CONVERSATORIO SOBRE EL
TRATADO DE LIBRE COMERCIO
CON ESTADOS UNIDOS
Organizado por el Colegio de Estudios Superiores de Administración
(CESA)
Mayo 3 de 2006 (Bogotá – Cundinamarca)
Compatriotas:
Es muy grato para mí regresar hoy al Cesa, para
poder hablar de un tema tan importante como Colombia,
hablarlo con ustedes, cual es el Tratado de Libre Comercio
con los Estados Unidos. En primer lugar me voy a referir
a dos temas que ha planteado el doctor Marco Fidel. El
tema de la política industrial y el impulso al
conocimiento. En segundo lugar quiero plantearles un
menú de temas a ustedes y en tercer lugar invitarlos
a que sobre ese menú me propongan sus preguntas,
sus preocupaciones, sus comentarios.
La política industrial: realmente uno de los
grandes capítulos del tratado es la posibilidad
de que los bienes industriales que produce Colombia accedan
al mercado de Estados Unidos y que Colombia todos los
días esté incorporando mayor tecnología
a esos bienes, avanzando en lo que es la escalera tecnológica,
agregándoles valor e innovación y pueda
colocarlos en el mercado de Estados Unidos.
Inicialmente la Andi apreciaba
que no menos de tres mil bienes industriales de Colombia
se favorecen ampliamente
con el Tratado de Libre Comercio. Ahora se está publicando
un estudio trascendente, que debe estar en la página
web de la Andi, ojalá rápidamente en la
página web del Ministerio de Comercio.
¿Qué nos dice ese estudio? Ese estudio
nos habla de 100 productos en los cuales se está pensando
que Colombia puede hacer nuevos desarrollos, llegar a
ser muy competitiva, productos nuevos e incorporados,
llevarlos al mercado de Estados Unidos.
El acceso a mercados es un componente
muy importante de la política industrial, pero no es todo. Yo
creo que el gran esfuerzo que ha hecho la academia para
articular una política de fomento, de desarrollo
industrial, proviene de lo que fue la teorización
de los esfuerzos de los japoneses y de los asiáticos
de la posguerra.
Una política de industria requiere un gran esfuerzo
en materia de conocimiento. En 1863, cuando la dictadura
Meiji imperaba en el Japón, ese país no
tenía analfabetismo y había avanzado mucho
en el estudio de las matemáticas.
El milagro japonés, después de la Segunda
Guerra Mundial, no es algo que consiguieron rápidamente.
Tenía el antecedente de esos grandes esfuerzos
en materia de conocimiento que había hecho el
pueblo japonés. No fue de la noche a la mañana
que hicieron ese gran desarrollo de industria. La experiencia
japonesa muestra como ellos pudieron enfrentar la crisis
en que los dejó sumidos la Segunda Guerra Mundial,
gracias a esos esfuerzos, antecedentes, en materia de
educación, en materia de alfabetización
total de la población, en materia de estudio de
las matemáticas.
El conocimiento, una revolución educativa permanente,
es un componente fundamental de una política industrial.
Esa política educativa tiene que tener elementos
de cobertura, elementos de calidad. Muy importante en
la política de industria la pertinencia, o sea
lo que se dé en la oferta educativa corresponda
a lo que se demanda para el crecimiento de las actividades
industriales. La pertinencia es el enlace entre la oferta
educativa y los requerimientos de la sociedad. Esa política
educativa requiere un gran componente de capacitación
técnica.
Colombia ha dado dos grandes
avances en los últimos
años. El crecimiento del Sena, no solamente en
cursos cortos sino también en carreras técnicas,
y un segundo punto, la decisión del Gobierno de
estimular la educación por fases, por lo que se
llama ciclos propedéuticos, que en una institución
o entre varias instituciones se pueda lograr acuerdos,
para que los jóvenes primero vayan completando
los estudios en una fase técnica, en una fase
tecnológica, y después accedan a los créditos
faltantes y completen los estudios para poder obtener
el título en educación superior.
Pero eso no es todo. El proceso
de conocimiento exige que toda la vida pueda ser una
vida de combinación
de estudio y trabajo. Eso es un ideal que requiere Colombia,
al cual tenemos aproximarnos. Para facilitarlo nosotros
hemos hecho convenios en el Sena con 100 universidades,
a fin de que los egresados del Sena puedan llegar en
cualquier momento posterior de su vida a una universidad,
les validen lo estudiado en el Sena, completen los créditos
que haga falta y accedan al título de educación
superior. O que al interior de una entidad se pueda ir
formando a los muchachos a través de fases.
Es muy importante en el tema
de capacitación
técnica el desarrollo de nuestras propias tecnologías
y también la asimilación de tecnologías
de afuera. En eso hay que hacer muy ágil. Ese
es un componente básico de la política
industrial. Y eso se relaciona con otro, con el estímulo
de la ciencia. Una cosa es el estímulo del avance
tecnológico y otra cosa es el estímulo
del avance científico.
Hace cuatro años yo veía con mucha desesperanza
que Colombia apenas estaba invirtiendo en desarrollo
científico y tecnológico un 0,22 de PIB.
Me daba miedo comprometerme en algo ambicioso por las
circunstancias fiscales del país. Hablamos de
las necesidades de llegar en este cuatrienio al 0,6 del
PIB, logramos llegar al 0,72. Pero reconozco que no obstante
el esfuerzo, tenemos que llegar mínimo a un 1
por ciento de PIB. No fácil, porque un 1 por ciento
del PIB representa hoy más menos tres billones.
Y en esa tarea hay que establecer
la diferencia entre la formación técnica y tecnológica
en entidades como el Sena, en tecnológicos y universidades
que trabajen con ciclos propedéuticos, en la integración
entre la academia y la universidad, y el desarrollo científico
que debe liderar Colciencias.
Allí hay otro elemento muy importante: el desarrollo
tecnológico y científico tiene que comprometer
a todos los actores de la sociedad. Estados Unidos cometió durante
décadas un grave error, la investigación
científica se redujo a la universidad, se desvinculó de
la egresa privada. Eso atrasó mucho la competitividad
de la empresa privada norteamericana.
Y Japón cometió el error contrario: la
investigación científica se radicó en
la empresa privada y aisló a la universidad. Hoy
se observa que ambos países quieren corregir esos
errores y se trabaja de la mano entre la academia, la
universidad por supuesto y la empresa privada.
Nuestro país tiene que hacer un gran esfuerzo
técnico, tecnológico y científico
que involucre a todos. Que involucre entidades del Estado
como Colciencias, el Sena, toda la academia pública
y privada, todas las organizaciones investigativas y
toda la empresa privada.
Una política de industria necesita un marco tributario
muy bien definido que estimule el crecimiento. Si ustedes
me preguntaran cuál debe ser una regla del marco
tributario de Colombia, yo diría que estimular
el crecimiento. Fácil decirlo, difícil
hacerlo. Las orientaciones tributarias de Colombia han
sido muy poco interesadas en promover el crecimiento
y muy orientadas a que simplemente el Estado recaude
recursos.
Es muy importante también, además del
marco tributario, todo lo que el país haga en
materia de infraestructura. Cuando hablamos del conocimiento
hablamos de un factor importante de competitividad, el
básico, que es el capital humano. Cuando hablamos
de infraestructura estamos hablando de otro factor muy
importante de competitividad, que es el capital físico.
Al relacionarlos es difícil concluir que es lo
primero en un país con precariedades, con tanta
necesidades como Colombia.
Sin embargo, yo les diría que lo primero es el
capital humano, ese esfuerzo en el conocimiento. ¿Por
qué? Porque cuando un país construye capital
humano, ese país a partir del capital humano,
así tenga escasez de recursos materiales, es capaz
de construir el capital físico.
Y se da el caso contrario: países muy ricos en
capital físico, países muy ricos en recursos
naturales, muy ricos en infraestructura, con caudales
de reservas en dólares, en monedas fuertes, pero
sin capital humano. Y no obstante su riqueza en el aspecto
de capital físico, por falta de capital humano
no son capaces de ser suficientemente competitivos.
Entonces ahí vamos, llegando a lo que tiene que
ser la competitividad de la empresa privada para un buen
desarrollo de industria. Y a esa competitividad tienen
que contribuir un marco laboral adecuado que Colombia
creo que lo ha logrado. Y también a esa competitividad
tiene que concurrir la posibilidad de una financiación
adecuada, que se facilite en la medida que indicadores
macroeconómicos, como inflación, sean indicadores
macroeconómicos que marchen por buen camino.
Un país con altas tasas de inflación es
un país que no es capaz de crear un marco de condiciones
favorables para la financiación de los desarrollos
de industria. Pensando en largos períodos, en
períodos más largos para la financiación
a través del sistema financiero y en tasas de
interés más bajas, se requiere un presupuesto
macroeconómico, que es una inflación controlada.
Ojalá no por encima de la inflación que
se da en los países industrializados.
Y eso requiere adicionalmente
confianza, confianza inversionista es lo que se convierte
en la gran cobertura de una política
de industria. Uno puede hacer todo lo que hemos dicho,
pero si no se construye un marco de confianza, eso para
nada sirve.
Para construir confianza en una
sociedad específicamente
como la colombiana, se necesita total persistencia en
una política como la de Seguridad Democrática,
total persistencia en el propósito de que el país
recupere la paz, total persistencia en el propósito
de la derrota del terrorismo. Y esos propósitos,
su firmeza, tienen que pasar por pruebas muy duras como
son los reveces.
Por ejemplo, cuando asesinan
a una persona, como la hermana del señor ex presidente Gaviria, algo
que nos duele tanto, que nos crea tanta incertidumbre
y tanta desazón, es el momento de hacer reflexiones
para no dejar echar para atrás la política
de Seguridad Democrática, sino para ajustarla
y mejorarla.
Y hay otros aspectos micros pero muy importantes para
dar confianza inversionista, alguno de ellos, la estabilidad
en las reglas de juego, que haya transparencia y estabilidad
en las reglas de juego.
Nosotros hemos dado un buen paso,
el Congreso de la República el año pasado nos aprobó una
ley que autoriza al Gobierno a firmar pactos de estabilidad
con los inversionistas, eso da confianza y eso ayuda
a traer inversión.
Yo he creído que todo esto tiene que orientarse
en un modelo político, que no es el modelo político
de izquierda o derecha, de lo cual se sigue hablando
con ánimo polarizante en América Latina.
Una periodista internacional
me decía que cómo
se sentía mi Gobierno de derecha en un ambiente
latinoamericano de izquierda. Y le dije: ¿usted
qué puede resaltar del Gobierno del presidente
Lula para decir que es un gobierno de izquierda, y qué señalaría
del Gobierno que yo presido para decir que es un Gobierno
de derecha? La periodista enmudeció. Después
me increpaba y me decía que ella es de izquierda
y que me señalaba a mí como de derecha,
y que tenía diferencias profundas conmigo. Le
dije: déme una razón para que usted se
autodefina de izquierda y me cuestione porque me considera
de derecha. Y la periodista enmudeció.
Yo no creo que convenga a Colombia
dejarse llevar a esa polarización dañina para América
Latina. En lugar de ello, nosotros hemos propuesto que
sigamos trabajando una democracia moderna que tiene los
siguientes elementos: Seguridad Democrática para
todos, respeto a las libertades, construcción
de cohesión social, léase justicia social,
avance en procura de la transparencia, y respeto a la
institucionalidad independiente de todas las entidades
que constituyen el Estado.
Por ejemplo, respeto a la independencia
entre el Ejecutivo y el Legislativo, respeto a esos
niveles de independencia
que en una Nación descentralizada tienen alcaldes,
gobernadores. Respeto a la independencia del Banco Central,
respeto a la justicia. La institucionalidad independiente
que colabore armónicamente, pero donde el titular
de cada institución respete a los titulares de
las otras instituciones, es un fundamento esencial para
una democracia moderna. Que construya confianza para
la inversión, para una democracia moderna que
sea capaz de desarrollar una exitosa política
industrial.
Para el TLC esto es fundamental,
porque esto es el marco que puede atraer confianza
para nuestra patria. Nuestra
patria empieza a disfrutar una bonanza de confianza que
hay que consolidarla, no la podemos arriesgar. Colombia
ha vivido bonanzas, pero bonanzas sobre un aspecto específico,
no una bonanza general de confianza que hoy empieza a
asomarse en el panorama nacional.
A principios del siglo pasado,
Colombia tuvo una bonanza de inversión en infraestructura, cuando el Gobierno
del general Pedro Nel Ospina recibió los 25 millones
de indemnización por el Canal de Panamá,
y se hizo una gran inversión en infraestructura.
Otra bonanza transitoria cuando
la guerra nos obligó a
hacer el proceso de sustitución de importaciones,
y el país realizó grandes inversiones y
empezó a producir aquí bienes manufacturados
que antes importaba.
Tuvimos tres bonanzas cafeteras,
una en la administración
del general Rojas Pinilla y las otras dos en las administraciones
de los presidentes Alfonso López Michelsen y Belisario
Betancur.
Bonanzas en petróleo cuando apareció Caño
Limón, también Cusiana, Cupiagua. Bonanzas
en inversiones específicas cuando se abrió el
país a la inversión en telefonía
celular, o cuando se dio la posibilidad de invertir en
canales privados de televisión. Han sido todas
bonanzas específicas.
Pero lo que ahora vemos, que
fluye la inversión
a Colombia que hace cuatro años era de 500 millones
de dólares, hoy de 5 mil, lo que ahora vemos de
mayores indicadores de crecimiento, lo que ahora vemos
de un sector privado que ha pasado la inversión
del sector privado como porcentaje del PIB del 7 al 15
por ciento, de una inversión total en Colombia
que ha pasado del 14 al 22 por ciento, son signos de
que nuestra Patria empieza a tener una bonanza de confianza.
Que también la acredita la evolución financiera
internacional para nuestro país, hoy hay mucha
más oferta de crédito para Colombia a más
largo plazo, y con unas tasas de interés sensiblemente
bajas. Una expresión de confianza en nuestro país.
Es que Colombia en los últimos dos años
ha colocado casi 1.000 millones de dólares en
el mercado financiero internacional, en bonos nominados
en pesos.
Colombia ha colocado casi 1.000
millones de dólares,
por ejemplo en el mercado de Nueva York, en bonos nominados
en pesos, eso es un síntoma de confianza en el
país.
Otra expresión de esa confianza es la circunstancia
de que pudimos en el último diciembre volver a
colocar bonos del tesoro colombiano en Japón,
y colocamos menos cantidad de la cantidad que querían
comprar. Y el TLC ayuda a consolidar esa confianza en
Colombia.
Punto muy importante es el conjunto
de temas del TLC. El antecedente, la negociación de un convenio
con los Estados Unidos de libre comercio en 1935 por
el presidente López Pumarejo. La rápida
frustración del mismo por la Segunda Guerra Mundial.
Intentos de algunas carteras ministeriales aisladas para
negociar un acuerdo de comercio con los Estados Unidos.
La negación del Atpa, ese sistema transitorio
de preferencias que nos concedió Estados Unidos
y que hace cuatro años se sustituyó por
el Atpdea que vence este 31 de diciembre.
Las dificultades que tuvimos
para hacer el tránsito
del Atpa al Atpdea, la experiencia de hace cuatro años
que nos hizo pensar que era muy difícil que este
año 2006 consiguiéramos una nueva renovación
del Atpdea y que nos llevó a proponer el TLC con
los Estados Unidos.
Las limitaciones del Atpdea:
tiene dos limitaciones especialmente. Una limitación: por ser un sistema
unilateral de preferencias, de duración corta,
sin seguridad de renovación, no invita a la inversión.
Y cuando no hay invitación a la inversión,
entonces no se da suficiente inversión y por falta
de inversión no se produce todo lo que se puede
exportar.
El TLC debe corregir eso, debe
crear unas condiciones de confianza para la inversión, porque es una
garantía de acceso permanente al mercado de Estados
Unidos.
A diferencia del Atpdea, que
solamente permite el acceso de mercado de Estados Unidos
durante un período
fijo y de reducido número de años. Hace
cuatro años veíamos que El Salvador, que
ha tenido ese sistema de preferencias y que lo tiene
hasta el 2009, negoció con los países centroamericanos
el Cafta con Estados Unidos, que es el equivalente en
Centroamérica a nuestro TLC.
Le pregunto al Gobierno de El
Salvador: ¿por
qué lo hicieron si ustedes tenían preferencias
hasta el año 2009? Su respuesta es: porque no
veían la posibilidad de renovar esas preferencias.
A continuación ocurre lo mismo con República
Dominicana, cuyas preferencias vencen el año entrante,
no vieron posibilidades de renovarlas y negociaron el
tratado de comercio con los Estados Unidos.
Nosotros no hemos visto posibilidades
de renovar esas preferencias, creemos que son buenas
pero que tienen
limitaciones. Una limitación, que no generan confianza
inversionista por lo que les he explicado. Y otra limitación:
esas preferencias que excluyen productos muy importantes
que podemos exportar a Estados Unidos, que el TLC los
incluye, como carne y leche, siempre y cuando superemos
restricciones como la aftosa.
Otro tema en ese menú muy importante es la dificultad
que tuvimos para convencer a los Estados Unidos que negociáramos
el TLC. Ellos no querían, ellos insistían
en el ALCA. La tesis del Gobierno de Colombia fue: nos
vamos a quedar sin el ALCA, nos vamos a quedar sin Aptdea,
nos vamos a quedar sin tratado bilateral.
¿Qué expusimos nosotros? Que el ALCA creaba
unas polarizaciones en la región, que seguramente
lo aplazarían de manera indefinida. En cambio
el TLC puede ayudar para que países como Colombia,
que tienen más urgencia de tratados con Estados
Unidos que otros países, accedan a ese mercado
sin esperar el ALCA.
¿Por qué más urgencia en Colombia
que en otros países? Comparemos a Colombia con
Brasil. Mientras Colombia exporta a los Estados Unidos
más del 40 por ciento del total de sus exportaciones
y ve en el mercado de Estados Unidos un gran potencial
de crecimiento del producto exportable de Colombia, Brasil
solamente exporta a Estados Unidos el 19 por ciento del
total de sus exportaciones.
Tiene un mercado muy dinámico con Asia que nosotros
no tenemos. Brasil el año pasado le exportó a
China 6.000 millones de dólares, nosotros 200
millones de dólares. Brasil le puede exportar
a China grandes cantidades de soya, nosotros producimos
muy poco y en condiciones no competitivas. Brasil le
puede exportar a China grandes cantidades de carne, nosotros
no. Chile, Perú, le pueden exportar a China grandes
cantidades de cobre, de níquel. Nosotros no.
Entonces uno ve que hay países que tienen más
afán de ingresar al mercado de Estados Unidos
con tratados, que otros países. Esa fue la tesis
que el Gobierno de Colombia esgrimió para pedirle
a los Estados Unidos que no se centrara, no se dedicara
solamente a estimular el ALCA, sino que nos permitiera
unos tratados bilaterales para facilitar que países
como Colombia pudieran acceder a esos mercados.
Otro tema bien importante en
este menú: las dificultades
de los 22 meses de negociación que todavía
no se han superado. Porque todavía tenemos diferencias
que me acaba de decir el señor Ministro de Comercio
entre el texto en español nuestro y el texto en
inglés de ellos sobre el anexo agrícola.
El domingo van a viajar a los
Estados Unidos el Ministro de Comercio y el Ministro
de Agricultura, y el Jefe del
Equipo Negociador a mirar esas diferencias con ellos.
Una vez se acuerden los textos en español y en
inglés, tiene que esperarse un período
de 90 días, después presentarlo a ratificación
de los congresos. Difícil ratificarlo allá,
difícil acá. Y apenas se surta la ratificación
de los congresos, en Colombia se exige la revisión
por parte de la Corte Constitucional.
Es importante preguntarse en
este menú temático,
si Colombia solamente va a negociar el TLC con Estados
Unidos, o si ha estado en otra negociación. En
los últimos años hicimos la negociación
de la Comunidad Andina con MERCOSUR. Hace cuatro años
eso no aparecía como un imperativo en el horizonte
colombiano. Hoy es una negociación ya perfeccionada.
Pediría que ustedes la tengan en cuenta para que
con sus interlocutores hagan conocer que Colombia por
negociar con Estados Unidos no le ha dado la espalda
a Suramérica.
En este Gobierno se hizo el Tratado
Comunidad Andina – MERCOSUR.
Además se hizo la Unión Suramericana. Yo
no creo que el Tratado Comunidad Andina-MERCOSUR nos
sirva mucho en lo económico en los primeros años.
Tenemos poco qué venderle a América del
Sur. Argentina nos compra unos pocos manojos de flores,
nuestro gran destino de flores es Estados Unidos, nuestro
gran destino de flores es Europa, pero en lo político
sí es muy útil haber hecho esta integración
con nuestros hermanos suramericanos.
Además Colombia ha pasado a ser miembro observador
y lo será de pleno derecho en el Plan Panamá-Puebla.
Eso nos permite avanzar hacia la integración con
Centroamérica y la visión de Mesoamérica
donde confluye México. Eso nos permite avanzar
con obras de infraestructura de gran importancia como
la línea de interconexión eléctrica,
el gasoducto que por territorio de Colombia debe conducir
de Venezuela a Centroamérica, llamada Venezuela,
como es llamada, a ser la gran proveedora de gas de los
países centroamericanos, que carecen de ese recurso
natural.
Colombia, pues, ha estado en
un proceso de integración
muy dinámico, y parte de esa integración
es el TLC. Esa integración tiene que continuar.
A mí me preocupa que nosotros no podamos seguir
creciendo nuestras ventas a Centroamérica, si
no hacemos un tratado de comercio con Centroamérica,
que Centroamérica le compre a otros países
como a los Estados Unidos sin arancel, y que al mantenerle
arancel a nuestros productos, por falta de tratado, nos
vayan desplazando del mercado centroamericano.
Por eso hay que avanzar en el
acuerdo de comercio con Centroamérica.
Con Europa tenemos una situación semejante a
la que manteníamos con Estados Unidos. Un sistema
unilateral de preferencias. En este Gobierno conseguimos
una renovación por diez años pero diez
años pasan en nada, apreciada comunidad universitaria.
Ya ha pasado un año y entonces aparecen las mismas
restricciones. La gente no invierte porque dice: ¿qué va
a pasar dentro de 10 años en Europa? Monto una
fábrica en Colombia para exportar a Europa y resulta
que no son renovadas esas preferencias, no hay un tratado
de comercio.
Para eliminar esa incertidumbre,
es muy importante el tratado con Europa. Miramos otros
tratados, como eventuales
tratados con China. Nuestra economía, a diferencia
de economías suramericanas otras, no es complementaria
con la china, sino que produce mucha manufactura que
se produce en China, con la diferencia de que allá producen
en cantidades exorbitantes y a precios sumamente bajos,
lo que no nos ocurre a nosotros.
Entonces uno tiene que ir manejando
con pragmatismo este proceso de ampliación de la integración.
Por eso con China, antes que acuerdos de comercio, de
la usanza del acuerdo que estamos celebrando con Estados
Unidos, hay que buscar acuerdos de inversión,
porque sería muy conveniente estimular grandes
cantidades de inversión china hacia nuestro medio.
Y allí aparecen otros temas muy importantes.
El impacto del TLC en la economía de Bolivia,
en la economía andina, en la economía de
Venezuela. Primero, es muy importante saber que a principios
de los 90 la Comunidad Andina se declaró como
una comunidad regional abierta al mundo. En virtud de
ello, Bolivia se convirtió en integrante observador
de MERCOSUR.
Hoy Bolivia le compra a MERCOSUR
mucha manufactura que le podría comprar a Colombia. Colombia le compra
a Bolivia 170 millones de dólares al año
aproximadamente y apenas le vende 30 ó 40. Hay
un gran desbalance en ese comercio en contra de Colombia,
pero Colombia ha respetado eso, nunca ha protestado.
Bolivia protesta porque Colombia
le ha comprado básicamente
soya y en el tratado Colombia va desgravando gradualmente
la soya de los Estados Unidos. Y entonces Bolivia dice:
la soya norteamericana nos va a desplazar del mercado
de Colombia. Nosotros les hemos dicho que no, que primero
para el aceite crudo, que para el aceite refinado, hay
unos períodos de desgravación.
Segundo, Bolivia puede hacer
unos ajustes de precios, y la prueba de que los puede
hacer está en la
diferencia entre el precio de la soya boliviana en Venezuela,
que es muy bajo, y el precio de la soya boliviana en
Colombia que es muy, muy alto.
¿Por qué Bolivia le vende la soya más
barata a Venezuela que a Colombia? Porque Venezuela también
la importa de Paraguay. Colombia, por respeto a la Comunidad
Andina, no la ha importado de otro país sino de
Bolivia. Entonces le hemos dicho a Bolivia: ustedes se
pueden ajustar, denle a Colombia el mismo precio bajo
que le dan a Venezuela, y eso les permitirá competir
sin dificultades con la soya de los Estados Unidos que
eventualmente llegare a Colombia en los próximos
años.
También le hemos dicho a Bolivia, lo que es válido
para Venezuela: si la economía colombiana crece,
en virtud de exportarle más a los Estados Unidos,
eso tiene que ayudar a que Colombia le compre más
a Bolivia, más a Venezuela.
Tengo en mi poder un estudio
de la firma Araújo-Ibarra
que se los recomiendo. Nos lo entregó el doctor
Jorge Ramírez Ocampo, ex ministro de Comercio,
ex ministro de Desarrollo, en esa época existía
era el Ministerio de Desarrollo. Ese estudio concluye
que solamente el 15 por ciento de las exportaciones de
Venezuela a Colombia puede ser competido por las compras
de Colombia a Estados Unidos. Es muy, muy interesante,
tener en cuenta ese porcentaje.
Pero además creo que el TLC de Colombia con Estados
Unidos mucho le convendrá a Venezuela. Cito un
ejemplo, una evidencia. En los últimos años
han crecido muchísimo las exportaciones de Colombia
a Estados Unidos. ¿Por qué? Por el Atpdea,
que aspiramos que siga en una gran dinámica de
crecimiento con el TLC. Y al mismo tiempo se han duplicado
las compras de Colombia a Venezuela.
Miren esa proporcionalidad: más exportaciones
de Colombia a Estados Unidos, más compras de Colombia
a Venezuela. Mientras más le vendemos a Estados
Unidos, más le compramos a Venezuela. Hace pocos
años, nosotros le comprábamos a Venezuela
500 millones de dólares al año. El año
pasado le compramos 1.100 millones. Hemos más
que doblado las compras a Venezuela en los últimos
años. ¿Y de dónde hemos obtenido
la capacidad adquisitiva para comprarle más a
Venezuela? De la mayor confianza en la economía
colombiana, de la mayor inversión en la economía
colombiana, del mejor desempeño de la economía
colombiana, de las mayores exportaciones de Colombia
a Estados Unidos.
También puede ayudarnos el TLC a descongestionar
mercados. Citemos el caso del arroz. Es un mercado congestionado
muy difícil de descongestionar y vamos a compararlo
con lácteos y cárnicos.
El arroz. Los países andinos somos autosuficientes
y excedentarios. Tiene Ecuador excedentes de arroz, quiere
liberarse de ellos mandándolos al mercado de Colombia
y deprime el precio del arroz aquí. O nos llegan
grandes cantidades por la frontera provenientes de la
Venezuela, y no tenemos terceros mercados para enviar
arroz, producto que tendremos que subsidiar porque los
Estados Unidos es productor de arroz y lo produce con
subsidio.
Y no obstante que el arroz sólo se desgrava en
19 años frente a los Estados Unidos, desde ya
hay que precaver riesgos. Ese producto lo vamos a tener
que subsidiar.
El tema de los cárnicos, de los lácteos.
Colombia generalmente abastece mucha parte de la demanda
venezolana de carne y leche, pero Venezuela está creciendo
su producción interna y le está comprando
a Suramérica.
Puede darse un momento en el
cual, Venezuela ya tenga autosuficiencia por su producción y sus importaciones
de Suramérica, y Colombia tenga excedentes. ¿A
quién se los vamos a vender? Ya no habrá una
Venezuela que los compre. Entonces ahí se necesitan
terceros mercados para descongestionar esos productos,
aparece la necesidad del TLC que nos va a ayudar a todos.
Venezuela dice: que teme por
la industria petroquímica.
La industria petroquímica de Venezuela no tiene
por qué temer a la competencia de la industria
petroquímica norteamericana. Es que además
Estados Unidos se provee en muy buena parte del petróleo
de Venezuela. Venezuela vende el 80 por ciento de su
petróleo a Estados Unidos.
Por eso nosotros hemos preguntado:
hombre, nosotros podemos vender nuestras manufacturas.
Nuestros productos
agrícolas. La diferencia es que para vender petróleo
no se necesitan tratados de comercio. El que ofrezca
petróleo se lo arrebatan. En cambio para vender
manufactura, para vender productos agrícolas,
para vender alimentos procesados, todo lo cual es muy
competido, sí se necesitan tratados de comercio.
Yo pienso que no hay ningún fundamento para temer
que la petroquímica norteamericana pueda competir
con la venezolana en Colombia.
Dicen que los productos que importe
Colombia de Estados Unidos podrían perforar
las normas de la Comunidad Andina e inundar a Venezuela.
Nosotros creemos en el sistema
de reglas de origen de la Comunidad Andina y tenemos
confianza que al ser Venezuela
miembro de pleno derecho de MERCOSUR como lo ha anunciado
el presidente Chávez, va a haber cuidado en las
reglas de origen para no inundar a Colombia de productos
de Brasil o Argentina. El mismo cuidado que tendrá que
poner Colombia para que al importar de Estados Unidos
no inundemos mediante triangulación el mercado
venezolano.
Nosotros necesitamos la Comunidad
Andina y necesitamos el TLC con Estados Unidos. Mantendremos
un diálogo
paciente, muy persistente sobre la Comunidad Andina,
que es un interés fundamental de nuestra política
internacional.
Habríamos querido negociar en bloque el TLC pero
los países tienen urgencias. Venezuela por razones
respetables no ha querido negociar. Razones que respetamos.
Además tiene un producto que lo vende muy fácil,
como es el petróleo.
A nosotros se nos acaba el Atpdea
el 31 de diciembre de este año. Y solamente mira uno la Sabana de
Bogotá y dice: sin Atpdea y sin TLC, ¿qué hacemos
con 100 mil empleos que se generan acá en la industria
de flores?
Entonces respetamos la negativa
de Bolivia y Venezuela de negociar el TLC, pero nosotros
lo teníamos
qué hacer. El ideal también será negociar
en bloque con la Unión Europea. Ojalá lo
hagamos en bloque, pero si no hay una voluntad de bloque,
Colombia necesita ingresar a la Unión Europea.
Y viene en este temario, en este
menú, un tema
muy importante: productos que se benefician y productos
con riesgo. Yo no hablo de productos ganadores y productos
perdedores. Hablo de productos que se benefician y productos
con riesgo.
¿Por qué? Porque yo veo que productos
que tienen riesgos como el arroz, como la industria avícola,
que tiene riesgos, unos riesgos inmediatos por la gripa
aviar, en el largo plazo los puede tener con Estados
Unidos. Pero los amigos avicultores me han dicho que
ellos pueden ponerse en condiciones de ser competitivos
con los Estados Unidos, a lo cual tiene que ayudar el
Gobierno, tiene que ayudar con recursos fiscales. No
hay duda.
Y hay una gran cantidad de productos
que se benefician. Miremos en la sola Sabana de Bogotá, la industria
de esta ciudad, los servicios, el sector financiero,
el sector de la pequeña empresa, el sector de
los seguros, se benefician las flores, se benefician
las hortalizas, cárnicos y lácteos, siempre
y cuando se supere el problema de la aftosa, etcétera.
¿Les he hablado algo de lo que debe hacer un
país para construir confianza, que es fundamental
para desarrollar una política de industria? ¿Les
he dicho cómo hay dos elementos que confluyen
al crecimiento de la competitividad: el capital humano
y el capital físico, cómo es más
determinante ese capital humano? Y he hecho un recuento
de una serie de temas a manera de presentación
de menú que tienen que ver con el TLC.
Ahora permítanme entonces invitarlos a ustedes,
después de agradecerle inmensamente la invitación
a la Universidad, para que sean sus preguntas, sus comentarios,
sus preocupaciones, las que nos conduzcan esta última
parte. Con la venia del doctor Marco Fidel, les ofrezco
la palabra.
Muchas gracias.