IV ENCUENTRO DE
JEFES DE INTELIGENCIA DE SURAMÉRICA
Agosto 31 de 2006 (Bogotá – Cundinamarca)
Compatriotas:
Quiero, en nombre del Gobierno
de Colombia, agradecer que hubieran celebrado esta
nueva reunión acá en
Bogotá, y desear, como lo deseamos todos, que
sea muy útil.
El continente tiene muchos desafíos. La garantía
de democracias estables, transparentes, pluralistas,
es un gran desafío.
El desafío de mostrar indicadores importantes
en superación de pobreza, como factores de estabilización
democrática.
El continente tiene el desafío de la lucha por
la preservación del medio ambiente.
El continente tiene el desafío de evitar que
allí donde hay terrorismo, crezca. Y de evitar
que allí, donde no hay terrorismo, aparezca.
El continente tiene el desafío de lograr que
allí donde hay terrorismo, desaparezca.
Por eso es de gran importancia
mirar la labor nuestra en el campo de la inteligencia
y de la seguridad, en
el más alto nivel, en el nivel fundamental de
la democracia, en el nivel fundamental de la superación
de la pobreza, al lado de temas tan importantes como
el tema de la preservación y recuperación
del medio ambiente.
Permítanme compartir con
ustedes algunas reflexiones que han venido guiando
el Gobierno que presido en Colombia.
Primero: ¿por qué hemos denominado nuestra
política una política de Seguridad Democrática?
Por razones históricas y por su propio significado
en Colombia.
Para establecer la diferencia
entre esta política
de seguridad y políticas de seguridad que recorrieron
el continente y que, en nombre de la seguridad, cercenaron
las libertades. En nombre de la seguridad, eliminaron
el disenso. En nombre de la seguridad, marchitaron el
pluralismo.
Nosotros tenemos un concepto
diferente de seguridad. Nosotros creemos que la seguridad
es un valor democrático,
es una garantía para la democracia. Y que el
terrorismo es un obstáculo, es el gran enemigo
de la democracia.
Por eso nuestra seguridad se
ha enfocado a recuperar la tranquilidad de los colombianos,
el ejercicio plenos
de las libertades públicas, a dar por igual seguridad
a los amigos del Gobierno que a los críticos del
Gobierno.
En Colombia, antes que recortar
las libertades públicas
en nombre de la lucha contra el terrorismo, lo que hemos
hecho es proteger esas libertades públicas.
Así lo demuestra el proceso eleccionario de referendo
de 2003, el proceso de elección de alcaldes y
gobernadores en 2003, las recientes elecciones de Congreso
y de Presidencia de la República.
Hay otros indicadores bien importantes,
que legitiman nuestra concepción democrática de seguridad.
Hace cuatro años, de los 1.098 alcaldes de Colombia,
alrededor de 400 no podían ejercer sus atribuciones
en las respectivas municipalidades, por presiones de
los grupos terroristas.
Hoy los 1.098 alcaldes de Colombia,
independientemente del origen político de su elección, ejercen
sus atribuciones, protegidos por el concepto, por la
fuerza, por la dinámica de la Seguridad Democrática
que ha venido liderando nuestro Gobierno.
En Colombia se asesinaban 15 periodistas por año,
y en muchas regiones el periodismo se sentía coaccionado,
presionado por los grupos terroristas.
La Seguridad Democrática ha recuperado bastante
la libertad para los periodistas. Las últimas
elecciones demostraron un periodismo en las regiones
donde se presentaban esos fenómenos de coacción,
más libre, más dispuesto a la denuncia.
Un periodismo menos atemorizado por los grupos violentos.
Un periodismo que aprendió a superar el temor
que infunden los grupos violentos.
Todavía no hemos podido llegar a cero asesinatos
de periodistas en Colombia, pero la evolución
es buena, porque este año nos han asesinado uno,
en la ciudad de Montería, cuando tuvimos años
del asesinato de 15 periodistas en nuestra Patria.
Colombia tuvo años en los cuales se asesinaron
168 líderes sindicales: 168. Todavía nos
asesinan. El año pasado nos asesinaron 13 integrantes
de organizaciones sindicales. Confiamos que rápidamente
podamos decirle al mundo que en Colombia no hay asesinatos
de líderes sindicales y que en Colombia no hay
casos de impunidad en este tipo de asesinatos.
Como ven ustedes, la protección de las autoridades
democráticamente elegidas, sin considerar el origen
político de su elección, la protección
del periodismo libre, la protección de los líderes
sindicales, son indicadores que hablan, que legitiman,
que convalidan nuestro significado de Seguridad Democrática.
Por eso hemos dicho que la lucha
violenta contra las instituciones en un país
como Colombia, solamente amerita el calificativo de
terrorista.
Eso nos lo han discutido mucho. ¿Y por qué me
he negado a aceptar que es una lucha insurgente y he
repetido que es una acción terrorista? Porque
el nombre insurgente tenía alguna validación,
alguna explicación, alguna justificación,
en la medida que había insurgencias que estaban
actuando contra dictaduras, en la medida que había
insurgencias que tenían objetivos sociales válidos.
¿Qué ha pasado en nuestro país?
Todo lo contrario. Aquí la violencia lo que ha
hecho es instaurar una dictadura contra la democracia.
La violencia lo que ha hecho es erigirles barreras a
las libertades.
Aquí, por ejemplo, la guerrilla pedía
que se permitiera la elección popular de alcaldes,
y justificaba la circunstancia de que el país
no la había incorporado en el ordenamiento jurídico,
como una razón para persistir en su lucha armada.
Después de aprobada la elección popular
de alcaldes, de aprobada la elección popular de
gobernadores, de aprobados en la Constitución
de 1991 una serie de instrumentos de participación
democrática, los grupos violentos continuaron
asesinando alcaldes, coaccionando gobernadores.
La dinámica de los hechos ha demostrado que mientras
la democracia colombiana se profundiza, los grupos violentos
son atentatorios contra esa profundización democrática.
Entonces si la insurgencia, si
la denominada insurgencia era una calificación que en alguna forma ennoblecía
la lucha contra las dictaduras, esa calificación
no la podemos extender a un país en el cual la
violencia lo que hace es perturbar la democracia.
Y la perturbación de la democracia, en el derecho
de las democracias occidentales, es, nada más
ni nada menos, que definido como la tipificación
del terrorismo.
Y muchos preguntan: ¿se opone eso a la negociación?
De ninguna manera. Nosotros somos tan firmes en la política
de seguridad, como dispuestos a la negociación.
Y para que el señalamiento de terrorista no se
oponga a la negociación, siempre hemos insistido
que las negociaciones tienen que hacerse en un ambiente
de buena fe, en un ambiente en el cual haya por lo menos
cesación de hostilidades.
Entonces, al cesar los hechos
violentos, se abren condiciones para que se pueda,
por lo menos, renunciar al calificativo
de terrorista y abrir los espacios de negociación.
Y también me han preguntado mucho que por qué tanta
insistencia de Colombia en la ayuda de la comunidad internacional
para combatir este flagelo.
He contestado: por muchas razones,
pero enfatizo dos. Primero, porque este flagelo no
respeta fronteras. El
terrorismo es zalamero, coqueto, mientras puede ingresar
a un país. Pero después, cuando logre señorearse
allí, el terrorismo pasa de la lisonja, pasa de
la zalamería, a la acción de verdugo contra
ese país. El terrorismo no respeta fronteras.
Nosotros no queremos que a nuestros
vecinos les suceda la amarga noche, la larga noche
de terrorismo, que ha
vivido Colombia. Y en la medida que nos ayuden para que
este terrorismo en Colombia ceda y lo podamos superar,
hoy por hoy se está protegiendo a Colombia y se
está protegiendo de la extensión del terrorismo
a las naciones vecinas, a las naciones hermanas, a las
naciones del hemisferio.
Y por otra razón: porque el terrorismo en Colombia
se nutre con el narcotráfico. Un negocio internacional
que involucra tanta comunidad internacional y que tenemos
que derrotar.
Si ustedes me preguntaran: ¿por qué aparentemente
hubo más facilidad para negociar en América
Central por parte de las guerrillas que la que se ha
presentado en Colombia por parte de los grupos violentos?
Porque al decir de los estudiosos de los fenómenos
centroamericanos, allí hubo un momento en que
hubo un estancamiento en el avance de las agrupaciones
insurgentes, en el avance militar, y además se
fueron sintiendo sin recursos económicos.
¿Por qué percibieron que empezaban a tener
ausencia de recursos económicos? Porque en algún
momento Ong’s de Europa occidental que los habían
financiado, tomaron la decisión de no enviarles
nueva financiación. Y el estancamiento del avance
militar y la falta de recursos, los llevó a pensar
en la negociación.
¿Cuál es la diferencia con Colombia? Que
aquí hay una autosuficiencia de riqueza, que aquí no
dependen de recursos de la comunidad internacional, que
aquí han sido muy ricos por el narcotráfico
primero, y por el secuestro como segunda fuente. Y ese
narcotráfico, que es un negocio internacional,
tenemos que derrotarlo aquí y en todas partes.
Por eso necesitamos la ayuda de todos ustedes.
¿
Qué ofrece el Gobierno de Colombia cuando le pide
a la comunidad internacional ayuda? Solidaridad y respeto
a las decisiones democráticas de cada pueblo.
Colombia es un país sumamente respetuoso, sumamente
no: totalmente respetuoso del principio de la autodeterminación
de los pueblos.
Lo único que Colombia reclama, allí donde
se expresa en la comunidad internacional, es que haya
respeto a la democracia como regla de oro y a su ejercicio
transparente como factor de legitimidad del Estado.
Colombia lo único que pide a la comunidad internacional
es respeto a la democracia, es respeto a la transparencia
democrática. Y eso le da a Colombia el mérito,
le da a Colombia la causa, le da a Colombia una razón
para poder acudir, mirando a los ojos, ante los gobernantes
de todos los países hermanos, vecinos y remotos,
para pedirles que nos ayuden en la superación
del terrorismo.
Y ofrecemos otra garantía:
nosotros no estamos pidiendo que nos ayuden para instaurar
una dictadura
o una democracia recortada. Todas nuestras demostraciones
han sido de pleno respeto a la democracia pluralista.
El mundo, al apreciar esto, no
debe tener vacilación
para apoyar el proceso de seguridad en Colombia.
Y por otra razón: el narcotráfico
no solamente tiene capacidad de demoler las instituciones,
de afectar
la transparencia, de financiar el terrorismo, sino de
destruir los recursos ambientales.
Estos países nuestros, que son una despensa ecológica
de la humanidad, tienen en el narcotráfico una
gran amenaza ecológica.
En Colombia un millón 700 mil hectáreas
de selva tropical han sido destruidas para plantar coca.
En el debate mundial sobre las
drogas, hay que entrar a considerar muy seriamente
el dañino impacto
de las drogas en países como Colombia en el tema
ambiental.
Y por ejemplo, ese daño que se ha hecho mayormente
en la inserción colombiana a la Amazonía,
ese daño no es solamente para Colombia sino que
podría tener catastróficos efectos para
la región y para el planeta en su conjunto.
He querido, pues, venir a saludarlos
a ustedes, agradecer a ustedes su presencia en Colombia,
y a pedirles a ustedes
que nos ayuden en todo lo que esté al alcance
de ustedes para que Colombia supere esta larga noche
de violencia.
Lleven finalmente a sus países esta convicción:
aquí hay tanta firmeza para enfrentar la violencia,
como disposición para negociar la paz.
A todos ustedes, muchas gracias. Y por favor transmitan
a sus Jefes de Estado, a sus Presidentes, un saludo afectuoso
del pueblo, del Gobierno y del Presidente de Colombia.
Muchas gracias.