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PALABRAS DEL PRESIDENTE URIBE AL INSTALAR EL INTERCAMBIO INTERNACIONAL SOBRE COORDINACIÓN INTERAGENCIAL
Junio 13 de 2007 (Santa Marta)

“Me complace mucho acudir por segunda ocasión a esta reunión. Agradezco al doctor Luis Alfonso Hoyos, director de Acción Social de la Presidencia de la República, y al Comando Sur y a nuestras Fuerzas Militares, todo el interés para que esta reunión se lleve a cabo y tenga éxito.

¿Qué modelo de Estado quiere Colombia? En los años noventa América Latina parecía orientada a desmantelar el Estado. No se quería el Estado. Colombia no ha estado en eso. El Gobierno nuestro ha reestructurado casi 400 entidades del Estado y ahora se propone reestructurar las que hacen falta, pero sin desmontar el Estado.

América Latina ahora quiere girar al estatismo. Colombia también discrepa. Nosotros queremos un Estado que dé todas las garantías a la inversión privada. Un Estado que exija responsabilidad socia y una inversión privada que cumpla con la responsabilidad social.

¿Cómo entendemos la responsabilidad social? Expresada en tres capítulos fundamentales: relaciones transparentes del Estado con los inversionistas, transparencia para adjudicar los contratos, para adjudicar las concesiones de hidrocarburos, para adjudicar toda la contratación pública. Transparencia para pagar los impuestos. Transparencia en todo el acontecer es la primera expresión de responsabilidad social.

La segunda: solidaridad, responsabilidad con las comunidades circunvecinas. Por ejemplo, nosotros no podemos permitir que por un pueblito cercano a la Jagua de Ibérico pasen 600 tractomulas al día, levantando polvareda en la carretera y enfermando a los habitantes. Ahí una responsabilidad social, que se traduce en solidaridad con esas comunidades, obliga al inversionista a pavimentar esos tramos viales. Para citar un ejemplo.

Y la tercera expresión de responsabilidad social, apreciados visitantes internacionales y compatriotas, es en las relaciones laborales. Nosotros no queremos relaciones laborales de capitalismo salvaje. Nosotros no queremos relaciones laborales de odio de clases. Nosotros propugnamos relaciones laborales cristianas, fraternas.

¿Qué tipo de sociedad queremos? Una sociedad en permanente debate, pluralista, donde la verdad se busque en sus superiores estrados relativos a partir de la discusión. Pero debate fraterno, no de posiciones antagónicas. Debate patriótico para buscar superar contradicciones, no para convertir las contradicciones en obstáculos insuperables. Una sociedad en libertad, pero construyendo cohesión social. Una sociedad que no admita la exclusión, que la identifique donde se dé, que busque superarla, pero sin odio de clases. Para nosotros es fundamental la sociedad luchando contra la exclusión, pero evitando el odio de clases.

No estamos interesados en profundizar divisiones en América Latina. Queremos la unidad de nuestros pueblos, con profundo respeto, alrededor de la diversidad. La diversidad no se opone a la fraternidad.

Nosotros creemos que dividir a América Latina entre izquierda y derecha es un error, una división anquilosada. Tenía razón de ser cuando los grupos que luchaban contra las dictaduras latinoamericanas trajeron de Europa las tesis de izquierda. Hoy, cuando todo el mundo gira alrededor de la regla democrática, esa división es obsoleta, impráctica.

¿Qué diferencia hay, por ejemplo, a la hora de hacer un examen profundo entre gobiernos que se autocalifican de izquierda y gobiernos a los que peyorativamente señalan de derecha?

Nosotros creemos que lo fundamental es que la emulación se dé en la búsqueda de cinco objetivos, que son fundamentales para mejorar la democracia: la seguridad con alcance democrático, las libertades, la construcción de cohesión social, el respeto a la institucionalidad independiente que llega a formar el Estado, y la transparencia.

Esos cinco objetivos, que configuran lo que llamamos una democracia profunda, vienen de canteras ideológicas diferentes y muestran cuán inadecuado es pretender dividir a nuestros pueblos con los viejos criterios de izquierda o de derecha.

La Seguridad Democrática todo el mundo la necesita. ¿Quién que se llame de izquierda no necesita seguridad para poder avanzar? ¿Quién que se llame derecha no necesita seguridad para poder ser alternativo? Sin seguridad no hay ejercicio ideológico. Sin seguridad no se da la posibilidad del pluralismo.

Se entendió la seguridad como una categoría de la derecha, y fue el primer punto que aplicó la Revolución Cubana como un precepto necesario de la izquierda socialista. En la historia universal que le ha tocado vivir a mi generación, siempre he anotado ese punto.

Las libertades. Decían los marxistas que las libertades constituyen una categoría elitista para esconder las desigualdades y reproducirlas. Que por ende son una aspiración de las derechas. ¿Acaso no necesitan las izquierdas las libertades para poder expresarse como alternativa?

La consolidación de la cohesión social. Una democracia no es sostenible si todos los días no avanza hacia la cohesión social.

La institucionalidad independiente es lo que permite que varias instituciones conformando el Estado, eviten el desbordamiento de cualquiera de ellas. Así como en una construcción hay una columna que está amarrada a otra columna a través de vigas de amarre subterráneas o de vigas de amarre aéreas, entonces una columna que hay aquí está amarrando a la otra y evita que la otra se vuelque, se desmorone y tumbe la construcción, lo mismo ocurre en la institucionalidad independiente.

Una columna, una expresión del Estado, una rama del poder, amarra a las otras y evita el desbordamiento de las otras. Y a su vez las otras amarran, en réplica a ésta, y evitan su desbordamiento.

La transparencia. No hay confianza si no hay transparencia. En las sociedades democráticas, que son sociedades por consentimiento, que no son matrimonios de fuerza, no son matrimonios de revólver, que no son contratos de adhesión forzados por la coacción, en las sociedades democráticas ese elemento que genera la voluntaria adhesión de los asociados al modelo se llama confianza. Si se pierde, no hay transparencia.

Esos cinco elementos son fundamentales en la lucha colombiana. He esgrimido ante la comunidad internacional lo siguiente: al General Padilla en esa cuenta le faltaron unos terroristas: las milicias urbanas.

Cuando el doctor Luis Carlos Restrepo además se reunió con Carlos Castaño, jefe de los mal llamados paramilitares, en 2002, en diciembre, o por ahí en 2003, Carlos Castaño le dijo: “Doctor Luis Carlos, ¿ustedes estiman que hay cuántos paramilitares?”. Luis Carlos dijo: “Pues el informe que tenemos es que hay 14 mil”. Y le dijo: “Eso tengo yo aquí en Paramillo. Súmele a eso los de la Sierra Nevada, súmele a eso los del Sur de Bolívar, súmele a eso los del Oriente Antioqueño, súmele a eso los del Valle del Cauca, los de la Ladera Cundinamarquesa”.

Súmele a los 17 mil que aparecen ahí de las Farc, 12 mil milicianos. Nosotros teníamos 60 mil terroristas. El mundo no ha conocido eso.

Yo viví muy cerca, tuve el privilegio de estar en la Universidad de Oxford, en un exilio forzado por los terroristas de aquí. He tenido dos exilios, pero los he aprovechado para estudiar. No me iba a llorar ni a hablar mal de Colombia, sino a estudiar y a combatir los terroristas. Y ya de aquí en adelante, cuando mi señora me dice: “¿Dónde vamos a vivir después de que dejes de ser Presidente?”, le digo: “Ya a esta edad el único exilio que voy a buscar es en el corazón de mis compatriotas para luchar contra el terrorismo hasta el último día de mi vida”.

Y recuerdo que estando en la Universidad de Oxford en el año 98, viendo ese Viernes Santo lo que se llamó el Good Friday Agreement, el acuerdo donde concurrían los gobiernos de Gran Bretaña e Irlanda a resolver el problema con el IRA, pregunté cuántos integrantes tiene el IRA. 118. Colombia, 60 mil.

Pregunté cuántos asesinatos se han producido por causa del IRA desde 1923. Desde 1923, tres mil 200. En mi ciudad de Medellín en el año 98 se produjeron cinco mil, por cuenta de todas las fuerzas terroristas.

Les he preguntado a los españoles cuántos integrantes tiene el ETA. Muy peligrosos, noventa y pico. Todos, no más de 300. Nosotros, 60 mil.

Y cuando uno ve esta problemática, se pregunta: ¿qué está haciendo Colombia para combatirla y al mismo tiempo construir confianza? Es un país abierto al mundo. Aquí no nos hemos encerrado, aquí no hay una sola carta escondida.

No creo que haya un país del mundo que haya enfrentado semejante desafío terrorista con más apertura al mundo que Colombia. El que quiere vigilar a Colombia la puede vigilar y aquí no hay nada escondido. El que quiere hablar mal del Presidente de la República, decir que es paramilitar, violador de derechos humanos, lo puede hacer. Lo único que le pasa conmigo es que de pronto me sacan una rabia que me dura muy poquito. Pero no les pasa más nada. Maltratan el honor de las Fuerzas Militares permanentemente.

Es un país que enfrenta este desafío, estimados asistentes internacionales, abierto al mundo. Con todas las libertades. Aquí yo me censuro para no leer periódicos. Pero aquí nunca se censura a la prensa. Entonces eso tiene que generar confianza, factor muy importante en nuestros elementos de una democracia moderna.

Estamos trabajando tres objetivos de Gobierno: la consolidación de la seguridad, la consolidación de la confianza inversionista y el cumplimiento de nuestras metas sociales. Van enlazados. Ahí mostraba mi General Padilla un círculo virtuoso: cómo la seguridad genera confianza inversionista, crece la economía y el Estado recauda más impuestos, que si los aplica bien permiten generar inversión social. Y eso estabiliza.

Sumémosle a eso la conexión transitiva entre seguridad, confianza inversionista y política social. En ese círculo virtuoso está perfectamente explicada la relación: seguridad – confianza inversionista – política social.

Y la podemos ver también desde la política social, a la confianza inversionista, a la seguridad. La política social incluye sectores tradicionalmente excluidos que ayudan a fomentar la confianza inversionista, vía capacidad de mando, y que a su vez facilitan la financiación de la seguridad y la legitima.

Ahora, no hay confianza inversionista sin seguridad, y la confianza inversionista es lo que permite financiar la seguridad. Y al mismo tiempo la política social es lo que le da sostenibilidad política a la seguridad.

Nosotros hemos derramado dos impuestos sobre los patrimonios mayores de Colombia: uno en el 2002 y ahora otro a los patrimonios superiores a 3 mil millones, para financiar la seguridad. Eso se da porque hay confianza inversionista.

Ahora, en la medida que cumplamos las metas sociales, esas metas sociales le dan a la seguridad el otro elemento: la legitimidad. La confianza inversionista le da los recursos, y las metas sociales le dan legitimidad a la política de seguridad. Por donde quiera que uno examine esos tres elementos, encuentra que están profundamente relacionados y que hay que llevarlos de la mano.

Hemos ganado dos intangibles muy importantes: durante muchas décadas en este país se dijo: aquí no prospera un discurso de seguridad. Recuerdo que cuando yo empecé, salido de la Gobernación de Antioquia, a buscar la Presidencia, cuando las encuestas estaban en el 2 por ciento, mis críticos decían: “Ya tocó techo, aquí no prospera un discurso de seguridad”. Cuando estábamos en el 8 por ciento: “Ya tocó techo”. En el 10 por ciento: “Ya tocó techo”. Y cuando empezamos el Gobierno, decían: “Es que Uribe es bala, necesitamos política social, no más bala”.

¿Qué intangible hemos logrado? El pueblo colombiano reclama hoy por igual más Policía, presencia permanente del Ejército, y más política social. Creo que es una evolución importantísima para el país. Importantísima.

Yo asistí a muchas décadas en las cuales en nuestra Patria se renegaba de cualquier discurso de seguridad, en mi concepto con una equivocada actitud civilista que confundía la civilidad con la permisividad con el terrorismo.

Se negaban esos proyectos de seguridad, se hacía creer que el terrorismo provenía de causas sociales, y no se advertía que el terrorismo era el que profundizaba la pobreza, el que generaba el desplazamiento, el que afectaba la democracia.

Me parece que el tránsito se ha dado de la base hacia arriba. No son los escritores de los periódicos, ni los sociólogos, ni los profesionales, ni los de mayor ilustración, los que han dicho que Colombia tiene que llevar de la mano la seguridad y la política social. Es el pueblo.

Donde quiera que uno va, los ciudadanos colombianos le piden al doctor Luis Alfonso Hoyos más Familias Guardabosques, más Familias en Acción. A mi General Freddy Padilla, más soldados, más eficacia. Creo que esa es una ganancia muy importante en Colombia.

Y la otra: en esta tierra donde estamos, hace cinco años se pensaba que no había futuro institucional. Yo veía esta Patria desmembrada, de hecho, sin que nadie declarara la desmembración. Y los departamentos desmembrados. Este mismo tenía unas zonas controladas por paramilitares y otras por guerrillas. Y el Estado desvanecido.

¿Qué veo hoy de importante? Si bien esta batalla no la hemos ganado, pero sí la vamos ganando, hemos ganado un gran intangible: hemos ganado el intangible de que los colombianos hoy ven la posibilidad de un camino institucional. Hoy los colombianos comparten la idea, y la ven posible, de tener una Patria sin guerrillas, sin los mal llamados paramilitares, sin narcotráfico y sin corrupción.

En esa política social tenemos una serie de objetivos muy exigentes. Por ejemplo, plena cobertura en educación básica para el año 2010. En educación universitaria estábamos en un 22 y hoy estamos en un 28. Objetivo al 2010, un 34.

Hemos pasado en el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) de 5 millones de horas de enseñanza al año, a 15 millones. De un millón 100 mil estudiantes por año, a cuatro millones. Ahora vamos por 250 mil cupos de técnicos y tecnólogos, para que puedan cursar sus estudios posteriores en la universidad para acceder al grado de educación superior. Ahora vamos por un millón 200 mil estudiantes en formación virtual en el Sena. Para no hablar de los programas de calidad.

Creo que tenemos hoy en el Sena el instituto de formación vocacional más importante de América Latina. Lo digo con entusiasmo, pero sin la exageración que es común a quienes, como yo, nacimos en medio de cuentos exagerados en la montaña.

Hemos hecho del Instituto de Crédito Educativo, también, una agencia sobresaliente en América latina. Está pasando de 500 mil millones de cartera a dos billones y medio. De 60 mil estudiantes con crédito a 350 mil estudiantes con crédito. Y empieza ahora una gran tarea, que es la del apoyo de manutención.

Esperamos llegar en el 2009 – 2010 a plena cobertura en salud subsidiada.

En agosto vamos a tener, con la ayuda de Dios, millón y medio de Familias en Acción. Hace cuatro años el programa empezaba con 220 mil: familias pobres que reciben un subsidio para la nutrición, un subsidio para la educación de sus hijitos.

Tenemos un sistema que confío que va a ser modelo en el mundo de financiación de los pobres: el sistema de Banca de Oportunidades. Que no es un nuevo banco. Es una acción estatal que coordina la presencia en la tarea de financiar a los pobres de todos los agentes del sector financiero: públicos, privados, Ong’s, primer piso, segundo piso, fondos de garantías.

Dos datos muy importantes: vamos a pasar de una cartera para los pobres que representaba el 1,5 de la cartera del sector financiero, al 7 por ciento. En el primero Gobierno la meta era un millón 800 mil créditos a familias pobres. La logramos. Ahora es cinco millones.

Ahora, no estamos en un paraíso. El país no está en un punto ideal. Uno ve esa falta de servicios públicos, de vivienda digna. Es que venimos de niveles de pobreza del 60.

A mí me dicen: Presidente, ¿cómo se dice que hemos mejorado y mire todo lo que se ve en pobreza? Es que no está bajita. Está en el 45. Pero creo que logramos frenar dos crecimientos exponenciales: desempleo y miseria. Y hemos empezado una etapa de regreso. Confiamos que podamos llegar en el 2010 a que la pobreza no esté por encima del 35. Para que aquellos que nos sucedan en el Gobierno puedan lograr la meta en el 2019, cuando cumpliremos el Segundo Centenario de la Batalla de Boyacá, de una pobreza no superior al 15.

El desempleo iba para el 25. La ciudad de Ibagué lo tuvo en el 26. Cuando salen las cifras de desempleo lo primero que busco es Ibagué y Manizales. Llegaron a tener desempleo del 24 – 26. Están muy altos. Están en el 15 – 17. Pero vienen del 24 – 26.

Al país lo asombran cuando le dicen: aquí se vendían 80 mil vehículos al año. El año pasado se vendieron 200 mil. Este año está creciendo más. Yo no miro mucho esa cifra. Nos asombran cuando nos dicen: antes se vendían 60 mil motos y el año pasado 340 mil. Esa la miro un poquito más.

La que más miro es: ¿qué pasa con el consumo de alimentos? Porque eso estaba estancado. Ahora está creciendo al 5 – 7 por ciento. ¿Por qué es lo que más miramos? Porque eso nos indica si le estamos llegando o no le estamos llegando a la gente pobre. Esto no aumenta por cuenta de los ricos, que viven a dieta. Ellos no le echan una yuca más al sancocho. El consumo de alimentos aumenta por cuenta de los pobres.

Confío que nosotros finalicemos este año con un gran consumo de alimentos vía Familias en Acción. Este país empezó con 220 mil Familias en Acción. Nuestro Gobierno subió a 600 mil: de 220 a 600. Y ahora a millón y medio.

Millón y medio de familias, desde agosto de este año, teniendo ese subsidio para la nutrición de los hijos y su educación. Eso tiene que producir, además de los efectos estructurales de mediano y largo plazo y de darle oportunidad a la gente y abrir canales de movilidad social, eso tiene que producir en lo inmediato un gran impacto en el consumo de alimentos. Y eso nos tiene que ayudar mucho.

No estamos en un punto ideal, distinguidos visitantes internacionales. No acuden ustedes a un país paradisíaco, pero vamos mejorando.

Yo hablo con el señor Alcalde de Santa Marta, con la señora Gobernadora. Las obras aquí son formidables. Todas apenas empezando. De aquí para arriba por esta Sierra no se podía caminar. El General les ha contado esa bella anécdota, una vivencia nuestra con los arhuacos. Una Sierra en la que se ha recuperado muchísimo la confianza.

Tenemos confianza inversionista. Creo que el paso de ayer de aprobar las transferencias, fortalece la descentralización responsablemente, sin arriesgar las finanzas de la Nación.

Este país es muy descentralizado. Quizá no se sepa esto. En el otro país más descentralizado de América Latina, las regiones gastan el 30 por ciento. Aquí el 51. En el otro el Gobierno Nacional gasta el 70. Aquí el 49. Este es un país profundamente descentralizado.

En medio de protesta, de controversia, el Congreso de la Republica responsablemente ha aprobado esas transferencias, que es otro paso en la dirección de darle salud a nuestras finanzas, que tiene que generar confianza inversionista.

Y voy a repetir ahora, al salir de este evento, a los medios de comunicación, que las transferencias el año entrante crecen un billón para educación. Pero adicionalmente tenemos un billón 800 mil para las universidades públicas.

Tercero: tenemos que pagar entre 95 y el 98 por ciento de la carga pensional de las universidades públicas. Solamente en la Universidad Nacional se estima en cuatro billones.

Cuarto: tenemos que hacer aportes extraordinarios a las universidades públicas. El más reciente, para salvar la Universidad del Atlántico.

Quinto: además de las transferencias, tenemos que hacer pagos extras a la educación básica. Por ejemplo, en el último Gobierno, el primero nuestro, tuvimos que pagar 730 mil millones para desatrasar las cesantías de los profesores. ¿Saben ustedes cuánto vale el cálculo pensional de los profesores, sin haberlo cerrado? Vale 37 billones. ¿Quién lo tiene que pagar? El Gobierno Nacional.

Sexto: tenemos una ley adicional para educación, que es la Ley 21

Séptimo: cada año el presupuesto nacional tendrá que seguir haciendo aportes para la educación, adicionales a las transferencias. Los vamos a convenir año tras año, en los tres años que le quedan a este Gobierno, con el Congreso. Y vamos a invitar a esa mesa a los maestros.

También voy a decirles a los maestros que estamos garantizando que los maestros de nuevo escalafón, tengan un aumento salarial en el 2009. El escalafón de los maestros, que es aquel esquema legal que les permite avanzar en posición y también en salarios, estaba congelado. Porque no se les permitía avanzar porque no había con qué pagarles. Eso lo hemos descongelado.

Además hay que decir otra cosa que no se ha dicho en este debate: gracias a que este país ha mejorado, los municipios colombianos (que no solamente estaban sin Policía, sin Ejercito y había 400 municipios –un 30 por ciento del país– presionados directamente por guerrilla y/o paramilitares), esos municipios en este Gobierno han crecido sus ingresos en un 30 por ciento en términos reales. Y los departamentos en un 12 por ciento en términos reales.

Este municipio de Santa Marta estaba totalmente quebrado. Fue de los últimos en entrar en plan de desempeño. Cuando yo hablo con su Alcalde aquí presente, van a pagar ese plan de desempeño muchos antes de las fechas fijadas.

Entonces sí, mucho lío. Yo lo siento nervioso, porque me dice: aquí hay unas cosas que están arrancando, unas obras muy importantes: edificios, hoteles, fabricas, dos plantas de biodiesel, fuentes de empleo. Aquí volvió el turismo. Ya quieren llegar los cruceros internacionales. Pero me dice: “Tengo quebrada la salud y tengo la ciudad llena de tugurios”. Pero hay que ver de dónde venimos y cómo se vienen fortaleciendo esas finanzas.

Y en materia de seguridad, General Padilla, Almirante, acabemos con lo que queda de esos bandidos.

Esta es una democracia muy respetable. Esta mañana mis compañeros de Gobierno y yo, casi no llegamos al aeropuerto El Dorado, porque se estaban armando unas marchas de protesta en Bogotá. Está bien que protesten todos los días, que se respete la democracia. A uno de pronto le dan ‘piquiñitas’ en el estómago con los calumniadores. Pero de ahí no le pasa.

Una democracia respetable como ésta, lo que no puede hacer es permitir que esos bandidos sigan. Hombre, no me vayan a dejar salir con esa frustración dentro de tres años de no haber acabado estos bandidos.

Yo no soy capaz de dormir con los dos ojos. Mientras duermo por uno, con el otro voy mirando el reloj y el calendario. Digo: ¿será que los vamos a acabar? ¿Será que los vamos a acabar? Aquí no ha habido una sola duda en la determinación para acabarlos. Que prospere la democracia y la vida social de la Nación, pero que acabemos esos bandidos.

Uy, a mí siempre me da tristeza amanecer y ver por ahí una entrevista de don Raúl Reyes. Digo yo: ¿pero por qué le pueden llegar a través de Internet o de teléfono celular, y nosotros no le hemos llegado a ese bandido? Hay que acabarlos. Ese es el mandato de la hora, apreciados Comandantes: acabemos esos bandidos.

A mí me parece muy bien el esfuerzo adicional, doctor Luis Alfonso y General Padilla, para tener otros 100 grupos de erradicación de droga, a ver si somos capaces, contundentemente, de demostrar una disminución de cultivos. Y no puedo ocultar mi preocupación por eso. Y le pediría al señor Almirante Harris que la tengan muy en cuenta.

Miren: hace dos meses, en Viena, Naciones Unidas dijo: Colombia tiene 79 mil hectáreas de droga. Y la semana pasada, en los Estados Unidos, dijo la CIA: tiene 156 mil. Entonces, según la CIA, estamos aumentando. De para atrás como el cangrejo. Según Naciones Unidas, tuvimos un leve descenso. Nosotros estamos confusos, preocupados. Esa es una brecha muy grande, de uno a dos, entre Naciones Unidas y la CIA.

Ahora, ¿qué veo yo? Y me corregirán ustedes. De pronto les exagero un poquito, pero no creo. Voy a bregar a no exagerar. Yo creo que la narcoeconomía colombiana se ha debilitado.

Este Gobierno ha ordenado alrededor de 600 extradiciones: 540 para los Estados Unidos y 600 en total. Eso no tiene paralelo en el mundo. Yo no creo que haya un país del mundo que pueda decir que el año pasado fumigó 160 mil hectáreas de droga y manualmente erradicó 43 mil. Yo confiaría que este año no sean 50 mil las erradicadas manualmente, sino 70 mil con el nuevo esfuerzo que va a hacer el Ministerio de Defensa. Eso no tiene paralelo en el mundo.

Yo recorro el país. Voy a las zonas agropecuarias y pregunto a gente seria, que no tiene por qué mentirle a uno: ¿ustedes perciben que el narcotráfico esté comprando propiedades rurales? Dicen: no, Presidente, eso da la impresión que se ha parado. Entre otras cosas, por temor a la ley de confiscación. Vengo a esta ciudad y pregunto de esas empresas que aquí se están montando y los nuevos edificios, o voy a Cartagena, o voy a mi ciudad, o voy a Bogotá: ¿será plata del narcotráfico? Y me dicen: es plata transparente.

Uno ve un influjo de la narcoeconomía hoy debilitado en Colombia. Yo lo comparo con años cuando esa narcoeconomía brotaba por todos los poros. Uno la ve hoy debilitada. Y yo pienso que si no estuviera debilitada no tuviéramos desmantelado el paramilitarismo, ni debilitada la guerrilla. Entonces yo sí tengo esa preocupación, porque veo unos esfuerzos muy grandes de parte nuestra, del Plan Colombia, para acabar con la droga, veo una narcoeconomía debilitada, pero al mismo tiempo aparecen unas cifras que nos llenan de confusión.

Mientras Naciones Unidas dice: 79 mil hectáreas, la CIA dice: 156 mil. Yo creo que es urgente aclarar eso, y urgente introducir todos los ajustes que haya que introducir.

Ahora, quiero agradecer a rodos los presentes por al confianza en nuestro país. Creo que nuestros vecinos se dan cuenta que este problema fácilmente genera contagio. El terrorismo es como una mapaná: si uno se mete a la jaula con esa mapaná diciendo que a uno no el va a pasar nada, mientras ella se está tragando unos sapitos está ahí dormida. Pero en el momento en que necesite tragarse otro y que el nuestro, el de uno sea el único que esté ahí, también se lo traga. Con ella no hay transacción. Con el terrorismo no hay transacción posible. El único camino es acabarlo. Y sería la mejor noticia que les pudiéramos dejar a las nuevas generaciones de colombianos: acabar esos bandidos.

Esos bandidos son artistas de televisión y de medios de comunicación, cuando al mismo tiempo están secuestrando, matando y torturando. Cuando le dan esa importancia a don Raúl Reyes, me pregunto: ¿se la habrían dado a Hitler? ¿Y qué diferencia hay entre los unos y los otros? ¿Qué diferencia hay entre la tortura de Hitler a los judíos y la tortura de Raúl Reyes y sus compinches a nuestros secuestrados? ¿Qué diferencia hay? Ninguna.

Ahora, quiero agradecerles a Luis Alfonso Hoyos y a todo el equipo y a mis compañeros de Gobierno que representan todas las instituciones, este esfuerzo de acompañamiento integral.

La Fuerza Pública colombiana siempre se quejada de que la dejábamos ir sola. Cuando uno ve lo que ustedes han hecho en San Vicente del Caguán, en Cartagena del Chairá, en una parte y en la otra, aquí en la Sierra Nevada no más, uno encuentra que sin haber llegado con abundancia de soluciones, por lo menos es un acompañamiento bien importante, que hace que la Fuerza Pública no se sienta sola y que hace que los ciudadanos perciban que no solamente llegaron los soldados y los fusiles, sino la acción social. Eso es algo bien interesante para Colombia.

Les agradezco inmensamente a todos. Ahí vamos. Todo se va ajustando. Que la economía, que la inflación, que la revaluación, que las metas sociales, todo se va ajustando. Lo que necesitamos es acabar estos bandidos. Es el imperativo de la hora.

Muchas gracias”.

 
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