96 ANIVERSARIO DE
LA ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA
Cátedra magistral
Mayo 04 de 2005 (Bogotá – Cundinamarca)
Compatriotas:
Acudo con mucho orgullo esta
noche a esta Escuela, para cumplir la honrosísima tarea de entregar
condecoraciones a unos compatriotas ejemplares en
el servicio del restablecimiento de la seguridad
y para entregar este Honoris Causa a uno de los compatriotas
más sobresalientes de todas las épocas:
el General Ruiz Novoa.
Al estrechar la mano de cada
uno de ellos, sentía
esa energía que no nos puede faltar en las
horas de las dificultades. Justamente hay que prepararnos
para vencer las dificultades, en la seguridad de
que nuestra perseverancia obtendrá finalmente
el triunfo que requiere Colombia.
Nosotros no podemos desmayar
pensando que todo vendrá más
tarde, ni tampoco podemos pensar que lo vamos a conseguir
todo de medianoche para el día.
Hay que combinar sentido
de urgencia con sentido de paciencia. Y lo que
enlaza la urgencia con la
paciencia es la acción de todas las horas,
sin pausa, con gran perseverancia.
Por eso ningún escenario mejor que este de
la Escuela para hacer llegar a todos los compatriotas
nuestro mensaje desde el fondo de nuestros corazones:
que, con la ayuda de Dios, nada hará detener
a las Fuerzas Militares y de Policía de la
Patria en el propósito de restablecer la seguridad
que requieren todos los colombianos.
Y esa es una causa justa.
Es una causa no sólo
legítima sino justa. ¿Por qué justa?
Porque en este país no hay una dictadura que
justifique a la luz de algunos conceptos la acción
del terrorismo. En este país hay una democracia
en democratización.
Nuestra seguridad es democrática porque hemos
dedicado todos los esfuerzos a proveer con seguridad
a todos los ciudadanos, independientemente de su
inclinación política, de su grado de
acuerdo o de desacuerdo con el Gobierno, de su estatus
social, de su pertenencia a un gremio o a los sectores
trabajadores.
Esa característica democrática de
nuestra sociedad, que ha puesto al Ejército
y a la Policía por encima de las circunstancias
del Gobierno de turno y que los pone dependiendo
exclusivamente de la Constitución, esa circunstancia
amerita, justifica, le da plena justeza a esta batalla.
¿Qué dejó el terrorismo en
Colombia? Simplemente pobreza. Simplemente espantó 4
millones de colombianos al extranjero, ha producido
este fenómeno de desplazamiento interno, ahuyentó la
inversión.
El terrorismo, que se presentó como una salida
ideológica para resolver problemas de inequidad
en la Patria, ha producido como resultado todo lo
contrario: más pobreza, más injusticia,
menos posibilidades.
Nuestra democracia, que todos
los días se
profundiza, donde todos los días hay más
oportunidades, donde todos los días se siente
más el imperio de las libertades, para que
cada quien se exprese como quiera, elija como quiera,
donde hemos respetado no sólo a los candidatos
de todos los partidos para que en el año 2003,
en plena política de Seguridad Democrática,
pudieran aspirar con toda la protección de
las instituciones armadas de la Nación, sino
que hemos respetado todos sus espacios de gobernabilidad.
Nuestra democracia honra a Colombia y hace justa
esta lucha por la seguridad.
No podemos perder ni el sentido de urgencia ni el
sentido de paciencia. Esta es una lucha justa y la
tenemos que ganar.
Recordemos aquello que decía El Libertador: “Dios
da la victoria a los que perseveran”. Y esa
perseverancia por una lucha justa la podemos asociar
con un concepto: esta política es una política
sostenible, es una política perdurable en
la medida que cumpla con dos elementos: con el elemento
de la eficacia y con el elemento de la transparencia.
Y esa eficacia tiene metas
de corto plazo, metas parciales y metas finales.
Para llegar a la meta
final del restablecimiento total de la seguridad
en Colombia, de la derrota total del terrorismo,
nosotros tenemos que ir alimentando el entusiasmo
de nuestros compatriotas y el entusiasmo de nuestras
Fuerzas Militares Armadas y de Policía, con
victorias parciales todos los días.
De victoria parcial en victoria
parcial, vamos construyendo ese ánimo colectivo
de sostenibilidad para llegar a la victoria final.
Y esa sostenibilidad tiene
que darse también
con transparencia. La eficacia tiene que ir de la
mano de la transparencia, porque en un Estado de
opinión si no hay transparencia se pierden
los efectos de las victorias de las fuerzas institucionales.
La controversia contra las faltas que oscurezcan
la transparencia, es una controversia que no deja
mirar los avances en eficacia.
En la Patria se debaten muchos
temas alrededor de este bello capítulo del propósito de
recuperar la Seguridad Democrática. Se debaten
a diario en esta democracia vibrante.
No se me escapa que algunos
de ustedes tienen inquietudes, preocupaciones.
Y por eso, en lugar de prolongar
esta intervención esta noche a manera de cátedra
magistral y pasiva, quisiera recoger algunas preguntas
o comentarios de ustedes, que me parece mucho más útil
dada la coyuntura de la Patria en este momento.
Les ofrezco la palabra.
Pregunta: Teniendo en cuenta
que la Nación
tiene una amenaza terrorista interna y quizás
unas amenazas externas, ¿se ha considerado
convertir la política de Seguridad Democrática
del Presidente de la República en una política
de seguridad y defensa del Estado, permanente?
Presidente de la República: Yo pienso que
no se puede dividir la política de Seguridad
Democrática de la política de seguridad
y de defensa del Estado. Deben ser una sola política.
Lo que resaltaría de su pregunta es: ¿cómo
hacerla permanente?
Pero me voy a la primera
parte. ¿Por qué creo
que la política de Seguridad Democrática
es la política de seguridad y de defensa del
Estado? Porque la Política de Seguridad Democrática
es la política para proteger al pueblo, para
garantizar la seguridad del pueblo. Y la protección
del pueblo es la protección del Estado.
Me remonta usted a las teorías de la ciencia
positiva del derecho, a Kelsen y a otros tratadistas.
Con sus tesis encontramos mucha claridad en el sentido
de que es imposible separar el Estado del pueblo.
Ese elemento integrante del Estado es inseparable
de él. Por eso la política de Seguridad
Democrática, que toma cuerpo en la seguridad
del pueblo, es la seguridad del Estado.
Ahora, allí hay unos elementos: como el elemento
de las instituciones. La seguridad en las instituciones
depende finalmente de la adhesión popular
a esas instituciones. Y en la medida que el pueblo
sienta eficacia en la protección que en su
favor corresponde, el pueblo es el primero que va
a defender y a reclamar que se proteja esas instituciones,
que le están deparando seguridad y que le
están deparando bienestar.
Si usted observa, el Gobierno
que presido ha estado permanentemente en contacto
con el pueblo, ha sido
una administración que llamamos de Estado
Comunitario. Y el gran esfuerzo ha sido, en ese contacto,
construir credibilidad, legitimidad de parte del
pueblo colombiano a las instituciones democráticas
que nos gobiernan.
Esa legitimidad la conseguimos
con la política
de seguridad y con todas las acciones que se orienten
a la credibilidad. Por supuesto, donde está el
ejercicio transparente de la tarea pública,
donde está la necesidad de un buen manejo
económico y de un gran avance social.
Cartagena del Chairá, recientemente, fue
un escenario donde probamos cómo van de la
mano, a pesar de todas nuestras restricciones fiscales,
esa política de seguridad y esa política
de recuperación de credibilidad a través
de acciones sociales.
Y en la medida que esa credibilidad
se consolide, entonces se crea también un
gran espacio para concitar la solidaridad internacional,
a fin de que
acuda a ayudar a proteger ante cualquier amenaza
al Estado colombiano.
Entonces usted ve cómo vamos empezando con
la prestación del servicio de seguridad al
pueblo de manera eficaz. Eso lo vamos acompañando
de una tarea de gobierno popular, de Estado Comunitario,
de ejercicio gubernamental permanente con el pueblo,
para fundamentar mejor la credibilidad en las instituciones.
Cómo eso va garantizando la defensa de las
propias instituciones. Vamos llegando allí a
la defensa del pueblo y de la defensa del pueblo
a la defensa de las instituciones. Todo sobre la
base de legitimidad. Y eso nos va creando un gran
espacio internacional para proteger al Estado colombiano,
que es el pueblo colombiano, frente a cualquier amenaza
externa.
El tema es cómo hacer permanente esa política.
Y la respuesta se da en la misma manera que se responde
cómo hacerla sostenible, como tiene que ser.
No hay una norma constitucional que obligue a que
tiene que ser sostenible. La democracia produce sus
resultados.
La gran sostenibilidad, que
es, en los términos
de su pregunta, la permanencia, deriva de que el
pueblo adhiera a esa política. Y la adhesión
del pueblo exija que sea una política que
trascienda de gobierno a gobierno.
Pregunta: Pienso que crear
comandos conjuntos que no tengan la fuerza necesaria
y suficiente para ganar
la guerra que les toque es un error. Se me hace que
está bien el Comando Conjunto del Sur, pero
no se me hace que está bien crear seis comandos
conjuntos, para desprestigiarlos finalmente, en detrimento
de las instituciones.
Presidente de la República: A ver, mi General,
para mí es un debate difícil, porque
la instrucción que he dado es tener total
prudencia. Pero no puedo eludir la respuesta. Voy
a procurar hacerlo de la manera más franca
pero más solidaria.
General: nosotros tenemos que escoger entre el debate
bizantino o la voluntad de triunfo.
¿De dónde venimos? Estábamos
derrotados. El terrorismo nos tenía derrotados.
Las victorias nuestras eran victorias pretéritas.
Yo no llevo un recorrido público corto. Mi
largo recorrido público en la Patria me llevó a
verla todos los días entregándole al
terrorismo pedazos del territorio. Nos estábamos
quedando con los cantos épicos y con las derrotas.
Responsabilidad: más de la dirigencia civil,
que venía confundiendo la civilidad con la
debilidad. Falta de voluntad en la dirigencia civil
para derrotar el terrorismo.
Para ganar, para derrotar
el terrorismo, tenemos que ser persistentes, pero
también tenemos
que manejar flexibilidades, especialmente en la táctica.
¿Qué me ha preocupado muchísimo?
La coordinación ha sido más teórica
que real.
Nosotros necesitamos, en
Colombia, fortalecer la coordinación entre las diferentes Fuerzas
y entre ellas y la Fiscalía. Y la coordinación
entre las diferentes Fuerzas, la ciudadanía
y entre la Fiscalía y la ciudadanía.
Yo he visto experimentos
buenos. Por ejemplo, la Fuerza de Tarea, donde
hay una gran coordinación
en Arauca. Me parece que ahí hay un experimento
bueno, que ha logrado una incorporación de
la Fiscalía extraordinariamente conveniente.
Lo del Sur, a lo cual usted
se refiere. Me parece que desde que nos propusimos
derrotar este terrorismo,
hemos avanzado bastante. Allí ha incidido
la cooperación peruana y tenemos bastante
derrotado el frente amazónico. Diría
que allí no ha habido un fracaso.
Hubo fracasos.
A mí me sorprendió llegar a este Gobierno
y encontrar a Bogotá poseída por el
terrorismo y al Amazonas poseído por el terrorismo.
Esos son fracasos.
Recuerdo que en las primeras
semanas del Gobierno me decían: en Bogotá no ha terrorismo.
Y dije: pero yo lo acabo de vivir en esta candidatura.
A nosotros casi nos destruyen la sede y a mí casi
me matan atentados de las milicias Antonio Nariño
y aquí se desconocían. Aquí no
se les enfrentaba.
Lo que vivimos el 7 de agosto
de 2002 aquí lo
tomamos sin asombro. Pero esa cantidad de muertos
y de heridos en un atentado contra la posesión
presidencial. Y advertidos. ¿Qué quiere
decir? Estábamos bastante derrotados.
Mi primera visita al Amazonas:
pensé que
el frente amazónico era una charla. ¿Cuál
charla? Estaba dominando la región.
En la Costa norte colombiana. ¿Qué vimos?
Recuerdo que llegué antes de las 6 de la mañana
del 8 de agosto de 2002, a cumplir la palabra empeñada:
que ese día empezábamos en Valledupar
la recuperación para las instituciones de
las carreteras del Caribe.
¿Qué había allí? La
guerrilla como Pedro por su casa y unas autodefensas
ilegales cuidando unas fincas. Y el Estado desaparecido.
El Estado acudía al Cesar a tomar whisky en época
del Festival. Y las Fuerzas Militares bastante frenadas
en su acción.
Empezamos esa tarea y ahí que mirar allí no
solamente el Perijá, la Sierra Nevada, la
línea de costa, las carreteras. Temas como
los Montes de María.
Muchos analistas dicen: qué tristeza, Colombia
no fue capaz de derrotar las Farc en los Montes de
María. Y la falta de capacidad institucional
para derrotar esos bandidos, abrió el espacio
para que llegaran otros bandidos: los mal llamados
paramilitares.
Veíamos una Armada aparentemente fuerte en
Cartagena, pero sin victoria en los Montes de María.
Entonces emprender esa tarea
de ser eficaces ha sido bastante difícil. En ese camino recorrido
todos los días encontramos la necesidad de
más coordinación.
Se crearon unas brigadas
de la Armada, allí entró una
a los Montes de María, pero no era suficiente,
tenía que entrar también el ejército,
la aviación.
Hemos vinculado la Policía en el país
a más de 170 municipios, a 116 corregimientos,
95 inspecciones y se ha fortalecido bastante esa
presencia allá en el Caribe.
Todo nos hizo pensar que
se necesitaba una gran coordinación, porque allá estábamos
derrotados también, y seguimos con muchos
problemas, por el narcotráfico en San Andrés
y Providencia. Pero derrotados por el narcotráfico
en San Andrés y Providencia.
Primero, ha habido allí un gran crecimiento
de las Fuerzas. Segundo, ha habido éxitos,
faltan muchos. Y tercero, se necesita esta coordinación
y esa coordinación individualiza responsabilidades.
Es que, en momentos de grandes desafíos como
los que tiene la Patria ahora, hay que individualizar
responsabilidades.
Esta mañana, a raíz de la carta de
los Obispos del Chocó, llamé al Ministro
(de Defensa, Jorge Alberto Uribe). No pude hablar
con el General Ospina (Carlos Alberto, Comandante
de las Fuerzas Militares), no estaba al alcance del
teléfono y tomé la decisión
de individualizar responsabilidades.
Dije: no voy a salir con
la respuesta de rutina de Colombia, vamos a nombrar
una comisión,
vamos a ordenar una investigación.
Nada. Radicamos, en cabeza
del General Freddy Padilla de León, la responsabilidad de ir al Chocó y
a las áreas circunvecinas a examinar esa denuncia
y a ver qué es lo que está pasando
allí, donde nos dicen: ha mejorado el río
Atrato, pero a 15 minutos de Bojayá hay un
retén de los mal llamados paramilitares, y
a un ladito una acción muy agresiva de la
guerrilla.
Hay que individualizar responsabilidades
y creo que estos comandos ayudan mucho. Ahora,
no creo que
haya que mirarlos como instituciones permanentes.
Estos procesos son evolutivos, General. Y en estos
procesos hay que tener: firmeza en el objetivo, firmeza
en la transparencia, toda la voluntad política
para la eficacia, pero también ductilidad
para ir ajustando el organigrama y la manera de operar. ¡Espíritu
permeable al cambio!
Creo que ese esfuerzo de
crecimiento de la presencia institucional, por
ejemplo en el Caribe, se complementa
bien con la asignación de responsabilidades
individuales. No para el fracaso, ¡no! Usted
asocia los Comandos Conjuntos con la poca disponibilidad
logística y el fracaso inexorable, cuando
hemos aumentado tremendamente la logística.
Es que en este Gobierno,
para no hablar sino de hombres, hemos incorporado
cerca de 95 mil personas
a todas las Fuerzas y hemos aumentado enormemente
la presencia y hay toda la voluntad política,
que nos ha faltado en muchos años de la historia
de Colombia. O sea que aquí lo inexorable
es la victoria. No la derrota.
Yo creo en esas coordinaciones.
Además, no
se han improvisado ni impuesto. Se discutieron durante
largo rato. Asistí el 24 de diciembre (de
2004) al lanzamiento del Comando en Santa Marta y
encontré muy buena disposición de todas
las Fuerzas.
No sé que tendrá previsto el General
Ospina para el Suroccidente, pero lo que allí necesitamos
es más coordinación. Más coordinación
en esa área del Cauca y de Nariño.
Una de las cosas que a mí me da tristeza
es que nosotros no hayamos podido esclarecer rápidamente
Guaitarilla. Y la falta de coordinación, el
celo, fue un obstáculo.
Qué bueno hubiera sido que, en lugar de tener
que someternos a todas las pesquisas, a todas las
investigaciones, a las pocas horas de ese insuceso
de Guaitarilla le hubiéramos podido decir
la verdad al país. Y no se pudo.
Mi recomendación a las Fuerzas es: cuando
tengamos una dificultad, inmediatamente confesemos
a la opinión pública y a los organismos
de control. No nos expongamos a que nos tengan que
mandar grupos de investigación periodística
que nos saquen la verdad con ganzúa, ni a
que cinco o seis años después aparezcan
unas sentencias en la Justicia Penal Militar o en
la justicia ordinaria. Hasta para eso, que es tan
importante para legitimar esta acción, hace
falta coordinación.
Entiendo los Comandos simplemente
como una figura, una categoría de coordinación. No necesariamente
como una categoría permanente. En eso hay
que tener flexibilidad y hay que ganar esta batalla.
Una de las preocupaciones,
General, en mi examen de la historia de Colombia
en estas cuatro décadas
de terrorismo, es que hemos tenido mucho discurso
de gloria y finalmente poco resultado de victoria.
Y lo que necesitamos ahora es derrotar este terrorismo.
Ahí hay que seguir examinando cuáles
son los mejores instrumentos de coordinación.
Recuerdo que, bellamente,
el General Uribe, que tanto contribuyó a la creación de esta
escuela decía que “cada mañana
hay que tocar la diana”, pasar revista a las
ideas que venimos profesando, dar de baja a aquellas
que consideremos inútiles y obsoletas y sustituirlas
por otras más fuertes y robustas. Las Fuerzas
tienen que vivir en ese proceso dialéctico,
de mejoramiento continuo.
Ahora, yo soy amigo de la
comunicación aun
en el sector donde es más difícil la
comunicación, que es en las Fuerzas, por su
estructura jerárquica. Pero la comunicación
no puede llevar a debates que frustren acciones.
Hay que escoger: ¿nos quedamos teorizando
en las oficinas de Bogotá o le ganamos la
batalla al terrorismo?
Para la presencia de oficiales,
suboficiales, de la alta oficialidad en todas las
regiones donde hay
que derrotar el terrorismo, lo que se está haciendo,
ayuda.
Mientras más estemos en el campo de batalla
y menos en las oficinas de Bogotá, cuánto
mejor. Y estas estructuras ayudan a estar allí en
los campos e individualizan responsabilidades.
Ahora, ¿qué queremos nosotros, General? ¿Individualizar
responsabilidades de desastres? No. Individualizar
responsabilidades de victorias.
Yo decía el sábado en el Cauca que
nuestra acción militar no puede ser de sostenibilidad
ni de apaciguamiento, sino de definición.
En eso estamos. Eso hay que pensarlo. ¡Necesitamos
acciones contundentes de definición! Nosotros,
por ejemplo, no podemos dejar que 700 bandidos sigan
acabando con una zona de Colombia como los Montes
de María, y que la Fuerza Pública sea
motivo de burla.
Le decía esta mañana a nuestro Comandante
de la Brigada de Urabá: allá tenemos
la mayor responsabilidad, demostrarle a este país
que somos capaces de dar la seguridad en Urabá.
Nosotros, las Fuerzas institucionales, que no necesitan
a los mal llamados paramilitares. Pero necesitamos
mucha eficacia.
Creo que hay que demostrar
hoy más eficacia
que debate retórico. Pero estaremos a la observación,
General, de corregir errores. Si estas definiciones
demuestran que no son buenas o que hay que ir haciendo
ajustes dentro del esquema general de coordinación,
introducimos los correctivos. Aquí no puede
haber posiciones dogmáticas.
En otras partes no pudimos
solitos. Nosotros lo que queremos es ganarla en
todas partes, General. ¡Eso
sí nos gusta ganarla en todas partes!
Excúseme esa discrepancia,
que fue con toda la solidaridad, mi General.
General: hemos tenido que
intensificar el ritmo de trabajo para poder ganar.
Y lo vamos a intensificar
más.
La verdad es que no seamos
nostálgicos. No
seamos nostálgicos para cambiar cuando debamos
cambiar. Reconozcamos que nos tenían derrotados.
Y lo que estamos es bregando a sacudirnos esa plaga
de encima. Tuvimos muy bella teoría muchos
años, pero el terrorismo avanzaba y avanzaba.
Si estos instrumentos no
muestran su utilidad, los vamos ajustando. Eso
sí, lo que no se puede
poner en duda es la teoría de la coordinación
y no se puede poner en duda la teoría de la
individualización de responsabilidades.
Pero necesitamos más victorias en el campo
y menos debate retórico en Bogotá.
Pregunta: Voy a cambiar un
poquito de tema y regresarme al tema de la Seguridad
Democrática. Creo
que es una preocupación general en el país,
en estos momentos, que un eventual cambio de gobierno
signifique un reverso en la política de seguridad
y defensa nacional. Quisiera sugerirle esta noche,
Presidente: hay un instrumento que ha funcionado
en otros países, que se llama El Libro Blanco
de la Defensa y Seguridad Nacional.
Presidente de la República: ¿Se llama
cómo?
Continuación pregunta: Libro Blanco de la
Defensa y Seguridad Nacional. Usted dice que nuestro
país es una democracia en construcción,
que se fortalece día a día. Por lo
que he leído y visto de este proceso, me ha
parecido un rico proceso de fortalecimiento de la
democracia en los países donde se ha hecho.
Hay un principio constitucional que es la participación.
Se convoca a toda la sociedad para que participe,
se interese por un tema estratégico del Estado,
como lo es la defensa y la seguridad nacional. Este
ejercicio creo que contribuiría a acercar
a la sociedad, a las instituciones políticas
y a nuestras Fuerzas Militares en la construcción
de una política de seguridad y defensa que
tenga continuidad en el tiempo.
Creo que en cabeza suya,
Presidente, el país
tiene la oportunidad de construir políticas
públicas de largo plazo, que se constituyan
en políticas de Estado y que no estén
sujetas a los vaivenes de la coyuntura.
Presidente de la República: Jurídicamente
no se puede imponer. Por ejemplo, le voy a dar un
símil: nosotros creemos que para derrotar
la pobreza Colombia necesita unas políticas
de largo plazo.
Ahora estamos que, para que
el país sea competitivo
y se construya lo que se llama la agenda interna
de competitividad, uno de cuyos capítulos
es todo el desarrollo de infraestructura, se necesita
una visión de largo plazo. Pero no la podemos
imponer.
¿Qué estamos haciendo en eso ahora?
Estamos construyendo un documento que se llama “Colombia
Segundo Centenario”, que es una visión
de país al 2019, 7 de agosto, cuando cumpliremos
200 años de la Batalla de Boyacá, con
unas metas parciales al 2010, 20 de julio.
Eso no lo podemos imponer. ¿Qué vamos
a hacer? Discutirlo con toda la sociedad colombiana.
Si eso se aclimata en el espíritu de los colombianos,
es muy posible que les exijan a los gobiernos que
no haya saltos bruscos de plan cuatrienal de desarrollo
a plan cuatrienal de desarrollo, sino que haya unos
elementos vinculantes, que garanticen políticas
de largo plazo.
Analógicamente ocurre lo mismo con seguridad.
Si esta tarea de seguridad se aclimata en el corazón
de los colombianos, los colombianos se la van a demandar
a los gobiernos. Por eso lo más importante
en un Estado de opinión es conseguir la continuidad
de esas políticas que, en mi concepto, esa
legitimidad depende de muchos factores. Destaco dos:
eficacia y transparencia. Y les recuerdo que la eficacia
tiene una gran meta de largo plazo, pero hay que
estimularla con victorias parciales todos los días.
Pregunta: Cabe aquí recordar una sentencia
del célebre Ministro inglés: “de
derrota en derrota hasta la victoria final”.
Y segundo, con frecuencia escucho en sus disertaciones,
y hoy más aún, que usted pronuncia
tres palabras. y una de ellas es conflicto, la otra
es violencia y la otra es terrorismo. Ello me trae
a la memoria la sentencia de un célebre pensador,
cuyo nombre se me escapa: “conflicto sí,
violencia no”. ¿Qué nos dice,
Presidente?
Presidente de la República: Deliberadamente
hoy no he mencionado conflicto porque yo lo niego,
mayor Aparicio. ¿Por qué lo niego?
Colombia tiene un problema social muy grave.
Yo estudié en la universidad pública,
fui disidente frente a las tendencias del movimiento
estudiantil de la época, y para ser disiente
tuve que estudiar más que ellos lo que a ellos
les gustaba. Yo, que estudié tanto a Mao Tse
Tung para combatirlo, ahora recibí el honoris
causa de la Universidad de Beijing. Vivir para ver.
Y estudié con todo respeto.
Observé una situación china que, sin
conocerla, he podio estudiar hace muchos años,
reconociéndole a Mao Tse Tung que pone unas
bases filosóficas bien importantes, que ayudaron
a distinguir a China de otras sociedades comunistas.
Porque él siempre habló de la teoría
de la evolución. Resuelta una contradicción,
hay que emprender la búsqueda de la solución
de la siguiente.
Por comparación, he creído
que Colombia tiene dos realidades: un 52 por ciento
en la pobreza,
lamentable, que hay que sacar adelante. Y un 48 por
ciento que vive en un modelo social que no nos puede
avergonzar ante nadie, un modelo social presentable
en cualquier parte del mundo.
Y me he preguntado: ¿quién es el responsable
de ese 52 por ciento de pobreza? ¿El 48 por
ciento restante? Entonces para darme la respuesta
digo: ¿las empresas privadas tienen suficientes
cargas de seguridad social en Colombia? ¿Tienen
suficientes cargas fiscales?
Muchas están abrumadas. Aquí la empresa
privada seria es socialmente de inmensa responsabilidad.
Yo no le imputo la tragedia del 52 por ciento al
otro 48 por ciento. Se la imputo a varios factores,
el más importante el terrorismo.
Entonces uno no puede involucrar
un problema social para darle legitimidad a la
causa. El problema social
es esa pobreza y una causa muy eficiente es el terrorismo.
Yo no puedo invocar la pobreza para decir que hay
un conflicto armado. Porque ese conflicto armado
sería como legitimar ese terrorismo, que es
la causa de esa pobreza.
Lo otro. Esos grupos violentos
en alguna forma se legitiman desde la política de Aristóteles
(que esta noche me la recordaban José Obdulio
Gaviria y Gina Parodi), por las tiranías.
Aquí no las hay. Mire las elecciones del 2003,
el referendo. El Presidente de la República
hoy se tiene que someter a cualquier clase de debates
sin privilegios de televisión ni de prensa.
Aquí no hay tiranía.
Yo me he procurado respetar
no solamente a los candidatos de todos los partidos,
sino sus espacios de gobernabilidad.
He manejado con toda la delicadeza la relación
con todos los alcaldes y con todos los gobernadores,
para construir Patria y para proceder con una conducta
que ayude a enaltecer esta democracia.
Aquí no hay tiranía. Frente a una
democracia no se puede legitimar ninguna acción
armada. Entonces por eso he negado el conflicto.
Que tenemos un problema social
muy hondo, sí.
Que lo tenemos que superar, sí. Pero eso no
nos puede servir para darle la categoría de
conflicto a la amenaza de terrorista.
Y muchos preguntan: bueno,
pero si usted los define terroristas ¿cómo
se negocia con ellos? Por eso se les exige el cese
de hostilidades, que
es el problema que hemos tenido con el ELN.
Yo me reúno con Felipe Torres cuando sale
de la cárcel en un hotel de Medellín.
Me dice: ¿Cuál es la propuesta suya,
Presidente? Le dije: Muy clara, acepten el cese de
hostilidades. No se tienen que desarmar, no se tienen
que desmovilizar y empezamos el proceso de negociación.
El desarme y la desmovilización se aplazan,
son puertos de llegada.
Y él me dice: Eh, nos matan. Dije no. Las
Fuerzas Militares y de Policía de Colombia
son combatientes, yo soy combatiente, pero no somos
tramposos ni vamos a proceder a la mansalva. En un
cese de hostilidades no vamos a operar contra ustedes.
Llego a México y me hacen unas preguntas
en público sobre la materia, delante del presidente
Fox. Y después me dicen: ¿entonces
lo que usted dice podría tener garantes? Y
dije: pónganle el que quiera. Al buen pagador
no le pesan las prendas. ¿El Gobierno de México?
Dije: magnífico. Si es el Gobierno de México,
aquí está el embajador con toda la
buena voluntad a ayudar de facilitador.
Y el doctor Luis Carlos Restrepo
con el embajador, delegado especialmente por México,
a buscar textos para darle gusto en el texto al
ELN.
Finalmente no aceptaron porque
el Gobierno no les aceptaba que excluyeran el secuestro. ¿Usted
se imagina donde aceptemos empezar un diálogo
habiendo hecho la previa concesión de que
pueden continuar secuestrando? Ese sería el
peor de los mundos.
Entonces a nosotros nos hacen
una pregunta, y a mí me la hacen: bueno ¿usted por qué los
llama terroristas y abre la posibilidad de negociar
con ellos? Por eso se exige, para hacer compatible
la posibilidad de negociar con ellos con el calificativo
que creo justo y jurídico de “terroristas”,
se exige el cese de hostilidades.
Y ahí hay unos temas bien bonitos que quiero
mencionarlos aquí para estimularlos el espíritu
de estudio de la Escuela.
Los europeos no le dan el
alcance de delito político
a acción armada alguna. La denominan terrorismo.
Aquí los delitos políticos conllevan
acción armada. En Europa no.
Y yo me he preguntado: ¿por qué allá es
terrorismo la simple amenaza del uso de fuerza? La
razón es que tienen una democracia profunda
y que la defensa elemental de esa democracia debe
ser impedir que alguien atente contra ella apoyado
en armas.
Prácticamente en esas democracias europeas
hoy no hay delito político. Porque lo que
es para nosotros delito político allá es
terrorismo. Y el único delito político
que cabría hoy es el delito de opinión.
Y las democracias no pueden consagrar el delito de
opinión o de conciencia como delito político,
porque no es delito.
Yo voy creyendo que, en la
medida que esta democracia se profundice, no solamente
debemos hacer una gran
tarea persuasiva para decir: aquí hay un problema
social pero no un conflicto armado con los terroristas
sino una amenaza terrorista. Y para decir: en Colombia
no debe haber delitos políticos. Porque las
democracias no pueden permitir acciones armadas contra
el Estado en nombre, así sea de ideales políticos,
y porque tampoco las democracias pueden tipificar
como delito el disenso o las expresiones de la conciencia.
Pregunta: Usted decía que el pueblo legitimaba
las políticas de los gobiernos cuando las
instituciones deban resultados positivos. Pero no
siempre es así. Vemos que el referendo no
nos lo aprobaron. ¿Cuál es la estrategia
del Gobierno para lograr que esta política
de seguridad y defensa se convierta en una política
de Estado y no de gobierno? ¿Y cuál
es la estrategia para su sostenibilidad en el tiempo
y los recursos, que particularmente creo que es a
lo que se debe el éxito final de la política
de su actual Gobierno?
Presidente de la República: Le voy a hacer
una aclaración sobre le referendo. Primero,
el referendo, si usted me pusiera a hacer la crítica
y fui el proponente, cometimos el error de haberlo
hecho muy abultado. Debió ser de pocos puntos.
Segundo, fue un ejercicio de seriedad política,
una gran pedagogía en un pueblo pobre y el
referendo no tenía una sola propuesta populista.
Y tenía temas muy duros, como la reducción
del Congreso, la congelación de los salarios
públicos, la eliminación de los privilegios
pensionales, temas muy duros. Sin embargo sacó esa
gran cantidad de votos.
A mí los politólogos me reclaman que
no hubiera cobrado como una victoria esa gran cantidad
de votos a favor. En algunos puntos hubo más
votos por el referendo que los que había habido
por el Presidente de la República. Y ya llevábamos
14 meses de Gobierno, ya teníamos desgaste.
Y hubo elementos. Se aprobó solamente
el primer punto.
Yo discutía esta tarde con el Consejo Electoral: ¿Saben
que no dejó aprobar el referendo? Que para
definir el Censo Electoral no se descontaron las
cédulas de los muertos. La Registradora no
quiso descontar las cédulas de las Fuerzas
Militares y de Policía, que no podía
votar. Dijo que era que las Fuerzas Militares y de
Policía no habían presentado oportunamente
el listado de sus integrantes para poder descargarlos.
Y en el Ministerio me dieron la información
a mí que sí lo habían hecho,
y oportunamente.
Creo que eso no fue una derrota.
Nunca lo reclamé como
una victoria. Creo que fue un bello ejercicio de
pedagogía y de acreditación democrática.
Recuerde usted: es que predicar
abstención
en estos países no es ninguna proeza. Recuerde
usted las garantías que tuvieron opositores
y abstencionistas. Legitimar las políticas
no es fácil, pero es más difícil
cuando las políticas no dan resultado.
Yo tengo fe que, con un gran
esfuerzo, con un creciente esfuerzo de todos, legitimamos
esta política.
Ahora: hay que estar haciendo
ajustes todos los días y haciendo mayores esfuerzos todos los
días. Y con un gran compromiso no de sostenerse
el problema con los terroristas, sino de definirlo.
Por eso le he dicho muy respetuosamente a todos los
integrantes de las Fuerzas, y lo repito esta noche
aquí, que meditemos, que estamos en una etapa
de definiciones.
Y haciendo esfuerzos transparentes
y eficaces, todos, vamos legitimando estas políticas. La batalla
democrática es muy difícil, pero con
buenos resultados se hace más llevadera.
Pregunta: Aprovechando la
oportunidad que usted está aquí al frente y que está trabajando
tan duro, e igual los comandantes que están
aquí al frente, con un general que fue Ministro
de Defensa y fue gran personaje nuestro, a quien
atacaron mucho los jefes de mi época, sus
subalternos. Porque en este país se nos va
debilitando la creencia o credibilidad. Porque aquí no
creemos en nadie, todo el mundo es malo. El bueno
es el del futuro, el que yo diga cuál. Ese
es el bueno.
Mejores comandantes de los
que están aquí sentados
no hay, son extraordinariamente sacrificados y buenos.
Y empezando por usted, que tampoco descansa, y su
Ministro.
Diría que tenemos esta oportunidad, hemos
creado esos comandos, esperemos a ver qué va
a pasar. Seguramente nos va a obligar a fortalecernos
logísticamente, a ver cómo distribuimos
mejor los medios.
Porque recordemos que fue
Cicerón quien escribió Las
Catilinas. Esas Catilinas fueron cartas para Catalina,
que estaba destruyendo a Roma, y para Lucio, y levantan
a ese pueblo.
Aquí estamos en la misma etapa hoy, fortaleciéndonos,
creyendo en estos jefes que están al frente,
apoyándolos, estimulándolos y empezando
por el Presidente y por el Ministro que tenemos hoy
día.
De manera que llamaría hoy a eso, a que nos
unamos y apoyemos los jefes. Porque mañana
estarán otros jefes y tenemos que creer en
ellos, porque o si no nos vamos a destruir.
Presidente de la República: A mí me
impresionó mucho ahora cuando le di la mano
y le referí unas palabras al general Ruiz
Novoa. Y ahí sentí un compromiso mayor
con esta Patria.
El general Ospina es un batallador
de todas las horas. Cuando no lo encuentro es porque
está en
zonas donde no entra ese celular, como el general
Castellanos.
Recuerdo que me estaba desembarcando
de ese viaje a China y estaba empezando ese problema
allá en
Toribio. Y el general Castro Castro aterrizando en
medio del fuego del terrorismo.
Creo que hay que exaltarlos a todos. Los que han
salido han salido por razones de buen servicio. Ni
un adjetivo negativo a ellos. Solamente gratitud
por sus servicios a la Patria.
El silencio del Gobierno
en esa materia ha sido elocuente y hay que mantenerlo.
Porque es que aquí hay
un problema de instituciones y de noción de
servicio público que va más allá de
las personas. Yo por todos ellos siento profundo
respeto. Los exalto y los valoro.
Yo le pedí, por ejemplo, al general Carreño,
que me recibiera la Cruz de Boyacá y se la
impuse. Una cosa son las necesidades de servicio
y otra cosa es la valoración de los servicios
y de los ciudadanos que los prestan.
Uno tiene que tomar decisiones por necesidades del
servicio y eso no implica que no reconozca los servicios
que han prestado ciudadanos tan eminentes como nuestros
generales.
Ahora, la política de Seguridad Democrática
en este Gobierno no tiene debilitamiento en la voluntad.
Y yo no tengo sino gratitud con las Fuerzas Militares
y de Policía, con las Fuerzas Armadas de la
Nación por su abnegación y su sacrificio.
Es que otra cosa es ir a
ver el Batallón
de Sanidad, para ver uno el sacrificio de las fuerzas
institucionales de la Patria. Tema que hay que mirarlo
cuando tanto me presionan por el acuerdo humanitario.
Es que he contestado en muchas partes que una de
las condiciones es que los guerrilleros que lleguen
a salir de la cárcel no puedan volver a delinquir.
Entonces he dicho: póngase alguno de ustedes,
de los que me piden ese acuerdo humanitario, sin
esa cláusula, en el plan de un soldado de
la Patria en la selva, sabiendo que tiene unos compañeros
en el Batallón de Sanidad, mutilados por las
minas antipersona. Y que el Gobierno Nacional, que
le exige ese sacrificio a la Fuerza, va a sacar de
la cárcel a los sicarios, a los verdugos,
para que vuelvan a la selva a seguir maltratando
a los soldados y policías de la Patria y a
la población civil.
Yo mido todo eso en función de darle toda
la motivación y todo el apoyo posible a esta
abnegada tarea de la Fuerza.
La política de Seguridad Democrática
la queremos mucho porque le puede devolver a este
país la posibilidad de que las nuevas generaciones
vivan felices en Colombia. Mi generación no
ha tenido un día completo de paz.
Creo que a ustedes, distinguidos
generales en uso de buen retiro, no les tocó en su abnegada
carrera un día de tranquilidad, como le toca
a muchos ejércitos del mundo hoy. A ustedes
no les tocó un día de tranquilidad.
¿Qué queremos para las nuevas generaciones?
Que puedan vivir felices y tranquilas en este país.
Qué bueno que a este país llegara
un momento de calma que tuviera unas Fuerzas Públicas
más exigidas por la investigación que
por la operación cotidiana.
Cuando pienso en el futuro
de la Fuerza Pública,
en una Colombia en paz, la visiono como una Fuerza
Pública bastante dedicada a la investigación.
Pero esta discusión sobre los Comandos la
recibo solidariamente y la doy solidariamente. Así como
no puede tener reversa la firmeza para derrotar el
terrorismo, todas las definiciones tácticas
deben tener revisión. Estén tranquilos,
apreciados generales, que lo que queremos aquí es
ganarle a esta amenaza terrorista para el bien de
Colombia.
Muchas felicitaciones a todos.
Mil gracias por sus esfuerzos por la Patria. Y muchas
felicitaciones,
general Quiroga, en este nuevo aniversario de la
Escuela.