CONMEMORACIÓN DE
LOS 90 AÑOS
DE LA CÁMARA DE COMERCIO DE CARTAGENA
Octubre 20 de 2005 (Cartagena
de Indias – Bolívar)
Compatriotas:
Acudo esta noche
con el exclusivo propósito de
felicitar, en compañía de quienes conmigo
han llevado las responsabilidades del Gobierno, de felicitar
a la Cámara de Comercio de Cartagena en sus 90
años de fructífera labor. De felicitar
a quienes la han dirigido a lo largo de estas nueve décadas,
a sus actuales directivos, a su junta directiva, al doctor
Ricardo Mayorga, presidente de esa junta, y a la doctora
Silvana Giaimo, directora ejecutiva de la Cámara.
Recibo con asombro
esta condecoración y la recibo
en nombre de todos los compañeros del Gobierno,
porque se debe a la generosidad de ustedes. Lo único
que nosotros hemos querido es poner un granito de arena,
ya que Dios y la democracia nos han permitido el ejercicio
del Gobierno para que Cartagena eche para adelante. Toda
esta es simplemente generosidad de ustedes.
Quiero destacar
en estos 90 años de la Cámara
de Comercio de Cartagena su persistente lucha contra
la corrupción. Al leer los documentos que dieron
origen a su nacimiento, los comerciantes fundadores expresaron
que necesitaban agruparse para poder enfrentar acciones
inescrupulosas del comercio privado. Se creó la
Cámara y en nombre de la transparencia ha vivido
la Cámara y es una gran esperanza para la transparencia.
Por más que avancemos en Seguridad Democrática,
si no hay transparencia no recobramos la confianza en
el país. Los inversionistas miran muchos elementos
para invertir en un país. Miran la seguridad,
miran lo razonable de los manejos en lo económico
y en lo social, miran la estabilidad en las reglas del
juego y miran la transparencia.
Yo veo que todos
los países hoy, sin detenerse
en las viejas fronteras que se crearon en la Guerra Fría
entre aquellos de orientación más socialista
y aquellos de orientación más capitalista,
están compitiendo por la inversión internacional.
Si Cuba no tuviera
como obstáculo la Ley Burton-Helms,
sería el polo de atracción de capital internacional
de pronto más dinámico del continente.
Quién iría a pensar que 35 años
después del imperio de Mao Tse Tung, China se
convierte en el principal receptor anual de inversión
extranjera, con 67 mil millones de dólares en
promedio en los últimos 15 – 18 años.
Pues bien, los países están luchando para
que esa inversión se sienta cómoda. Cómoda
con su manejo macroeconómico, cómoda con
su tributación, cómoda con la estabilidad
en las reglas de juego. Pero esa inversión empieza
a reclamar algo bien importante, que es transparencia.
Cuando los índices de transparencia afectan un
país, inmediatamente eso repercute, produce su
resonancia en el ánimo de los inversionistas.
La transparencia
es hoy un imperativo para que los colombianos tengamos
confianza en nuestra Patria, para poder construir
un sentido de comunidad, para que cada individuo de la
sociedad colombiana se sienta integrante del colectivo
de la Nación. Sin transparencia, cada uno mira
al vecino con suspicacia y nadie se siente plenamente
comprometido con el todo colectivo al cual se le quiere
afiliar.
Y la transparencia
es un imperativo para la inversión.
Cuando no hay transparencia, el efecto es el mismo que
se produce cuando hay terrorismo: se espanta la inversión.
La inversión en el mundo hoy es menos pirata
y más profesional. La inversión en el mundo
hoy busca más proyecciones de largo plazo, que
ganancias de corto plazo. La inversión en el mundo
hoy por eso reclama más transparencia, y por ello
paga el precio de menos expectativas en márgenes
de utilidad.
Yo diría que esas nuevas características
que se ven en las corrientes de inversión en el
mundo, nosotros tenemos que divulgarlas ampliamente ante
los colombianos para reclamar la transparencia: la transparencia
por la cual ha luchado la Cámara de Comercio de
Cartagena.
Miren: no hay recursos,
por grandes que los obtengamos, que alcancen para que
este país cumpla con las
metas sociales del Milenio, sino erradicamos definitivamente
la corrupción. Es un compromiso de todos.
A mí me preocupa mucho pensar en las nuevas generaciones.
Los padres de familia siempre anhelamos dejarles a los
hijos educación y un principio de capital. Y todo
eso se vuelve nulo si cuando ya empezamos a ver las proyecciones
de la Nación en nuestra ausencia, empezamos también
a considerar la posibilidad de que la Nación esté afectada
por flagelos como el terrorismo o la corrupción.
Para que las nuevas
generaciones puedan vivir tranquilas en Colombia, felices
en nuestra Patria, necesitamos una
Patria sin terrorismo, una Patria sin corrupción,
y en eso es un gran aliado el universo empresarial de
Colombia, ejemplarmente aglutinado alrededor de las Cámaras
de Comercio.
Quiero expresar
mi gratitud a la Cámara de Comercio
de Cartagena por su civismo de todas las horas. A Confecamaras,
y aquí está su presidente, el doctor Eugenio
Marulanda, ha demostrado que por encima de intereses
cortoplacistas de gremios, están los superiores
intereses de la Nación.
Ha sido muy grato
en ese ejercicio de Gobierno comunitario –que
parte del supuesto de que necesitamos integrar al Gobierno
más comunidad en la toma de decisiones, más
comunidad en la ejecución de decisiones, más
comunidad en la vigilancia de decisiones–, ha sido
muy grato trabajar con las Cámaras de Comercio
en ese ejercicio de Estado comunitario. Un día
para mover los consultorios empresariales, al otro día
para definir las agendas de cada región, al siguiente
para entrar a mirar cómo podemos masificar el
acceso al crédito.
La Cámara
de Comercio es un aliado irremplazable, insustituible,
de los gobiernos comprometidos por los
superiores intereses de la comunidad.
Con ustedes, con
el señor Alcalde, con el señor
Gobernador, mis compañeros de Gobierno han podido
avanzar para poner en marcha unas obras bien importantes
para la ciudad: el Transcaribe, adjudicada ya en audiencia
pública la primera licitación, que empezará a
ejecutarse el 15 de noviembre, para no afectar con la
obra física el alegre discurrir de las festividades
de noviembre.
Con ustedes, con
sus autoridades, con la ciudadanía,
hemos empezado a darle respuesta a un viejo anhelo de
la ciudad: la vía perimetral de la Cienaga Grande
de la Virgen. Yo no la veo como una vía más.
Yo la veo como el principio de recuperación de
una zona históricamente deprimida.
Yo creo que la Cienaga
de la Virgen va a cumplir muchos propósitos. Uno, a los ojos del turista que a
atisbe a Cartagena desde la ventanilla del avión,
va aparecer allí una respetable alameda que indicará el
grado de dignidad que aquí se le quiere dar al
cotidiano vivir de la gente.
Un segundo efecto,
frenar la expansión invasionista
sobre el espejo de agua.
Un tercer efecto, controlar invasiones.
Un cuarto efecto,
devolverle espacio público
a los peatones.
Un quinto efecto,
ser el eje, el principio, el hilo conductor de un gran
proceso de reivindicación
de la Cartagena tugurial y deprimida.
La verdad es que
una ciudad con la historia de Cartagena, con el presente
y el porvenir, tiene que eliminar el
contraste entre sus bellezas naturales, sus monumentos
históricos, esta ciudad amurallada, las playas
y las ciénagas, esos elementos tan bellos con
que se le dotó, y la pobreza, que la ha ahorcado
en los últimos años, estimulada por el
desplazamiento del terrorismo.
Y para empezar a
superar esa pobreza, la Vía
Perimetral de la Ciénaga de la Virgen cumple un
papel muy importante. Es la colonización hacia
la reivindicación de lo deprimido.
La administración presidencial anterior se comprometió con
ustedes, y lo logró, en la consecución
de la sede para Cartagena de los Juegos Centroamericanos
y del Caribe. Empezamos el Gobierno con incertidumbre
sobre la financiación. Pero hay que conocer la
historia de la Patria para tomar, con mejores posibilidades
de acierto, decisiones. Por eso tomamos la decisión
de que no habría escasez fiscal que nos llevara
a cancelar esos juegos, que los tendríamos que
hacer.
El Congreso de la
República nos ayudó creando
un recurso. Es una sobretasa al IVA de la telefonía
celular, para atender a Coldeportes y al Ministerio de
Cultura.
Primero, logramos
financiar los Juegos Nacionales de Bogotá, Soacha, Fusagasugá y Girardot.
Después logramos financiar con éxito la
presencia de la delegación colombiana en los Olímpicos.
Hace pocos meses concluimos también exitosamente
la infraestructura en Pereira y Armenia para los Juegos
Bolivarianos.
Y estamos con la ciudadanía de Cartagena, con
los colombianos todos, con la Cámara de Comercio,
con el Almirante Arango Bacci, con el señor
Alcalde y el señor Gobernador, en un compromiso
de amor por Colombia: que salgan bien los Juegos Centroamericanos
y del Caribe, en la esperanza de será un evento
más de alegría para esta tierra y que
cada deportista, cada entrenador, cada acompañante
que pise Cartagena, cuando la abandone irá a
asumir las responsabilidades de embajador y de promotor
de Cartagena ante su comunidad.
Y tenemos otra esperanza:
que esas construcciones le sirvan a la juventud cartagenera
para la práctica
del deporte, para aquello de que hablaban las mamás:
mente sana, cuerpo sano.
Y además nos gusta muchísimo la localización
de algunas de esas obras, porque van a hacer juego con
la Avenida Perimetral de la Ciénaga de la Virgen,
en el propósito de reivindicar las zonas deprimidas
de Cartagena.
Ecopetrol se encuentra
en la tarea de escoger de manera transparente, en pública competencia, el socio
para la refinería de la ciudad. No la pudimos
hacer con la velocidad con que queríamos, pero
vamos por un camino serio, por un camino sin reversa,
por un camino transparente.
Por supuesto quedan
muchas cosas. El cordón tugurial
de la ciudad implica un desafío enorme. Hay que
reivindicarlo, hay que superarlo.
La doctora Alicia Arango ha venido trabajando, con el
amor que la caracteriza, por esta ciudad, como delegada
directa de mi persona, para poder atender el problema
de vivienda en Cartagena.
Hace un año realizamos la Teletón y el
sector privado nos ayudó muchísimo. Hay
ya 400 viviendas dignas, bien avanzadas, y confiamos
que después de los peritazgos que ha sido necesario
adelantar para despejar dudas sobre algunos aspectos
ambientales del lote, podamos continuar con ese proceso.
Y el Ministerio de Vivienda, aquí representado
por su titular, la doctora Sandra Suárez, está haciendo
también un gran esfuerzo en vivienda.
Pero reconozco,
en vivienda social nuestro esfuerzo es insuficiente.
Colombia tiene que hacer un esfuerzo
muy superior en vivienda social: millón y medio
de déficit de unidades de vivienda social, es
una cifra que se constituye en una calamidad para cualquier
sociedad democrática.
He propuesto recientemente
que hagamos unos programas experimentales de renovación urbana en Bogotá y
en Medellín, y habrá que pensarlos también
en Cartagena.
Al ser informado
de que el lote donde se están
construyendo estas viviendas, es uno de los pocos que
queda dentro del perímetro urbano de la ciudad,
me asalta la deuda que aquí estemos empezando
a vivir los problemas de otras ciudades colombianas.
Por ejemplo, uno
ve a Bogotá con una extensión
de tierra plana, casi que infinita en esa Sabana. Pero
no vale la pena seguir extendiendo el perímetro.
Cada extensión del perímetro es un sacrificio
del entorno verde, cada extensión del perímetro
es condenar a los ciudadanos a tener que vivir en una
jungla de concreto, cada extensión del perímetro
implica absorber unos elevadísimos costos de extensión
y de sostenimiento de la malla de servicios públicos.
Medellín no tiene terrenos. Prácticamente
la escasa parte plana y ondulada del Valle de Aburrá está construida
y la construcción ha doblegado la empinada cordillera.
Veo en Cartagena
enormes dificultades para seguir extendiendo los servicios
públicos. Por eso creo que ha llegado
la hora de hacer renovación urbana. Espero en
los próximos días definir con los alcaldes
de Bogotá y Medellín unos proyectos de
renovación urbana que sirvan de modelo a todo
el país, e invitaría a ustedes a considerarlos
en Cartagena.
Hay ya experimentos
que muestran que es rentable comprar un lote con sus
mejoras, demoler las construcciones,
hacer un urbanismo con generoso espacio público
a nivel de superficie, y utilizar debidamente la construcción
aérea.
Hemos visto exitosos
proyectos para estrato 3 y creo que también
se pueden acomodar, sin los costos del ascensor, para
los estratos 1 y 2.
Más aún, pienso que para las ciudades
va a ser más benéfico subsidiar esos proyectos,
que tener que costear la extensión y sostenimiento
de la malla de servicios públicos. El país
tiene que pensar en esa reorientación del crecimiento
urbano.
Vemos unas metrópolis en América Latina
inmensamente grandes e invisibles. Cuando uno las mira
desde el aire dice: ¿y cómo viven aquí los
ciudadanos, y cómo van a vivir en el futuro, si
cada casa humilde o lujosa tendrá los mismos 200
canales de televisión, el mismo acceso a internet? ¿Y
el espacio público? ¿Y el contacto con
lo verde? ¿Y el tema ambiental? Por eso no creo
que podamos seguir por la vía de simplemente ensanchar
el perímetro de las ciudades colombianas.
El ex alcalde Enrique
Peñalosa en eso nos ha
dado indicaciones muy claras, que ha llegado la hora
que el país las recoja y las aplique. Tenemos
que hacer renovación urbana y Cartagena debe empezar
a considerarlo.
Además en la primera reforma tributaria de este
Gobierno incorporamos un estímulo de exención
a aquellos propietarios que permitan dedicar sus inmuebles
a la renovación urbana.
Porque hay proyectos
de renovación urbana que
tienen que hacerse a pleno costo fiscal, porque tienen
un retorno social pero no un retorno pecuniario. Pero
hay otros proyectos de renovación urbana que sí tienen
un retorno pecuniario. En oficinas, en centros comerciales,
en apartamentos, en vivienda, que pueden combinar la
recuperación del espacio público con las
construcciones que den ese retorno pecuniario.
Y para los propietarios
que permitan destinar a esos proyectos de renovación urbana sus lotes e inmuebles,
el retorno que obtengan con las oficinas que les entreguen
en compensación, o los locales comerciales que
se vendan, o las residencias que se vendan, ese retorno,
por definición de nuestra reforma tributaria de
diciembre de 2002, se constituye en un ingreso no gravable.
Hay un gran estímulo. Tenemos que invitar a los
alcaldes de Colombia, a las Cámaras de Comercio,
a que nos ayuden en esa tarea, a promover la renovación
urbana.
Y recuerden, en
aquellos casos en los cuales no aparezca inicialmente
factible un proyecto de renovación
urbana, hay que considerar otro elemento: que sea más
económico subsidiar esa renovación urbana
que extender los servicios públicos.
Lo que estamos haciendo por Cartagena apenas es un principio.
Hay muchas cosas que hacer, empezando por ese problema
de vivienda tugurial que hay que reivindicar.
Y tenemos enfrente
lo que tiene que ser la segunda etapa del sistema de
transporte masivo: la recuperación
de los caños.
Era yo Director
de Aeronáutica con el Presidente
(de la República, Julio Cesar) Turbay, y trabajaba
en ese entonces con muchos de los aquí presentes,
como el doctor Augusto Martínez, en la conclusión
de las obras de renovación del Aeropuerto. Se
estaba trabajando, por el presidente Turbay y por Rafael
Gama, en la construcción del Centro de Convenciones
y en la construcción de la Casa de Huéspedes.
Siquiera lo lograron, siquiera se sobrepusieron a la
crítica nacional del momento y le entregaron a
Cartagena y al país esas obras.
Cuando yo en la
campaña decía, en medio
del entusiasmo patriótico en los barrios de Cartagena
y en aquellos encuentros comunitarios de planeación
estratégica para construir el programa de gobierno,
que iba a cerrar el bar de la Casa de Huéspedes,
alguno me dijo algún día que la tenía
que cerrar del todo, y le dije: “no, tampoco”.
Y después me buscó un periodista extranjero
y me dijo: “no vaya a cometer el error de cerrar
la Casa de Huéspedes, que eso le ha servido muchísimo
a Colombia”.
¡Y cuánto
le ha servido el Centro de Convenciones!
Pero desde esa época estamos hablando del proyecto
de reconstrucción de los caños. Yo creo
que nos tenemos que comprometer todos, y yo asumo mi
compromiso para trabajar desde cualquier posibilidad
que tenga en la democracia, para que la segunda etapa
(que no se demore mucho, que rápidamente empiece)
del sistema de transporte masivo de Cartagena, sea la
etapa de la reconstrucción de los caños.
Lo necesita la ciudad.
Y hay otro tema
de preocupación, que es el Canal
del Dique, su contaminación, su impacto en la
sedimentación de la Bahía.
Confío que, bajo la dirección del viceministro
cartagenero (de Transporte) Juan Ricardo Noero, aquí presente,
rápidamente tengamos los estudios definitivos
que permitan en un año, año y medio por
tarde, a la administraciones presidenciales de entonces,
en compañía con las administraciones departamental
y distrital, emprender las tareas de recuperación,
de limpieza del Canal del Dique, de control de la contaminación.
Cada rato me lo
reclaman los cartageneros, y tienen razón. En el mes de marzo, cuando ya llevamos
varias semanas sin lluvia, desde un helicóptero
a baja altura, entrando por encima del Canal del Dique
a la Bahía, se ve esa autopista de lodo, que se
ha venido depositando en el canal navegable, y que es
una grave amenaza a la Bahía de Cartagena.
Quiero reiterar
ante ustedes también el compromiso
de trabajar para que Cartagena logre descontaminar el
Canal del Dique, y frenar esa fuente de sedimentación
de la Bahía.
Y vamos a seguir
trabajando por el turismo. Cartagena siempre ha tenido
un gran turismo nacional. Algo se le
frenó en las carreteras, que lo hemos recuperado
con el heroísmo de la Fuerza Pública. Pero
tenemos que ir por el turismo internacional.
En medio de las
limitaciones que tenemos –porque
Colombia es un país muy dependiente internamente
del transporte aéreo y no se puede dar el lujo
de abandonar la tesis de que vayan de la mano el transporte
aéreo interno y el internacional–-, en medio
de las limitaciones que tenemos hemos ido abriendo paulatinamente
posibilidades para que llegue más transporte aéreo
a Cartagena, y en eso estaremos introduciendo permanentes
ajustes y facilidades.
Y confiamos que
los términos de la alarma de
viajeros del Departamento de Estado de los Estados Unidos,
se suavicen más frente a Colombia y rápidamente
podamos tener una gran recuperación del turismo
de los cruceros del Caribe en nuestra ciudad de Cartagena.
Estamos trabajando persistentemente en esa dirección.
Como ustedes ven,
apreciados compatriotas cartageneros, la tarea que
tenemos que hacer todos los colombianos
por esta ciudad, en la época que nos ha correspondido,
apenas empieza.
Estamos despuntando
con unas obras, pero nos esperan otras muy grandes,
porque tenemos que construir una Colombia,
una Cartagena, para que se sientan felices y cómodas
las nuevas generaciones.
Cuando pienso en
esta Patria, hoy que la vemos más
en la idea de la Patria que habrán de vivir nuestros
hijos y las nuevas generaciones, creo que esta Patria
necesita la derrota definitiva del terrorismo, en lo
cual no puede haber pausa.
Una cosa es la apertura
al perdón y otra cosa
es la permisividad con el violento.
Que haya apertura
al perdón, sí. Pero
cero permisividad con los violentos. Esa tiene que ser
nuestra tónica.
Y tenemos que derrotar
las drogas ilícitas, para
que el pasaporte de los colombianos vuelva a ser mirado
con respeto en las aduanas internacionales.
Y tenemos que derrotar
la corrupción, y tenemos
que reivindicar a los pobres.
Esa reivindicación de los pobres es el eslabón
de cohesión social que se requiere para una democracia
moderna, es el puente entre la política de Seguridad
Democrática y la reconciliación plena de
los colombianos.
Recibo esta medalla
con la palabra más difícil
de aplicar en la conducta de los seres humanos: humildad.
A mí no me da dificultad trabajar con disciplina,
no me da dificultad procurar que la condición
humana propia proceda con transparencia, no me da dificultad
aplicarme al interés público con infinito
amor por mis compatriotas. Pero cuando hablo de la necesaria
palabra humildad, claro que uno tiene muchas dificultades
para vencer la arrogancia y la vanidad.
Recibimos esta medalla,
en nombre de todos mis compañeros
del Gobierno, como una expresión de generosidad
de la Cámara de Comercio de Cartagena, y la utilizaremos
simplemente para fortalecer nuestro compromiso con esta
ciudad, como lo reiteramos ante el señor Gobernador,
hace pocos días, cuando celebrábamos un
nuevo aniversario del nacimiento de aquel compatriota
que desde aquí le dio luces a la Patria entera:
Rafael Núñez.
Llegó a la Presidencia de la República
como una expresión de la rebelión caribe
contra el desorden, y había llegado a la Presidencia
del Estado de Bolívar como un afán de las
gentes caribes para empezar a superar el desorden en
su propia localidad.
Núñez, al ser estudiado por muchos, entre
ellos por el historiador barranquillero (Eduardo) Posada
Carbó, reflejó aquello de que tras la alegría
caribe hay un compromiso con el orden, un compromiso
con la transparencia.
Reflejó aquello que nos indica que tras la extroversión
libertaria del pueblo caribe, hay un compromiso con el
orden como presupuesto para las libertades.
Por esto cada vez
que uno viene a Cartagena, sueña
con el futuro de Colombia, inspirado en los valores que
aquí se han estimulado por décadas, como
los estimuló Núñez, y como en la últimas
nueve décadas los ha estimulado la Cámara
de Comercio.
Vamos a proceder
rápidamente a buscar un acuerdo
con la Cámara de Comercio, para que le ayude al
Gobierno Nacional en la coordinación de los compromisos
de las diferentes entidades del Gobierno Nacional con
Cartagena y con Bolívar. Es un gran acompañante,
que nos puede ayudar en esa tarea, en la cual hemos trabajado
muy coordinadamente con el señor Gobernador y
con el señor Alcalde.
Las Cámaras de Comercio están bastante
acreditadas por su civismo, y como están bien
acreditadas, haya que pedirles más. Entonces espere
que le causemos esa nueva carga, doctora Silvana y doctor
Ricardo.
A todos ustedes,
muchísimas gracias.