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INTERVENCIÓN ANTE LA CUMBRE ANTIDROGAS
DE REPÚBLICA DOMINICANA

Marzo 16 de 2007 (Santo Domingo – República Dominicana)

Señoras y señores:

Permítanme empezar con una historia corta, muy repetida. Cuando en mi país en los años sesenta se hablaba del tema de la droga, se dijo por parte de muchos que Colombia podría beneficiarse del tráfico pero que jamás iba a ser un país productor, mucho menos consumidor. Y creció el tráfico.

Después aparecieron cinco mil hectáreas de producción y se dijo: “Eso es muy pequeño, para nada alcanza”. Llegamos a tener más de 200 mil.

Entonces apareció el tráfico y se decía: “No va haber producción, no va haber consumo”. Apareció la producción y se dijo: “No va haber consumo”. Y hoy tenemos un millón de consumidores.

Lo que parecía inicialmente como un negocio de Robin Hood se convirtió en una causa de tristeza para el pueblo colombiano: daño a la moral pública, se alteraron los principios, se olvidó la ética, se penetraron las instituciones, se olvido el respeto a la vida, y más del 50 por ciento de las familias colombianas se convirtieron en víctimas de este tema.

Por eso la historia de Colombia demuestra que hay que atacar las drogas ilícitas en todas sus fases. Y también demuestra que ningún país está exento de ser víctima por una fase o por otra. Todo país puede ser productor, todo país puede ser centro de tránsito, todo país puede ser maltratado por el consumo.

La verdad es que los colombianos sufrimos mucho cuando se dice que Colombia aportaba el 90 por ciento de la coca del mundo. Ahora se dice que aportamos el 54 por ciento y sufrimos inmensamente.

Sea la oportunidad para decirles a ustedes que nuestra voluntad es aportar nada, derrotar las drogas ilícitas en todas sus dimensiones en Colombia.

Y permítanme decirles qué estamos haciendo en las diferentes etapas de la cadena.

Producción: nosotros trabajamos la fumigación con la ayuda del Plan Colombia de los Estados Unidos, y hace tres años introdujimos la erradicación manual. El año pasado fumigamos 160 mil hectáreas. Cuando empezamos la erradicación manual en el año 2005 erradicamos 31.200 hectáreas. El año pasado erradicamos 43 mil. Este año aspiramos a una erradicación manual de 50 mil.

Allí aparece una discusión: que la fumigación hace daño a la ecología. Nosotros hemos estado científicamente apoyados en los informes de la CICAD (Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas), de la Organización de los Estados Americanos.

Y es muy importante verificar esto: todo indica que lo que hace año a la ecología no es la fumigación, que se hace con protocolos científicos, que lo que le hace daño a la ecología es la destrucción de la selva para sembrar droga y los precursores químicos que se utilizan en su procesamiento.

Colombia es un país de inserción amazónica, es un país con una extensión de un millón 164 mil kilómetros cuadrados. Todavía tenemos 578 mil de selva. Y las drogas han logrado destruir un millón 700 mil hectáreas de selva. Se destruye la selva en la Amazonía colombiana, en el área del Putumayo, que es inserción amazónica. Se utilizan no solamente procedimientos mecánicos, sino también químicos sin protocolos científicos, de cualquier calidad.

Y solamente esa etapa de destrucción de la selva causa un gran desequilibrio ecológico. Es fuente de la más dañina contaminación de suelos, de aires y de corrientes de agua. Se siembra la coca, una vez está destruida la selva, y se utilizan precursores químicos devastadores del medio ambiente para transformar esa hoja de coca en cocaína.

Campesinos del Río Putumayo, con quienes he tenido personalmente la oportunidad de dialogar, me dicen: “Presidente, dígale al mundo que vengan y nos pregunten a nosotros –pero no a los que han llegado aquí a sembrar coca sino a los que hemos vivido aquí por dos o tres generaciones–, qué ha pasado, para dar el testimonio de que hemos visto afectarse, reducirse muchísimo la fauna acuática, terrestre, la flora, caudales de ríos, por la destrucción de la selva para sembrar coca y por la utilización de los precursores químicos, no por la fumigación para derrotar la coca”.

Quiero en esta cumbre llamar la atención y pedir una reflexión sobre el tema.

Y quisiera reiterar nuevamente el pedido a nuestro diligente y acatado Secretario General de la OEA para que la CICAD nos actualice esos estudios, y le diga al mundo en el caso colombiano qué es lo que le hace daño a la ecología: si la destrucción de la selva y la utilización de precursores, destrucción de la selva para sembrar coca, utilización de precursores para transformarla en cocaína, o la utilización científica con protocolos rigurosos de la fumigación para eliminarla.

El pueblo colombiano no tiene rechazo a las fumigaciones. Eso es algo bien importante para afirmarlo desde el punto de vista político. Allá, terroristas de guerrillas y paramilitares crearon confusión y quisieron producir alteraciones de orden público, rechazos de masas a la fumigación. Pero en eso no les fue bien.

El año pasado en Colombia no hubo protestas. Algo bien importante que tiene que saber el mundo es que no hay un rechazo popular a la fumigación. Hay un discurso político internacional contra la fumigación. Y permítanme hablar eso con toda claridad. Basta visitar las regiones colombianas. Y lo digo sobre la base de que año pasado fumigamos 160 mil hectáreas. Esa es una cifra considerable.

Ahora: cuando hay un error y se causa un daño, el Gobierno de Colombia inmediatamente indemniza. Era yo Gobernador de Antioquia y venían unos aviones de fumigación de regreso de las áreas de coca, y dejó un avión unas válvulas abiertas y en el tanque había unos residuos de fumigación y se afectaron unos cultivos lícitos. Se indemnizaron.

Así se procede hoy en el Plan General de Fumigación.

Permítanme decir lo siguiente: nosotros respetamos totalmente la soberanía de nuestros países hermanos, y la de todos los países.

Hemos ofrecido, y reitero hoy públicamente en esta cumbre, ante tan dilecta concurrencia, que si algún ciudadano de un país hermano demuestra que la fumigación colombiana le ha causado daño, el Gobierno de Colombia lo indemnizará de inmediato, como lo hace con los propios nacionales colombianos.

¿Y por qué pedimos estas intervenciones de la CICAD y por qué ofrecemos estas explicaciones y estas indemnizaciones? Porque la decisión nuestra es erradicar la droga, no tener discusiones con nuestros vecinos.

Se preguntan mucho en el mundo: ¿se ha justificado el Plan Colombia?

Las cifras del año pasado no fueron buenas en relación con 2005. Del año 2000, cuando empezó el Plan Colombia, hasta el 2005, hubo un inmenso descenso de la producción en Colombia de las áreas sembradas. No así de 2005 a 2006.

Pero hay que mirar lo siguiente: las mediciones no han sido comparables, porque en la medición de 2006 se incluyeron unas áreas que no habían sido incluidas en mediciones anteriores.

Todavía ayer fui informado que para medir 2007, van a incluir otro 18 por ciento del territorio colombiano que no estaba incluido en mediciones anteriores. Por esas razones no apareció un buen resultado en el período 2005 – 2006. Confiamos que los resultados de 31 de diciembre de 2006, que se van a conocer el mes entrante, sean mejores.

Pero debemos tener cifras comparables. Y para decir toda la verdad, se debe mostrar cómo han evolucionado las áreas medidas en el pasado que se miden de nuevo, y se debe decir qué aparece en las nuevas áreas incorporadas a las mediciones, que no fueron medidas en el pasado.

Pero reconozco: nosotros no estamos satisfechos. El propósito nuestro no es reducir la droga sino eliminarla. Permítanme decirlo más como padre de familia que como Presidente de Colombia: así tengamos una tendencia de reducción, mientras nosotros no veamos cerca la posibilidad de tener eliminada la droga en nuestro país, no vamos a estar contentos.

Se habla del desarrollo alternativo. Claro, es bien importante. Déjenme decir que la droga, que ha sustentado la violencia en Colombia, se ha encargado de que los grupos violentos generen desempleo, produzcan un desplazamiento de cuatro millones de colombianos al extranjero, y al mismo tiempo produzcan la fuga de capitales. La droga enriquece el crimen y empobrece a la Nación. Esa ha sido la triste realidad.

Cuando miro por qué negociaron las guerrillas de Centroamérica y por qué no negocian aún las nuestras, aquellas negociaron el día que no vieron posibilidades de ascenso militar y que perdieron los recursos de cooperación que les llegaba de las Ong’s de Europa Occidental. Las nuestras todavía no negocian porque todavía tienen mucha riqueza proveniente de la droga.

¿Y por qué las llamo terroristas a las guerrillas y a los paramilitares? Para no ser exhaustivo ante esta distinguida concurrencia, por una de muchas razones: porque en otros países del continente los rebeldes tuvieron la aprobación relativa de llamarlos con el noble título de insurgentes, porque combatían dictaduras. Los nuestros son sicarios de la democracia. Por eso son terroristas. Eso marca una diferencia bien importante. Y porque se sustentan en la droga, para no hablar de los crímenes que cometen.

El primer desarrollo alternativo es estimular la inversión. La inversión se estimula cuando hay confianza en el país. Y un factor de confianza en el país, es que las autoridades tengan toda la determinación de eliminar la droga. De eso no nos puede caber la menor duda.

Ahora, nosotros estamos haciendo muchísimos esfuerzos con plantaciones de palma africana, plantaciones de caucho. Estamos haciendo muchísimos esfuerzos con piscicultura. Es más posible, más factible, adelantarlos en aquellas zonas donde se va sintiendo la recuperación de la economía, que en otras zonas que, ya muy en el corazón de la selva, están lejos de tener una economía diferente a cuidar la selva, porque allí no llega infraestructura y no conviene que llegue. Si el mundo aprecia la selva amazónica como su más importante pulmón, el mejor futuro es cuidarla como selva.

¿Qué estamos haciendo en estas regiones? En estas regiones estamos estimulando un programa que se llama Familias Guardabosques. Son familias campesinas que antes estaban en la droga. Hemos hecho pactos con esas familias para que mantengan un área libre de droga y cuiden la recuperación del bosque. Y por eso se les hace un pago. Tenemos 50 mil. Aspiramos a llegar a 80 mil.

Estados Unidos nos ha ayudado muchísimo en fumigación, en cultivos alternativos, en interdicción aérea. Y quiero pedirle a Europa lo que le pedí al Presidente de Alemania. A Europa no le gusta la fumigación, y lo entendemos. Que Europa nos ayude con la erradicación manual.

Nosotros estamos dispuestos a que Europa nos diga: caminen, hagamos un pacto Unión Europea – Colombia, le vamos a pagar tanto a Colombia o le vamos a costear tantas hectáreas de erradicación manual por año.

Y que Europa nos ayude en Familias Guardabosques. La corresponsabilidad aquí hay que expresarla en todo: ese consumo creciente en Europa, esa orientación creciente de drogas de nuestros países hacia Europa, implica más acción nuestra y más acción europea.

Nosotros no salimos a pedir esto con el baladí argumento de que ustedes son los que consumen, porque nosotros tenemos consumo. Nosotros estamos diciendo: Colombia hace un gran esfuerzo, ayúdennos ustedes también con recursos, para que nuestro esfuerzo produzca mejores resultados.

Pero déjenme también transmitirles a ustedes una experiencia. A mí me pregunta mucha gente: “Presidente, un cultivo alternativo o un pago de Familias Guardabosques les da a esas familias colombianas un ingreso muy inferior al ingreso que da la droga. ¿Cómo logran que esas familias abandonen la droga y acepten una actividad que genera menores ingresos?”.

Sí. Hay temas educativos, de valores democráticos, etcétera. Pero hay un tema fundamental: la aplicación democrática de la fuerza, la aplicación democrática de la autoridad. Sin autoridad, sin coerción, no hay posibilidad de que gentes acostumbradas al tráfico de drogas, a la producción de drogas, abandonen la droga para sustituirla por unas actividades que dan menores ingresos.

Hay que hablar de educación, hay que hablar de cultivos alternativos, pero hay que hablar claramente de la aplicación democrática de la fuerza del Estado para derrotar la droga en todas las fases.

Por ejemplo, en el tema del consumo, nosotros tenemos una dificultad: nuestra Corte Constitucional acepta la dosis personal. Hoy no podemos sancionarla en Colombia.

Voy a insistir a partir del martes con una nueva propuesta de reforma constitucional al Congreso para sancionarla. Entonces aparecen muchos teóricos diciendo: no se puede sancionar la dosis personal, hay que evitar que la gente consuma a través de la educación, de las políticas de prevención. Hay científicos, y muy buenos, muy respetables, que nos han dicho y demostrado, que las políticas de prevención, las políticas de educación, son más eficaces si van acompañadas de políticas de sanción.

Un tema tan grave como la droga necesita educación. Pero esa educación produce mejores resultados si está acompañada de la posibilidad jurídica de la sanción. Esa permisividad en el consumo hace mucho daño, y en Colombia sí que es inexplicable.

Yo les pregunto a los colombianos, y el pueblo en la mayoría aprueba esta tesis: un país que ha derramado tanta sangre, que ha tenido tantas dificultades, ¿cómo va a mantener una afección ideológica sobre la cual han soportado la tesis de no sancionar el consumo? Hay que sancionarlo.

Y sé de los grandes debates en Europa, pero la experiencia colombiana nos obliga a contar por qué en el caso nuestro vemos la necesidad de sancionar el consumo.

En la parte del tráfico. Después de dos años de discusiones con los Estados Unidos, logramos reestablecer la interdicción aérea. En las trazas que ustedes mostraban esta mañana, del 2004, ya se ve una gran disminución de los vuelos ilegales en Colombia, en el oriente del país, pero no así hacia el Pacífico y hacia el Caribe occidental. Creo que 2006 muestra un espacio aéreo colombiano mucho más limpio, no solamente hacia el oriente, como lo mostró ya 2004, sino también hacia el Pacífico y hacia el occidente del Caribe.

Ha sido para nosotros muy importante haber implementado el acuerdo de interdicción aérea con los Estados Unidos. Quiero saludar el anuncio de Venezuela, esta mañana, de los equipos que se propone instalar y de la aviación que se propone utilizar para tener eficacia en la interdicción aérea.

Porque todos nos hacemos daño. Nosotros le hacemos mucho daño a la hermana Venezuela si eliminamos los vuelos ilegales en Colombia, pero entonces salen desde Venezuela.

Y cuando veo que nosotros hemos coordinado una política de interdicción aérea con los Estados Unidos –que da resultado no porque lo diga yo sino porque lo mostraron aquí esta mañana las fotos del satélite–, y cuando escucho a la delegación de Venezuela esta mañana hacer una exposición, con todo el compromiso, en la que incluyen el proyecto de los radares, de sistemas más sofisticados de detección, de los equipos aéreos de interceptación, me digo: ¿Y por qué no puede haber coordinación?

Creo que aquí todos hemos hecho una exposición de esfuerzos individuales. Lo que está fallando es que, por una razón o por otra, no nos coordinemos.

Me preocupa mucho el tráfico marítimo. Nosotros vemos mejores resultados en el Caribe que en el Pacífico, y creo que en ambos tenemos que depurar y mejorar las acciones.

Miren: una de las necesidades es que, con la ayuda de Estados Unidos y Europa y con la coordinación de nuestros esfuerzos, nos propongamos interceptar todo el tráfico marítimo en el Caribe. Y no podemos olvidar ese Pacífico cercano e interceptar todos los vuelos ilegales.

Nada nos ganamos con tener el espacio aéreo colombiano libre de vuelos ilegales, si por el Caribe cruzan cantidades de vuelos ilegales que inician su vuelo en países hermanos.

Hay que pedir a Estados Unidos y Europa, y nosotros aportar nuestra coordinación, y uno de los objetivos tiene que ser acabar con los vuelos ilegales en el Caribe, darnos a esa tarea y darnos a la tarea de ser mucho más eficaces en la interceptación marítima.

Colombia está avanzando muchísimo contra el lavado de activos, pero toda experiencia de ustedes que nos ayude a mejorar la nuestra, sea bienvenida.

Necesitamos es intercambiar experiencias. Nuestra principal cooperación a esta causa la ofrezco en nuestra voluntad de intercambiar experiencias, para que nosotros, con la experiencia de ustedes, enriquezcamos nuestra lucha. Y si lo nuestro les sirve para enriquecer la de ustedes, magnífico.

Colombia tiene una legislación muy importante para confiscar riqueza ilegítima. Y está dando resultados.

Tal vez con optimismo, pero aterrizado, les digo esto: Colombia había vivido una serie de bonanzas. Unas bonanzas de café, de sustitución de importaciones, de la indemnización norteamericana por el Canal de Panamá, del descubrimiento de un pozo de petróleo, de una inversión para entrar en la televisión privada, de una inversión para entrar en la telefonía móvil, bonanzas de marihuana y coca.

Ahora hay una bonanza de confianza en el país. Se ha recuperado muchísimo toda la actividad inmobiliaria. ¿Qué es lo nuevo? Esa actividad inmobiliaria en el pasado estuvo sustentada en el pasado en dineros del narcotráfico.

Gracias a nuestras políticas y al temor de los delincuentes de comprar bienes raíces en Colombia sujetos a extinción de dominio, la bonanza que hoy tiene Colombia en propiedad inmobiliaria está sustentada en dineros transparentes, en dineros lícitos.

Hemos hecho un gran esfuerzo y creo que se van viendo los resultados con la ley de extinción de dominio.

La Constitución colombiana autoriza hoy la extradición. La practicamos con unas reglas que no exigen acuerdos con los países requirentes. En la historia anterior de Colombia se habían extraditado 60 personas. En mi Gobierno hemos firmado 530 órdenes de extradición.

Ahí había discusión chauvinista sobre el tema. Yo dije un día: ¿Por qué hablan de globalización, aun de la justicia, con la Corte Penal Internacional, y se niega a una institución fundamental de la globalización judicial, que es la extradición? Se superó el debate.

El discurso chauvinista de los terroristas contra la extradición, hoy no tiene recibo en el pueblo colombiano.

Vengo a decirles a ustedes lo siguiente: así como Colombia extradita a Estados Unidos, a Europa en menor cantidad, cualquier país del Caribe, cualquier país que sepa que alguien que ha delinquido contra él y esté escondido en Colombia, solicítenos la extradición. Estamos dispuestos a aportar eso, sin discusiones, sin debate. Simplemente con un acta de cumplimiento de nuestras garantías constitucionales.

Hay que involucrar todas las fuerzas. Cuando nosotros trabajábamos frente al narcotráfico solamente con la Policía, no alcanzaba. Hay que involucrar al Ejército, a la Marina, a la Fuerza Aérea. La experiencia es que esta lucha exige involucrar a todo el mundo, crear una gran sensibilización en la justicia, nadie puede ser ajeno.

Yo creo que todo el mundo tiene muy buenas ideas, al escucharlos a ustedes esta mañana. Coordinémonos. Hay muchos acuerdos firmados, pero no se cumplen. Deberíamos, señor presidente Fernández, como una de las conclusiones de esta reunión, pedir que los equipos técnicos revisen el cumplimiento de los diferentes acuerdos firmados.

Revisemos la conversión de Palermo, una convención integral contra el crimen, que al parecer incluye todo lo que se necesita en materia de acuerdo entre países para combatir eficazmente las drogas ilícitas. Revisémosla como una posibilidad de que todos nuestros países la adhieran, para que sea el instrumento de coordinación que nos una.

Nada hacemos si Estados Unidos hace un esfuerzo de interceptación, lo coordina con Colombia, y Venezuela, nuestro país hermano, hace otro, pero no estamos coordinados.

Necesitamos un gran instrumento que nos obligue jurídicamente a estar coordinados, ante el cual tengamos que responder. Este instrumento puede ser la convención de Palermo. Yo pediría que con la ayuda de la OEA, la revisemos, y si no es suficiente pediría que el Secretario Insulza nos ayudara con un proyecto de convención interamericana que nos obligue a coordinarnos en estas políticas.

Estamos dispuestos a escuchar todas las recomendaciones de ustedes y a ayudar y a contribuir dando toda nuestra experiencia.

Cuando estábamos en la posesión del Presidente Ortega, el Presidente de Haití me anunció esta cumbre que citaría el Presidente Fernández, a quien le quiero agradecer inmensamente.

Y ahora que lo escuchaba, con exposiciones muy positivas todas que agradezco enormemente, el reconocimiento del señor Primer Ministro de Trinidad Tobago a Colombia, y escuchaba el Presidente de Haití sus preocupaciones por los recursos, etcétera, cuenten con todo lo que puede aportar Colombia. Lo que puede hacer nuestra Policía, nuestro Ejército, nuestra Fuerza Aérea, nuestra experiencia, lo que podamos ayudar con las leyes que tenemos, para que sus países lo revisen y cuenten con la receptividad de Colombia para escucharlos a ustedes a ver cómo superamos esto.

Hay muchas tendencias ideológicas que quisieran decir que la droga en nuestros países es una consecuencia de las desigualdades. La experiencia en Colombia es que la droga es un estimulante de las desigualdades, un obstáculo a las soluciones sociales, que enriquece a los criminales y empobrece al pueblo. Por eso desde el punto de vista social y de nuestros compromisos de las metas del Milenio y otros, cuanto más rápido acabemos la droga, mejor.

Al Presidente alemán le dije ayer, a raíz de la hipótesis europea de la legalización, le dije: ¿Quién asegura que con la legalización, así se baje más el precio de la droga, no nos van a destruir la selva amazónica para reemplazarla por droga?

Yo pienso que el gran argumento que tenemos que oponer a la teoría de la legalización es el argumento ecológico. Y además mirar estos pueblos, como padres de familia. ¿Por qué vamos a heredar a quienes han de venir unas sociedades laxas con un veneno de la humanidad?

Muchas gracias, presidente Fernández, y Colombia está dispuesta a aportar todo lo que tenga que aportar a ver cómo superamos este flagelo.

 
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