FORO ‘ANTIOQUIA
Y EL TRATADO DE LIBRE COMERCIO’
Organizado por el Diario El Colombiano
Abril 05 de 2006 (Medellín – Antioquia)
Compatriotas:
Quiero saludarlos
muy afectuosamente, celebrar este ejercicio intelectual
que ha sido una constante en la
vida de El Colombiano y que ha aportado tanto al desarrollo
democrático de la región y de la patria
entera.
Quiero desde esta
tribuna hacer un homenaje a uno de los grandes de la
patria y de Antioquia, desaparecido
en los últimos días, el doctor José Gutiérrez
Gómez, y al ex ministro Juan Gonzalo Restrepo
Londoño.
Esta mañana tuve oportunidad de visitar la familia
del doctor Gutiérrez Gómez, y en los próximos
días visitaré la familia del doctor Juan
Gonzalo Restrepo Londoño, para testimoniar a ambas
familias el aprecio nacional por estas figuras tan importantes
de nuestro país.
Saludo también a la señora Ministra de
Economía de El Salvador, la señora Yolanda
de Gaviria, quien ha sido tan importante en la negociación
del Cafta, y se nos ha dado tantas luces con el TLC.
Doctora Ana Mercedes,
la interrumpí un momento
a la llegada al auditorio para conversar con el doctor
Luis Alberto Moreno Mejía, quien está en
la Asamblea del BID, presidiéndola como Presidente
del Banco, en el Brasil, y no sé si ya tienen
la noticia aquí, pero es buena. De pronto quisiera
dársela. Que alguno me ayudara, Alicia, a llamar
al Alcalde. Y la noticia es buena: el BID acaba de aprobar
que la Asamblea para conmemorar los 50 años de
la institución, que deberá realizarse en
el año 2009, se realizará en la ciudad
de Medellín. Pienso que esa es una noticia bien
importante para la ciudad.
Bueno, el TLC beneficia
a todas las regiones colombianas. Voy a empezar por
ese tema, por la válida preocupación
de la doctora Ana Mercedes. Y beneficia a todos los sectores
de la economía, a pesar de que en un sector de
la economía puede haber productos con riesgos,
que el Gobierno lo ha reconocido, y estamos buscándole
soluciones, en el neto se beneficia todo sector de la
economía y se beneficia toda región colombiana.
Por ejemplo, Santander.
En mis conversaciones con los compatriotas de Santander,
allí hay una preocupación
por la avicultura. La avicultura se convierte en una
gran actividad de generación de empleo que circunda
el área metropolitana de Bucaramanga, a lo cual
le estamos buscando solución.
Yo diría que los problemas que nos aparecen en
el TLC, lo importante es reconocerlos y buscarles solución,
y les estamos buscando solución.
Pero al examinar
todo lo que es la oferta productiva de Santander, hay
un gran beneficio para ese departamento.
Ese departamento es productor de textiles, es productor
de confecciones, es productor de joyería. Ese
departamento es un departamento que va a ver en los próximos
años renovada totalmente la refinería de
Barrancabermeja. Es un gran productor, y lo va a ser,
de todos los productos de la industria petroquímica.
Es productor de mucha manufactura, zapatos. En el área
del Magdalena el departamento de Santander está sembrando
muchísima palma africana, y ese aceite de palma
africana es un gran beneficiario del TLC. Y lo mismo
el derivado más importante que tendrá la
palma africana, que es el biodiesel.
Todo lo que son
los combustibles biológicos,
en lo cual Colombia tiene un gran futuro, quedan con
acceso inmediato al mercado de los Estados Unidos. Se
desgravan en la canasta que mis compañeros del
Gobierno llaman la canasta de desgravación inmediata.
Eso le da a un departamento como Santander enormes posibilidades:
producir biodiesel en el área del río Magdalena,
sacarlo al mar por el río y llevarlo al mercado
de Estados Unidos.
También es muy importante en ese departamento
el alcohol carburante. Hace cuatro años Colombia
no producía alcohol carburante. Ahora estamos
produciendo un millón 50 mil litros al día,
gracias a los estímulos tributarios que se introdujeron,
siendo ministro el doctor Roberto Junguito, y con el
apoyo de nuestros congresistas, apoyos tan resueltos,
como el que en toda hora nos dio el doctor Juan Gómez
Martínez.
El mercado de azúcar se empieza a descongestionar,
gracias a la producción de alcohol carburante.
Eso va a ser muy importante para departamentos como Santander.
Santander y Boyacá en la Hoya del Río Suárez
tienen 50 mil hectáreas de caña, que han
estado históricamente dedicadas a producir panela.
Una crisis histórica de la panela, tremenda.
En las últimas semanas la panela ha mejorado
allí más de 200 pesos el kilo, gracias
a que el país ha empezado a producir alcohol carburante,
a convertir unas extensiones importantes, entre 35 mil
y 40 mil hectáreas, de caña del Valle del
Cuaca, del Cauca y Risaralda, que estaban dedicadas al
azúcar, a convertirlas para producir alcohol carburante.
Y una de las decisiones
que el Gobierno ha tomado y que se está implementando, es crear una zona franca
especial para la exportación de alcohol carburante,
como la otra que vamos a crear para el sector de la salud,
que interesa muchísimo a la ciudad de Medellín.
Entonces uno revisa
la composición productiva
de un departamento como Santander, y encuentra que puede
ser gran beneficiario del TLC, y reconocemos el tema
avícola, que lo estamos enfrentando.
Ahora, hay mucho
temor porque se ha reducido muchísimo
el precio de los pollos sazonados. Entonces me dice la
industria avícola que con el arancel del 70 por
ciento no vamos a lograr frenar esas importaciones. Ha
habido una reducción muy sensible de los precios,
por el temor a la gripa aviar. Estamos buscando unas
soluciones aduaneras, unas soluciones portuarias.
Yo he encarado estos problemas, y le quiero dar tranquilidad
a estos sectores que encontraremos con ellos y con el
apoyo del Congreso y de toda la comunidad colombiana,
los apoyos necesarios para que estos sectores sigan progresando
en nuestra patria.
Estamos enfrentando un problema mundial de avicultura
por la gripa aviar, entonces no podemos hacerle esas
imputaciones ahora al TLC, tenemos que superarlo.
Veamos otros departamentos de Colombia: el Valle del
Cauca, ampliamente beneficiario. Olvidemos el tema de
alcohol carburante, que es de gran importancia para el
Valle del Cauca.
Pensemos en el tema
del azúcar. El Valle del
Cauca, Colombia estaba exportando 25 mil toneladas de
azúcar. El TLC nos permite exportar 75 mil toneladas
de azúcar, con una tasa de crecimiento anual del
1 y medio. Una ciudad que fue la pionera en Colombia
en recepción de inversión internacional,
como Cali, ve en el TLC grandes posibilidades de salir
adelante. Cualquier producto vallecaucano se mejora y
ellos, que tienen unas expectativas como Antioquia bien
importantes en obras de infraestructura, como lo vamos
a ver más luego, el TLC las reta, pero también
posibilita que se financien.
La Costa Caribe
colombiana toda, toda, se beneficia del TLC. Estuve
todo el fin de semana en Barranquilla,
y constaté de manera grata que hay una gran conciencia
en todos los niveles sociales sobre las bondades del
TLC. Ellos lo que piden es que el país acelere,
y en eso tienen toda la razón, la infraestructura
de competitividad. Y dicen que lo que puede exportar
Colombia a los Estados Unidos le da una gran ventaja
a la Costa Caribe por su situación costanera.
Los Llanos Orientales.
En los Llanos Orientales aparece la preocupación del arroz, que es otro producto.
Yo tenía un capítulo de productos con dificultades
para el final, pero a raíz de la preocupación
válida que manifestó la doctora Ana Mercedes,
los voy a ir intercalando con esta región.
El arroz. Vamos
a ver: ¿la dificultad del arroz
qué afecta? Llanos Orientales, afecta Tolima,
afecta Huila. ¿Qué ha pasado históricamente
y qué debemos hacer?
Primero: ¿cómo se negoció el TLC
en el arroz? Hay un período de desgravación
de 19 años. El temor de los arroceros era el siguiente:
que el arancel base y la disminución de ese arancel
permitieran que para el año 7 o el año
8, el arancel de arroz ya estuviera en el 30, 33 por
ciento, y ellos afirman que con arancel en Colombia del
30, 33 por ciento, dados los subsidios a la producción
en los Estados Unidos, ellos pueden mandarnos acá un
arroz más barato.
Ese riesgo quedó aplazado hasta el año
15. La desgravación termina en el año 19,
y la llegada de un arancel del 30, 33, sería en
el año 15.
En estos procesos
de desgravación con períodos
de transición, las personas que dirigen las negociaciones
llaman contingente la cantidad que desde el año
cero se puede enviar al otro país con cero arancel.
Para esos contingentes de arroz y de pollos, que podemos
importar de Estados Unidos desde el año cero,
tanto los arroceros como los avicultores van a participar
en las subastas arancelarias, lo cual les da unos ingresos,
y con esos ingresos pueden ayudarle muchísimo
a sus dos sectores.
En el caso avícola también hay una revisión
en el año 9. Los avicultores me han dicho: no
se logra nada. Yo creo que es un buen paso, porque obliga
a los dos países a sentarse a revisar qué ha
pasado. Y yo creo que si en el año 9 vemos que
hay problemas sociales, derivados de la aplicación
del Tratado al tema avícola, es una razón
suficientemente poderosa, de peso, para pedir en el año
9 que se revise ese proceso de desgravación.
Volvamos al arroz.
Históricamente es un producto
que ha sufrido mucho, por importaciones de Tailanda,
de otros países, y por las importaciones andinas.
Ecuador es un país excedentario en arroz, también
Venezuela. Y nosotros, por Comunidad Andina, no podemos
decirle al Ecuador: no nos mande arroz. De Venezuela
nos entra mucho, legalmente y también mucho arroz
de contrabando. Eso ha afectado mucho a nuestros productores
de arroz.
Yo creo que el daño se los ha causado a ellos
es el arroz de nuestros vecinos, y el riesgo del TLC
es un riesgo lejano. ¿Qué proponemos nosotros?
En la Ley Agro: Ingreso Seguro, que cualquier inquietud
de ustedes posteriormente, con mucho gusto, la ampliamos
un poquito, se apoya a los arroceros, no solamente frente
a riesgos derivados del TLC, sino frente a depresiones
del precio, derivadas de la Comunidad Andina. Ellos nunca
habían tenido ese apoyo.
Algunos colombianos
me han dicho que ese apoyo es injusto. Ponen el caso,
como ejemplo de Irlanda, que dejó morir
algunos sectores de la economía, en los cuales
consideraban que no había competitividad, para
darle curso a la integración con la economía
global. Es muy distinto. Ese es un país pequeño,
con poco número de habitantes. Para nosotros sustituir
300 - 400 mil hectáreas de arroz es muy difícil.
Hay regiones que han tenido en el arroz el único
producto. Además han hecho esfuerzos de productividad
muy altos. Por eso el examen del tema tiene que ser muy
equilibrado. El llano de Ibagué tiene la más
alta productividad de arroz en el mundo.
Y yo veo que es necesario otro elemento para garantizarles
esos apoyos del presupuesto nacional: la seguridad alimentaria.
Hay que mirar todos
los escenarios que se pueden presentar a futuro. Yo
le temería mucho a un escenario en
el cual Ecuador no nos pueda mandar arroz barato, Venezuela
no nos pueda mandar arroz barato y Estados Unidos tenga
que desmontar los subsidios a la producción y
ya no nos pueda mandar arroz barato.
En la reunión de Hong Kong de la ronda de Doha,
los países industrializados aceptaron desmontar
los subsidios a las exportaciones agrícolas en
el año 2013. Ahora sigue la discusión del
desmonte de los subsidios de producción. Entonces
el país tiene que ser cuidadoso en eso, preservar
nuestra industria arrocera. Yo soy partidario de que
no amplíen el área sembrada en arroz, pero
que el área que da unos niveles de productividad
elevados se mantenga y se mantenga con apoyo del fisco
nacional.
Es muy importante,
desde todas las regiones de Colombia, darles esa señal a los arroceros. Y además
asumir el compromiso con mucha convicción. Yo
tengo ese elemento adicional de convicción para
asumir el compromiso, que es la necesidad de preservar
la seguridad alimentaria, ante las hipótesis no
descartables de que se desmonten subsidios a la producción
de esos productos en países como Estados Unidos,
y que nos nieguen la posibilidad de comprar esos productos
a muy bajo precio.
Volvamos a los Llanos
Orientales. Entonces ahí hay
un riesgo en el arroz, pero tienen grandes beneficios
en otros productos. Tienen grandes beneficios en palma
africana, en biodiesel. La junta directiva de un ingenio
del Valle del Cauca me decía que piensan sembrar
10 mil hectáreas de caña para producir
etanol, con destinación exclusiva a exportar al
mercado de Estados Unidos desde los Llanos Orientales.
Y que lo van a hacer con nuestra nueva figura de zona
franca, que de acuerdo con la ley que aprobó el
Congreso en diciembre, ya las zonas francas quedan, diría
yo que sin riesgo ante la Organización Mundial
del Comercio, y con una tarifa de renta sumamente competitiva,
que quedó en el 15 por ciento.
En todo eso los
Llanos Orientales tienen mucha, mucha posibilidad.
Este año Colombia ha de tener la
primera planta de biodiesel, y oigan qué ha pasado
en la parte tributaria. Con el ministro Junguito se le
dio exención de IVA y de impuesto global al combustible,
a los combustibles biológicos. Además exención
a los cultivos de tardío rendimiento, donde está la
palma africana, la madera, en lo cual tiene gran competitividad
el Llano. El caucho, en lo cual tiene gran competitividad
el Llano. El cacao, que en la ladera de la cordillera
oriental, en las estribaciones de la cordillera oriental
en el Llano, está creciendo bastante, como está creciendo
en toda Colombia.
Yo entonces veo
muchas posibilidades para estas regiones de la Patria.
Y si a eso le suman que desde allá puedan
exportar combustibles biológicos producidos en
zonas francas, con tarifa de renta del 15 por ciento,
yo creo que tienen mucho futuro.
Este año va Colombia a empezar a producir alcohol
carburante a partir de yuca. Hay un hectariaje en los
Llanos Orientales y otro hectariaje en el departamento
del Cesar. Sí, todos requieren infraestructura.
Por ejemplo, los Llanos requieren la navegabilidad del
río Meta, que les da una gran posibilidad de sacar
su producción por el Orinoco al Caribe. Es una
constante la necesidad de infraestructura de competitividad
en todo el país.
El Tolima. Tolima
es muy sensible al tema del arroz. En el Huila. Pero
oigan lo que me ocurrió en un
foro reciente en el Huila. Nosotros estamos trabajando
la Visión 2019, la visión de largo plazo
que compromete al país, trabajada democráticamente,
para que todos aquellos ciudadanos que participen en
su elaboración se entusiasmen a participar en
su aplicación. Y le hemos pedido a cada departamento
que haga su propio capítulo. Confiamos que Antioquia
haga su capítulo, el anexo Antioquia Visión
2019.
Y empezamos a ver
las bases que está construyendo
el Huila. Y dijeron: bueno, actividades productivas del
Huila a desarrollar en los próximos años:
turismo, es el que más se beneficia con un tratado
de esta naturaleza por el jalonamiento de la inversión,
que jalona primero todo ese turismo de negocios y después
el turismo recreativo. Menciona el Huila la explotación
de la roca fosfórica. La necesidad de una agricultura
más competitiva le da en una gran oportunidad
al desarrollo la roca fosfórica en el Huila.
Cafés especiales. El Huila y Nariño son
los grandes productores de cafés especiales en
Colombia. Su café tiene una alta prima en el mercado
internacional. Hemos procurado beneficiarlo muchísimo
con la promoción de las Tiendas Juan Valdez y
con las bases de política cafetera que también
creamos con el ministro Junguito. El ministro Junguito
lideró dos acciones cafeteras del Gobierno, al
principio de la administración: la primera, un
compromiso con la Federación: señores,
el Gobierno ayuda pero ustedes desarrollan las Tiendas
Juan Valdez, apoyan la renovación cafetera. Ustedes
trabajan con el Gobierno para que en los soqueos de café,
haya maíz y haya fríjol. Y se tomó una
segunda decisión de gran importancia: por primera
vez en Colombia, el 94 por ciento del precio externo
del café va directamente al productor. La contribución
que se retiene para la Federación es del 6 por
ciento. Eso está ayudando muchísimo.
En el TLC se salva
la marca, el origen y la mezcla. Eso es muy bueno para
la caficultura colombiana. Porque
yo le veía muchos riesgos a la caficultora colombiana,
el riesgo de que el mundo empezaba a reconocer no la
marca Juan Valdez ni la marca Café de Colombia,
sino la marca Starbucks. Se estaban cambiando las marcas
de país por las marcas de comercializadoras. Eso
es muy grave. Con lo que hemos hecho yo creo que se recupera
la tendencia de recuperar la marca de país, la
marca del país productor, y eso lo fortalece muchísimo
el TLC.
El Huila tiene 70
mil hectáreas de café,
casi todas con cafés especiales. Y entonces ellos
siguieron hablando de los productos a desarrollar en
el Huila en los próximos años, y trajeron
la tilapia. Pero queremos convertir al Huila en el gran
exportador de tilapia y necesitamos una aduana de Estados
Unidos en el Huila. Decía: eso requiere TLC. Ayer
me confirmaban unos concejales de Neiva que ya el Huila
está exportando tilapia. Y en esa reunión
omitieron el arroz. A mí me sorprendió muchísimo,
pero yo les traje el tema y les dije: los felicito por
ver todo este potencial de productos que se van a beneficiar
del TLC, y tengan la certeza de que el Gobierno no va
a abandonar el tema del arroz.
El Tolima. Ibagué es la ciudad con más
alto nivel de desempleo. Para Ibagué es fundamental
la salvación de la cadena algodón-textil-confección.
Todo eso requiere el TLC. El Gobierno ha venido pagando
subsidios anuales del orden de 80 mil, 100 mil millones
para la producción de algodón. Creemos
que una industria textil y de confección fuerte,
a lo cual contribuye mucho el TLC, necesita también
que esa industria no dependa exclusivamente de algodón
importado, sino que haya un alto porcentaje de algodón
de producción nacional. Porque las importaciones
de algodón también generan muchos riesgos:
oscilaciones del cambio internacional, de la tasa de
cambio, el riesgo de la cotización internacional,
etcétera.
La producción nacional, para encadenarla con
una industria importadora tan importante, se requiere.
El Tolima ha sentido el apoyo en subsidios a la producción
algodonera, y ahora el Gobierno Nacional está construyendo,
como principio de estas obras de infraestructura, de
competitividad, el distrito de riego del Triángulo
del Tolima, que nos va a costar alrededor de 350 mil
millones, y que les va a ayudar mucho en producción
de algodón. El algodón en tierras de ambiente
seco, con riego, produce la mayor productividad, y para
eso es excelente el Triángulo del Tolima. Además
aprovechar la laboriosidad agrícola de los compatriotas
del Tolima, para producir en esos nuevos distritos de
riego todas esas hortalizas que, por ejemplo, está exportando
el Perú a los Estados Unidos, con muchísimo éxito.
Intensivas en generación de empleo.
Entonces enseguida
está la industria textil,
FibraTolima, una empresa que estaba quebrada, que empieza
a resurgir, se ha hecho un gran esfuerzo para sacarla
adelante, tenían una negociación con Fabricato-Tejicóndor,
no sé si la hicieron o no. Está confirmada.
Yo creo que en ausencia del TLC, quién sabe si
esa negociación se hubiera hecho. En ausencia
del TLC me parece muy difícil haberle encontrado
novios a FibraTolima para sacar la empresa adelante.
Y FibraTolima es el gran apoyo a la industria de confección
de Ibagué, que es el gran motor para sacar adelante
esa ciudad con tal alto nivel de desempleo.
En fin, uno podría recorrer toda la Patria y
encontrar que todas las regiones de Colombia se favorecen,
reconociendo que hay temas que tenemos que enfrentar,
que traen riesgos, como el tema avícola y el tema
arrocero.
El primer tema con
que yo quería empezar hoy
es el tema del Atpa– Atpdea. Para este país
es muy difícil pasar del Atpa al Atpdea. La administración
Pastrana hizo un gran esfuerzo y la administración
nuestra tuvo que empezar con muchos esfuerzos en esa
materia. Yo creí que bastaba con la aprobación,
después vino una fase que los Estados Unidos llaman
de proclamación, que exigió hacer muchos
ajustes internos en Colombia.
Me refiero al primer
semestre de este Gobierno, que es el segundo semestre
de 2002. Desde entonces nosotros
vimos muchísimas dificultades para una nueva renovación,
y el Gobierno pensó lo siguiente: si ha habido
tanta dificultad para pasar del Atpa al Atpdea, es muy
difícil que haya renovación en el 2006.
Si países como El Salvador (a ustedes, ministras,
se les acaban las preferencias en el 2007, que tienen
soldados en Irak, nosotros no), ven enormes dificultades
para que Estados Unidos les prorrogue las preferencias
que vencen el 2007 (una de las razones que ha tenido
El Salvador para hacer el Cafta, el TLC centroamericano),
si países como República Dominicana, que
se le vencen las preferencias en el 2008, advierten que
no ven posibilidades de prorrogarlas, y por eso ya tienen
un TLC con los Estados Unidos, la situación para
nosotros es más difícil, porque las preferencias
nuestras vencen el 31 de diciembre de este año.
Entonces desde el
2002 empezamos a trabajar pensando que el gobierno
que eligiera Colombia en el 2006, iría
a tener un grave problema al extinguirse esas preferencias
unilaterales de los Estados Unidos de la Atpdea.
El Atpedea ha sido
muy bueno, pero tiene limitaciones, limitaciones propias
de todas las preferencias unilaterales.
Primero, los economistas dicen: ¿por qué Colombia
no aprovecha bien el Atpdea, no se exporta todo lo que
se pudiera exportar? ¿Cuál es la razón
principal? No se invierte todo lo que habría que
invertir ¿Y por qué no se invierte todo
lo que habría que invertir? Porque el inversionista
dice: temo hacer estas inversiones, porque no tengo seguridad
de contar con el mercado de Estados Unidos más
allá del 31 de diciembre de 2006.
Entonces no se aprovechan
debidamente las posibilidades porque no hay inversión. Y no hay inversión
porque las posibilidades son unas posibilidades efímeras,
que generan mucha desconfianza.
Y no todos los productos
tienen espacio en el Atpdea. Cito, por ejemplo, leche
y cárnicos, que sí tienen
todo el espacio en el TLC, siempre y cuando superemos
problemas como el problema de aftosa.
Ahí hay dos limitaciones de los sistemas de preferencias
unilaterales, porque muchos colombianos decían:
bueno, en lugar de negociar, prorroguemos las preferencias
unilaterales. A riesgo de estar equivocado, desde el
principio del Gobierno nosotros hemos visto imposibilidad
de prórroga e inconvenientes de que sigamos trabajando
solamente con preferencias unilaterales.
Más aún, creo que el lenguaje político
colombiano tiene que ser muy prudente, porque yo no creo
que uno en la política colombiana pueda combinar
una agitación anti-norteamericana y al mismo tiempo
un pedido de extensión de las preferencias unilaterales.
Uno no puede decir aquí: fuera gringos, y enseguida
ir allá a decirles: extiéndanos las preferencias
unilaterales. A mí me ha preocupado ese componente
del discurso político colombiano.
Y el tema no ha
sido fácil. Cuando uno revisa
la historia de los intentos de Colombia de tratado con
Estados Unidos, desde el tratado que firmó el
presidente López Pumarejo, creo que fue en 1935,
que después por circunstancias de la guerra no
se aplicó pero que es un tratado visionario, encuentra
que hubo intentos que fueron intentos aislados de ministros
que no consiguieron el consenso al interior de los gobiernos.
Lo primero que nosotros
hicimos fue convencernos al interior del Gobierno que
eso se necesitaba. No seguir
haciendo lo que había pasado en muchos momentos
de Colombia, que eso no salía adelante porque
era una idea de un ministro o de parte del equipo de
un gobierno, que no comprometía a todo el gobierno.
Allí hubo que hacer un gran esfuerzo.
Después convencer a los Estados Unidos que negociara.
El presidente Bush y el Secretario de Comercio de Estados
Unidos nos dijeron: miren, Estados Unidos no puede hacer
estos tratados. Nosotros estamos esperando el ALCA. Y
además Colombia no está preparada.
Tomamos mucho tiempo
para demostrarles que Colombia sí estaba preparada. Yo les dije: miren, el ALCA
está generando en el continente una carga ideológica
que no deja ver el fondo del ALCA. Y esa carga ideológica
lo puede aplazar indefinidamente, y hay países
como Colombia que necesitan este mercado de Estados Unidos.
Hicimos este raciocinio
ante el Gobierno norteamericano en repetidas ocasiones:
si esperamos el ALCA nunca va
a llegar o nos va a llegar tarde, porque Brasil no tiene
el mismo afán que Colombia de negociar el TLC,
ni lo tienen otros países de la región.
Hay que reconocer que las economías diferentes,
tienen diferentes afanes.
El Brasil tiene
menos afán de negociar el TLC
que nosotros. ¿Por qué? Esto me lo han
dicho tanto el ex presidente Cardoso como el presidente
Lula. A diferencia de Colombia, Brasil y otros países
de la región tienen una economía exportadora
con muchísimos mercados. Las exportaciones nuestras
están concentradas en pocos mercados.
Uno ve los mercados
de Brasil o los de Chile y dice: los gobiernos de Brasil
y Chile si pierden un mercado
eso no les perturba el sueño. Nosotros, con el
riesgo de que uno de nuestros mercados tome una decisión
política que nos afecte, vivimos totalmente intranquilos.
Hay una diferencia bien importante en estas economías.
El ex presidente Cardoso y el presidente Lula me decían:
Brasil a Estados Unidos, MERCOSUR y Europa sólo
exporta el 40 por ciento. El 60 por ciento restante de
exportaciones lo envía a otros mercados. Eso demuestra
la diversificación en los mercados brasileros
de exportación.
Chile también los tiene ampliamente diversificados.
Nosotros, no. También la composición de
la oferta productiva de cada país trae afanes.
Yo le he dicho al presidente Chávez: Presidente,
tú, vendiendo petróleo, no tienes afán
de un TLC. El petróleo te lo arrebatan. ¿Qué hace
una economía manufacturera como la colombiana,
de manufactura media, tan competida en el mundo? Necesita
esos mercados. Y le he dicho: es una comparación
muy difícil, Presidente. ¿Qué vas
a necesitar tú TLC con petróleo? ¿En
cambio qué hago yo con mis parientes de Titiribí,
Antioquia, que necesitan vender bocadillos en el mercado
de Estados Unidos y requieren TLC?
La verdad es que
hay que mirar muy cuidadosamente qué produce
cada economía. El Brasil no necesita acuerdo de
comercio para enviarle toda la soya a China, que se la
absorbe toda. Chile no necesita acuerdo de comercio para
venderle a China el cobre, níquel. Nosotros producimos
unas pequeñas cantidades de níquel.
Entonces es muy
bueno, en el examen político
del tema, mirar que no toda la región tiene el
mismo afán, porque la semana pasada en la Universidad
del Valle del Cauca un profesor decía: ¿ustedes
por qué prefirieron negociar con los Estados Unidos
en compañía de Perú y Ecuador, y
no hacerlo como bloque latinoamericano?
Le di esas razones.
Son muy respetables las razones del Brasil y de otros
países de la región
para no hacer TLC, pero nosotros lo requerimos. Y nosotros
no podemos dejar que nuestras exportaciones a Estados
Unidos se marchiten, que se anule toda la posibilidad
de crecimiento, mientras se resuelven las disputas ideológicas
que giran alrededor del ALCA.
Entonces eso lo
conecto con otra objeción. La
objeción de que primero estaba el bloque latinoamericano.
Otra razón para decir por qué estamos haciendo
el TLC, ante esa objeción. Hace cuatro años
en Colombia no había decisión de un acuerdo
con MERCOSUR. Nosotros ya hicimos el acuerdo. Hoy está perfeccionado
el acuerdo Comunidad Andina – MERCOSUR. Eso debe
eliminar la objeción política que algunos
esgrimieron, en el sentido de que habíamos incumplido
la norma constitucional que ordena darle prelación
a los acuerdos con Suramérica. El Gobierno fue
cuidadoso en eso, y por eso al inicio de la administración
nos propusimos sacar adelante el acuerdo CAN – MERCOSUR,
que parecía un imposible. La Ley ratificatoria
la aprobó el Congreso y está para la revisión
de la Corte Constitucional.
Sin embargo, lo
pusimos en práctica desde que
se cerró el Acuerdo, aún sin la ratificación
del Congreso, porque hay un mecanismo, un instrumento,
de la ALADI, que es la Asociación Latinoamericana
de Libre Comercio, que nos permite poner en marcha, sin
completar la formalización, estos acuerdos en
la región.
Y viene el tema
de la Comunidad Andina. A mí me
parece que el mejor aporte lo puede hacer el ex ministro
Roberto Junguito, que tiene unas cifras sobre lo que
le convendrá a la Comunidad Andina en su conjunto
el TLC.
Hablaba yo con el
presidente Chávez y él
me decía: tengo la queja de unos empresarios bolivianos
que dicen que le van a vender menos soya a Colombia.
Nosotros le dijimos al presidente Evo Morales lo siguiente:
para proteger a Bolivia, y de acuerdo con Bolivia, se
definió lo de la soya de esta manera: queda liberado
de inmediato el fríjol de soya y la torta. Muy
difícil de importar de Estados Unidos. Yo no creo
que una cosa de tanto volumen, tan costosa en flete hoy,
como es el fríjol de soya, lo vayamos a traer
de Estados Unidos para molerlo y producir aceite aquí.
Queda en canasta de 5 años y de 10 años
el aceite crudo y el aceite refinado, en perjuicio de
sectores industriales de Colombia.
Yo creí que eso había salido bien con
Bolivia. Y el reclamo que hace ahora el Gobierno de Bolivia
es que al permitir comprarle fríjol y torta a
Estados Unidos, eso se va a moler en Colombia, y que
ese aceite que se produzca moliendo el fríjol,
va a reemplazar aceite que le compramos a Bolivia. Nuestros
industriales dicen que es imposible. Pero le dimos a
Bolivia garantías. Le dijimos: Colombia apoya
cualquier acuerdo político de ustedes con Estados
Unidos sobre la materia.
Le dijimos a Bolivia: estamos dispuestos a que Bancoldex
apoye los productores bolivianos para venderle a Colombia.
Estamos dispuestos a encontrar todos los acuerdos entre
los industriales colombianos y los productores bolivianos
de soya.
Hay que tener en
cuenta esto: la Comunidad Andina, a principios de los
años 90, tomó la decisión
de ser una comunidad abierta, no cerrada. Eso es muy
importante, porque la Comunidad Andina no le ha prohibido
a unos países suyos ser miembros de MERCOSUR,
y los que estamos adelantando lo del TLC lo hemos hecho
con toda la autorización de la Comunidad Andina.
En virtud de que
la Comunidad Andina tomó la
decisión de ser una comunidad abierta, Bolivia
se incorporó como miembro observador a MERCOSUR,
y las cifras son elocuentes. Nosotros le compramos alrededor
de 178 millones de dólares a Bolivia al año,
y ellos nos compran, ¿cuánto? Unos 40 millones.
Es una balanza muy descompensada en contra de Colombia.
Hay mucho producto manufacturero colombiano que podríamos
vender en Bolivia. ¿Por qué no lo vendemos
en Bolivia? Por que ellos le compran a MERCOSUR. Y Colombia
nunca se ha quejado de eso.
El presidente Chávez me decía: los empresarios
venezolanos creen que las ventas de Venezuela a Colombia
se van a afectar por las compras de Colombia a Estados
Unidos. Los estudios indican que solamente el 15 por
ciento de lo que exporta Venezuela a Colombia, podría
ser competido con productos que nos vendiera Estados
Unidos. Y yo le decía al presidente Chávez:
en Colombia los empresarios se quejan que con las decisiones
tomadas por Venezuela, para permitir que lleguen productos
de otros países con cero arancel o la decisión
de Venezuela de no estar solamente en el acuerdo Comunidad
Andina – MERCOSUR si no de ser ya miembro de MERCOSUR,
puede desplazar mucho producto colombiano del mercado
de Venezuela.
Va a ser más difícil para nuestros exportadores
en Venezuela tener que competir en todas las tiendas
de Venezuela en productos de MERCOSUR o de otros países.
Inclusive en la soya hay esto: la soya boliviana es mucho
mas barata en Venezuela que en Colombia. ¿Por
qué? Porque Venezuela permite que llegue allí soya
de Paraguay, con cero arancel, que le compite en precios
a la boliviana. Como Colombia no ha permitido eso, la
soya boliviana en Colombia es más cara. Si aquí hubiéramos
hecho lo mismo que Venezuela, decir: pueden traer también
soya de Paraguay con cero arancel, seguramente eso habría
obligado a la soya de Bolivia a tener en Colombia un
precio tan bajo como el que se ofrece en Venezuela.
Mi idea es la siguiente:
este Tratado en su conjunto beneficia la Comunidad
Andina. Yo creo que es muy importante
un diálogo de nuestros empresarios con los empresarios
venezolanos y con los empresarios bolivianos. ¿Por
qué? Si la economía colombiana crece, en
virtud de lo que le pueda vender a Estados Unidos, la
economía colombiana va a tener más capacidad
adquisitiva para comprarle más a Venezuela y para
comprarle más a Bolivia.
Cuando la economía venezolana crece en virtud
del precio del petróleo y aumenta su capacidad
adquisitiva, Colombia le vende más a Venezuela.
Pienso que además tener terceros mercados nos
ayuda, ojalá tuviéramos un tercer mercado
para el arroz, el problema es que no lo tenemos, porque
vivimos inundados entre nosotros.
Pero he citado un
ejemplo muy elemental: cárnicos
y lácteos. Generalmente Colombia es el mayor exportador
a Venezuela, pero también ha habido períodos
que, por algunas razones, nos ha entrado carne de Venezuela
o ganado en pie. Entonces, nuestro inventario se ha diezmado
para atender faltantes en Venezuela, y excepcionalmente
nosotros también nos hemos comido su inventario
para atender faltantes en Colombia.
¿Qué pasa? Uno no puede descartar este
escenario: Venezuela está importando de Suramérica.
Entonces allí va a tener la carne colombiana que
competir con la carne suramericana, con la carne de Argentina,
de Uruguay en el mercado venezolano, de Paraguay. Y Venezuela
también esta recuperando su hato. Puede llegar
un momento en que nosotros tengamos excedentes de carne
y leche y Venezuela también. Y que en Venezuela
no solamente sea por incremento de su producción
sino por importaciones de Suramérica. Requerimos
terceros países, para no ahogarnos en la Comunidad
Andina.
El ministro Junguito
tiene unas cifras, que es muy importante que las veamos,
que muestran como si bien hay algunos
porcentajes de lo que se llama desviación de comercio
(hombre, si Venezuela es miembro de MERCOSUR, es posible
que parte de lo que le compre a Colombia se lo compre
a MERCOSUR, ahí hay una desviación de comercio),
también las evidencias han demostrado que, más
importante que eso, de mucho más peso que esas
desviaciones de comercio, es el crecimiento de las economías
que se refleja en mayor comercio al interior de la Comunidad
Andina y mayor comercio hacia fuera de la Comunidad Andina.
Eso trae unos beneficios
que superan ampliamente el riesgo en porcentajes más pequeños de desviación
de comercio. Yo creo que estos son los temas que hay
que discutir con la Comunidad Andina, porque en su conjunto
esto nos ayuda a todos.
Yo creo que Bolivia,
una vez que salga del referendo para cambiar su Constitución y resuelvan ese problema
político, yo creo que Bolivia entrará a
negociar el TLC con Estados Unidos. Y lo que queremos
es que, tarde que temprano, entre toda la Comunidad Andina.
Pero no nos podemos quedar así. Nosotros hemos
empezado con El Salvador, y aquí esta la señora
Ministra de Economía, con Guatemala y con Honduras,
a negociar un tratado de comercio Colombia con estos
tres hermanos centroamericanos.
Los países centroamericanos han firmado el Cafta
que es su TLC con Estados Unidos, está ratificado
por el Congreso de Estados Unidos y por todos los congresos
centroamericanos, a excepción de Costa Rica, e
implementado. Me decía el Presidente de El Salvador,
hace dos días, que ya empiezan a recibir en El
Salvador inversiones, gracias al Cafta. ¿Qué preocupación
tenemos en Centroamérica y acá? Que el
comercio entre nosotros se pierda, porque al hacer ellos
el acuerdo con Estados Unidos y con otros países,
nosotros también, y no hacerlo entre Comunidad
Andina y Centroamérica, nos demos la espalda.
¿Qué hemos propuesto nosotros y nos lo
han aceptado estos tres hermanos centroamericanos? Apresurar
nuestra negociación, con unas cláusulas
sociales que tengan dos componentes. Primero, aceptar
lo que los técnicos llaman las asimetrías
de las producciones. Si Colombia tiene unos sectores
más fuertes que los salvadoreños, Colombia
le reconoce esa asimetría, en aras de la equidad.
Esos tratados tienen que tener unas cláusulas
que compensen los desbalances de las economías,
y adicionalmente que esa cláusula social imponga
a los países centroamericanos y a Colombia la
obligación de ir alcanzando unas metas sociales
muy exigentes, como son las metas sociales del Milenio.
Nosotros necesitamos
negociar también con Europa.
Europa también nos ha dado preferencias unilaterales.
El año pasado logramos que renovaran esas preferencias
por 10 años. Ya está corriendo el primer
año. Y mantenemos muchas dificultades con Europa.
Las recientes dificultades con el banano, etcétera.
Tenemos que negociar con Europa. Les hemos pedido a nuestros
hermanos andinos: sentémonos todos con Europa.
Ahí vuelven a aparecer los tiempos que cada uno
tiene para su evolución económica. Los
de Colombia son muy exigentes, muy delicados.
Por eso nos tendremos
que sentar a negociar con Europa cuanto antes. El ideal
sería en compañía
de todos los países andinos. De lo contrario lo
tenemos que hacer con quienes buenamente quieran negociar
con Europa. Porque para nuestra economía es muy
grave que vayan pasando estos 10 años de preferencias
unilaterales con Europa, y que no consolidemos un acuerdo
con Europa. Sobre todo una Europa ampliada ahora que
se constituye en el mercado más importante del
mundo.
Con China, ahí aparecen diferencias de las economías.
La canasta exportable a China nuestra es muy crítica.
A diferencia de Brasil que le manda gran cantidades de
soya o de Chile que le manda gran cantidades de níquel
o de cobre, nosotros no tenemos mucho que venderle a
China. Al contrario, nuestra producción manufacturera
puede ser arrasada por la producción china. A
mí mostraban allá una nevera altísima.
Dije: ¿cuánto vale? Dijeron: 150 dólares.
Dije: vale más el surtido que la nevera. ¿Cómo
competimos nosotros con esas neveras?
Entonces lo que
hemos pensado es estimular los acuerdos de inversión con China. Nosotros no tenemos aquí unos
sesgos ideológicos sino una manera de mirar la
economía con sentido práctico. Necesitamos
con unos, unos acuerdos de comercio. Con China unos acuerdos
de inversión, que, gracias a la diligente actividad
de la doctora Noemí Sanín, ya tenemos un
acuerdo de protección de inversiones con España,
el primero que ha firmado Colombia y que empieza eso
a abrirnos camino para acuerdos de inversión.
Y he escuchado también en la crítica este
argumento: Colombia con un 48 por ciento de la población
en la pobreza, no puede irse a competir con Estados Unidos,
sino que tiene que activar su economía interna,
para que los sectores económicamente excluidos,
al quedar incluidos, resuelvan problemática de
reivindicación social, adquieran capacidad adquisitiva
y ayuden a expandir la economía interna de Colombia.
Eso es válido pero no se excluye con el TLC.
Un gran potencial que tiene la economía de un
país con tanta pobreza, es incorporar a las corrientes
dinámicas de la economía los sectores pobres,
con lo cual resuelve problemas sociales muy agudos y
adicionalmente garantiza un mercado muy superior para
el crecimiento de la producción.
Hasta ahí yo estoy de acuerdo con los críticos.
Lo que no estoy de acuerdo es que para hacer eso, se
nieguen los TLC. Al contrario, pienso que para incorporar
los sectores pobres, históricamente excluidos,
a las corrientes dinámicas de la economía,
se necesitan mercados de exportación que atraigan
inversiones.
Esos mercados de
exportación atraen inversiones,
que no se dan en ausencia de esos mercados. Y sin esas
inversiones es prácticamente imposible mantener
un ritmo de actividad en la economía interna que
permita vincular los sectores históricamente excluidos
a las corrientes dinámicas de la economía.
Yo pediría que se hiciera una reflexión
sobre ese tema: cómo en lugar de seguir poniendo
como excluyentes las estrategias de dinamización
de la economía interna, con la otra, con la estrategia
de la dinamización de la integración de
Colombia a la economía global, en lugar de ponerlas
como caminos excluyentes, hay que ponerlas como caminos
convergentes.
Un mercado importante
de exportación es un factor
de atracción de inversión, que es un imperativo
necesario para poder redimir sectores pobres históricamente
excluidos.
Se tiene también la preocupación por las
obras de infraestructura. Yo la comparto, pero veo que
el TLC y las obras de infraestructura constituyen un
círculo virtuoso. El TLC obliga a Colombia a que
las haga, el TLC las necesita para la competitividad,
y además abre posibilidades de financiamiento.
Venimos discutiendo
en todas las regiones de Colombia el conjunto de obras
de infraestructura de competitividad.
Uno de mis críticos decía: ¿y Uribe
cómo propone eso, si eso no se va a hacer, no
hay plata? Yo diría que lo grave es no proponerlo.
Lo grave es no tomar la decisión de empezar a
hacer esas obras. Esas obras no se van a hacer en un
gobierno. Pero se necesitan gobiernos que las discutan
con todo el país, que las ordenen, las prioricen
y empiecen a buscarle financiación.
No hay lugar mejor
en Colombia para hacer esta afirmación:
si uno espera tener toda la plata junta, nunca hace las
grandes obras. Yo no invoco aquí sino el testimonio
del doctor Juan Gómez. Si, cuando él era
Ministro, que yo tenía el honor de ser Gobernador
de Antioquia, no hubiéramos tomado la decisión
de hacer el túnel Fernando Gómez Martinez,
con aportes de todos, que acabamos de concluir, esperando
a tener la plata junta, todavía no habríamos
juntado la plata ni habríamos empezado la obra.
Cualquiera de las grandes obras de Antioquia.
Y estos TLC, que
las exige, abren posibilidades de financiación.
Hace pocos días me dijo el Ministro de Transporte:
vienen los japoneses a revisar la financiación
de La Línea. Hace cuatro años yo le expresé a
mis compañeros de Gobierno: empecemos La Línea.
Que no hay plata, que vale doscientos y tantos millones
de dólares. Dije: empecemos con unos pesos a hacer
el túnel básico. Y hoy tenemos 2.400 metros
perforados en La Línea. Eso va bien. Si hubiéramos
esperado tener toda esa financiación, aún
no hubiéramos empezado la construcción
de La Línea.
Entonces me dice
el Ministro de Transporte, hace 15, 20 días: viene la misión del Banco del
Japón. Le dije: no los vaya a llevar a la oficina
a mostrarles un power point. Los tipos se me aburren.
Venir a Colombia a mostrarles un power point. Si ha de
ser eso, mándeselos por internet. Móntelos
en un helicóptero y llévelos a La Línea
y éntrelos allá donde esta la excavación.
Salieron felices los tipos. Dijeron: cuenten con la financiación.
Un crédito japonés de 40 años para
La Línea. Y me dijeron: dos razones, primero que
Colombia la está haciendo, se atrevieron a empezar.
Y segundo, que con el mercado de Estados Unidos esperamos
que haya un crecimiento de la economía colombiana
que haga posible el pago de estos créditos.
Estos mercados nos
abren las fuentes de financiación
para obras de infraestructura. No las va a hacer un gobierno,
necesitan muchos mandatarios en línea. ¿Cuántos
gobernadores, cuántos alcaldes, cuantos presidentes
requerimos para el Tren Metropolitano? ¿Para el
aeropuerto José María Córdova? Pueda
ser que ahora se hagan más rápido, pero
necesitan gobiernos que pongan eso en un punto de no
retorno.
Yo veo pues que en lugar de darnos miedo por la falta
de esas obras, tenemos que hacerlas, sabemos que se requieren
para la competitividad, pero debemos entender que el
TLC nos ayuda a financiarlas.
Entre los temas
difíciles está el de propiedad
intelectual. Yo asistí personalmente, en compañía
del ex presidente Pastrana, hoy Embajador, a la Comisión
de Negociación de Propiedad Intelectual, y yo
creo que despejamos las dudas. De manera muy elemental.
No se afecta la salud pública. Queda claro que
si hay un problema de salud pública y se requiere
utilizar unos medicamentos que estén en protección
por período de patentes o de registro, el país
puede importarlos de cualquier parte sin arancel. Puede
producirlos en el país, sin tener que respetar
los períodos de protección de las patentes
o de los registros. No se afecta la salud pública.
Segundo, no se afectan
los genéricos. Con los
genéricos continuará ocurriendo lo que
siempre ha ocurrido. Mientras el producto inicial esté en
período de protección, no se permiten genéricos.
Terminada la protección, se permiten genéricos.
Tercero, temas muy
técnicos como el ‘linkage’ quedaron
resueltos favorablemente. No quiero referirme al tema.
Cuarto: se tenía el temor de que la manera como
Colombia hace el registro de datos de prueba en substancias
bases de medicamentos, tuviera que modificarse en contra
de Colombia. Yo le pregunté directamente a los
negociadores norteamericanos: ¿tenemos nosotros
que modificar la manera como hoy venimos haciendo el
proceso de la protección de datos de prueba? Y
me dijeron: no.
Hay otra figura
que se llama el agotamiento que introdujimos ahí, que es buena. Hoy descubren una nueva sustancia,
que es medicinas. O ya la desarrollan en un medicamento,
lo patentan en otro país o lo registran en otro
país. Se pueden demorar 40 años, 50 años.
Se podrían demorar 40 ó 50 años,
lo que quisieran, para traerlo a Colombia, y Colombia
les tendría que dar un período de protección.
Se introduce la
figura del agotamiento, que dice: les damos período de protección en el registro,
siempre y cuando lo registren en Colombia por tarde dentro
de los cinco años siguientes, a partir del primer
registro en cualquier país del mundo. Entonces
medicamentos que nos podíamos demorar muchos años
para tenerlos en Colombia, ahora hay que tenerlos aquí por
tarde en cinco años.
La crítica ahora es que cinco años es
mucho, el ideal habría sido un año, seis
meses, no pudimos. Pero yo creo que haber avanzado en
incorporar esa figura del agotamiento, es bueno.
El tratado no es
perfecto, no es un tratado ideal, es muy difícil. Mire: si aquí llueve, allá no
escampa. Con cada congresista de los Estados Unidos con
quien uno habla, ellos no tienen en sí un tema
ideológico, sino los productos de su Estado. Y
hay una dificultad para el voto por los productos de
su Estado. Entonces no es fácil esa negociación
con ellos.
Yo confío mucho en el decreto para que hospitales,
clínicas, en Antioquia, en Bogotá, en cualquier
parte del país, pero por lo que veo en desarrollos
que se tienen hasta ahora, ese decreto de zonas francas
favorecería mucho la salud en Antioquia, en Bogotá,
en Cali, creo que al Quindío también están
viniendo pacientes del extranjero.
Y los sectores sociales
y laborales deberían
ver en el Tratado un gran factor de protección
(y con esto termino), por lo siguiente: el Tratado obliga
a que cada país cumpla con las obligaciones laborales,
de seguridad social y de protección efectiva a
los derechos de los trabajadores.
Entonces nosotros
tenemos una protección hasta
hoy para los trabajadores en nuestra Constitución,
en los acuerdos de la OIT, en las convenciones y pactos
colectivos. Ahora adicionalmente la vamos a tener en
el Tratado.
Si Estados Unidos
viola los derechos de sus trabajadores, Colombia podría decir: esa violación de
derecho de trabajadores me autoriza a prohibir o a gravar
estos productos que vienen de Estados Unidos. Y al revés.
Por ejemplo, en
este Gobierno se ha disminuido mucho el asesinato de
líderes sindicales, gracias a
la Seguridad Democrática, a pesar de lo que falta.
Colombia tuvo años de asesinar 165 dirigentes
sindicales, el año pasado todavía asesinaron
12. Uno debería no contentarse sino el día
que haya cero asesinatos, pero yo creo que hay un trecho
al pasar de 165 a 12.
Y uno de los problemas
que tenemos para la ratificación
en el Congreso de Estados Unidos, es que todavía
falta más protección efectiva a los líderes
sindicales, y que hay impunidad. Entonces eso va a obligar
a nuestra Fiscalía y al Gobierno a trabajar más
eficazmente para superar la impunidad y para darles protección
efectiva a los líderes sindicales.
Por eso nosotros
necesitamos que los sectores trabajadores miren esos
aspectos, porque son muy importantes. Y creo
que el debate político no ha dejado ver esos aspectos
tan relevantes.
Al reiterarle toda
mi gratitud a El Colombiano, a su directora la doctora
Ana Mercedes, al doctor Enrique
Gómez, presidente de la Fundación Pensamiento
Siglo XXI, y a todos ustedes, si hubiera unos minutos,
doctora Ana Mercedes, si hubiera algún comentario,
alguna preocupación, alguna pregunta, con el mayor
gusto buscaría atenderla.
Muchas gracias.