II
CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE VÍCTIMAS DEL TERRORISMO
Febrero
24 de 2005 (Bogotá - Cundinamarca)
Compatriotas:
No es fácil para el Presidente de la República,
con las convicciones que en mi caso se defienden, acudir a este
evento porque estas convicciones generan polémica y cuando
uno cruza esta puerta y entra a este salón se bloquea para
la polémica, por la solidaridad que se despierta al mirar
tantos rostros y tantas caras.
Mil gracias a todos por haber organizado este evento. Muchas felicitaciones
a la Universidad (Sergio Arboleda), este es un gran aporte a Colombia.
Mil gracias a aquellos que han venido desde
tantas naciones del mundo por acompañar a un país que ha sufrido durante
tantos años el terrorismo.
Ha sufrido tanto Colombia que aquí las cuentas no alcanzan,
pero uno de los más cuidadosos estudiosos del tema, investigador
de la universidad de los Andes, con cifras bastante difíciles
de rebatir, ha expresado que no menos del 50 por ciento de las
familias colombianas ha sido víctima de esta dolorosa tragedia
del terrorismo.
Diana Sofía (Giraldo, decana de la facultad de Comunicación
Social de la universidad Sergio Arboleda) se ha referido aquí a
algunos temas. Creo que en estos dos días de deliberaciones,
ustedes han tenido la oportunidad de escuchar muy brillantes intervenciones,
tesis en un sentido, en el otro.
Creo que podíamos utilizar mejor el tiempo, Diana Sofía,
si algunas personas plantean sus inquietudes. Yo haré, con
el mayor gusto, todo lo posible para responderlas. Y por supuesto,
me referiré, con el mayor respeto al planteamiento del ex
presidente Alfonso López, que acabas de resumir.
Si les parece tomó algunas inquietudes
de ustedes, procuro hacer unas referencias, si el tiempo ayuda,
tomamos otras.
CONVERSATORIO
Sofía Gaviria Correa. Hermana del gobernador Guillermo
Gaviria Correa, secuestrado y asesinado en mayo de 2003: nuestro
interés Presidente, es hacer una fundación para canalizar
recursos para el tratamiento físico a quienes lo necesiten
y moral y algún tipo de indemnización. Es lo mínimo
que se puede pedir siendo víctima o familiar del terrorismo.
Presidente de la República: hay programas gubernamentales
que ayudan en esa dirección, por supuesto insuficientes.
Todo lo que haga el sector privado magnífico. Incluso, en
el fondo para la reparación pecuniaria que se esta concibiendo
en la ley marco para la justicia y la paz, ese fondo tendrá varias
fuentes: una fuente, todos los bienes adquiridos ilícitamente
por las personas integrantes de estos grupos que se desmovilicen,
los aportes del presupuesto nacional y voy a ser muy claro, con
el buen cuidado de limitar la responsabilidad fiscal del Estado,
porque si no la limitamos, con lo que ha pasado en Colombia, no
hay fisco que alcance. Y abrimos un capítulo allí para
el apoyo de los particulares y la posibilidad de la coordinación
entre todos estos esfuerzos de los particulares y el fondo que
se cree en la ley para reparación pecuniaria.
Armando Villarraga. Dirigente social
con 35 años en las
comunas, en lo que ha sido denominado como el cinturón de
miseria que rodea la capital de la República: Presidente,
usted sabe que allí salen los jóvenes que hoy en
día, muchos de ellos, yacen en sillas de ruedas, salen a
prestar el servicio militar. Otros, al no tener alternativas salen
a prestarle un servicio a cualquier de las dos fuerzas extremas
que en este momento se encuentran por fuera del orden y de la institucionalidad,
llámese paramilitares o guerrilleros.
Presidente, qué fácil me hubiera sido organizar
un ejército de 15, 20 mil hombres, por el nombre y por la
autoridad que tengo en estas comunas. Toda la vida se la he jugado
a la democracia, jamás he aspirado a nada solo a ver a mi
país en paz. Encarecidamente le pido que piense más
en la paz que en la guerra.
William Praiser de Irlanda del Norte. Me
gustaría agradecer,
en primer lugar, a las personas que nos han traído acá.
Ha sido un privilegio venir a este país a pesar de todo
lo negativo que ustedes tienen, tienen mucho que hacer para alcanzar
a otros países en cuantos a los efectos del terrorismo.
Aquí la respuesta de las víctimas es un comienzo
y tengo que felicitar a los organizadores. Lo otro que quiero decir
es que los terroristas que vienen de nuestro país, que han
matado a nuestra gente, ahora están viniendo a su país
a matar a su gente. Le pido, Presidente, que detenga eso y que
los condenen hasta el punto en que sea posible hacerlo.
Sargento Tony Ross. Víctima en el Pentágono, de
los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos: Presidente,
como guerrero durante 31 años quiero reconocerlo a Usted
y a su país por lo que esta haciendo contra el terrorismo.
No tenía idea qué tanto terrorismo tuvieron en su
país durante los años.
Estos guerreros, estas víctimas saben que la libertad no
es gratis, que hay que luchar por ella, pero le agradezco Presidente
por mirar la paz y lo saludo en nombre de estas víctimas.
Presidente de la República: Armando Villarraga. Usted dice
que hay que pensar más en la paz que en la guerra.
Armando, por pensar en la paz sin autoridad
esto se nos ha venido agravando año tras año. Como lo decía el Coronel
norteamericano, el Sargento Tony, la libertad no es gratis. Como
lo decía el señor de Irlanda de Norte, este terrorismo
se ha internacionalizado, él trajo el caso puntual de la
presencia de algunos de ellos acá que lo ha conocido ampliamente
la opinión pública colombiana, el país los
ha sometido a la justicia colombiana con todo el respeto a sus
garantías procésales, sin embargo son ellos los que
han –en alguna forma- burlado la justicia colombiana.
Todos esos fenómenos como los que se están viendo
acá, que un grupo terrorista participa en el secuestro y
asesinato de la señora Cubas en Paraguay, participa en el
secuestro de la mamá de un beisbolista en Venezuela, etcétera,
eso nos demuestra que este terrorismo se ha internacionalizado.
Que el nuestro no es simplemente un terrorismo local, sino un terrorismo
internacional, lo cual tenemos que empezar a alegar en los próximos
días ante Naciones Unidas, la Unión Europea, nuestros
vecinos de América del Sur, para que se tenga en cuenta
que este terrorismo de aquí no es solamente un terrorismo
local sino un terrorismo internacional.
Mire Armando, cada vez que en nombre de
la paz, el liderazgo asume posiciones débiles frente al terrorismo, se crece la acción
destructora del terrorismo. Revise la historia de la Patria, esta
llena de hechos que ilustran eso.
Me voy a referir al final a la tesis que
he venido sosteniendo que aquí no hay una guerra, sino un desafío terrorista
a las instituciones democráticas. Y me voy a referir, voy
a dar mis argumentos, de porque considero que estos grupos y sus
acciones no admiten calificativo distinto al calificativo de terroristas-.
Usted ha pedido alternativas para los jóvenes, ¡claro,
tiene toda la razón! Nosotros estamos haciendo un gran esfuerzo
con lo que llamamos las Siete Herramientas de Equidad.
La política de Seguridad hay que llevarla de la mano de
la política social, no son excluyentes y tienen una relación
de mutua implicación. Si usted tiene seguridad se genera
más confianza en la economía, crece la inversión,
se expande la economía, hay posibilidades de más
empleo, hay posibilidades de que el Estado recaude más ingresos,
hay posibilidades de mayor inversión social. Y si se hace
mayor inversión social, se aumenta la conciliación
entre los colombianos, por ende se cree más confianza y
eso soporta mayor crecimiento de la economía.
A partir de ese planteamiento pudiéramos profundizar en
esa tesis de la mutua implicación entre la política
de Seguridad Democrática, en su componente militar agresivo
frente a los delincuentes y disuasor del terrorismo, y su componente
de política social.
¿Qué nos ha dejado el terrorismo? ¿Ha dejado
alguna reivindicación social? Ha empobrecido más
a los colombianos, ha espantado el capital, ha profundizado las
dificultades, la crisis humanitaria, ha producido una estampida
de cuatro millones de colombianos al exterior, ha producido un
desplazamiento interno de más de dos millones de compatriotas.
Cuando usted mira que ha pasado en la economía, como se
frenó el crecimiento en los últimos 25óo 30
años, una economía creciendo a un ritmo muy inferior
al de las necesidades de la población ¿qué ha
producido? Ha producido todos estos cinturones de miseria a los
cuales usted se refería.
¿Qué estamos haciendo concretamente para que los
jóvenes encuentren alternativas?
Primero, ¿dónde iba el desempleo? El desempleo iba
llegando al 20 por ciento, en seis años, el desempleo en
Colombia saltó del 7.5 a casi el 20. Y el desempleo de jefes
de hogar saltó del 4 al 10.
¿Usted sabe lo que pasa en los jóvenes en edad escolar
cuando el jefe del hogar pierde el empleo? Esos jóvenes
inmediatamente se convierten en desertores de las oportunidades
escolares y empiezan afanosamente a buscar como complementar un
ingreso para la familia. Afortunadamente la economía ha
vuelto a crecer.
Hemos reducido el desempleo a un porcentaje
entre el 12 y el 13. Mire de donde venimos. Se ha reducido el
subempleo: millón
y medio de colombianos en estos 30 meses han ingresado al régimen
contributivo de salud. Alrededor de un millón de colombianos
han ingresado adicionalmente al Sistema de Riesgos Profesionales,
600 mil colombianos se han reintegrado al sistema de pensiones.
Eso muestra que en alguna forma hemos empezado a recuperar calidad
de empleo.
Se ha presentado un gran crecimiento en
el recaudo de Cajas de Compensación, en el recaudo del SENA, en el recaudo de Bienestar
Familiar. Si el país puede acentuar ese camino, todos los
días vamos a poder que los jóvenes aprovechen mejor
la alternativa de estudiar.
Nos propusimos crear millón y medio de cupos escolares.
En diciembre habíamos completado 750 mil, con los esfuerzos
que se vienen haciendo este año debemos llegar a millón
100 mil. Y haremos toda la tarea para que en el 2006 se llegue
a millón y medio. Sin embargo, todavía nos quedarán
faltando 500 mil cupos para jóvenes en edad escolar.
No le voy a hablar de la universidad, donde
empieza una gran recuperación,
pero mire el SENA: alternativa para los jóvenes.
Este Gobierno se ha propuesto reducir gastos
generales y burocráticos
en las entidades del Estado, el ahorro es inmenso, esa reforma
si que se ha sentido en el SENA. Porque el dilema no esta entre
privatizar o mantener una entidad estatal, lo que se necesita es
hacerla funcionar y cumplir una tarea social.
En el año 2002, el SENA contribuyó a la formación
de un millón 100 mil colombianos. El año 2004 –que
acaba de pasar- se acercó a dos millones 900 mil. Confiamos
que en el 2006 este en cuatro millones de ciudadanos.
En Bogotá, hemos pasado de atender en el SENA 170 mil jóvenes
por año, a atender casi 600 mil. Yo creo que ahí vamos
encontrando alternativas.
Lo que ha pasado con el reclutamiento por
parte de los grupos terroristas de nuestros muchachos campesinos.
El año pasado
empezamos un programa que se llama ‘Jóvenes Rurales’ para
muchachos campesinos bachilleres que no habían podido ingresar
a la universidad, ni habían encontrado oportunidades laborales,
le llegamos a 98 mil y aspiramos, este año, llegarle por
lo menos a otros 100 mil. Estamos en esa tarea de buscar alternativas.
Para unir esta Nación nos hemos propuesto en comprometer
todos los recursos financieros públicos y privados en la
tarea de apoyar los segmentos populares de la economía.
Mientras la cartera financiera en su conjunto
creció el
21 por ciento ¿usted sabe cuánto ha crecido el microcrédito?,
ha crecido en un 157 por ciento con un gran énfasis en jóvenes,
para que encuentren allí alguna alternativa de la mano de
la alternativa de formación.
Pasamos de un saldo de cartera –Presidente Samper, usted
que en el poder popular hablamos tanto de microcrédito-,
para microcrédito de 707 mil millones en junio de 2002 y
hoy está en cerca de dos billones. Eso nos ha permitido
registrar un gran aumento en el autoempleo, un aumento del 9.2
por ciento en autoempleo.
El desempleo de jefes de hogar llegó a estar casi en el
diez, nosotros quisiéramos mostrarlo muy bajito, pero ya
ha llegado a 5.8 y todavía es muy alto, lo importante es
tratar de acentuar estas tendencias. Porque, cuando el autoempleo
funciona, la microempresa funciona, la mediana empresa funciona,
entonces eso ayuda mucho a que los muchachos de ese hogar estudien,
a que los muchachos de ese hogar no sean tentados por las alternativas
del terrorismo, esos esfuerzos estamos haciendo para poder darle
alternativas a los jóvenes. Reconozco el problema es inmenso.
Cualquier cosa que hagamos en esta materia, sigue quedando pequeña
frente a lo que necesita el país.
Padre proveniente del municipio de
Bojayá (Chocó):
representando a mi gente de Bojayá, ya que allí me
encontraba y soy víctima de la bomba del 2 de mayo del 2002.
Después de casi tres años, todo como que se ha quedado
allí en ilusiones. Yo le quiero hacer el interrogante a
usted Presidente, con todo respeto: ¿qué ha pasado,
porque como que todo se quedó en el olvido con la gente
Bojaya, sabiendo que somos colombianos y que tenemos el mismo derecho?
Presidente de la República: cuando a mi me preguntan sobre
el tema de la ‘reparación a las víctimas del
terrorismo’ mi primera respuesta es una confesión:
es imposible la reparación total, por más que se
haga. Nosotros estamos haciendo varios esfuerzos en Colombia. Un
esfuerzo para poder ayudar, en algo, a las víctimas de este
proceso, de este desafío.
Por ejemplo, el año pasado pudimos reconstruir y/o construir
5.353 viviendas de colombianos que habían sido destruidas
por el terrorismo. Faltan todavía muchas, pero avanzamos
en un buen desatraso el año pasado.
Hemos venido trabajando para poner al día lo que es el
concepto de apoyo económico inicial, el apoyo económico
a los parientes, la reconstrucción de edificios públicos.
El año pasado logramos completar la reconstrucción
en 83 municipios, pero todavía nos faltan bastantes.
En este Gobierno han sido afectados por
los terroristas 37 municipios. Ojalá pudiéramos decir: ‘ninguno’, pero
venimos de un período anterior en el cual fueron afectados
260. Ya empezamos a ver un impacto de la política de Seguridad
Democrática.
Ahora tenemos varios desafíos. El desafío de la
reparación que debe quedar consignado en el marco jurídico
de la ley de justicia y paz. Esa reparación la concebimos
allí en dos capítulos: el capítulo de la reparación
moral y el capítulo de la reparación pecuniaria.
Haremos todos los esfuerzos para que el
texto sea el mejor posible y para que su aplicación produzca el mejor resultado. Lo
que no obsta para repetir que la reparación total es imposible.
Creo que un pueblo que ha sufrido este
flagelo durante tantos años, la mejor reparación es, superarlo. Y para superarlo,
no podemos ablandarnos ni en los conceptos, ni en la acción.
Los terroristas no negocian sino cuando sienten que los van a derrotar.
La historia de Colombia es clara. Aquí el M – 19
aceptó una negociación cuando no tenía alternativas
militares. El EPL lo propio. Cuando el Estado se ha ablandado,
se han alejado más las posibilidades de negociación
y esos grupos se han fortalecido. Basta mirar la historia de todos.
El gran compromiso es que esa política profundice la democracia
para que el terrorismo abandone la pretensión de encontrar
justificaciones.
Yo le quiero pedir a Luis Alfonso Hoyos
que nos cuente en qué va
la recuperación de Bojayá y cuándo podemos
presentar un mejor avance de obras.
Luis Alfonso Hoyos. Alto
Consejero Presidencial para la Acción
Social: como usted bien lo ha señalado, Presidente, ante
la muerte de los que ya tuvimos que enterrar, no podemos hacer
muchas cosas.
¿Qué estamos haciendo ahora este año, después
de haber logrado conseguir la decisión de la comunidad para
trasladarse a otro terreno? Hemos avanzado mucho en la adecuación
del terreno. Este año esperamos, con las obras que se han
iniciado, poder terminar al final del año, el nuevo pueblo
que ha venido construyendo. Estamos ahora haciendo la escuela,
el colegio, el polideportivo.
Hemos iniciado con las primeras 20 casas
para hacer la reconstrucción
física del municipio, el acompañamiento a la comunidad,
la reconstrucción se está haciendo con las mismas
personas que han retornado.
El apoyo económico que usted ha señalado de 40 salarios
mínimos que hemos pagado ya desde el año 96 hasta
el 2002, este año se da ese apoyo, que son en pesos colombianos
14 millones de pesos, a cada familia, a todos los que cubría
en el 2002. Eso significa que cubre a las familias de quienes han
sufrido en Bojayá desde el 2 de mayo de hace tres años.
Y vamos a continuar con este programa:
la instalación del
nuevo municipio este año y el acompañamiento para
que, frente a lo que se pueda reparar se repare, acompañarlos.
Estaremos a finales de abril con una de las nuevas jornadas y brigadas
de salud, Presidente, y viendo el avance de las obras que se contrataron
este año que deben estar terminadas a fin del 2005.
Presidente de la República: habíamos hablado de
la experiencia de Cupica, donde estamos instalando una pequeña
generadora de energía, una Pelton, a muy bajo costo, muy
eficiente, la vamos a replicar en Bojayá. ¿Es posible?
Luis Alfonso Hoyos: es posible Presidente.
Ayer terminamos la de Cupica, quedó a 13 kilómetros de Cupica. Nos va
a dar energía para toda la nueva población. También
estamos terminando el traslado de Cupica, las dos mil personas
de Cupica quedarán trasladadas a su nuevo sitio de habitación
e identificamos dos posibilidades.
Esta semana está precisamente el equipo en terreno identificando
dos posibilidades de las caídas: una a 48 kilómetros
y otra a 53, pasando al otro lado del Baudó, sobre la cuenca
del Pacífico. Vamos a hacer lo mismo que hicimos con Cupica
que, frente a la solución establecida de 10 mil millones
de pesos, se pudo con 1.300 millones construir la nueva central
hidroeléctrica que ayer fue terminada y también esperamos
hacer lo mismo para Bojayá este año.
Presidente de la República: Cualquier esfuerzo presupuestal
que haga el Estado colombiano es poco. Pero, en medio de una situación
fiscal y de endeudamiento bastante difícil, quiero compartir
con ustedes estas cifras.
De apropiaciones presupuéstales para atender víctimas
de la violencia, desplazados y otros programas de la Red de Solidaridad
relacionados directamente con esta problemática. Ahí no
incluyo lo de reparación de edificios públicos, que
esta a cargo de Ministerio del Interior, ni el tema de vivienda.
En el año 2000 se apropiaron 76.300 millones. En el 2001
creció a 125 mil. En el 2002 bajó a 94 mil. En el
2003, con responsabilidad nuestra, bajó más, bajo
a 77 mil. Ya en el 2004 pudimos recuperar ese presupuesto y pasamos
de 77 mil a 190 mil. Y este año confiamos ejecutar 312 mil
millones.
Estamos haciendo un enorme esfuerzo para
poder atender de mejor manera esta problemática que a
todos nos duele inmensamente.
Gustavo Moncayo. Padre
del suboficial Pablo Emilio Moncayo Cabrera, detenido en la
base de Patascoy (Nariño) el 21 de diciembre
de 1997. Quiero presentarle un saludo en nombre de Asfamipaz, el
grupo de padres y madres de familia que durante siete años,
dos meses, que llevan de cautiverio nuestros hijos. En nuestros
corazones ya no hay lágrimas, nuestros ojos que anteriormente
brillaban con luz propia hoy están apagados.
Presidente, en nombre de todas aquellas
personas que desde algún
lugar de las selvas claman por su libertad le quiero hacer la pregunta: ¿qué posibilidad
hay para que se de el acuerdo humanitario, si nosotros podemos
abrigar la esperanza de que en su Gobierno y en el menor tiempo
posible, nuestros hijos, nuestros familiares, los padres de muchos
de nuestros hijos puedan retornar a la libertad?
Presidente de la República: me voy a referir con toda franqueza
al tema, sé que suscita controversia y si algo me ocurre
es que, yo que he vivido en la controversia pública, en
un escenario con ustedes, me preocupa la controversia, lo haré de
la manera más fraterna, más respetuosa.
¿Qué propuse yo en la campaña? Propuse que
aceptaría un acuerdo humanitario siempre y cuando se iniciara
un proceso de paz a partir de un cese de hostilidades. Esa propuesta
la sostuve como Presidente electo y en las primeras semanas de
Presidente en ejercicio.
Después de hablar con familiares de algunos de los secuestrados,
con la Iglesia, con el Presidente Chirac, con el Secretario General
de las Naciones Unidas, Kofi Annan, acepté desvincular el
acuerdo humanitario de la condición de reiniciar un proceso
de paz a partir de un cese de hostilidades.
Se dijo: ‘que liberen todos los secuestrados, que haya una
medicación de Naciones Unidas y que aquellos guerrilleros
que salgan de la cárcel vayan al extranjero, se pongan bajo
la tutoría de un país amigo que podría ser
Francia, con el compromiso de que no regresen a delinquir.
Seguimos avanzando. Cuantos colombianos ilustres han querido ser
facilitadotes, el Gobierno les ha dicho: procedan.
Uno de mis más ilustres compatriotas me dijo que quería
ser facilitador pero que tenía que obrar con independencia
del Gobierno, le dije: ‘ni me lo tiene que preguntar, proceda’,
al expresidente López Michelsen, se lo dije con inmenso
respeto y con el pleno propósito de no obstruir el ejercicio
de su noble intención facilitadora.
Hemos aceptado una serie de caminos, pero
les tengo que confesar tres puntos, que para mí como Presidente de Colombia son
inamovibles: primero, el despeje. Segundo, la garantía de
que los guerrilleros que se liberen de las cárceles no regresen
a delinquir. Y tercero, la liberación de las cárceles
de aquellos que no estén sindicados o condenados por delitos
atroces.
El primer punto. ¿Por qué el Gobierno se ha negado
al despeje? Porque las experiencias de ‘despejes’ de
más duración en el tiempo o de ‘despejes’ de
corta duración en el tiempo para facilitar liberaciones,
todas, han sido malas, han fortalecido inmensamente al terrorismo,
han debilitado la capacidad del Estado para enfrentarlos, se han
sucedido todas por hechos todavía más graves cometidos
por el terrorismo, al cual se le han facilitado esos ‘despejes’.
Esos ‘despejes’ desmotivan inmensamente la Fuerza
Pública. ¿Qué alternativas hemos dado? Muchas.
Aceptamos que las reuniones se llevaran a cabo en una cede diplomática
en Bogotá, en la Conferencia Episcopal. Aceptamos que se
llevaron a cabo las reuniones en cualquier ‘iglesita’ del
país rural o urbana, y que con la ayuda, por ejemplo, de
la Cruz Roja Internacional, los voceros del grupo secuestrador
acudieran allí a partir de que mostraran su buena fe liberando
a algunas personas y acudieran allí a culminar el acuerdo.
A través de la televisión, estando él en
Cali y yo en Cartagena, nuestro Arzobispo emérito, Desmond
Tutu me propuso, hace apenas unos pocos días: ‘¿qué si
yo aceptaría que los jefes de estas organizaciones fueran
a Sudáfrica para buscar estos acuerdos?’ –creo
que algunos de ustedes fueron testigos o estaban en el escenario
de Cali o lo conocieron a través de la televisión
y de otros medios-, le dije: ‘Arzobispo si, ¿me permite
poner una pequeña condición?’, para mi fue
muy difícil, a mi me lanzó esa propuesta en público ¿y
de quién viene?, del Arzobispo emérito. Momento bien
difícil para reacción del Presidente de la República.
Le dije: ‘¿me permite poner una pequeña condición?’,
recuerdo y algún día lo escribiré, que no
musito palabra, simplemente hizo dos veces un gesto de aceptación
con un movimiento de su cabeza, entonces le dije: ‘la pequeña
condición es que, estas personas, mientras estén
en esas conversaciones en Sudáfrica, nos garanticen un cese
de hostilidades en Colombia, un cese de hostilidades siquiera transitorio,
una muestra de buena fe, mientras estén en Sudáfrica’.
Nosotros hemos tenido todos los intentos
del mundo de paz con el Eln. Les voy a contar alguna experiencia
mía.
Primero, una facilitación de Cuba y Cuba ha ayudado con
buena fe. No tengo reparo. Allá ha ido el Comisionado cuatro
veces, yo he hablado muchísimas veces con el Presidente
Castro, el Eln no ha querido.
Se ha facilitado el camino del grupo de
países, amigos
de la solución del Eln, no ha sido posible. Ahí está el
testimonio de los voceros de estos países.
Se ha facilitado la tarea de la comisión
de la sociedad civil para acuerdos de paz con el Eln, no ha sido
posible.
Yo me reuní con Felipe Torres, integrante del Eln, una
vez salió de la cárcel, le dije: ‘¿ustedes
por qué no aceptan Felipe la propuesta de que empecemos
un proceso de paz con cese de hostilidades?, eso no quiere decir
que se rindan, no quiere decir que se tengan que desmovilizar,
no quiere decir que se tengan que desarmar. Es un cese de hostilidades
para facilitar la credibilidad del proceso. Urgencia para el cese
de hostilidades, considerarlo un requisito para poder avanzar en
la negociación, paciencia para llegar a la desmovilización,
para llegar al desarme.
Es una propuesta que combina una señal de credibilidad
al país en ese proceso a través del cese de hostilidades
y una señal política de que es un proceso de paz
y no de rendición por intermedio de permitir que durante
el proceso no tenga que haber desmovilización y desarme,
simplemente cese de hostilidades’.
Me dijo: ‘Presidente, nosotros no aceptamos eso porque usted
nos mata en el cese de hostilidades’. Le dije: ‘yo
soy combatiente, pero no bandido. Yo los combato con transparencia
y de frente, yo no los combato matreramente, mientras haya un cese
de hostilidades de ustedes el Gobierno le va a decir al Ejército
y a la Policía que cesen operaciones ofensivas frente a
ustedes’.
Llegué a México y estando con el Presidente Fox
me preguntaron por eso –no creo que haya sido pregunta espontánea-,
repetí la propuesta, repetí la garantía de
que no abría acciones ofensivas mientras se respetara ese
cese de hostilidades, me dijeron: ‘¿acepta un garante?’,
dije: ‘¡claro! lo acepto, al buen pagador no le pesan
las prendas’, y dijeron: ‘¿aceptaría
México?’ Está aceptado.
Empezó México a trabajar como facilitador, silenciosa
y eficazmente. Nosotros no hemos obstruimos en nada, la acción
facilitadota de México.
Hace 15 días, le entregó el mediador mexicano a
Luis Carlos Restrepo, Alto Comisionado para la Paz, una propuesta
del Eln, yo le digo a Luis Carlos: ‘haga una consultica en
el Ministerio de Defensa y en los Altos Mandos a ver si es operativa’,
me dijeron: ‘es difícil, pero la operamos’ Pregunté: ‘¿viene
del Eln?’ Me dijeron: ‘si’. Respondí: ‘acépteselas’.
Se las aceptó y después se echaron para atrás.
Lo que le ha pasado, no a este Gobierno,
a muchos, se está cerquitica
de iniciar un proceso con el Eln y aparecen señores como
Antonio García a sabotear el proceso.
Algo parecido pasa con el acuerdo humanitario.
Entonces, ahora resulta que algunos carteles en las calles de
Paris dicen que el
secuestrador de Ingrid Betancourt no es la Farc sino Álvaro
Uribe, presidente de Colombia. Cómo vamos cambiando los
papeles.
Yo respete inmensamente y aceptó esa propuesta de Monseñor
Tutu. Creo que esa condición es mínima, esa es una
condición para mostrar buena fe. Acabo de recibir de Ángela
Giraldo un caso, ella sabe porque me duele, el de su hermano Francisco,
donde me trae una carta sobre la propuesta de Monseñor Tutu.
El Gobierno reitera la decisión de aceptarla. Juzguen ustedes,
si la condición que hemos propuesto es una condición
excesiva o es razonable: que haya un cese de hostilidades, por
lo menos, durante el tiempo en el cual se esté conversando
en Sudáfrica. Esa es toda la condición que hemos
puesto.
El otro inamovible: que aquellas personas
que salgan de la cárcel
no estén incursas en delitos atroces. Es de la Constitución,
de la Ley.
Para demostrar nuestra buena fe, liberamos
unilateralmente 22 personas de la Farc y no era que fueran a
salir el día antes,
el día siguiente, les faltaban 30 meses, 46 meses, 64 meses.
Al que menos le faltaban, había uno que le faltaban 12 meses,
uno 22 meses, tres por encima de 26, los otros por encima de 30,
para demostrar la buena fe, para demostrar que no estábamos
cañando, que teníamos toda la disposición.
¿Cuál es el otro inamovible?
Que aquellos que salgan de la guerrilla no vuelvan a delinquir.
Inicialmente dijimos: ‘como garantía de que no van
a volver a delinquir, que los reciba un país como Francia
u otro, que disfruten allá de la libertad, pero con el compromiso
de no delinquir en contra de los colombianos'.
Al cabo de meses me dijo la Iglesia Católica que se habían
reunido con la Farc y que no aceptaban esa condición y me
pidió la Iglesia Católica que les propusiera otra
condición, y se las propuse. Les dije: bueno, entonces que
no se vayan al extranjero, que se queden en el país pero
en un proceso de reinserción.
En este Gobierno se han reinsertado 11.600:
seis mil de los paramilitares y 5.600 de la guerrilla. Y ese
proceso, con todas las dificultades,
va bien, se les ha tratado bien, se les ha respetado su dignidad,
se están ofreciendo alternativas. Va bien ¿Por qué entonces
negar esa posibilidad?
En el tema del despeje yo siempre pregunto: ¿por qué cuando
cobran dinero no necesitan despeje para liberar? Y en el tema de
que vuelvan, o no, a delinquir pregunto: ¿y es qué acaso
es razonable que salgan de la cárcel para volver a delinquir?
Yo llegó a Cali, a cualquier tema, casi siempre tengo una
reunión con algunos familiares de los secuestrados. Llego
a Neiva, ocurre lo mismo. Para mí es muy difícil,
me tengo que llenar de valor porque se me cruzan los sentimientos
con las responsabilidades. Yo soy padre de familia, yo pertenezco
a ese 50 por ciento de las familias colombianas que han sido directas
victimas del terrorismo. A mí no me da dificultad, yo no
tengo insensibilidad para contagiarme con la tristeza que se refleje
en el rostro de estos compatriotas. Yo no tengo que fingir, yo
he vivido en los combate y en los dolores y en los rigores del
combate.
Y uno quisiera resolver ese problema de
inmediato, pero por el otro lado pienso en el ejercicio de las
responsabilidades de Presidente.
Entonces, estos señores, el año pasado entre asesinatos
con minas antipersonas, mutilados y heridos afectaron a casi 700
colombianos de la Fuerza Pública. Y está la Fuerza
Pública de la Patria haciendo este esfuerzo. ¿El
premio que le vamos a dar a la Fuerza Pública es liberar
a estos terroristas para que vuelvan a delinquir?
Ahora que estamos desmovilizando militarmente
y con un proceso de paz, también, los mal llamados sectores paramilitares,
es el momento más oportuno para que nuestro país
piense en la necesidad de la protección institucional de
los colombianos.
En algunas regiones le dicen a uno, pero
no le dicen al oído,
ni le mandan carticas clandestinas, lo dicen públicamente: ‘¿Presidente
y desmovilizados los paramilitares quién nos va a proteger?’ ¡Miren
la desinstitucionalización de la Patria!
Y he dicho: ‘nosotros no podemos aceptar sino un instrumento
de protección de los colombianos: las instituciones legitimas
del Estado. Pero esas instituciones tienen que ser efectivas y
transparentes y para ser efectivas y transparentes tienen que estar
debidamente motivadas y cuando no están debidamente motivadas,
debidamente apoyadas en el mando, pareciera ser que leen la epístola
de San Pablo donde dice: “si el sonido que emite la trompeta
es incierto y débil ¿quién acudirá al
campo de batalla?”
Por eso he sostenido, desde mis épocas de universitario,
que en Colombia no hemos tenido una Fuerza Pública golpista
pero si una Fuerza Pública que se desmotiva cuando el liderazgo
se convierte en liderazgo condescendiente con la delincuencia.
Y es normal. Si yo soy soldado y me estoy arriesgando en el Plan
Patriota, en plena selva de la Patria y encuentro que el liderazgo
del Gobierno claudica ante la delincuencia, yo me hago la elemental
reflexión: ¿qué motivación tengo para
correr este riesgo?
Para institucionalizar este país en el tema de la seguridad
universal para los colombianos, la seguridad para Rosemberg Pabón –que
tiene ideas discrepantes de las mías-, para Juan Hurtado –que
es uno de mis más fervorosos seguidores-, que es una de
las expresiones de nuestro concepto democrática de seguridad:
seguridad para todos, seguridad para el pluralismo, seguridad para
que funcione la democracia. Seguridad para que elijan a Lucho Garzón
en Bogotá o a Angelino Garzón en el Valle del Cauca.
Seguridad para que ejerzan libremente, de acuerdo con la Constitución
y la Ley, sus atribuciones, sus deberes de Gobierno. Para todo
eso necesitamos una Fuerza Pública eficaz y transparente
y por eso no la podemos desmotivar.
He ahí una de las razones que yo he tenido para insistir
queridos compatriotas y apreciados visitantes de la comunidad internacional,
en que, aquellos guerrilleros que salgan de la cárcel en
un acuerdo humanitario debe haber una garantía eficaz de
que no vuelvan a delinquir.
El ex presidente Alfonso López, de acuerdo a lo que ha
dicho Diana Sofía, ha propuesto que si el Gobierno no puede
avanzar en un acuerdo humanitario que avance en un acuerdo político
y ha reiterado su noble oferta de facilitador. Él lo sabe
y con el respeto que le tengo, que no ha habido inconveniente alguno
para que actúe como facilitador y como me lo pidió:
independiente del Gobierno. Claro que en mi juventud y en mi adolescencia
siempre pensé que no tendría que ser independiente
de López. Pero, si en esta hora de la vida, por esa causa
noble, él necesita proceder con independencia, que proceda
no solo con independencia sino con independencia crítica,
al menos mientras cumple la tarea.
Examinamos que sea humanitario, que sea
político, pero
yo les ruego comprender estas condiciones. Miren, los seres humanos
somos muy caprichosos y muy subjetivos. Cuando yo he pensado estas
condiciones, he dicho: ‘Espíritu Santo ayúdame
a que sean con la menor subjetividad posible’.
Si estas condiciones son caprichosas, si
estas condiciones no tienen razón de ser, replanteémoslas, pero les ruego
pensar en estas condiciones. Estas condiciones no han sido fruto
de la improvisación ni del capricho, han sido fruto de pensar
mucho en la historia de este país y en el futuro de este
país.
Cuando se le cede al terrorismo, el terrorismo
no devuelve esas concesiones en paz, al contrario, acrecienta
su acción destructora.
María Cristina Briñez. Víctima del atentado
al DAS: quisiera que todo esto que se ha hablado acá, en
estos días, ayer y hoy, no se quedara en solo palabras.
Creo que es la inquietud de todos nosotros, que el próximo
congreso no se celebre en Barcelona, se celebre aquí en
Colombia, porque nuestro país ha sido el que más
víctimas de violencia ha tenido en el mundo. A diferencia
de Irak, creo que nosotros somos los que más víctimas
hemos puesto.
Espero que no se quede en solo palabras,
espero que las acciones que usted ha tomado se lleven a cabo,
espero que todos los discapacitados
que nos encontramos hoy acá, encontremos un lugar en la
sociedad, un lugar laboral en donde le seamos productivos a nuestro
país.
Presidente de la República: si se logra un acuerdo en condiciones
razonables y creo que no son descabelladas las que he propuesto,
créame que ese acuerdo de mi parte, como Presidente de los
colombianos, se cumplirá.
A mi me enseñaron una cosita, que es cumplir la palabra
empeñada y me da vergüenza cuando no la puedo cumplir.
Alfonso Coronel de Palma, gran Canciller
de la Universidad San Pablo Zeus de Madrid: Presidente, en primer
lugar, muchas gracias
por estar aquí y como miembro de otro país –aún
queriendo tanto a Colombia y teniendo todas las posibilidades-
quiero, en primer lugar, felicitarle por su valor, por su valor
al dar la cara ante las víctimas sin preparación
de ningún tipo y que la gente le pregunte lo que sea. Hay
que ser muy grande para tener este valor, esta es la primera felicitación.
También quiero darles las gracias por haber apoyado este
Congreso y también por haber apoyado el primer Congreso
que se celebró en Madrid mandando a su Vicepresidente.
Pero yo quiero hacer una pregunta. ¿Para cuando un pacto
político, social, civil, económico, informativo en
Colombia, donde por encima los intereses partidistas y las peculiaridades
personales, de las distintas ansias de poder de cualquiera de estos
ordenes expuestos, de las ganas de parecer o ser más, hay
un pacto real de todos los hombres de Colombia preparados para
que el dolor de estas víctimas que están aquí,
que son nuestras víctimas, esté por encima de todo
y en ese orden, esté por encima que el Estado colombiano
pueda ser Estado en todo su territorio, que pueda establecer la
justicia y el derecho y que la república democrática
más antigua de Iberoamérica, porque es una democracia
permanente, vuelva a relucir por encima de todas las masas?
Presidente de la República: don Alfonso: ¿por qué llamamos
nuestra política de Seguridad Democrática? Por razones
históricas y de significado.
En alguna época, no remota, América Latina fue recorrida
por el fantasma de la doctrina de la seguridad nacional. Se utilizó el
concepto de seguridad para perseguir al disidente, para suprimir
las libertades públicas, para afectar el pluralismo.
La política de seguridad que nosotros hemos propuesto y
estamos implementando, es para fortalecer la democracia. El terrorismo
había anulado, en la práctica, los derechos políticos
de los colombianos, el día que yo asumí la Presidencia,
en la mañana fui al Cesar, departamento cercano al Caribe
de la Patria, donde estaban presos por la acción del terrorismo.
Había prometido en la campaña y lo cumplí:
si gano la Presidencia, a las seis de la mañana el ocho
de agosto, estaré en Valledupar para empezar la acción
de recuperar el control del Estado, institucionalización,
control de Estado –como usted lo propone- en las carreteras
de ese departamento. Y por la tarde me desplace al departamento
de Caquetá en el sur de la Patria.
Llegué al Caquetá y parecía otra cárcel
y una película de terror. Y en un saloncito, casi en la
clandestinidad, me reuní con su gobernador y con todos los
alcaldes de los municipios de ese departamento; ninguno podía
ejercer sus funciones de alcalde, todos estaban refugiados en la
capital, habían abandonado sus municipios, porque el terrorismo
los tenía amenazados de muerte.
Años atrás, cuando en este país no se había
adoptado la figura constitucional de la elección popular
de alcaldes, la Farc explicaban sus acciones terroristas diciendo
que en Colombia no había oportunidad democrática
para elegir las autoridades locales, después de más
de un siglo de debate. En la administración del Presidente
Betancourt, se aprobó la reforma constitucional.
Después, en la Constitución del 91, un gran pacto
de los que usted reclama, se avanzó más en la profundización
democrática con figuras de participación comunitaria,
democracia directa y con más posibilidades de democracia
representativa.
Se aprobó por ejemplo la elección popular de gobernadores,
los instrumentos de participación popular como el Referendo,
etcétera.
Entonces me preguntaba yo, aquella tarde
del 8 de agosto en el Caquetá: ‘a pero estos señores de la Farc,
que son los que asesinan estos alcaldes ¿no son los mismos
que le estuvieron diciendo al país durante años que
sus acciones violentas se daban porque aquí no había
posibilidad de elegir democráticamente a las autoridades
locales?’ Mire eso, un gran avance democrático en
este país.
¿Quiénes han atentado contra él? Los que
reclamaron ese avance por la vía de las armas. ¡Eso
si que justifica llamarlos terroristas! Que cuando una democracia
se profundiza, cualquier atentado contra ella, así sea la
amenaza verbal de uso de fuerza no merece calificativo distinto
al calificativo de terrorismo. Ustedes lo han hecho en Europa.
Estudiando las legislaciones de ustedes
y su historia política,
se encuentra lo siguiente: muchos países europeos en su
ordenamiento jurídico han definido como terrorismo la apelación
a la fuerza o la amenaza o la simple amenaza del uso de la fuerza
por razones religiosas, políticas, ideológicas. ¿Por
qué lo han hecho? En contraprestación a la consolidación
democrática.
Ustedes han invocado el derecho de señalar
como terrorismo ese uso de fuerza o esa amenaza de uso de fuerza
contra las instituciones
en reciprocidad a su respeto por la democracia, pienso que nosotros
tenemos el mismo derecho.
¿Y cuanto hemos avanzado? Aquí hemos tenido siempre
garantías constitucionales, pero no siempre han sido efectivas.
Aquí se asesinó impunemente a cientos de luchadores
políticos de izquierda, impunemente, eso le dio razón
a los movimientos guerrilleros para decir: ‘¿cómo
dejamos las armas si nos matan?’
¿Sabe que hemos hecho en este Gobierno? Darnos a la tarea,
con toda la voluntad, de que se proteja por igual al de derecha
que al del centro, que al de izquierda, al más amigo del
Gobierno o al más crítico del Gobierno.
Aquí, en nombre de la Seguridad Democrática no tenemos
un Ejército, no tenemos una Policía del Presidente
Uribe, tenemos unas fuerzas armadas por encima del debate político,
comprometidas con la Constitución, que obedecen al Presidente
en la medida que el Presidente de ejemplo de acatamiento a la Constitución,
eso es un gran pacto, don Alfonso.
Que bueno que los historiadores se detengan
a mirar que pasó aquí en
el año 2003 –mis opositores auguraban dictadura en
mi ejercicio presidencial-. En el certamen electoral del 2003,
por primera vez, pudieron llegar a altísimas posiciones
del Estado candidatos de partidos alternativos a los tradicionales,
de partidos originados en anteriores fuerzas guerrilleras, todos
debidamente protegidos y de manera efectiva.
El Gobierno propuso un referendo, probablemente
con la equivocación
de tener mucha materia y compleja, sin un solo punto populista.
Un referendo de sacrificio, en materia de salarios, en materia
de pensiones, opositores y abstencionistas tuvieron todas las garantías,
funcionó la institucionalidad. Yo no estoy de acuerdo con
el Consejo Electoral porque nos contabilizaron cédulas de
muertos, de militares que no pueden votar, pero sin embargo prevaleció la
institucionalidad. Ese es un pacto integral por la democracia.
Aquí hoy hay una preocupación por darle plenitud
de garantías a toda voz de la democracia.
Recuerde lo que ha pasado en otros países con desafíos
terroristas menores que el nuestro: en nombre de la recuperación
de la seguridad, han suprimido las libertades. ¿Qué ha
pasado aquí, por ejemplo, en esta política de seguridad
con las libertades? Aquí hay periódicos para todos
los gustos, nosotros hemos tenido un afán inmenso en proteger
alcaldes, gobernadores, esa tragedia del Caquetá del 8 de
agosto se la voy a comparar con la reunión que tuve esta
mañana con los mismo alcaldes del Caquetá: están
todos ejerciendo en su despacho, plenos de garantías, recibiendo
toda la cooperación posible del Gobierno Nacional, como
lo acreditaron esta mañana, sin que el Gobierno Nacional
les pregunte si están de acuerdo con el Gobierno o son de
la oposición.
Para avanzar en ese pacto, que es más importante hacerlo
en los hechos que en el anuncio político nos hemos propuesto
cooperar de manera patriótica con todos los elegidos independientemente
del origen político de su elección.
Pregúntele, vaya y tómese un cafecito con él
y pregúntele, al alcalde de Bogotá. Ese es un pacto
bien importante don Alfonso.
Y estamos haciendo un inmenso esfuerzo
por avanzar en política
social. Yo creo que la más sencilla, pero la más
prudente oferta para el gran pacto de paz de los colombianos y
la más efectiva, es nuestro respeto a la democracia, para
que nadie pueda decir que le están afectando sus libertades
democráticas y que tiene que apelar a las armas.
Yo creo que en esta etapa de Colombia,
la seguridad para la democracia, la seguridad a través de la democracia y la Constitución
es el gran paso. Es mi oferta a los sectores que están en
el terrorismo.
Gustavo Moncayo, padre de un soldado
de Patascoy: en nombre de todos los padres de familia, que
todo se haga a través del
diálogo: no más violencia, no queremos que haya más
mutilados, Presidente. Yo le suplico que entienda nuestra situación.
El Gobernador del Valle ha propuesto que se realice el Acuerdo
Humanitario en ese departamento y hay una de los indígenas
del Cauca.
Presidente de la República: le voy a hacer una pregunta: ¿a
usted le parece que es caprichoso exigir que los guerrilleros que
salgan de la cárcel den una garantía de que no vuelven
a delinquir?
Gustavo Moncayo: la noche anterior liberaron cantidad de terroristas
en Israel sin condicionamientos.
Presidente de la República: un acuerdo.
Gustavo Moncayo: ¿por qué no se puede hacer ese
acuerdo aquí en Colombia?
Presidente de la República: ¿le parece que la condición
de que no vuelvan a delinquir es una condición caprichosa?
Piense en esa condición, piense en esa condición
y llámeme. Yo me atrevo a hablar de estas condiciones porque
estas condiciones no han sido improvisadas.
Gustavo Moncayo: Presidente, ¿cree que es justo siete años
en la selva?
Presidente de la República: lo comparto. Mire que nos condujo
allá. Mire que antecedió a Patascoy.
Gustavo Moncayo: Presidente pueden ser
miles los argumentos que podemos sacar, pero no debemos mirar
atrás…
Presidente de la República: …pero
no permitir Gustavo, que tengamos que proceder sin condiciones
razonables, para que
simplemente se siga creciendo el terrorismo.
Ahora, lo del Valle del Cauca. El Gobernador
(Angelino Garzón)
propuso en su campaña ser facilitador, él sabe que
el Gobierno lo autorizó. En unas ocasiones ha podido cumplir
la tarea y en otras no por los operativos militares en la Cordillera.
Se lo digo a todos los colombianos con
toda sinceridad: ya he explicado razones porque no aceptamos
el despeje, pero si es en
una iglesia del Valle del Cauca estamos dispuestos a aceptar que
allá se lleven a cabo las reuniones.
Este terrorismo además es cobarde. ¿Usted sabe qué pasó en
Urabá donde nos mataron los soldados hace 15 días?
Cuando los soldados llegaron, los terroristas pusieron a los indígenas
de escudos humanos. Todos los soldados tuvieron que regresar y
ahí los terroristas los masacraron a la mansalva. Eso pasó Gustavo.
Yo no tendría inconveniente en escucharlo cuantas horas
tenga que escucharlo y en examinar alternativas con él,
porque comprendo su angustia. Si algo necesitamos aprender los
colombianos es la discrepancia fraterna. Este país necesita
un modelo político pluralista, sin exclusiones pero sin
odios, un debate permanente pero fraterno y creativo, un debate
sin acidez, sin antagonismos insuperables. Un debate siempre en
la búsqueda de la mejor opción.
Maira Alejandra Hernández Carvajal, víctima de la
casabomba del 1 de noviembre de 2003: Presidente, las víctimas
del terrorismo y en especial los niños ¿qué futuro
nos espera?
Presidente de la República: Alejandra, yo tengo 52 años,
no recuerdo en mi vida, un día entero de paz en Colombia.
Mi mayor deseo es que los niños como tú, los más
pequeñitos y las generaciones que vienen, puedan vivir felices
en Colombia, pero mientras no derrotemos este terrorismo no va
a ser posible.
Con firmeza, sobretodo con firmeza en el
liderazgo, la solución
está más temprano que tarde.
El terrorismo, hoy, es la mayor negación de la mínima
virtud que necesita una Nación y esa virtud necesita la
fuerza legítima del Estado. Yo confío que la política
de Seguridad –con paciencia, con perseverancia, con firmeza-
vaya avanzando en resultados a pesar de dificultades. Y habrá un
momento en que todos esos grupos acepten negociar.
Los paramilitares no están negociando simplemente porque
quieren negociar. Lo que pasa es que este Gobierno ha llevado a
la cárcel siete mil paramilitares y ha dado de baja mil.
Lo que pasa es que este Gobierno ha tenido toda la decisión
de decir y actuar: Colombia sin guerrilla y sin paramilitares.
Ellos no están negociando, simplemente, de manera espontánea.
También lo están haciendo porque han sentido enorme
presión militar del Estado y han visto una voluntad en el
Gobierno de que a los colombianos no se les puede, supuestamente,
defender por paramilitares sino a través de las Instituciones.
Avancemos en esta política, hagámosle los ajustes
que haya que hacerle, pero creo que es un caminito para que los
niños como tú puedan vivir tranquilos y felices en
esta Patria.
Delis Palacios Circón. Sobreviviente y lesionada de la
masacre en Bojayá: Me gustaría con todo el respeto
que se merece el doctor Hoyos, un poquito de claridad con respecto
al tipo de reubicación de Bella Vista, yo soy beneficiaria.
En Bella Vista, lo único que hay hasta el momento, es un
polideportivo. Que pena doctor Hoyos. Un polideportivo que están
haciendo y no lo han terminado. Por favor, van tres años
de la masacre de Bojayá y no pasa nada con nosotros.
En representación de mi gente, le digo a todo el que tiene
que ver con la reubicación de Bojayá y la reparación
integral de nuestra zona, por favor no más palabras, queremos
hechos.
También aprovecho el momento para decirle al doctor Uribe
y a todos los que me escuchan: mi gente está viviendo este
momento una situación de conflicto. En Bella Vista hay más
o menos 1.800 personas desplazadas en este momento y ya ustedes
se pueden imaginar en las condiciones que deben estar.
También aprovecho para decirle, Presidente, que todavía
en Quibdó hay 280 familias desplazadas por la masacre de
Bojayá y no tiene condiciones en Quibdó, no han podido
retornar por las mismas condiciones de seguridad que tiene el municipio
de Bojayá. Decidieron reubicarse en Quibdó, esperamos
contar con su solidaridad para ver si podemos salir adelante.
Lo mismo hay lesionados de la masacre de
Bojayá, que no
han podido continuar con su tratamiento. Por aquí tenemos
la muestra, aquí está un compañero que es
lesionado y al igual que él y yo, hay muchos y no han podido
continuar el tratamiento por falta de apoyo.
Presidente de la República: Eso hay que resolverlo. Luis
Alfonso cuéntele en dos minutos las dificultades que se
han tenido y qué esta haciendo usted para poder desatrasar
el cronograma de obras.
Luis Alfonso Hoyos: Presidente, como Usted
bien lo ha dicho, la comunidad nos tuvo que entregar un terreno
distinto porque el otro
no era apto, por eso hicimos el Consejo Comunitario, arrancamos
con el polideportivo y con otras obras que se han iniciado y que
deben estar culminadas al final del año.
Presidente, la razón por la cual la ciudad que más
Familias en Acción va a tener este semestre, ha sido precisamente
por su decisión de apoyar a Quibdo. Diez mil familias en
Acción es el censo que se está haciendo ahora para
poderlas incorporar, son 30 mil, incluyendo a todas las de Bojayá que
están el norte de Quibdó.
A los casos particulares que hay aquí,
usted sabe el esfuerzo que estamos haciendo por avanzar.
Presidente de la República: pero
breguemos a resolver estos casos particulares y los otros.
Luis Alfonso Hoyos: perfecto Presidente.
El tema de las obras, Usted sabe muy bien cómo se recogió el año
pasado todas las entidades, empezamos a trabajar y estamos en todo
el cronograma de entrega de obras. La primera que se termina es
el polideportivo, que era el más fácil de hacer,
ahí vamos con toda la paciencia, con todo el esfuerzo.
Presidente de la República: el problema del lote fue muy
difícil. Hubo que cambiar el lote, el problema de movimiento
de la tierra, especialmente el año pasado por tanta lluvia,
muy difícil y el problema de protección a los ingenieros
fue muy difícil.
¡Vamos a hacer todo el esfuerzo para que eso se pueda entregar
este año, señora!
Alfonso López Michelsen. Ex presidente de la República: he vacilado mucho en hacer uso de la palabra cuando la noche esta
tan avanzada, indudablemente deben estar fatigados por igual los
participantes en el debate y los que nos escuchan.
Sin embargo, aspiro a aclarar ciertos puntos que merecen ser puestos
en blanco y negro.
Aquí ha dicho Diana Sofía (Giraldo, decana de la
facultad de Comunicación Social de la universidad Sergio
Arboleda) que yo me ofrecí como facilitador y en efecto
he tratado de ejercer esa función.
¿Facilitador de qué?, ¿de la paz? En la mañana
de hoy puse de presente que mi tarea no era alcanzar la paz que
es una tarea propia del Gobierno y mal haría yo en participar,
en público o en privado, a indicarle al Presidente de la
República, cuál debe ser el camino de la paz.
De lo que me ocupo es de la situación de las víctimas
del secuestro, tema sobre el cual no he dejado de insistir en varios
años y al respecto quiero recordar una cita que hice en
la mañana de hoy a cerca de la celebración que tuvo
lugar en la ciudad suiza de Neuchatel, en el año de 1938,
cuando se expidió una declaración cuyo segundo punto
era –no lo cito textualmente pero estoy seguro de su contenido- ‘que
los gobiernos tenían la obligación de proteger a
sus ciudadanos, así estuvieran en manos de los contrarios,
poniendo en vigencia el Derecho Internacional Humanitario que era
la última etapa dentro de una serie de conquistas que se
venían adelantando en defensa de los derechos humanos, más
concretamente, del tratamiento humano de los prisioneros’.
En este sentido la declaración de Neuchatel va al extremo
de invitar a los gobiernos a buscar el entendimiento con los contrarios
y si es materia de alivio –como yo no dudo de que lo sea-
el canje de prisioneros, propiciar el canje de prisioneros con
los contrarios. Vale decir, lo que frecuentemente calificamos como
el intercambio de prisioneros con mayor propiedad.
Pues bien, mi tarea corresponde a ese diseño, es decir,
a aliviar la situación de los cautivos, a propiciar –como
lo aconseja el acuerdo de Neuchatel- que se prescinda de las torturas,
que se de un tratamiento humano a quienes están cautivos.
Al respecto y para terminar, quiero observar
que son dos cosas muy distintas: la búsqueda de la paz
y el alivio de los prisioneros.
La búsqueda de la paz es una tarea a más largo plazo,
no es de efecto inmediato y cuando yo oigo en este recinto a tantos
familiares de las víctimas del secuestro, exponiendo su
posición y reciben como respuesta el que solo la derrota
militar de los insurrectos, de los terroristas, le pone fin al
problema, es una forma de declinar la posibilidad de una negociación.
Una negociación que, si se acoge al régimen del acuerdo
humanitario, tiene un diseño según el cual ‘no
se pueden imponer condiciones entre las partes’.
El acuerdo humanitario consiste en el intercambio
automático
de unos prisioneros por otros sin que se puedan imponer condiciones,
como sí se podrían imponer en una victoria, en una
capitulación o aún, en un acuerdo de índole
distinta, como lo mencionó muy oportunamente la doctora
De Melo cuando dijo que yo sugería que se prescindiera del
acuerdo humanitario si se querían imponer condiciones, porque
para tal encrucijada existe una solución que es la negociación
política, el acuerdo político entre las partes, si
es que a él se llega. Acuerdo político en el cual
se pueden incluir toda clase de condiciones para ser puestas en
práctica durante la negociación o más adelante,
con posterioridad al intercambio de prisioneros.
Repito, yo no estoy negando la posibilidad
de que se celebre un acuerdo entre el Gobierno y los alzados
en armas, pero estoy explicando –tal
vez son manías de catedrático que adquirí en
la universidad- que el acuerdo humanitario no permite incluir condiciones
nuevas, imponer términos o variantes, como las que aquí se
han citado, con todo respeto como por ejemplo, condición
previa el cese de hostilidades.
Se puede pactar el cese de hostilidades con el consentimiento
de la contraparte, pero no invocando para tal efecto el acuerdo
humanitario.
Quiero dejar bien en claro que la misión a la cual yo me
he comprometido y en la cual perseveraré, es a mejorar las
condiciones de los secuestrados o prisioneros, combatientes y a
precaver a los civiles de los riesgos de la guerra civil o del
conflicto o del enfrentamiento, como quiera llamarse.
Pero sí quiero dejar claramente establecido, que el acuerdo
humanitario no es un peldaño hacia la paz sino una entidad
autónoma dentro de la cual no se pueden incluir condiciones.
Se pueden poner en práctica en un acuerdo político
que no es de carácter obligatorio para las partes y que
no hace acreedor a la responsabilidad, a la reciprocidad de los
enfrentados.
Ernesto Samper. Ex presidente de
la República: A mí me
encanta este sistema que estoy viendo, me recuerda las viejas épocas
del poder popular, querido Presidente (Álvaro Uribe Vélez).
Presidente de la República: …en el Estado Comunitario
las reuniones son más larguitas...
Ex Presidente Samper: y en esas reuniones
usted era un poco más
obediente que ahora, pero yo quisiera hacer un par de comentarios
para complementar lo del presidente López sobre estos temas.
Primero, me acuso de haber sido autor de uno de esos despejes
que usted cuestiona.
En mi Gobierno, efectivamente se hizo un
despeje: San Vicente del Caguán, en Cartagena del Chairá, durante 32 días.
Lo hice a plena conciencia y ese despeje permitió el regreso
de casi 100 soldados y policías que habían sido tomados
prisioneros en la base Las Delicias.
Creo percibir la dificultad que Usted tiene
de aceptar el despeje, no por estos despejes de carácter táctico, sino por
lo que fue el despeje de tantos años durante el Gobierno
pasado que, obviamente, nos dejó bastante desmoralizados
a los colombianos y bastante desprestigiados los despejes.
Pero yo le quitaría, si se quiere, la palabra despeje.
Creo que de lo que estamos hablando –para ser prácticos
Presidente- es de que haya garantías para que la gente pueda
acudir a un sitio, cualquiera que él sea, a hacer el acuerdo
o buscar o encontrar la coincidencia y luego retirarse de ese sitio
sin que corra peligro su vida. Es así de sencillo. Llamémoslo
como queramos, pero si Usted, que en este momento tiene la capacidad
de dar esas garantías porque nadie da lo que no tiene, a
esa ‘iglesita’ en la cual se puedan reunir o donde
quieran que se puedan reunir, Usted le da las garantías
creíbles para que puedan asistir las personas de la guerrilla
a buscar las coincidencias que permitan el acuerdo, el asunto queda
zanjado y no nos metemos en un debate conceptual o semántico
que es lo que nos tiene enredaos.
Y yo sé que Usted lo puede hacer porque tiene la capacidad
y el conocimiento de asegurar una zona y dar garantías con
credibilidad para que la gente pueda entrar y salir.
Creo que lo que les preocupa a estas personas,
es que usted esté y
ellos, puedan utilizar políticamente esto y si lo van a
hacer pues todos lo rechazamos enfáticamente, sino que tengan
la posibilidad de acceder y salir a un sitio seguro para sus vidas
y para lo que ellos pretendan.
En segundo lugar, puede que yo tenga otra
concepción sobre
el problema moral de la tropa –y yo como Usted también
fui Comandante de las Fuerzas Armadas-. Yo me coloco en la situación
de un policía, de un soldado colombiano, que es tomado cautivo
por las fuerzas subversivas. ¿Qué desmoraliza más
al soldado o policía que hoy día está activo:
saber que si llega a caer en las garras de los terroristas o de
los subversivos se va a pudrir indefinidamente en la selva sin
poder volver a su familia? O ¿tener la seguridad de que
el Estado va a buscar y va a velar por su libertad y por su vida
buscando, por vías militares o por vías políticas –que
es en lo que consiste el acuerdo humanitario- la posibilidad de
que él regrese a su hogar?
A mí me parece que, desmoraliza mucho más la tropa
pensar que si llega a ser tomado en cautiverio tiene que pagar
con el costo prácticamente de su vida y su libertad, ese
texto militar, a si pensamos realmente en la posibilidad de buscar,
por vías militares o por vía política, la
posibilidad de que regresen a sus hogares.
Creo que es algo que se lo planteo con
todo el cariño y
el respeto, simplemente como una reflexión de carácter ético,
que además no me la he inventado yo pero he escuchado personas
como Rafael Pardo que fue Ministro de Defensa y manejó procesos
parecidos.
Así es que yo creo que el problema es que estamos hablando
del acuerdo humanitario con lenguaje de guerra –como dice
el presidente López-. El derecho humanitario no se hizo
para hacer acuerdos de paz ni para acabar la guerra sino para humanizar
la guerra, mientras ella termina, precisamente.
Si no somos capaces de acabar esta guerra
que nos tiene enfrentados a los colombianos, pues acabemos con
las minas antipersonales,
saquemos a la población civil inocente del conflicto, protejamos
a las escuelas, protejamos a los hospitales, devolvamos a los secuestrados,
que esto no tiene nada que ver con hacer la paz o con hacer concesiones
a los bandos enfrentados.
Y quiero terminar haciendo un reconocimiento
a lo que ha sido su política de seguridad. Yo creo que los colombianos lo
están acompañando en esa política. No creo
encontrar una contradicción entre su política y el
apoyo que está recibiendo y lo que sería, no un gesto
de debilidad sino un gesto de humanidad de parte suya de avanzar
en un tema en el cual está tan comprometido el sentimiento
nacional.
Estas personas que están aquí –y con ello
termino, yo también fui víctima del terrorismo, llevo
cuatro balas todavía adentro, de un atentado terrorista-
estas personas (aquí hablo como víctima) no venimos
a pedir venganza, no venimos a pedir revancha. Creo que ellas han
venido a exponer sus casos y a aportar su dolencia, su dolor, las
vivencias profundas que están sintiendo, para que no haya
más gente en este país ni en ninguna parte del mundo,
que siga siendo víctima de estos ataques terroristas.
Usted cuenta con el apoyo, por supuesto
de nosotros. Son las Farc las que secuestraron estas personas,
son ellos los mayores responsables
de lo que está sucediendo, pero como dice el Presidente
López ‘dentro de todos sus deberes y obligaciones
constitucionales también está el de velar por la
libertad y la vida de estas personas. Muchas Gracias.
Presidente de la República: con inmenso respeto, aquello
a lo cual refiere el Presidente López, 1938, Suiza, es para
la guerra que tiene, quiérase o no, guste o disguste, algún
elemento que sus actores le encuentra legitimante. Aquí no
hay eso, aquí lo que hay es un desafío del terrorismo
contra las instituciones democráticas.
Por eso no estoy diciendo que no apliquemos
el derecho humanitario. Nosotros en la política de Seguridad Democrática
no solamente respetamos esas normas sino las superiores, que son
los derechos humanos.
El Derecho Humanitario es apenas un conjunto
de ese género
amplísimo que es el género de los derechos humanos.
Pero no necesitamos, para respetarlos, sino dos fuentes: la Constitución
y nuestras convicciones políticas. No necesitamos pactos
con terroristas para respetarlos.
Entonces, yo ahí tengo una discrepancia. Es que aquí no
estamos frente a una dictadura, aquí hay una democracia
pluralista. Y frente a una democracia pluralista, yo por lo menos,
considero que no es válido aceptar a los terroristas como
contrarios. Entre otras cosas, esto me da la oportunidad de decir
por qué no son contrarios sino terroristas, por qué no
son insurgentes políticos sino terroristas. Por razones
históricas, de diversa índole y por la realidad colombiana
hoy. Miremos tres.
Los grupos que merecieron el calificativo
de insurgentes políticos
se opusieron a unas dictaduras oprobiosas. No es el caso de Colombia,
aquí hay una democracia en profundización. Más
aún, como lo hemos visto en atentados contra la apertura
democrática, como es la elección popular de alcaldes,
gobernadores, etcétera, estos terroristas no se oponen a
una dictadura que no existe, sino que quieren imponer una dictadura
matando la democracia.
Segundo: siempre se habló de reivindicaciones sociales.
Con su violencia han conseguido todo lo contrario: han conseguido
más pobreza y profundizar y esta crisis humanitaria.
Tercero: ¿cómo proceden? Entonces, ¿no son
terroristas cuando le lanzan una pipeta de gas a una comunidad,
así pretexten que las están lanzando contra un cuartel
de policía?
¿Entonces los tenemos que tratar como insurgentes políticos
porque no matan a la sociedad civil, pero sí matan a los
soldados?
¿Hay diferencia entre la vida del
soldado y la vida del ciudadano de la sociedad civil?
¿Hay diferencia en el dolor entre el padre del soldado
y el padre del ciudadano común y corriente?
¿Vamos a seguir con esas distinciones?
¿Entonces, en nombre de esa interpretación del derecho,
les vamos a legitimar que pueden matar a nuestra Fuerza Pública?
Yo no estoy de acuerdo con eso. Yo no estoy
de acuerdo con eso, lo siento mucho. Por eso, aquí lo que hay no es una acción
de contrarios sino una acción de terroristas.
Ahora ¿que un acuerdo político? El Gobierno está dispuesto,
en condiciones razonables.
El Presidente López dice ‘que no cabe en el acuerdo
humanitario el cese de hostilidades. Cabría en el acuerdo
político’. Pero miren, es que desde hace mucho rato,
desde las primeras semanas de Gobierno, acepté desvincular
un acuerdo para la liberación de los secuestrados –llámese
político o humanitario- de la iniciación de un acuerdo
de paz sobre la base de un cese de hostilidades.
¡Jamás para ese caso he vuelto a hablar del cese
de hostilidades! Esa condición está removida, Presidente
López. Esa condición del cese de hostilidades está removida.
Recientemente, a raíz de la propuesta del Arzobispo emérito
Tutu dije: ‘hombre, por lo menos mientras están en
Sudáfrica, que haya cese de hostilidades aquí, si
quiera un cese de hostilidades definido en el tiempo, mientras
están allá’. Es que, esa es una condición
elemental y entre otras cosas, sí que es humanitaria porque
lo no humanitario es que se vayan, bien cómodos, bien orondos,
los jefes guerrilleros para Sudáfrica y que mientras están
allá conversando con la autorización del Gobierno,
aquí sus secuaces sigan matando a nuestros soldados o a
nuestros ciudadanos civiles.
¡Y yo, lo que no estoy dispuesto, bajo ninguna circunstancia,
es a seguir calificando de vida de segundo nivel de importancia
la de los soldados. Es tan importante la vida del soldado de la
Patria, la vida del policía de la Patria, como la vida del
ciudadano común y corriente!
“Que hay tiempo para la paz”, ¡estamos de afán!
Yo creo que estamos de afán. Para la paz estamos de afán.
Ese cuento de que ‘llegará, que lo urgente es aliviar
las condiciones de los prisioneros…’, yo no participo
de eso.
¡Aquí estamos hastiados de
esta violencia y de la circunstancia de que no se le ha enfrentado
con toda firmeza! Por
eso invito a mis compatriotas, una y otra vez, a que no dudemos
de la firmeza.
¡Ah! Entonces ¿vamos a seguir aquí pasando
generaciones y entonces mientras esas generaciones convivimos con
esa violencia, le dejamos esa herencia a María Alejandra
(niña) y a los que habrán de venir? ¡Esto es
lo más injusto con las nuevas generaciones! ¡Que mi
generación no sea capaz de enfrentar esta violencia con
toda verticalidad! ¡Y que mi generación, por comodidad
personal, para mitigar el riesgo personal, sea una generación
débil y por su debilidad y su pusilanimidad, le herede a
María Alejandra y a su generación esta violencia! ¡Mi
generación tiene que hacer el esfuerzo de derrotar esta
violencia!
Ellos no van a negociar sino cuando se
sientan que los van a derrotar. Es que, lo del M – 19 no me lo inventé yo, se lo oí a
sus ex comandantes ya reinsertados, que habían tenido que
negociar porque el Gobierno los había saturado militarmente.
El EPL tuvo que negociar porque el Presidente
Barco le puso una brigada móvil y porque apareció la otra fuerza terrorista
de los paramilitares, que en esa época casi los acaba. Que
tristeza, en lugar de haberlo hecho por la acción de las
fuerzas legítimas del Estado.
Canje de prisioneros. Yo no estoy de acuerdo
con eso. Aquí no
hay prisioneros, aquí unos colombianos secuestrados y torturados
por el terrorismo y otros colombianos presos en las cárceles
con todas las garantías y la observación nacional
e internacional.
Esa observancia, que reclama Juan Hurtado,
si la hacen sobre los prisioneros del Estado. ¡Ay que les violemos sus derechos
humanos! pero, lo único que podemos saber de los secuestrados –que
no prisioneros- del terrorismo, es cuando el terrorismo tiene la “generosidad” de
mandar unos videos.
Yo por eso, con todo respeto, estando dispuesto
a examinar condiciones razonables para un acuerdo político, no puedo entrar a él
sobre la base de decir que es un acuerdo con contrarios y de decir
que es un acuerdo para aliviar una situación de prisioneros.
Presidente Samper. El problema no es uno
u otro despeje, no es el que hizo el uno o el otro, el problema
es el problema histórico.
El Eln estaba un día a punto de acabarse, se le aflojó un
cordón militar y ahí lo hemos soportado otros 30
años. El Ejército estaba a punto de liberar a los
secuestrados en los cerros de Cali y de capturar al Eln, llegó la
contraorden, se levantó un cordón militar y ahí seguimos
padeciendo al Eln.
El problema no es de uno u otro, el problema es que hay que aprender
de la historia y si eso no nos ha servido, no lo podemos repetir.
Usted pide propositivamente –lo reconozco- que si la propuesta
es una reunión en una ‘iglesita’ o en una sede
diplomática, se den todas las garantías. Cuente con
ellas, Presidente Samper. Cuente con ellas Presidente López.
El Gobierno, a través del Comisionado, las ha definido y
si no sirven, las cambiamos por las que sirvan.
Hemos dicho que con la ayuda de la Cruz
Roja Internacional los traigan de donde estén, con toda la protección y
la vigilancia internacional a este sitio. Que ahí se reúnan.
Hemos pedido que haya un gesto de buena
fe, que liberen a algunos previamente y que en ese sitio, con
todas las garantías,
se complete la negociación. Llámese como se llame
el acuerdo, califíquese como se califique. O sea que en
eso, no tenemos dificultades.
Miren, la motivación de la Fuerza Pública no tiene
sino una manera de medirla: los resultados. Entonces, hago esta
relación: la fortaleza en el liderazgo, la motivación
y los resultados.
Unos de mis más duros críticos han reconocido que
es la vez en Colombia cuando más está entregada nuestra
Fuerza Pública a la iniciativa para combatir al terrorismo.
Eso implica un alto grado de motivación que a mi me causa
mucho temor llegar a afectar.
Si yo fuera soldado diría: ‘ah, pero entonces yo
hago este esfuerzo aquí, si, está bien, negocian
y liberan unos secuestrados y entonces mañana nos secuestran
a otros y esto sigue’. Creo que eso causa más incertidumbre
en la tropa, ver que no hay una decisión de ponerle punto
final al problema, sino que simplemente siempre se le da largas
y siempre se abren espacios para que, vía liberaciones,
claudicantes ante los terroristas, se siga estimulando ese secuestro.
Pero, en lo de las garantías para
que acudan a un sito que se acuerde, cuenten con ellas.
Me da mucha pena hacer estos comentarios,
pero los hago con el mayor respeto. Y es mejor aquí, que mandando razones por
los periódicos.
Muchas gracias.
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