su responsabilidad?
Presidente de la República: Por su puesto Magistrado, claro
que sí, están abiertas. Si esas personas están
en acciones violentas, el único requisito es suspender esas
acciones violentas para poder avanzar en el diálogo.
Me llama mucho la atención lo que usted me dice y me gustaría
profundizar un poquito. Pudiera un ejemplo figurativo, así no
corresponda a la vida real, describirme un caso en el cual uno
pueda identificar una persona que tiene que intervenir en el diálogo
y que todavía no ha aceptado su responsabilidad. –Le
pido eso para tener, para poder asimilar con más claridad
su pregunta, que la tomo como una sugerencia-.
Renate Winter. Podría haber la posibilidad que se le de
a alguna persona, o sea explicarle qué quiere decir aceptar
la responsabilidad, si tengo la posibilidad de decirle a una persona: ‘usted
acepta la responsabilidad y si la acepta, puedo hacer esto con
Usted. Usted elige si lo hace o no. Y en ese caso, si no lo aceptan
no hay diálogo posible’
Pero yo creo que este primer paso todavía no ha sido muy
fructífero, el de decirle a alguien: ‘esto significa
aceptar responsabilidad, ¿esta usted listo para hacerlo?’ Yo
creo y esta es mi experiencia, tal vez no en Colombia, aunque,
tal vez, no haya muchas diferencias con Colombia. Creo que hay
muchas personas que estarían dispuestas a aceptar su responsabilidad
y luego, no se requiere el procedimiento clásico de justicia,
sino una especie de mediación con un juez de paz capacitado
y esto podría ser aceptado por la población.
La diferencia que estoy haciendo es que,
alguien que ha cometido atrocidades pero que no quiere aceptar
la responsabilidades, en
este caso, no se puede considerar como parte del diálogo,
pero sí alguien que hay aceptado su responsabilidad. Pero
primero hay que explicarle a esta persona, a la otra parte qué significa
aceptar responsabilidad de un hecho. Como lo dijo mi vecino, hay
combatientes que nunca han matado, otros sí, o nos han secuestrado
y los que nunca han secuestrado dicen: ‘sí lo hice,
lo lamento, qué puedo hacer para reparar esto’. Y
ellos podrían tener la posibilidad de utilizar esta forma
tradicional de curación, que se utiliza en Latino América,
tal vez habría que explicarles a ellos solamente este punto
antes de proceder a tomar medidas. Esta específicamente
es mi propuesta.
Presidente de la República: Magistrado,
le entiendo, me parece audaz, novedosa y le voy a transmitir esa
inquietud al
Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo. Le ruego a usted que
le reciba a él una llamada telefónica. Me parece
muy conveniente que él escuche, directamente de usted, esta
sugerencia. Me parece un buen camino y lo vamos a explorar y le
pido también que nos ayude, ojalá nos deje un memorando
antes de salir de Colombia para nosotros acertar en la parte de
reparación, en el capítulo de reparación de
la ley que nos proponemos a aprobar.
Hay que hacer todos los esfuerzos por la
reparación, pero
los colombianos han sufrido tanto que la reparación individual
y completa va a ser imposible en su totalidad. Por mayor que sea
el esfuerzo de reparación no alcanzará el ideal,
que es una reparación total. Hay que pensar ahí en
que un componente de esa reparación, sea el reconocimiento
del derecho a los colombianos de vivir en paz hacia delante.
Entonces ayúdenos con los dos temas: la inquietud concreta
que usted plantea, de conminar a la gente, de retarla a que asuma
responsabilidades y que a partir de asumir esas responsabilidades,
entre en el diálogo. Y un segundo punto, que es el de ayudarnos
a cómo definir en la ley, la aspiración de la reparación
teniendo claridad que la reparación total e individual será imposible
colmarla, de acuerdo con los daños que ha sufrido la población.
Vincens Fisas. Profesor de Ciencias
Políticas de la Escuela
de Paz de Barcelona: Presidente primero quiero pedirle disculpas
porque tengo que marchar y tomar un avión muy pronto y por
tanto, si este acto dura un poco más y me ve salir de esta
mesa no es por descortesía ni por que no me guste su respuesta,
sino porque tengo que tomar un vuelo.
Si yo le dijera, por ejemplo, que entiendo
la paz como justicia social, democracia participativa, satisfacción de necesidades
humanas básicas, eficacia del sector público, desarrollo
sostenible ¿estaría Usted de acuerdo con esta definición?
Presidente de la República: claro Profesor, pero hay que
preguntarse ¿cómo se llega allá? Con un problema
terrorista como el que tenemos en Colombia, tenemos los caminos
cerrados para llegar allá.
Veámoslos en términos de democracia participativa.
La guerrilla colombiana, durante muchos años, justificó sus
acciones violentas porque en Colombia no se permitía la
elección popular de alcaldes. Fue en el gobierno del Presidente
Belisario Betancourt, en los años 80, después de
100 años de debate, cuando se permitió en Colombia
la elección popular de alcaldes. Unos años después,
en la Constitución del año 91 –del presidente
Gaviria- se avanzó más hacia la elección popular
de gobernadores y esa Constitución incorporó un capítulo
riquísimo de mecanismos de participación popular.
¿Quiénes han matado a los alcaldes, a los gobernadores? ¿Quiénes
han frustrado la democracia participativa? Los grupos violentos.
Entonces mire cómo esos grupos afectan el desarrollo de
la democracia participativa.
El tema de la justicia social. Esos grupos
han frenado el ritmo de inversión que este país
requiere para poder financiar lo social.
Si este país no tiene un principio de paz, que dé confianza
inversionista y que ponga la economía a crecer, aquí no
va a quedar qué repartir. Diría que se requiere:
un principio de paz para que la economía crezca y simultáneamente
mejore la justicia social, avancemos a la sociedad sin exclusiones
y que eso ayude a estabilizar la paz, como una categoría,
como un modelo de vida permanente.
Mirémosla en la parte ambiental. Son los grupos terroristas
los que han destruido millón 700 mil hectáreas de
selva tropical para sembrar droga. Son los grupos terroristas los
que han contaminando nuestros ríos con la droga y con los
precursores químicos.
Entonces mire –yo estoy de acuerdo con usted- una paz estable
necesita todos los elementos que usted incorporó en su pregunta,
pero para lograr esos elementos necesitamos un principio de paz,
porque con esta acción terrorista es imposible lograr esos
elementos Profesor Fisas y le comprendo la necesidad de salir del
auditorio y estoy muy agradecido muy reconocido de haber podido
intervenir con usted, lo he escuchado con mucho respeto.
Arzobispo emérito Desmond Mpilo Tutu. Su excelencia, aquí hemos
tenido una conspiración tripartita, bueno, pero voy a hablar
muy en serio y me permito responderle a su solicitud de ayuda en
relación con que nos dirijamos a nuestro Presidente, a fin
de solicitarle que invite a los líderes de las guerrillas
Sudáfrica.
Bueno la invitación será para poder hablar con estas
personas en mi país y también quisiéramos
reiterar un llamado de Tokyo Sexwale y espero que también
mis otros amigos de Sudáfrica estén de acuerdo con
nosotros, queremos además decirle, a los líderes
de la guerrilla, que no teman a bajar de las montañas, a
regresar a sus hogares y a ayudar en la reconstrucción de
su país, Colombia.
Presidente de la República: Bueno, esa es una muy noble
conspiración, voy a hacer un preámbulo. Me la ponen
muy difícil, pero voy a buscar opciones.
A mi me preocupa que salgan para Sudáfrica los líderes
de la guerrilla y los que queden en Colombia queden asesinando,
explotando minas antipersonales, secuestrando. ¿Podría
hacer una exigencia pequeña, por el bien público,
para que el viaje sea creíble, ajena a caprichos? Pregunto
Excelentísimo Obispo.
Que mientras estén en ese viaje en Sudáfrica, aquí no
produzcan hechos violentos, que cesen todas sus actividades violentas
mientras estén en ese viaje en Sudáfrica para que
los colombianos, mientras ellos estén en Sudáfrica,
los que vivimos aquí, sintamos unos días de paz y
tranquilidad. Que eso pueda alimentar el proceso, pueda ayudarlo,
para que no sea simplemente un viaje ni un discurso, sino un principio
de un proceso. Esa sería la sugerencia Obispo emérito.
Arzobispo emérito Desmond Mpilo Tutu. Permítame
responderle de esta forma Su excelencia, y por favor: todos ustedes,
el pueblo de Colombia, esto no es un juego, no estamos jugando,
se trata de la vida de personas de carne y hueso como ustedes.
Como este viejo que soy, apelo a ustedes, los líderes de
las fuerzas guerrilleras, que acepten este cese al fuego durante
el tiempo en que les pedimos que vengan a visitarnos en Sudáfrica.
Presidente de la República: lo recibo con respeto, lo acepto
en los términos que se ha hablado. Las condiciones nunca
pueden ser caprichosas, tienen que ser pensadas y propuestas en
función del bien común, en función del resultado
positivo del mismo proceso y creo que sobran mis palabras.
Yo no quería sino proponer ese elemento que generosamente,
el Obispo emérito lo acepta, todo esta dicho en el lenguaje
del Obispo y en esa fuerza espiritual que él transmite.
Lo entiendo y quedare atento. Será muy grato mantener una
comunicación telefónica y permanente con el Obispo
a ver cómo se puede avanzar en esto.
Amilcar Pop. Comisionado de Indígenas de Guatemala: creo
que los pueblos del mundo pedimos, rogamos a los líderes
y a quienes tengan que asumir una posición por la paz, que
la hagan, porque ya creo que es justo gritar: ¡ni una muerte
más en Colombia!
Presidente, con todo respeto y sin ánimo de crear polémica
en el tema, hasta ayer hermanos del pueblo Kankuamo de Embera,
los Chamíes, han denunciado la muerte sistemática
de sus líderes, han denunciado la muerte de alrededor de
200 indígenas en un corto tiempo. Y considerando los últimos
informes de Naciones Unidas y del Relator De Pueblos Indígenas,
Rodolfo Stavenhagen, muestra que la situación de los pueblos
indígenas en Colombia es una de las más graves del
mundo.
En virtud de ello, pido, Presidente, con
todo respeto, entablar un escenario de diálogo con los pueblos indígenas
en Colombia y ver la pertinencia de solicitar y promover un informe
sobre la situación humanitaria de los pueblos indígenas,
de Naciones Unidas para Colombia.
Presidente de la República: Amilcar, mire cuente que las
fuerzas institucionales de Colombia están haciendo todo
el esfuerzo para proteger a las comunidades indígenas, diálogo
hay.
Por ejemplo, el año pasado, personalmente, dialogue extensas
horas con las comunidades indígenas del Cauca antes de que
empezarán su marcha. Examinamos cada uno de los puntos que
ellos esgrimían para realizar su marcha, con inmenso respeto.
Finalmente decidieron hacer su marcha, lo que se les pidió fue
que no obstruyeran las vías, que fuera ordenada, la hicieron.
El Gobierno les respeto ese derecho, porque una cosa es la protesta
social y otra cosa es la violencia y el terrorismo.
Este Gobierno ha sido respetuoso de la
protesta social, esa marcha de los indígenas lo comprobó y el nivel diálogo
no solamente ha sido al nivel del Presidente de la República.
Es un nivel de diálogo muy intenso en el Congreso, el Gobernador
del Cauca ha estado permanente en el más constructivo diálogo
con las comunidades indígenas.
Quiero repetirle Amilcar, toda nuestra
disposición de mantener
ese diálogo, de profundizarlo, de resolver problemas y de
defenderlos.
Hace 15 días estuve en Popayán, cuando acababa de
producirse una masacre contra una comunidad indígena, que
la habían producido estos grupos guerrilleros. La decisión
nuestra es protegerlos de ataques paramilitares. Ya capturamos
un paramilitar que los venía asesinando en La Guajira y
protegerlos contra estos ataques de las guerrillas, como los que
se vienen presentando en el Cauca.
Haremos esfuerzos todos los días, a ver cómo
mejoramos nuestra eficacia.
Muchas gracias Amilcar. Muchas gracias
doctor Oscar. Obispo emérito,
quedamos pendientes de continuar este diálogo por teléfono,
quedamos muy a espera de que su voz y su espíritu, lo que
nos ha dicho a los colombianos, sea escuchado por parte de todos
los destinatarios de este mensaje.
Muy grato, muy grato escucharlos a ustedes,
muy grato compartir con ustedes. A los organizadores mil gracias.
Y a todos mis compatriotas
que han acompañado este Foro, un saludo lleno de afecto
por Colombia y lleno de respeto por ustedes. El sueño es,
que las nuevas generaciones de colombianos puedan vivir tranquilas
en este país, encontrar un país democrático,
un país fraterno, un país en permanente debate, pero
en debate creativo.
Mil gracias a todos.
Oscar Rojas Rentaría. Presidente, hay una persona en representación
de los secuestrados que quiere darle las gracias por lo que acaba
de ocurrir aquí. Le pido el favor que la escuchemos.
Familiar de los secuestrados: muchas gracias
Presidente. En nombre de las víctimas del secuestro política, que somos
63 personas, que están en las montañas de Colombia,
esperando la oportunidad de la libertad, esperando la oportunidad
de volver a reconstruir familia. En nuestro agradecimiento, en
demostrar su corazón grande ante nosotros como colombianos,
la solidaridad que tiene hoy para poder tener las posibilidades
para realizar el acuerdo humanitario.
A Monseñor Tutu y a todos sus representantes de Sudáfrica,
gracias por esta oportunidad porque nunca perdemos las esperanzas
que es sólo la unidad por la esperanza, por la lucha y por
el amor a Dios.
Muchas gracias.
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