Señoras y señores:
Quiero saludarlos muy respetuosamente.
Desear a los países, a las organizaciones que
ustedes representan, a sus personas, a sus familias,
el mejor año
posible en 2007.
Al ver esta concurrencia, tan
dignamente representada por nuestro Nuncio (Apostólico), su eminencia
Beniamino Stella, fácil se concluye cómo
la larga tradición colombiana de construir relaciones
amistosas con todo el mundo, basadas en el respeto,
ha producido confianza en nuestro país.
Queremos seguir el proceso
de integrar a nuestro país
con todo el mundo. De integrarlo en el intercambio
de culturas, de integrarlo en el intercambio de experiencias,
de integrarlo en la profundización de los valores
democráticos, y de integrarlo en la construcción
de una economía que avanza velozmente hacia
la globalización, pero cuyo fin no sea la globalización
sino el bienestar de la comunidad.
En 2007 creció bastante la economía
colombiana. Aspiramos tener una senda prolongada de
crecimiento. No es fácil. Nosotros no tenemos
cantidades excedentarias de petróleo. La producción
es declinante. No somos grandes exportadores a las
economías que jalonan esta época del
mundo, como la china, como la hindú.
Los estudiosos asignan al jalonamiento
de la economía
china una tercera parte del crecimiento de la economía
mundial. Colombia está muy por debajo de ese
promedio, dado su volumen de exportaciones a esa economía.
Sin embargo, todo indica que 2006 fue un año
de crecimiento del 6 por ciento. Y queremos hacer todos
los esfuerzos para que eso se convierta en una constante.
El crecimiento para nosotros no es un fin. Es un medio
para resolver la pobreza, es un medio para construir
equidad.
Discrepamos de excesos latinoamericanos.
En algún
momento de los años 60, el péndulo en
América Latina dijo que lo único que
importaba era el crecimiento, ignoró el mejoramiento
social, y no llegó.
En otro momento, el péndulo de América
Latina se fue al extremo opuesto, a preocuparse solamente
por la distribución, haciendo caso omiso del
crecimiento, y se terminó distribuyendo pobreza.
Nosotros nos hemos comprometido
a reducir sustancialmente la pobreza. Cuando nuestro
Gobierno, empezó estaba
rayando el 60 por ciento. Ya hay mediciones que la
muestran alrededor del 45 – 47. La meta que nos
hemos fijado para el 20 de julio de 2010, en las vísperas
de transferir al nuevo Presidente, es dejarla no por
encima del 35, para que los gobiernos que nos sucedan
puedan cumplir la meta de largo plazo, a fin de que
en el año 2019 no exceda el 15 por ciento.
Por primera vez, el coeficiente
Gini de distribución
del ingreso, que ha sido muy negativo para Colombia,
empieza a mostrar signos alentadores.
Hoy tuvimos una nueva sesión del diálogo
social. Me he propuesto, desde el inicio del nuevo
Gobierno, tener una reunión mensual, que yo
mismo presida, con las organizaciones de trabajadores,
para impulsar el diálogo social, lo que no quiere
decir que en todo tengamos que estar de acuerdo. Pero
lograr acuerdos y lograr también un diálogo
sincero, que le permita a cada uno decir por qué tiene
una convicción que es contraria a la convicción
de la otra parte, y sustentarla con sólidos
argumentos.
Hemos avanzado mucho en la
afiliación de trabajadores
a la seguridad social. Si ustedes miran lo que ha pasado
en las cajas de compensación, más empresas,
más trabajadores afiliados a ellas.
En las nóminas del Seguro Social, en la cotización
de los trabajadores colombianos al régimen contributivo
de salud, a pensiones, a riesgos profesionales, observarán
que hay una tendencia grande de afiliación a
la seguridad social.
El Departamento Nacional de
Estadísticas cambió la
metodología para medir el desempleo. Desde julio
del año pasado están aplicando una nueva
metodología. Entonces tendremos cifras comparables
sólo a partir de julio de este año.
Confiamos que lo que se observa
en afiliación
a la seguridad social, tanto dinamismo, se traduzca
también en una sustancial reducción del
desempleo.
Estamos adelantando un proceso
de paz, difícil.
Primero, preguntemos de dónde nació.
Nació de la Seguridad Democrática.
La seguridad con alcance democrático les ha
dicho a los violentos que no les quedan sino dos caminos
excluyentes: o negociar, o esperar que el Estado democrático
los derrote.
Hemos desmovilizado alrededor
de 40 mil personas. El apoyo de ustedes en la reinserción
es fundamental.
Hoy está en plena aplicación
la Ley de Justicia y Paz. Es una Ley que marca diferencias
con anteriores procesos de paz de Colombia y del mundo.
Es una Ley que le pone un punto muy alto a los futuros
procesos de paz, de Colombia y del mundo.
Que se prepare nuestra ciudadanía para exigirle
a la guerrilla, en los procesos de paz del futuro,
lo mismo que se les está exigiendo a los paramilitares.
El mundo y Colombia en anteriores
procesos de paz, tenían la preocupación por la reconciliación,
el perdón, pero no por la justicia, no por la
reparación, no por la verdad. Esta Ley es una
ley de paz sin impunidad, de paz con reparación,
de paz con verdad. Hemos estimulado que se diga totalmente
la verdad.
He dicho, en los días recientes, que respetando
a los jueces de la República, en un país
de instituciones independientes, respetando a la Comisión
de Televisión, como Presidente de los colombianos,
soy amigo de que estas audiencias se sigan transmitiendo
en vivo.
¿Por qué? Este es un país libre.
Alguien dice: bueno, lo que pasa es que en estas audiencias
los paramilitares que allí acuden, pueden, al
tener la televisión, distorsionar la verdad.
También lo pueden hacer, distorsionando la verdad,
a través de aquello que les digan a periodistas
de la prensa escrita, o de la radio, o de programas
diferidos.
Me parece que para la verdad
es mucho más importante
que toda la opinión escuche y vea esas declaraciones
en tiempo real. Porque la gente que ha vivido en las
regiones y ha sufrido esos problemas, será un
juez de opinión para señalar: lo que
está diciendo en este momento quien habla es
verdad, o para decir: miente.
Saben ustedes que en este país hay permanentes
filtraciones de sumarios judiciales en etapa de reserva.
Es ilegal. Sin embargo, el Gobierno, por el respeto
a la libertad de prensa, no protesta. Razón
de más para decir –en un país que
ha mostrado libertad, al punto de que en los medios
de comunicación, sin consecuencias para ellos,
se filtren etapas procesales aún sometidas a
reserva–: no debe extrañarnos que este
proceso de reconciliación, de paz, de justicia,
se transmita en directo.
La reconciliación verdadera nace de la verdad.
La reconciliación sin verdad es como una herida
que sana en falso: aparece cicatrizada la apariencia,
pero la infección queda por debajo.
Me parece importante que este
proceso sea un proceso de verdad, para que los colombianos
todos interioricemos
el imperativo de que esta Nación, en el presente
y en el futuro, sea diferente a la que vivimos en los últimos
lustros, en las últimas décadas. Para
que esta Nación, en el presente y en el futuro,
no repita la triste historia del Estado relegado por
guerrillas, por paramilitares, por narcotráfico
y por corrupción.
La búsqueda de la verdad no es la acción
de sembrar el odio. La reconciliación sale de
la verdad. Cuando hay reconciliación aparente,
el odio en cualquier momento reaparece. Cuando la verdad
ayuda a una reconciliación profunda, esa verdad
protege para que la reconciliación no sea amenazada
por el odio.
Nuestra Seguridad Democrática nos lleva a apoyar
la justicia. Hoy la Corte Suprema de Justicia tiene,
de este Gobierno, un presupuesto que la hace más
autónoma, que le permite tener su propio cuerpo
de investigación.
Hemos dicho que para el bien
de la democracia, el respeto a las nuevas generaciones
y la contribución
al país que queremos, los dirigentes debemos
ser cuidadosos en la imparcialidad. Debemos no sesgarnos.
Porque hacemos daño cuando ante hechos graves,
somos severos y condenatorios del adversario político
y, al mismo tiempo, indulgentes y justificativos del
amigo político.
La justicia tiene todo nuestro
apoyo. Además,
las circunstancias de lugar, de tiempo, de modo, en
que se dieron los hechos que hoy empiezan a ser juzgados,
tienen que ser tenidas en cuenta.
El país sabe que esos hechos, la inmensa mayoría
de los cuales se dieron con antelación a este
Gobierno, se produjeron en un escenario de circunstancias
en el cual el Estado había perdido la soberanía
real. Había desaparecido la protección
eficaz a los ciudadanos. Esa soberanía real
había sido asumida, de hecho por usurpación,
por las diferentes facciones del terrorismo.
Ustedes saben cuánto se ha recuperado nuestra
democracia. Muchos de ustedes han sido testigos de
nuestro proceso electoral del 2003 sobre el Referendo.
Las elecciones que he presidido no han tenido coacción
paramilitar.
Miren la primera que presidí, la del Referendo
del 2003. Al día siguiente la de alcaldes y
gobernadores. El mundo celebró, y la oposición
en Colombia se regocijó, del hecho de que muchos
que se inscribieron en nombre de la oposición,
triunfaron. Pero aquel día triunfó la
democracia, triunfó la Seguridad Democrática.
Ustedes son testigos de cómo hemos protegido
las elecciones que se llaman excepcionales, que han
elegido tantos alcaldes y algunos gobernadores. Todo
el mundo ha disfrutado garantías.
Ustedes conocieron el proceso
electoral del año
anterior. Todas las garantías eficaces para
amigos y para contradictores del Gobierno.
No es extraño, no es casual escuchar en el
país que en el proceso electoral del año
pasado, los únicos que sufrieron coacción
de terroristas fueron electores míos, de mi
causa, en Nariño, en el Caquetá, en el
Putumayo, presionados por el grupo terrorista de las
Farc, para tener que acudir a las urnas en contra de
la candidatura que yo representaba, y sugiriendo otras
opciones.
Esperamos que nuestro avance
en Seguridad Democrática
nos permita que en octubre no haya coacción
paramilitar, como no ha habido en nuestro gobierno.
Y tampoco haya coacción guerrillera, como la
sufrió mi candidatura el año pasado.
Por supuesto, el tema de la droga es inseparable del
tema del terrorismo.
Necesitamos el apoyo de todos
los países. No
puede ser que algunos países nos den apoyo económico
y otros nos den apoyo retórico. Queremos y necesitamos
apoyo integral.
Ustedes saben que, dado el
volumen de droga en Colombia, tenemos que fumigar.
También saben ustedes que
hemos avanzado mucho en erradicación manual.
La introdujimos con fuerza hace dos años. En
2005 fueron cerca de 32 mil hectáreas. En 2006,
43 mil. Aspiramos llegar en 2007 a 50 mil hectáreas
de erradicación manual.
Aquellos países que no nos pueden ayudar en
fumigación, nos deberían ayudar en erradicación
manual.
Hago esa solicitud, de todo
corazón, especialmente
dirigida a la Unión Europea.
Estamos haciendo un gran esfuerzo
en cultivos sustitutivos. He querido, para mayor
comprensión de la comunidad
internacional, frente a los cultivos sustitutivos dividir
el país en tres.