HOMENAJE AL EX MINISTRO DE DEFENSA JORGE
ALBERTO URIBE
Y AL EX CONSEJERO PRESIDENCIAL JOSÉ ROBERTO ARANGO
Septiembre 07 de 2005 (Medellín – Antioquia)
Compatriotas:
Nos reunimos esta noche en Medellín para rendir
un homenaje a dos queridos exponentes de esta tierra, a
dos antioqueños raizales, trabajadores de sol a
sol que se han desempeñado con brillo, con éxito
en el sector privado, y que le han aportado a la Patria,
con singular esmero en el sector público.
En buena ahora nos ha convocado un gran patriota, Gabriel
Harry, a cuyo lado hemos aprendido varias generaciones
de su persistencia, de su patriotismo, de su amor a Antioquia.
Gabriel, usted siempre ha punto muy alto, por su civismo,
por esa manera como combina los esfuerzos en el sector
privado con las preocupaciones por la suerte del colectivo
de la Patria y de esta Antioquia que tanto queremos. Muchas
gracias por congregarnos alrededor de las oportunas, nobles
y precisas causas en cada momento.
He tenido la fortuna de conocer
a los doctores José Roberto
Arango y Jorge Alberto Uribe durante muchos años
de mi vida, de compartir al lado de ellos. Déjenme
referir esta noche a algunas de las realizaciones con las
que le han servido a la Patria, en su paso por el Gobierno
Nacional.
No era fácil la tarea de sacar adelante a Paz del
Río. La emprendió el doctor José Roberto
Arango con toda dedicación, con imaginación,
con paciencia. Él es una buena mezcla entre la severidad
para enfrentar los temas y, al mismo tiempo, abrir la capacidad
de abrir caminos a través de relaciones humanas.
Fue construyendo amistad con los
trabajadores de Paz del Río, con los pensionados. Se logró de parte
de ellos la renuncia a privilegios convencionales que se
erigían en un obstáculo histórico
para que la empresa saliera adelante.
A medida que ganaron confianza
en el doctor José Roberto,
fueron tomando decisiones y fueron despojándose
de esos privilegios. El Gobierno facilitó, gracias
al liderazgo y a la dirección personal del doctor
José Roberto sobre el tema, que pasaran de ser dueños
del 8, a dueños del 46 por ciento de la compañía.
Paz del Río está en buen momento. No solamente
le ha ayudado el precio internacional de sus productos
sino ese gran esfuerzo de toda la empresa liderada desde
la Presidencia de la República por el doctor José Roberto
Arango. Ojalá ese esfuerzo se redondee para bien
de los trabajadores de Paz del Río, de sus pensionados
y de esa región de la Patria, Boyacá.
Durante muchos años habíamos vivido las
dificultades en la relación financiera del municipio
de Medellín y del departamento de Antioquia con
la Nación, causadas por las diferencias entre la
Nación y el Metro de Medellín.
Las cuantías, las prevenciones, la incomprensión
a los problemas de Antioquia, creaban un obstáculo
que parecía insalvable. Era un tema que ya no se
quería tratar por temor a fracasar.
El doctor José Roberto Arango se dedicó con
paciencia de artesano a tejer esa solución, a viajar
a Medellín, a hablar con su Gobernador, con su Alcalde,
con el Gerente de la Empresa del Transporte Masivo, con
sus fuerzas vivas, a convencer a cada uno de los funcionarios
del Ministerio de Hacienda, de Planeación Nacional,
de los bancos internacionales, a encontrar la fórmula
para que finalmente se pudiera dar esa solución
financiera, fuera presentable ante los antioqueños
y presentable ante el resto de los colombianos. A convencer
a Empresas Públicas de Medellín que se necesitaba
una contraprestación de Antioquia a ese esfuerzo
de la Nación, y que esa contraprestación
debía ser la que finalmente se aceptó: la
renuncia a la reclamación ante la Nación
por la utilización de las aguas que en cotas más
elevadas del río Nare había regulado Empresas
Públicas de Medellín.
Cuando vemos que el Metro, la administración de
Medellín, han podido salir adelante, recuperar su
capacidad de endeudamiento, al mismo tiempo construir programas
populares tan bellos como Metrocable, allí detrás
de eso está el esfuerzo del doctor José Roberto
Arango, para hacer esa transacción con la Nación,
que le dio luz verde a tantos proyectos y posibilidades.
Emcali: acostumbrados nosotros
a disfrutar los servicios públicos, el buen nombre de una empresa de excelencia,
como Empresas Públicas de Medellín, tenemos
toda la dificultad para entender por qué en una
ciudad tan bella, tan importante, tan promisoria como Cali,
había fracasado su empresa.
Con el liderazgo del doctor José Roberto Arango
nos dimos a la tarea de sacarla adelante. Allí veía
yo las condiciones empresariales de un antioqueño,
construyendo relaciones humanas, ejerciendo disciplina
frente a los sindicatos, frente a la política, buscando
salidas con los acreedores financieros, con los proveedores,
con los tenedores de los bonos de algunos de los servicios
de la empresa.
Qué labor tan importante para aquella región
de Colombia, para resolver problemas de usuarios de servicios
públicos, para remover obstáculos que afectan
la productividad, para recuperar el buen nombre de Colombia
en la comunidad financiera internacional.
Y podríamos seguir la tarea a la cual él
refería con tanta generosidad de buscar que este
país supere una mezcla perversa, la mezcla de las
recetas caras con la corrupción, para darle mejores
servicios de energía a Carreño, para darle
mejores servicios de energía a Mitú, a Inírida,
a Leticia, al Pacífico, la condujo el doctor José Roberto
Arango con pragmatismo propio de esta comarca nuestra.
Resolver los problemas en esas
regiones de la Patria en materia de servicios públicos tomará muchos
años, pero por lo menos quedan unos eslabones que
pueden ayudar a que se sigan construyendo buenas soluciones.
El Banco Interamericano de Desarrollo
destacó cómo
una Consejería de la Presidencia de Colombia se
había constituido en un ejemplo de enlace entre
el sector público y el sector privado, que construía
confianza de inversionistas en nuestro país, y se
refería justamente a esa Consejería y a la
labor cumplida por el doctor José Roberto Arango.
Un país con pleitos con los asociados de telecomunicaciones,
con pleitos con las concesiones viales y ferroviarias,
con pleitos con las concesiones aeroportuarias, con pleitos
con los inversionistas generadores y operadores de servicios
públicos, es un país sin futuro en materia
de inversión, expansión económica
y empleo.
El doctor José Roberto Arango lideró el
proceso en el que aún estamos de superar en lo posible
todas esas disputas para construir confianza en Colombia.
Y nos propusimos hacerlo bajo su liderazgo con dos premisas,
justicia conmutativa, justicia, equidad en las prestaciones
de las partes, y transparencia. Que antes de firmar los
acuerdos definitivos la opinión pública,
los organismos de control, pudiera, conocer plenamente
los términos de esos acuerdos.
Para superar un gran temor en todas
partes a esas transacciones: el temor de los ciudadanos
a que esas transacciones estén
contaminadas de corrupción, el temor de los funcionarios
porque esas transacciones pueden derivarles juicios fiscales,
investigaciones administrativas, sanciones penales, el
temor y la suspicacia de los organismos de control. Realizadas
como lo condujo el doctor José Roberto Arango generan
confianza en la opinión, reconstruyen confianza
y seguridad en el funcionario y despejan dudas de los organismos
de control.
Es bien importante mezclar en la
vida administrativa del país la visión del largo plazo, el concepto
macro y la capacidad de ejecución cotidiana. Los
extremos son muy dañinos. Cuando solo se piensa
en la visión de largo plazo y no se ejecuta, esa
visión se convierte en utopía nunca alcanzable.
Cuando no hay visión de largo plazo y sólo
se trabaja febrilmente pero sin norte durante todos los
días, a nada conduce ese esfuerzo.
La mezcla de la visión de largo plazo con la capacidad
de ejecución cotidiana se impuso desde la Alta Consejería
Presidencial y se convirtió ese Ministerio de la
Presidencia en una oficina de control de gestión
al acceso de todos los ciudadanos, para que ante ella tuvieran
que rendir cuentas sobre sus avances, retrasos y dificultades
todas las agencias de gobierno, sometidas a un riguroso
cronograma, expuesto a través del Internet al control
de la opinión pública.
Estos son algunos de los logros
invaluables del doctor José Roberto Arango al frente de la Alta Consejería
Presidencial. Me haría inacabable si tratara esta
noche de resumirlos todos, pero como él tiene tan
buena memoria, como lo ha demostrado con su generoso escrito
esta noche, entonces le tocará a él la tarea
de escribir todo lo que yo he omitido esta noche.
Desde mis épocas de colegio, cuando él era
integrante del Consejo Directivo del Jorge Robledo, he
tenido el privilegio de conocer al doctor Jorge Alberto
Uribe Echavarría. De admirarlo. Cuánto agradecimos
que aceptara el Ministerio de la Defensa. Que renunciara
a una tarea de mucha disciplina en el sector privado, pero
con relativa comodidad, y que asumiera ese gran desafío
del Ministerio de Defensa en un momento particularmente
difícil y de retos de la vida nacional.
Agradezco inmensamente su sacrificio.
No es fácil
para quien ha estado tanto tiempo en el organizado sector
privado, viendo que todo funciona como un relojito, entrar
al sector público y más a esta cartera. Agradezco
su sacrificio. Jamás podré olvidarlo acompañando
con los altos mandos y conmigo a los soldados de la Patria
un 24 de diciembre, un 31 de diciembre, de pronto añorando
a su familia, pero compartiendo con su familia ampliada:
la de los soldados y la de los policías de la Patria.
Jamás podré olvidar tantas horas de sacrificio
cuando realizábamos los consejos de seguridad en
las regiones.
¿Por qué en las regiones los hacíamos?
Porque si los hacíamos solamente en Bogotá y
en horas ordinarias de la semana laboral, no lográbamos
el propósito de que los conceptos de la Seguridad
Democrática permeen hasta la base de nuestra fuerza
institucional. Por eso hay que ir a las regiones donde
operan todos ellos. Y porque si no dividimos esos consejos
en dos partes, la primera para escuchar a la comunidad,
la segunda para analizar nosotros y tomar decisiones, quedan
esos consejos simplemente a media luz, ilustrados por nuestro
propio concepto, sin escuchar el otro componente fundamental
que es el de la comunidad.
Imposible olvidar, doctor Jorge
Alberto, su compañía,
su patriotismo en ese ejercicio con tanta perseverancia.
Su valor civil. No es fácil ser Ministro de Defensa
en Colombia en un momento en el cual se ha tomado la decisión
de que hay que derrotar al terrorismo. Eso implica cualquier
clase de riesgos. Y yo pensaba cuando veía al doctor
Jorge Alberto asumiéndolos: pues está bien
que yo los asuma. Lo sabe Lina, lo saben mis hijos, mis
hermanos. Me han visto en esta carrera pública asumiéndolos
toda la vida. ¿Pero no será injusto que los
asuma el doctor Jorge Alberto? ¿No estará pensando
en su familia? ¿No estará pensando en el
regreso a su empresa privada? ¿No estará pensando
que esta enemistad con el terrorismo no perdona? Cuánto
admiro su capacidad de asumir esos riesgos. Y todos los
aquí presentes y sus compatriotas sabemos que los
asumió con un solo interés: el interés
superior de su Patria.
Y qué bueno es ver gerencia eficiente, con relaciones
humanas infinitas. Gerencia eficiente para lograr con el
equipo del Ministerio de Defensa transformar a Indumil,
una empresa a la cual pocas veces se le ha exigido tanto
como le exigió el doctor Jorge Alberto Uribe, y
que hoy se puede mostrar ante el sector privado o ante
el sector público del mundo entero.
Para reformar una empresa, como
la empresa de fabricación
y de reparación de buques de la Armada, Cotemac,
que hoy es también ejemplo mostrable en cualquier
parte. Para tomar decisiones gerenciales tan importantes
como aquella que lo llevó a que en lugar de que
cada guarnición militar comprara los servicios públicos,
todas las organizaciones del Ministerio de Defensa tuvieran
que juntarse, comprar energía en bloque y obtener
ahorros del orden de 30 mil millones al año solamente
por esa decisión.
Otra: la de unificar los procedimientos
de compra de medicamentos para todas las instituciones
con un gran ahorro. Y muchas
otras. La de avanzar en el proceso de diálogo o
persuasión con los comandantes para unificar los
fondos rotatorios, para ganar en economías de escalas,
o para tomar la decisión de que al preservar el
Ministerio de Defensa, inmuebles tan importantes como el
antiguo Hotel Hilton o el Hotel Tequendama, porque en el
largo plazo son reservas patrimoniales que hoy no se pueden
dilapidar, a fin de que en el largo plazo respondan patrimonialmente
por las pensiones de nuestra Fuerza Pública, tomar
la decisión de preservarlas, pero de darles el mejor
uso y exigirles la mayor productividad.
Lo logró con la transformación del edificio
del antiguo Hotel Hilton y dejó las bases para que
el Hotel Tequendama se preserve de propiedad de los pensionados
de la Fuerza Pública y pase en un futuro no muy
lejano a un operador privado que garantice los mejores
ingresos. Esto es una tarea de excelencia en dos frentes:
en el frente de la conducción de la Seguridad Democrática
y en el frente de la gerencia y transformación del
Ministerio de Defensa.
Y la verdad es que cómo nos hizo quedar de bien
ante propios y extraños. Daba gusto levantar el
teléfono para atender las llamadas de nuestros embajadores
en los Estados Unidos o en Europa, para decir: por aquí pasó el
Ministro Uribe Echavarría y quedó muy en
alto el nombre de Colombia. Le confieso, Ministro, que
yo sentía un gran orgullo de colombiano al recibir
esas noticias.
Daba gusto ver cómo nos abría usted, con
la confianza de sus acciones, con su señorío,
con su personalidad, con su visión universal, las
puertas en los Estados Unidos, en Suramérica y en
Europa, donde usted no solamente obtuvo colegas sino amigos
de Colombia, donde hemos heredado, gracias a su gestión,
una gran amistad para las causas de la Patria colombiana.
Salió usted entre el aplauso de los generales,
de los oficiales, de los Suboficiales, de los soldados
y policías de la Patria. Esta nación durante
muchos años discutió si un civil podría
ser Ministro de Defensa. La prudencia y la lealtad de nuestras
fuerzas institucionales a la Constitución y a los
gobernantes de elección popular, las ha llevado
a ser prudentes en la crítica. Pero yo, que tengo
corazón de soldado, alma de soldado y de policía,
no obstante que visto de civil, y que conozco, en algún
grado de profundidad, el sentir de nuestra Fuerza Pública,
sé que no han estado muy a gusto en todas las ocasiones,
y también percibí cuánto afecto sienten
por usted y cuán a gusto se sintieron con su gestión.
Usted lo percibió, usted lo percibió al
salir del Ministerio, en la cálida compañía,
rodeado del afecto de los soldados y de los policías
de la Patria.
Los doctores José Roberto Arango y Jorge Alberto
Uribe Echavarría representan aquella gerencia antioqueña,
que más que gerencia es liderazgo, por su competencia,
su capacidad de estar al día, su honradez, su energía,
su visión de largo plazo y la vocación de
trabajo cotidiano para lograrla.
El pueblo antioqueño debe sentirse agradecido y
orgulloso por la obra de ambos. Particularmente, haberlos
tenido de compañeros eficientes y exitosos en esta
gestión que tan generosamente me ha confiado el
pueblo colombiano, particularmente, me siento muy honrado
de tener compatriotas y amigos como ellos.
Quiero felicitarlos a todos ustedes,
y a don Gabriel Harry, por congregarnos esta noche alrededor
de esta fundación:
Héroe Camina.
Hoy la Patria va ganando, pero
todavía no hemos
ganado. La culebra está viva. Sin embargo, la actitud
está positiva, hay mucho ánimo, se trabaja
con pasión, como suelen decir ahora.
Y mientras esto ocurre, 1.700 compatriotas
de las diferentes instituciones armadas están en los pabellones de
sanidad de los hospitales, buscando recuperarse de una
mutilación causada por las minas antipersona del
terrorismo.
En buena hora, ustedes, coterráneos, están
impulsando esta Fundación para darle ese apoyo a
nuestros héroes de la institución armada.
Mientras ellos sufren allá, el país
tiene buenas noticias.
Esta noche cuando estábamos en Sofasa, presenciando
el lanzamiento de un nuevo vehículo, que implicó una
gran inversión, veíamos como en estos tres
años la industria automotriz ha pasado de producir
y vender en Colombia 65 mil vehículos, a 135 mil
de este año.
Cómo la inversión privada, que había
dejado su representación al 8 por ciento del PIB,
el año pasado recuperó el 12 y es posible
que este año llegue al 15, y se vaya asomando a
lo que requerimos, un mínimo, el 20 por ciento.
Veíamos cómo llevamos tres años de
incremento del recaudo. El primer año del Gobierno
se incrementó un 18 por ciento, el año pasado
un 22 por ciento y este año va con un incremento
del 14 (por ciento), sin incluir allí los ingresos
provenientes de Ecopetrol, y teniendo en cuenta que los
estímulos tributarios al crecimiento, como la deducción
del 30 por ciento a las nuevas inversiones, le cuestan
al fisco este año un billón de pesos.
Las buenas noticias, como las que
se empiezan a derivar de Naciones Unidas, que hoy ha
presentado el Índice
de Desarrollo Humano correspondiente al año 2003.
En esa presentación expresa que, gracias a los
esfuerzos de recuperación de la economía
colombiana y a los esfuerzos de educación, el país
mejoró cuatro puntos en ese Índice de Desarrollo
Humano.
Confiaríamos que con los esfuerzos en la Revolución
Educativa, en la reactivación económica y
en la reactivación social de 2004, 2005 y 2006,
el país mejore muchísimo más, porque
el camino de derrota de la pobreza es un camino lleno de
dificultades, de desafíos, y sus metas finales todavía
están muy lejanas.
Hoy el Director de Crédito Público (Felipe
Sardi) dio otra buena noticia: hace tres años los
intereses que pagaba el Estado colombiano a sus acreedores
oscilaban alrededor del 17 por ciento. Hoy todos los intereses
en las nuevas colocaciones de bonos del Estado colombiano
están por debajo del 10 por ciento.
Todo esto tiene que ayudar muchísimo.
Colombia estaba recibiendo pocos
visitantes internacionales al año. Este año vamos a recibir un millón,
y nos preparamos para que el año entrante sean 2
millones.
Medellín con este bello Centro (de Convenciones),
con la actitud tan positiva de su ciudadanía, ha
recibido este año un número incomparable
de visitantes internacionales.
Sé que tenemos dificultades que se sienten especialmente
en esta ciudad con el tema de la revaluación. Estamos
haciendo todos los esfuerzos coordinados con el Banco Central
para poder contener la caída del dólar.
Vamos a examinar, en el curso de
las próximas horas,
con los ministros de Hacienda y Comercio, esquemas de compensación
a los importadores, que seguramente tienen un costo fiscal
alto, y cualquier costo fiscal en la situación del
Gobierno Nacional es difícil de absorber, lo vamos
a buscar con el buen cuidado de que eso no afecte las negociaciones
del TLC con los Estados Unidos.
Doctores José Roberto y Jorge Alberto: muchas gracias
por servir bien a Colombia, por honrar tanto a este pueblo
antioqueño al que nos debemos.
Quiero destacar algo muy importante
de ustedes: su vocación
por todas las regiones de la Patria.
Cuando yo recorría el país como candidato
presidencial lo percibí, y creo que la doctora Noemí Sanín
también: alguna resistencia infundada al espíritu
y a la personalidad antioqueña.
Creo que la circunstancia de trabajar
desde el Gobierno Nacional con afecto por todas las regiones
de la Patria,
como ustedes lo hicieron, es la mejor carta de presentación
de esta manera antioqueña de ser ante el país.
Ustedes en muchas regiones se ganaron el afecto por lo
que hicieron a favor de esos conciudadanos, y ese afecto
es para el buen nombre de Antioquia.
A ustedes, a sus familias que abnegadamente
los han acompañado
en esa tarea pública, muchas gracias.
Muchas gracias por tanta generosidad
con mis compañeros
de gobierno.
Y muchas gracias, especialmente,
por tanta y por tan inmerecida generosidad conmigo, que
por más que haga, poco
podré reciprocar, compensar, a la inmensa generosidad
que hemos recibido del pueblo colombiano y de nuestros
coterráneos en particular.
Que tengan muchos éxitos, doctores Jorge Alberto
y José Roberto, para que les sigan sirviendo bien,
a la altura de esas capacidades tan grandes que mi Dios
les dio, a esta tierra antioqueña y a la Patria
colombiana.
A todos muchas gracias.