CONMEMORACIÓN DE LOS 50 AÑOS
DE LA EMPRESA MAC
Abril 12 de 2007 (Cali – Valle
del Cauca)
Compatriotas:
Desde hace muchos días, con
inmensa felicidad, teníamos separada en nuestra
agenda esta fecha para acompañar a don Ernesto
Mejía, a
su señora, a su familia, a nuestro compañero
ex ministro Luis Ernesto Mejía Castro, en esta
celebración de los 50 primeros años de
MAC. Estos promisorios 50 primeros años.
No pensamos que la semana fuera
a enlutarse con el hecho terrorista que afectó a la ciudad de Cali.
Por eso el día de hoy es un día dulce
y agrio. Dulce por estos 50 años, dulce por
esta empresa, dulce por el ejemplo de don Ernesto Mejía.
Agrio por este atentado terrorista, pero también
dulce por el valeroso ejemplo de la ciudadanía
caleña y vallecaucana, volcada sin temor a las
calles de su ciudad capital para decirle al terrorismo
que no prosperará más en nuestra Patria.
Quiero expresar dos muy sentidas
felicitaciones en nombre de mis compañeros de Gobierno. A usted,
don Ernesto, a usted, doctora María Fernanda,
y a todos los que han hecho posible esta gran empresa
ejemplo de la Patria que es MAC.
Y una felicitación al pueblo de Cali por conducto
de sus autoridades. Del señor Gobernador y el
señor Alcalde. Por conducto del Ministro del
Interior (Carlos Holguín Sardi) y de la Presidenta
del Congreso (Dilian Francisca Toro), por ese ejemplo
que nos han dado de valor civil contra el terrorismo.
En el debate latinoamericano
actual es muy importante que un país como Colombia, empeñado en
construir confianza inversionista, repita permanentemente
algunas de las características del modelo de
Estado que busca consolidarse, del modelo de sociedad,
de los objetivos de gobierno.
América Latina en algún momento quiso
desmantelar totalmente el Estado, y ahora en algunas
partes quiere desmantelar totalmente la empresa privada.
Ha hecho tránsitos entre la idea de acabar con
el Estado y la idea del estatismo que acaba con la
empresa privada.
Colombia no está ni en lo uno ni en lo otro.
Para el modelo colombiano es fundamental el Estado
transparente, garante de la responsabilidad social
que dé todo el espacio al sector privado, con
la exigencia de la responsabilidad social. Un Estado
que garantiza, atrae, estimula la inversión
privada, y le impone como condición la responsabilidad
social.
Una sociedad en permanente
espíritu de progreso.
Una sociedad pluralista. Una sociedad en ininterrumpido
debate, pero debate fraterno, buscando superar antagonismos,
construir opciones, avanzar hacia estadios superiores
de desarrollo. Una sociedad con prosperidad, con equidad.
Hemos buscado trabajar tres
objetivos de gobierno: la consolidación de
la seguridad, que tiene momentos amargos, reveses,
como el atentado terrorista
contra Santiago de Cali. Consolidar la confianza inversionista
y cumplir nuestras metas sociales.
Para nosotros es fundamental
la confianza inversionista, que va fortaleciendo.
Nos interesa especialmente medirla
a través de tasas de inversión. Nos parece
mucho más importante contar con tasas de inversión
elevadas y sostenidas en el tiempo, que con accidentales
períodos de crecimiento económico. Las
tasas de inversión finalmente nos garantizan
la sostenibilidad de la seguridad, la competitividad
y el cumplimiento de las metas sociales.
Hace cinco años el país tenía
una tasa de inversión del 12 por ciento. El
año pasado el 26. Otros países muestran
altas tasas de inversión sustentadas en inversión
pública con recursos de petróleo. Lo
importante de la nuestra es que es una inversión
que empieza a irrigarse en todos los sectores de la
vida económica y social, y que de esos 26 puntos
porcentuales sobre el PIB, 19 corresponden a inversión
privada. Hace cinco años esa inversión
privada estaba en el 6,5.
Nuestro propósito es construir confianza para
que esas tasas de inversión se proyecten elevadas
en el tiempo. Tenemos la convicción de que es
lo que puede marcar finalmente la diferencia en Colombia.
Para garantizar esa confianza inversionista consideramos
imperativos necesarios y el concepto de Estado y de
Seguridad.
Hace pocos años se creía que con la
consolidación de la democracia en América
Latina, también se consolidaba de manera irreversible
la tendencia de crear marcos de confianza a la inversión
privada. Pero los nuevos brotes estatistas han desvirtuado
esa presunción. Por eso hoy se hace de nuevo
necesario hablar del modelo de Estado y de sociedad,
como condiciones, como imperativos necesarios para
la confianza inversionista.
Otro es la Seguridad Democrática, otro es el
manejo macroeconómico, la salud fiscal, la salud
macroeconómica, la estabilidad en las reglas
de juego y la prudente orientación de los estímulos.
Tenemos, entre las muchas acciones
emprendidas en la compañía del Congreso de la República,
dos que quiero destacar hoy: una de ellas la reforma
administrativa y otra de ellas los estímulos
tributarios.
Dentro de la idea de un Estado
al servicio de la comunidad, no al servicio de la
politiquería, no al servicio
de los excesos sindicales, dentro de una idea de Estado
transparente, habíamos reformado hasta diciembre
340 entidades estatales. Telecom, la primera reforma
de Ecopetrol, y así sucesivamente. E intervenido
en reformas muy importantes de empresas mixtas como
Paz del Río.
Ese conjunto de reformas han mostrado que puede lograrse
que un Estado eficiente que atraiga al sector privado
y garantice responsabilidad social. Que no hay que
desmantelarlo y que ese Estado, en lugar de convertirse
en una carga para el fisco, tiene que operar como apoyo
a la prosperidad comunitaria.
Esas reformas han aclarado
el panorama pensional en muy buena parte. Han convertido
valores negativos,
como el que tenía Telecom, en valores positivos
de los patrimonios públicos. Garantizan grandes
inversiones, por ejemplo para desatrasar al país
en conectividad, en banda ancha. Garantizan estabilidad
laboral. Y le han ahorrado al fisco por año
un punto del PIB, que equivale hoy más o menos
a 3 billones 500 mil millones.
El sector privado nacional
e internacional puede tener absoluta confianza de
que continuaremos con esas reformas
hasta el último día de gobierno.
Por eso ahora estamos empeñados en las reformas
del Seguro Social, de sus clínicas, de la EPS,
de la empresa de Pensiones, de la empresa de Riesgos
Profesionales. En las reformas hospitalarias, en la
capitalización de Ecopetrol, que habrá de
convertirla en una empresa líder de América
Latina, en una empresa importante en el mundo entero.
No quiero desaprovechar un
escenario tan importante como éste: llamo la atención de mis compatriotas
a fin de que se preparen a invertir sus ahorros en
la capitalización de Ecopetrol.
En lugar de estancarnos en
el trasnochado debate ideológico
que con sapiencia nos ayudó a superar el Congreso
el año pasado, cuando se aprobó la Ley
de capitalización de Ecopetrol, es la hora de
animar a los colombianos a invertir en la buena idea
de dos vallecaucanos (el entonces ministro de Minas,
Luis Ernesto Mejía Castro, y el entonces presidente
de Ecopetrol, Isaac Yanovich), para que después
de haber logrado durante tres años sortear un
conflicto laboral que le regresó a la empresa
viabilidad en el pago pensional y viabilidad en la
sostenibilidad laboral, entrara en la nueva etapa de
reforma su capitalización, conducida en el Congreso
de la República con prudencia y eficacia total
por el ministro Hernán Martínez Torres.
Puede estar seguro el universo de inversionistas que
vamos a continuar con todas estas reformas, para bien
de nuestra Patria.
Paz del Río es un ejemplo de reforma conceptual
muy importante. Hace cuatro años estábamos
condenados a ver cerrada la empresa, a buscar unos
recursos donde no los había en el presupuesto
nacional para pagarles a sus pensionados y para subsidiar
a la comunidad de trabajadores.
Hicimos un pacto para que el
sindicalismo realizará allí el
tránsito del viejo sindicalismo reinvindicacionista
a un sindicalismo con vocación empresarial,
participante. Y lo aceptaron y lo cumplieron.
Pasaron de participar en un
seis, ocho por ciento de la propiedad de la empresa,
a un 46, redujeron a
un 36, nos ayudó el precio internacional de
hierro y del acero, eliminamos la politiquería,
se introdujeron procedimientos transparentes y democráticos
para la elección de directivos, y la empresa
acaba de venderse en un alto porcentaje a socios internacionales
que garantizan un futuro promisorio tanto en la parte
minera como en la parte industrial.
La reforma administrativa aspiramos
sea el legado fiscal más importante de nuestro Gobierno para
la salud de las finanzas públicas de la Patria.
Y hemos orientado la tributación, con el apoyo
del Congreso, no a rebajar impuestos para que haya
más apropiación de utilidades, sino a
estimular la inversión.
Cuando comparo las nuevas normas
tributarias de Colombia con aquellas que se critican
en los Estados Unidos,
allí se marca la diferencia. Mientras en los
Estados Unidos se critica hoy una tributación
que rebajó impuestos para los sectores más
pudientes, sin asegurar altas tasas y nuevas energías
inversionistas, aquí lo que se ha hecho es aumentar
la inversión: dar un tratamiento diferente al
contribuyente que invierte, por supuesto más
favorable que al contribuyente que no invierte.
La deducción del 40 por ciento a las nuevas
inversiones, que equivale a un aporte de ahorro de
impuestos del 12,8 frente a esas nuevas inversiones,
se constituye en un factor, como se ha visto en los últimos
tiempos, dinamizador de la inversión en nuestra
Patria.
Además de estímulos específicos,
como el estímulo a los combustibles biológicos,
que tramitamos en diciembre de 2002, con el liderazgo
del entonces ministro Luis Ernesto Mejía Castro
y permitió que se instalaran en el Valle del
Cauca, en Cauca y en Risaralda las primeras plantas
de biocombustible.
En lo cual el país tiene un futuro promisorio,
redentor del empleo rural, de gran competitividad internacional,
colonizador de regiones donde los colombianos tenemos
grandes posibilidades como la Orinoquía, con
una agricultura que no requerirá destruir la
selva sino utilizar las sabanas, y profundamente benéfico
para el medio ambiente.
Invito al sector privado colombiano
e internacional a mirar el marco de condiciones propicias
para la inversión
que se da hoy en nuestro país. A lo cual se
suma el nuevo concepto ya vertido en la ley y en los
decretos reglamentarios de zonas francas, y la ley
que autoriza al Gobierno a suscribir los pactos de
estabilidad con el sector privado.
Hemos puesto la legislación de zonas francas
a tono con la Organización Mundial de Comercio.
Eso ya da tranquilidad al Gobierno y a los inversionistas.
Las zonas francas tienen una
tarifa de renta de 15 por ciento, que es compatible
con la deducción
del 40 por ciento a las nuevas inversiones.
Además hemos introducido el concepto de monousuario,
para que una empresa que quiera constituirse como zona
franca exportadora no se vea en la necesidad de buscar
ubicación dentro de los perímetros de
las zonas francas tradicionales, sino que tenga libertad
para definir el sitio de ubicación en el país.
Y los requisitos de empleo
se pueden cumplir, por ejemplo en el caso de los
biocombustibles, sumando
los empleos que se generen en la planta, más
los empleos que se generen en los cultivos, orientados
a alimentar la planta.
Aspiramos que haya mucha dinámica en la firma
de los acuerdos de estabilidad en las reglas de juego,
entre el Ministerio de Comercio y los inversionistas.
Hay ya más de 60 solicitudes para aplicar en
los casos específicos de inversión la
norma general que en buena hora nos aprobó el
Congreso de la República.
Tenemos atrasos significativos en infraestructura,
pero estamos haciendo todos los esfuerzos para superarlos.
Y un ejemplo de gran importancia
es MAC. Quiero destacar de MAC su ética empresarial.
Quiero destacar de MAC su capacidad competitiva.
Quiero destacar de
MAC su responsabilidad social.
Nosotros entendemos la responsabilidad
social en la relación de cada empresa con
el Estado, con la comunidad circundante y con los
trabajadores.
¿Cómo definimos la de MAC? Transparente
en sus relaciones con el Estado, totalmente solidaria
en las relaciones de la comunidad circundante, como
lo atestiguan esta noche los vallecaucanos, a través
del homenaje que a MAC le ha rendido el sector privado,
la Gobernación, las alcaldías de Cali
y Yumbo, la asamblea, los concejos municipales y el
Congreso de la República, presidido por una
ilustre hija del Valle del Cauca.
Y quiero destacar de la responsabilidad
social de MAC, las relaciones con los trabajadores
y su respeto
por el medio ambiente. Nosotros queremos, como norma
general para el país, unas relaciones entre
empresa y trabajadores no regidas por el capitalismo
salvaje, no regidas por odio de clases, sino regidas
como en MAC por principios cristianos de fraternidad
y de solidaridad.
Y quiero destacar en MAC, como
característica
fundamental de su responsabilidad social, su respeto
por el medio ambiente.
Es bueno que esta planta, el
alto porcentaje de materia prima que proviene del
reciclaje, lo mire el país
para que se reconozca en este esfuerzo empresarial
una gran tarea en favor del medio ambiente. Este tipo
de inversiones nos ayudan a cumplir nuestras metas
sociales, que son muy exigentes.
Nosotros no queremos competir
con salarios deprimidos, nosotros no queremos competir
con trabajadores sin
afiliación a la seguridad social. Nosotros queremos
competir con un país que siga el ejemplo de
MAC y avance todos los días en la escala tecnológica,
lo que permite el mejoramiento de los ingresos de los
trabajadores, la estabilidad en las relaciones laborales
y la afiliación a la seguridad social.
Permítanme referirme al tema del orden público.
Estábamos muy contentos hasta el domingo, porque
era una Semana Santa que batía todos los récords.
Nos entristece mucho el carrobomba de Cali.
Allí hay varias circunstancias: el motorista
muerto, otra víctima del terrorismo, irreparable;
la enfermera herida, que a esta hora se debate en un
hospital, con su cara desfigurada, en la angustia de
recuperar su salud, y más de 700 familias vallecaucanas
afectadas en su pecunio.
Hoy realizamos un consejo de
seguridad, y antes de llegar a (Baterías) MAC, asistimos a una reunión
que se convirtió en un pequeño Consejo
Comunitario, en la calle del atentado, donde acudieron
muchas de las víctimas.
En el consejo de seguridad
se examinaron varios aspectos: cómo venía funcionando la inteligencia
previamente al atentado, cómo viene operando
después del atentado.
El señor general (Jorge Daniel) Castro Castro,
comandante de la Policía, expresó lo
que como Presidente de la República apoyo ante
todo el país: la Policía ha hecho un
recaudo probatorio que permite decirle al país,
con claridad y sin duda, que el autor material e intelectual
del atentado ha sido el grupo narcoterrorista de las
Farc.
Hemos reiterado la oferta de mil millones de pesos
para que esas recompensas nos ayuden a dar, a capturar
a los bandoleros que han generado este atentado.
Para que no haya ninguna duda,
en el curso del consejo de seguridad la Fiscalía General de la Nación,
en apoyo a la tesis de la Policía, expresó que
la hipótesis más seria que tiene en sus
investigaciones es la misma de la Policía: que
ha sido el grupo narcoterrorista de las Farc el responsable
del atentado.
Hemos examinado la situación
al interior de la ciudad de Cali y en la periferia
vallecaucana.
Al interior de la ciudad de
Cali venimos asistiendo a un lento mejoramiento,
al cual ha contribuido la
militarización de algunas comunas.
Un aspecto muy importante es
el esfuerzo de la Policía
local para construir capital social. Ya Cali tiene,
además de los frentes locales de seguridad,
de más de 12 mil vigilantes de empresa privada
comprometidos en la seguridad ciudadana, 164 mil ciudadanos
vinculados como Policía Comunitaria. Ese es
un camino excepcionalmente positivo para construir
capital social.
Nos proponemos continuar con
las recompensas individuales y también con las recompensas colectivas a los
sectores de la ciudad donde opera la Policía
Comunitaria. Hemos hecho un acuerdo entre Policía
y Alcaldía, para que allí donde opera
Policía Comunitaria empecemos a dar apoyos en
pequeñas obras.
Por ejemplo, estimular un éxito de esa Policía
Comunitaria, mejorando una cancha de fútbol,
mejorando una calle, construyendo un pequeño
trayecto de ciclorruta, mejorando una placa polideportiva.
Esto es, sumarle a nuestra
recompensa individual la recompensa colectiva allí donde se han dado
pasos de construcción de capital social, como
el paso de Policía Comunitaria.
Hemos examinado la situación en Buenaventura
y en todo el espacio territorial de la cordillera occidental,
entre Cali y Buenaventura, teniendo como puntos de
referencia Anchicayá, la carretera Buga – Buenaventura,
y la vieja carretera Simón Bolívar.
Hemos examinado la comunicación del Valle del
Cauca con el Chocó a través del Cañón
de Garrapatas, y la situación de la Cordillera
Central. ¿Por qué? Porque especialmente
en la zona de Anchicayá es donde tienen asiento
las retaguardias terroristas que promueven estos atentados
contra la ciudad.
En el mes de mayo activaremos
una nueva Brigada Móvil,
que se incorporará al Valle del Cauca, y aspiramos
fortalecer más los controles viales, especialmente
en la carretera de Anchicayá.
Pero hemos tomado la decisión de llevar a estas
zonas rurales la figura de cooperantes rurales, con
bonificación económica periódica.
Como lo hemos hecho en otro
sectores del país,
como lo definimos hace dos noches en Urabá,
como opera hoy en la línea de torres de energía
de Arauca, en alguna parte del Putumayo, estos tres
sectores rurales del Valle del Cauca habrán
de tener, primero, coroneles del Ejército como
enlaces para construir confianza con la ciudadanía
que está asentada en esos sectores; y segundo,
bonificaciones económicas regulares, ojalá cada
dos meses, a un conjunto significativamente importante
en número de cooperantes campesinos, para ayudar
a la Fuerza Pública.
En la parte comprendida de
Anchicayá hacia
el Pacífico, el enlace de confianza estará a
cargo de la Armada Nacional.
Aspiramos que esto contribuya
a nuestro propósito:
derrotar definitivamente el terrorismo.
Apreciados compatriotas: se
dan varios elementos que nos obligan a ser más resueltos. La ciudadanía
colombiana apoya la Seguridad Democrática y
la lucha contra el terrorismo. La manifestación
de Cali hoy es ejemplar, notificante, profundamente
diciente. No nos extraña. Aquí en certamen
democrático tras certamen democrático,
ha habido una caudalosa manifestación en favor
de la seguridad. Ese es el primer elemento.
Hay voluntad política total en el Gobierno.
Antes se decía que no había voluntad
en los gobiernos civiles de manera sostenida para confrontar
el terrorismo. Ahora la hay de sobra.
Uno de los jefes terroristas
de las Farc, en el proceso electoral del año 2000 – 2002, solía
decir que él no veía posible la elección
de Álvaro Uribe, y que de llegar a ser elegido,
la seguridad que él (Uribe) proponía
sería un fracaso, porque el Estado colombiano
no tenía recursos para financiarla. En medio
de dificultades la hemos financiado. Ese es el tercer
elemento.
Y el cuarto, la seguridad tiene
dos elementos legitimantes. Ha sido democrática para todos los colombianos,
sin distingo de clase social, de estrato económico
o de posición política frente al Gobierno.
Ha sido Seguridad Democrática para trabajadores
y para empresarios, Seguridad Democrática para
agricultores y para campesinos, Seguridad Democrática
para amigos y opositores del Gobierno, seguridad con
democracia.
Aquí no se han cercenado las libertades públicas,
se han profundizado. Y eso marca la diferencia con
lo que sucedió en otros sitios del continente,
donde en nombre de la seguridad se sustentaron dictaduras,
se marchitó el pluralismo, se cercenaron las
libertades.
Esto ha sido un factor legitimante
de nuestra política
de seguridad.
Y el otro, el desmantelamiento del paramilitarismo.
Tenemos, pues, apoyo popular
a la lucha contra el terrorismo, toda la voluntad
estatal para derrotarlo,
hemos logrado financiar la política de seguridad,
y tiene dos legitimantes de gran importancia: su práctica
democrática y el desmantelamiento del paramilitarismo.
¿Qué nos falta?
Ganas de derrotar a las Farc.
Por eso, desde Cali, pido hoy
a todos los soldados y policías de la Patria, a los comandantes,
y me pido a mí mismo, que nos revisemos interiormente
para que nos llenemos de ilimitadas ganas para derrotar
a las Farc. Esos criminales llenos de dinero, con insaciable
sed de sangre, tienen que sufrir la derrota. Que en
el corazón de cada uno de los caleños
que hoy desfilaban, era una visión esperanzadora.
Don Ernesto, al felicitar a
MAC, a su familia, con afecto, con el más inmenso sentimiento patriótico,
permítame decir esta noche que en estos 50 años
de MAC, usted, que es un ejemplo de energía,
también permite que con esas Baterías
MAC y con la energía de don Ernesto Mejía
Castro, nos llenemos de ganas para aquello que falta:
toda la energía para derrotar a las Farc.
¡Estamos con ustedes,
apreciados vallecaucanos!.
Muchas gracias.
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