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INSTALACIÓN DEL SEXTO PERIODO DE DECISIONES DEL COMITÉ INTERAMERICANO CONTRA EL TERRORISMO (CICTE)
Marzo 22 de 2006 (Bogotá – Cundinamarca)

Señoras y señores:

Quiero dar la bienvenida a todos ustedes.

Esta presencia del Comité de Lucha contra el Terrorismo de la Organización de Estados Americanos en Bogotá, su nueva conferencia, la entendemos como una gran expresión de solidaridad con Colombia en la lucha que esta Patria nuestra, de ustedes, libra contra el terrorismo.

Esta reunión es una notificación adicional de que el Continente quiere liberarse de una vez por todas de este flagelo. Quiere el Continente, blindarse para que este flagelo no lo afecte más, en parte alguna.

A mí me preguntan a menudo por qué he señalado como terroristas a los grupos que otrora se denominaban insurgentes en Colombia y he contestado, que hay una diferencia importante entre insurgencia y terrorismo.

“AQUÍ NO HAY INSURGENCIA SINO TERRORISMO”

La insurgencia denota algún elemento noble de lucha. La insurgencia conlleva alguna justificación para la acción, un móvil que en alguna forma legitima, como puede ser el móvil de luchar contra una dictadura o contra un Estado social de total injusticia. Pues bien, en Colombia no hay insurgencia contra dictaduras que no existen, sino un desafío del terrorismo financiado por el narcotráfico contra una democracia profunda.

En Colombia tenemos un problema social muy grande, agravado por el terrorismo. Todas estas décadas de terrorismo, aumentaron en nuestro país la pobreza, frenaron la inversión, produjeron el resultado de que 4 millones de colombianos emigraran al extranjero y crearon un problema de desplazamiento interno que involucra a 3 millones de ciudadanos. El desempleo, que todavía sigue muy alto, llegó a niveles del 20 por ciento.

Escasamente, 500 mil ciudadanos de origen extranjero visitaban este país por año, ya el año pasado tuvimos casi un millón de visitantes. Si bien hemos doblado el número de visitantes, comparen ustedes esa cifra nuestra con las de sus países y encontrarán que para el tamaño de Colombia, es un número de visitantes exiguo.

Estos grupos en Colombia reclamaron que el país tenía que avanzar para permitir, por ejemplo, más democracia a fin de que nuestras regiones, nuestros ciudadanos, pudieran elegir directamente a las autoridades territoriales.

En un proceso ininterrumpido de ampliación democrática, después de un siglo de discusión, Colombia incorporó la elección popular de alcaldes. Los insurgentes, hoy terroristas, finalmente no aceptaron ese gran paso de nuestra democracia, se convirtieron en los sicarios de los alcaldes.

La Constitución de 1991 incorporó otros elementos de ampliación democrática como la elección popular de gobernadores, figuras de gran importancia para la práctica de la democracia directa como el referendo, las consultas, que empiezan a practicarse en Colombia. La respuesta de estos grupos fue: más violencia.

Aquí, no hemos estado en presencia de una dictadura que permita explicar una acción insurgente. En nuestra Patria hay una democracia que se profundiza y cualquier ataque a esa democracia por la vía armada, debe ser señalado como terrorismo.

Para hacer política social, hoy en Colombia hay todas las libertades públicas. Para agitar cuantas tesis quieran expresarse, para hacer política social, aquí no se requiere la acción armada del terrorismo. Al contrario, la acción armada del terrorismo lo que hace es evitar, bloquear, frustrar la política social.

En Europa occidental encontramos legislaciones sumamente severas para calificar como terroristas muchos de los crímenes que allí se cometen. Los ingleses, alemanes, franceses, consideran como terrorismo la sola acción armada o la amenaza de uso de armas por razones ideológicas, políticas o religiosas.

Y al profundizar por qué en Europa occidental –punto de referencia de la democracia mundial- se ha avanzado para llegar a tanta severidad en la declaración, en la definición y en el combate contra el terrorismo, la respuesta es una: porque unas democracias profundas, pluralistas, sin restricciones, tienen el derecho de protegerse y para proteger esa democracia, ejercen el derecho de descalificar la violencia con el señalamiento de terrorismo.

Eso es válido en nuestro medio y en un medio como el colombiano donde una democracia todos los días se prueba y es más profunda.

Por eso, nosotros hemos dicho al mundo que aquí no tenemos una acción insurgente, aquí tenemos una acción terrorista. Aquí hay un desafío contra la democracia. ¡Claro que tenemos un problema social grave, hondo que tenemos que superar! El terrorismo y sus arúspices son causas muy eficientes de la profundización de ese problema social.

Durante décadas trataron de confundirnos a los colombianos de hacernos creer que para estar del lado de los pobres, había que asumir una posición blanda, comprensiva, con los terroristas.

Durante décadas nos indujeron a los colombianos a error, nos hicieron pensar equivocadamente que era necesario despreciar la seguridad y en alguna forma darle la espalda a las fuerzas institucionales y asumir alianzas tácitas o expresas con el terrorismo para poder hacer gala de demócrata, para poder entrar en los grupos de la civilidad.

Por fortuna, eso empieza a superarse. Los colombianos entendemos hoy que la seguridad es un valor democrático, sin el cual no se pueden practicar los otros valores democráticos. Los colombianos entendemos hoy que la seguridad es una fuente de recursos sin la cual no se pueden financiar las iniciativas sociales que se requieren para superar la pobreza.

Los colombianos entendemos hoy que la seguridad es una garantía del pluralismo sin la cual no se pueden expresar libremente todas las opiniones que confluyen a tipificar una democracia, como una democracia realmente pluralista, sin restricciones.

Tenemos un profundo problema social pero hay una democracia que permite expresar todas las ideas para combatirlo, para superarlo. Nadie en nuestro país quiere estancar las soluciones, todos queremos dinamizarlas. Lo que ocurre es que no podemos confundir la problemática social que el terrorismo contribuyó a engendrar, con un conflicto con los grupos terroristas.

Una cosa es la problemática social que tenemos que superar y otra cosa es, tras la problemática social, tratar de legitimar al terrorismo diciendo que con ellos hay un conflicto.

Los conflictos son de ideas, los conflictos son de contradicciones programáticas, los conflictos son de pareceres en la democracia, los conflictos son para proponer soluciones, así las unas parezcan opuestas a las otras.

Los conflictos no se dan entre la democracia y el terrorismo, el terrorismo es el enemigo del conflicto civilizado que se da al interior del debate democrático.

En primer lugar hemos dicho que aquí no hay insurgencia sino terrorismo.

En segundo lugar hemos dicho que aquí hay una problemática social honda que tenemos que superar, agravada por el terrorismo, por lo cual no puede tratar de legitimarse al terrorismo diciendo que hay un conflicto con una de sus partes, el terrorismo.

¿Cómo hemos combatido este flagelo? Lo hemos combatido con una propuesta y con una acción de Seguridad Democrática.

RAZONES DE LA SEGURIDAD DEMOCRÁTICA

¿Por qué denominamos nuestra acción de seguridad democrática? Por razones históricas, por razones del presente y por lo que vemos en el futuro de Colombia.

Por razones históricas

La doctrina de la Seguridad Nacional recorrió el Continente, dejó un mal sabor, legitimó dictaduras, en alguna forma ocultó violaciones de derechos humanos, fortaleció la persecución a los disidentes. Se utilizó la seguridad para maltratar el disenso, para apabullar la crítica.

Cuando nosotros proponemos una política de Seguridad Democrática, la proponemos para marcar la diferencia con aquel mal recuerdo de lo que fue el concepto de Seguridad Nacional de dictaduras del Continente.

Razones del presente

Nuestra seguridad es Democrática porque es para proteger por igual a todos los colombianos, independientemente de que sean amigos o adversarios ideológicos del Gobierno.

La nuestra es democrática porque es para profundizar las libertades públicas. La nuestra es democrática porque está orientada a favorecer, en el escenario de Colombia, la expresión de todas las ideas de la política.

Es democrática porque buscamos, con esta seguridad, proteger por igual al líder sindical que al líder empresarial, al campesino que al empresario agrícola, proteger por igual a todos los ciudadanos.

En 46, 47 meses de de Gobierno, podemos decir ante el mundo que nuestra seguridad ha sido, es y será democrática.

Hoy el calificativo no lo avala un discurso, lo avala un comportamiento, lo avalan unos hechos.

Hace cuatro años casi 400, de los 1.096 alcaldes que Colombia elige popularmente, estaban exiliados, no podían atender sus obligaciones en sus comunidades, el terrorismo los mantenía sometidos a una presión que los obligaba a abandonar sus responsabilidades. Hoy, todos ejercen en sus municipios, todavía tenemos problemas graves, como el asesinato de los concejales a cargo de los grupos terroristas. –Recientemente la Farc asesinó en el departamento del Huila a los concejales del municipio de Rivera-. Pero las condiciones políticas han mejorado enormemente.

Este Gobierno convocó a un referendo sobre temas presupuestales, salariales, pensionales, políticos, en octubre de 2003. Opositores y abstencionistas disfrutaron todas las garantías, ¡todas las garantías!

También en octubre de 2003, por primera vez resultaron elegidos en Colombia, a puestos de la mayor jerarquía en el Estado, candidatos provenientes de la real oposición, de los partidos alternativos a los tradicionales, apoyados también por partidos integrados por antiguas guerrillas.

Diría yo, que gracias a la Seguridad Democrática, en 2003 se probó lo que acaba de ratificarse ahora: Colombia, en esta derrota frente al terrorismo, en esta batalla frente al terrorismo, empieza a hacer el tránsito de unas garantías retóricas, formales, a unas garantías efectivas.

Nada ganábamos si solamente nuestra Constitución daba garantías, pero la realidad las negaba. Los candidatos de la real oposición eran asesinados. Ahora tienen la más efectiva protección.

Y no nos conformamos solamente con permitir que hicieran su campaña con toda libertad, que el pueblo votara sin intimidación por ellos, sino que han disfrutado todas las garantías en el ejercicio de sus cargos.

Con esa práctica de la Seguridad Democrática en esos procesos electorales y en el ejercicio en sus cargos, hemos tratado de legitimar el valor de la seguridad como un valor transversal, universal en el pluralismo colombiano.

Hace menos de dos semanas el país tuvo elecciones al Congreso, las primeras en el ejercicio de la Seguridad Democrática. Todos los candidatos pudieron visitar todos los sitios de Colombia. Eso no era posible hace cuatro años, la Constitución lo permitía, pero las fuerzas del terrorismo lo negaban. Ahora, la decisión gubernamental, el heroísmo de la Fuerza Pública, ha permitido que las libertades consagradas en la Constitución se ejerzan en la práctica.

Voceros de la oposición, amigos de las tesis de Gobierno, visitaron sin restricciones todos los sitios de Colombia, lanzaron todas las consignas que quisieron. En algunos sitios tuvimos amenazas del terrorismo, intimidaciones a periodistas, intimidaciones al transporte, intimidaciones a los votantes, pero con heroísmo de la Fuerza Pública las hemos podido superar.

Razones del futuro

En Colombia se había perdido el respeto al periodismo. El narcotráfico quería silenciar un periodista, lo asesinaba. La guerrilla o los paramilitares querían silenciar un periodista, lo intimidaban, lo obligaban a la autocensura y si él no se autocensuraba, entonces lo asesinaban. Todavía se presentan estos fenómenos, pero ¡cómo hemos avanzado para proteger eficazmente los periodistas!

Tuvimos años, cuando el terrorismo asesinó 15 periodistas en nuestra Patria. Todavía el año pasado intimidó dos. Pero encontramos hoy un periodismo, en la práctica, más libre en Colombia.

Mi percepción personal, en una relación cotidiana, intensamente dialogante con mi pueblo, me indica que hoy el periodismo colombiano en las regiones, aquí en Bogotá, se siente más libre. Se siente más protegido por las garantías eficaces de nuestra Constitución. Se siente que en alguna forma se está liberando de las intimidaciones del terrorismo.

Tuvo Colombia años en los cuales asesinaron 168 dirigentes sindicales. Todavía el año pasado nos asesinaron 12 personas afiliadas a las organizaciones de los trabajadores. Queremos decirle al mundo, en algún momento, ojalá más cercano, que en Colombia hay cero asesinatos de líderes sindicales. Todavía no lo hemos logrado, pero en esa dirección marchamos.

Por lo pronto, les pido reflexionar sobre la tendencia que muestra una protección efectiva de los líderes sindicales en nuestra Patria, mucho más eficaz que aquella que se tenía gracias a la lucha de la Seguridad Democrática contra el terrorismo.

Hemos visto una gran disminución de los secuestros, de los homicidios, nos falta mucho, pero déjenme decir que no hemos ganado todavía pero estamos ganando. Y con la cooperación de toda la comunidad internacional, Colombia puede ser un país triunfante contra el terrorismo y esta Patria nuestra, merece triunfar contra el terrorismo porque ha sido una Patria maltratada por el terrorismo y además profundamente democrática.

TERRORISMO Y NARCOTRÁFICO

Estos grupos se financian con el narcotráfico. El narcotráfico ha producido la mutación de guerrillas de hace 30 años con razones ideológicas, nortes programáticos, objetivos de Estado, a grupos mayoritariamente de mercenarios aplicados al narcotráfico en nuestros días.

En otros países del Continente, se facilitaron los procesos de negociación cuando organizaciones internacionales dejaron de enviar dinero a los grupos insurgentes. Lo cuenta la historia de El Salvador, todavía reciente, narrada por quienes fueron actores vivos. Llegó un día cuando desde Europa ya no enviaron más contribuciones económicas a la guerrilla y eso incidió en la determinación de negociar. Aquí no.

Aquí el narcotráfico ha creado, en estos grupos terroristas, arrogancia, desprecio por la comunidad nacional e internacional, desprecio por la ética, desprecio por la ideología, desprecio por la moral. Y cuánto dificulta esa financiación autónoma de caudales de dinero a través del terrorismo cualquier proceso de negociación.

Por eso estimados delegados, no se puede separar el terrorismo de las drogas ilícitas.

Este Comité, al enfrentar el terrorismo nos tiene que ayudar enfrentando su fuente principal de financiación: las drogas ilícitas.

¿Y cómo proceden estos terroristas? La semana anterior, a los cinco o seis días de haberse realizado unas elecciones puras, transparentes, con todas las posibilidades para todos los grupos y partidos, el grupo terrorista de la Farc –en el Caquetá, al sur de Colombia- entre las acciones que cometió, está una que quiero resaltar ante ustedes.

Ese departamento subsiste de la producción campesina de leche y de quesos, con intimidaciones habían logrado paralizar el transporte, después de un consejo de seguridad el día lunes, siguiente al domingo de elecciones –que me correspondió presidir- reanudamos el servicio de transporte. Cinco días después, incineraron un vehículo con el conductor dentro.

William Urueña, colombiano humilde, dedicado al transporte de queso de producción campesina en una región rural de Colombia, fue asesinado por los terroristas de la Farc, quienes incineraron su vehículo con él dentro de la cabina.

Yo no he encontrado manera de calificar esas acciones, por eso no nos podemos dejar engañar. Lo único que se les puede creer a estos terroristas, es el día que digan que de buena fe se sientan a negociar la paz y decreten un cese de hostilidades y lo cumplan. De resto ¡¿quién les cree?! ¡¿Quién les puede creer una oferta humanitaria, cuando simultáneamente producen la acción terrorista de incinerar un vehículo con el conductor en la cabina, quien termina siendo asesinado por la incineración?!

Esa es la financiación del narcotráfico. Estos son los procedimientos como el que acabo de describir. Estas son las razones que los colombianos invocamos para pedirle al mundo que señale con toda severidad a estos grupos como terroristas.

LAS PUERTAS DEL DIÁLOGO ESTÁN ABIERTAS

Y muchos ciudadanos me preguntan: ‘¿si los señalan como terroristas entonces están cerrando las puertas para el diálogo?’ Y otros me preguntan: ‘¿puede la Seguridad Democrática ser un camino hacía la reconciliación?’. He contestado ambas preguntas.

Los señalamos como terroristas porque así lo merecen sus acciones, sus atentados contra la democracia, su financiamiento en el narcotráfico y no cerramos las puertas para el diálogo.

Nosotros avanzamos en un proceso de paz con los grupos de autodefensas y estamos, gracias a la hospitalidad de Cuba, avanzando en unas conversaciones preeliminares, exploratorias hacía la paz con el ELN.

Autodefensas

Lo que ha pasado con las autodefensas da respuesta a ambos interrogantes.

Avanzamos en el diálogo con ellos porque se comprometieron a un cese de hostilidades. Consideramos que el cese de hostilidades permite calificar que hay una cesación de acciones terroristas y entonces facilita avocar el diálogo. Ese proceso lo inició la iglesia Católica

Si bien el cese de hostilidades no tuvo cumplida y total eficacia en todo el territorio, hoy por hoy, en la víspera de la desmovilización total de estos grupos –mal llamados paramilitares- se muestra un gran mejoramiento en las regiones donde actuaban.

Nuestro Gobierno emprendió por igual la acción de la seguridad contra los grupos paramilitares y contra los grupos guerrilleros. A la fecha, más de 1.650 integrantes de las organizaciones paramilitares han sido dados de baja. Eso les ha hecho ver que el camino que les queda es el camino de la negociación de buena fe y al abrir las puertas de la negociación, se han desmovilizado cerca de 28 mil. También hay cerca de 7 mil desmovilizados individuales de las guerrillas.

Hoy tenemos alrededor de 35 mil desmovilizados en Colombia. Quiero agradecer a la Organización de Estados Americanos su presencia para vigilar y acompañar este proceso y a todos los países que ustedes representan.

Producir una desmovilización de 35 mil personas, conducir un proceso de reinserción de 35 mil personas es muy difícil, costoso y riesgoso. Pero, con la ayuda de la comunidad internacional, Colombia tiene que responder bien a este desafío.

El ELN

Estamos apostando a la paz con el ELN. El Gobierno de la Seguridad Democrática que presido, ha levantado las órdenes de captura y ha permitido que un dirigente del ELN –condenado por acciones gravísimas, que llevaba 12 años en prisión- salga de la cárcel para buscar la paz y que el máximo dirigente del ELN –quien ha acudido ya en dos ocasiones a Cuba a participar en estas conversaciones exploratorias- tenga hoy un decreto del Gobierno que le levanta la orden de captura y le permite movilizarse libremente en Colombia.

Estos hechos indican que la seguridad para nosotros no es un fin o una categoría que se puede estancar, sino un camino conducente a la reconciliación total de los colombianos.

Confío que estos señores del ELN, al percibir en su propio ser el aroma de la libertad, se comprometan más a trabajar para un sueño: que Colombia rápidamente tenga culminado un proceso de paz con esa organización.

Esta mañana me preguntaban unos comunicadores: ‘¿qué opina Presidente que este vocero del ELN, a quien usted le ha otorgado libertad para que luche por la paz, ya le ha pedido a dos candidatos que se oponen a usted que se unan?’ Dije: ¡magnífico!, cuánto mejor para la democracia que estén hablando de política, convocando a los electores, participando en elecciones y que no estén en la clandestinidad organizando actos terroristas.

Nuestra decisión de derrotar el terrorismo es total, como total es nuestra decisión de abrir oportunidades a la paz.

Lo que no queremos es que la paz se convierta en una mercancía electoral para engañar al país. La paz tiene que ser algo sentido, algo sincero, algo que realmente permita, disfrute de ese bien inestimable por parte de nuestros conciudadanos.

Las Farc

Hemos hecho todos los esfuerzos para los acuerdos humanitarios con la Farc.

Hace cuatro años como candidato a la Presidencia dije que no habría acuerdo humanitario si la Farc no aceptaba iniciar un proceso de paz con cese de hostilidades. A los pocos meses, tuve que reversar esa postura, después de mis conversaciones con la iglesia católica, con familiares de los secuestrados, con el Secretario general de las Naciones Unidas y con el Presidente de Francia. Hemos autorizado facilitaciones de la iglesia católica, de España, de Suiza, de Francia.

Hemos puesto si, dos restricciones: primero, que no haya zonas de despeje.

Mis conciudadanos colombianos no quieren guerrillas ni paramilitares en sus zonas, solamente quieren la expresión de la Constitución: la Fuerza Pública institucional. La experiencia de zonas de despeje no ha sido buena, en ellas se ha estafado la buena fe de los gobiernos.

Lo segundo que hemos exigido es que si, en un acuerdo humanitario llegaren a salir de la cárcel guerrilleros, esos guerrilleros se comprometan a no regresar a delinquir. Que se vayan a un país, que queden en Colombia pero en un proceso de reinserción.

No sería normal que 1.600 soldados y policías que hoy están en los batallones de sanidad, en los pabellones de sanidad de nuestros hospitales Militares y de Policía, vean que sus sicarios salen de la cárcel para volver a delinquir.

Una cosa es salir de la cárcel en virtud de un proceso humanitario para vivir en paz, para contribuir a la paz y otra muy distinta es salir de la cárcel para regresar a la delincuencia.

Esas dos son las dos restricciones que hemos impuesto. Sin embargo, hicimos una excepción a la primera: aceptamos, hace unos meses, una propuesta de Francia, España y Suiza para desmilitarizar 180 kilómetros rurales en el departamento del Valle del Cauca con la garantía que nos dieron estos tres países europeos que en esa desmilitarización se garantizaba que no habría guerrilleros. Que si bien se pedía que salieran de allí los soldados de la Patria, se nos daba la seguridad que no habría guerrilleros y que eso seria vigilado por observadores europeos.

El Gobierno hizo esa excepción frente a la restricción de no desmilitarizar, aceptamos la propuesta europea y todo lo que se obtuvo de la Farc y de sus arúspices fue condena al Gobierno por haber aceptado algo que en buena hora pidieron unos facilitadores.

ACUERDO HUMANITARIO

Nosotros estamos dispuestos al acuerdo humanitario con las restricciones aludidas. Lo que no podemos permitir es que los secuestrados sean tratados en Colombia como mercancía electoral para engañar nuevamente a nuestro pueblo, en una coyuntura democrática que no puede ser manchada por la acción desorientadora de los terroristas.

POLITICAS DE SEGURIDAD Y SOCIAL SON INSEPARABLES

Hemos acompañado esta política de Seguridad con la política Social. Es grave pensar que la seguridad y la política social se excluyen, tiene que ir de la mano.

La seguridad es una fuente de recursos que facilita el crecimiento de la economía, la inversión y facilita obtener aquellas cifras que los presupuestos demandan para hacer política social.

Nuestro país ya ha rebajado, en este Gobierno, 9 puntos de pobreza y empieza a tener unos flujos de inversión que anticipan que, en los próximos años, Colombia podrá mostrar un mejor resultado en materia de superación de la pobreza.

Teníamos un desempleo casi en el 20 por ciento. Está entre el 10 y el 13, aun muy alto pero no con una tendencia bien positiva.

Hemos hecho una gran revolución en microcrédito. En pesos, cuando empezó este Gobierno, Colombia tenía una cartera de 732 millones para los pequeños empresarios. Hoy es de 3 billones.

Cuando empezó este Gobierno, 10,5 millones de colombianos estaban afiliados al régimen subsidiado de salud. Hoy son 18 millones 600 mil. El país esta preparado para llegar, en el curso de los próximos tres años, a una plena cobertura en seguridad de salud para los colombianos de los sectores pobres.

Hemos creado millón y medio de cupos escolares. Están dadas las condiciones para que nuestra Patria, en los próximos 3 años, logre plena cobertura en educación básica.

Modificamos la ley de extinción de dominio para recuperar para el Estado la riqueza mal habida, la riqueza ilegítima y eso nos ha permitido empezar a tener mayor dinamismo en la asignación de tierras a los campesinos. Ya estamos cumpliendo con las primeras 100 mil hectáreas y el país esta listo para acelerar ese proceso.

La lucha contra el terrorismo no puede desacelerarse sopretexto de las injusticias sociales. Hay que llevar de la mano la lucha por la seguridad con la lucha por la justicia social. Son inseparables.

Ese dilema que se ha propuesto, es un dilema falso no se puede escoger lo uno, independientemente de acompañarlo de lo otro. Si hay vocación de seguridad, se generan los recursos para hacer política social. Y si el pueblo siente que se va avanzando en política social, legitima la sostenibilidad de la política de seguridad.

Este país no tenía familias educadoras (Familias en Acción). Hoy ya tiene 520 mil familias educadoras que en los próximos meses serán 650 mil y está preparado para tener un millón de familias educadoras. Familias pobres que reciben un subsidio del Estado para garantizar la nutrición, la educación de los hijos. Ese es un gran camino para superar la pobreza y para mejorar la equidad distributiva.

Un gran camino para la democracia, por que permite que al estudiar los hijos de los pobres no estén condenados a ser pobres, abre los espacios de la movilidad democrática que es una característica esencial para la credibilidad de nuestros sistemas pluralistas.

Podría contarles todas las acciones de política social que hemos emprendido. Un Gobierno que termina el próximo 7 de agosto hoy no puede invocar el discurso tiene que dar la cara para presentar los resultados.

Tengan ustedes la certeza que así como hemos perseguido el terrorismo, hemos abierto las puertas del dialogo y hemos abierto los caminos de la inversión social.

Rechazamos el terrorismo donde quiera que se exprese, cualquiera sea su justificación o explicación.

Quiero resaltar las palabras de nuestra Canciller (Carolina Barco) para expresarle al gobierno y al pueblo de Bolivia toda nuestra solidaridad. Queremos ser los primeros en ayudar a Bolivia a evitar que estas acciones terroristas que hoy la golpearan, se repitan.

La solidaridad contra el terrorismo no puede tener cálculos políticos. La solidaridad contra el terrorismo no puede tener demoras en expresarse. La solidaridad contra el terrorismo no puede tener reservas.

¡Qué importante que nosotros en el Continente, más que preocuparnos por el terrorismo allende los mares, erradiquemos el terrorismo que maltrata nuestro Continente!

Ustedes, como el mejor, conocen que el terrorismo es el gran freno del turismo.

Cuando me pregunto ¿por qué Cuba tiene tantos turistas?, la respuesta es obvia: no solamente por sus bellezas naturales, no solamente por sus facilidades, sino por su seguridad.

Cuando me pregunto ¿por qué tal isla del Caribe o tal país centroamericano o tal hermano suramericano tiene tanto turismo?, la respuesta es obvia: porque además de las facilidades, de la infraestructura, de la belleza, de la historia, de la cultura, hay seguridad.

En el turismo, teniendo estos países nuestros una de las mejores oportunidades, el enemigo es el terrorismo. Colombia sí que ha sentido los estragos del terrorismo contra el turismo interno y contra el turismo internacional, que por fortuna empiezan a recuperarse.

Necesitamos grandes flujos de inversión para buscar petróleo, para buscar gas, para generar alternativas energéticas. Nuestros hermanos centroamericanos tienen hoy una crisis en materia de energéticos de inmensa gravedad.

Pues bien, el enemigo para la inversión y para que afluyan los recursos es el terrorismo.

Necesitamos mayor dinamismo de nuestras economías. A pesar de que América Latina ha visto mejores crecimientos en los últimos tres años, son muy inferiores a los asiáticos, a los que se requieren para la erradicación total de la pobreza. Eso necesita crecientes flujos de inversión.

Yo estudié en la universidad pública. En mi época de estudiante, las juventudes pensaban que el futuro del mundo tenía que ser comunista. De allí surgieron muchos integrantes de las guerrillas y me preguntó: ¿qué pensarán hoy, cuando inicialmente se iluminaron en Mao Tse Tung y hoy ven que China es el gran receptor de inversión internacional en el mundo? ¡67 mil millones de dólares llegan a China anualmente, a Colombia llegaban 500 millones hace cuatro años, el año pasado 5 mil!

La seguridad es una fuente de recursos, es una garantía de inversión internacional para todos los desarrollos que requieren nuestras economías y para superar la pobreza.

¡Ustedes encuentran un país históricamente afectado por el terrorismo, pero dispuesto a derrotar el terrorismo!

¡Ustedes encuentran un país históricamente maltratado por el terrorismo, pero hoy más libre, con más vocación de denunciar, que se ha liberado de las cadenas del terrorismo que lo aprisionaban!

Ustedes encuentran una Nación agradecida con su presencia, dispuesta a decirle al mundo que aquí tenemos la determinación de luchar hasta el último minuto, para que las nuevas generaciones de latinoamericanos, las nuevas generaciones de americanos, las nuevas generaciones de colombianos, puedan vivir felices en nuestros países, sin la amenaza terrorista.

Deseo muchos éxitos en las deliberaciones que empiezan y deseo expresar la gratitud de todos los colombianos por haber escogido a nuestra Patria y a nuestra capital, esta hermosa ciudad de Bogotá, como sede para este magnífico certamen.

Muchas gracias y éxitos.

 
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