HOMENAJE
AL SENADOR HERNÁN
ANDRADE
Octubre 28 de 2005 (Neiva – Huila)
Compatriotas:
El ejercicio de la Presidencia me ha permitido venir
con frecuencia a esta tierra, compartir horas, eventos,
inquietudes, dolores y expectativas con ustedes.
El penúltimo de los viajes fue para celebrar
el primer centenario de la gran ocurrencia del presidente
general Rafael Reyes sobre la creación de este
departamento.
Y acudo hoy de nuevo
a participar del homenaje a unos de los más destacados huilenses, el senador Hernán
Andrade Serrano.
Hemos escuchado
esta noche unas intervenciones que consagran este homenaje
como un acto de alta política en
los términos del doctor Fernando Londoño.
El señor ex gobernador Jaime Losada se refirió a
la carrera política del senador Andrade, a sus
logros, a las decisiones recientes que se han tomado
en las fuerzas democráticas del Huila. Reclamó para
que avancemos más en materia de cohesión
social y propuso unos sentidos razonamientos sobre el
tema del acuerdo humanitario.
Tuve la oportunidad
como Gobernador de Antioquia de compartir con el doctor
Jaime Losada cuando él
era gobernador del Huila, y desde esa época me
une a él una estrecha amistad y profeso por él
profunda admiración.
Escuchamos al ex
ministro Guillermo Plazas Alcid, opita inconfundible,
opita atípico, la ilustración
en niveles superiores, la audacia con la transparencia
y todo con el disimulo de la humildad.
Hace muchos años recorrí este departamento
en su compañía, pude descubrir las bellezas,
la variedad, la diversidad, las oportunidades del Huila,
recorriéndolo con Guillermo Plazas Alcid, quien
tan generosamente ha acompañado la acción
del Gobierno que presido y quien tan agudamente analiza
en cada momento la realidad nacional.
Reclamaba él una atención prioritaria
para los 400 años de Neiva, que están por
allí cerca de los 400 años de El Quijote.
Escuchábamos a uno de los colombianos de mayor
erudición, de más vasta cultura, de más
creativa fogosidad, el ex ministro Fernando Londoño
Hoyos, hablándonos de la necesidad de una nueva
política, de responder con todo el esfuerzo y
la capacidad realizadora a la confianza del pueblo, y
de hacer el esfuerzo para que esta nueva política
tenga como respaldo fundamental la elección de
un Congreso excelencia.
Escuchábamos las ponderadas palabras de la señora
presidente del Senado Claudia Blum de Barberi, refiriéndose
a Hernán Andrade, a la tarea cumplida por el Congreso
y llamando a trabajar para que en estos meses finales
redondee acertadamente el cumplimiento de su tarea, la
agenda que aún tiene pendiente.
Y acabamos de escuchar
a quien nos congrega esta noche, al senador Andrade,
a quien tanto apreciamos porque en él
hemos tenido la compañía en los propósitos
superiores de la patria.
Un día lo
escuchamos reclamando por los agricultores del Huila,
reclamando por el acueducto de Neiva al siguiente,
reclamando por el plan vial.
Un día lo vemos en la tarima de lo local, y al
otro día visionando los grandes derroteros nacionales.
Andrade, como quienes
han hecho grande el Huila, ha sabido alternar bien
esa preocupación por lo local,
con la asunción de responsabilidades frente a
los grandes retos de la Nación.
Esta noche nos han
recordado su trabajo legislativo, sus debates, la importancia
de las leyes que tienen su
impronta, como la Ley 617, que es uno de los episodios
más importantes de la vida legislativa de Colombia,
y que ha ayudado a que los departamentos pasaran de un
déficit de más de un punto del PIB, a un
superávit hoy superior a un punto del PIB. Y en
semejantes proporciones para que se diera también
ese gran alivio que empiezan a sentir los municipios.
Yo quiero simplemente
decir que Hernán Andrade
es un patriota con inteligencia, con preparación,
con energía, con honradez y con valor civil.
Mi relación con él no se ha dado en clubes
sociales, ni en tertulias en lugares seguros, ni tampoco
convocados por cócteles. Mi relación con él
se ha dado visitando el Putumayo o el Guaviare, o enfrentado
los problemas del Huila, o de cara a las grandes angustias
de la patria.
Cuando llego a Puerto
Asís y encuentro a Hernán
Andrade, y al otro día me acompaña a San
José del Guaviare, o a los nuevos departamentos,
o está presente en las horas de dificultad del
Huila, eso me hace decir: Hernán es un político
con aquello tan importante, con valor civil, un político
corriendo, sin preocuparse, sin angustias, todos los
riesgos personales en función de los superiores
intereses de la comunidad.
Y es un compañero necesario en el curso de la
patria, en el sueño de una Colombia democrática,
pluralista, una Colombia cuyo jardín de las ideas
sea un jardín de diversidad, sea un jardín
de contradicciones para la armonía, una Colombia
sin exclusiones, pero sin odios, una Colombia consciente
de que es tan grave una sociedad regida por los odios,
como una sociedad indiferente frente las exclusiones.
Una Colombia en
permanente debate, pero no en debate ácido,
no en debate para infligir heridas, no en debate de antagonismos
insuperables. Una Colombia en debate, pero debate solidario,
debate creativo, debate siempre con la vocación
de construir el consenso, de desarrollar con espíritu
innovativo nuevas opciones, de encontrar soluciones a
los graves problemas de la patria.
Hernán Andrade es un compañero irremplazable,
insustituible, para el trabajo cotidiano a favor de la
patria y para la visión de largo plazo de la patria.
Es la visión de Colombia que queremos construir
para el año 2019, cuando estaremos cumpliendo
los 200 años de la Batalla de Boyacá, de
vida independiente, fecha para la cual Hernán
Andrade estará en la plenitud de su madurez intelectual.
La patria necesita
visión de largo plazo y trabajo
cotidiano. La visión de largo plazo construida
democráticamente ayuda a producir ese sentimiento
de adhesión a las instituciones que los políticos
contemporáneos denominan gobernabilidad.
La visión de largo plazo genera confianza en
el puerto que se está buscando. La visión
de largo plazo estimula el trabajo cotidiano, porque
todos los ciudadanos saben para donde reman. La visión
de largo plazo construida democráticamente se
constituye en el hilo que va uniendo a un ciudadano con
el otro, para formar ese bello todo colectivo que se
denomina Nación.
Pero ahí también es bien importante el
trabajo cotidiano, el esfuerzo por lo pequeño
y por lo de todos los días. Porque si éste
no se da, la visión de largo plazo deja de ser
una ilusión, se va desvaneciendo como quimera
y termina convertida en frustración.
El país necesita el trabajo esforzado de todos
los días, acompañado de una visión
de largo plazo.
El pasado lunes,
en un Consejo de Ministros con los gobernadores, presididos
por el distinguido gobernador
del Huila y noble amigo, Rodrigo Villalba Mosquera, invitaba
a los gobernadores de la Patria a que cada departamento
constituya su anexo, lo construya democráticamente,
sobre esa necesidad de la Nación, que es la visión
de largo plazo.
Visión de largo plazo que se hace más
necesaria cuando el doctor Fernando Londoño Hoyos,
en esa inteligentísima intervención de
esta noche, nos proponía grandes desafíos
que tienen que constituirse en esperanzas de la Patria,
y que no tienen camino diferente a obtenerlos que el
esfuerzo de todos nosotros.
Y también Hernán Andrade es un compañero
insustituible para la construcción de credibilidad
nacional ante propios y extraños.
La Patria, para
honrar su pasaporte, para reivindicar las virtudes
de su ciudadanía, para la credibilidad
internacional y la confianza interna, necesita, a mi
juicio, tres elementos: la seguridad con su acepción,
su significado, su práctica democrática;
el cumplimiento de las metas sociales del milenio, y
la derrota de la corrupción.
Las metas sociales
del Milenio son inaplazables, no podemos pedir extensión de plazos, ni merecemos
que nos den extensión de plazos. Hay que cumplir
las metas sociales del Milenio. Tiene que ser esto una
determinación fundamental.
Veo con optimismo
que vamos a cumplir esas metas en educación. Por ejemplo en educación básica
necesitamos un ciento por ciento de cobertura, como lo
exige la meta. Estamos en el 91 y lo vamos a lograr.
Pero no nos podemos
quedar allí, hay que superar
esa cobertura en educación básica con cobertura
universitaria, con capacitación técnica,
con pertinencia, con calidad, con ciencia, con tecnología.
Las sociedades democráticas necesitan un elemento
fundamental para la respetabilidad popular en las instituciones
democráticas: que haya movilidad social, que los
hijos de los pobres no sean condenados a ser pobres,
que el capital del conocimiento esté al alcance
de todos como expresión de la igualdad más
importante, de la única que ha conocido la historia
de la humanidad, de la igualdad por la que hay que luchar:
la igualdad de oportunidades.
La meta social del
Milenio en materia educativa está entrañablemente
unida a lo que llamamos en nuestras siete herramientas
de equidad la Revolución Educativa, alrededor
de la cual giran las otras herramientas de equidad, como
quiera que para que el país sea equitativo en
el ingreso y en la propiedad, para que el país
sea de igualdad de oportunidades, para que sea de alta
productividad y de competitividad, tiene que mantenerse
en una revolución educativa permanente.
Las metas sociales
del Milenio, como las metas de salud, estamos obligados
a alcanzarlas. Hemos avanzado mucho
en la disminución de los índices de mortalidad
infantil y de mortalidad de madres al momento de dar
a luz, pero hay regiones bastante atrasadas.
El reto es igual por arriba las metas nacionales, y
poderle decir al mundo que hemos cumplido esa meta del
Milenio.
Cuando empezó este Gobierno, 10 millones y medio
de colombianos estaban vinculados al Régimen Subsidiado
de Salud; este año terminamos con más de
18 millones. Pero tenemos que llegar muy, muy rápidamente
a una plena cobertura en seguros de salud para los estratos
uno, dos y tres de la población, los más
pobres.
Suman 26 millones
de colombianos, suponemos que hay 4 millones en el
Régimen Contributivo de Salud.
Al terminar este año, con 18 millones en el Régimen
Subsidiado, nos faltaría subsidio de salud para
4 millones de colombianos de los sectores más
pobres.
Los esfuerzos que
se están haciendo en el Congreso
y en el Ejecutivo, la ley recientemente aprobada por
el Senado de la República, a consideración
de la Cámara, todo ello nos puede permitir que
en dos años Colombia le pueda decir al mundo que
ha logrado plena cobertura en seguro de salud para los
estratos uno, dos y tres de su población.
¿Cuánto honraría la credibilidad
en nuestra democracia cumplir esta meta y anticiparnos
así a otra meta social del Milenio?
Por supuesto que
tenemos desafíos. A mí me
preocupa muchísimo ver que no tenemos la misma
seguridad para el cumplimiento en la meta de saneamiento
básico. Solamente el desafío del acueducto
de Neiva pone muchísimas dudas sobre la exigencia
de cumplir esa meta. Vamos a proponernos esa tarea, hay
que sortear muchas dificultades.
Cuando se discutía la Ley 715 sobre transferencias,
finalmente hubo en el Congreso dos tendencias: la una
que quería dejar esos recursos libres para que
departamentos y municipios definieran su destino; y la
otra, la que finalmente impuso su mayoría, que
definió dedicar un porcentaje importante de las
transferencias al saneamiento básico, que en el
presupuesto de este año equivalen a 900 mil millones.
Se han aplicado recursos cuantiosos, pero no ha habido
un beneficio proporcional. Han crecido los recursos,
pero no ha crecido la cobertura de agua potable, no ha
crecido la cobertura en saneamiento de aguas residuales.
Bogotá, Medellín y Cali, los tres grandes
focos contaminantes, tienen que hacer un esfuerzo de
mostrarle al país su compromiso para avanzar en
saneamiento básico.
Gobiernos departamentales,
locales y el Gobierno Nacional, nos tenemos que dar
a la tarea de lograr que el país
cumpla estas metas.
Pero miren: si hay
alguna meta que ha sido obstaculizada por la corrupción, es esta meta de servicios públicos.
Si no derrotamos la corrupción definitivamente,
no habrá confianza para invertir en Colombia,
los jóvenes no tendrán motivos para creer
en las instituciones de nuestra Patria, no habrá recursos,
por cuantiosos que se destinen, suficientes para poder
atender las necesidades de reivindicación de los
pobres.
Cuando pienso en
esa meta, la meta de saneamiento básico,
la uno con un imperativo necesario para la sociedad colombiana:
la derrota de la corrupción.
El doctor Fernando
Londoño Hoyos se refería
esta noche a la necesidad del crecimiento económico.
Hemos mejorado, pero estamos inconformes.
Hace unos pocos
años la inversión privada
se había reducido en Colombia a un 6 – 8
por ciento del PIB (Producto Interno Bruto), el año
pasado estuvo en el 12, podemos terminar este año
con el 15, pero estamos inconformes, tenemos que acelerar
el paso para llegar al 25.
Hace pocos años la inversión extranjera
directa se había reducido en Colombia a 500 millones
de dólares por año, el año pasado
el Banco de la República registró 3.015
millones de dólares. Este año, sin sumar
permutas de acciones, puede superar los 5 mil millones
de dólares, pero estamos inconformes, necesitamos
mucho más.
A pesar de que esa
inversión extranjera directa
está no solamente concentrada en el sector de
los hidrocarburos, sino que, para bien de Colombia, está llegando
a muchos sectores de la economía.
Cuando empezaba
este Gobierno, el ministro Juan Luis Londoño, que en paz descanse, me decía:
Presidente, no vamos a tener éxito en la revisión
del desempleo.
¿Por qué Juan Luis? Me dice: porque ha
crecido tanto, en tan breve período de tiempo,
que tiene una fuerza inercial que lo va a llevar a niveles
del 25%.
Sí. En el año 2000 el país tocó el
20% de desempleo, cuando 6 años atrás solamente
se había tenido el siete y medio. En desempleo
de jefes de hogar, el país rápidamente
saltó del 4 al 10%.
Esa es la más grave de las expresiones del desempleo.
Porque cuando el jefe de hogar pierde el empleo, la cónyuge
entra en desespero, tiene que abandonar los niñitos
en el hogar, saltar desesperadamente al mercado de trabajo,
y esa pérdida de empleo en los jefes de hogar
es una de las causas eficientes de la deserción
escolar.
El mes pasado el
desempleo se situó en el 11,3.
Pero no podemos estar conformes con ese desempleo del
11,3 y con ese subempleo tan alto.
Si la economía sigue recuperándose, confiamos
que en diciembre de este año el desempleo esté en
el 10. No podríamos anticipar que en el año
2006, en promedio mes a mes, esté en el 10, pero
si seguimos trabajando con tesón y acertamos,
con la ayuda Dios, en el año 2007 Colombia pueda
tener un desempleo promedio mes a mes del 10 o por debajo.
No para que esté conforme, sino para que siga
la tendencia de construcción de empleo digno,
estable, bien remunerado para nuestros compatriotas.
En todos esos desafíos la ayuda de la inteligencia,
del carácter, de la personalidad de Hernán
Andrade, es fundamental en las instituciones democráticas
de la patria.
Y vamos, apreciados compatriotas del Huila, a seguir
esta tarea.
Aquí mencionaban el tema de Familias en Acción,
un gran programa de nutrición vinculado a la educación.
Lo consiguió la administración presidencial
anterior, lo ha implementado este Gobierno. Vamos a terminar
este año este año con 500 mil Familias
en Acción en 700 municipios de la patria.
Pero no estamos
conformes. El año entrante vamos
a hacer el esfuerzo para que sean 650 mil Familias en
Acción, y rápidamente el país tendrá que
llegar a un millón de Familias en Acción,
para que ese subsidio garantice la asistencia escolar
de los hijos de las familias más pobres y adecuados
niveles de nutrición.
Otros programas tan importantes como el programa de
Familias Guardabosques. Tenemos apenas 33 mil en Colombia.
El Huila participa con un buen porcentaje.
Las circunstancias
presupuestales no nos han permitido seguir creciendo,
pero en la medida que recuperemos la
economía agrícola, se crearán condiciones
para que estos programas salgan adelante.
Si continuamos en
el camino de la derrota de la corrupción
y de la recuperación de la economía, con
gran conciencia social, vamos a poder ver aumentos sustanciales
en los programas del Sena, de Bienestar Familiar.
Cuando empezó este Gobierno, Bienestar Familiar
tenía 6 millones 100 mil usuarios, vamos a terminar
el año con cerca de 10 millones.
Hemos creado programas
nuevos, como el programa de alimentación
para niñitos menores de 5 años, que ya
está ajustando un millón 6 mil usuarios.
Como el programa
de atención de adultos. Este
año terminaremos con 190 mil ancianos recibiendo
un subsidio monetario y 400 mil ancianos recibiendo una
comida al día.
Pero ni lo uno ni lo otro son suficientes, nos declaramos
inconformes.
Sí, hemos aumentado medio millón
los beneficiarios de los restaurantes escolares, trabajando
con gobernadores,
alcaldesas y alcaldes, pero nos declaramos inconformes,
necesitamos resolver totalmente los problemas de la miseria
y de la pobreza del hombre y de la mujer colombiana.
Esa tarea de las
metas sociales del Milenio, la ubico en un parámetro necesario para que una democracia
sea una democracia moderna, el de la cohesión
social.
Yo no creo que podamos
seguir dividiendo las democracias entre democracias
de izquierda y de derecha. Eso estaba
bien para la época en la cual había dictaduras
militares que confrontar en América Latina. Pero
hoy, cuando todo el mundo gira alrededor del respeto
a la regla democrática, ha quedado rebasado por
los acontecimientos de la política el viejo concepto
de dividir a los pueblos entre pueblos de izquierda y
de derecha.
Además es polarizante esa división, como
se demostró recientemente para elegir al Secretario
General de la OEA, y no es sostenible en términos
prácticos.
Una periodista internacional
me preguntaba hace algunas semanas: Presidente, el
Gobierno de Colombia se tiene
que sentir muy mal en América Latina, porque América
Latina tiene una tendencia de gobiernos de izquierda
y usted preside un gobierno de derecha.
Y le dije: creo,
señorita, que esa división
no es práctica. Y le hice esta pregunta: dígame
usted una actuación del Gobierno del Presidente
Lula para que lo califiquen de izquierda y una actuación
del Gobierno que presido para que lo califiquen de derecha.
Y enmudeció.
Entonces siguió nuestro diálogo y le dije: ¿por
qué insiste tanto en el tema? Y me contestó:
porque soy de izquierda.
Le dije: dígame usted por qué es de izquierda.
Y enmudeció.
Esa vieja clasificación está pasada de
moda, la utilizan unos para auto-exaltarse y otros para
desacreditar a sus émulos en la competencia de
la política.
Lo que hay que buscar,
apreciados compatriotas del Huila, es una democracia
moderna, una democracia que derrote
el terrorismo, una democracia que derrote las drogas
ilícitas, una democracia que derrote la corrupción,
una democracia que reivindique a los pobres, una democracia
que estimule el debate fraterno y creativo.
Hay que buscar en
la democracia, no de caudillos caprichosos, sino de
líderes constructivos, gentes con liderazgo
constructivo como Hernán Andrade.
Una democracia regida
por el ordenamiento jurídico,
por el debate permanente. No una democracia regida por
la imposición de los violentos.
Y entonces para
saber si esa democracia es incluyente, moderna, de
liderazgo constructivo, hay que calificarla
a la luz de cinco parámetros: la Seguridad Democrática,
el respeto a las libertades públicas, la cohesión
social, la transparencia y el respeto a las instituciones
independientes. La primera de las cuales, por supuesto,
es la expresión democrática del pueblo.
Y allí entra ese tema de la cohesión social,
al cual nos venimos refiriendo. Diría que la cohesión
social es el camino para hacer el tránsito de
la Seguridad Democrática a la paz. Y allí entra
el tema de las libertades y el tema de las instituciones
y el tema de la transparencia y el tema de la Seguridad
Democrática.
¿Por qué Seguridad Democrática?
Para hacer una diferencia con períodos recientes
de la historia y para proyectar el futuro de Colombia.
Democrática, porque la nuestra no es la seguridad
que se quiso imponer en el continente con la doctrina
de la seguridad nacional para suprimir libertades para
acallar a los disidentes, para maltratar a la oposición.
La nuestra es para
honrar las libertades públicas,
es para proteger por igual al campesino que al empresario
agrícola, al líder sindical que al líder
empresarial.
La seguridad nuestra
es democrática, porque es
para proteger por igual al más entusiasta defensor
de las tesis de gobierno que al más duro crítico
de las tesis de gobierno.
Ese compromiso democrático con la seguridad amerita
que los colombianos continúen acompañando
y que todos los días acompañen más
de fondo la decisión de la Seguridad Democrática.
Sé que falta mucho. Hablo con mis compatriotas
del Huila y me dicen: Presidente, cuidado que están
extorsionando en Neiva.
Capturamos unos
extorsionistas en Neiva y me cuentan: cuidado, que
como los están presionando en el
Cauca se han venido al suroccidente del Huila.
Presidente, se habían
superado unos retenes en las carreteras que van de
La Plata y de Isnos al Cauca,
y ya se han restablecido por la guerrilla.
Presidente, sí, está funcionando bien
en Balsillas el contingente del Ejército que allí se
desplegó, pero cuidado con los problemas de Algeciras,
etcétera.
Esta batalla es
una batalla dura, pero en ella no se puede claudicar.
Ningún triunfo superior obtienen
los violentos que cuando los gobiernos y los pueblos
se fatigan de luchar por derrotarlos.
La gran derrota de la violencia es la persistencia de
los gobiernos y de los pueblos en derrotar el terrorismo.
Persistencia es el arma secreta para el triunfo.
Mañana en Pitalito, a tiempo que estemos en el
Consejo Comunitario, examinando temas grandes y pequeños
de la comunidad huilense, las Fuerzas Militares estarán
también escuchando al pueblo del Huila sobre sus
quejas en materia de seguridad.
Y déjenme decir, apreciados compatriotas del
Huila, que la Seguridad Democrática no se opone
a la paz. La Seguridad Democrática es el camino
de la paz.
Si los sectores
violentos todavía tienen reclamos
políticos, sociales y económicos, la seguridad
con su alcance democrático es la garantía
de que los puedan hacer en plena actitud de respeto a
la Constitución.
Deberían pensar los colombianos que persisten
en el terrorismo, que la Seguridad Democrática
es la gran garantía para que ellos se incorporen
sin riesgos a la vida constitucional de Colombia.
Esta reflexión la quiero sembrar en el Huila,
una de las tierras de la patria más golpeadas
por la violencia: la reflexión de que la Seguridad
Democrática no es la antítesis de la paz,
no es el obstáculo de la paz, sino el camino de
la paz.
Y lo importante
no es que lo diga la expresión
del Gobierno, sino que lo procese el raciocinio popular
y que llegue al oído de los violentos.
Qué mejor garantía, si su pretensión
es trabajar por modificaciones a la vida económica
y social y política de la Nación, que tener
un esquema de seguridad que proteja la expresión
de las ideas, que proteja la sana emulación de
la democracia.
La Seguridad Democrática con cohesión
social puede ser un gran puente para llegar a la paz.
Y la paz que tantos colombianos reclaman por la vía
negociada y que yo desearía, fundamentalmente
como padre de familia, todos la queremos. Cuánto
antes, mejor.
Yo quiero decir
desde Neiva a los violentos que nuestra decisión no es permitirles que lleguen al poder
por la vía de las armas, pero sí es nuestra
decisión invitarlos a que depongan las armas y
a que ejerzan todas las garantías para poder trabajar
en la emulación de la democracia.
La paz, como nosotros
la concebimos, no es una claudicación
para que ellos se tomen el poder. ¿Entonces qué ofrecemos
para la paz? Garantías democráticas para
que ellos depongan las armas y compitan, si es que tienen
mensaje, ideas, ilusiones y vocación por la patria.
El doctor Jaime
Losada se ha referido esta noche al acuerdo humanitario.
Para mí el tema sí que
es difícil, porque pertenezco a ese 50 por ciento
de las familias colombianas directamente afectadas por
este terrorismo, enlutadas, doloridas.
Para mí el tema sí que es difícil,
porque por un lado brotan los sentimientos de solidaridad
con mis compatriotas entristecidos por el secuestro,
y por otro lado mis responsabilidades con el Estado.
Apreciados compatriotas, era yo candidato a la Presidencia
y dije: para haber un acuerdo humanitario, tiene que
reiniciarse un proceso de paz a partir de un cese de
hostilidades.
Lo repetí en las primeras semanas del Gobierno,
después me reuní con el secretario de Naciones
Unidas, Kofi Annan, con el Presidente de Francia, con
familiares de los secuestrados, y me pidieron, y acepté,
que separara la aspiración de un proceso de paz
de la posibilidad de un acuerdo humanitario.
Hemos autorizado
a muchos compatriotas, personas naturales y muchas
instituciones, a realizar tareas de facilitación.
Instituciones nacionales e internacionales.
¿En qué estamos
hoy?
El Gobierno tiene
dos elementos esenciales. El primero, que no haya zonas
de despeje, y el segundo, que los guerrilleros
que salgan de la cárcel no vuelvan a delinquir.
¿Por qué que no haya zona de despeje?
Porque este país, que se sintió despejado
por la presencia de las instituciones, también
se sintió copado por el terrorismo.
A mí me dicen los campesinos colombianos, me
lo decían esta mañana humildes moradores
de Florida en el Valle del Cauca, donde inaugurábamos
la primera planta de producción de alcohol carburante: “Presidente,
no despeje”.
La gente se sentía
en una ausencia de instituciones y en una presencia
dominante de grupos terroristas, y
ahora la gente colombiana lo que quiere es tener la tranquilidad
de que las instituciones acudan a defenderla.
Despejar es un contrasentido, despejar es reversar.
Si la razón del despeje es darle seguridad a
la guerrilla, ¿por qué hay que darle seguridad
a la guerrilla, al precio de negarle seguridad al pueblo
que vive en esas zonas?
Por eso he dicho: no al despeje. Pero no es un no irracional,
no es un no fundamentalista, es un no con alternativas.
Hemos ofrecido un
sitio, hemos ofrecido una embajada, hemos ofrecido
la sede de la Nunciatura en Bogotá,
hemos ofrecido cualquier sitio en la Colombia urbana
o en la Colombia rural.
Y que los guerrilleros
que tengan que ir a ese sitio, sean conducidos hasta él en condiciones que les
den total seguridad, por organizaciones nacionales o
internacionales que ellos mismos sugieran. Y que mientras
estén negociando en ese sitio, esas mismas organizaciones
les garanticen plenamente la seguridad y que cuando termine
esa negociación, los regresen al sitio de origen.
Esto es un sitio
con todas las condiciones de seguridad. Yo creo que
es una propuesta lógica como alternativa
a aquello que el Gobierno ha dicho, con razones, sin
caprichos: no al despeje. También tenemos un segundo
punto, apreciados compatriotas del Huila, cual es el
de exigir que los guerrilleros que salgan de la cárcel
no vuelvan a delinquir. Hay 1.700 compatriotas, entre
policías y soldados, que han resultado en los últimos
años mutilados por las minas antipersona de estos
grupos terroristas.
¿Ustedes se imaginan qué piensa un soldado
con su pierna perdida, arrasada, mutilada por una mina
antipersonal, que se encuentra en un proceso de adaptación
a una prótesis, en un batallón de sanidad,
de hospitales militares, al oír la noticia de
que los guerrilleros fueron liberados para volver a delinquir?
La verdad es que
la Fuerza Pública no necesita
solamente más hombres y más armas y más
aviones, sino voluntad política de sus dirigentes
civiles.
Y este Gobierno
tiene que tener toda la voluntad política
hasta el último momento, y la voluntad política
tiene también que comunicarse a la Fuerza Pública
con motivación.
Yo estoy íntimamente convencido que si los guerrilleros
en virtud de un acuerdo humanitario salieron de la cárcel
para volver a delinquir, eso se constituye en una gran
desmotivación y en una gran desorientación
a la política de Seguridad Democrática.
Yo dije a la Iglesia,
uno de nuestros primeros facilitadores, que los guerrilleros
que salieran de la cárcel
se fueran a Francia, lo había consultado con el
Gobierno de Francia y la Iglesia me dijo: “Presidente,
no aceptan”.
Dije: Obispos, entonces busquen una alternativa, que
nos garanticen que no vuelven a delinquir.
Y a los meses se
dijo que aquellos que salgan de la cárcel, o se vayan al extranjero en garantía
de que no van a regresar a delinquir en las filas de
las Farc o que entren a un programa de reinserción.
El tema es este:
que nos garanticen que aquellos que salgan de la cárcel
no vuelvan a delinquir.
Yo no tuve inconveniente
en abrir las puertas de la cárcel para que Francisco Galán del ELN
saliera, pero él ha salido a disfrutar la libertad.
No para reintegrarse a delinquir con el ELN sino para
buscar la paz.
Yo no tendré inconveniente, doctor Jaime Losada,
y lo digo con toda solidaridad, en facilitar la liberación
de unos guerrilleros para que se dé un acuerdo
humanitario, pero que no vuelvan a delinquir.
Que nos den la garantía eficaz de que no vuelvan
a delinquir, permaneciendo en Colombia en un proceso
de reinserción o en el extranjero.
Que les demos todas
las facilidades para que estudien, trabajen, hagan
política, para que realicen plenamente
su existencia, pero que no vuelvan a delinquir. Estos
son los dos puntos, apreciados compatriotas.
¡Qué bueno que en algún momento,
más temprano que tarde, pudiéramos decir
que estamos haciendo el tránsito de la Seguridad
Democrática a la paz negociada!
¡
Qué bueno que en un momento, más temprano
que tarde, pudiéramos decir: estamos ya asistiendo
a la liberación de los secuestrados!
El Gobierno tiene
esa voluntad, pero, déjenme
decir, yo no puedo ocultarles a ustedes que tengo con
esta Patria el compromiso interior, en las raíces
de mi ser, de no ablandar la voluntad de la derrota del
terrorismo en ninguna de las horas del Gobierno, que
el pueblo me ha permitido presidir.
Esa voluntad férrea contra el terrorismo nos
tiene que llevar, nos tiene que llevar a que propios
y extraños crean en esa política.
Nos conducirá a que la sigan auspiciando compañeros
como Hernán Andrade, y que en algún momento
más tarde la entiendan nobles colombianos de la
oposición como Jaime Dussán, que generosamente
nos acompaña esta noche.
Yo tengo un sentido
de apreciación de mis compatriotas,
creo en la deliberación y en el debate, pero con
afecto, con fraternidad. Siento algo que he dicho: compatriotas
en el acuerdo y compatriotas en el desacuerdo.
Si persistimos en
esta política, logrará crear
un consenso ante los colombianos, que será el
mejor camino para el acuerdo humanitario y para los acuerdos
definitivos de paz.
Hernán, gracias por lo que ha hecho por esta
tierra del Huila. Por su conducto me comprometo ante
sus coterráneos a luchar con todo el afecto por
las aspiraciones que ustedes a diario presentan.
Confío que
al negociar el TLC, a los sectores agricultores de
la Patria les podamos dar la noticia
de un tratamiento equitativo.
No estamos luchando
por el TLC por razones ideológicas,
no estamos luchando por el TLC por razones de dogmas;
estamos luchando por el TLC porque necesitamos acceso
a mercados, porque si nosotros tuviéramos una
economía de excedentes petroleros, seguramente
no necesitaríamos estos acuerdos de comercio,
porque los mercados arrebatan el petróleo sin
que haya que negociar tratados de comercio.
Pero tenemos una
agricultura, una economía agrícola
que necesita mercados, una economía manufacturera
que necesita mercados, tenemos una economía caracterizada
por unos productos que necesitan mercados.
Comprendo las angustias
del pueblo del Huila, y antes de que empiece la última ronda de negociación,
el Gobierno va a realizar un Consejo Comunitario, ya
en los próximos días, ordenado, para que
todos los sectores de la producción y de los servicios
manifiesten allí sus inquietudes, antes de la
ronda final del TLC.
Hernán, siga
trabajando por esta tierra.
Apreciados compatriotas
del Huila, la reiteración
de mi afecto y del compromiso con esta gran tierra de
la patria.