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II CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE VÍCTIMAS DEL TERRORISMO
Febrero 24 de 2005 (Bogotá - Cundinamarca)

Compatriotas:

No es fácil para el Presidente de la República, con las convicciones que en mi caso se defienden, acudir a este evento porque estas convicciones generan polémica y cuando uno cruza esta puerta y entra a este salón se bloquea para la polémica, por la solidaridad que se despierta al mirar tantos rostros y tantas caras.
Mil gracias a todos por haber organizado este evento. Muchas felicitaciones a la Universidad (Sergio Arboleda), este es un gran aporte a Colombia.

Mil gracias a aquellos que han venido desde tantas naciones del mundo por acompañar a un país que ha sufrido durante tantos años el terrorismo.

Ha sufrido tanto Colombia que aquí las cuentas no alcanzan, pero uno de los más cuidadosos estudiosos del tema, investigador de la universidad de los Andes, con cifras bastante difíciles de rebatir, ha expresado que no menos del 50 por ciento de las familias colombianas ha sido víctima de esta dolorosa tragedia del terrorismo.

Diana Sofía (Giraldo, decana de la facultad de Comunicación Social de la universidad Sergio Arboleda) se ha referido aquí a algunos temas. Creo que en estos dos días de deliberaciones, ustedes han tenido la oportunidad de escuchar muy brillantes intervenciones, tesis en un sentido, en el otro.

Creo que podíamos utilizar mejor el tiempo, Diana Sofía, si algunas personas plantean sus inquietudes. Yo haré, con el mayor gusto, todo lo posible para responderlas. Y por supuesto, me referiré, con el mayor respeto al planteamiento del ex presidente Alfonso López, que acabas de resumir.

Si les parece tomó algunas inquietudes de ustedes, procuro hacer unas referencias, si el tiempo ayuda, tomamos otras.

CONVERSATORIO

Sofía Gaviria Correa. Hermana del gobernador Guillermo Gaviria Correa, secuestrado y asesinado en mayo de 2003: nuestro interés Presidente, es hacer una fundación para canalizar recursos para el tratamiento físico a quienes lo necesiten y moral y algún tipo de indemnización. Es lo mínimo que se puede pedir siendo víctima o familiar del terrorismo.

Presidente de la República: hay programas gubernamentales que ayudan en esa dirección, por supuesto insuficientes. Todo lo que haga el sector privado magnífico. Incluso, en el fondo para la reparación pecuniaria que se esta concibiendo en la ley marco para la justicia y la paz, ese fondo tendrá varias fuentes: una fuente, todos los bienes adquiridos ilícitamente por las personas integrantes de estos grupos que se desmovilicen, los aportes del presupuesto nacional y voy a ser muy claro, con el buen cuidado de limitar la responsabilidad fiscal del Estado, porque si no la limitamos, con lo que ha pasado en Colombia, no hay fisco que alcance. Y abrimos un capítulo allí para el apoyo de los particulares y la posibilidad de la coordinación entre todos estos esfuerzos de los particulares y el fondo que se cree en la ley para reparación pecuniaria.

Armando Villarraga. Dirigente social con 35 años en las comunas, en lo que ha sido denominado como el cinturón de miseria que rodea la capital de la República: Presidente, usted sabe que allí salen los jóvenes que hoy en día, muchos de ellos, yacen en sillas de ruedas, salen a prestar el servicio militar. Otros, al no tener alternativas salen a prestarle un servicio a cualquier de las dos fuerzas extremas que en este momento se encuentran por fuera del orden y de la institucionalidad, llámese paramilitares o guerrilleros.

Presidente, qué fácil me hubiera sido organizar un ejército de 15, 20 mil hombres, por el nombre y por la autoridad que tengo en estas comunas. Toda la vida se la he jugado a la democracia, jamás he aspirado a nada solo a ver a mi país en paz. Encarecidamente le pido que piense más en la paz que en la guerra.

William Praiser de Irlanda del Norte. Me gustaría agradecer, en primer lugar, a las personas que nos han traído acá. Ha sido un privilegio venir a este país a pesar de todo lo negativo que ustedes tienen, tienen mucho que hacer para alcanzar a otros países en cuantos a los efectos del terrorismo.

Aquí la respuesta de las víctimas es un comienzo y tengo que felicitar a los organizadores. Lo otro que quiero decir es que los terroristas que vienen de nuestro país, que han matado a nuestra gente, ahora están viniendo a su país a matar a su gente. Le pido, Presidente, que detenga eso y que los condenen hasta el punto en que sea posible hacerlo.

Sargento Tony Ross. Víctima en el Pentágono, de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos: Presidente, como guerrero durante 31 años quiero reconocerlo a Usted y a su país por lo que esta haciendo contra el terrorismo. No tenía idea qué tanto terrorismo tuvieron en su país durante los años.

Estos guerreros, estas víctimas saben que la libertad no es gratis, que hay que luchar por ella, pero le agradezco Presidente por mirar la paz y lo saludo en nombre de estas víctimas.

Presidente de la República: Armando Villarraga. Usted dice que hay que pensar más en la paz que en la guerra.

Armando, por pensar en la paz sin autoridad esto se nos ha venido agravando año tras año. Como lo decía el Coronel norteamericano, el Sargento Tony, la libertad no es gratis. Como lo decía el señor de Irlanda de Norte, este terrorismo se ha internacionalizado, él trajo el caso puntual de la presencia de algunos de ellos acá que lo ha conocido ampliamente la opinión pública colombiana, el país los ha sometido a la justicia colombiana con todo el respeto a sus garantías procésales, sin embargo son ellos los que han –en alguna forma- burlado la justicia colombiana.

Todos esos fenómenos como los que se están viendo acá, que un grupo terrorista participa en el secuestro y asesinato de la señora Cubas en Paraguay, participa en el secuestro de la mamá de un beisbolista en Venezuela, etcétera, eso nos demuestra que este terrorismo se ha internacionalizado. Que el nuestro no es simplemente un terrorismo local, sino un terrorismo internacional, lo cual tenemos que empezar a alegar en los próximos días ante Naciones Unidas, la Unión Europea, nuestros vecinos de América del Sur, para que se tenga en cuenta que este terrorismo de aquí no es solamente un terrorismo local sino un terrorismo internacional.

Mire Armando, cada vez que en nombre de la paz, el liderazgo asume posiciones débiles frente al terrorismo, se crece la acción destructora del terrorismo. Revise la historia de la Patria, esta llena de hechos que ilustran eso.

Me voy a referir al final a la tesis que he venido sosteniendo que aquí no hay una guerra, sino un desafío terrorista a las instituciones democráticas. Y me voy a referir, voy a dar mis argumentos, de porque considero que estos grupos y sus acciones no admiten calificativo distinto al calificativo de terroristas-.

Usted ha pedido alternativas para los jóvenes, ¡claro, tiene toda la razón! Nosotros estamos haciendo un gran esfuerzo con lo que llamamos las Siete Herramientas de Equidad.

La política de Seguridad hay que llevarla de la mano de la política social, no son excluyentes y tienen una relación de mutua implicación. Si usted tiene seguridad se genera más confianza en la economía, crece la inversión, se expande la economía, hay posibilidades de más empleo, hay posibilidades de que el Estado recaude más ingresos, hay posibilidades de mayor inversión social. Y si se hace mayor inversión social, se aumenta la conciliación entre los colombianos, por ende se cree más confianza y eso soporta mayor crecimiento de la economía.

A partir de ese planteamiento pudiéramos profundizar en esa tesis de la mutua implicación entre la política de Seguridad Democrática, en su componente militar agresivo frente a los delincuentes y disuasor del terrorismo, y su componente de política social.

¿Qué nos ha dejado el terrorismo? ¿Ha dejado alguna reivindicación social? Ha empobrecido más a los colombianos, ha espantado el capital, ha profundizado las dificultades, la crisis humanitaria, ha producido una estampida de cuatro millones de colombianos al exterior, ha producido un desplazamiento interno de más de dos millones de compatriotas.

Cuando usted mira que ha pasado en la economía, como se frenó el crecimiento en los últimos 25óo 30 años, una economía creciendo a un ritmo muy inferior al de las necesidades de la población ¿qué ha producido? Ha producido todos estos cinturones de miseria a los cuales usted se refería.

¿Qué estamos haciendo concretamente para que los jóvenes encuentren alternativas?

Primero, ¿dónde iba el desempleo? El desempleo iba llegando al 20 por ciento, en seis años, el desempleo en Colombia saltó del 7.5 a casi el 20. Y el desempleo de jefes de hogar saltó del 4 al 10.

¿Usted sabe lo que pasa en los jóvenes en edad escolar cuando el jefe del hogar pierde el empleo? Esos jóvenes inmediatamente se convierten en desertores de las oportunidades escolares y empiezan afanosamente a buscar como complementar un ingreso para la familia. Afortunadamente la economía ha vuelto a crecer.

Hemos reducido el desempleo a un porcentaje entre el 12 y el 13. Mire de donde venimos. Se ha reducido el subempleo: millón y medio de colombianos en estos 30 meses han ingresado al régimen contributivo de salud. Alrededor de un millón de colombianos han ingresado adicionalmente al Sistema de Riesgos Profesionales, 600 mil colombianos se han reintegrado al sistema de pensiones. Eso muestra que en alguna forma hemos empezado a recuperar calidad de empleo.

Se ha presentado un gran crecimiento en el recaudo de Cajas de Compensación, en el recaudo del SENA, en el recaudo de Bienestar Familiar. Si el país puede acentuar ese camino, todos los días vamos a poder que los jóvenes aprovechen mejor la alternativa de estudiar.

Nos propusimos crear millón y medio de cupos escolares. En diciembre habíamos completado 750 mil, con los esfuerzos que se vienen haciendo este año debemos llegar a millón 100 mil. Y haremos toda la tarea para que en el 2006 se llegue a millón y medio. Sin embargo, todavía nos quedarán faltando 500 mil cupos para jóvenes en edad escolar.

No le voy a hablar de la universidad, donde empieza una gran recuperación, pero mire el SENA: alternativa para los jóvenes.

Este Gobierno se ha propuesto reducir gastos generales y burocráticos en las entidades del Estado, el ahorro es inmenso, esa reforma si que se ha sentido en el SENA. Porque el dilema no esta entre privatizar o mantener una entidad estatal, lo que se necesita es hacerla funcionar y cumplir una tarea social.

En el año 2002, el SENA contribuyó a la formación de un millón 100 mil colombianos. El año 2004 –que acaba de pasar- se acercó a dos millones 900 mil. Confiamos que en el 2006 este en cuatro millones de ciudadanos.

En Bogotá, hemos pasado de atender en el SENA 170 mil jóvenes por año, a atender casi 600 mil. Yo creo que ahí vamos encontrando alternativas.

Lo que ha pasado con el reclutamiento por parte de los grupos terroristas de nuestros muchachos campesinos. El año pasado empezamos un programa que se llama ‘Jóvenes Rurales’ para muchachos campesinos bachilleres que no habían podido ingresar a la universidad, ni habían encontrado oportunidades laborales, le llegamos a 98 mil y aspiramos, este año, llegarle por lo menos a otros 100 mil. Estamos en esa tarea de buscar alternativas.

Para unir esta Nación nos hemos propuesto en comprometer todos los recursos financieros públicos y privados en la tarea de apoyar los segmentos populares de la economía.

Mientras la cartera financiera en su conjunto creció el 21 por ciento ¿usted sabe cuánto ha crecido el microcrédito?, ha crecido en un 157 por ciento con un gran énfasis en jóvenes, para que encuentren allí alguna alternativa de la mano de la alternativa de formación.

Pasamos de un saldo de cartera –Presidente Samper, usted que en el poder popular hablamos tanto de microcrédito-, para microcrédito de 707 mil millones en junio de 2002 y hoy está en cerca de dos billones. Eso nos ha permitido registrar un gran aumento en el autoempleo, un aumento del 9.2 por ciento en autoempleo.
El desempleo de jefes de hogar llegó a estar casi en el diez, nosotros quisiéramos mostrarlo muy bajito, pero ya ha llegado a 5.8 y todavía es muy alto, lo importante es tratar de acentuar estas tendencias. Porque, cuando el autoempleo funciona, la microempresa funciona, la mediana empresa funciona, entonces eso ayuda mucho a que los muchachos de ese hogar estudien, a que los muchachos de ese hogar no sean tentados por las alternativas del terrorismo, esos esfuerzos estamos haciendo para poder darle alternativas a los jóvenes. Reconozco el problema es inmenso. Cualquier cosa que hagamos en esta materia, sigue quedando pequeña frente a lo que necesita el país.

Padre proveniente del municipio de Bojayá (Chocó): representando a mi gente de Bojayá, ya que allí me encontraba y soy víctima de la bomba del 2 de mayo del 2002.

Después de casi tres años, todo como que se ha quedado allí en ilusiones. Yo le quiero hacer el interrogante a usted Presidente, con todo respeto: ¿qué ha pasado, porque como que todo se quedó en el olvido con la gente Bojaya, sabiendo que somos colombianos y que tenemos el mismo derecho?

Presidente de la República: cuando a mi me preguntan sobre el tema de la ‘reparación a las víctimas del terrorismo’ mi primera respuesta es una confesión: es imposible la reparación total, por más que se haga. Nosotros estamos haciendo varios esfuerzos en Colombia. Un esfuerzo para poder ayudar, en algo, a las víctimas de este proceso, de este desafío.

Por ejemplo, el año pasado pudimos reconstruir y/o construir 5.353 viviendas de colombianos que habían sido destruidas por el terrorismo. Faltan todavía muchas, pero avanzamos en un buen desatraso el año pasado.

Hemos venido trabajando para poner al día lo que es el concepto de apoyo económico inicial, el apoyo económico a los parientes, la reconstrucción de edificios públicos. El año pasado logramos completar la reconstrucción en 83 municipios, pero todavía nos faltan bastantes.

En este Gobierno han sido afectados por los terroristas 37 municipios. Ojalá pudiéramos decir: ‘ninguno’, pero venimos de un período anterior en el cual fueron afectados 260. Ya empezamos a ver un impacto de la política de Seguridad Democrática.

Ahora tenemos varios desafíos. El desafío de la reparación que debe quedar consignado en el marco jurídico de la ley de justicia y paz. Esa reparación la concebimos allí en dos capítulos: el capítulo de la reparación moral y el capítulo de la reparación pecuniaria.

Haremos todos los esfuerzos para que el texto sea el mejor posible y para que su aplicación produzca el mejor resultado. Lo que no obsta para repetir que la reparación total es imposible.

Creo que un pueblo que ha sufrido este flagelo durante tantos años, la mejor reparación es, superarlo. Y para superarlo, no podemos ablandarnos ni en los conceptos, ni en la acción. Los terroristas no negocian sino cuando sienten que los van a derrotar.

La historia de Colombia es clara. Aquí el M – 19 aceptó una negociación cuando no tenía alternativas militares. El EPL lo propio. Cuando el Estado se ha ablandado, se han alejado más las posibilidades de negociación y esos grupos se han fortalecido. Basta mirar la historia de todos.

El gran compromiso es que esa política profundice la democracia para que el terrorismo abandone la pretensión de encontrar justificaciones.

Yo le quiero pedir a Luis Alfonso Hoyos que nos cuente en qué va la recuperación de Bojayá y cuándo podemos presentar un mejor avance de obras.

Luis Alfonso Hoyos. Alto Consejero Presidencial para la Acción Social: como usted bien lo ha señalado, Presidente, ante la muerte de los que ya tuvimos que enterrar, no podemos hacer muchas cosas.

¿Qué estamos haciendo ahora este año, después de haber logrado conseguir la decisión de la comunidad para trasladarse a otro terreno? Hemos avanzado mucho en la adecuación del terreno. Este año esperamos, con las obras que se han iniciado, poder terminar al final del año, el nuevo pueblo que ha venido construyendo. Estamos ahora haciendo la escuela, el colegio, el polideportivo.

Hemos iniciado con las primeras 20 casas para hacer la reconstrucción física del municipio, el acompañamiento a la comunidad, la reconstrucción se está haciendo con las mismas personas que han retornado.

El apoyo económico que usted ha señalado de 40 salarios mínimos que hemos pagado ya desde el año 96 hasta el 2002, este año se da ese apoyo, que son en pesos colombianos 14 millones de pesos, a cada familia, a todos los que cubría en el 2002. Eso significa que cubre a las familias de quienes han sufrido en Bojayá desde el 2 de mayo de hace tres años.

Y vamos a continuar con este programa: la instalación del nuevo municipio este año y el acompañamiento para que, frente a lo que se pueda reparar se repare, acompañarlos. Estaremos a finales de abril con una de las nuevas jornadas y brigadas de salud, Presidente, y viendo el avance de las obras que se contrataron este año que deben estar terminadas a fin del 2005.

Presidente de la República: habíamos hablado de la experiencia de Cupica, donde estamos instalando una pequeña generadora de energía, una Pelton, a muy bajo costo, muy eficiente, la vamos a replicar en Bojayá. ¿Es posible?

Luis Alfonso Hoyos: es posible Presidente. Ayer terminamos la de Cupica, quedó a 13 kilómetros de Cupica. Nos va a dar energía para toda la nueva población. También estamos terminando el traslado de Cupica, las dos mil personas de Cupica quedarán trasladadas a su nuevo sitio de habitación e identificamos dos posibilidades.

Esta semana está precisamente el equipo en terreno identificando dos posibilidades de las caídas: una a 48 kilómetros y otra a 53, pasando al otro lado del Baudó, sobre la cuenca del Pacífico. Vamos a hacer lo mismo que hicimos con Cupica que, frente a la solución establecida de 10 mil millones de pesos, se pudo con 1.300 millones construir la nueva central hidroeléctrica que ayer fue terminada y también esperamos hacer lo mismo para Bojayá este año.

Presidente de la República: Cualquier esfuerzo presupuestal que haga el Estado colombiano es poco. Pero, en medio de una situación fiscal y de endeudamiento bastante difícil, quiero compartir con ustedes estas cifras.

De apropiaciones presupuéstales para atender víctimas de la violencia, desplazados y otros programas de la Red de Solidaridad relacionados directamente con esta problemática. Ahí no incluyo lo de reparación de edificios públicos, que esta a cargo de Ministerio del Interior, ni el tema de vivienda.

En el año 2000 se apropiaron 76.300 millones. En el 2001 creció a 125 mil. En el 2002 bajó a 94 mil. En el 2003, con responsabilidad nuestra, bajó más, bajo a 77 mil. Ya en el 2004 pudimos recuperar ese presupuesto y pasamos de 77 mil a 190 mil. Y este año confiamos ejecutar 312 mil millones.

Estamos haciendo un enorme esfuerzo para poder atender de mejor manera esta problemática que a todos nos duele inmensamente.

Gustavo Moncayo. Padre del suboficial Pablo Emilio Moncayo Cabrera, detenido en la base de Patascoy (Nariño) el 21 de diciembre de 1997. Quiero presentarle un saludo en nombre de Asfamipaz, el grupo de padres y madres de familia que durante siete años, dos meses, que llevan de cautiverio nuestros hijos. En nuestros corazones ya no hay lágrimas, nuestros ojos que anteriormente brillaban con luz propia hoy están apagados.

Presidente, en nombre de todas aquellas personas que desde algún lugar de las selvas claman por su libertad le quiero hacer la pregunta: ¿qué posibilidad hay para que se de el acuerdo humanitario, si nosotros podemos abrigar la esperanza de que en su Gobierno y en el menor tiempo posible, nuestros hijos, nuestros familiares, los padres de muchos de nuestros hijos puedan retornar a la libertad?

Presidente de la República: me voy a referir con toda franqueza al tema, sé que suscita controversia y si algo me ocurre es que, yo que he vivido en la controversia pública, en un escenario con ustedes, me preocupa la controversia, lo haré de la manera más fraterna, más respetuosa.

¿Qué propuse yo en la campaña? Propuse que aceptaría un acuerdo humanitario siempre y cuando se iniciara un proceso de paz a partir de un cese de hostilidades. Esa propuesta la sostuve como Presidente electo y en las primeras semanas de Presidente en ejercicio.

Después de hablar con familiares de algunos de los secuestrados, con la Iglesia, con el Presidente Chirac, con el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, acepté desvincular el acuerdo humanitario de la condición de reiniciar un proceso de paz a partir de un cese de hostilidades.

Se dijo: ‘que liberen todos los secuestrados, que haya una medicación de Naciones Unidas y que aquellos guerrilleros que salgan de la cárcel vayan al extranjero, se pongan bajo la tutoría de un país amigo que podría ser Francia, con el compromiso de que no regresen a delinquir.

Seguimos avanzando. Cuantos colombianos ilustres han querido ser facilitadotes, el Gobierno les ha dicho: procedan.

Uno de mis más ilustres compatriotas me dijo que quería ser facilitador pero que tenía que obrar con independencia del Gobierno, le dije: ‘ni me lo tiene que preguntar, proceda’, al expresidente López Michelsen, se lo dije con inmenso respeto y con el pleno propósito de no obstruir el ejercicio de su noble intención facilitadora.

Hemos aceptado una serie de caminos, pero les tengo que confesar tres puntos, que para mí como Presidente de Colombia son inamovibles: primero, el despeje. Segundo, la garantía de que los guerrilleros que se liberen de las cárceles no regresen a delinquir. Y tercero, la liberación de las cárceles de aquellos que no estén sindicados o condenados por delitos atroces.

El primer punto. ¿Por qué el Gobierno se ha negado al despeje? Porque las experiencias de ‘despejes’ de más duración en el tiempo o de ‘despejes’ de corta duración en el tiempo para facilitar liberaciones, todas, han sido malas, han fortalecido inmensamente al terrorismo, han debilitado la capacidad del Estado para enfrentarlos, se han sucedido todas por hechos todavía más graves cometidos por el terrorismo, al cual se le han facilitado esos ‘despejes’.

Esos ‘despejes’ desmotivan inmensamente la Fuerza Pública. ¿Qué alternativas hemos dado? Muchas. Aceptamos que las reuniones se llevaran a cabo en una cede diplomática en Bogotá, en la Conferencia Episcopal. Aceptamos que se llevaron a cabo las reuniones en cualquier ‘iglesita’ del país rural o urbana, y que con la ayuda, por ejemplo, de la Cruz Roja Internacional, los voceros del grupo secuestrador acudieran allí a partir de que mostraran su buena fe liberando a algunas personas y acudieran allí a culminar el acuerdo.

A través de la televisión, estando él en Cali y yo en Cartagena, nuestro Arzobispo emérito, Desmond Tutu me propuso, hace apenas unos pocos días: ‘¿qué si yo aceptaría que los jefes de estas organizaciones fueran a Sudáfrica para buscar estos acuerdos?’ –creo que algunos de ustedes fueron testigos o estaban en el escenario de Cali o lo conocieron a través de la televisión y de otros medios-, le dije: ‘Arzobispo si, ¿me permite poner una pequeña condición?’, para mi fue muy difícil, a mi me lanzó esa propuesta en público ¿y de quién viene?, del Arzobispo emérito. Momento bien difícil para reacción del Presidente de la República.

Le dije: ‘¿me permite poner una pequeña condición?’, recuerdo y algún día lo escribiré, que no musito palabra, simplemente hizo dos veces un gesto de aceptación con un movimiento de su cabeza, entonces le dije: ‘la pequeña condición es que, estas personas, mientras estén en esas conversaciones en Sudáfrica, nos garanticen un cese de hostilidades en Colombia, un cese de hostilidades siquiera transitorio, una muestra de buena fe, mientras estén en Sudáfrica’.

Nosotros hemos tenido todos los intentos del mundo de paz con el Eln. Les voy a contar alguna experiencia mía.

Primero, una facilitación de Cuba y Cuba ha ayudado con buena fe. No tengo reparo. Allá ha ido el Comisionado cuatro veces, yo he hablado muchísimas veces con el Presidente Castro, el Eln no ha querido.

Se ha facilitado el camino del grupo de países, amigos de la solución del Eln, no ha sido posible. Ahí está el testimonio de los voceros de estos países.

Se ha facilitado la tarea de la comisión de la sociedad civil para acuerdos de paz con el Eln, no ha sido posible.

Yo me reuní con Felipe Torres, integrante del Eln, una vez salió de la cárcel, le dije: ‘¿ustedes por qué no aceptan Felipe la propuesta de que empecemos un proceso de paz con cese de hostilidades?, eso no quiere decir que se rindan, no quiere decir que se tengan que desmovilizar, no quiere decir que se tengan que desarmar. Es un cese de hostilidades para facilitar la credibilidad del proceso. Urgencia para el cese de hostilidades, considerarlo un requisito para poder avanzar en la negociación, paciencia para llegar a la desmovilización, para llegar al desarme.

Es una propuesta que combina una señal de credibilidad al país en ese proceso a través del cese de hostilidades y una señal política de que es un proceso de paz y no de rendición por intermedio de permitir que durante el proceso no tenga que haber desmovilización y desarme, simplemente cese de hostilidades’.

Me dijo: ‘Presidente, nosotros no aceptamos eso porque usted nos mata en el cese de hostilidades’. Le dije: ‘yo soy combatiente, pero no bandido. Yo los combato con transparencia y de frente, yo no los combato matreramente, mientras haya un cese de hostilidades de ustedes el Gobierno le va a decir al Ejército y a la Policía que cesen operaciones ofensivas frente a ustedes’.

Llegué a México y estando con el Presidente Fox me preguntaron por eso –no creo que haya sido pregunta espontánea-, repetí la propuesta, repetí la garantía de que no abría acciones ofensivas mientras se respetara ese cese de hostilidades, me dijeron: ‘¿acepta un garante?’, dije: ‘¡claro! lo acepto, al buen pagador no le pesan las prendas’, y dijeron: ‘¿aceptaría México?’ Está aceptado.

Empezó México a trabajar como facilitador, silenciosa y eficazmente. Nosotros no hemos obstruimos en nada, la acción facilitadota de México.

Hace 15 días, le entregó el mediador mexicano a Luis Carlos Restrepo, Alto Comisionado para la Paz, una propuesta del Eln, yo le digo a Luis Carlos: ‘haga una consultica en el Ministerio de Defensa y en los Altos Mandos a ver si es operativa’, me dijeron: ‘es difícil, pero la operamos’ Pregunté: ‘¿viene del Eln?’ Me dijeron: ‘si’. Respondí: ‘acépteselas’. Se las aceptó y después se echaron para atrás.

Lo que le ha pasado, no a este Gobierno, a muchos, se está cerquitica de iniciar un proceso con el Eln y aparecen señores como Antonio García a sabotear el proceso.

Algo parecido pasa con el acuerdo humanitario. Entonces, ahora resulta que algunos carteles en las calles de Paris dicen que el secuestrador de Ingrid Betancourt no es la Farc sino Álvaro Uribe, presidente de Colombia. Cómo vamos cambiando los papeles.

Yo respete inmensamente y aceptó esa propuesta de Monseñor Tutu. Creo que esa condición es mínima, esa es una condición para mostrar buena fe. Acabo de recibir de Ángela Giraldo un caso, ella sabe porque me duele, el de su hermano Francisco, donde me trae una carta sobre la propuesta de Monseñor Tutu. El Gobierno reitera la decisión de aceptarla. Juzguen ustedes, si la condición que hemos propuesto es una condición excesiva o es razonable: que haya un cese de hostilidades, por lo menos, durante el tiempo en el cual se esté conversando en Sudáfrica. Esa es toda la condición que hemos puesto.

El otro inamovible: que aquellas personas que salgan de la cárcel no estén incursas en delitos atroces. Es de la Constitución, de la Ley.

Para demostrar nuestra buena fe, liberamos unilateralmente 22 personas de la Farc y no era que fueran a salir el día antes, el día siguiente, les faltaban 30 meses, 46 meses, 64 meses. Al que menos le faltaban, había uno que le faltaban 12 meses, uno 22 meses, tres por encima de 26, los otros por encima de 30, para demostrar la buena fe, para demostrar que no estábamos cañando, que teníamos toda la disposición.

¿Cuál es el otro inamovible? Que aquellos que salgan de la guerrilla no vuelvan a delinquir.
Inicialmente dijimos: ‘como garantía de que no van a volver a delinquir, que los reciba un país como Francia u otro, que disfruten allá de la libertad, pero con el compromiso de no delinquir en contra de los colombianos'.

Al cabo de meses me dijo la Iglesia Católica que se habían reunido con la Farc y que no aceptaban esa condición y me pidió la Iglesia Católica que les propusiera otra condición, y se las propuse. Les dije: bueno, entonces que no se vayan al extranjero, que se queden en el país pero en un proceso de reinserción.

En este Gobierno se han reinsertado 11.600: seis mil de los paramilitares y 5.600 de la guerrilla. Y ese proceso, con todas las dificultades, va bien, se les ha tratado bien, se les ha respetado su dignidad, se están ofreciendo alternativas. Va bien ¿Por qué entonces negar esa posibilidad?

En el tema del despeje yo siempre pregunto: ¿por qué cuando cobran dinero no necesitan despeje para liberar? Y en el tema de que vuelvan, o no, a delinquir pregunto: ¿y es qué acaso es razonable que salgan de la cárcel para volver a delinquir?

Yo llegó a Cali, a cualquier tema, casi siempre tengo una reunión con algunos familiares de los secuestrados. Llego a Neiva, ocurre lo mismo. Para mí es muy difícil, me tengo que llenar de valor porque se me cruzan los sentimientos con las responsabilidades. Yo soy padre de familia, yo pertenezco a ese 50 por ciento de las familias colombianas que han sido directas victimas del terrorismo. A mí no me da dificultad, yo no tengo insensibilidad para contagiarme con la tristeza que se refleje en el rostro de estos compatriotas. Yo no tengo que fingir, yo he vivido en los combate y en los dolores y en los rigores del combate.

Y uno quisiera resolver ese problema de inmediato, pero por el otro lado pienso en el ejercicio de las responsabilidades de Presidente. Entonces, estos señores, el año pasado entre asesinatos con minas antipersonas, mutilados y heridos afectaron a casi 700 colombianos de la Fuerza Pública. Y está la Fuerza Pública de la Patria haciendo este esfuerzo. ¿El premio que le vamos a dar a la Fuerza Pública es liberar a estos terroristas para que vuelvan a delinquir?

Ahora que estamos desmovilizando militarmente y con un proceso de paz, también, los mal llamados sectores paramilitares, es el momento más oportuno para que nuestro país piense en la necesidad de la protección institucional de los colombianos.

En algunas regiones le dicen a uno, pero no le dicen al oído, ni le mandan carticas clandestinas, lo dicen públicamente: ‘¿Presidente y desmovilizados los paramilitares quién nos va a proteger?’ ¡Miren la desinstitucionalización de la Patria!

Y he dicho: ‘nosotros no podemos aceptar sino un instrumento de protección de los colombianos: las instituciones legitimas del Estado. Pero esas instituciones tienen que ser efectivas y transparentes y para ser efectivas y transparentes tienen que estar debidamente motivadas y cuando no están debidamente motivadas, debidamente apoyadas en el mando, pareciera ser que leen la epístola de San Pablo donde dice: “si el sonido que emite la trompeta es incierto y débil ¿quién acudirá al campo de batalla?”

Por eso he sostenido, desde mis épocas de universitario, que en Colombia no hemos tenido una Fuerza Pública golpista pero si una Fuerza Pública que se desmotiva cuando el liderazgo se convierte en liderazgo condescendiente con la delincuencia. Y es normal. Si yo soy soldado y me estoy arriesgando en el Plan Patriota, en plena selva de la Patria y encuentro que el liderazgo del Gobierno claudica ante la delincuencia, yo me hago la elemental reflexión: ¿qué motivación tengo para correr este riesgo?

Para institucionalizar este país en el tema de la seguridad universal para los colombianos, la seguridad para Rosemberg Pabón –que tiene ideas discrepantes de las mías-, para Juan Hurtado –que es uno de mis más fervorosos seguidores-, que es una de las expresiones de nuestro concepto democrática de seguridad: seguridad para todos, seguridad para el pluralismo, seguridad para que funcione la democracia. Seguridad para que elijan a Lucho Garzón en Bogotá o a Angelino Garzón en el Valle del Cauca. Seguridad para que ejerzan libremente, de acuerdo con la Constitución y la Ley, sus atribuciones, sus deberes de Gobierno. Para todo eso necesitamos una Fuerza Pública eficaz y transparente y por eso no la podemos desmotivar.

He ahí una de las razones que yo he tenido para insistir queridos compatriotas y apreciados visitantes de la comunidad internacional, en que, aquellos guerrilleros que salgan de la cárcel en un acuerdo humanitario debe haber una garantía eficaz de que no vuelvan a delinquir.

El ex presidente Alfonso López, de acuerdo a lo que ha dicho Diana Sofía, ha propuesto que si el Gobierno no puede avanzar en un acuerdo humanitario que avance en un acuerdo político y ha reiterado su noble oferta de facilitador. Él lo sabe y con el respeto que le tengo, que no ha habido inconveniente alguno para que actúe como facilitador y como me lo pidió: independiente del Gobierno. Claro que en mi juventud y en mi adolescencia siempre pensé que no tendría que ser independiente de López. Pero, si en esta hora de la vida, por esa causa noble, él necesita proceder con independencia, que proceda no solo con independencia sino con independencia crítica, al menos mientras cumple la tarea.

Examinamos que sea humanitario, que sea político, pero yo les ruego comprender estas condiciones. Miren, los seres humanos somos muy caprichosos y muy subjetivos. Cuando yo he pensado estas condiciones, he dicho: ‘Espíritu Santo ayúdame a que sean con la menor subjetividad posible’.

Si estas condiciones son caprichosas, si estas condiciones no tienen razón de ser, replanteémoslas, pero les ruego pensar en estas condiciones. Estas condiciones no han sido fruto de la improvisación ni del capricho, han sido fruto de pensar mucho en la historia de este país y en el futuro de este país.

Cuando se le cede al terrorismo, el terrorismo no devuelve esas concesiones en paz, al contrario, acrecienta su acción destructora.

María Cristina Briñez. Víctima del atentado al DAS: quisiera que todo esto que se ha hablado acá, en estos días, ayer y hoy, no se quedara en solo palabras. Creo que es la inquietud de todos nosotros, que el próximo congreso no se celebre en Barcelona, se celebre aquí en Colombia, porque nuestro país ha sido el que más víctimas de violencia ha tenido en el mundo. A diferencia de Irak, creo que nosotros somos los que más víctimas hemos puesto.

Espero que no se quede en solo palabras, espero que las acciones que usted ha tomado se lleven a cabo, espero que todos los discapacitados que nos encontramos hoy acá, encontremos un lugar en la sociedad, un lugar laboral en donde le seamos productivos a nuestro país.

Presidente de la República: si se logra un acuerdo en condiciones razonables y creo que no son descabelladas las que he propuesto, créame que ese acuerdo de mi parte, como Presidente de los colombianos, se cumplirá.

A mi me enseñaron una cosita, que es cumplir la palabra empeñada y me da vergüenza cuando no la puedo cumplir.

Alfonso Coronel de Palma, gran Canciller de la Universidad San Pablo Zeus de Madrid: Presidente, en primer lugar, muchas gracias por estar aquí y como miembro de otro país –aún queriendo tanto a Colombia y teniendo todas las posibilidades- quiero, en primer lugar, felicitarle por su valor, por su valor al dar la cara ante las víctimas sin preparación de ningún tipo y que la gente le pregunte lo que sea. Hay que ser muy grande para tener este valor, esta es la primera felicitación.

También quiero darles las gracias por haber apoyado este Congreso y también por haber apoyado el primer Congreso que se celebró en Madrid mandando a su Vicepresidente.

Pero yo quiero hacer una pregunta. ¿Para cuando un pacto político, social, civil, económico, informativo en Colombia, donde por encima los intereses partidistas y las peculiaridades personales, de las distintas ansias de poder de cualquiera de estos ordenes expuestos, de las ganas de parecer o ser más, hay un pacto real de todos los hombres de Colombia preparados para que el dolor de estas víctimas que están aquí, que son nuestras víctimas, esté por encima de todo y en ese orden, esté por encima que el Estado colombiano pueda ser Estado en todo su territorio, que pueda establecer la justicia y el derecho y que la república democrática más antigua de Iberoamérica, porque es una democracia permanente, vuelva a relucir por encima de todas las masas?

Presidente de la República: don Alfonso: ¿por qué llamamos nuestra política de Seguridad Democrática? Por razones históricas y de significado.

En alguna época, no remota, América Latina fue recorrida por el fantasma de la doctrina de la seguridad nacional. Se utilizó el concepto de seguridad para perseguir al disidente, para suprimir las libertades públicas, para afectar el pluralismo.

La política de seguridad que nosotros hemos propuesto y estamos implementando, es para fortalecer la democracia. El terrorismo había anulado, en la práctica, los derechos políticos de los colombianos, el día que yo asumí la Presidencia, en la mañana fui al Cesar, departamento cercano al Caribe de la Patria, donde estaban presos por la acción del terrorismo.

Había prometido en la campaña y lo cumplí: si gano la Presidencia, a las seis de la mañana el ocho de agosto, estaré en Valledupar para empezar la acción de recuperar el control del Estado, institucionalización, control de Estado –como usted lo propone- en las carreteras de ese departamento. Y por la tarde me desplace al departamento de Caquetá en el sur de la Patria.

Llegué al Caquetá y parecía otra cárcel y una película de terror. Y en un saloncito, casi en la clandestinidad, me reuní con su gobernador y con todos los alcaldes de los municipios de ese departamento; ninguno podía ejercer sus funciones de alcalde, todos estaban refugiados en la capital, habían abandonado sus municipios, porque el terrorismo los tenía amenazados de muerte.

Años atrás, cuando en este país no se había adoptado la figura constitucional de la elección popular de alcaldes, la Farc explicaban sus acciones terroristas diciendo que en Colombia no había oportunidad democrática para elegir las autoridades locales, después de más de un siglo de debate. En la administración del Presidente Betancourt, se aprobó la reforma constitucional.

Después, en la Constitución del 91, un gran pacto de los que usted reclama, se avanzó más en la profundización democrática con figuras de participación comunitaria, democracia directa y con más posibilidades de democracia representativa.

Se aprobó por ejemplo la elección popular de gobernadores, los instrumentos de participación popular como el Referendo, etcétera.

Entonces me preguntaba yo, aquella tarde del 8 de agosto en el Caquetá: ‘a pero estos señores de la Farc, que son los que asesinan estos alcaldes ¿no son los mismos que le estuvieron diciendo al país durante años que sus acciones violentas se daban porque aquí no había posibilidad de elegir democráticamente a las autoridades locales?’ Mire eso, un gran avance democrático en este país.

¿Quiénes han atentado contra él? Los que reclamaron ese avance por la vía de las armas. ¡Eso si que justifica llamarlos terroristas! Que cuando una democracia se profundiza, cualquier atentado contra ella, así sea la amenaza verbal de uso de fuerza no merece calificativo distinto al calificativo de terrorismo. Ustedes lo han hecho en Europa.

Estudiando las legislaciones de ustedes y su historia política, se encuentra lo siguiente: muchos países europeos en su ordenamiento jurídico han definido como terrorismo la apelación a la fuerza o la amenaza o la simple amenaza del uso de la fuerza por razones religiosas, políticas, ideológicas. ¿Por qué lo han hecho? En contraprestación a la consolidación democrática.

Ustedes han invocado el derecho de señalar como terrorismo ese uso de fuerza o esa amenaza de uso de fuerza contra las instituciones en reciprocidad a su respeto por la democracia, pienso que nosotros tenemos el mismo derecho.

¿Y cuanto hemos avanzado? Aquí hemos tenido siempre garantías constitucionales, pero no siempre han sido efectivas. Aquí se asesinó impunemente a cientos de luchadores políticos de izquierda, impunemente, eso le dio razón a los movimientos guerrilleros para decir: ‘¿cómo dejamos las armas si nos matan?’

¿Sabe que hemos hecho en este Gobierno? Darnos a la tarea, con toda la voluntad, de que se proteja por igual al de derecha que al del centro, que al de izquierda, al más amigo del Gobierno o al más crítico del Gobierno.

Aquí, en nombre de la Seguridad Democrática no tenemos un Ejército, no tenemos una Policía del Presidente Uribe, tenemos unas fuerzas armadas por encima del debate político, comprometidas con la Constitución, que obedecen al Presidente en la medida que el Presidente de ejemplo de acatamiento a la Constitución, eso es un gran pacto, don Alfonso.

Que bueno que los historiadores se detengan a mirar que pasó aquí en el año 2003 –mis opositores auguraban dictadura en mi ejercicio presidencial-. En el certamen electoral del 2003, por primera vez, pudieron llegar a altísimas posiciones del Estado candidatos de partidos alternativos a los tradicionales, de partidos originados en anteriores fuerzas guerrilleras, todos debidamente protegidos y de manera efectiva.

El Gobierno propuso un referendo, probablemente con la equivocación de tener mucha materia y compleja, sin un solo punto populista. Un referendo de sacrificio, en materia de salarios, en materia de pensiones, opositores y abstencionistas tuvieron todas las garantías, funcionó la institucionalidad. Yo no estoy de acuerdo con el Consejo Electoral porque nos contabilizaron cédulas de muertos, de militares que no pueden votar, pero sin embargo prevaleció la institucionalidad. Ese es un pacto integral por la democracia.

Aquí hoy hay una preocupación por darle plenitud de garantías a toda voz de la democracia.

Recuerde lo que ha pasado en otros países con desafíos terroristas menores que el nuestro: en nombre de la recuperación de la seguridad, han suprimido las libertades. ¿Qué ha pasado aquí, por ejemplo, en esta política de seguridad con las libertades? Aquí hay periódicos para todos los gustos, nosotros hemos tenido un afán inmenso en proteger alcaldes, gobernadores, esa tragedia del Caquetá del 8 de agosto se la voy a comparar con la reunión que tuve esta mañana con los mismo alcaldes del Caquetá: están todos ejerciendo en su despacho, plenos de garantías, recibiendo toda la cooperación posible del Gobierno Nacional, como lo acreditaron esta mañana, sin que el Gobierno Nacional les pregunte si están de acuerdo con el Gobierno o son de la oposición.

Para avanzar en ese pacto, que es más importante hacerlo en los hechos que en el anuncio político nos hemos propuesto cooperar de manera patriótica con todos los elegidos independientemente del origen político de su elección.

Pregúntele, vaya y tómese un cafecito con él y pregúntele, al alcalde de Bogotá. Ese es un pacto bien importante don Alfonso.

Y estamos haciendo un inmenso esfuerzo por avanzar en política social. Yo creo que la más sencilla, pero la más prudente oferta para el gran pacto de paz de los colombianos y la más efectiva, es nuestro respeto a la democracia, para que nadie pueda decir que le están afectando sus libertades democráticas y que tiene que apelar a las armas.

Yo creo que en esta etapa de Colombia, la seguridad para la democracia, la seguridad a través de la democracia y la Constitución es el gran paso. Es mi oferta a los sectores que están en el terrorismo.

Gustavo Moncayo, padre de un soldado de Patascoy: en nombre de todos los padres de familia, que todo se haga a través del diálogo: no más violencia, no queremos que haya más mutilados, Presidente. Yo le suplico que entienda nuestra situación. El Gobernador del Valle ha propuesto que se realice el Acuerdo Humanitario en ese departamento y hay una de los indígenas del Cauca.

Presidente de la República: le voy a hacer una pregunta: ¿a usted le parece que es caprichoso exigir que los guerrilleros que salgan de la cárcel den una garantía de que no vuelven a delinquir?

Gustavo Moncayo: la noche anterior liberaron cantidad de terroristas en Israel sin condicionamientos.

Presidente de la República: un acuerdo.

Gustavo Moncayo: ¿por qué no se puede hacer ese acuerdo aquí en Colombia?

Presidente de la República: ¿le parece que la condición de que no vuelvan a delinquir es una condición caprichosa?

Piense en esa condición, piense en esa condición y llámeme. Yo me atrevo a hablar de estas condiciones porque estas condiciones no han sido improvisadas.

Gustavo Moncayo: Presidente, ¿cree que es justo siete años en la selva?

Presidente de la República: lo comparto. Mire que nos condujo allá. Mire que antecedió a Patascoy.

Gustavo Moncayo: Presidente pueden ser miles los argumentos que podemos sacar, pero no debemos mirar atrás…

Presidente de la República: …pero no permitir Gustavo, que tengamos que proceder sin condiciones razonables, para que simplemente se siga creciendo el terrorismo.

Ahora, lo del Valle del Cauca. El Gobernador (Angelino Garzón) propuso en su campaña ser facilitador, él sabe que el Gobierno lo autorizó. En unas ocasiones ha podido cumplir la tarea y en otras no por los operativos militares en la Cordillera.

Se lo digo a todos los colombianos con toda sinceridad: ya he explicado razones porque no aceptamos el despeje, pero si es en una iglesia del Valle del Cauca estamos dispuestos a aceptar que allá se lleven a cabo las reuniones.

Este terrorismo además es cobarde. ¿Usted sabe qué pasó en Urabá donde nos mataron los soldados hace 15 días? Cuando los soldados llegaron, los terroristas pusieron a los indígenas de escudos humanos. Todos los soldados tuvieron que regresar y ahí los terroristas los masacraron a la mansalva. Eso pasó Gustavo.

Yo no tendría inconveniente en escucharlo cuantas horas tenga que escucharlo y en examinar alternativas con él, porque comprendo su angustia. Si algo necesitamos aprender los colombianos es la discrepancia fraterna. Este país necesita un modelo político pluralista, sin exclusiones pero sin odios, un debate permanente pero fraterno y creativo, un debate sin acidez, sin antagonismos insuperables. Un debate siempre en la búsqueda de la mejor opción.

Maira Alejandra Hernández Carvajal, víctima de la casabomba del 1 de noviembre de 2003: Presidente, las víctimas del terrorismo y en especial los niños ¿qué futuro nos espera?

Presidente de la República: Alejandra, yo tengo 52 años, no recuerdo en mi vida, un día entero de paz en Colombia. Mi mayor deseo es que los niños como tú, los más pequeñitos y las generaciones que vienen, puedan vivir felices en Colombia, pero mientras no derrotemos este terrorismo no va a ser posible.

Con firmeza, sobretodo con firmeza en el liderazgo, la solución está más temprano que tarde.

El terrorismo, hoy, es la mayor negación de la mínima virtud que necesita una Nación y esa virtud necesita la fuerza legítima del Estado. Yo confío que la política de Seguridad –con paciencia, con perseverancia, con firmeza- vaya avanzando en resultados a pesar de dificultades. Y habrá un momento en que todos esos grupos acepten negociar.

Los paramilitares no están negociando simplemente porque quieren negociar. Lo que pasa es que este Gobierno ha llevado a la cárcel siete mil paramilitares y ha dado de baja mil. Lo que pasa es que este Gobierno ha tenido toda la decisión de decir y actuar: Colombia sin guerrilla y sin paramilitares.

Ellos no están negociando, simplemente, de manera espontánea. También lo están haciendo porque han sentido enorme presión militar del Estado y han visto una voluntad en el Gobierno de que a los colombianos no se les puede, supuestamente, defender por paramilitares sino a través de las Instituciones.

Avancemos en esta política, hagámosle los ajustes que haya que hacerle, pero creo que es un caminito para que los niños como tú puedan vivir tranquilos y felices en esta Patria.

Delis Palacios Circón. Sobreviviente y lesionada de la masacre en Bojayá: Me gustaría con todo el respeto que se merece el doctor Hoyos, un poquito de claridad con respecto al tipo de reubicación de Bella Vista, yo soy beneficiaria. En Bella Vista, lo único que hay hasta el momento, es un polideportivo. Que pena doctor Hoyos. Un polideportivo que están haciendo y no lo han terminado. Por favor, van tres años de la masacre de Bojayá y no pasa nada con nosotros.

En representación de mi gente, le digo a todo el que tiene que ver con la reubicación de Bojayá y la reparación integral de nuestra zona, por favor no más palabras, queremos hechos.

También aprovecho el momento para decirle al doctor Uribe y a todos los que me escuchan: mi gente está viviendo este momento una situación de conflicto. En Bella Vista hay más o menos 1.800 personas desplazadas en este momento y ya ustedes se pueden imaginar en las condiciones que deben estar.

También aprovecho para decirle, Presidente, que todavía en Quibdó hay 280 familias desplazadas por la masacre de Bojayá y no tiene condiciones en Quibdó, no han podido retornar por las mismas condiciones de seguridad que tiene el municipio de Bojayá. Decidieron reubicarse en Quibdó, esperamos contar con su solidaridad para ver si podemos salir adelante.

Lo mismo hay lesionados de la masacre de Bojayá, que no han podido continuar con su tratamiento. Por aquí tenemos la muestra, aquí está un compañero que es lesionado y al igual que él y yo, hay muchos y no han podido continuar el tratamiento por falta de apoyo.

Presidente de la República: Eso hay que resolverlo. Luis Alfonso cuéntele en dos minutos las dificultades que se han tenido y qué esta haciendo usted para poder desatrasar el cronograma de obras.

Luis Alfonso Hoyos: Presidente, como Usted bien lo ha dicho, la comunidad nos tuvo que entregar un terreno distinto porque el otro no era apto, por eso hicimos el Consejo Comunitario, arrancamos con el polideportivo y con otras obras que se han iniciado y que deben estar culminadas al final del año.

Presidente, la razón por la cual la ciudad que más Familias en Acción va a tener este semestre, ha sido precisamente por su decisión de apoyar a Quibdo. Diez mil familias en Acción es el censo que se está haciendo ahora para poderlas incorporar, son 30 mil, incluyendo a todas las de Bojayá que están el norte de Quibdó.

A los casos particulares que hay aquí, usted sabe el esfuerzo que estamos haciendo por avanzar.

Presidente de la República: pero breguemos a resolver estos casos particulares y los otros.

Luis Alfonso Hoyos: perfecto Presidente. El tema de las obras, Usted sabe muy bien cómo se recogió el año pasado todas las entidades, empezamos a trabajar y estamos en todo el cronograma de entrega de obras. La primera que se termina es el polideportivo, que era el más fácil de hacer, ahí vamos con toda la paciencia, con todo el esfuerzo.

Presidente de la República: el problema del lote fue muy difícil. Hubo que cambiar el lote, el problema de movimiento de la tierra, especialmente el año pasado por tanta lluvia, muy difícil y el problema de protección a los ingenieros fue muy difícil.

¡Vamos a hacer todo el esfuerzo para que eso se pueda entregar este año, señora!

Alfonso López Michelsen. Ex presidente de la República: he vacilado mucho en hacer uso de la palabra cuando la noche esta tan avanzada, indudablemente deben estar fatigados por igual los participantes en el debate y los que nos escuchan.

Sin embargo, aspiro a aclarar ciertos puntos que merecen ser puestos en blanco y negro.

Aquí ha dicho Diana Sofía (Giraldo, decana de la facultad de Comunicación Social de la universidad Sergio Arboleda) que yo me ofrecí como facilitador y en efecto he tratado de ejercer esa función.

¿Facilitador de qué?, ¿de la paz? En la mañana de hoy puse de presente que mi tarea no era alcanzar la paz que es una tarea propia del Gobierno y mal haría yo en participar, en público o en privado, a indicarle al Presidente de la República, cuál debe ser el camino de la paz.

De lo que me ocupo es de la situación de las víctimas del secuestro, tema sobre el cual no he dejado de insistir en varios años y al respecto quiero recordar una cita que hice en la mañana de hoy a cerca de la celebración que tuvo lugar en la ciudad suiza de Neuchatel, en el año de 1938, cuando se expidió una declaración cuyo segundo punto era –no lo cito textualmente pero estoy seguro de su contenido- ‘que los gobiernos tenían la obligación de proteger a sus ciudadanos, así estuvieran en manos de los contrarios, poniendo en vigencia el Derecho Internacional Humanitario que era la última etapa dentro de una serie de conquistas que se venían adelantando en defensa de los derechos humanos, más concretamente, del tratamiento humano de los prisioneros’.

En este sentido la declaración de Neuchatel va al extremo de invitar a los gobiernos a buscar el entendimiento con los contrarios y si es materia de alivio –como yo no dudo de que lo sea- el canje de prisioneros, propiciar el canje de prisioneros con los contrarios. Vale decir, lo que frecuentemente calificamos como el intercambio de prisioneros con mayor propiedad.

Pues bien, mi tarea corresponde a ese diseño, es decir, a aliviar la situación de los cautivos, a propiciar –como lo aconseja el acuerdo de Neuchatel- que se prescinda de las torturas, que se de un tratamiento humano a quienes están cautivos.

Al respecto y para terminar, quiero observar que son dos cosas muy distintas: la búsqueda de la paz y el alivio de los prisioneros.

La búsqueda de la paz es una tarea a más largo plazo, no es de efecto inmediato y cuando yo oigo en este recinto a tantos familiares de las víctimas del secuestro, exponiendo su posición y reciben como respuesta el que solo la derrota militar de los insurrectos, de los terroristas, le pone fin al problema, es una forma de declinar la posibilidad de una negociación. Una negociación que, si se acoge al régimen del acuerdo humanitario, tiene un diseño según el cual ‘no se pueden imponer condiciones entre las partes’.

El acuerdo humanitario consiste en el intercambio automático de unos prisioneros por otros sin que se puedan imponer condiciones, como sí se podrían imponer en una victoria, en una capitulación o aún, en un acuerdo de índole distinta, como lo mencionó muy oportunamente la doctora De Melo cuando dijo que yo sugería que se prescindiera del acuerdo humanitario si se querían imponer condiciones, porque para tal encrucijada existe una solución que es la negociación política, el acuerdo político entre las partes, si es que a él se llega. Acuerdo político en el cual se pueden incluir toda clase de condiciones para ser puestas en práctica durante la negociación o más adelante, con posterioridad al intercambio de prisioneros.

Repito, yo no estoy negando la posibilidad de que se celebre un acuerdo entre el Gobierno y los alzados en armas, pero estoy explicando –tal vez son manías de catedrático que adquirí en la universidad- que el acuerdo humanitario no permite incluir condiciones nuevas, imponer términos o variantes, como las que aquí se han citado, con todo respeto como por ejemplo, condición previa el cese de hostilidades.

Se puede pactar el cese de hostilidades con el consentimiento de la contraparte, pero no invocando para tal efecto el acuerdo humanitario.

Quiero dejar bien en claro que la misión a la cual yo me he comprometido y en la cual perseveraré, es a mejorar las condiciones de los secuestrados o prisioneros, combatientes y a precaver a los civiles de los riesgos de la guerra civil o del conflicto o del enfrentamiento, como quiera llamarse.

Pero sí quiero dejar claramente establecido, que el acuerdo humanitario no es un peldaño hacia la paz sino una entidad autónoma dentro de la cual no se pueden incluir condiciones.

Se pueden poner en práctica en un acuerdo político que no es de carácter obligatorio para las partes y que no hace acreedor a la responsabilidad, a la reciprocidad de los enfrentados.

Ernesto Samper. Ex presidente de la República: A mí me encanta este sistema que estoy viendo, me recuerda las viejas épocas del poder popular, querido Presidente (Álvaro Uribe Vélez).

Presidente de la República: …en el Estado Comunitario las reuniones son más larguitas...

Ex Presidente Samper: y en esas reuniones usted era un poco más obediente que ahora, pero yo quisiera hacer un par de comentarios para complementar lo del presidente López sobre estos temas.

Primero, me acuso de haber sido autor de uno de esos despejes que usted cuestiona.

En mi Gobierno, efectivamente se hizo un despeje: San Vicente del Caguán, en Cartagena del Chairá, durante 32 días. Lo hice a plena conciencia y ese despeje permitió el regreso de casi 100 soldados y policías que habían sido tomados prisioneros en la base Las Delicias.

Creo percibir la dificultad que Usted tiene de aceptar el despeje, no por estos despejes de carácter táctico, sino por lo que fue el despeje de tantos años durante el Gobierno pasado que, obviamente, nos dejó bastante desmoralizados a los colombianos y bastante desprestigiados los despejes.

Pero yo le quitaría, si se quiere, la palabra despeje. Creo que de lo que estamos hablando –para ser prácticos Presidente- es de que haya garantías para que la gente pueda acudir a un sitio, cualquiera que él sea, a hacer el acuerdo o buscar o encontrar la coincidencia y luego retirarse de ese sitio sin que corra peligro su vida. Es así de sencillo. Llamémoslo como queramos, pero si Usted, que en este momento tiene la capacidad de dar esas garantías porque nadie da lo que no tiene, a esa ‘iglesita’ en la cual se puedan reunir o donde quieran que se puedan reunir, Usted le da las garantías creíbles para que puedan asistir las personas de la guerrilla a buscar las coincidencias que permitan el acuerdo, el asunto queda zanjado y no nos metemos en un debate conceptual o semántico que es lo que nos tiene enredaos.

Y yo sé que Usted lo puede hacer porque tiene la capacidad y el conocimiento de asegurar una zona y dar garantías con credibilidad para que la gente pueda entrar y salir.

Creo que lo que les preocupa a estas personas, es que usted esté y ellos, puedan utilizar políticamente esto y si lo van a hacer pues todos lo rechazamos enfáticamente, sino que tengan la posibilidad de acceder y salir a un sitio seguro para sus vidas y para lo que ellos pretendan.

En segundo lugar, puede que yo tenga otra concepción sobre el problema moral de la tropa –y yo como Usted también fui Comandante de las Fuerzas Armadas-. Yo me coloco en la situación de un policía, de un soldado colombiano, que es tomado cautivo por las fuerzas subversivas. ¿Qué desmoraliza más al soldado o policía que hoy día está activo: saber que si llega a caer en las garras de los terroristas o de los subversivos se va a pudrir indefinidamente en la selva sin poder volver a su familia? O ¿tener la seguridad de que el Estado va a buscar y va a velar por su libertad y por su vida buscando, por vías militares o por vías políticas –que es en lo que consiste el acuerdo humanitario- la posibilidad de que él regrese a su hogar?

A mí me parece que, desmoraliza mucho más la tropa pensar que si llega a ser tomado en cautiverio tiene que pagar con el costo prácticamente de su vida y su libertad, ese texto militar, a si pensamos realmente en la posibilidad de buscar, por vías militares o por vía política, la posibilidad de que regresen a sus hogares.

Creo que es algo que se lo planteo con todo el cariño y el respeto, simplemente como una reflexión de carácter ético, que además no me la he inventado yo pero he escuchado personas como Rafael Pardo que fue Ministro de Defensa y manejó procesos parecidos.

Así es que yo creo que el problema es que estamos hablando del acuerdo humanitario con lenguaje de guerra –como dice el presidente López-. El derecho humanitario no se hizo para hacer acuerdos de paz ni para acabar la guerra sino para humanizar la guerra, mientras ella termina, precisamente.

Si no somos capaces de acabar esta guerra que nos tiene enfrentados a los colombianos, pues acabemos con las minas antipersonales, saquemos a la población civil inocente del conflicto, protejamos a las escuelas, protejamos a los hospitales, devolvamos a los secuestrados, que esto no tiene nada que ver con hacer la paz o con hacer concesiones a los bandos enfrentados.

Y quiero terminar haciendo un reconocimiento a lo que ha sido su política de seguridad. Yo creo que los colombianos lo están acompañando en esa política. No creo encontrar una contradicción entre su política y el apoyo que está recibiendo y lo que sería, no un gesto de debilidad sino un gesto de humanidad de parte suya de avanzar en un tema en el cual está tan comprometido el sentimiento nacional.

Estas personas que están aquí –y con ello termino, yo también fui víctima del terrorismo, llevo cuatro balas todavía adentro, de un atentado terrorista- estas personas (aquí hablo como víctima) no venimos a pedir venganza, no venimos a pedir revancha. Creo que ellas han venido a exponer sus casos y a aportar su dolencia, su dolor, las vivencias profundas que están sintiendo, para que no haya más gente en este país ni en ninguna parte del mundo, que siga siendo víctima de estos ataques terroristas.

Usted cuenta con el apoyo, por supuesto de nosotros. Son las Farc las que secuestraron estas personas, son ellos los mayores responsables de lo que está sucediendo, pero como dice el Presidente López ‘dentro de todos sus deberes y obligaciones constitucionales también está el de velar por la libertad y la vida de estas personas. Muchas Gracias.

Presidente de la República: con inmenso respeto, aquello a lo cual refiere el Presidente López, 1938, Suiza, es para la guerra que tiene, quiérase o no, guste o disguste, algún elemento que sus actores le encuentra legitimante. Aquí no hay eso, aquí lo que hay es un desafío del terrorismo contra las instituciones democráticas.

Por eso no estoy diciendo que no apliquemos el derecho humanitario. Nosotros en la política de Seguridad Democrática no solamente respetamos esas normas sino las superiores, que son los derechos humanos.

El Derecho Humanitario es apenas un conjunto de ese género amplísimo que es el género de los derechos humanos. Pero no necesitamos, para respetarlos, sino dos fuentes: la Constitución y nuestras convicciones políticas. No necesitamos pactos con terroristas para respetarlos.

Entonces, yo ahí tengo una discrepancia. Es que aquí no estamos frente a una dictadura, aquí hay una democracia pluralista. Y frente a una democracia pluralista, yo por lo menos, considero que no es válido aceptar a los terroristas como contrarios. Entre otras cosas, esto me da la oportunidad de decir por qué no son contrarios sino terroristas, por qué no son insurgentes políticos sino terroristas. Por razones históricas, de diversa índole y por la realidad colombiana hoy. Miremos tres.

Los grupos que merecieron el calificativo de insurgentes políticos se opusieron a unas dictaduras oprobiosas. No es el caso de Colombia, aquí hay una democracia en profundización. Más aún, como lo hemos visto en atentados contra la apertura democrática, como es la elección popular de alcaldes, gobernadores, etcétera, estos terroristas no se oponen a una dictadura que no existe, sino que quieren imponer una dictadura matando la democracia.

Segundo: siempre se habló de reivindicaciones sociales. Con su violencia han conseguido todo lo contrario: han conseguido más pobreza y profundizar y esta crisis humanitaria.

Tercero: ¿cómo proceden? Entonces, ¿no son terroristas cuando le lanzan una pipeta de gas a una comunidad, así pretexten que las están lanzando contra un cuartel de policía?

¿Entonces los tenemos que tratar como insurgentes políticos porque no matan a la sociedad civil, pero sí matan a los soldados?

¿Hay diferencia entre la vida del soldado y la vida del ciudadano de la sociedad civil?

¿Hay diferencia en el dolor entre el padre del soldado y el padre del ciudadano común y corriente?

¿Vamos a seguir con esas distinciones?

¿Entonces, en nombre de esa interpretación del derecho, les vamos a legitimar que pueden matar a nuestra Fuerza Pública?

Yo no estoy de acuerdo con eso. Yo no estoy de acuerdo con eso, lo siento mucho. Por eso, aquí lo que hay no es una acción de contrarios sino una acción de terroristas.

Ahora ¿que un acuerdo político? El Gobierno está dispuesto, en condiciones razonables.

El Presidente López dice ‘que no cabe en el acuerdo humanitario el cese de hostilidades. Cabría en el acuerdo político’. Pero miren, es que desde hace mucho rato, desde las primeras semanas de Gobierno, acepté desvincular un acuerdo para la liberación de los secuestrados –llámese político o humanitario- de la iniciación de un acuerdo de paz sobre la base de un cese de hostilidades.

¡Jamás para ese caso he vuelto a hablar del cese de hostilidades! Esa condición está removida, Presidente López. Esa condición del cese de hostilidades está removida.

Recientemente, a raíz de la propuesta del Arzobispo emérito Tutu dije: ‘hombre, por lo menos mientras están en Sudáfrica, que haya cese de hostilidades aquí, si quiera un cese de hostilidades definido en el tiempo, mientras están allá’. Es que, esa es una condición elemental y entre otras cosas, sí que es humanitaria porque lo no humanitario es que se vayan, bien cómodos, bien orondos, los jefes guerrilleros para Sudáfrica y que mientras están allá conversando con la autorización del Gobierno, aquí sus secuaces sigan matando a nuestros soldados o a nuestros ciudadanos civiles.

¡Y yo, lo que no estoy dispuesto, bajo ninguna circunstancia, es a seguir calificando de vida de segundo nivel de importancia la de los soldados. Es tan importante la vida del soldado de la Patria, la vida del policía de la Patria, como la vida del ciudadano común y corriente!

“Que hay tiempo para la paz”, ¡estamos de afán! Yo creo que estamos de afán. Para la paz estamos de afán. Ese cuento de que ‘llegará, que lo urgente es aliviar las condiciones de los prisioneros…’, yo no participo de eso.

¡Aquí estamos hastiados de esta violencia y de la circunstancia de que no se le ha enfrentado con toda firmeza! Por eso invito a mis compatriotas, una y otra vez, a que no dudemos de la firmeza.

¡Ah! Entonces ¿vamos a seguir aquí pasando generaciones y entonces mientras esas generaciones convivimos con esa violencia, le dejamos esa herencia a María Alejandra (niña) y a los que habrán de venir? ¡Esto es lo más injusto con las nuevas generaciones! ¡Que mi generación no sea capaz de enfrentar esta violencia con toda verticalidad! ¡Y que mi generación, por comodidad personal, para mitigar el riesgo personal, sea una generación débil y por su debilidad y su pusilanimidad, le herede a María Alejandra y a su generación esta violencia! ¡Mi generación tiene que hacer el esfuerzo de derrotar esta violencia!

Ellos no van a negociar sino cuando se sientan que los van a derrotar. Es que, lo del M – 19 no me lo inventé yo, se lo oí a sus ex comandantes ya reinsertados, que habían tenido que negociar porque el Gobierno los había saturado militarmente.

El EPL tuvo que negociar porque el Presidente Barco le puso una brigada móvil y porque apareció la otra fuerza terrorista de los paramilitares, que en esa época casi los acaba. Que tristeza, en lugar de haberlo hecho por la acción de las fuerzas legítimas del Estado.

Canje de prisioneros. Yo no estoy de acuerdo con eso. Aquí no hay prisioneros, aquí unos colombianos secuestrados y torturados por el terrorismo y otros colombianos presos en las cárceles con todas las garantías y la observación nacional e internacional.

Esa observancia, que reclama Juan Hurtado, si la hacen sobre los prisioneros del Estado. ¡Ay que les violemos sus derechos humanos! pero, lo único que podemos saber de los secuestrados –que no prisioneros- del terrorismo, es cuando el terrorismo tiene la “generosidad” de mandar unos videos.

Yo por eso, con todo respeto, estando dispuesto a examinar condiciones razonables para un acuerdo político, no puedo entrar a él sobre la base de decir que es un acuerdo con contrarios y de decir que es un acuerdo para aliviar una situación de prisioneros.

Presidente Samper. El problema no es uno u otro despeje, no es el que hizo el uno o el otro, el problema es el problema histórico.

El Eln estaba un día a punto de acabarse, se le aflojó un cordón militar y ahí lo hemos soportado otros 30 años. El Ejército estaba a punto de liberar a los secuestrados en los cerros de Cali y de capturar al Eln, llegó la contraorden, se levantó un cordón militar y ahí seguimos padeciendo al Eln.

El problema no es de uno u otro, el problema es que hay que aprender de la historia y si eso no nos ha servido, no lo podemos repetir.

Usted pide propositivamente –lo reconozco- que si la propuesta es una reunión en una ‘iglesita’ o en una sede diplomática, se den todas las garantías. Cuente con ellas, Presidente Samper. Cuente con ellas Presidente López. El Gobierno, a través del Comisionado, las ha definido y si no sirven, las cambiamos por las que sirvan.

Hemos dicho que con la ayuda de la Cruz Roja Internacional los traigan de donde estén, con toda la protección y la vigilancia internacional a este sitio. Que ahí se reúnan.

Hemos pedido que haya un gesto de buena fe, que liberen a algunos previamente y que en ese sitio, con todas las garantías, se complete la negociación. Llámese como se llame el acuerdo, califíquese como se califique. O sea que en eso, no tenemos dificultades.

Miren, la motivación de la Fuerza Pública no tiene sino una manera de medirla: los resultados. Entonces, hago esta relación: la fortaleza en el liderazgo, la motivación y los resultados.

Unos de mis más duros críticos han reconocido que es la vez en Colombia cuando más está entregada nuestra Fuerza Pública a la iniciativa para combatir al terrorismo. Eso implica un alto grado de motivación que a mi me causa mucho temor llegar a afectar.

Si yo fuera soldado diría: ‘ah, pero entonces yo hago este esfuerzo aquí, si, está bien, negocian y liberan unos secuestrados y entonces mañana nos secuestran a otros y esto sigue’. Creo que eso causa más incertidumbre en la tropa, ver que no hay una decisión de ponerle punto final al problema, sino que simplemente siempre se le da largas y siempre se abren espacios para que, vía liberaciones, claudicantes ante los terroristas, se siga estimulando ese secuestro.

Pero, en lo de las garantías para que acudan a un sito que se acuerde, cuenten con ellas.

Me da mucha pena hacer estos comentarios, pero los hago con el mayor respeto. Y es mejor aquí, que mandando razones por los periódicos.

Muchas gracias.

 
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