DÍA
NACIONAL DEL GANADERO
Septiembre 30 de 2005 (Bogotá – Cundinamarca)
Compatriotas:
Quiero saludarlos muy
afectuosamente, felicitar al doctor José Félix Lafourie y a la Junta Directiva
de la Federación, por señalar este día
como un día de reflexión, un día para
que el gremio ganadero se reúna, piense en lo que
ha sido su recorrido histórico, en las responsabilidades
del presente y en la responsabilidad de poner las bases del
porvenir, para que esa reflexión se haga alrededor
de tantos sufrimientos, que no queremos que se repita para
las nuevas generaciones, sino que queremos que ese sufrimiento
nos ilumine para hacer bien nuestro trabajo, a fin de que
las nuevas generaciones puedan vivir felices.
Conocí al doctor José Raimundo Sojo Zambrano
en el Senado de la República, éramos compañeros,
conversamos muchas veces, era un hombre tan firme y al mismo
tiempo tan sereno, de una vasta cultura, era un erudito de
mano firme, voz pausada y tono de calma. Su firmeza era en
procura del imperio de las instituciones de Colombia. Su
firmeza no era desafío, su cultura era un gran aporte
a la Nación.
Difícil, un colombiano
tan amante del campo, tan comprometido con las instituciones,
tan vastamente culto,
tan erudito.
¡Cómo le dolió al país,
a todos, ese asesinato!
¡Cómo este día, al recordar su memoria –convocados
por el doctor José Félix Lafourie y por el
gremio- recordamos, a partir del nombre de José Raimundo
Sojo Zambrano, el sacrificio de tantos hombres del campo
de la Patria, a quienes muchos –peyorativamente- señalan
de terratenientes, sin entender lo que significa ser guerrero!
¡Como ha sido de difícil trabajar el campo
colombiano! ¡Como ha sido de difícil producir
en el campo colombiano!
Eduardo Posada Carbó, ese compatriota sobresaliente,
profesor de las universidades de Londres y de Oxford, doctor
de la Universidad de Oxford, produjo una magnífica
tesis que se titula ‘El Caribe Colombiano: 1850 – 1950’,
una tesis doctoral con la bibliografía más
completa que pueda encontrarse para ese estudio.
En esa tesis desmonta muchos mitos, el mito de que el hombre
caribe es flojo, el mito de que el hombre del campo colombiano
no ha hecho esfuerzos de productividad.
En esa tesis cuenta
cómo los antepasados de José Raimundo
Sojo, en Barranquilla, en 1915, bajo techos de eternit, producían
textiles y confecciones para exportar, sin extractores, sin
ventiladores, sin aire acondicionado.
Como sobrevino la crisis
por la guerra, se perdieron los mercados de exportación y no había manera de
proveer los mercados del interior del país, por unas
comunicaciones precarias que apenas empezaron a mejorarse
recién empezaba la década de los 50’s.
Recuerda las dificultades
del campo, los períodos
de plagas, la langosta devastadora de las cosechas y de los
pastos, las sequías y las inundaciones, que nos siguen
siendo frecuentes.
¡Cómo ha sido de difícil
trabajar en el campo colombiano!
Pero este sobresaliente
historiador de la Patria, atrevido a no complacer las tendencias
de algunos que hacen sus estudios
con la proclive intención de maltratar a los hombres
del campo. No alcanzó en su tesis doctoral a estudiar
la otra plaga: la plaga de la violencia que ha afectado al
campo colombiano.
Y que ha creado un gran
riesgo: los hijos de la mayoría
de los que estamos aquí presentes no han podido vivir
en el campo tanto, cuanto nosotros habríamos querido,
porque la violencia no ha permitido.
Hacer clase empresarial
del campo es muy difícil,
destruirla es muy fácil.
Cuando Gorvachov, todavía no resuelto a que se diera
el tránsito de Unión Soviética al capitalismo,
trabajando ese proyecto de participación y transparencia
que llamaba Perestroika, quiso devolverle el campo ruso a
los campesinos, encontró que no había quien
los recibiera porque Lenin había sido relativamente
cuidadoso en no maltratar totalmente a la clase campesina,
pero las nacionalizaciones de Stalin comenzaron a acabar
con lo que había de clase empresarial de campo y la
destruyeron.
Y lo que había sido la clase empresarial del campo
de mayor productividad, por las políticas de ese Estado,
despareció y Gorvachovno encontró a quién
entregarle la tierra tan fértil en tantos sitios de
Unión Soviética.
Hay que poner mucho
cuidado con eso, como se destruye de fácil la clase empresarial del campo, como es de difícil
construir clase empresarial del campo y como el esfuerzo
de décadas, de un momento a otro, se derrumba.
Esa plaga de la violencia
ha sido muy, muy dura. Para mí es
difícil asistir a este acto porque llego aquí a
cumplir obligaciones de Presidente de la República,
pero me es imposible separar aspectos sentimentales y afectivos
que vinculan toda la vida a las ilusiones del campo, a lo
que hemos sufrido allí por el amor y la adhesión
de nuestros seres queridos al campo y su voluntad de enfrentar
la violencia.
Pero en fin, ahora lo
que toca es mirar cómo las
nuevas generaciones de colombianos pueden trabajar en el
campo con alegría, con felicidad, con ética,
con seguridad. ¡Es que es muy difícil trabajar
el campo!
El año pasado me llamó el doctor Luis Guillermo
Echeverri (representante de Colombia ante el BID) y me dijo
que unos funcionarios del Banco Interamericano (de Desarrollo)
querían conocer una empresa agropecuaria que yo manejo
por ahí, entre medianoche y la madrugada, que si los
podía llevar un domingo.
Entonces suspendí la agenda pública de otros
compromisos y me fui allá y empezaron a preguntar
valores, y dije: ‘esto depende, no me pregunten por
estados financieros que para quienes queremos el campo, lo único
que cierra los estados financieros es la satisfacción
espiritual de trabajar bien el campo. Si se elaboran los
estados financieros sin ese componente afectivo, nunca cierra’.
Fue mi respuesta a estos señores del BID.
Por eso, aquellos que
pretendan venir al campo, simplemente a buscar una rentabilidad
de inversiones, están equivocados.
Para trabajar en el campo hay que tener desprendimiento.
Para trabajar en el campo hay que tener afecto por el campo,
hay que tener una disposición natural a relacionarse
con los campesinos, a sentirse con ellos de igual a igual.
¡El campo es para quienes tenemos alma y manos de
tierreros! Para los puros inversionistas no es rentable,
por eso hay que cuidarlo muchísimo más.
Hemos sufrido cuatro
plagas –además de aquellas
a las que se refería tan importante historiador, el
doctor Posada Carbó-: la plaga de la negligencia del
Estado, la plaga de la guerrilla, la plaga del narcotráfico,
la plaga de los paramilitares y todas ellas alrededor de
otra, la corrupción. Hay que superarlas todas.
En alguna forma, he
visto las gentes del campo de mi Patria entre atónitas e inseguras, sin saber qué camino
coger en ocasiones frente a la guerrilla, en ocasiones frente
al narcotráfico y en ocasiones frente a los paramilitares.
¿De dónde proviene esa inseguridad en la actitud,
en la psicología de los compañeros, de los
compatriotas del campo?: de la primera plaga, la falta de
diligencia del Estado para protegerlos.
Cuando el Estado no
acude a proteger a los ciudadanos, entonces los ciudadanos
entran en un estado de total inseguridad,
en un estado de vacilación espiritual y mental. Los
ciudadanos no saben qué camino coger.
Llega la guerrilla,
maltrata amplias regiones de la Patria, los ciudadanos
al ver que no hay Estado que los proteja,
que el Estado va en ocasiones a Valledupar a que los atiendan
con whisky en el Festiva Vallenato, en ocasiones a Montería
a que los atiendan con whisky en San Pelayo, en el Festival
del Porro, en ocasiones a otras ciudades a semejantes actividades
pero que después no aparece el Estado, entonces quienes
viven allí, quienes tiene que trabajar todos los días,
no saben qué hacer.
Y esa inseguridad conduce
a que unos le tengan que pagar extorsión a la guerrilla para apaciguarla, a que otros
enfrente a la guerrilla y tengan que hacerse matar en una
actitud de defensa de lo que consideran sus derechos y su
carácter, que otros tengan que salir despavoridos,
desplazados, mal vendiendo sus propiedades –que no
es el problema-, sino entregando su madeja de trabajo.
Para el hombre del campo un pedazo de tierra no es un bien
de capital, no es una propiedad, no es un motivo de vanidad,
es una madeja de trabajo.
Eso sería bien importante que lo desarrollaran sociólogos
y economistas, que se tienen que meter en la psicología
del hombre del campo antes que en los libros de contabilidad,
antes que en los avalúos del (Instituto Geográfico
Agustín) Codazzi o de las lonjas de propiedad raíz.
Y tantos años, el campo presionado por la guerrilla,
el campo desatendido por el Estado y entonces aparece el
paramilitarismo y, finalmente guerrilleros y paramilitares
empiezan a enfrentarse, ya no por apropiarse de los seres
humanos del campo sino, fundamentalmente, por apropiarse
del negocio de las drogas ilícitas. ¡Que caminos
tan tortuosos!
Este país venía en una tendencia natural de
distribución de la tierra, prácticamente el
latifundio improductivo estaba desapareciendo, se reversa
con el narcotráfico, por eso diría que hay
que acelerar los procesos de extinción de dominio,
cumplir esa meta de entregar –en una primera etapa-
150 mil hectáreas al campesinado colombiano, bien
organizado. Y, definitivamente espantar el narcotráfico
del campo colombiano
¿Qué necesitamos?; necesitamos una férrea
voluntad de no abrirle espacios a la guerrilla, esa inseguridad
que llevó a muchos a tratar de convivir con la guerrilla,
demostró finalmente, que tratar de convivir con la
guerrilla es como dijera el Presidente (Jhon F.) Kennedy,
pretender montarse en las ancas de un tigre para terminar
en su vientre.
Y lo mismo con el paramilitarismo.
El paramilitarismo llegó como
llegó la guerrilla, la guerrilla en muchas regiones
llegó con simpatía –como hoy pretende
reinstalarse en Urabá y en Catatumbo-, no están
en una posición totalmente agresiva sino que están
allí, bregando a conquistar al campesinado, pero después
de esa conquista viene la esclavitud, lo esclavizan, lo forzan
al sometimiento y lo mismo pasó con el paramilitarismo.
Finalmente son bandidos.
Entonces, la criminalidad
llena de plata, llena de dinero, desarrolla una actitud
totalmente arrogante, sin limitación ética
que borra todos los valores morales y que por ende no tiene
límites y hoy matan con frialdad a quien ayer consideraron
su amigo o su contribuyente.
Por eso, dormir en el
campo, pensando que a uno nada le va a pasar porque le
dio una extorsión a la guerrilla
o que a uno nada le va a pasar porque es amigo de los paramilitares,
es como dormir en un zoológico, en una jaula de una
mapaná, pensando que ella está tranquila porque
hace ratico se comió dos ratoncitos.
¡No podemos, dormir en el campo tranquilos, sino en
la medida que tengamos la voluntad total de derrotar la guerrilla,
el paramilitarismo, el narcotráfico y de colaborar
con las Fuerzas Militares y de Policía!
Aquí está el señor Fiscal General de
la Nación (Mario Iguarán), una nueva generación
preparada, probidad y ecuanimidad, que le digamos todos hoy
que cada uno de nosotros quiere ser colaborador de la justicia
colombiana.
Aquí está el Ejército, representado
por el señor General Matamoros, hay representación
de la Policía encabezada por su director, el General
(Jorge Daniel) Castro Castro, hay una representación
bien importante de la Armada Nacional encabezada por el Almirante
Parra Cifuentes, Jefe de Desarrollo Humano. A todos ellos
hay que decirles: ¡presente!
La semana pasada, cuando
dinamitaron una finca en la sabana sucrense, regresé a ese departamento a revisar el
proceso de Seguridad Democrática, a ver cómo,
en cada finca, hay una expresión de cooperantes con
la administración de justicia, con la Policía,
en el Ejército, cómo en cada finca en donde
no haya señal de celular se instala un radio, cómo
hay –permanentemente- esa integración de los
ganaderos con la Policía y el Ejército, es
un camino necesario.
En este país nos mal formaron, en este país
nos dijeron que la civilidad era debilidad, en algún
momento, para tener éxito político, había
que mirar con desdén a las Fuerzas Militares y de
Policía porque quien atreviera a cercarse a ella,
inmediatamente lo degradaban señalándolo de
fascista, de paramilitar, de militarista, como lo hicieron
adversarios de Raimundo Sojo, hasta que obligaron a que los
verdugos lo condenaran al asesinato. Nos mal formaron.
Pero de la historia
hay que aprender, para que recuperemos el imperio de las
instituciones, cada uno de nosotros tiene
que asumir la responsabilidad de ser una talanquera que rechace
la guerrilla, que rechace el paramilitarismo, que rechace
el narcotráfico y de ser un instrumento de cooperación
con las Fuerzas Militares y de Policía.
Mientras la guerrilla
ascendía, los paramilitares
llegaban, en muchas regiones se le temía a la presencia
del Ejército: ‘no, no los reciban’, que
problema, pero también hubo un problema mayor: la
falta de voluntad política desde arriba.
No les voy a hablar
de los temas de Seguridad Democrática
porque ustedes los conocen, tenemos muchas consignas y muchos
principios desarrollados a lo largo de estos 38 meses de
Gobierno entre ellos, quiero simplemente mencionar para recordar:
hoy hay voluntad política para derrotar todas las
expresiones del terrorismo.
Segundo: hemos insistido
en que las Fuerzas Militares y de Policía se tienen
que mantener en la iniciativa, en una actitud agresiva,
permanente, a acabar esos grupos
terroristas.
Tercero: se requiere
que las operaciones garanticen permanencia de las autoridades
en la zona o que, cuando la Fuerza Pública
entra y sale, la ciudadanía se siente totalmente desprotegida.
Cuarto: se requiere
acompañamiento integral por parte
de toda la ciudadanía, los programas sociales del
Gobierno –como lo decía el doctor José Félix
Lafourie (Presidente de Fedegan)- y transparencia. Tiene
que ser tan importante para la credibilidad, la eficacia,
como la transparencia. Solo así podemos sostener una
política de Seguridad Democrática como política
de Estado, que trascienda de un Gobierno a otro, para que
Colombia recupere plenamente la tranquilidad.
No veo posible, en un
país con 1.164.000 kilómetros
de área, con una geografía tan diversa, con
una topografía tan difícil, con ríos
y ciénagas allí donde no está la montaña
andina, todavía con la mitad del territorio en selva –afortunadamente
todavía tenemos 578.000 kilómetros en bosques-,
no veo posible que por más que crezcamos la Fuerza
Pública, ella sola pueda derrotar el terrorismo. Para
lograrlo, tiene que haber un trípode: la Constitución
arriba, la Fuerza Pública y la Justicia aquí y
los ciudadanos a su lado, como cooperantes.
Es una tarea recíproca, pero los ganaderos tenemos
que tomar la iniciativa para ayudarle a la Fuerza Pública.
Recíproca porque también se necesita que la
Fuerza Pública sea muy diligente para recibirla, que
a toda hora estén prendidos los teléfonos,
dispuestos sus oficiales, abiertas las puertas de los cuarteles
para recibir nuestra denuncia, nuestra queja, nuestro pedido
de ayuda.
Entonces, si nosotros
tomamos la iniciativa y hay una respuesta diligente y eficaz
de la Fuerza Pública, se construye
esa confianza que finalmente se traduce en eficacia.
El desafió es grande, hace pocos días, una
viaja compañera de acción política en
mi departamento, me encontró –ahí al
pie del aeropuerto de Río Negro- y me dijo, como me
dicen las mujeres antioqueñas: ‘quiubo Álvaro’.
Le dije: quiubo Aura
querida, ¿como te va?, te veo
muy nueva.
Y me dijo: ‘yo a vos te veo Álvaro muy peliblanco,
siempre te ha hecho mella esto’. Y me llamó y
me dijo: ‘¿por qué estás desmontando
los paramilitares?’
Le dije: Aura, porque
el país no puede tener ni guerrilla
ni paramilitares.
Me dijo: ‘¿no
es un error desmontar los paramilitares antes de acabar
con la guerrilla?’
Y le contesté: nosotros no tenemos más
camino que acabar con la guerrilla, apelando exclusivamente
al esfuerzo
de las instituciones.
Y me dijo: ‘¿y si será capaz el Ejército,
la Policía, sin paramilitares, de acabar con la guerrilla?’
Le dije: tenemos que
ser capaces, porque ahora hay un elemento que se tiene
que convertir en un factor de cultura, de estado
de Colombia, que es voluntad política, que es lo que
ha faltado. Voluntad política que transmita el afán
del pueblo, a través del gobernante, a las Fuerzas
Institucionales y que el gobernante y todos sus cooperantes,
todos sus colaboradores, no duerman buscando que mejore el
orden público. Esa duda la hay en el pueblo colombiano.
Y en el Catatumbo y
en el Urabá me dicen: ‘¿y
entonces sin los paramilitares quién nos va a defender?’.
Hay que sacar a los
colombianos de esos errores. Apreciados colegas y compatriotas:
yo no veo posible legitimar la acción
contra la guerrilla, si persiste el paramilitarismo en Colombia.
Para que esa acción contra la guerrilla se legitime
en el alma del pueblo colombiano y en la comunidad internacional,
tiene que ser totalmente transparente. Yo me habría
podido unir subrepticia, soterradamente con el paramilitarismo
para acabar con la guerrilla. Le habría podido mandar
al paramilitarismo una razón: ‘muchachos, quédense
tranquilos, no hagan masacres, ayúdenme a acabar al
Eln y a la Farc’. De pronto iríamos más
adelante frente al Eln y la Farc, pero qué camino
tan dañino para la Patria, para la democracia.
Por convicciones cristianas,
democráticas, por compromisos
de padre de familia con las nuevas generaciones de colombianos,
el único camino es el institucional. Es muy difícil.
Por ejemplo, tenemos
muchas amenazas en el Catatumbo, ahí estamos
preparando una Brigada nueva para el Catatumbo porque con
la desmovilización de todos estos paramilitares, entonces
vemos allí presión de la guerrilla. Y lo mismo
en el sur de Córdoba, en Urabá.
Pero también me ha preocupado lo siguiente: ¿hasta
dónde era eficaz el paramilitarismo?
El día que instalamos una nueva Brigada Móvil
en Urrá me pregunté: 10, 12 años de
paramilitarismo, de aquí para abajo paramilitares
y de aquí para arriba guerrilla. Tampoco los veía
acabando la guerrilla, los veía era teniendo por ahí unas
barreras de contención para cuidar sus predios y disputando
droga con la guerrilla.
Antes de las 6 de la mañana del 8 de agosto de 2002,
aterricé en Valledupar, donde había contraído
el compromiso de que allí empezaríamos el proceso
de recuperar las carreteras. Y entonces, eso estaba lleno
de guerrilla y de paras ¿y cuál era el beneficio? ¡Valiente
gracia! Lleno de paras y la guerrilla tenía totalmente
bloqueada la carretera de Valledupar a Santa Marta, totalmente
bloqueada la carretera de Valledupar a Riohacha.
¡Valiente gracia! Eso lleno de paramilitarismo y fuera
de los paramilitares, los ganaderos no podían ir a
las fincas.
Entonces uno –también- cuestiona la ineficacia
de lo que son las soluciones contrarias a las instituciones.
El único camino, por razones prácticas, democráticas,
cristianas, de ejemplo a las nuevas generaciones, es el camino
institucional.
Pero es eficaz, en la
medida que nosotros lo acompañemos.
Que cada uno de nosotros sea el principal colaborador con
la justicia y con la Fuerza Pública. No hay más
camino.
Cada uno de nosotros
se tiene que preocupar tanto por la seguridad como por
los terneros, tanto por la seguridad como
por los pastos, tanto por la seguridad como por la genética.
Eso es bien importante.
Hoy los catálogos sobre el buen ganadero deberían
encabezarse con los compromisos del buen ganadero con la
Seguridad Democrática.
El doctor Lafaurie ha
propuesto una bien original fórmula,
para capitalizar el campo. Quiero recordarles a ustedes que
los años 2004, 2005 y 2006, en virtud de una norma
que nos aprobó el Congreso, entre los estímulos
tributarios que ofrece, está aquel de una deducción
del 30 por ciento a las inversiones generadoras de renta.
Ayer, Naciones Unidas
publicó cómo ha venido
creciendo la inversión privada en Colombia en los últimos
tres años. En 2004 creció un 95 por ciento
frente a 2003, de acuerdo con la publicación de Naciones
Unidas, de hace dos días.
Hay que utilizar estos
estímulos tributarios. Cada
finca ganadera debe convertirse, a mi juicio –también-
en un elemento de alta productividad pero con procedimientos
sostenibles. Y eso obliga a sembrar madera, a proteger los
nacimientos de agua y eso tiene hoy, muchas garantías.
Una de las decisiones
de este Gobierno fue introducir la exención tributaria para la madera, para los cultivos
de tardío rendimiento y confiamos que rápidamente
el Congreso apruebe el nuevo Estatuto Forestal. Hay que aprovechar
todos estos instrumentos.
Nosotros, además tenemos que dar ejemplo como empleadores
cristianos, democráticos, solidarios. Cada finca ganadera
debe ser un ejemplo en las relaciones entre el empleador
y el trabajador.
¡Qué bueno, doctor Jose Félix! que se
haga el inventario que muestre al país quiénes
son los ganaderos que cumplen todas las obligaciones laborales,
las obligaciones con la seguridad social, las obligaciones
con la parafiscalidad. Esos esfuerzos son necesarios.
Hay que vivir tranquilos,
pero más austeros. La verdad
es que mientras más se desarrolla el país,
menor es el margen de contribución de los sectores
económicos. La tranquilidad implica, también,
sacrificios de austeridad.
Creo que la tranquilidad
va a obligar a sacrificios de austeridad muy importantes.
No creo que se pueda pensar en que la finca
dé utilidades para vivir en el extranjero o para vivir
con todo lujo en una capital. Hay que vivir en la finca.
Eso exige mucha austeridad. Tal vez el único lujo:
mandar a los hijos a que estudien bien, ojalá en las
mejores universidades. Pero hay que vivir en la finca.
La finca no da para que el ganadero sea de club social,
para que el ganadero sea un ciudadano urbano que viva en
el boato y en el lujo.
Nosotros tenemos que
llevar de la mano la aspiración
de la tranquilidad con un modo de vida austero, el ganadero
presente, ejemplo de austeridad. Eso va relacionado con el
ganadero buen empleador. Se requiere ello.
¡Qué bueno, doctor José Félix,
que le hagan ese aporte a Colombia! Ir presentando, región
por región, el listado de fincas que están
cumpliendo todas las obligaciones de la seguridad social,
todas las obligaciones laborales.
¡Qué bueno que no haya finca ganadera que se
quede sin un esquema de participación con los trabajadores
tan fácil! Una finca de 300 hectáreas, que
organice 30 hectáreas de agricultura para los trabajadores,
nada pierde y gana mucho.
¡Qué bueno
que las fincas ganaderas sean modelo en aquello de respeto
al medio ambiente!
En fin, todo esto lo
podemos aportar para que este gremio de casi medio millón de colombianos, que tanto quiere
al campo, le haga este gran aporte a la Nación.
Me gusta su idea. Discutámosla.
Le he pedido al señor Ministro de Hacienda (Alberto
Carrasquilla) que para dar señales con suficiente
antelación a los inversionistas, se tramite en este
período una reforma tributaria para eliminar el impuesto
de remesas, para clarificar cómo funcionarán
en el futuro las zonas francas y para reducir la tasa de
renta, para hacer al país más competitivo.
Y que esa nueva tasa
de renta, reducida, debe entrar en vigencia cuando finalice
su vigencia el estímulo tributario
presente, la deducción del 30 por ciento, que se extingue
el 31 de diciembre del año entrante.
Y me parece bien estudiar
la posibilidad de que parte de la nueva tarifa de renta,
se dedique a capitalizar el campo.
Hagámoslo.
Miren, cuando se fue
a crear a Finagro, muchos ortodoxos de la economía dijeron: ‘es una locura que este
país siga exigiendo inversiones forzosas’. Esa
inversión forzosa a nadie le ha dolido y cuánto
ha ayudado.
Creo que la alternativa
de decirle: ‘usted puede o
pagar estos dos o tres puntitos de renta o dedicarlos a este
fondo para el desarrollo de Colombia’, es una buena
alternativa.
Hablémoslo con el Ministro de Agricultura (Andrés
Felipe Arias) que se los nombré joven y preparado
para que ustedes lo hagan. A él lo formaron por allá en
las universidades, muy neoliberal, pero entre ustedes y Carlos
Gustavo (Cano, ex ministro de Agricultura) ahí lo
van poniendo en el justo equilibrio social. Y hablémoslo
con el Ministro de Hacienda. A mí me parece bien eso,
doctor José Félix.
Creo que, en medio de
dificultades, salimos bien en el tratado CAN – MERCOSUR y tenemos que salir bien en el TLC.
Hay que hacer un gran esfuerzo en materia fitosanitaria ¡pero
un gran esfuerzo en materia fitosanitaria! Si no, no tenemos
camino.
Este país necesita pasar de… ¿cuántas
cabezas tenemos hoy?, ¿24 millones?, para ser un gran
país exportador necesita 45 millones de cabezas y
hay que hacer ese gran esfuerzo. Eso es un esfuerzo descomunal,
pero posible porque es que la violencia nos congeló el
hato.
Ustedes saben que hasta
hace no mucho, la población
venía hombro a hombro con el hato y hoy el hato está alrededor
del 50 por ciento de la población.
Y, confío que el TLC nos salga bien y que antes de
que termine esta administración y el gobierno del
Presidente (Vicente) Fox en México, debemos concluir
la revisión del G – 3 con México.
Porque el año pasado ellos nos facilitaron el tema
de los registros fitosanitarios, de la homologación
de las plantas, la certificación de las plantas, pero
los aranceles son muy altos.
Entonces por eso nos
toca, rápidamente y es una instrucción
que tienen el Ministro de Comercio (Industria y Turismo,
Jorge Humberto Botero) y el Ministro de Agricultura, hacer
esa revisión con México –que además
tiene en la balanza bilateral un gran superávit frente
a Colombia-. ¡Hagamos eso!
Confío en las obras de infraestructura que están
empezando a hacerse.
El sector va a tener
una gran participación en el
mejoramiento de vías. Por ejemplo, esos 3.200 kilómetros
que están adjudicados, tiene vías tan importantes
para la ganadería como la pavimentación de
98 kilómetros de San Marco a La Mohana, como la pavimentación
de la vía de Puerto López a Puerto Gaitán,
para no mencionar sino algunas. Creo que eso va ayudar mucho.
Ahora, falta mucho en
lo social, en lo de infraestructura pero ahí, trabajando,
sobretodo si conseguimos la tranquilidad, vamos a lograr
todos esos desarrollos.
Recordemos pues a Raimundo Sojo Zambrano, como ese gran
colombiano que fue y que desde el cielo nos ayude para que
esta Patria pueda crear unas condiciones de felicidad para
las nuevas generaciones.
Muchas felicitaciones
por este día apreciados compatriotas
ganaderos.