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CEREMONIA DE ASCENSOS DE LA POLICÍA NACIONAL
Diciembre 07 de 2006 (Bogotá – Cundinamarca)

Compatriotas:

Acudimos hoy a este campo de la Escuela General Santander, para asistir a una ceremonia siempre trascendente de la vida de la Patria.

Hemos ascendido hoy al cargo de General al comandante de la Policía, Jorge Daniel Castro Castro: una vida al servicio de la institución, una vida al servicio de la Patria, con transparencia, con eficacia, con espíritu democrático.

General: me honra mucho que, hace poco de tres años, tuve el honor de imponer a usted el segundo Sol, cuando ascendió a Mayor General. Y cómo me honra hoy tener la oportunidad, después de haber trabajado tanto largo rato con usted en el servicio de la Patria, de imponer el tercer Sol, cuando ya asciende de Mayor General a General de la República.

General: tenemos toda la confianza que todos los días sus energías serán más pródigas en resultados para la derrota final del terrorismo.

Y nos congregamos hoy para graduar como Mayor General al inspector general de la Policía, anterior brigadier general Jaime Augusto Vera Garavito. Toda nuestra felicitación.

Al grado de brigadieres generales son ascendidos los hasta ayer coroneles Marco Antonio Pedreros Rivera, quien tiene la gran responsabilidad de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá. Luis Alberto Moore Perea, quien asumirá como comandante de la Policía Metropolitana de Santiago de Cali, hijo del Chocó. Honra mucho a la Policía Nacional, al Gobierno, que hoy a General de la República sea ascendido alguien que representa genuinamente la amable diversidad de esta Nación, la noble tierra chocoana.

Ascienden también a brigadieres generales, el general Jesús Antonio Gómez Méndez, director de Carabineros y de Seguridad Rural de la Policía. General Álvaro Caro Meléndez, comandante del departamento de la Policía de Atlántico, y el general Álvaro Enrique Miranda Quiñones, comandante de la Policía de Santander.

A todos ellos nuestra felicitación, la gratitud. A sus familias, que los han acompañado durante tantos años, con abnegación, con amor, con la calidez del hogar. A esas familias, un saludo desde el fondo de nuestro corazón.

Nos hemos congregado para asistir a la graduación de 176 subtenientes de la Policía Nacional, promoción mayor Rosendo Vigoya Umaña.

Queremos rendir un homenaje a la memoria del mayor Rosendo Vigoya Umaña, expresar nuestra solidaridad, nuestro afecto, a su señora, a sus hijitos.

El Mayor fue asesinado por los terroristas de las Farc, cuando, valerosamente, hace unos meses, estaba actuando en el programa de erradicación manual de droga en el Parque Nacional de La Macarena.

Lo asesinaron por erradicar la droga, lo asesinaron por proveer al rescate de esa gran reserva ecológica de la Patria y del mundo, que es el Parque Nacional de La Macarena.

Esta promoción tiene 32 mujeres. Cómo son de eficientes las mujeres en las tareas comunitarias, cómo dan ejemplo en el cumplimiento del deber, cómo manejan con pundonor sus competencias, con transparencia, los recursos del Estado.

Cuánto más crezca la participación femenina en la Policía, en las armas de la Nación, mayor la tranquilidad para todos nosotros los colombianos.

Aplaudimos desde todo el corazón esta creciente participación de la mujer en la Policía de Colombia, como hoy se expresa con 32 mujeres que son ya subtenientes de la República en esta promoción.

Un aplauso a la mujer colombiana en la Policía.

Y nos honra muchísimo que en este curso de subtenientes hayan participado y hoy se gradúen cuatro subtenientes panameños, de la hermana Panamá. Muchas gracias por su confianza en la Policía de Colombia, en nuestras Escuelas, muchas gracias por su confianza en la institucionalidad de nuestra Patria.

Y quiero felicitar de todo corazón esta promoción. Quiero felicitarla en cabeza del subteniente Juan Gabriel Ramírez Rodríguez, primer puesto del curso. Honra a Colombia una juventud de esta determinación, de esta vocación académica, de esta firmeza para derrotar el terrorismo.

Honra a Colombia tener subtenientes como Juan Gabriel Ramírez Rodríguez, distinguido hoy como el mejor de la promoción, el sobresaliente de una promoción sobresaliente, quien ha recibido la medalla Francisco de Paula Santander, y quien ha recibido las condecoraciones de naciones amigas que honran a la juventud de nuestra Patria.

Es la hora de la institucionalidad y del honor de la Fuerza Pública. Lo que estamos haciendo con la Seguridad Democrática tiene un objetivo: una Patria sin guerrillas y sin paramilitares, sin narcotráfico y sin corrupción.

Lo que estamos haciendo con la Seguridad Democrática es labrando, día a día, el camino de la recuperación institucional.

En muchos sitios de la Patria, las instituciones legítimas del Estado colombiano habían quedado reducidas a las formas, habían perdido su poder, habían perdido su capacidad de hacer cumplir las leyes, estaban destituidas en la práctica por guerrilleros y paramilitares, ambos financiados por el narcotráfico.

El proceso en que nos encontramos es para que la Patria recupere plenamente la vigencia de las instituciones en todo el territorio.

La historia dirá cuántos años de debilidad se necesitaron para que se llegara a ese proceso de deterioro institucional, cuántos años de leguleyismo al servicio del terrorismo se requirieron para que los terroristas finalmente se impusieran, y cuántos años de desatención en la seguridad, de descuido en el apoyo a la Fuerza Pública.

Se le apoyaba en los cócteles, se le apoyaba en las ceremonias, pero no se le apoyaba en la operación, en los campos y en las ciudades de Colombia. Se asistía a los cócteles y a las ceremonias de graduación y a las ceremonias de condecoración, pero a la hora de apoyar a la Fuerza Pública para derrotar a las fuerzas terroristas, se prefería vivir siempre atacando a la Fuerza Pública y en coqueteo con los terroristas.

Eso es lo que ha cambiado. Aquí hay todo el apoyo a la Fuerza Pública, como parte sustancial de esta política de recuperación institucional, y toda la decisión de la derrota del terrorismo.

Una Colombia sin guerrillas implica, general Castro, generales ascendidos, oficiales, suboficiales, policías de mi Patria, ser todos los días más eficaces para que en esta Patria, que hace cinco años muchos estaban a la espera de que la guerrilla finalmente asumiera el poder, finalmente se acabe esa pesadilla, ese riesgo.

Les quedarán dos opciones: les quedará la opción de entrar de buena fe en un proceso de paz, o la opción de esperar la derrota final a cargo de la institución legítima del Estado de Derecho.

Y algo que le da autoridad moral a esta tarea, es que el combate lo ha hecho contra el terrorismo solamente la institucionalidad. Nosotros no aceptamos malos ejemplos del pasado, cuando algunas instituciones se mezclaron con terroristas para derrotar otros terroristas. Nosotros hemos procedido con un objetivo: la recuperación de la institucionalidad. Y con un medio: enfrentar a los terroristas solamente con las fuerzas institucionales.

Seguramente para quienes me critican, no les habría extrañado que un Gobierno presidido por mí se hubiera unido con paramilitares para atacar a la guerrilla. Lo que ignoraban mis críticos y los amigos soterrados de la guerrilla, es que el propósito nuestro va más allá de la derrota de la guerrilla. Ignoraban que el propósito nuestro es el rescate de la institucionalidad, es el deseo cristiano y democrático de que nuestra generación entregue todas las energías para que podamos legar un país recuperado en la vigencia de las instituciones.

Y hemos enfrentado al paramilitarismo sin antecedentes. Los resultados son más elocuentes que el discurso. Los paramilitares dados de baja, los paramilitares capturados. Hemos abierto un proceso de paz, a la luz de la crítica internacional y de la controversia nacional.

Queremos una Nación sin paramilitares. Aquellos que están en el proceso de paz y lo cumplan, se les respetará lo que la Ley de Justicia, Verdad y Reparación define, que es la consagración jurídica del proceso.

Los que insistan en sus actividades delictivas, serán combatidos por la Fuerza Pública con toda determinación.

En el pasado se acuñó el término paramilitarismo, para en alguna forma justificar la acción de organizaciones de justicia privada, cuyo propósito era combatir la insurgencia guerrillera, al amparo de la debilidad oficial.

Se dijo que por la falta de determinación política de los gobiernos para enfrentar la guerrilla, se fueron creando condiciones para que se organizaran fuerzas al margen de la ley para combatir esa guerrilla.

Todas esas circunstancias fueron creando razones que condujeron a denominar esas bandas con el nombre de ‘paramilitares’.

Las circunstancias de hoy son diferentes. Hoy hay toda determinación de derrotar todas las expresiones de violencia, de proteger todas las regiones de Colombia. No puede haber razones para que a alguna banda se le denomine ‘paramilitar’, ni se le pretenda dar tratamiento benigno.

A aquellos que no participen en el proceso de paz, les queda dos señalamientos: primero, el señalamiento de puros criminales, y segundo, el señalamiento de orden a la Fuerza Pública para que finalmente los derrote.

Pido a los colombianos una reflexión: no debemos hablar más de paramilitarismo como acción presente o futura. Que quede como una categoría del pasado, cuyas consecuencias hay que acabar de resolver.

Una reflexión a mis compatriotas: que el único camino en todas las regiones de la Patria sea la Fuerza Pública, y la cooperación ciudadana con la Fuerza Pública. No para legitimar el principio de la justicia privada, sino para cumplir el mandato constitucional, en un Estado de solidaridad, de que cada ciudadano tiene que cooperar con las instituciones en busca del bienestar colectivo.

¡Es hora de rescate de institucionalidad y hora de rescate de honor en la Fuerza Pública!

Esta Fuerza Pública valerosa no puede permitir que se le manche, no puede permitir que se le desafíe. Allí donde exista alguien que ha cometido un delito, que tiene relaciones con grupos al margen de la ley, que ha delinquido por acción o por omisión, que se le separe de la institución, que se le juzgue, que se le lleve a la cárcel. Pero la institución todos los días tiene que cimentar más su honor. Honor de la Fuerza Pública y rescate de la institucionalidad, son mandatos en esta hora de la Patria.

Se discute lo que ha sucedido en el proceso de paz con los mal llamados paramilitares.

Apreciados compatriotas: los procesos de paz no pueden ser frustrados ni defraudados. En los procesos de paz no puede haber frustración por falta de voluntad política para sacarlos adelante, ni tampoco puede haber defraudación por permitir que, en nombre de la paz, se tolere la impunidad.

Nosotros hemos tenido la voluntad política de adelantar este proceso. El Congreso aprobó una Ley, la primera en procesos de paz en Colombia que exige justicia, verdad, reparación. Antes simplemente todo se perdonaba y pasaban de incendiar el Palacio de Justicia, con los dineros del narcotráfico, a querer manejar el Congreso de la República, a aspirar a la Presidencia, y a dictar cátedra moral a la Nación.

Hoy el paso por la justicia lo hemos defendido y lo hacemos cumplir. Hay que tener en cuenta estos precedentes, para cuando en el futuro se den procesos de paz con las Farc y con el Eln.

Porque en la crítica a nuestro Gobierno, hay crítica sana que recibimos. Pero también hay crítica de amigos soterrados de las Farc y del Eln que, para defender esas organizaciones terroristas, quisieran siempre tener el pretexto del mantenimiento del paramilitarismo, que ellos atacan, pero que saben que en la medida que nosotros no lo desmontemos, se les mantendrá una razón de justificación al Eln y a las Farc.

El Gobierno reitera su voluntad con el proceso, siempre y cuando no se cometan delitos que defrauden la buena fe, delitos que violen la ley, delitos que afecten la confianza de los colombianos y de la comunidad internacional en nuestras instituciones.

Aspiramos que la Fiscalía General de la Nación, con todo nuestro apoyo en lo que demande el señor Fiscal, pueda esclarecer los delitos que hayan ocurrido, asignar responsabilidades individuales, ayudarnos a hacer claridad sobre todas las denuncias que nos condujeron a las últimas decisiones.

Digámoslo claro, para que nada quede oculto: sectores de este proceso que hoy están en la cárcel de Itagüí, directa e indirectamente han insinuado que en los crímenes recientes han participado oficiales de la Fuerza Pública.

Nosotros no ocultamos esas insinuaciones. Este Gobierno no es el Gobierno de las sonrisas cómplices de tantos años con la delincuencia. Este no es el Gobierno del tapen, tapen, tapen. Este es un Gobierno firme para el rescate de la institucionalidad.

Por eso cuando los paramilitares que están en Itagüí insinúan, directa o indirectamente, que puede haber oficiales de la Fuerza Pública comprometidos en los crímenes recientes, el Gobierno, en lugar de callarse, el Gobierno, en lugar de buscar silencios, el Gobierno pone de presente esa insinuación ante el país, ante la Fiscalía, ante la Procuraduría General de la Nación, ante la Corte Suprema de Justicia, para que se investigue, para que exista claridad, para que no quede ninguna duda de nuestro proceso de recuperar las instituciones.

En el pasado se dio el mal ejemplo de juntar instituciones con delincuentes para perseguir otros delincuentes. Nosotros habremos cometido errores, pero hemos transitado un camino con toda firmeza en estos años, que ha sido en camino de la institucionalidad.

De pronto iríamos más adelante en el combate contra las Farc y contra el Eln, si subrepticiamente hubiéramos estimulado alianzas con el paramilitarismo para enfrentar estos grupos terroristas. Pero el legado que le queremos dejar a las nuevas generaciones, es un legado de valor civil, de responsabilidad con la Patria, de determinación para derrotar al terrorismo con total respeto al medio constitucional, que es la fuerza institucional de la Nación.

Queremos ayudar a la Fiscalía, en todo lo que esté a nuestro alcance, para que despegue velozmente la aplicación de la Ley de Justicia, de Verdad, de Reparación. De la Ley de este proceso de paz, que trae beneficios a quienes en él participan, como las condenas reducidas.

Este proceso de paz, en la medida que contribuya con la verdad, va a cicatrizar heridas en la sociedad colombiana. Y va a crear en la sociedad colombiana la conciencia de que nunca más, por las debilidades de los gobiernos, por la confusión entre civilidad y debilidad, los colombianos podremos hacerle el juego a la guerrilla, o buscar defensa en los paramilitares.

El Gobierno estimula que esta Ley se aplique rápidamente.

Esta mañana, en una reunión con los Ministros, el señor Vicepresidente, el Fiscal, el Alto Comisionado, reiteramos el propósito de ayudar al Fiscal en esta aplicación, para que, avanzando la Ley, no quede la menor duda del imperio del ordenamiento jurídico en Colombia.

La verdad siempre es buena. Ayuda a la recuperación de la institucionalidad, ayuda a depurar. A depurar la política, a depurar el Ejecutivo, a depurar la Fuerza Pública, a depurar la justicia. Depuración que se requiere en esta hora de honor y de recuperación institucional.

Por eso, así como a lo largo del proceso, cuando ha sido necesario, el Gobierno ha brindado seguridad a algunos desmovilizados, el Gobierno ha ordenado que se brinde seguridad a las familias de aquellos desmovilizados o de aquellos que estén en la cárcel de Itagüí, que corran riesgos. Todo lo que tengamos que hacer por la protección de esas familias, lo haremos.

Nosotros, en procura de rescatar la institucionalidad, hemos venido haciendo una pedagogía en Colombia: que no se siga dividiendo en nuestro país el crimen entre un crimen bueno y crimen malo. Todo crimen es horrendo.

Nosotros no podemos permitir la impunidad del crimen que convierte en víctima al mafioso, ni la impunidad del crimen que convierte en víctima al ciudadano inocente.

En ambos casos hay que derrotar la impunidad. Hay que acabar con ese cuento que, por debilidad oficial, se impuso en el conversatorio de los colombianos en los últimos 30 años.

Cuando se asesina a alguien, en lugar de repudiar el asesinato, se pregunta quién era, para tratar de encontrarle justificaciones. Entonces, cuando alguien dice: ‘no, lo que pasa es que estaba en tratos con la mafia’, o el otro dice: ‘debía una cuenta’, o el otro dice: ‘lo mataron porque estaba en una discoteca con la mujer de un narcotraficante’, se acaba el repudio al crimen, se acaba el interés de esclarecerlo, y aparece la justificación. Eso no se puede permitir.

Para nosotros, la protección de los que están en cárcel, en sus vidas y en sus derechos, la protección de sus familiares, es tan importante como la protección de las familias y de los ciudadanos colombianos que no tienen estas dificultades.

Por eso nuestra seguridad es democrática. Esto no es de ahora. Así lo planteamos desde la campaña que nos condujo a la elección presidencial en el 2002. Y el proceso democrático, las elecciones de este año, han demostrado que nuestro concepto de seguridad es democrático, porque es seguridad para todos los colombianos. Independientemente de que estén en la cárcel o en el ejercicio de oficios lícitos. Independientemente de que con sus tesis apoyen al Gobierno o sean voceros de la oposición.

El Alto Comisionado para la Reinserción (Frank Pearl) debe reunirse esta semana con los grupos que integran los 40 mil desmovilizados de Colombia, hablar con ellos, dar a ellos confianza. Ese proceso es muy costoso. Hablar de 40 mil desmovilizados es fácil en la teoría. Administrar 40 mil desmovilizados es muy difícil en la práctica.

Comparen con el número de desmovilizados del pasado. El M - 19, algo así como 900. Si se le suma el EPL, el Quintín Lame, no llegan a 4 mil. Ahora son 40 mil desmovilizados.

Ellos deben tener confianza: que si cumplen, el Gobierno les cumple. Deben saber qué es mejor el camino de la reinserción definitiva a la vida constitucional, que las tentaciones de reincidencia criminal.

A quienes cumplan en la cárcel, se les respeta el proceso de paz. A los desmovilizados que cumplan, a todos aquellos que están en diferentes centros de referencia del país, se les respeta el proceso de paz. A quienes reincidan, se les levantan los beneficios de la Ley de Justicia y Paz, y si llegaren a tener la suspensión de la extradición, también se levanta la suspensión de extradición.

Todos los días el leguleyismo inventa tesis. El leguleyismo que condujo a Colombia a este horrendo dominio del terrorismo, ahora dice que se está utilizando la extradición como un mecanismo de presión política.

Si sirve para presionar a la delincuencia, para derrotar a la delincuencia, utilizamos la extradición.

Para derrotar a la delincuencia, este Gobierno ha autorizado ya más de 500 extradiciones. Para derrotar a la delincuencia, el país se tiene que preparar para que en momento que corresponda, si nuestra justicia ha fallado, también se extradite por requerimiento de la Corte Penal Internacional, que dentro de dos años entrará ya a tener el alcance pleno del tratado que la incorpora en el ordenamiento mundial en relación con Colombia.

Hay temores. En unas regiones de Colombia donde se desmovilizaron paramilitares, subsisten temores por las presiones de la guerrilla. El camino no es rearmar estos grupos, el camino no son las Águilas Negras, el camino no son las nuevas bandas emergentes. ¡A todos estos bandidos hay que derrotarlos! El camino es evitar la presencia guerrillera con la acción institucional del Ejército y de la Policía, con la integración entre la Fuerza Pública y la institución armada de la Nación. Ese es el camino, apreciados compatriotas.

Es difícil, pero con buena y firme voluntad todos los días lo lograremos. En el Catatumbo y en Urabá. Y lo lograremos en los Montes de María y en el Golfo de Morrosquillo, y lo lograremos en el Baudó, y lo lograremos en tantos sitios del sur de la Patria.

Con constancia, amaneciendo todos los días con energías recargadas para avanzar en seguridad, en esas zonas los colombianos finalmente se convencerán de que es mejor dormir con la protección de la Fuerza Pública para enfrentar la amenaza guerrillera, que con el doble riesgo de la amenaza guerrillera y la ficticia protección paramilitar.

Hay temores. En mi ciudad de Medellín hay el temor de que las Farc están contratando desmovilizados del paramilitarismo. Eso hay que enfrentarlo.

Señor General Carrillo y hoy señor General Pedreros, quien hasta ayer era coronel de la República: cada vez que intenten las Farc entrar a Medellín, a derrotarla. No vamos a permitir que esa acción mercenaria del terrorismo, ahora contrate desmovilizados para ejecutar acciones criminales de otro tipo y de la misma gravedad.

Con nuestra persistencia, con el heroísmo de la Fuerza Pública, todos los días, a pesar de las dificultades y reveses, debe acrecentarse en Colombia el sentimiento ciudadano de confianza en nuestras instituciones.

Señor General Castro, muchas felicitaciones.

Señores Generales ascendidos, muchas felicitaciones.

Los espera una tarea más dura. Esta estrella que por primera vez llega al hombro de algunos, que por segunda vez llega al hombro del General Vera, este Sol que por tercera vez llega sus hombros, General Castro, son expresiones de la ilusión de una Nación que no quiere que se hable más de un ‘conflicto prolongado de baja intensidad’, sino que se hable de la hora de derrotar este desafío terrorista a la democracia.

¡Que ustedes no sean los Generales de la contención del conflicto, como lo llaman algunos teóricos, sino los Generales de la derrota definitiva del terrorismo!

Dios mediante, lo vamos a lograr. Y en medio de dificultades, la voluntad del pueblo colombiano, tras el propósito de la institucionalidad, los acompaña a ustedes férreamente.

A sus familias, que han consagrado tantos años de la calidez del hogar a estimular su tarea patriótica, nuestra gratitud, nuestra gratitud inmensa.

Compatriotas, en el pasado se apaciguaba a los criminales para que hubiera tranquilidad en los gobiernos. Eso conducía a que jamás hubiera tranquilidad en la Nación. Ahora, a pesar de que halla zozobra en la política, dificultades para el Gobierno, no hay apaciguamiento.

¡Atrás quedó el apaciguamiento! ¡Ahora toda la firmeza contra el terrorismo, así el Gobierno tenga dificultad, pero para lograr que finalmente la Nación tenga tranquilidad y tenga confianza!

¡Que tiemblen los criminales, que trabaje más la Fuerza Pública, que nos ayude la justicia, que en el Gobierno enfrentemos con éxito dificultades, que no compremos apaciguamiento, para que la ciudadanía colombiana pueda vivir tranquila!

¡Que viva Colombia y que viva nuestra Policía!

Muchas gracias.

 
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