PRESENTACIÓN
DEL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO
‘ ESTADO COMUNITARIO: DESARROLLO PARA TODOS’.
Noviembre 16 de
2006 (Bogotá - Cundinamarca)
Compatriotas:
En primer lugar, toda nuestra
gratitud por el diligente trabajo de Planeación Nacional, el esfuerzo para
haber adelantado una consulta previa que ayuda a este
proceso democrático, para haber incluido tan detalladamente
todos estos sectores en una capitulación bastante
articulada, para presentar este anteproyecto del Plan
Nacional de Desarrollo.
Muchas gracias a Planeación. Han tenido que cumplir
una tarea muy exigente, porque en Planeación se
radica la mayor responsabilidad del acto legislativo
de transferencias, y eso ha coincidido con la preparación
del Plan Nacional de Desarrollo. Y como que les quedara
livianito con esas dos tareas, además han debido
preparar el documento de lucha contra la pobreza, en
el cual esperamos tener buenos resultados.
Y muchas gracias al Consejo Nacional
de Planeación
por su permanente diligencia, por su disposición
a examinar estos temas con todos los colombianos.
Al hacer entrega hoy de este
documento, estamos cumpliendo con uno de los ritos
de la democracia participativa.
Justamente en toda la discusión sobre democracia
participativa, lo que la antecedió en Colombia
fue la idea de la planeación participativa.
Nuestro concepto de democracia
participativa que se plasma en el Estado Comunitario
tiene en Colombia un
antecedente, que es la lucha por la planeación
participativa y que se expresó sabiamente en la
Constitución de 1968, liderada por el entonces
Presidente de la República, el doctor Carlos Lleras
Restrepo.
Como el Plan anterior, éste tiene también
el nombre de Estado Comunitario. Ningún camino
de desarrollo se puede emprender en una Nación
cuyo Gobierno no tenga claro la Nación que quiere
y el Estado que debe dirigirla.
Nosotros queremos una Nación sin exclusiones
y sin odio de clases, con pluralismo en permanente debate,
pero no debate para generar contradicciones antagónicas,
insuperables, sino debate fraterno que permita construir
opciones.
Nuestra visión de democracia busca un equilibrio
de la representativa con la participativa. Cuando hemos
luchado por el Estado Comunitario para darle un gran
peso a la democracia participativa, hemos escuchado la
crítica de que queremos anular la representativa
y sus partidos. De ninguna manera. Simplemente la relación
del Ejecutivo con las expresiones representativas de
la democracia, en períodos colombianos, ha abandonado
el querer popular.
Muchas veces se entienden muy
bien el Ejecutivo y el Congreso, pero ambos se desacreditan
con la opinión
pública, porque en ese entendimiento son cuidadosos
para proteger la democracia representativa y totalmente
aislados de la expresión popular, que todos los
días hay que consultar a través de la participación.
La propia Constitución
del 91 es un buen equilibrio entre democracia representativa
y democracia participativa.
Nosotros creemos que la participación no se puede
dar solamente en épocas electorales. El mundo
moderno, por todas sus connotaciones, la revolución
de las comunicaciones entre ellas, exige que la participación
se dé todos los días. Todos los días
hay que convalidar la representación, y la única
manera es a través de permitir la representación.
No hay representación legítima, si esa
representación no se nutre diariamente de la participación.
Y no hay participación efectiva, si esa participación
finalmente no se hace sentir a través de la representación.
Nuestro Estado Comunitario tiene
muchas razones para ser propuesto. Nosotros hemos discrepado
de esa polarización
latinoamericana entre unos conceptos socialdemócratas
que crearon también muchos problemas en materia
de asignación de recursos, en materia de construcción
de unos privilegios cuando se trabajaba para desmontar
otros, y el neoliberalismo, de espaldas a la necesidad
de la cláusula social.
Por eso propusimos hace cuatro
años la alternativa
del Estado Comunitario. Un Estado con más participación
de la ciudadanía en la toma de decisiones, con
más participación de la ciudadanía
en la ejecución de decisiones, y con más
participación de la ciudadanía en el seguimiento
y en la supervisión de las decisiones. Eso logra
unos resultados más eficientes, logra un mejor
control.
La experiencia nuestra nos demuestra
que la práctica
del Estado Comunitario orienta mejor los recursos, que
la práctica del Estado Comunitario hace que los
funcionarios de gobierno sean menos promeseros pero más
comprometidos.
Eso de tener que practicar el
Estado Comunitario todos los días, de tener que dar cuentas un día
y al siguiente día también, eso crea mucha
responsabilidad en los funcionarios de gobierno, pero
muchísima responsabilidad en los funcionarios
de Gobierno, muchísima inclinación a la
diligencia. Eso crea un nerviosismo positivo en el Gobierno
para responderle a la comunidad, y, por supuesto, en
la comunidad crea una actitud de más conciencia
y de menos paternalismo.
Cuando, en el diálogo con los colombianos, uno
como Presidente tiene que decir: esto no se puede, no
tenemos los recursos, no somos competentes, y ese diálogo
se hace frecuentemente, el resultado es que se va construyendo
una comunidad más consciente, menos paternalista,
más informada de las posibilidades y también
más informada de las limitaciones.
Por eso es excelente la práctica del Estado democrático,
que es la más concordante con la planeación
democrática.
Además ayuda a asignar responsabilidades políticas.
Esa participación permanentemente ejercitada,
ayuda no solamente a obtener mejores resultados para
la comunidad, mejor canalización de recursos para
la comunidad, sino también a identificar en quién
hay que asignar las responsabilidades políticas,
a quién hay que sancionar y a quién hay
que premiar.
Creo que es un gran logro del
Estado Comunitario. Por eso queremos persistir en él, por eso nuestra
ambición de país, a la que sucinta y de
manera simple me referí hace unos minutos, la
enmarcamos en esa concepción de Estado Comunitario.
Y entonces allí entramos en los capítulos
del Plan, que ustedes van a mirar, en lo cual para nosotros
sigue siendo fundamental la seguridad: la Seguridad Democrática.
Creo que hay algo demasiado importante
que se ha ganado en Colombia. Mi generación fue instruida en la
idea de que la seguridad era una categoría militarista,
era un supuesto de la derecha para mantener privilegios,
era un imperativo para mantener exclusiones de las grandes
masas.
Se nos enseñó que todo delito tenía
una raíz social, se nos presentó todo crimen
como un crimen famélico. Se nos hizo tener más
simpatía por el terrorismo y menos compromiso
con la institución armada de la República.
Y eso produjo una Colombia de
guerrillas y narcotráfico,
sin responsabilidad estatal para proteger las gentes,
especialmente en las regiones, que generó otra
Colombia, de guerrilla, narcotráfico y paramilitarismo.
Todos los días con unas instituciones más
desvanecidas. Y ese desvanecimiento lo produjo su ausencia.
Si algo hemos logrado importante
es que hoy las grandes mayorías colombianas hayan hecho ese tránsito
en la manera de pensar. Las grandes mayorías colombianas
conciben hoy la seguridad como un valor democrático
y como una fuente de recursos.
Y yo creo que los procesos que
ha vivido el país
para desmantelar organizaciones criminales, para que
todos los colombianos sientan que la seguridad les pertenece,
que la seguridad les va llegando de manera más
efectiva cada día, yo creo que ese proceso ha
sido muy útil.
Falta mucho en resultados, pero hemos ganado mucho en
conciencia ciudadana. Por eso ahora en este Plan de Desarrollo
tenemos que persistir.
Nosotros vemos que la vieja división latinoamericana
entre izquierda y derecha está obsoleta. Necesitamos
mejores grados de democracia.
Está obsoleta porque ya no es la lucha de la
democracia contra la dictadura. Está obsoleta
porque lo que eran valores de la derecha, son hoy necesidades
de la izquierda. Y lo que eran aspiraciones de la izquierda,
también hoy comprometen a la derecha.
Históricamente la izquierda se oponía
a la seguridad, pero aquí en Colombia sí que
se dio cuenta que sin la seguridad no podía desarrollar
su proyecto político.
Se denostaba de la seguridad
señalándola
como una aspiración de la derecha, y finalmente
la izquierda la tuvo que reclamar para posibilitar su
escenario político.
Decía la izquierda que las libertades públicas
eran unas libertades formales de las oligarquías
de derecha para reproducir las condiciones de explotación.
Pero finalmente la misma izquierda entendió que
sin libertades públicas es imposible sacar adelante
las aspiraciones de derechos humanos y de derechos civiles.
La lucha por la cohesión social parecía
un patrimonio exclusivo de la izquierda, mientras la
lucha por la seguridad parecía un patrimonio exclusivo
de la derecha. Hoy ambas son mutuamente dependientes:
sin seguridad no hay recursos para la construcción
de la cohesión social, sin cohesión social
no hay aceptación ciudadana para la sostenibilidad
de la seguridad.
Y podríamos seguir examinándolo todo,
apreciados compatriotas, para ver cómo la realidad
sintetizó las viejas contradicciones. Y por eso
tenemos que buscar los nuevos paradigmas.
El nuestro, un Estado con mayor
participación
comunitaria, que es lo que finalmente garantiza transparencia.
Una sociedad sin exclusiones y sin odio de clases.
La señora Directora de Planeación ha propuesto
que este Plan esté sustentado en un programa de
crecimiento económico no inferior al 5 por ciento
al año. Difícil pero no imposible. Hay
muchas condiciones dadas para lograrlo, pero también
hay nubarrones.
Hoy hay confianza inversionista
en el país. Hace
tres años una Nación tan importante como
el Japón estaba recibiendo 6 mil millones de inversión
extranjera anual, lo mismo que nosotros recibimos el
año pasado y que volvemos a recibir este año.
En nuestro escepticismo esos son logros para resaltar.
Esas son fundaciones concretas para ser optimistas.
Siempre premiamos la inversión en China: 54 mil
millones un año, 67 mil el otro. En el per cápita
eso es menos que lo que empieza a recibir Colombia. Hemos
mirado a Brasil como el coloso del sur, está teniendo
Colombia más inversión extranjera directa,
y más per cápita y más crecimiento
real que Brasil.
La verdad es que hay muchas razones
no para decir que todo está bien, porque es más lo malo que
lo bueno, es más lo que hay que corregir y avanzar
que lo recorrido, pero hace pocos años veíamos
que mientras la inversión en Chile representaba
el 21 – 22 por ciento del PIB, aquí representaba
el 13. Este año representa el 26. Nos parecía
inalcanzable, inalcanzable en Colombia, la participación
de la inversión en el PIB de Chile.
Hay cosas buenas. Tenemos sectores
muy promisorios, para no hablar sino de uno: el de
la agricultura energética.
Pero también tenemos nubarrones.
Déjenme expresar que veo dos nubarrones que tenemos
que despejar: el uno la falta de hallazgo de petróleo,
el otro los interrogantes en los Estados Unidos para
la ampliación de las preferencias y para la aprobación
del TLC.
El Gobierno se aplicará, con toda la voluntad,
con todo el patriotismo, a buscarse por superar estos
nubarrones. Son mis preocupaciones, al mirar el conjunto
de condiciones que se requieran para que se dé ese
crecimiento sobre el cual Planeación Nacional
sustenta el Plan, la propuesta de Plan que hoy queda
a consideración de ustedes.
Pero escuchando a la señora Directora de Planeación,
tan pronto como habla de crecimiento económico
habla de las metas de reducción de pobreza y de
construcción de equidad.
Hace cuatro años la pobreza estaba casi en el
60, el año pasado en el 51, la meta formal del
Plan es el 39. La meta del kilómetro adicional –yo
les insisto mucho a mis compañeros en el Gobierno
que todos los días hay que proponerse un kilómetro
adicional–, es bajarla al 35, para facilitar que
los gobiernos que habrán de sucedernos le puedan
mostrar al país en el 2019 una pobreza no por
encima del 15.
Y en esa relación de pobreza y crecimiento, vemos
que el crecimiento es el medio. La reducción de
la pobreza y la construcción de equidad, los fines.
Y allí tenemos nosotros también otra diferencia
sobre lo que fueron las polarizaciones de América
Latina. Hubo aquella tesis del desarrollismo en el Brasil
en los 60, que se quiso replicar en todo el continente,
de acuerdo con la cual lo que importaba era el crecimiento.
Y se entendía que la equidad llegaría como
consecuencia implícita. No se dio.
Y se contrastó con el factor antagónico:
la idea de que aquello que importaba era la distribución
y no el crecimiento. Y finalmente el logro fue distribuir
más pobreza.
Nosotros creemos que hay que llevar de la mano crecimiento,
superación de pobreza y construcción de
equidad. Y no es de nuestra propia creación, es
del examen de los antagonismos latinoamericanos, que
siempre han fracasado.
Y allí van apareciendo temas más concretos:
toda la construcción de capital humano, la construcción
de capital físico, el manejo macroeconómico,
la inserción de la economía colombiana
en la economía mundial, el tratamiento a todos
los sectores de la economía, con énfasis
al sector de la economía solidaria.
Metas muy exigentes en todos:
en capital humano, la plena cobertura en educación básica. Para
no hablar de los esfuerzos en preescolar, para no hablar
de los esfuerzos en la parte universitaria, en la parte
de calidad, para no hablar de esa gran revolución
que es la educación por fases, que integran el
Sena, las instituciones técnicas, las universidades.
Allí tenemos puestas nuestras emociones, porque
ninguna política social sale adelante si no gira
alrededor de un eje, que es una Revolución Educativa
permanente.
Y allí aparecen soportes muy importantes, como
el propósito de llegar a millón y medio
de Familias en Acción, un camino para la educación.
O nuestra tarea de crecer Bienestar Familiar.
Tengo mucha ilusión de llegar al mes de mayo
del año entrante. En ese momento todos los contribuyentes
de parafiscales y de seguridad social en Colombia tendrán
que estar haciendo una declaración de un solo
pago, hoy hacen cuatro: el uno a Bienestar Familiar,
Sena y cajas de compensación; el otro a régimen
contributivo, que pueden ser muchos; el otro a pensiones,
que puede ser muchos, y el otro a riesgos profesionales.
Eso trae trámites costosos y evasión. Ya
estamos empezando a exigir una sola declaración,
un solo pago. Va fortalecer mucho a Bienestar Familiar,
y nos va a hacer posible avanzar en la cobertura de pre-escolar.
Tenemos mucha ilusión en esa institución,
mucha ilusión en el Sena. Da gusto ver cómo
en el continente piden que vaya el Sena de Colombia,
ayer El Salvador, hace una semana Panamá. A través
del Sena de Colombia hay que ir a preparar 100 mil trabajadores
para las obras de ampliación del Canal (de Panamá).
Da gusto saber que vamos a tener en el Sena en educación
virtual millón y medio de colombianos.
Y entonces cuando uno lee el ‘milagro sueco’,
el ‘milagro irlandés’, el ‘milagro
de Malasia’, el ‘milagro de Singapur’,
el ‘milagro de la costa China’, todos tienen
un elemento común: el avance en comunicaciones.
Y suele ponerse triste porque,
sí, avanzamos
en Colombia en telefonía móvil, hemos pasado
de cuatro millones 200 mil celulares a 29 millones, pero
dice: ¿qué pasa con banda ancha, con internet,
con conectividad de escuelas? Qué bueno poder
decirle al país que Colombia Telecomunicaciones,
que se salvó gracias a esa reestructuración,
no sólo tiene a salvo a los pensionados y los
trabajadores, el patrimonio del Estado, sino que tiene
en caja 650 millones de dólares, recurso asegurado
para lograr las metas de conectividad que van a desatrasar
mucho a nuestra Patria en los años que vienen.
Ese es uno de los sectores de
esa construcción
de capital humano y de capital físico, en el que
más confianza tenemos, que va a contribuir al
bienestar de los colombianos y que lo tenemos, gracias
a Dios, debidamente financiado, con la confianza inversionista
en Colombia y con el giro de la vieja Telecom a la nueva
Colombia Telecomunicaciones.
Y en el capital social aparece
el crédito popular.
Vemos con mucha emoción la iniciación de
una nueva fase de microcrédito: la semana entrante
en Bogotá con el tema de Banca de Oportunidades.
Y el tema de la salud. Y no solamente
la plena cobertura sino la lucha por la calidad. Hemos
reformado 128 hospitales
y vamos a reformar todas las clínicas del Seguro
Social. No puede ser que muchas ciudades colombianas,
entre ellas mi ciudad de Medellín –tener
autoridad moral para hacer esta crítica en cabeza
de mi ciudad, y no mencionar las otras–, tengan
las mejores clínicas del mundo privadas del mundo,
privadas entre comillas, porque ya, gracias a la Ley
100 están al acceso de todos, y tengan unas clínicas
del Seguro Social que dan vergüenza.
Por eso, en lo que nos falta
de esta reforma administrativa, que ya ha tocado 300
entidades del Estado, hay prioridad
de esas clínicas. Aspiramos reformarlas totalmente
para que al final del Gobierno la gran mayoría
de ellas sean tan eficientes, tan bien recibidas por
los pacientes, como son las mejores clínicas privadas
del país.
En capital físico, les ha dicho la señora
Directora de Planeación Nacional, y ustedes lo
van a ver allí, todo ese proyecto ambiciosísimo
de infraestructura para la competitividad del país.
Por supuesto, todo lo que se propone allí es apenas
un pasito. Porque entonces nos dice el Consejo Gremial: ‘necesitamos
las vías de comercio exterior’, pero al
otro día nos dicen los alcaldes: ‘necesitamos
más Plan 2500’, y nos dicen los gobernadores: ‘necesitamos
más recursos para las vías departamentales’.
Y aparecen las inversiones en las zonas portuarias, etcétera.
Pero yo creo que, como está definido allí,
la prioridad de orientación de recursos, con todo
el mejoramiento que ustedes hagan, yo creo que vamos
a dar un buen paso.
Y todo esto está conectado a la agenda legislativa
y al comercio exterior. Confiamos que culmine la aprobación
de la reforma tributaria.
La realidad política ha mostrado muchas cosas.
Primero, la realidad política ha mostrado que
no es tan fácil avanzar en cobertura de IVA, como
piensan teóricos de la economía. Ninguna
de las bancadas dio su visto bueno para avanzar más
en cobertura de IVA. Nosotros hemos hecho el tránsito
de un 37 por ciento de IVA sobre el producto a un 51 – 53.
Yo creo que vamos a quedar en un 55.
Pero hay una realidad política incontrastable.
La realidad política en esta reforma tributaria
ha demostrado otra cosa: que los estímulos que
habíamos introducido no eran tan malos.
Los tuvimos que introducir con
muchas dificultades, en medio de la crítica de escritores de economía,
de centros de estudio, de sectores del Congreso, del
escepticismo del Ministerio de Hacienda. Casi que lo
aceptaron por la emoción del Presidente.
¿Qué pasó ahora? El Ministro de
Hacienda le propuso al país desmontar todos esos
incentivos, y ¡oh, reacción del país!
Yo personalmente llevo casi cinco meses asistiendo a
todos los foros colombianos a oír críticas
contra nuestra reforma tributaria. Y dije: bueno, está bien
haber hecho este ejercicio para que vayamos aterrizando.
¿Qué hay hoy en la reforma? La decisión
de Congreso y Gobierno de respetar todos esos estímulos
que se habían creado.
Porque una cosa es darles incentivos
a sectores de la economía por privilegios o por lobby. Otra cosa
es incentivar sectores de la economía, como la
vivienda, que se necesitan.
La crítica a los incentivos de vivienda en los
Estados Unidos es porque muchos consideran que esos incentivos
de vivienda allí estimulan la especulación
inmobiliaria. Aquí los incentivos de vivienda
están orientados a dotar de vivienda a los sectores
más pobres.
Mantener incentivos por razones
de lobby o grupos de interés, es tan absurdo, como no crear incentivos
para estimular los sectores que el país necesita,
por su competitividad económica o por la redención
social.
Es como si se quitan los incentivos
que introdujimos para los cultivos de tardío rendimiento, para
la arborización, en un país que tiene todas
las posibilidades para ello, o los que se introdujeron
para las energías alternativas.
Nosotros tenemos confianza que
eso va a quedar bien en la reforma tributaria. Va a
ser más importante
para el crecimiento del país, que bien recibida
por la ortodoxia económica, como se ha demostrado
con la deducción del 30 por ciento a las nuevas
inversiones.
Y es muy importante, en la manera de conectar la agenda
legislativa con el Plan de Desarrollo, el tema de las
transferencias.
Acabamos de tener una nueva reunión con el Congreso
esta mañana. Nosotros hemos dicho: se necesita
el equilibrio. Estimular, sí, la descentralización,
pero sin arruinar a la Nación.
Nosotros no podemos olvidar las
experiencias, la crisis económica de los años 1999 y 2000, que
empobreció más al país, le redujo
transferencias a las regiones, disparó el desempleo
casi al 20 por ciento, logró que nos quitaran
el grado de inversión.
Esa crisis económica no se incubó de la
noche a la mañana. Fue el resultado de muchos
años, de muchas perturbaciones, una de ellas,
la impracticable definición constitucional de
transferencias.
Creo que lo que estamos acordando
con nuestras bancadas en el Congreso, va a reflejar
ese equilibrio. Creo que
la fórmula es buena, defensable. La vamos a defender
con argumentos en todo el país.
Miren: es muy difícil decirles a las regiones
que contribuyan al desarrollo social, cuando no avanza
la descentralización. Y es imposible decirle a
la Nación que financie un Plan de Desarrollo de
esta magnitud, si en aras de la descentralización
se deja sin recursos a la Nación.
No hay peor causa para el mal
suceso de la descentralización,
que arruinar a la Nación.
Esta mañana les decía yo a los compañeros
del Congreso: si nosotros tomamos una decisión
equivocada en transferencias, puede que nos ganemos un
aplaudo de algunos sectores descentralistas, pero inmediatamente
la tasa de interés se nos sube del 8,9 al 17.
Y eso no lo va a pagar solamente la Nación. Lo
pagan también municipios y departamentos.
Por eso es necesario, vamos a
pedirle al país
para que nos apoye en esto de transferencias. Nos preocupa
mucho que se vaya a romper el equilibrio.
Como que nos apoyen la capitalización de Ecopetrol.
Ahí tenemos el espejo en lo de Telecom. ¿Qué sería
del país si no hubiera reformado 300 entidades,
entre ellas Telecom? ¿Ustedes se imaginan el Ministro
de Hacienda recibiendo al Presidente de Telecom para
que le entregue los 500 mil millones para las pensiones
de Telecom? ¿Telecom sin los 650 millones de dólares
que ahora tenemos para todas las nuevas inversiones?
¿Se imaginan qué le podría pasar
a este país si por el ritmo de inversión
de Ecopetrol, no llegare a aumentar las reservas como
se requiere, a aumentar la explotación como se
requiere?
La capitalización de Ecopetrol, lo hemos demostrado,
no es una privatización ni una venta de acciones
de la Nación. Es una manera de agrandar la empresa
para fortalecerle su capacidad de inversión.
Eso es necesario para poder superar
uno de los nubarrones del crecimiento, una de las incógnitas
a este Plan de Desarrollo.
Y finalmente, nuestra inserción en el comercio
exterior. Miren, las realidades muchas veces le da bofetadas
a los prejuicios ideológicos.
Toda esta semana, desde Washington,
he estado hablando con colegas de América Latina, ya conscientes
de la necesidad de que a todos nos extiendan las preferencias,
y ya conscientes de la necesidad de esos tratados de
comercio. Y yo me hacía esta reflexión:
qué distinta esta conversación telefónica
al discurso que escuché en tal parte.
Aquí hay una realidad de acceso a mercados, para
ayudarle a este país a producir, a incrementar
el ingreso, a disponer de recursos para construir equidad,
que deja atrás los debates ideológicos.
Ayer hablaba yo temprano con
el presidente Evo Morales, angustiadísimo, preguntándome: ¿cómo
le fue en Washington? ¿Si estamos avanzando por
las preferencias? Porque en la ciudad El Alto, en el
aeropuerto de La Paz, tienen 100 mil personas trabajando
en manufactura, en confección, para exportar a
Estados Unidos.
Nosotros tenemos que insistirles
a los colombianos que avancemos en esa búsqueda de mercados. Hoy lo
preocupante no es tanto la resistencia aquí interna,
que razonablemente ha venido cediendo, sino la dificultad
ante los Estados Unidos, que empieza a ser poseído
por una preocupante ola de proteccionismo, de cierre
de su mercado.
Muchas gracias al equipo de Planeación y muchas
gracias al Consejo Nacional de Planeación. Y en
enero, cuando ustedes hagan este recorrido por el país,
tendremos la oportunidad de examinar todas sus recomendaciones.
Tengo que confesarles que un
porcentaje de esta Plan está sin financiar, muy dependiendo de que nos
vaya bien en la economía y, por supuesto, doctor
(Roberto) Ortegón (presidente del Consejo Nacional
de Planeación), usted sabe que para aquello de
conversar con mis compatriotas, mantengo disponibilidad
las 24 horas.
Muchas gracias por este esfuerzo,
distinguidos integrantes del Consejo Nacional de Planeación.