DÍA DEL EJÉRCITO
Agosto 09
de 2006 (Bogotá – Cundinamarca)
Compatriotas:
Acudimos hoy a este
campo de la Escuela José María
Córdova para conmemorar un nuevo aniversario de
la fundación de nuestro Ejército.
Hoy es un día en el cual hemos apreciado lo que
podríamos llamar un desfile de triunfadores. Triunfadores
sacrificados por el bien de la Patria. Triunfadores en
la jerarquía de las diferentes fuerzas, condecorados
por el Ejército. Triunfadores en acciones especiales
que le han traído tranquilidad y reposo a Caldas,
a Risaralda, a Santander en Cimitarra, más al
norte en Sabana de Torres. Que empiezan a traerle reposo
a esa región de la Patria tan desgarrada por la
violencia al sur del Meta. Que empiezan a traerle reposo
a La Julia, a Vistahermosa.
Un desfile de triunfadores
que por el triunfo de la Patria han sacrificado su
salud, han sacrificado muchísimo
de su integridad física, pero hoy tienen la solidez
moral de haber servido a la Patria y de servirla con
tanta abnegación.
A todos ellos una
felicitación desde el fondo
del alma en este día del Ejército de la
Patria, el Ejército del difícil triunfo.
En otros países del continente, el triunfo de
las fuerzas institucionales se dio sacrificando las libertades,
compitiendo en barbarie con el terrorismo. El triunfo
nuestro tiene un gran un mérito: se da preservando
las libertades, protegiéndolas, profundizándolas.
El triunfo nuestro,
el de ustedes, soldados de mi Patria, tiene un gran
mérito: se da en medio de una Nación
que sufre por dentro la violencia y que simultáneamente
está abierta a la inspección rigurosa,
al escrutinio implacable de propios y extraños.
El triunfo de ustedes,
soldados de mi Patria, avanza en medio de una vigilancia
inclemente de la crítica
nacional y de la crítica internacional. Es un
triunfo de la democracia, de los soldados de la democracia,
del Ejército al servicio de la democracia.
Queremos hoy felicitarlos
de todo corazón. Estamos
seguros que ustedes van a lograr esta victoria definitiva,
basada en la credibilidad del pueblo en su tarea. Esa
credibilidad que se traduce en cariño. Cuando
dominan los terroristas en Sabana de Torres o en Cimitarra,
o en Vistahermosa o en Quinchía, la población
vive sumida en el terror, la población no puede
conciliar el sueño, la población no está tranquilidad
en el surco agrario.
Cuando el Ejército de la Patria triunfa, la población
recupera su sosiego, los moradores recuperan sus ímpetus
de trabajo. Ustedes lo perciben: cómo la tristeza
se transforma en alegría cuando va llegando a
estas regiones el triunfo de los soldados de la Patria.
Por eso necesitamos ese triunfo total, soportado en la
iniciativa.
Apreciados soldados:
hoy más que nunca tenemos
que vivir en la iniciativa, con toda la agresividad y
con toda la transparencia. Agresividad con transparencia,
iniciativa con fiereza y con transparencia. Esa es la
mezcla de un Ejército de la democracia. Y eso
es lo que da eficacia, pero eficacia con credibilidad
en el pueblo, con credibilidad de opinión.
Hemos empezado un
nuevo mandato del pueblo. La Constitución
es el marco. Ustedes, los compañeros. ¿Por
qué? Porque la angustia de Colombia por el empleo,
por la equidad, la angustia de Colombia por el crecimiento
de la economía, ha demostrado en los últimos
años que esas expectativas dependen en mayor grado
del éxito del Ejército de la Patria, de
nuestra Fuerza Pública.
Ustedes son los
portadores legítimos de las armas
de la República. Pero también ustedes,
soldados de mi Patria, son hoy los grandes actores creadores
de empleo, de condiciones de prosperidad económica,
de esa prosperidad económica que es el medio de
construcción, de equidad social.
Vamos a trabajar
todos los días para ganarnos
más el cariño del pueblo. Que la cara amarga
del campesino que vive en la región asediada por
el terrorismo, se transforme en mirada plácida
cuando acuda allí a protegerlo el soldado de la
Patria.
Quiero rendirle
un homenaje a todos ustedes. A sus familias, que tanto
los apoyan. Cuando condecoramos a quienes llevan
30 años, al imponer a ellos la medalla y felicitarlos,
en compañía del Ministro (Juan Manuel Santos)
y de los Altos Mandos, entonces inmediatamente viene
a mi mente el sufrimiento de esas familias acompañándolos
durante 30 años.
Cuando condecoramos
a quienes han cumplido misiones especiales, misiones
que reivindican la felicidad del
pueblo, que uno me cuenta voy: ocho meses al Sinaí y
le dije: pero no más, porque lo necesitamos aquí,
porque usted es un soldado de triunfo, de éxito
victorioso, pienso que su familia va a estar tranquila
mientras esté en el Sinaí.
Pero miren los contrastes:
mientras los colombianos todos demandamos que esos
luchadores eficaces y triunfadores
de nuestro Ejército regresen, nuestra familia,
al saber que van a regresar aquí, su familia,
sentirá mucha preocupación. Por eso a las
familias de todos ustedes, un saludo desde el fondo del
alma.
No hay mejor camino
para la paz, no hay tránsito
más eficaz hacia la paz, que la victoria transparente
en la seguridad, obtenida a través de la abnegada
lucha de los soldados de la Patria.
La Patria, en el
concepto democrático de su Fuerza
Pública, percibe hoy que la seguridad que nos
garantizan quienes portan las armas legítimas,
es el gran camino que nos conduce a la reconciliación
total.
Quiero rendir un
homenaje a todos ustedes, a sus comandantes, y decir,
en presencia del Ministro de la Defensa, en
presencia del Ministro del Interior y de Justicia (Sabas
Pretelt de la Vega), del Fiscal (Mario Iguarán),
de la Presidenta del Congreso (Dilia Francisco Toro),
del Presidente del Consejo de Estado, del Alcalde Mayor
de Bogotá (Luis Eduardo Garzón), que los
colombianos, al rendir un homenaje a los soldados de
la Patria en este nuevo aniversario del Ejército,
tenemos que rendir un homenaje a un soldado insignia
del Ejército, a un soldado de la tropa y del liderazgo,
a un soldado del estudio y de la operatividad, a un soldado
de transparencia y fiereza, a un soldado de estrategia
y de valentía, a un soldado de prudencia y de
arrojo.
Quiero que demos un aplauso, desde el fondo del alma,
al general Carlos Alberto Ospina Ovalle, un soldado superior
de la Patria.
La vida me ha dado
el privilegio de estar al lado de los soldados y policías de mi Patria, de compartir
con ellos, de llevar adelante la interpretación
de los desvelos del pueblo, hombro a hombro, con los
soldados y policías de la Patria.
Y la vida me ha
dado el privilegio de conocerlo a usted, General Ospina,
de trabajar a su lado en aquellos duros
años de la Gobernación de Antioquia, cuando
usted conducía la IV Brigada. Y a mí el
pueblo me había confiado esa Gobernación,
y ambos asumíamos la responsabilidad de derrotar
en aquella comarca el terrorismo.
Me ha dado el privilegio
de compartir estos años
con usted. De registrar cómo día a día
está operando con los soldados en la selva, cómo
día a día está en la revisión
cuidadosa de la planeación de la estrategia en
las oficinas, cómo representa a Colombia, con
igual decoro, dirigiendo a nuestros compatriotas en un
humilde corregimiento de Cartagena del Chairá,
o hablando en nombre de nuestros compatriotas en la más
sofisticada universidad internacional.
Usted es un compatriota
ejemplar, General. Y cuando me disponía a llegar a la Escuela General José María
Córdova, en este Día del Ejército,
dije: quiero permitir que el corazón fluya y no
encuentro un día más indicado para rendir
al Ejército un homenaje, en cabeza de alguien
de sus entrañas, superior por su señorío
de bien, por su condición humana, superior por
su valor de soldado.
No encuentro un
día más indicado que este
para hacerle sentir al General Ospina nuestro aprecio.
Todos los días de la Gobernación de Antioquia
hablábamos muchas veces, todos los días
de este ejercicio presidencial hablamos muchas veces.
Y yo que siempre he tenido que pedirle: General, avancemos
por tal parte, derrotemos el terrorismo en tal parte.
General hagamos esto y aquello, hoy vengo a decirle:
muchas, muchas gracias. Vengo a decirle, General, que
tenemos mucha gratitud.
Mire: sufrimos mucho
la semana pasada, un carro bomba aquí cerca, otro contra un cuartel de policía
en Cali, nos mataron 17 soldados, los asesinaron en el
Catatumbo. Pero el país vivió su 7 de Agosto
en paz. Qué distinto, qué distinto. Acusemos
la memoria, no para odiar, los odios son ajenos a nosotros,
sino para comparar y sentirnos orgullos de los progresos
de nuestro país, de nuestro Ejército.
Vi las delegaciones
internacionales felices en Colombia. Llegaron con reserva
y con temor. Pasaron felices. Se
regresaron a sus países con la mejor opinión
sobre Colombia. Eso lo debemos a la abnegada tarea de
los soldados y policías de la Patria.
Presidente exigente,
como soy yo, que suele ignorar éxitos
por estar reclamando la necesidad imperiosa de superar
dificultades, debo hacer un alto en el camino hoy para
agradecer públicamente a quienes, en pleno ejercicio
de su actividad, merecen nuestra gratitud.
El proceso electoral
de este año fue un ejemplo:
el proceso electoral del Congreso, de la Presidencia,
que demostró una democracia a profundidad, una
normatividad democrática en plena ejecución,
una Fuerza Pública al servicio de la Constitución
y de la democracia. Nadie puede levantar la mano para
pedir la palabra y hacer una crítica al espíritu
y a la práctica democrática de nuestra
Fuerza Pública.
Había muchas dudas en enero: ¿qué iba
a pasar con los procesos electorales? Salieron triunfantes.
Y salió triunfante el 20 de julio y salió triunfante
el 7 de agosto. Y hoy debemos aplaudir la causa, la razón
de ese triunfo: la abnegación, el sacrificio,
el pundonor de nuestros soldados, de nuestra Fuerza Pública,
que tienen en el general Ospina un emblema. Por eso el
Ejército lo quiere. Todos los colombianos le tenemos
admiración, gratitud y afecto.
A todos, muchas gracias.