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96 ANIVERSARIO DE LA ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA
Cátedra magistral
Mayo 04 de 2005 (Bogotá – Cundinamarca)

Compatriotas:

Acudo con mucho orgullo esta noche a esta Escuela, para cumplir la honrosísima tarea de entregar condecoraciones a unos compatriotas ejemplares en el servicio del restablecimiento de la seguridad y para entregar este Honoris Causa a uno de los compatriotas más sobresalientes de todas las épocas: el General Ruiz Novoa.

Al estrechar la mano de cada uno de ellos, sentía esa energía que no nos puede faltar en las horas de las dificultades. Justamente hay que prepararnos para vencer las dificultades, en la seguridad de que nuestra perseverancia obtendrá finalmente el triunfo que requiere Colombia.

Nosotros no podemos desmayar pensando que todo vendrá más tarde, ni tampoco podemos pensar que lo vamos a conseguir todo de medianoche para el día.

Hay que combinar sentido de urgencia con sentido de paciencia. Y lo que enlaza la urgencia con la paciencia es la acción de todas las horas, sin pausa, con gran perseverancia.

Por eso ningún escenario mejor que este de la Escuela para hacer llegar a todos los compatriotas nuestro mensaje desde el fondo de nuestros corazones: que, con la ayuda de Dios, nada hará detener a las Fuerzas Militares y de Policía de la Patria en el propósito de restablecer la seguridad que requieren todos los colombianos.

Y esa es una causa justa. Es una causa no sólo legítima sino justa. ¿Por qué justa? Porque en este país no hay una dictadura que justifique a la luz de algunos conceptos la acción del terrorismo. En este país hay una democracia en democratización.

Nuestra seguridad es democrática porque hemos dedicado todos los esfuerzos a proveer con seguridad a todos los ciudadanos, independientemente de su inclinación política, de su grado de acuerdo o de desacuerdo con el Gobierno, de su estatus social, de su pertenencia a un gremio o a los sectores trabajadores.

Esa característica democrática de nuestra sociedad, que ha puesto al Ejército y a la Policía por encima de las circunstancias del Gobierno de turno y que los pone dependiendo exclusivamente de la Constitución, esa circunstancia amerita, justifica, le da plena justeza a esta batalla.

¿Qué dejó el terrorismo en Colombia? Simplemente pobreza. Simplemente espantó 4 millones de colombianos al extranjero, ha producido este fenómeno de desplazamiento interno, ahuyentó la inversión.

El terrorismo, que se presentó como una salida ideológica para resolver problemas de inequidad en la Patria, ha producido como resultado todo lo contrario: más pobreza, más injusticia, menos posibilidades.

Nuestra democracia, que todos los días se profundiza, donde todos los días hay más oportunidades, donde todos los días se siente más el imperio de las libertades, para que cada quien se exprese como quiera, elija como quiera, donde hemos respetado no sólo a los candidatos de todos los partidos para que en el año 2003, en plena política de Seguridad Democrática, pudieran aspirar con toda la protección de las instituciones armadas de la Nación, sino que hemos respetado todos sus espacios de gobernabilidad. Nuestra democracia honra a Colombia y hace justa esta lucha por la seguridad.

No podemos perder ni el sentido de urgencia ni el sentido de paciencia. Esta es una lucha justa y la tenemos que ganar.

Recordemos aquello que decía El Libertador: “Dios da la victoria a los que perseveran”. Y esa perseverancia por una lucha justa la podemos asociar con un concepto: esta política es una política sostenible, es una política perdurable en la medida que cumpla con dos elementos: con el elemento de la eficacia y con el elemento de la transparencia.

Y esa eficacia tiene metas de corto plazo, metas parciales y metas finales. Para llegar a la meta final del restablecimiento total de la seguridad en Colombia, de la derrota total del terrorismo, nosotros tenemos que ir alimentando el entusiasmo de nuestros compatriotas y el entusiasmo de nuestras Fuerzas Militares Armadas y de Policía, con victorias parciales todos los días.

De victoria parcial en victoria parcial, vamos construyendo ese ánimo colectivo de sostenibilidad para llegar a la victoria final.

Y esa sostenibilidad tiene que darse también con transparencia. La eficacia tiene que ir de la mano de la transparencia, porque en un Estado de opinión si no hay transparencia se pierden los efectos de las victorias de las fuerzas institucionales.

La controversia contra las faltas que oscurezcan la transparencia, es una controversia que no deja mirar los avances en eficacia.

En la Patria se debaten muchos temas alrededor de este bello capítulo del propósito de recuperar la Seguridad Democrática. Se debaten a diario en esta democracia vibrante.

No se me escapa que algunos de ustedes tienen inquietudes, preocupaciones. Y por eso, en lugar de prolongar esta intervención esta noche a manera de cátedra magistral y pasiva, quisiera recoger algunas preguntas o comentarios de ustedes, que me parece mucho más útil dada la coyuntura de la Patria en este momento.

Les ofrezco la palabra.

Pregunta: Teniendo en cuenta que la Nación tiene una amenaza terrorista interna y quizás unas amenazas externas, ¿se ha considerado convertir la política de Seguridad Democrática del Presidente de la República en una política de seguridad y defensa del Estado, permanente?

Presidente de la República: Yo pienso que no se puede dividir la política de Seguridad Democrática de la política de seguridad y de defensa del Estado. Deben ser una sola política. Lo que resaltaría de su pregunta es: ¿cómo hacerla permanente?

Pero me voy a la primera parte. ¿Por qué creo que la política de Seguridad Democrática es la política de seguridad y de defensa del Estado? Porque la Política de Seguridad Democrática es la política para proteger al pueblo, para garantizar la seguridad del pueblo. Y la protección del pueblo es la protección del Estado.

Me remonta usted a las teorías de la ciencia positiva del derecho, a Kelsen y a otros tratadistas. Con sus tesis encontramos mucha claridad en el sentido de que es imposible separar el Estado del pueblo. Ese elemento integrante del Estado es inseparable de él. Por eso la política de Seguridad Democrática, que toma cuerpo en la seguridad del pueblo, es la seguridad del Estado.

Ahora, allí hay unos elementos: como el elemento de las instituciones. La seguridad en las instituciones depende finalmente de la adhesión popular a esas instituciones. Y en la medida que el pueblo sienta eficacia en la protección que en su favor corresponde, el pueblo es el primero que va a defender y a reclamar que se proteja esas instituciones, que le están deparando seguridad y que le están deparando bienestar.

Si usted observa, el Gobierno que presido ha estado permanentemente en contacto con el pueblo, ha sido una administración que llamamos de Estado Comunitario. Y el gran esfuerzo ha sido, en ese contacto, construir credibilidad, legitimidad de parte del pueblo colombiano a las instituciones democráticas que nos gobiernan.

Esa legitimidad la conseguimos con la política de seguridad y con todas las acciones que se orienten a la credibilidad. Por supuesto, donde está el ejercicio transparente de la tarea pública, donde está la necesidad de un buen manejo económico y de un gran avance social.

Cartagena del Chairá, recientemente, fue un escenario donde probamos cómo van de la mano, a pesar de todas nuestras restricciones fiscales, esa política de seguridad y esa política de recuperación de credibilidad a través de acciones sociales.

Y en la medida que esa credibilidad se consolide, entonces se crea también un gran espacio para concitar la solidaridad internacional, a fin de que acuda a ayudar a proteger ante cualquier amenaza al Estado colombiano.

Entonces usted ve cómo vamos empezando con la prestación del servicio de seguridad al pueblo de manera eficaz. Eso lo vamos acompañando de una tarea de gobierno popular, de Estado Comunitario, de ejercicio gubernamental permanente con el pueblo, para fundamentar mejor la credibilidad en las instituciones. Cómo eso va garantizando la defensa de las propias instituciones. Vamos llegando allí a la defensa del pueblo y de la defensa del pueblo a la defensa de las instituciones. Todo sobre la base de legitimidad. Y eso nos va creando un gran espacio internacional para proteger al Estado colombiano, que es el pueblo colombiano, frente a cualquier amenaza externa.

El tema es cómo hacer permanente esa política. Y la respuesta se da en la misma manera que se responde cómo hacerla sostenible, como tiene que ser. No hay una norma constitucional que obligue a que tiene que ser sostenible. La democracia produce sus resultados.

La gran sostenibilidad, que es, en los términos de su pregunta, la permanencia, deriva de que el pueblo adhiera a esa política. Y la adhesión del pueblo exija que sea una política que trascienda de gobierno a gobierno.

Pregunta: Pienso que crear comandos conjuntos que no tengan la fuerza necesaria y suficiente para ganar la guerra que les toque es un error. Se me hace que está bien el Comando Conjunto del Sur, pero no se me hace que está bien crear seis comandos conjuntos, para desprestigiarlos finalmente, en detrimento de las instituciones.

Presidente de la República: A ver, mi General, para mí es un debate difícil, porque la instrucción que he dado es tener total prudencia. Pero no puedo eludir la respuesta. Voy a procurar hacerlo de la manera más franca pero más solidaria.

General: nosotros tenemos que escoger entre el debate bizantino o la voluntad de triunfo.

¿De dónde venimos? Estábamos derrotados. El terrorismo nos tenía derrotados. Las victorias nuestras eran victorias pretéritas. Yo no llevo un recorrido público corto. Mi largo recorrido público en la Patria me llevó a verla todos los días entregándole al terrorismo pedazos del territorio. Nos estábamos quedando con los cantos épicos y con las derrotas.

Responsabilidad: más de la dirigencia civil, que venía confundiendo la civilidad con la debilidad. Falta de voluntad en la dirigencia civil para derrotar el terrorismo.

Para ganar, para derrotar el terrorismo, tenemos que ser persistentes, pero también tenemos que manejar flexibilidades, especialmente en la táctica.

¿Qué me ha preocupado muchísimo? La coordinación ha sido más teórica que real.

Nosotros necesitamos, en Colombia, fortalecer la coordinación entre las diferentes Fuerzas y entre ellas y la Fiscalía. Y la coordinación entre las diferentes Fuerzas, la ciudadanía y entre la Fiscalía y la ciudadanía.

Yo he visto experimentos buenos. Por ejemplo, la Fuerza de Tarea, donde hay una gran coordinación en Arauca. Me parece que ahí hay un experimento bueno, que ha logrado una incorporación de la Fiscalía extraordinariamente conveniente.

Lo del Sur, a lo cual usted se refiere. Me parece que desde que nos propusimos derrotar este terrorismo, hemos avanzado bastante. Allí ha incidido la cooperación peruana y tenemos bastante derrotado el frente amazónico. Diría que allí no ha habido un fracaso.

Hubo fracasos.

A mí me sorprendió llegar a este Gobierno y encontrar a Bogotá poseída por el terrorismo y al Amazonas poseído por el terrorismo. Esos son fracasos.

Recuerdo que en las primeras semanas del Gobierno me decían: en Bogotá no ha terrorismo. Y dije: pero yo lo acabo de vivir en esta candidatura. A nosotros casi nos destruyen la sede y a mí casi me matan atentados de las milicias Antonio Nariño y aquí se desconocían. Aquí no se les enfrentaba.

Lo que vivimos el 7 de agosto de 2002 aquí lo tomamos sin asombro. Pero esa cantidad de muertos y de heridos en un atentado contra la posesión presidencial. Y advertidos. ¿Qué quiere decir? Estábamos bastante derrotados.

Mi primera visita al Amazonas: pensé que el frente amazónico era una charla. ¿Cuál charla? Estaba dominando la región.

En la Costa norte colombiana. ¿Qué vimos? Recuerdo que llegué antes de las 6 de la mañana del 8 de agosto de 2002, a cumplir la palabra empeñada: que ese día empezábamos en Valledupar la recuperación para las instituciones de las carreteras del Caribe.

¿Qué había allí? La guerrilla como Pedro por su casa y unas autodefensas ilegales cuidando unas fincas. Y el Estado desaparecido. El Estado acudía al Cesar a tomar whisky en época del Festival. Y las Fuerzas Militares bastante frenadas en su acción.

Empezamos esa tarea y ahí que mirar allí no solamente el Perijá, la Sierra Nevada, la línea de costa, las carreteras. Temas como los Montes de María.

Muchos analistas dicen: qué tristeza, Colombia no fue capaz de derrotar las Farc en los Montes de María. Y la falta de capacidad institucional para derrotar esos bandidos, abrió el espacio para que llegaran otros bandidos: los mal llamados paramilitares.

Veíamos una Armada aparentemente fuerte en Cartagena, pero sin victoria en los Montes de María.

Entonces emprender esa tarea de ser eficaces ha sido bastante difícil. En ese camino recorrido todos los días encontramos la necesidad de más coordinación.

Se crearon unas brigadas de la Armada, allí entró una a los Montes de María, pero no era suficiente, tenía que entrar también el ejército, la aviación.

Hemos vinculado la Policía en el país a más de 170 municipios, a 116 corregimientos, 95 inspecciones y se ha fortalecido bastante esa presencia allá en el Caribe.

Todo nos hizo pensar que se necesitaba una gran coordinación, porque allá estábamos derrotados también, y seguimos con muchos problemas, por el narcotráfico en San Andrés y Providencia. Pero derrotados por el narcotráfico en San Andrés y Providencia.

Primero, ha habido allí un gran crecimiento de las Fuerzas. Segundo, ha habido éxitos, faltan muchos. Y tercero, se necesita esta coordinación y esa coordinación individualiza responsabilidades. Es que, en momentos de grandes desafíos como los que tiene la Patria ahora, hay que individualizar responsabilidades.

Esta mañana, a raíz de la carta de los Obispos del Chocó, llamé al Ministro (de Defensa, Jorge Alberto Uribe). No pude hablar con el General Ospina (Carlos Alberto, Comandante de las Fuerzas Militares), no estaba al alcance del teléfono y tomé la decisión de individualizar responsabilidades.

Dije: no voy a salir con la respuesta de rutina de Colombia, vamos a nombrar una comisión, vamos a ordenar una investigación.

Nada. Radicamos, en cabeza del General Freddy Padilla de León, la responsabilidad de ir al Chocó y a las áreas circunvecinas a examinar esa denuncia y a ver qué es lo que está pasando allí, donde nos dicen: ha mejorado el río Atrato, pero a 15 minutos de Bojayá hay un retén de los mal llamados paramilitares, y a un ladito una acción muy agresiva de la guerrilla.

Hay que individualizar responsabilidades y creo que estos comandos ayudan mucho. Ahora, no creo que haya que mirarlos como instituciones permanentes. Estos procesos son evolutivos, General. Y en estos procesos hay que tener: firmeza en el objetivo, firmeza en la transparencia, toda la voluntad política para la eficacia, pero también ductilidad para ir ajustando el organigrama y la manera de operar. ¡Espíritu permeable al cambio!

Creo que ese esfuerzo de crecimiento de la presencia institucional, por ejemplo en el Caribe, se complementa bien con la asignación de responsabilidades individuales. No para el fracaso, ¡no! Usted asocia los Comandos Conjuntos con la poca disponibilidad logística y el fracaso inexorable, cuando hemos aumentado tremendamente la logística.

Es que en este Gobierno, para no hablar sino de hombres, hemos incorporado cerca de 95 mil personas a todas las Fuerzas y hemos aumentado enormemente la presencia y hay toda la voluntad política, que nos ha faltado en muchos años de la historia de Colombia. O sea que aquí lo inexorable es la victoria. No la derrota.

Yo creo en esas coordinaciones. Además, no se han improvisado ni impuesto. Se discutieron durante largo rato. Asistí el 24 de diciembre (de 2004) al lanzamiento del Comando en Santa Marta y encontré muy buena disposición de todas las Fuerzas.

No sé que tendrá previsto el General Ospina para el Suroccidente, pero lo que allí necesitamos es más coordinación. Más coordinación en esa área del Cauca y de Nariño.

Una de las cosas que a mí me da tristeza es que nosotros no hayamos podido esclarecer rápidamente Guaitarilla. Y la falta de coordinación, el celo, fue un obstáculo.

Qué bueno hubiera sido que, en lugar de tener que someternos a todas las pesquisas, a todas las investigaciones, a las pocas horas de ese insuceso de Guaitarilla le hubiéramos podido decir la verdad al país. Y no se pudo.

Mi recomendación a las Fuerzas es: cuando tengamos una dificultad, inmediatamente confesemos a la opinión pública y a los organismos de control. No nos expongamos a que nos tengan que mandar grupos de investigación periodística que nos saquen la verdad con ganzúa, ni a que cinco o seis años después aparezcan unas sentencias en la Justicia Penal Militar o en la justicia ordinaria. Hasta para eso, que es tan importante para legitimar esta acción, hace falta coordinación.

Entiendo los Comandos simplemente como una figura, una categoría de coordinación. No necesariamente como una categoría permanente. En eso hay que tener flexibilidad y hay que ganar esta batalla.

Una de las preocupaciones, General, en mi examen de la historia de Colombia en estas cuatro décadas de terrorismo, es que hemos tenido mucho discurso de gloria y finalmente poco resultado de victoria. Y lo que necesitamos ahora es derrotar este terrorismo. Ahí hay que seguir examinando cuáles son los mejores instrumentos de coordinación.

Recuerdo que, bellamente, el General Uribe, que tanto contribuyó a la creación de esta escuela decía que “cada mañana hay que tocar la diana”, pasar revista a las ideas que venimos profesando, dar de baja a aquellas que consideremos inútiles y obsoletas y sustituirlas por otras más fuertes y robustas. Las Fuerzas tienen que vivir en ese proceso dialéctico, de mejoramiento continuo.

Ahora, yo soy amigo de la comunicación aun en el sector donde es más difícil la comunicación, que es en las Fuerzas, por su estructura jerárquica. Pero la comunicación no puede llevar a debates que frustren acciones. Hay que escoger: ¿nos quedamos teorizando en las oficinas de Bogotá o le ganamos la batalla al terrorismo?

Para la presencia de oficiales, suboficiales, de la alta oficialidad en todas las regiones donde hay que derrotar el terrorismo, lo que se está haciendo, ayuda.

Mientras más estemos en el campo de batalla y menos en las oficinas de Bogotá, cuánto mejor. Y estas estructuras ayudan a estar allí en los campos e individualizan responsabilidades.

Ahora, ¿qué queremos nosotros, General? ¿Individualizar responsabilidades de desastres? No. Individualizar responsabilidades de victorias.

Yo decía el sábado en el Cauca que nuestra acción militar no puede ser de sostenibilidad ni de apaciguamiento, sino de definición. En eso estamos. Eso hay que pensarlo. ¡Necesitamos acciones contundentes de definición! Nosotros, por ejemplo, no podemos dejar que 700 bandidos sigan acabando con una zona de Colombia como los Montes de María, y que la Fuerza Pública sea motivo de burla.

Le decía esta mañana a nuestro Comandante de la Brigada de Urabá: allá tenemos la mayor responsabilidad, demostrarle a este país que somos capaces de dar la seguridad en Urabá. Nosotros, las Fuerzas institucionales, que no necesitan a los mal llamados paramilitares. Pero necesitamos mucha eficacia.

Creo que hay que demostrar hoy más eficacia que debate retórico. Pero estaremos a la observación, General, de corregir errores. Si estas definiciones demuestran que no son buenas o que hay que ir haciendo ajustes dentro del esquema general de coordinación, introducimos los correctivos. Aquí no puede haber posiciones dogmáticas.

En otras partes no pudimos solitos. Nosotros lo que queremos es ganarla en todas partes, General. ¡Eso sí nos gusta ganarla en todas partes!

Excúseme esa discrepancia, que fue con toda la solidaridad, mi General.

General: hemos tenido que intensificar el ritmo de trabajo para poder ganar. Y lo vamos a intensificar más.

La verdad es que no seamos nostálgicos. No seamos nostálgicos para cambiar cuando debamos cambiar. Reconozcamos que nos tenían derrotados. Y lo que estamos es bregando a sacudirnos esa plaga de encima. Tuvimos muy bella teoría muchos años, pero el terrorismo avanzaba y avanzaba.

Si estos instrumentos no muestran su utilidad, los vamos ajustando. Eso sí, lo que no se puede poner en duda es la teoría de la coordinación y no se puede poner en duda la teoría de la individualización de responsabilidades.

Pero necesitamos más victorias en el campo y menos debate retórico en Bogotá.

Pregunta: Voy a cambiar un poquito de tema y regresarme al tema de la Seguridad Democrática. Creo que es una preocupación general en el país, en estos momentos, que un eventual cambio de gobierno signifique un reverso en la política de seguridad y defensa nacional. Quisiera sugerirle esta noche, Presidente: hay un instrumento que ha funcionado en otros países, que se llama El Libro Blanco de la Defensa y Seguridad Nacional.

Presidente de la República: ¿Se llama cómo?

Continuación pregunta: Libro Blanco de la Defensa y Seguridad Nacional. Usted dice que nuestro país es una democracia en construcción, que se fortalece día a día. Por lo que he leído y visto de este proceso, me ha parecido un rico proceso de fortalecimiento de la democracia en los países donde se ha hecho. Hay un principio constitucional que es la participación. Se convoca a toda la sociedad para que participe, se interese por un tema estratégico del Estado, como lo es la defensa y la seguridad nacional. Este ejercicio creo que contribuiría a acercar a la sociedad, a las instituciones políticas y a nuestras Fuerzas Militares en la construcción de una política de seguridad y defensa que tenga continuidad en el tiempo.

Creo que en cabeza suya, Presidente, el país tiene la oportunidad de construir políticas públicas de largo plazo, que se constituyan en políticas de Estado y que no estén sujetas a los vaivenes de la coyuntura.

Presidente de la República: Jurídicamente no se puede imponer. Por ejemplo, le voy a dar un símil: nosotros creemos que para derrotar la pobreza Colombia necesita unas políticas de largo plazo.

Ahora estamos que, para que el país sea competitivo y se construya lo que se llama la agenda interna de competitividad, uno de cuyos capítulos es todo el desarrollo de infraestructura, se necesita una visión de largo plazo. Pero no la podemos imponer.

¿Qué estamos haciendo en eso ahora? Estamos construyendo un documento que se llama “Colombia Segundo Centenario”, que es una visión de país al 2019, 7 de agosto, cuando cumpliremos 200 años de la Batalla de Boyacá, con unas metas parciales al 2010, 20 de julio.

Eso no lo podemos imponer. ¿Qué vamos a hacer? Discutirlo con toda la sociedad colombiana. Si eso se aclimata en el espíritu de los colombianos, es muy posible que les exijan a los gobiernos que no haya saltos bruscos de plan cuatrienal de desarrollo a plan cuatrienal de desarrollo, sino que haya unos elementos vinculantes, que garanticen políticas de largo plazo.

Analógicamente ocurre lo mismo con seguridad. Si esta tarea de seguridad se aclimata en el corazón de los colombianos, los colombianos se la van a demandar a los gobiernos. Por eso lo más importante en un Estado de opinión es conseguir la continuidad de esas políticas que, en mi concepto, esa legitimidad depende de muchos factores. Destaco dos: eficacia y transparencia. Y les recuerdo que la eficacia tiene una gran meta de largo plazo, pero hay que estimularla con victorias parciales todos los días.

Pregunta: Cabe aquí recordar una sentencia del célebre Ministro inglés: “de derrota en derrota hasta la victoria final”. Y segundo, con frecuencia escucho en sus disertaciones, y hoy más aún, que usted pronuncia tres palabras. y una de ellas es conflicto, la otra es violencia y la otra es terrorismo. Ello me trae a la memoria la sentencia de un célebre pensador, cuyo nombre se me escapa: “conflicto sí, violencia no”. ¿Qué nos dice, Presidente?

Presidente de la República: Deliberadamente hoy no he mencionado conflicto porque yo lo niego, mayor Aparicio. ¿Por qué lo niego? Colombia tiene un problema social muy grave.

Yo estudié en la universidad pública, fui disidente frente a las tendencias del movimiento estudiantil de la época, y para ser disiente tuve que estudiar más que ellos lo que a ellos les gustaba. Yo, que estudié tanto a Mao Tse Tung para combatirlo, ahora recibí el honoris causa de la Universidad de Beijing. Vivir para ver. Y estudié con todo respeto.

Observé una situación china que, sin conocerla, he podio estudiar hace muchos años, reconociéndole a Mao Tse Tung que pone unas bases filosóficas bien importantes, que ayudaron a distinguir a China de otras sociedades comunistas. Porque él siempre habló de la teoría de la evolución. Resuelta una contradicción, hay que emprender la búsqueda de la solución de la siguiente.

Por comparación, he creído que Colombia tiene dos realidades: un 52 por ciento en la pobreza, lamentable, que hay que sacar adelante. Y un 48 por ciento que vive en un modelo social que no nos puede avergonzar ante nadie, un modelo social presentable en cualquier parte del mundo.

Y me he preguntado: ¿quién es el responsable de ese 52 por ciento de pobreza? ¿El 48 por ciento restante? Entonces para darme la respuesta digo: ¿las empresas privadas tienen suficientes cargas de seguridad social en Colombia? ¿Tienen suficientes cargas fiscales?

Muchas están abrumadas. Aquí la empresa privada seria es socialmente de inmensa responsabilidad. Yo no le imputo la tragedia del 52 por ciento al otro 48 por ciento. Se la imputo a varios factores, el más importante el terrorismo.

Entonces uno no puede involucrar un problema social para darle legitimidad a la causa. El problema social es esa pobreza y una causa muy eficiente es el terrorismo. Yo no puedo invocar la pobreza para decir que hay un conflicto armado. Porque ese conflicto armado sería como legitimar ese terrorismo, que es la causa de esa pobreza.

Lo otro. Esos grupos violentos en alguna forma se legitiman desde la política de Aristóteles (que esta noche me la recordaban José Obdulio Gaviria y Gina Parodi), por las tiranías. Aquí no las hay. Mire las elecciones del 2003, el referendo. El Presidente de la República hoy se tiene que someter a cualquier clase de debates sin privilegios de televisión ni de prensa. Aquí no hay tiranía.

Yo me he procurado respetar no solamente a los candidatos de todos los partidos, sino sus espacios de gobernabilidad. He manejado con toda la delicadeza la relación con todos los alcaldes y con todos los gobernadores, para construir Patria y para proceder con una conducta que ayude a enaltecer esta democracia.

Aquí no hay tiranía. Frente a una democracia no se puede legitimar ninguna acción armada. Entonces por eso he negado el conflicto.

Que tenemos un problema social muy hondo, sí. Que lo tenemos que superar, sí. Pero eso no nos puede servir para darle la categoría de conflicto a la amenaza de terrorista.

Y muchos preguntan: bueno, pero si usted los define terroristas ¿cómo se negocia con ellos? Por eso se les exige el cese de hostilidades, que es el problema que hemos tenido con el ELN.

Yo me reúno con Felipe Torres cuando sale de la cárcel en un hotel de Medellín. Me dice: ¿Cuál es la propuesta suya, Presidente? Le dije: Muy clara, acepten el cese de hostilidades. No se tienen que desarmar, no se tienen que desmovilizar y empezamos el proceso de negociación. El desarme y la desmovilización se aplazan, son puertos de llegada.

Y él me dice: Eh, nos matan. Dije no. Las Fuerzas Militares y de Policía de Colombia son combatientes, yo soy combatiente, pero no somos tramposos ni vamos a proceder a la mansalva. En un cese de hostilidades no vamos a operar contra ustedes.

Llego a México y me hacen unas preguntas en público sobre la materia, delante del presidente Fox. Y después me dicen: ¿entonces lo que usted dice podría tener garantes? Y dije: pónganle el que quiera. Al buen pagador no le pesan las prendas. ¿El Gobierno de México? Dije: magnífico. Si es el Gobierno de México, aquí está el embajador con toda la buena voluntad a ayudar de facilitador.

Y el doctor Luis Carlos Restrepo con el embajador, delegado especialmente por México, a buscar textos para darle gusto en el texto al ELN.

Finalmente no aceptaron porque el Gobierno no les aceptaba que excluyeran el secuestro. ¿Usted se imagina donde aceptemos empezar un diálogo habiendo hecho la previa concesión de que pueden continuar secuestrando? Ese sería el peor de los mundos.

Entonces a nosotros nos hacen una pregunta, y a mí me la hacen: bueno ¿usted por qué los llama terroristas y abre la posibilidad de negociar con ellos? Por eso se exige, para hacer compatible la posibilidad de negociar con ellos con el calificativo que creo justo y jurídico de “terroristas”, se exige el cese de hostilidades.

Y ahí hay unos temas bien bonitos que quiero mencionarlos aquí para estimularlos el espíritu de estudio de la Escuela.

Los europeos no le dan el alcance de delito político a acción armada alguna. La denominan terrorismo. Aquí los delitos políticos conllevan acción armada. En Europa no.

Y yo me he preguntado: ¿por qué allá es terrorismo la simple amenaza del uso de fuerza? La razón es que tienen una democracia profunda y que la defensa elemental de esa democracia debe ser impedir que alguien atente contra ella apoyado en armas.

Prácticamente en esas democracias europeas hoy no hay delito político. Porque lo que es para nosotros delito político allá es terrorismo. Y el único delito político que cabría hoy es el delito de opinión. Y las democracias no pueden consagrar el delito de opinión o de conciencia como delito político, porque no es delito.

Yo voy creyendo que, en la medida que esta democracia se profundice, no solamente debemos hacer una gran tarea persuasiva para decir: aquí hay un problema social pero no un conflicto armado con los terroristas sino una amenaza terrorista. Y para decir: en Colombia no debe haber delitos políticos. Porque las democracias no pueden permitir acciones armadas contra el Estado en nombre, así sea de ideales políticos, y porque tampoco las democracias pueden tipificar como delito el disenso o las expresiones de la conciencia.

Pregunta: Usted decía que el pueblo legitimaba las políticas de los gobiernos cuando las instituciones deban resultados positivos. Pero no siempre es así. Vemos que el referendo no nos lo aprobaron. ¿Cuál es la estrategia del Gobierno para lograr que esta política de seguridad y defensa se convierta en una política de Estado y no de gobierno? ¿Y cuál es la estrategia para su sostenibilidad en el tiempo y los recursos, que particularmente creo que es a lo que se debe el éxito final de la política de su actual Gobierno?

Presidente de la República: Le voy a hacer una aclaración sobre le referendo. Primero, el referendo, si usted me pusiera a hacer la crítica y fui el proponente, cometimos el error de haberlo hecho muy abultado. Debió ser de pocos puntos. Segundo, fue un ejercicio de seriedad política, una gran pedagogía en un pueblo pobre y el referendo no tenía una sola propuesta populista.

Y tenía temas muy duros, como la reducción del Congreso, la congelación de los salarios públicos, la eliminación de los privilegios pensionales, temas muy duros. Sin embargo sacó esa gran cantidad de votos.

A mí los politólogos me reclaman que no hubiera cobrado como una victoria esa gran cantidad de votos a favor. En algunos puntos hubo más votos por el referendo que los que había habido por el Presidente de la República. Y ya llevábamos 14 meses de Gobierno, ya teníamos desgaste.

Y hubo elementos. Se aprobó solamente el primer punto.

Yo discutía esta tarde con el Consejo Electoral: ¿Saben que no dejó aprobar el referendo? Que para definir el Censo Electoral no se descontaron las cédulas de los muertos. La Registradora no quiso descontar las cédulas de las Fuerzas Militares y de Policía, que no podía votar. Dijo que era que las Fuerzas Militares y de Policía no habían presentado oportunamente el listado de sus integrantes para poder descargarlos. Y en el Ministerio me dieron la información a mí que sí lo habían hecho, y oportunamente.

Creo que eso no fue una derrota. Nunca lo reclamé como una victoria. Creo que fue un bello ejercicio de pedagogía y de acreditación democrática.

Recuerde usted: es que predicar abstención en estos países no es ninguna proeza. Recuerde usted las garantías que tuvieron opositores y abstencionistas. Legitimar las políticas no es fácil, pero es más difícil cuando las políticas no dan resultado.

Yo tengo fe que, con un gran esfuerzo, con un creciente esfuerzo de todos, legitimamos esta política.

Ahora: hay que estar haciendo ajustes todos los días y haciendo mayores esfuerzos todos los días. Y con un gran compromiso no de sostenerse el problema con los terroristas, sino de definirlo. Por eso le he dicho muy respetuosamente a todos los integrantes de las Fuerzas, y lo repito esta noche aquí, que meditemos, que estamos en una etapa de definiciones.

Y haciendo esfuerzos transparentes y eficaces, todos, vamos legitimando estas políticas. La batalla democrática es muy difícil, pero con buenos resultados se hace más llevadera.

Pregunta: Aprovechando la oportunidad que usted está aquí al frente y que está trabajando tan duro, e igual los comandantes que están aquí al frente, con un general que fue Ministro de Defensa y fue gran personaje nuestro, a quien atacaron mucho los jefes de mi época, sus subalternos. Porque en este país se nos va debilitando la creencia o credibilidad. Porque aquí no creemos en nadie, todo el mundo es malo. El bueno es el del futuro, el que yo diga cuál. Ese es el bueno.

Mejores comandantes de los que están aquí sentados no hay, son extraordinariamente sacrificados y buenos. Y empezando por usted, que tampoco descansa, y su Ministro.

Diría que tenemos esta oportunidad, hemos creado esos comandos, esperemos a ver qué va a pasar. Seguramente nos va a obligar a fortalecernos logísticamente, a ver cómo distribuimos mejor los medios.

Porque recordemos que fue Cicerón quien escribió Las Catilinas. Esas Catilinas fueron cartas para Catalina, que estaba destruyendo a Roma, y para Lucio, y levantan a ese pueblo.

Aquí estamos en la misma etapa hoy, fortaleciéndonos, creyendo en estos jefes que están al frente, apoyándolos, estimulándolos y empezando por el Presidente y por el Ministro que tenemos hoy día.

De manera que llamaría hoy a eso, a que nos unamos y apoyemos los jefes. Porque mañana estarán otros jefes y tenemos que creer en ellos, porque o si no nos vamos a destruir.

Presidente de la República: A mí me impresionó mucho ahora cuando le di la mano y le referí unas palabras al general Ruiz Novoa. Y ahí sentí un compromiso mayor con esta Patria.

El general Ospina es un batallador de todas las horas. Cuando no lo encuentro es porque está en zonas donde no entra ese celular, como el general Castellanos.

Recuerdo que me estaba desembarcando de ese viaje a China y estaba empezando ese problema allá en Toribio. Y el general Castro Castro aterrizando en medio del fuego del terrorismo.

Creo que hay que exaltarlos a todos. Los que han salido han salido por razones de buen servicio. Ni un adjetivo negativo a ellos. Solamente gratitud por sus servicios a la Patria.

El silencio del Gobierno en esa materia ha sido elocuente y hay que mantenerlo. Porque es que aquí hay un problema de instituciones y de noción de servicio público que va más allá de las personas. Yo por todos ellos siento profundo respeto. Los exalto y los valoro.

Yo le pedí, por ejemplo, al general Carreño, que me recibiera la Cruz de Boyacá y se la impuse. Una cosa son las necesidades de servicio y otra cosa es la valoración de los servicios y de los ciudadanos que los prestan.

Uno tiene que tomar decisiones por necesidades del servicio y eso no implica que no reconozca los servicios que han prestado ciudadanos tan eminentes como nuestros generales.

Ahora, la política de Seguridad Democrática en este Gobierno no tiene debilitamiento en la voluntad. Y yo no tengo sino gratitud con las Fuerzas Militares y de Policía, con las Fuerzas Armadas de la Nación por su abnegación y su sacrificio.

Es que otra cosa es ir a ver el Batallón de Sanidad, para ver uno el sacrificio de las fuerzas institucionales de la Patria. Tema que hay que mirarlo cuando tanto me presionan por el acuerdo humanitario. Es que he contestado en muchas partes que una de las condiciones es que los guerrilleros que lleguen a salir de la cárcel no puedan volver a delinquir.

Entonces he dicho: póngase alguno de ustedes, de los que me piden ese acuerdo humanitario, sin esa cláusula, en el plan de un soldado de la Patria en la selva, sabiendo que tiene unos compañeros en el Batallón de Sanidad, mutilados por las minas antipersona. Y que el Gobierno Nacional, que le exige ese sacrificio a la Fuerza, va a sacar de la cárcel a los sicarios, a los verdugos, para que vuelvan a la selva a seguir maltratando a los soldados y policías de la Patria y a la población civil.

Yo mido todo eso en función de darle toda la motivación y todo el apoyo posible a esta abnegada tarea de la Fuerza.

La política de Seguridad Democrática la queremos mucho porque le puede devolver a este país la posibilidad de que las nuevas generaciones vivan felices en Colombia. Mi generación no ha tenido un día completo de paz.

Creo que a ustedes, distinguidos generales en uso de buen retiro, no les tocó en su abnegada carrera un día de tranquilidad, como le toca a muchos ejércitos del mundo hoy. A ustedes no les tocó un día de tranquilidad.

¿Qué queremos para las nuevas generaciones? Que puedan vivir felices y tranquilas en este país.

Qué bueno que a este país llegara un momento de calma que tuviera unas Fuerzas Públicas más exigidas por la investigación que por la operación cotidiana.

Cuando pienso en el futuro de la Fuerza Pública, en una Colombia en paz, la visiono como una Fuerza Pública bastante dedicada a la investigación.

Pero esta discusión sobre los Comandos la recibo solidariamente y la doy solidariamente. Así como no puede tener reversa la firmeza para derrotar el terrorismo, todas las definiciones tácticas deben tener revisión. Estén tranquilos, apreciados generales, que lo que queremos aquí es ganarle a esta amenaza terrorista para el bien de Colombia.

Muchas felicitaciones a todos. Mil gracias por sus esfuerzos por la Patria. Y muchas felicitaciones, general Quiroga, en este nuevo aniversario de la Escuela.

 
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