ENTREGA
DEL PREMIO A LA GESTIÓN DE CALIDAD
Octubre 06 de 2005 (Bogotá – Cundinamarca)
Compatriotas:
Quiero saludarlos
a todos y expresar la felicidad del Gobierno por ver
los éxitos de la empresa privada
colombiana.
Qué bueno que se estimule más el crecimiento,
la fe de los colombianos en su empresa privada, en las
posibilidades de obtener empleo estable, bien remunerado,
digno, con afiliación a la seguridad social, a
través del crecimiento de nuestra empresa privada.
Quiero felicitar
a la Fiduciaria de Colombia, Fiducolombia, por su gran
esfuerzo, por ejemplo, para llevarle nuevas
posibilidades de financiación al sector agropecuario.
Quiero felicitar
al Banco (Bancolombia) por el gran esfuerzo para ir
a buscar a los potenciales clientes
de la microempresa colombiana. Ese es un ejemplo bien
importante. Aquí pudimos conocerlo: el Banco con
sus misiones de funcionarios ofreciéndoles crédito
a los microempresarios. No esperando que los microempresarios
lleguen, sino visitando a los microempresarios.
Ese es un gran ejemplo, que lo valoramos y lo destacamos
ante todos los colombianos.
Quiero destacar
a Alianza Team, por esa gran tarea de agrupar tantas
empresas del sector para lograr economías
de escala, para logra mayor productividad, mayor competitividad.
Se ha visto en inversiones
de modernización,
se ha visto en ese gran crecimiento de su capacidad instalada
industrial.
Alianza Team es
un esfuerzo empresarial, donde muchos que seguramente
a título individual no habrían
podido ser competitivos, se han unido para lograr ser
competitivos y traerle más inversión a
Colombia, más ingreso a los colombianos y más
oportunidades de trabajo.
Y quiero felicitar
a Petrobrás. Nos sentimos
muy orgullosos de este tipo de empresas extranjeras,
internacionales, que están en Colombia.
Sus palabras, señor representante de Petrobrás
(Joao Carlos Araujo Figueira), nos muestran los esfuerzos
que están haciendo en Colombia, especialmente
en una concesión tan ilusionante como la Concesión
Tayrona, donde ustedes, con la Exxon y Ecopetrol, comparten
la exploración en 4 millones de hectáreas.
Y en esa tarea los
colombianos tenemos fincadas muchas expectativas, para
ojalá poder revertir la tendencia
decreciente de nuestras reservas de petróleo y
agregarle a nuestras reservas de gas.
Estamos muy ilusionados
también de que ustedes
crezcan más y más sus inversiones en Colombia.
En un magnífico libro, publicado hace poco, de
John Kotter, sobre el corazón del cambio, en uno
de los capítulos finales dice que la cultura del
cambio en las empresas –y lo asimilo por igual
para las públicas y para las privadas–,
no es producto del discurso, no es producto de lo que
se escriba en la visión o en la misión,
es producto de los resultados.
Diría que primero son los resultados y después
la cultura empresarial.
Estos resultados de ustedes fortalecen la cultura empresarial
de calidad. Impactan el comportamiento de los colombianos
para avanzar en ese ejercicio empresarial de calidad,
que es un presupuesto necesario para la competitividad.
Ustedes, al haber logrado este premio, han tenido que
permanecer durante largo rato en el camino del cambio.
El camino del cambio no tiene fin.
En el Estado, en
el sector privado, menos en sociedades con tantas deficiencias
como la nuestra, nadie puede
decir: ya lo hice, ya cumplí. Cada día,
mientras más hayamos hecho, más necesitamos
hacer.
En un país donde hay tantas necesidades, un 52
por ciento de la población en pobreza, el balance
de nadie es suficiente. Los mejores balances son apenas
mínimos.
Por eso hay que
tener esa decisión de apegarse
permanentemente al mejoramiento, al mejoramiento continuo,
como lo enseñara Kotter, al mejoramiento con ajustes
dentro de una franja, al mejoramiento generalmente sin
cambios bruscos, pero sin estancamiento, al mejoramiento
con ajuste de todos los días.
Y es bien importante
para esa cultura empresarial a base de resultados,
comprometer en todas las empresas,
estatales y públicas, a todo el mundo con el cambio.
El cambio para la
calidad, para la competitividad, no es cuestión
de unos pocos. Puede que un grupito reducido lo inspire,
pero si no compromete a todo el
mundo, o se logra.
Cuando el cambio
apenas compromete a un grupito reducido de la cúpula empresarial, es mucho más
difícil que produzca resultados.
Cuando nosotros
trabajamos con ese concepto que mis críticos llaman de tumulto, justamente lo hacemos
en la convicción de que hay que comprometer a
toda la base social con las tareas que necesita la sociedad
colombiana.
Mientras más amplia la base empresarial o social
comprometida con las tareas de cambio, menos difícil
el resultado.
Y si ustedes han
logrado estos éxitos, es porque
han tenido la combinación necesaria de visión
y de ejecución.
Nada nos ganamos
con tener visión, si no hay
capacidad ejecutiva.
Nada nos ganamos
con tener horizontes de largo plazo, si no trabajamos
en el día a día para lograrlos.
Si no hay ese trabajo que nos aproxime en el día
a día a los horizontes de largo plazo, esos horizontes
se convierten en meras declaraciones, en expectativas,
en quimeras que se desvanecen.
Y es muy importante
también lo contrario. Esa
visión de largo plazo, para que el esfuerzo cotidiano
ponga a todo el mundo a mirar en la misma dirección.
Para ganar este Premio, para producir los resultados
que ustedes han producido, tienen que haber trabajado
con esos elementos.
Esta Patria nuestra
es campo fértil para la inversión
privada. Diría que hay aspectos muy importantes.
Uno de ellos: la empresa privada colombiana es solidaria.
Uno se pone a ver la carga en tributos, la carga en
parafiscalidad, la carga en aportes a la seguridad social,
y hay que decir: la empresa privada colombiana es solidaria.
Cuando comparo la
empresa privada colombiana con la empresa privada de
algunos países que se autocalifican
de socialistas, veo que aquí la mayor parte de
la carga para el pago de la seguridad social es de los
empleadores. Allá de los trabajadores.
Eso dice que la empresa privada colombiana hace un gran
esfuerzo por la solidaridad.
Y en los trabajadores
colombianos hay solidaridad, en los trabajadores colombianos
no hay odio de clases. En
los trabajadores colombianos uno encuentra un gran compromiso
con el éxito de la empresa privada.
Yo diría que esos dos elementos: una clase empresarial
con solidaridad y una clase trabajadora con solidaridad,
donde en la una hay mucha ausencia de odio, de egoísmo,
y en la otra total ausencia de odio, son dos factores
extraordinarios para invitar a invertir en Colombia.
Además veo unos elementos que le dan un gran
potencial competitivo al país.
Se habla mucho, por ejemplo, de lo que hemos avanzado
para garantizar la estabilidad en las reglas de juego.
Se habla mucho del alto nivel gerencial de Colombia,
pero quiero destacar el marco laboral colombiano.
Cuando lo comparo
con la legislación laboral
de los países del Continente y con las inflexibilidades
de algunos países de Europa Occidental, veo que
aquí estamos en el justo punto, en el punto de
equilibrio, entre la flexibilidad necesaria para que
haya productividad empresarial y la estabilidad necesaria
para que haya tranquilidad y garantía para los
trabajadores.
Ese punto de equilibrio
que hemos logrado en el esquema laboral colombiano
es muy importante. Quizás nosotros
no lo hemos apreciado suficientemente, pero hay que exhibirlo,
hay que referirse a él, porque tiene que ser un
factor de atracción de la inversión en
Colombia.
Sigan creciendo.
Les ha tocado un Gobierno que ha derramado bastantes
impuestos, pero también un Gobierno
que ha introducido estímulos tributarios para
aquellos que quieren crecer.
Estamos creando
en el país una conciencia de
que si bien hay que resolver los problemas fiscales,
en materia tributaria hay que permitirles a todas las
empresas que se asienten en Colombia que sean completamente
competitivas.
Por eso somos de
la tesis que una vez venza la vigencia de estímulos tributarios introducidos en este
Gobierno, como la deducción del 30 por ciento
a las nuevas inversiones generadoras de renta, lo que
debe seguir es una norma con una tarifa de renta reducida.
Hay que seguir ampliando
base de contribución
en renta y de base de IVA, pero poner mucho cuidado con
las tarifas, para que no nos saquen de la franja que
nos permita ser más y más competitivos.
Sigan creciendo.
Estamos avanzando
en el TLC, después de haber
firmado el Tratado CAN – MERCOSUR.
El Tratado CAN – MERCOSUR no va a producir efectos
muy bondadosos en el corto plazo, pero sí en el
mediano y largo plazo.
Una comunidad suramericana de 400 millones de habitantes
tiende a convertirse en un gran mercado que nos tiene
que sacar adelante a todos, para crecer, para distribuir,
para reivindicar a la pobreza.
Confío que ese fue el gran paso político
que nos tiene que abrir las avenidas para que haya finalmente
comprensión política a la negociación
del TLC, que las hemos despojado de sesgos ideológicos.
La hacemos por pragmatismo.
Miren: cuando uno
tiene un producto que el mercado mundial se lo arrebata
como el petróleo, sin necesidad
de negociar acuerdos de comercio, puede darse el gusto
de protestar contra la globalización, de rechazar
los acuerdos de comercio.
Pero cuando tenemos que salir a vender camisas y textiles
y manufacturas, tenemos que buscar mercados.
Eso hace la diferencia
y eso explica porqué estamos
haciendo este esfuerzo con el TLC, que confío
sea equitativo, que confío se puedan ir disipando
tantas preocupaciones que hay en sectores tan sensibles
de la economía colombiana.
Y veo que hay noticias que se convierten, desde el punto
de vista empresarial, en triunfos parciales que estimulan
la lucha por nuevos triunfos.
Por ejemplo, la
inversión extranjera que había
caído a niveles de 600 millones de dólares,
este año puede superar los 5 mil, sin sumar las
permutas de acciones.
La inversión privada, cuya participación
en el PIB había caído al 6 - 8 por ciento,
el año pasado subió al 12. Este año
puede estar por el 15. Un camino que tenemos que mantener
para llegar al 25.
Anoche me decía la señora Ministra de
Vivienda que, revisadas las cuentas, del 70 por ciento
de quienes ofrecieron vivienda en la Bolsa Inmobiliaria
de Nueva York, hace dos semanas, hay ya ventas perfeccionadas
por 18 millones de dólares, ventas en camino a
punto de cerrarse por otros 25 millones de dólares,
y todavía el 30 por ciento de quienes intervinieron
sin reportarse.
Entonces hay algunas
señales que nos indican
que esta Patria definitivamente es tierra promisoria
para el crecimiento de la empresa privada, para la reivindicación
de los pobres, para el imperio de la democracia, para
el imperio de la solidaridad.
Apuéstenle a Colombia, Colombia está de
moda. No dejen pasar, apreciados empresarios, este momentico
de un país que se puso de moda entre todos los
inversionistas del mundo.
Los felicito, doctor
Zarruk, doctor Velásquez
Botero. Y los felicito, distinguidos empresarios.