ENTREGA
DE LA CONDECORACIÓN
“
ORDEN DE LA DEMOCRACIA SIMÓN BOLÍVAR” POR
PARTE
DE LA CÁMARA DE REPRESENTANTES AL JEFE DE ESTADO
Julio 20 de 2006 (Bogotá – Cundinamarca)
Compatriotas:
Agradezco de corazón esta decisión de
la Cámara de Representantes. La verdad es que
la recibo con mucha gratitud y también con susto.
En pleno ejercicio de las responsabilidades públicas,
recibir esta distinción, como hace dos noches
la que generosamente me confirió la señora
Presidente del Senado, me causa temores.
El temor de que uno llegue a tener tanta confianza
en lo hecho, que es muy poco, que lo lleve a descuidar
lo que hay que hacer, que es lo mayor.
El temor a que esos brotes
de vanidad que están
por allá sembrados en el alma de cada ser humano,
se expresen y afecten la constancia en el trabajo.
Yo mantengo un gran temor,
el temor de que salte la vanidad y afecte los arrestos
con que tenemos que enfrentar
las responsabilidades de todos los días. Pero
le pido a Dios que yo la pueda a llevar sin vanidad,
y que al mirarla la mire como un reto para servir más
a Colombia.
Quiero agradecerles inmensamente
la circunstancia de hacerlo en este salón tan representativo
de la democracia, el Salón Uribe Uribe de la
Cámara.
Del Libertador todos los días aprendemos más.
En la Constitución de Bolivia, redactada por él,
quedó explícito aquel pensamiento de
que solamente el acatamiento del gobernante a la ley
es la garantía de la igualdad entre los hombres.
Principio fundamental del Estado de Derecho.
Y permítanme confesar que en nuestro esfuerzo
por el Estado Comunitario, por ese diálogo con
los compatriotas todos los días, también
hay algo muy importante proveniente del Libertador.
Se reconoce esa Constitución de Bolivia, redactada
por él, como uno de los primeros textos en la
historia jurídico-política del mundo,
en el cual se declaró la soberanía residente
en el pueblo.
El debate histórico acerca de dónde
se origina la soberanía, dónde reside
la soberanía, lo resolvió El Libertador
al redactar la Constitución de Bolivia, cuando
de manera elemental y clara dijo que la soberanía
reside en el pueblo. Allí encuentra razón
de ser nuestra devoción por el Estado Comunitario,
nuestro respeto al diálogo con el pueblo colombiano.
Me comprometo ante ustedes,
distinguidos Representantes, a pedirle a Dios energías, vitalidad para mantener
en la mayor dimensión el diálogo afectuoso,
respetuoso, sincero con el pueblo colombiano. Y sé que
ustedes, Representantes, seguirían siendo los
compañeros en esa ardua e importante tarea.
Y aquí está el nombre de Rafael Uribe
Uribe, y su retrato, un dialéctico.
Hoy habríamos tenido un brillante resumen de
las actividades del Congreso en el cuatrienio que termina.
Lo hicieron la señora ex Presidente del Congreso,
la doctora Claudia Blum, y el representante, ex Presidente
de la Cámara y Presidente de la Junta Preparatoria,
Julio Archibold.
Me vi en la obligación de hacer escasa referencia
a lo logrado por el Congreso en el cuatrienio que termina,
porque la circunstancia de la reelección presidencial
nos obligaba a darle prelación al resumen de
las ideas que consideramos necesarias en el país
de los años que vienen.
Cuando terminó aquella luctuosa refriega de
los Mil Días, que nos llevó a perder
a Panamá, Panamá había hecho muchos
intentos de separación. En 1863, advirtiéndonos
y anticipándose 40 años a lo sucedido,
el general Mosquera, desde la ciudad de Rionegro, donde
estaba reunido el cuerpo constituyente, envió una
carta a su hermano, en la cual le dice que hay que
llevar la bandera de Colombia a Panamá, que
hay que llevar el retrato de Bolívar a Panamá,
y que hay que situar en Panamá la capital de
la República para evitar la separación.
La separación que se evitó con tantos
esfuerzos, esfuerzos de Mosquera, esfuerzos de Reyes.
Nos encontrábamos tal vez en uno de los primeros
gobiernos de Núñez, Panamá intentó separarse,
se dio un incendio devastador en Colón. Los
panameños no sentían autoridad, doctor
Juan Hurtado Cano, ejercida por el Gobierno de Colombia
para defenderlos. Y entonces invocaron la falta de
seguridad para defenderlos, como razón para
declarar la independencia.
Núñez o Mosquera, ahí tengo la
laguna histórica, encomendaron al señor
general Rafael Reyes, quien posteriormente fuera Presidente
de la República, dirigirse a Panamá a
rescatar el orden. Llegó a Panamá por
el Pacífico, después de haber permanecido
unas semanas en Buenaventura construyendo embarcaciones.
Y cruzó por las lagunas, caños de la época,
que finalmente se utilizaron para la construcción
definitiva del Canal, al Atlántico y a Colón.
Allí encontró la población sublevada
porque en Colombia no había disposición
de imponer orden.
Todo el reclamo panameño de la sublevación
era porque en Colombia había indiferencia por
el orden. Reyes, para reestablecer el orden, ordenó el
fusilamiento de los que habían producido ese
incendio devastador, no obstante que por entonces no
estaba autorizada la pena de muerte, que revivió la
Constitución del 86 y que finalmente se eliminó con
la reforma de 1910.
Y a eso se suma esa Guerra
de los Mil Días,
que dejó más profundamente herida la
República y cuyo resultado fue la separación
definitiva de Panamá. Perdimos la cabeza. Esta
gran capital de la Colombia de hoy era una pequeña
ciudad ilustre y pobre. Medellín tenía
tres chimeneas. Cali apenas empezaba a formarse. Cartagena
no salía de las murallas.
Cuando se dio el 3 de noviembre
de 1903 y se produjo esa acta de independencia, perdimos
lo mejor. El general
Uribe pronunció en esos acuerdos de paz una
bellísima frase. Dijo: “hoy he dejado
de ser un revolucionario con las armas, pero jamás
renunciaré a ser un revolucionario con las ideas”.
Por eso cada mañana, al despuntar del sol de
nuevo día, paso revista a las ideas que he venido
procesando, doy de baja a las inútiles y obsoletas,
y las sustituyo por otras más útiles
y robustas.
El Congreso que termina ha
hecho una gran labor, pero siempre en el proceso
de la Patria cada nuevo día
tiene que comprometernos a hacer una labor mejor que
la realizada en la anterior.
Por eso nos hemos debido a
dedicar hoy a proyectar la agenda legislativa de
los años que vienen.
Y tengo mucha gratitud con ustedes.
He tenido el privilegio de
conocer a Julio Gallardo Archbold desde 1978 – 77. ¿Cuántos
años, Julio? 29 años. 29 años
que lo conozco. Me ha distinguido con su amistad y
con su confianza, y lo aprecio.
Me tocó trabajar con él redactando normas
laborales de libertades sindicales en Colombia. Me
tocó trabajar con él en la protección
de los derechos de los trabajadores. Y en su archipiélago
del paraíso hemos compartido también
jornadas nadando en ese mar, que nos hacen falta trayectos.
El reto es que antes de diciembre vengamos nadando
del Acuario. De Johnny Cay hemos venido. Ahora hay
que extender la distancia de venir del Acuario a tierra
firme.
Y con él hemos trabajado muchas horas para
programar la agenda de respuesta a San Andrés,
que está en plena ejecución. Y ahora
nos esperan muchas más cosas. Hay que dotar
a San Andrés de la mejor infraestructura deportiva
del mundo, para que se ponga a tono para los próximos
Juegos Nacionales, de los cuales es sede.
Y qué decir de Juan Hurtado Cano. Nació el
12 de julio de 1952. Yo había nacido ocho días
antes, el 4 de julio de ese año. Hemos coincidido
en la defensa del orden como presupuesto de las libertades.
He tenido en él un amigo incomparable en la
defensa de estas tesis.
En los momentos en que la seguridad
democrática
tenía toda la oposición en la dirigencia
política del país, Juan Hurtado Cano,
desde Risaralda, hacía eco a esa propuesta que
todavía se sentía muy solitaria en Colombia.
En nuestra condición de luchadores de la democracia,
hemos sentido huesos, carne y alma de soldados de la
República. Él, con frecuencia, luce su
uniforme de la Armada, porque es alto oficial de la
reserva. Yo, por circunstancias de la vida, no soy
oficial de la reserva. He debido prestar el servicio
militar, que no presté activamente, desde la
Gobernación de Antioquia y desde la Presidencia
de la República.
Pero ahora, como ayer, Juan,
tenga la certeza de que los soldados y los policías de Colombia pueden
saber que aquí tienen el primer soldado, el
primer policía, aunque tenga que estar vestido
de civil.
Usted sabe que la seguridad
es una gran fuente de recursos y un valor democrático, que todo el
programa social de Uribe Uribe, todavía pendiente,
todo el programa de libertades de Bolívar, todavía
pendiente, tienen una variable fundamental: la capacidad
de los colombianos de rescatar, con el heroísmo
de sus soldados y policías, el orden, el respeto
de todos a la ley.
Y quiero repetir mis agradecimientos
muy sentidos a la senadora Claudia Blum de Barberi.
Le decía
yo que hoy es un hecho trascendental para ella, para
su familia, para nosotros sus amigos y para el país,
porque está cerrando con broche de oro quince
años de permanencia en el Congreso de la República.
Quince años de permanencia en el Congreso de
la República sin un día de descuido.
Quince años de permanencia en el Congreso de
la República sin un minuto de tranquila pasantía.
Quince años de permanencia en el Congreso de
la República, quince años de desvelos,
quince años de riesgos, quince años de
trabajo, quince años de defensa de los derechos
de la opinión por encima de la contracultura
del clientelismo.
Muchas, muchas felicitaciones
por este gran ejemplo. Quince años de un gran
servicio a la Patria, doctora Claudia Blum de Barberi.
Por eso los colombianos
le exigimos que le siga sirviendo a la Patria.
Y quiero agradecer a todos
los aquí presentes.
A ustedes, mis buenos amigos de la Cámara: doctor
Oscar Darío, a Santiago, a nuestros nuevos representantes
que van llegando. Allá veo también a
Sanguino. Luis Eduardo. Quiero agradecer a todos su
compañía en estos años y estimularlos
para que los años que empiezan sean años
muy buenos para nuestra Patria colombiana.
Julio, llevaré este Collar, esta Orden de la
Democracia de la Cámara, el grado de Gran Collar,
con compromiso de servir a Colombia.
Me da mucho miedo recibirlo
porque quisiera ser repulsivo a todo lo que pueda
convertir mis garras de luchador
de la democracia en expresiones de vanidad. Pero lo
acepto por la generosidad de ustedes. Y la única
manera que tengo de ofrecerle reciprocidad es con un
profundo e incancelable amor a Colombia.
Este Collar lo deberían recibir mis compañeros
de Gobierno, que tan abnegada tarea han realizado.
Cualquier, cualquier resultado bueno que yo pueda presentar
ante Colombia es de quienes abnegadamente me han acompañado
en tan difíciles misiones y carteras. Con ellos
lo comparto.
A todos muchas gracias.