PALABRAS
DEL PRESIDENTE URIBE AL RECIBIR HONORIS CAUSA DEL INSTITUTO
TECNOLÓGICO DE MEDELLÍN
Junio 27 de 2007 (Medellín
- Antioquia)
“Me honra muchísimo llegar a este acto. Esta
mañana en el Congreso Nacional Cafetero, tenía
la oportunidad de repasar la agenda nacional. Nuestro concepto
de modelo de Estado y sociedad, los objetivos de Gobierno,
tema de la revaluación, las ayudas a los exportadores,
el debate de la parapolítica en el desmonte del paramilitarismo,
la apertura de mercados, el debate nacional, etcétera.
Y este mediodía llego a este Instituto, más
con el corazón y menos con la razón. Debería
venir a hacerle un homenaje a esta institución por
ese esfuerzo tan grande de haber pasado en pocos años
de 4 mil estudiantes a casi 20 mil.
Debería venir a aplaudir, con mis coterráneos,
la excelente labor de Marduk Sánchez, su equipo de
colaboradores, el gran liderazgo del alcalde Sergio Fajardo
Valderrama, para que el mundo olvide a Medellín como
la ciudad del cartel y la identifique como la ciudad educadora.
Debería venir a acompañarlos a ustedes en
el lanzamiento del libro “Manos en el fuego”,
de Jaime Jaramillo Paneso, y exclusivamente a referirle unas
palabras a él.
Generosamente las directivas del ITM han tomado la decisión
de conferirme este Honoris Causa. Lo agradezco, lo llevo
con inmenso honor, me compromete más con la patria
y me conmueve mucho que se dé para acompañar
a Jaime Jaramillo Paneso, hoy que le conferimos la Orden
Nacional al Mérito, cuando se hace el lanzamiento
de su libro y cuando este grupo de amigos y coterráneos
nos reunimos alrededor de él para hacerle un homenaje.
Quisiera hablarles a ustedes del modelo de Gobierno, del
modelo de Estado, Estado reformado, no Estado desmantelado.
Estado con todas las garantías al sector privado,
no estatismo. Sector privado con toda la responsabilidad
social, en transparencia, en solidaridad, en relaciones laborales
cristianas. Quisiera hablarles de objetivos de Gobierno:
consolidación de la seguridad democrática,
consolidación de la confianza inversionista, cumplimiento
de las metas sociales.
Quisiera hablarles de la revaluación, de las medidas
tomadas para evitar la pérdida de empleos y de afiliación
a la seguridad social.
Quisiera hablarles de nuestro compromiso con esas instituciones
tan importantes de Colombia como son las cajas de compensación,
el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, el Sena.
Quisiera decirles por qué el Gobierno no está dispuesto
a aceptar la recomendación de desmontar esos parafiscales,
en una patria que necesita mucho vigor en la economía
y mucho vigor en la política social.
Quisiera compartir con ustedes unas observaciones para decir
cómo en una economía abierta, finalmente los únicos
estímulos que contribuyen al empleo son los que contribuyen
a la inversión.
Acabamos de aprobar una reforma tributaria con grandes estímulos
a la inversión: una deducción del 40 por ciento
a las nuevas inversiones. En una economía cerrada,
el Gobierno puede tomar medidas para que las carreteras no
se hagan con maquinaria de avanzada tecnología sino
con pico y pala. Puede tomar medidas para que los sistemas
de transporte masivo no cobren las tarifas vía electrónica,
sino que contraten personas para vender tiquetes y hacer
el recaudo.
En una economía abierta, los únicos empleos
que sirven son aquellos que generan mejor calidad para el
trabajador, afiliación a la seguridad social, que
a su vez dan una gran contribución a la productividad
y a la competitividad del país.
Nosotros creemos que lo que hemos hecho para estimular la
inversión, es finalmente el gran estímulo al
empleo, y que por eso no podemos afectar a las cajas de compensación,
al Sena y al Bienestar Familiar. Al contrario, nuestra decisión
de unificar las declaraciones de pagos, de unificar los pagos,
de avanzar para que todos los contribuyentes hagan esos pagos
a través de sistemas electrónicos, tendrá que
producir el resultado de mejorar sustancialmente los ingresos
de estas instituciones.
Quisiera hablar de la agenda legislativa, de lo bueno que
ha sido para el país, que en lugar de dejarse angustiar
por los escándalos de la parapolítica, que
corresponden a delitos cometidos en su inmensa mayoría
antes de este Gobierno y que aparecen en el Gobierno que
ha desmontado el paramilitarismo, que en lugar de dejarse
angustiar por ello, de dejarse tentar por el salto al vacío
de una constituyente, de una revocatoria del Congreso, de
una nueva elección, el Congreso se ha comprometido
a sacar una agenda legislativa de gran importancia.
Quisiera repasar el estricto rigor del proyecto de transferencias,
aquí en la tierra, que ha tenido liderazgo en descentralización
en Colombia, para decir como hemos estimulado la descentralización
sin arruinar a la Nación. Para hacer el símil
entre la Constitución del 63, lo que ocurrió con
la del 86, la Constitución del 91, nuestras reformas
y su consolidación futura.
En efecto, los excesos de la Constitución del 63,
le generaron corta vida. La situación del país
en la víspera del 86, demandaba del señor Núñez
la adopción de una totalmente centralista, férreamente
centralista.
Los ajustes moderados que hemos hecho a la Constitución
del 91 le garantizan larga vida. Evitan que pueda pasar con
ella lo que pasó con la del 63, cuando el señor
Núñez le extendió la partida de defunción
y la remplazó por la Constitución del 86.
Quisiera hablarles a ustedes cómo hemos mejorado
las transferencias para la educación, para la salud.
Cómo hemos aumentado esas transferencias no la fórmula
de la Constitución del 91, que era impagable, pero
sí con mucha profundidad.
¿Por qué hemos aplazado regresar a la fórmula
de los ingresos corrientes de la Nación hasta 2016,
dadas las cargas pensionales del país? ¿Por
qué, sabiendo que nuestro período termina en
el 2010, hemos mirado a la Colombia de más allá,
para evitar que en nuestro caso se repita aquellas práctica
de: “yo me salvo, el que viene detrás arrea”?
Quisiera hablarles a ustedes de que el déficit fiscal
de la Nación todavía es alto, a pesar de que
lo hemos mejorado. El superávit del balance primario
lo hemos logrado pero todavía es bajo, y el endeudamiento
todavía está en el 28, a pesar de que lo hemos
reducido del 50.
Quisiera examinar cuidadosamente hoy cómo, además
de las transferencias, tenemos que transferirles a las universidades
solamente este año un billón 800 mil millones.
Cómo las pensiones de los profesores valen 37 billones.
Cómo está por cuantificarse el pasivo de las
universidades. Solamente el de la Universidad Nacional debe
valer 4 billones y la Nación tiene que asumir entre
el 92 y el 98 por ciento.
Pero prefiero, animado por el afecto de Jaime Jaramillo
Panesso, por ese afecto que todos sentimos por él,
aguzar la memoria para traer algunos recuerdos. Estábamos
en la construcción del aeropuerto José María
Córdova. La decisión que habían tomado
los gobiernos que lo financiaron, fue aceptarle al Banco
Mundial la cláusula en el contrato de vender los terrenos
del Olaya Herrera, urbanizarlos y dedicar ese dinero al pago
del crédito para la construcción del José María
Córdova.
Surgieron unas voces en Medellín diciendo: “El
Olaya Herrera no se puede urbanizar. Hay que dejarlo para
un parque. La ciudad ha deteriorado el espacio público.
Solamente tenemos dos metros de espacio público, por
cada espacio verde, por cada ciudadano”.
Anticipaban esas voces cómo el hacinamiento es concausa
de la violencia. Decían esas voces que la ciudad iba
muy bien en servicios públicos, pero muy mal en zonas
verdes. Que la voracidad constructora estaba estrujando a
los residentes de Medellín hacia un peligroso hacinamiento,
que haría explotar más confrontación
y más violencia.
Voces premonitorias. Había dos líderes: Alberto
Aguirre y Jaime Jaramillo Panesso. Los escuchamos. Con la
administración del presidente Turbay pudimos dar el
paso para que el Gobierno Nacional pagara ese crédito
y no se tuvieran que vender los terrenos del Olaya Herrera.
Lo primero que admiré de Jaime Jaramillo Panesso fue
su compromiso con ese valor fundamental de toda sociedad,
que es el espacio público.
Líderes tiene el país en el tema, como Enrique
Peñalosa Londoño, el ex alcalde de Bogotá.
Y precursores tiene el país en el tema, como nuestro
buen amigo Jaime Jaramillo Panesso.
Lo veía ocasionalmente. Habían pasado muchos
años. Y llegó febrero de 1986. La campaña
al congreso de una disidencia del liberalismo, que se llamaba
El Sector Democrático. Un día me anunciaron
la visita de Gerardo Molina a esa casa, casi en ruinas. Acudí a
esa cumbre de la inteligencia y de la dignidad colombiana:
Gerardo Molina, acompañado por unos intelectuales
que habían dado una gran batalla en la izquierda democrática,
encabezados por Jaime Jaramillo Panesso y José Obdulio
Gaviria.
Tendrán ellos la obligación de reconstruir
las palabras que en aquella casona pronunciara Gerardo Molina,
y que no fueron captadas por las grabadoras. Tal vez faltaron
las cámaras de video, que nos sobraron en la campaña
del 2001, especialmente en Puerto Berrío.
Ese día de febrero o marzo de 1986, me sentí muy
bien acompañado. Tal vez era enero. Fue una campaña
muy exitosa.
En la Convención, Jaime me dijo: “Jesús
Vallejo sugiere que tú no aspires al Senado, que es
peligroso, que te hundes, que no sales, que aspires a la
Cámara”. Le dije: “Jimmy, como Churchill,
lo único que no se pierde en política es aquello
que se arriesga. Si vamos a hacer alguna cosa fuerte, seria,
de largo plazo, manos a la obra. Corro todo el riesgo, pero
me sentiría muy mal diciéndoles a mis paisanos
que me aseguren en la Cámara. Vámonos para
el Senado y nos echamos al hombro el riesgo”. Y salió bien,
entre otras cosas, gracias a la compañía de
Jaime Jaramillo Panesso y los alumnos de Gerardo Molina.
Nos acompañaron allí personas como Leonardo
Betancur. Estábamos empezando a escribir los primeros
renglones sobre lo que posteriormente habría de ser
la Ley 100 de 1993, cuando en Medellín asesinaron
a Héctor Abad Gómez y a Leonardo Betancur.
Ese equipo al que me refiero estaba a la espera de la llegada
de Héctor Abad Gómez. Cómo se nos truncaron
ese día esperanzas, ilusiones. Veíamos en Leonardo
Betancur una lumbrera de la seguridad social. Cómo
nos ha hecho falta en este ya largo trajinar de la política.
Sentía la compañía de Jaime Jaramillo
en todos esos proyectos. Él, de manera amable, afectuosa,
en su intervención de hoy, generosa, como las que
le hemos conocido toda su vida, porque está muy bien
descrito en las palabras del Alcalde, se ha referido a aquella
gira del Bajo Cauca, a la gira de Las Mandarinas. Lo recogí a
las cinco de la mañana y lo desembarqué a las
tres de la mañana del siguiente día, sin parar.
Pero eso fue amable. Kilómetros de recorridos de amigos
y de búsqueda de amigos, eso es amable. Bultos de
mandarinas, que le reforzaron a él sus aguardientes
y el recuerdo de sus tangos. Eso es amable.
Lo que más quiero agradecer es su apoyo en todas
las circunstancias difíciles. No era fácil
para un grupo venido de la izquierda que me acompañara
en la Ley 50 de 1990, en la Ley 100 de 1993 y en la consulta
popular del liberalismo. Y cómo nos acompañaron.
Me parecía increíble que mientras las mentes
de la política del establecimiento no defendían
esos procesos, fueran defendidos, con gran visión
de futuro, por este grupo donde estaba Jaime Jaramillo Panesso,
y que había llegado acompañado del maestro
Gerardo Molina. Qué discusiones tan difíciles.
Recuerdo en la Escuela Sindical de Medellín, en una
parte y en la otra. Jaime, tengo todo el recuerdo grato de
las giras de Las Mandarinas y la más profunda gratitud
por la participación de ustedes en contradicciones
tan difíciles, como las contradicciones que se generaron
con aquellas agendas legislativas.
Y empezamos la Gobernación de Antioquia. Ahí sí que
conocí más esa dimensión humana. Esa
Comisión de Paz, esos consejos diarios de seguridad.
Junté a Jaime Jaramillo Panesso y a Pedro Juan Moreno.
Cosa tan importante para pensar lo que se puede hacer en
el país. Pedro Juan Moreno lo único que tuvo
fue afecto por Jaime Jaramillo Panesso.
Cómo el trabajo por la comunidad despejaba esas contradicciones,
aparentemente tan antagónicas. Pero a eso contribuía
que, además de esa profunda preparación de
Jaime Jaramillo, además de ese compromiso ideológico,
había en él humanismo. Y no sólo de
letras y de tangos, sino humanismo de carne y hueso.
Lo recuerdo en todos esos tres años de gobierno,
a las siete de la mañana. Muchas veces en la compañía
de nuestro alcalde Sergio Fajardo Valderrama, de Jorge Alberto
Velásquez Betancur, quien hoy está también
aquí con nosotros.
Recuerdo a Jaime con monseñor Isaías Duarte
Cancino, buscando un proceso de paz y trabajando en el programa
de enseñarles a 90 mil antioqueños las técnicas
de negociación de conflictos.
Y me dije: “Qué valeroso Jaime. Con la misma
determinación con que trabaja por la paz, apoya la
seguridad”.
Eso sí que es importante. Porque nos habían
formado a muchas generaciones en la idea de que la seguridad
era militarista, iba contra la civilidad, cerrada el pluralismo,
conculcaba las libertades democráticas. Y cuando empezamos
a recuperar la seguridad, como un valor democrático
y una fuente de recursos, una de las más firmes compañías
fue la de Jaime Jaramillo Panesso.
Y no debió ser fácil para él. Había
ido a la cárcel, como lo mostró el video de
hoy, por el estatuto antiterrorista de años anteriores.
Había ido a la cárcel no por cometer delitos
sino por anticipar el futuro. No porque él hubiera
cometido delitos, sino porque la justicia de la época
no comprendía su dimensión humana.
Jamás se lo he dicho. Por primera vez se lo digo:
sentí un compromiso tan grande con esa política
de seguridad, al saber que estaba respaldada por alguien
que había sido llevado a la cárcel justamente
por otra política de seguridad. Inmensa gratitud,
querido Jimmy.
Y la compañía de Jaime Jaramillo, mi permanente
angustia de saber que él había estado en la
cárcel por un predicamento de seguridad y que yo tenía
un predicamento de seguridad, me llevó mucho a pensar
cómo proponerle al país una política
de seguridad.
Y por eso se propuso la política de seguridad democrática,
que marcara la diferencia con la doctrina de seguridad nacional
que había recorrido el continente, que había
llevado a Jaime Jaramillo a la cárcel, que había
cerrado democracias, sustentado dictaduras, conculcado de
libertades.
Y por eso la nuestra la propusimos como una política
de seguridad democrática para todos los colombianos.
Para proteger por igual al empresario que al líder
sindical, al vocero político amigo de las tesis de
gobierno que al vocero político de la oposición.
Y qué importante fue el hecho de compartir esos tres
años de gobierno con Jaime Jaramillo, y de haber inspirado
en el ejemplo de Jaime Jaramillo buena parte de la política
de seguridad democrática.
El temor a lo que había ocurrido, la creencia de
que todos los delitos tenían una causa social, la
asunción como dogma de la teoría positiva del
derecho penal, la doctrina de la seguridad nacional en otros
lares del continente, hizo que la democracia colombiana descartara
la seguridad.
Se hablaba de paz, pero no había cabida para proyectos
de seguridad. Y con el proyecto de seguridad democrática
fuimos abriendo paso, cimentándolo en el corazón
y la razón de los colombianos. Y creo que hoy, en
medio de las grandes discusiones nacionales, hay que decirle
al país dos cosas que el debate colombiano no puede
poner a riesgo: la seguridad democrática y la confianza
inversionista.
Porque todo el mundo habla de política social. Pero
sin seguridad democrática y sin confianza inversionista,
la política social es más de discurso y menos
de resultados. La política social es más de
arengas que generan resentimiento, que logros de mejoramiento
del nivel de vida y de la equidad de los colombianos.
Por eso es muy importante rescatar esos dos valores, pedirles
a los colombianos que los proyecten a futuro. Si nosotros
proyectamos seguridad democrática y confianza inversionista,
habrá muchas posibilidades de que el país vea
la superación de la pobreza y la construcción
de una sociedad más equitativa.
Jaime: su amistad, su historia, su ejemplo, la misma actitud
suya en los estrados judiciales que en la Casa Gardeliana,
en la Comisión de Paz, en la busca del Eln, que en
el acompañamiento a las Fuerzas Militares y de la
Policía ha sido para mi un gran ejemplo.
Si algún día puedo vertir estas palabras en
unas páginas, tendré, en aras de la objetividad
y lo haré con toda objetividad y con todo afecto,
que rendirle un homenaje a usted como gran inspirador de
una política de seguridad al servicio de los valores
democráticos.
Muchas gracias, Jaime. Muchas gracias por su amistad. Un
combatiente como yo, al que no pocas veces se le sale la
piedra, 21 años acompañado por usted en esta
carrera política, no puede tener frente a usted sino
una palabra: gratitud; un sentimiento, afecto, y una aproximación,
admiración.
Doctor Marduk: recibo este Honoris Causa con mucha gratitud.
Yo no debería venir a recibirlo sino condecorarlos
a usted y al señor Alcalde por esta gran obra que
han hecho en favor de la educación.
Claro que el país necesita infraestructura para sostener
el crecimiento. Claro que el país necesita que el
Banco de la República no se exceda en tasas de interés.
Claro que necesitamos un CERT para proteger a los sectores
exportadores afectados por la revaluación. Claro que
necesitamos comodidades portuarias. Claro que necesitamos
de todo eso. Pero no salimos adelante sin una permanente
revolución educativa, de la cual ustedes han dado
ejemplo.
Muchas gracias al ITM. Muchas felicitaciones. Hicimos las
cosas al revés, por generosidad de ustedes. Cuando
debí venir a condecorarlos, me han entregado este
Honoris Causa.
Destaco solamente un punto de nuestra revolución
educativa: el impulso a la educación por ciclos. Que
los colombianos para perder la aversión a las tecnologías,
sepan que después de cursar una tecnología
están abiertas todas las posibilidades para acceder
al grado de educación superior.
Que el acuerdo al interior de las mismas instituciones para
formar por ciclos, o entre las instituciones técnicas
y tecnológicas con las universidades, se practiquen.
Y que eso lo extendamos a los bachilleres.
El Sena se propone perfeccionar acuerdos con 500 colegios
de bachillerato para que los muchachos, al terminar bachillerato,
también salgan con una aproximación a una técnica
o a una tecnología, que les vaya abriendo dos caminos
simultáneamente: el del trabajo o emprendimiento,
y el de más formación.
El ITM es un ejemplo. Muchas gracias a todos y a ustedes,
apreciados coterráneos, por acompañarnos en
este mediodía”. |