PALABRAS
DEL PRESIDENTE URIBE AL CONDECORAR DE MANERA PÓSTUMA
A PEDRO CASTRO
Julio 25 de 2007
(Atlántico - Barranquilla)
“Hace 40 años falleció Pedro Castro
Monsalvo y el país todavía lo recuerda con
nostalgia. Lo quisiera tener presente en los retos de la
Colombia del ahora. Gobernador en dos ocasiones del Magdalena
Grande, antes de dividirse para conformar el departamento
del Cesar. Senador de la República, Ministro de Correos
y Telégrafos, Ministro de Agricultura. Hijo de doña
Rosa Monsalvo de Castro, considerada por el folclorólogo,
compositor e intelectual Tomás Darío Gutiérrez,
como una líder innata de Valledupar, a raíz
de su recia personalidad.
Dice Gutiérrez: “Le gustaban mucho la política,
las peleas de gallos, la ganadería, y lo que decía
y mandaba era palabra sagrada en el Valle”. Múltiples
son los cantos vallenatos que mencionan de manera entusiasta
el nombre de Pedro Castro, algunos dedicados totalmente a él:
Compae Chipuco, José María Chema Gómez
dice: “Viajando para Fonseca, yo me detuve en Valledupar,
y allí en la plaza me encontré con un viejito
conversón, y al pasar le pregunté: oiga compae, ¿cómo
se llama usted? Me llaman Compae Chipuco y vivo a orillas
del río Cesar. Soy vallenato de verdad, no creo en
cuentos, no creo en nada, solamente en Pedro Castro, el Santo
Ecce Homo, Alfonso López y nada más”.
Su estirpe de patriarca ancestral lo convirtió en
amigo de sus gentes, consejero y referente obligado de lo
que muchos intelectuales de la región y del país
llamaban el “ser vallenato”. Vallenato por excelencia,
que se propuso sacar del atraso a su ciudad natal. Descendiente
de doña Concepción Loperena de Fernández
de Castro, hija de españoles, bien acaudalada, que
no vaciló en abrazar la causa de la independencia
de Colombia, obligando a proclamarla, jugándose su
patrimonio y su libertad. Tanto Bolívar como Santander,
reconocieron los servicios a la causa, con ocasión
de su muerte, y la honraron con toda clase de títulos.
Pedro Castro, empresario nato, dotado de un gran sentido
práctico, contrajo matrimonio con doña Paulina
Mejía. Juntos construyeron una gran obra al servicio
de toda la comunidad cesarense. En los rincones de las sabanas,
en la época luchando contra lo casi salvaje, con todos
los riesgos y todas las dificultades.
Tenía una gran propensión a la política.
Venía de una élite que había conocido
a Bolívar y recordaba al doctor Próspero Reverend,
a quien se consultaba por todos sus menesteres. Pedro Castro
conoció las regiones de la patria. Para todas tenía
un diagnóstico y una receta. Su obsesión era
redimir la provincia. Se propuso, con sus amigos, devolverle
una conciencia nacional a su ciudad natal.
Propició la construcción de los primeros carreteables,
que le abrieron el camino del río a Valledupar. Le
brindaron trabajo a quienes estaban reducidos a cuidar el
ganado. Entre los primeros en popularizar la música
vernácula, al vallenato que ha acabado por identificarse
como el son colombiano entre los aires tropicales.
Formó parte del gabinete ministerial. Y doña
Paulina, muchas veces de la Dirección Nacional Liberal.
Escalona, en uno de sus versos, a raíz de la muerte
de Pedro Castro, dijo: “Es lo más grande que
el Valle ha tenido”. Dios sabe a qué alturas
habría llegado como vocero de la Costa y dirigente
de su partido, si lo hubiéramos tenido a lo largo
de estos 40 años de ausencia.
Empezaba a interesarse en todas las técnicas de la
agricultura moderna. El ex presidente Alfonso López
Michelsen, fallecido hace pocos días, sobre Pedro
Castro, dijo: “Más de una vez en el curso de
mi vida, me ha asaltado la convicción de que lo poco
que llegué a hacer, no sólo en la República
sino en la provincia del Cesar, le he debido corresponder
a Pedro Castro, a cuya sombra se desarrolló mi labor,
cuando un visionario de su talla desapareció del escenario
nacional”.
Doña Paulina, en la existencia de Pedro Castro, hombro
a hombro con él, forjó mucho de lo que hoy
disfruta su tierra. Representante de Colombia ante la FAO,
Embajadora ad-honorem para coordinar la política internacional
colombiana ante los organismos de Naciones Unidas en Europa.
Gobernadora del Cesar, co-fundadora del Festival de la Leyenda
Vallenata. Tantas veces sirviendo al liberalismo con su ánimo
patriótico. Tantas veces, en todas las ocasiones de
su vida, dispuesta al servicio de la patria.
Se ha sentido menos la ausencia de Pedro Castro Monsalvo
en los últimos 40 años de la vida nacional,
porque él parece que le hubiera encargado a doña
Paulina continuar esa llama encendida de fervor por Colombia.
Personalmente tengo una gratitud: cuando me proponía
aspirar a la Presidencia de la República, con un discurso
de seguridad que había tenido poco éxito en
el electorado de Colombia, vine a Barranquilla y encontré en
doña Paulina Mejía de Castro Monsalvo un gran
apoyo.
Buena parte de aquello que habíamos podido hacer
en estos años de trabajo lleno de amor por la patria,
lo debo al apoyo que colombianos de toda la credibilidad
pública, como doña Paulina Mejía de
Castro Monsalvo, dieron a esa causa que empezábamos
en los años 1999-2000.
Muy querida familia Castro Mejía: no son muchas las
familias colombianas que pueden exhibir la Cruz de Boyacá en
el papá y en la mamá. Pero no hay una sola
familia colombiana que pueda decir que tiene la Cruz de Boyacá sin
mérito. Ustedes tienen hoy la Cruz de Boyacá en
el papá y en la mamá, porque ellos procedieron,
han procedido, como papás y mamás de la patria.
Queriendo a la patria y luchando por el bien de la patria
en todos los momentos.
Por eso me honra mucho, 40 años después del
fallecimiento de don Pedro Castro Monsalvo, entregar a doña
Paulina la Orden de Boyacá de manera póstuma.
Y me honra mucho entregar a doña Paulina Mejía
de Castro Monsalvo, hoy en sus 96 años de edad, aquí en
presencia de su familia, de las autoridades, de sus amigos,
entregarle la Cruz de Boyacá, la que creara El Libertador
para distinguir a los mejores hijos de la República.
Doña Paulina, muchas gracias, por todo lo que ha
hecho por Colombia”. |