TALLER “MISIÓN:
COMPETITIVIDAD”
Octubre 21 de 2005 (Cartagena
de Indias – Bolívar)
Compatriotas:
Quiero felicitarlos
de todo corazón por este
gran esfuerzo, y quiero felicitar a uno de los colombianos
más entusiastas en estas tareas, que más
le ayuda al país con su permanente trabajo para
estimular el esfuerzo colectivo de los colombianos, quiero
felicitar a Gustavo Mutis y agradecer esta nueva tarea
que necesitamos que la siga haciendo permanentemente,
Gustavo. Qué bueno tener ciudadanos como usted.
Agradecer inmensamente
la presencia del profesor Porter, su valiosa ayuda
a nosotros los colombianos con su participación
en este seminario, qué bueno que haya sido el
esfuerzo de ustedes realizar una especie de seminario
de este altísimo nivel intelectual, y no simplemente
escuchar dos o tres conferencias, y agradecer a todos
los que aquí han colaborado.
Quisiera hacer un
breve comentario a cada una de las exposiciones y referirme
a la exposición del profesor
Porter, tomando los puntos que él nos trajo al
final de su exposición sobre los casos que selecciona
para la competitividad colombiana, que están en
la figura 48 de la presentación.
La proposición de ustedes de que crear ese Consejo
de Competitividad, tenerlo trabajando permanentemente,
el Gobierno no puede discutirla. Las ideas buenas no
se discuten, sino que hay que aplicarlas. Hagámoslo.
De una vez que lo organice el sector privado, Gustavo.
El Gobierno Nacional, a través de Planeación
y de todas las entidades, apoya. Le ponemos todo el entusiasmo
para que eso funcione.
Tengo un poquito
de diferencia con Frank, porque creo que él es demasiado duro de pronto con el sector
privado. Hacerse empresa privada en Colombia ha sido
muy difícil. Yo antes tengo la versión
contraria. Sí, tenemos un alto grado de informalidad,
pero eso no quiere decir que la empresa privada colombiana
no haya tenido el mayor grado de responsabilidad social.
Yo creo que lo tiene. Hay que mirarlo en el tema de las
responsabilidades parafiscales, las responsabilidades
con la seguridad social, las responsabilidades tributarias,
la capacidad de asumir riesgos en unos años tan
difíciles que ha vivido nuestra Patria.
Yo por eso, Frank,
tengo una altísima valoración
de la empresa privada colombiana. Yo le he dicho a mis
compañeros del Gobierno: miren, un problema que
le he visto a Colombia es que muchos de los políticos
somos amigos del sector privado en privado. Pero en público
y en nuestras posiciones públicas, somos vergonzantes
en esa materia.
Uno de los problemas
que le veo a los fundamentalistas del neoliberalismo,
es que ellos aparecen como pro empresa
privada, y son los primeros en ponerle obstáculo
a la empresa privada. Es un contrasentido que tiene el
neoliberalismo. Aparecen como los apóstoles de
la empresa privada y, a la hora de la verdad, son grandes
obstaculizadores del desarrollo de la empresa privada.
El proceso de colaboración, con una visión
de largo plazo, es necesario. Yo me voy referir enseguidita
a él, cuando pueda hacer unos comentarios sobre
estos puntos finales del profesor Porter.
Para llegar a esos
puntos del profesor Porter, déjenme
decir, desde la perspectiva del Estado, que lo primero
que se necesita para crear ese ambiente propicio de competitividad
es que el Estado haga todos los esfuerzos para construir
confianza.
Nosotros hemos venido trabajando la construcción
de confianza con la Seguridad Democrática. La
denominación “democrática” es
muy importante, profesor Porter, porque con ello hemos
querido diferenciar nuestro significado de seguridad
con lo que fue la seguridad nacional que recogió América
Latina, que, en nombre de la seguridad, finalmente
premió dictaduras, suprimió libertades,
se utilizó la seguridad para perseguir el disenso.
La nuestra es profundamente democrática, y es
la única manera de hacerla sostenible, como
lo requieren las circunstancias colombianas, en Estados
que son hoy Estados de Opinión.
Una cosa es adelantar
un modelo de seguridad en una dictadura y otra cosa
es adelantarlo y hacerlo sostenible
en un Estado de Opinión.
Y hemos querido
trabajar esa confianza alrededor de la transparencia,
alrededor de la reactivación
económica, de la reactivación social.
Para la reactivación económica, en ese
marco de confianza, es fundamental que el país
avance en el saneamiento fiscal, en su estabilidad macroeconómica
y la estabilidad en las reglas de juego.
Ha sido, desde el
primer momento, propósito principal
de este Gobierno dar confianza en las reglas de juego,
lo cual no es extraño en Colombia.
Yo también tengo una discrepancia con aquellos
que se quejan mucho de la inestabilidad en las reglas
de juego en Colombia. Yo creo todo lo contrario. Yo he
visto una tendencia histórica del país
de garantizar estabilidad en reglas de juego.
Por ejemplo, se discutió mucho que se eliminaran
algunos incentivos tributarios que en su momento se dieron
para el Cañón del Páez, etcétera.
Y ahí inmediatamente afloró esa tendencia
colombiana y unánimemente todos los sectores políticos
dijeron: mire, hay que ser serios en las reglas de juego.
Si vamos a tomar unas decisiones sobre eso –y esto
lo cito a manera de ejemplo–, no afectemos a los
que ya entraron. A aquellos que no han entrado digámosles
simplemente: ya no hay más oportunidades.
Entonces Colombia
ha tenido una tradición muy
importante de respeto a las reglas de juego, pero somos
conscientes que eso lo tenemos que fortalecer.
Y menciono dos pasos
dados en esa materia. Primero, la negociación de los convenios internacionales
de seguridad a la inversión. Ya avanzamos con
España en esta materia. Lo de España se
nos convierte en un modelo para replicarlo con otros
países.
Y simultáneamente se hizo con España el
acuerdo para desmontar la doble tributación, que
también es un primer paso para replicarlo con
otros países.
Y el Congreso de
la República es el segundo ejemplo
que quiero citar. Hace poco, después de un largo
debate, nos aprobó una ley que autoriza el Gobierno
a firmar pactos de estabilidad con las empresas. Antes
de que termine octubre, confío que estemos firmando
los primeros pactos de estabilidad.
En síntesis, sobre este elemento tan importante
para la confianza en ese marco de competitividad, Colombia
ha tenido una tradición de respeto a las reglas
de juego, y está haciendo grandes esfuerzos para
dar mayor confianza en la estabilidad de las reglas de
juego.
El marco de construcción de confianza tiene que
insertarse en lo que es una democracia moderna. Un problema
que le hemos visto a América Latina, profesor
Porter, es la división artificial que se quiere
hacer entre gobiernos de izquierda y gobiernos de derecha.
Yo creo que es obsoleta.
Eso en alguna forma fue importante en los años de la dictadura. Pero cuando todos
los gobiernos han tomado la decisión de someterse
a la regla democrática, esa división empieza
a ser obsoleta, polarizante y no fácil de acreditar
desde el punto de vista práctico.
Yo suelo citar un
ejemplo. Una periodista internacional me dice: ¿cómo va a hacer Colombia con
un Gobierno como el suyo que es de derecha, constituyéndose
en una excepción en un marco latinoamericano de
izquierda? Entonces yo le pregunto: ¿y cuales
son los gobiernos de izquierda? Dice: fulano, perano,
sutano, Lula. Le digo: ¿entonces qué ha
hecho el presidente Lula para que usted pueda decir que
es un gobierno de izquierda y qué hemos hecho
nosotros para que usted pueda decir que este es un gobierno
de derecha? Y ella enmudece. Y después me dice:
es que yo soy de izquierda. Y le digo: entonces dígame, ¿usted
por qué es de izquierda y yo por qué soy
de derecha? ¿Derrotar el terrorismo en un ambiente
de Seguridad Democrática es ser de derecha?
Entonces veo que
esa división es muy dañina
y puede afectar unos factores de mínima unidad
regional, que se requieren para ambientes competitivos.
Nosotros hemos dicho
que para sustituir esa obsoleta división y crear un ambiente propicio para la
competitividad, las instituciones del Estado deben aportar
con lo que se llama “los elementos de una democracia
moderna”.
Esos elementos deben permitir responder si es una democracia
excluyente, parcializada, o es una democracia incluyente
y universal. Esos elementos deben contestar si es una
democracia liderada por liderazgos constructivos, o simplemente
cuasi-orientada por caudillismos. Si es una democracia
en la cual los gobiernos y las instituciones dan ejemplo
de respeto a la ley, o es una democracia regida por caprichos
de gobernantes elegidos.
Y para contestar
esas preguntas, cuya respuesta nos dice si hay o no
una democracia moderna, nosotros hemos
venido proponiendo cinco parámetros, que son:
la Seguridad Democrática, el respeto a las libertades
públicas, la cohesión social, la transparencia
y el respeto a la institucionalidad independiente.
Las libertades públicas y la cohesión
social, son elementos bien importantes para una democracia
moderna, puesto que el uno representa ese valor universal
e histórico del respeto a la individualidad, y
el otro representa ese valor universal e histórico
que se quiso presentar en algún momento como la
antítesis, que es el respeto al colectivo.
Quien primero en
nuestra época empezó a
acortar la diferencia entre las libertades individuales
y la cohesión social y a mostrar que no eran valores
contrapuestos sino valores complementarios, fue Bobbio.
Nosotros de Bobbio
hemos recogido la necesidad de que vamos llevando,
en esta caracterización de democracia
moderna para construir un ambiente competitivo, de la
mano el respeto a las libertades individuales y el trabajo
por el colectivo a través de la cohesión
social.
Por supuesto, la
transparencia. No hay recursos que alcancen para la
cohesión social si no hay transparencia.
No hay gobernabilidad si no hay transparencia. No hay
credibilidad si no hay transparencia. No hay confianza
inversionista si no hay transparencia.
Anoche decía yo en la Cámara de Comercio
de Cartagena, que los inversionistas hoy van a encontrar
en todos los países del mundo respeto a las reglas
de juego. Incluso los más furibundos amigos de
la inversión privada internacional, son aquellos
que hasta hace poco se erigían como los de más
radical orientación socialista.
Entonces hay una
serie de elementos que ya empiezan a darse por descontados
para traer inversión internacional.
Hay que hacer énfasis es en la transparencia.
La verdad es que nos tenemos que convencer que la transparencia
deja de ser una categoría trascendente en la vida
de los pueblos, y empieza a ser una categoría
inmanente. Una categoría más del mundo
material. Si no hay transparencia, la gente no invierte
en ese escenario.
Colombia necesita,
para la credibilidad internacional, a mi juicio, tres
elementos: avanzar en su Seguridad
Democrática, necesita cumplir las metas sociales
del Milenio y necesita demostrar un continuo avance en
materia de transparencia.
Nuestro sometimiento
a las metas sociales del Milenio, lo enmarcamos en
el elemento anterior que les decía,
en uno de los cinco que caracterizan una visión
de democracia moderna, que es la cohesión social.
Entonces con estos
elementos, que creo que son importantes desde el punto
de vista de la concepción del Estado
para crear confianza alrededor de un marco de competitividad,
déjenme referir a algunos de los puntos que trae
el profesor Porter en la figura 48 de su presentación.
En la primera columna él se refiere al ambiente
legal, social, macro-político, el impacto de los
narcóticos en la imagen y en la competitividad
del país.
DROGAS ILÍCITAS
La lucha contra
el narcotráfico, profesor Porter,
es un elemento esencial de nuestra política de
Seguridad Democrática. La estamos dando en todos
los frentes, y creemos que no se pueden repetir equivocaciones,
y estamos repitiéndoles permanentemente a los
gobiernos de los países amigos que no dejen repetir
los errores que cometimos en Colombia.
Cuando había solamente narcotráfico, se
decía: bueno, Colombia no produce, Colombia no
consume, simplemente se beneficia del tráfico.
Después empezó una pequeña producción,
5 mil hectáreas. No, eso no vale la pena. Como
ocurre hoy en países vecinos. Tiene 5 ó 7
mil hectáreas y no le asignan importancia a eso,
y rapidito, sin darnos cuenta, el país llegó a
tener 160 – 180 mil hectáreas que tenía
en el año 2000, cuando los presidentes Clinton
y Pastrana empezaron el Plan Colombia.
Y se ha dicho: no,
es que eso no es un problema nuestro, es de los países consumidores. Nosotros ya tenemos
un millón de consumidores.
Entonces esto no es para asignarnos toda la responsabilidad,
pero es para decir que no podemos pasar de la exigencia
de corresponsabilidad, simplemente a decir que la responsabilidad
la tienen los otros.
Esto hay que asumirlo con una gran corresponsabilidad,
con un gran esfuerzo de nuestra parte, pero con un gran
esfuerzo de la comunidad internacional.
Y el mayor problema
que veo en este tema, es la falta de determinación en los vecinos y el temor de
los vecinos de enfrentar esos problemas con toda la energía.
Yo el problema hoy no lo veo tanto en Colombia, como
en la falta de conciencia en los vecinos sobre la gravedad
de este riesgo.
¿Qué estamos haciendo nosotros? En la
parte de producción, erradicando cultivos. Yo
diría que el año pasado no fue el mejor
año, porque no descendimos sino un 7 por ciento.
Confiamos que este
año vayamos a presentar un
mejor resultado. Este año en fumigación
hemos crecido un 30 por ciento en relación con
año pasado y empezamos exitosamente la erradicación
manual.
Éramos muy escépticos de la erradicación
manual, pero estamos haciendo el esfuerzo para completar
30 mil hectáreas manualmente erradicadas. Con
mucho sacrificio de las personas que están trabajando
en eso. Ahí han sufrido varios ataques, especialmente
de la guerrilla, los grupos de erradicadores manuales.
En cuanto al tema
del tráfico, creo que el país
ha dado un gran avance en materia de extradición.
La hemos desmitificado. Hemos venido venciendo esa resistencia
a la extradición, que se quería montar
desde una posición xenofóbica, desde un
falso nacionalismo.
Y hemos dicho claramente
que la globalización
de la justicia exige, por ejemplo en un país que
es adherente de la Corte Penal Internacional, que instituciones
como la extradición simplemente transcurran normalmente,
que se desmitifique. En eso hay un gran avance.
En cuanto al lavado
de activos, necesitamos mayores esfuerzos de la comunidad
internacional. Aquí recientemente
el Congreso, bajo el liderazgo del ex ministro Fernando
Londoño, aprobó una ley que hace más
expedito el procedimiento para extinguir bienes ilícitamente
adquiridos. Confiamos que la tarea de la justicia nos
permita avanzar en este tema.
Y hay el gran debate.
Hay mucha gente a la expectativa de que no tenga suficiente éxito la lucha contra
la droga en Colombia. Están a la expectativa de
que entonces cobre fuerza la tesis de la legalización.
Yo confieso que
veo el tema desde la óptica de
padre de familia. Y creo que la legalización,
muy contrariamente a lo que estiman sus mentores, sí produciría
un desbordamiento, que el primer daño que podría
causar es una destrucción ecológica imprevisible.
Este país todavía tiene 578 mil kilómetros
de selva, a pesar de todo el daño. Del millón
164 mil kilómetros de Colombia, hay 578 mil en
selva, profesor Porter. No obstante que las drogas ilícitas
han destruido un millón 700 mil hectáreas
de selva tropical.
El tema ecológico creo que es un tema fundamental
para convencer a las nuevas generaciones de que el país
no puede embarcarse en la tesis de la legalización.
Hay que tener toda la voluntad para derrotar las drogas
en Colombia.
Y ahí hay otro punto del cual somos conscientes
muchísimos en Colombia: las políticas de
prevención, las políticas de rehabilitación
son más eficaces en la medida que haya criminalización
y son menos eficaces en un escenario de legalización.
Yo diría que la política de Seguridad
Democrática, con ese componente que es la lucha
contra la droga, le debe dar al mundo una señal.
El mundo no nos debe medir tanto por los resultados sino
por nuestra voluntad, por nuestra determinación.
Un país que llegó a tener 50 mil terroristas
ricos, que a diferencia de las guerrillas centroamericanas
no dependían de la ayuda internacional sino que
son de muchísima riqueza por el narcotráfico,
etcétera, es un país al cual no puede exigírsele
que supere eso de la noche a la mañana. Además
aquí tienen mucho dónde esconderse. Una
cosa es enfrentar 120 terroristas de una organización
europea, y otra cosa es enfrentar aquí 50 mil,
con todas las armas habidas y por haber y con toda la
riqueza.
Yo creo, profesor
Porter, que nos tienen que ayudar para crear ese ambiente
de buena imagen para la competitividad
colombiana. El tema no es tanto de resultados milagrosos
como de persistencia, como de una voluntad de hierro.
Lo que nos tienen que estar ‘testiando’ permanentemente
es si conservamos o no la voluntad de hierro para superar
esos problemas.
Por supuesto, como
todo objetivo de largo plazo, esto necesita unos elementos
que lo estimulen, que son las
metas parciales, el proceso de mejoramiento continuo,
así no siempre se dé con la velocidad con
que lo queremos.
VISIÓN
2019
Para superar esa
historia de enfocarnos en el corto plazo, desde el
Gobierno hemos querido estimular la visión
de largo plazo, a la cual se refirió el director
de Planeación, el doctor Santiago Montenegro,
quien, con su equipo, le ha presentado al país
la Visión 2019.
El primer documento,
profesor Porter, lo hemos presentado como un borrador,
para someterlo a la discusión
democrática. La verdad es que la visión
de largo plazo es un elemento fundamental de construcción
de confianza y de gobernabilidad.
Es imposible la
gobernabilidad –en un país
descentralizado, con un Congreso pluralista, con elección
popular de 33 gobernadores, con elección popular
de 1.096 alcaldes–, si no hay una visión
de largo plazo que unifique. Y para que esa visión
de largo plazo unifique, no se puede imponer. Hay que
someterla a un permanente debate democrático.
Confiamos que en
el primer trimestre del año
entrante, Santiago Montenegro pueda publicar la segunda
edición del documento Colombia: Visión
2019, recogiendo parte de la discusión, para seguir
alimentado esa discusión, y que se presenten tanto
borradores cuántos amerite la discusión,
para ir construyendo el mayor nivel posible de consenso
alrededor de ese documento.
Y es el único
camino para poder tener hilos conductores de planes
cuatrienales de desarrollo con planes cuatrienales
de desarrollo.
En la democracia
no hay nada que se pueda imponer más
allá de lo que la Constitución exige. Y
los hechos sociales en algún momento pueden desbordar
la Constitución y obligar a su reforma, como ha
ocurrido en Colombia. Por ejemplo, cuando se tomó la
decisión de dejar atrás la Constitución
del 86 y por un decreto convocar la Constituyente, que
finalmente le entregó al país la Constitución
del 91.
Entonces cuando
la Constitución prevé que
cada gobierno y cada Congreso llega con una propuesta
de plan de desarrollo, allí la Constitución
nos está diciendo: mire, yo no tengo elementos
para forzar que haya continuidad, lo único que
pueden hacer ustedes es, a través de un proceso
democrático, construir ese consenso que garantice
que haya unas líneas esenciales que sean los puentes
de un plan cuatrienal con el otro plan cuatrienal.
Creo que si nosotros
tenemos éxito en construir
ese buen nivel de consenso, ese buen nivel de consenso,
traducido en la Visión Colombia 2019, ayudará a
que no haya abandono de las líneas esenciales
que requiere el país, de un plan cuatrienal de
desarrollo al otro plan cuatrienal de desarrollo.
Pero es muy importante
combinar la visión de
largo plazo con el trabajo cotidiano, la visión
con la ejecución.
La verdad es que
si los gobiernos se dedican exclusivamente a ejecutar,
la ciudadanía se desorienta porque
no sabemos para dónde vamos. Y lo mismo les ocurre
a los propios ejecutores.
Pero si los gobiernos
se dedican solamente a proponer visiones de largo plazo
y no ejecutan, esas visiones
se convierten en quimeras, en sueños inalcanzables.
Dejan de ser sueños y se convierten en frustraciones.
Por eso nosotros
hemos venido exigiendo mucho: sí,
tengamos la visión, pero complementemos eso con
el esfuerzo cotidiano. Visión y ejecución.
Las metas parciales necesitan estar alimentando la visión.
A esto hay que hacerle
también un gran seguimiento.
Y el sector privado, desde ese Consejo de Competitividad
que nos está proponiendo, puede convertirse en
un gran factor que le haga seguimiento al cumplimiento
de la Visión 2019 y a sus metas parciales.
INVERSIÓN
EXTRANJERA
El bajo nivel de
inversión extranjera directa:
es cierto, yo confío que eso se esté revirtiendo.
De acuerdo con informes
del Banco de la República,
el año pasado el país ya tuvo 3.015 millones
de dólares de inversión extranjera directa,
cuando habíamos descendido a niveles muy bajos.
Hace pocas semanas
Naciones Unidas expresó que
la inversión extranjera directa en Colombia, en
el año 2004, creció en un 95 por ciento.
Y dio una cifra superior en 700 millones de dólares
a la que registró el Banco de la República.
Yo confiaría que este año, sin contabilizar
las permutas de acciones, la inversión extranjera
directa en nuestro país sobrepase los 5 mil millones
de dólares. Pero necesitamos mucho más.
Algún factor positivo que resaltaría es
que no está concentrada en la búsqueda
de hidrocarburos. Se ha diversificado bastante, lo que
es una muestra de que hay una tendencia de confianza
en Colombia.
Yo estoy optimista,
profesor Porter, al ver el interés
de la comunidad internacional de invertir en Colombia.
Hay un momento que, si lo aprovechamos bien, puede llegar
mucha inversión a nuestra Patria.
ECONOMÍA
INFORMAL
La verdad es que
hay varios puntos en los cuales puede trabajar el Gobierno
para que se vaya reduciendo esa
informalidad. Uno es simplificar la vida de los ciudadanos.
Otro punto es el manejo de la tributación.
En cuanto a la simplificación de la vida de los
ciudadanos, para que le pierdan la pereza a formalizarse,
el Gobierno ha venido trabajando proyectos de simplificación
de trámites, como uno aprobado recientemente por
el Congreso de la República, y estamos avanzando
en otras direcciones.
Cuando usted mira
el tema parafiscal y el tema de obligaciones a la seguridad
social en Colombia, encuentra que aquí mínimo
cada empresa tiene que hacer al mes cuatro declaraciones
de pago y cuatro pagos como mínimo.
Se tiene que hacer
una para régimen contributivo
de salud, que pueden ser muchas más si los trabajadores
han tomado la decisión de afiliarse a varias EPS;
otra para pensiones, con el mismo riesgo; otra para cajas
de compensación, Bienestar Familiar, el Sena,
y otra para riesgos profesionales.
Eso complica mucho
la vida de las empresas –se
lo estoy citando a manera de ejemplo–, y también
estimula la evasión, porque la gente no evade
cuando tiene que cotizarles a los fondos de pensiones,
pero sí evade en salud, porque por la solidaridad
no importa declarar o subdeclarar el salario. De todas
maneras si se subdeclara el salario, en nada afecta la
prestación de los servicios de salud al trabajador.
Nosotros confiamos
que antes que termine esta administración,
todos los empresarios colombianos ya hayan unificado
estos pagos, lo cual simplifica trámites y nos
ayuda a controlar evasión.
TRIBUTACIÓN
Y el otro tema es
el tema tributario, bien complicado. Yo diría
que en este Gobierno hemos adoptado un esquema que
tiene unos elementos permanentes y otros
transitorios.
Hemos enfrentado
un déficit muy alto, hemos enfrentado
un endeudamiento público muy alto, muy alto para
los niveles tradicionales de Colombia, y nos ha tocado
proceder a buscar recursos extraordinarios, a elevar
tarifas y a revivir el impuesto de patrimonio.
El principio rector de esto ha sido: hay que subir los
impuestos, pero darles incentivos a quienes quieran crecer.
Porque en una situación de tan alto endeudamiento,
de tan alto déficit, para el Gobierno es muy difícil
encontrar cómo hace compatible la solución
al déficit, cómo empieza a revertir la
tendencia de endeudamiento y cómo simultáneamente
estimula la inversión, cómo simultáneamente
logra que la inversión no se vaya a países
que no han tenido que derramar esas cargas tributarias.
Entonces nosotros
hemos introducido, a la par con la elevación de los tributos, unos incentivos bien
importantes, que creo que el sector privado los está aprovechando
y que en buena parte explican el aumento de la inversión
privada en estos últimos tiempos.
La inversión privada llegó a situarse
en el 6 – 8 por ciento, como porcentaje del PIB.
El año pasado esa inversión privada terminó alrededor
del 12 y confiamos que este año termine alrededor
del 15, pero el país tiene que trabajar para situarla
entre el 20 y el 22.
¿Qué sigue?
Hay unos puntos de mucho disenso, de mucha controversia,
y hay otros puntos de relativo
consenso.
¿El Gobierno qué piensa? Hay tres o cuatro
retos. Un reto es renta, otro reto es IVA –los
dos tienen un punto común, que es expansión
de la base– y otro reto es el de las transferencias
a la regiones.
En el año 2008 vence la vigencia de un acto legislativo
adoptado por iniciativa del ex ministro Juan Manuel Santos,
que reguló, con mucho acierto para un período
relativamente corto, las relaciones entre el gobierno
central y las regiones.
El país tiene que tener la seguridad de que eso
se va a sustituir por un acto legislativo o por unas
leyes de total responsabilidad. Y hemos venido creando
una gran conciencia entre las autoridades regionales
para que no vayan a haber sorpresas que nos podrían
afectar la confianza.
En materia de renta,
necesariamente tenemos que reducir las tarifas, y reducirlas
sustancialmente. De lo contrario,
el país no podría ser competitivo.
¿Qué me preocupa a mí? Hay debates
que se dieron en Colombia hace poco y se quieren revivir.
Por ejemplo, en el año 86, cuando empezaba la
administración del presidente Barco, siendo ministro
de Hacienda el presidente Gaviria, Colombia eliminó la
doble tributación.
Se está hablando nuevamente por parte de algunos
de revivir el impuesto a los dividendos. Yo creo que
allí hay que tener apuestas de largo plazo. Una
de las cosas que más me sorprende a mí es
que ese es un debate fresco que se dio hace poco, ¿cómo
lo vamos a revivir ahora?
Se tomó la decisión en ese momento de
tener impuesto corporativo alto y exención de
dividendos. Ahora algunos quieren hacer lo contrario:
no tener impuesto corporativo y sí gravar los
dividendos.
Lo que tiene claro
el Gobierno es que hay que reducir la tarifa de renta.
Los otros puntos, hasta ahora –y
en esto hay que tener una posición firme pero
también abierta–, a mí me parece
que es muy prematuro para echar para atrás dos
decisiones que se tomaron en la reforma tributaria de
1986. Una, el desmonte de la doble tributación,
y la otra, que se gravara en cabeza de la empresa, no
en cabeza del accionista.
El punto importante
sí es ampliar la base. Cuando
el Gobierno empezó teníamos 380 mil contribuyentes
de renta. Este año debemos terminar con más
de un millón de contribuyentes de renta, pero
hay que llegar a dos millones. Nuestra meta inicial era
dos millones, vamos cortos hacia esa meta, tenemos que
buscar nuevos mecanismos a ver cómo la cumplimos.
Ese es un punto
que consideramos trascendental. El otro punto es el
del IVA: la tendencia hacia la universalización
el impuesto al valor agregado.
Cuando el Gobierno
empezó, el IVA gravaba el
37 por ciento de los bienes y servicios. Hoy grava el
53. Hemos tenido que sacrificar la ortodoxia en materia
de tarifas, porque creemos que, dadas las circunstancias
de factibilidad social y política, para avanzar
hacia la universalización es necesario tener tarifas
diferenciales, decrecientes a medida que el impuesto
toca el corazón de la canasta familiar.
Tomamos una decisión, la aprobó el Congreso,
que fue un IVA general del 2 por ciento para lo no gravado.
Creo que fue el paso de reforma estructural, orientado
hacia la formalización de la economía,
más importante que se hubiera podido dar. Pero
la Corte Constitucional lo declaró inexequible.
En la discusión que Colombia tiene que afrontar
en los próximos meses, hay que repensar eso.
Ahora, esto hay
que repensarlo, no solamente desde el punto de vista
de la ortodoxia económica sino
de la factibilidad social y política. Tramitar
estos proyectos de ley, en un Congreso pluralista como
Colombia, es bien difícil.
Entonces los grupos
de estudio que están enfrentados
a la materia, nos deberían entregar dos escritos:
un escrito con lo ideal y otro escrito con lo política
y socialmente factible.
El Gobierno cree
que hay que universalizar el tema del IVA, pero hay
que buscarle el acomodo social. Para encontrar
el acomodo social, me refiero a tres puntos: se requiere
trabajar la heterodoxa fórmula del diferencial
tarifario, se requiere buscar unos mecanismos de devolución
a los sectores más pobres para aclimatar constitucionalmente
la medida, y se requiere hacer un acuerdo de salarios,
para que en el año en que se adopte esa elevación
o esa universalización de la base, haya un incremento
de salarios compensatorios.
Si no se rodea una
propuesta de esa naturaleza, de ese esquema de acuerdo
social, me parece bien difícil
de implementar.
SIMPLIFICACIÓN
El otro tema es
la simplificación. Sí,
la legislación tributaria es una legislación
en Colombia muy complicada. Y la próxima administración
tiene que comparecer en sus inicios al Congreso de la
República con un proyecto de simplificación
tributaria.
Quería referirme en la parte de los tributos
a estos puntos y no olvidar que en los últimos
años el país ha hecho unas reformas estructurales
de gran importancia.
Quiero mencionar,
por ejemplo, la Ley 617 de la administración
Pastrana, que es el principio del gran saneamiento de
los municipios y de los departamentos, como lo muestran
las cifras fiscales, y que se ha logrado también
por la disciplina con que este Gobierno la ha aplicado.
Y en este Gobierno
hemos avanzado mucho –no le
quiero mencionar sino el tema de la reforma a la administración
pública–. Hemos reformado más de
200 entidades del Estado, de ellas 111 hospitales públicos.
Eso nos ha permitido ganar un punto en materia de superávit,
cuando se mide el balance fiscal de las empresas de la
Nación.
En materia pensional
hemos avanzado mucho con reformas legales, con reformas
en más de 100 entidades
del Estado y con reformas constitucionales. Pero falta
muchísimo en la reforma de la administración
pública.
COMBUSTIBLES
Y esto ha coincidido
con el ajuste en los precios del combustible. Cuando
veo la crisis Centroamericana por
el ajuste en los precisos del combustible, digo: Dios
mío, ¿cómo nos hemos salvado en
Colombia? Centroamérica se ha visto, en los últimos
meses, al borde de catástrofes institucionales
por los precios del combustible. Aquí hemos venido
haciendo el ajuste y el pueblo colombiano lo ha asimilado
de la manera más positiva. Increíble.
Ahora, es distinto
hablar del precio de los combustibles entre un grupo
de economistas de alta graduación,
y hablar del precio de los combustibles con los taxistas
o con los buseros o con los transportadores, que es donde
se produce la tormenta social. Uno no ve a los economistas
liderando las marchas en Centroamérica contra
el precio al combustible, pero sí ve a los taxistas
y sí ve a los transportadores en general.
Ahí tenemos, en la región, un gran desafío,
profesor Porter, que nos puede crear una crisis institucional,
y Colombia ha venido en ese ajuste, lo mismo que en el
ajuste de otros impuestos.
Este Gobierno entrega
una actualización del ciento
por ciento de la valoración de la tierra urbana
como base de impuestos, y del 70 por ciento de la tierra
rural. Y simultáneamente hemos tenido que hacer
en las empresas de servicios públicos, ajustes
administrativos severos y ajustes tarifarios.
Me parece que un
pueblo, con la pobreza de Colombia, realizar al mismo
tiempo todos estos ajustes, es un pueblo
que está realizando una proeza.
Por eso hay que
reconocer que nos faltan ajustes, como esos ajustes
tributarios que se han reclamado, pero también
hay que reconocer que se han hecho muy profundos ajustes
en los últimos años, y para tener la menor
subjetividad quise empezar con la mención de la
ley de mi antecesor, que es la ley 617.
Me parece bien importante
una cosa que usted nos dice: aquí no hay que
pensar en estimular empresa sino cluster. Y creo que
sobre eso tiene que adquirir conciencia
tanto el Gobierno como el sector privado.
La gráfica que nos mostró de ese popurrí,
es una gráfica que impresiona y la debíamos
tener en todas las oficinas públicas y en todas
las oficinas privadas, para no cometer ese error. Me
parece que su conferencia nos hace mucha claridad en
esa dirección.
INFRAESTRUCTURA
FÍSICA
Tiene usted razón, Profesor. Uno de los anexos
de la Agenda de Competitividad en la Agenda de Infraestructura.
Creo que vamos por buen camino en esa materia, pero ahí tenemos
que tomar otras decisiones políticas.
Por ejemplo, el
lunes tenemos un Consejo de Ministros con los gobernadores,
y hay que decirles: ustedes van
a tener que hacer esfuerzos para pavimentar sus vías
secundarias, para darles sostenimiento a sus vías
terciarias, el Gobierno Nacional no puede seguir haciendo
eso.
El Gobierno Nacional,
con los recursos limitados, tiene que escoger si sigue
en eso –que es importante
para unir el país, para evitar desplazamientos,
etcétera–, o si se dedica a las vías
de la competitividad. Creo que el Gobierno va a tener
que dar esa pelea política, hacer una gran tarea
de persuasión sobre las autoridades locales, para
que los escasos recursos nacionales se dediquen a la
infraestructura que más relación y directa
relación tiene con la competitividad.
Creo que esa falta
de estructura de colaboración
de largo plazo entre el sector privado y el público,
creo que no ha sido falta de colaboración. Ningún
gobierno de Colombia puede negar a que ha tenido colaboración
del sector privado, todos la han tenido, unos en mayor
grado que otros.
Cuando peor han
sucedido las cosas, el sector se ha dividido. Unos
han hecho oposición y los otros
han apoyado. Pero aquí siempre ha habido ese espíritu
colaborativo.
Creo que lo que
nos falta no es ese espíritu
colaborativo, sino que aunemos esfuerzos alrededor de
la visión de largo plazo y que entonces no colaboremos
un día en un propósito, al otro día
en un propósito diferente, sino que vamos remando
hacia ese objetivo de largo plazo.
Y me preocupan algunas
omisiones que he visto acá,
por ejemplo la poca mención al tema educativo
y la ausencia de mención al tema laboral.
Para analizar la competitividad potencial de Colombia
creo que hay que mirar el tema laboral. Colombia ha logrado
un esquema laboral y de seguridad social comparativamente
excelente en el Continente.
Por ejemplo, tenemos
un esquema laboral que se sitúa
en el justo punto entre la flexibilidad y la cohesión
social. Y sobre eso hemos guardado silencio. Es un gran
factor de atracción de capital en Colombia. Lo
mismo lo que hemos logrado en seguridad social.
REVOLUCIÓN
EDUCATIVA
Y no podemos dejar de asignarle toda la importancia
que requiere el tema educativo para la competitividad.
Nosotros estamos
empeñados en la Revolución
Educativa, como la primera de nuestras herramientas de
construcción de equidad y como la primera de las
herramientas de nuestra construcción de competitividad.
Y además va a ser la primera meta de las metas
sociales del Milenio que Colombia va a cumplir. Para
nosotros las metas sociales del Milenio no pueden seguir
siendo declarativas, tienen que ser metas que Colombia
cumpla.
Entonces el examen
de lo que está haciendo Colombia –bajo
el liderazgo de la Ministra de Educación (Cecilia
María Vélez)– en el tema de la Revolución
Educativa es bien importante. La hemos desagregado en
cobertura, calidad, pertinencia, capacitación
técnica y ciencia y tecnología.
Empiezo por lo último. Un ambiente competitivo
exige un gran acuerdo de la academia y del sector privado
para investigar. Creo que en Colombia las bases de ese
acuerdo están dadas, lo que necesitamos es más
recursos.
Ahí tenemos una deficiencia enorme de recursos
fiscales –yo diría que es la parte negativa–,
todavía no hemos cumplido con lo que se necesita
de aportes fiscales para estimular la investigación.
Pero eso lo estamos compensando con un programa que se
llama: Estímulo a la Competencias Investigativas
de los Niños. Eso va muy bien en más de
600 escuelas colombianas.
Los países que lograron grandes avances investigativos,
no los lograron empezando con caudalosas sumas aportadas
en los presupuestos, sino con el estímulo a la
investigación en los grupos estudiantiles. Ahí estamos
trabajando bien, a ver si podemos defendernos de la falta
de recursos.
Otros temas de calidad
educativa bien importantes y de pertinencia son estos:
hoy todos los maestros colombianos
se están nombrando por concurso –antes se
nombraban por recomendación política–,
estamos examinando no solamente los bachilleres sino
los egresados de las universidades, pusimos en marcha
unas pruebas que se llaman Ecaes para examinar los egresados
universitarios. Y esto ha ayudado mucho a que, por ejemplo,
la universidad pública adquiera mayores niveles
de eficiencia.
Tenemos dos sistemas
de acreditación de programas
universitarios: uno obligatorio sobre todo programa que
quieran ofrecer las universidades, y otro voluntario
para acreditar programas de excelencia.
Y para garantizar
la pertinencia, esa congruencia entre el sector educativo
y las demandas de la economía
y la vida social, que en nuestro concepto es un elemento
es un elemento fundamental de competitividad, estamos
trabajando lo que se llama el observatorio laboral de
los egresados universitarios.
Lo pusimos a funcionar
hace un año y apenas va
dar ahora los primeros resultados. Va indicarle a la
comunidad colombiana cómo están integrados
los programas de la comunidad académica, con las
necesidades de la vida social y económica.
CLUSTERS
Quisiera dos reflexiones
finales. Una reflexión
sobre cluster.
La verdad es que
esta es una economía diversificada
y ahí tiene limitaciones, pero también
muy importantes oportunidades. Cuando ustedes hablan
de que esta economía hay que especializarla, hay
que poner cuidado con lo que es el grado de diversificación
de esta economía.
Yo creo más en los cluster en la forzada o forzosa
especialización de la economía. Puede ser
una economía diversificada, pero no con empresas,
sino diversificada con cluster.
Y cuando uno empieza a mirar clusters posibles en Colombia,
sobre los cuales tenemos grandes ventajas potenciales,
encuentra muchos. Quiero citarles tres:
El de madera. Una
hectárea en este país
produce 25 metros cúbicos por año de especies
maderables reclamadas en los mercados internacionales.
Chile, de esas especies,
produce 12 – 15. Finlandia,
con exportaciones de madera y derivados de 40 mil millones
de dólares, produce 1 – 2 metros cúbicos
por año, hectárea. Nosotros, 25. Y estamos
situados aquí en este punto tan cercano de todos
los mercados, y no tenemos sino 170 mil hectáreas
de bosque comercial.
En el tema de los
combustibles biológicos, ahí tiene
Colombia una enorme posibilidad. Entre octubre y enero
el país empezará en cinco plantas el primer
millón de litros diarios de combustible de alcohol
carburante.
A eso hay que sumarle
el biodiesel, que confiamos que rápidamente empiece el país
a producir.
ACTITUD POSITIVA
Y una reflexión
final. Miren, una de las cosas en que mas acierta Gustavo
es que estas visiones de largo
plazo no pueden conducirse solamente con frialdad argumental.
Necesitan, para impactar el comportamiento de los ciudadanos,
impactar sus sentimientos.
Colombia necesita
un gran impacto sobre el sentimiento de su ciudadanía. Por eso hay que mantener una
ciudadanía en permanente estado de confianza,
una ciudadanía que no se arredre ante ningún
revés, y de eso tiene que dar ejemplo el Gobierno.
Una ciudadanía que madrugue con optimismo y una
ciudadanía que mantenga una actitud, una actitud
sentimental muy positiva, cualquiera sea la circunstancia
del momento.
Entonces mi sugerencia,
apreciados compatriotas, es que esa visión de largo plazo para ganarla necesita
muchos elementos, pero también necesita un elemento
afectivo, un elemento sentimental.
Por eso no podemos
pretender impactar solamente la razón
de los colombianos, sino que hay que impactar el sentimiento
de los colombianos. Y para impactar el sentimiento de
los colombianos, nos tenemos que tocar el sentimiento
de papás y de mamás, y preguntarnos: ¿cuál
es el país que le vamos a dejar la próxima
generación? ¿Qué gana uno si a la
próxima generación le deja educación
y le deja unos pesos, un principio de capital, y no le
deja un país seguro, no le deja un país
competitivo?
Entonces, en busca
de que la próxima generación
de colombianos pueda vivir feliz en este país,
nosotros tenemos que trabajar, con afecto y con sentimientos
que dan energía, una visión de corto plazo.
Muchas gracias.