DISCURSO
PRESIDENTE URIBE VÉLEZ EN TRES ESQUINAS
Tres
Esquinas (Caquetá), 31 ene (CNE). El siguiente es el texto
del discurso pronunciado hoy por el presidente de la República,
Álvaro Uribe Vélez, durante la inauguración
de la División Conjunta Número Seis en Tres Esquinas,
Caquetá:
Me
agrada mucho asistir a esta ceremonia en la cual se solemniza y
se pone en marcha la Sexta División. Es un paso importante
que ha dado el Ministerio de Defensa bajo la guía de la ministra
Martha Lucía Ramírez de Rincón y el comandante
General de las Fuerzas Armadas, general Jorge Enrique Mora Rangel.
Un
hecho más en la sucesión de aquellos que se han dado
en los últimos años de fortalecer la presencia de
las tropas de Colombia en esta región. Un hecho importante
porque consolida la integración de las diferentes fuerzas,
porque da un estátus en proporción con la dimensión
del desafío y porque también experimenta la conducción
al frente de una brigada por parte de un General de la Fuerza Aérea
que hoy lo vemos luciendo el camuflado militar.
Al
destacar este hecho, quiero agradecer a la ministra y a los altos
mandos por esta decisión, y quiero recordar a mis compatriotas
que este gran esfuerzo de Tres Esquinas se debe al Plan Colombia,
a la cooperación del anterior Gobierno que obtuvo tan positivamente
de los Estados Unidos y, por supuesto, al aprovechar su honrosa
presencia hoy con nosotros quiero dar toda nuestra gratitud a la
señora embajadora Anne Patterson por su dedicación,
por su constancia, por su comprometimiento, por su eficacia en la
acertada conducción de las relaciones entre nuestros dos
países
Quiero
agradecer al señor general (Roberto) Pizarro toda la lucha
que él ha conducido y que tiene resultados importantes. Hoy
el mundo entero acepta que en esta región de la Patria colombiana
se ha golpeado esencialmente al narcotráfico que alimenta
el terrorismo.
A todos
los hombres que han participado en esta tarea bajo el mando del
general Pizarro nuestra gratitud.
Expreso
mi voz de bienvenida al señor general Jorge Ballesteros Rodríguez.
Le deseamos todos los éxitos, que los integrantes de las
diferentes Fuerzas bajo su mando, unidas en esta división
estén animados por la iniciativa, estén animados por
el triunfo como tienen que estar hoy animados todos los soldados,
todos los policías, todos los integrantes de la Armada, de
la Fuerza Aérea de la Patria. Es la hora del triunfo del
Estado de Derecho sobre el terrorismo, sobre la violencia.
Mientras
nos desplazábamos en el avión, en un coloquio con
el Fiscal General de la Nación llegamos a la conclusión
que él y yo representamos una generación que no ha
vivido ni un sólo día en paz.
Eso
no es justo, que Colombia haya sacrificado tantas generaciones por
el flagelo de la violencia. Pues bien, la mejor contribución
de mi generación a los que habrán de venir es mantener
firme el empeño de derrotar la violencia para que cambie
definitivamente el rumbo de la Nación. Para esa derrota de
la violencia hay que derrotar el narcotráfico. El peligro
es inmenso.
Hoy,
por tercera vez, insisto que si bien es grave el problema del terrorismo
en Irak, la combinación de terrorismo y narcotráfico
incubada en Colombia es una amenaza en el largo y en el mediano
plazo tan grande y superior para la humanidad entera. Si no se tranca
el narcotráfico esta selva se destruye.
Lo
que parecía una incursión episódica de negociantes
aventureros para sembrar en la clandestinidad de la selva, se ha
convertido en una amenaza de destrucción ecológica.
Si esto no se frena veremos destruida la selva colombiana, la ecuatoriana,
la peruana, la brasileña; si esto no se frena, el planeta
podrá enfrentar un problema ecológico superior, la
sustitución de la reserva ecológica de la Cuenca Amazónica
por la droga, la destrucción ecológica y el imperio
de la droga.
El
desafío es grande. Este problema nuestro si no lo derrotamos
puede desestabilizar todas las democracias de la región y,
además, puede destruir toda la Cuenca Amazónica.
Quiero
llamar hoy a todos los ciudadanos de la Patria a acompañar
a la Fuerza Pública. Quiero llamar a todos los soldados,
a todos los policías, a todos los integrantes de la Fuerza
Aérea, de la Armada, para una reflexión. No más
convivir con el problema, no más aplazar la solución
del problema, hay que resolverlo ahora. Los violentos han pensado
muchas veces en la ofensiva final. Ese es ahora nuestro pensamiento,
avanzar hacia la ofensiva final para rescatarle a esta Nación
la paz que merece y la paz que requiere.
Llamo
a los soldados y a los policías de Colombia, a los integrantes
de la Fuerza Aérea y de la Armada para que en este momento
no pensemos en el tiempo que falta de servicio, no pensemos en el
próximo ascenso, sino que concentremos todos nuestros esfuerzos,
toda nuestra devoción, en la ofensiva final para que Colombia
pueda recuperar la paz y la tranquilidad.
Nada
de mantener la mente en la distracción de convivir con el
problema. Ahora hay que orientarla plenamente al objetivo de derrotar
el problema.
La
señora Ministra, el señor General Mora y yo somos
plenamente conscientes de nuestra responsabilidad y uno de los puntos
de nuestra responsabilidad se refiere al ánimo de la tropa,
a la motivación de la tropa.
Queremos
poner todo el cuidado para que nuestros hechos y decisiones sean
consecuentes, para que no le den señales equivocas a la opinión,
ni contraórdenes implícitas a la tropa. Para que en
todos nuestros hechos y en todas nuestras decisiones aquellos que
integran la Fuerza Pública de Colombia sepan que hay sólo
un designio: recuperar la paz para bien del pueblo colombiano.
Nosotros
entendemos la seguridad como un medio y un fin democrático.
Por eso, la interpretamos como una acción del Estado para
conseguir un Estado permanentemente de tranquilidad a favor de todos
los ciudadanos, para que esa tranquilidad la disfruten, por igual,
el campesino, el empresario, el periodista, el amigo del Gobierno,
el crítico del Gobierno.
Colombia
necesita mantener durante muchos años esta ofensiva final
para derrotar la violencia, sostenibilidad en la Política
de Seguridad, y para que sea sostenible en un Estado de Opinión
demanda permanente apoyo de la opinión y para que la opinión
nos apoye, para que el pueblo pague los impuestos, para que los
soldados y los policías estén acompañados permanentemente
por el ánimo popular, y el Gobierno también, en este
empeño requerimos que nuestra política sea eficaz
y transparente. La eficacia se mide en resultados y la transparencia
se mide en la observancia de los Derechos Humanos.
Quiero
dejar en la mente de ustedes nuevamente esta reflexión. Y
como tenemos que ser coherentes, entonces tenemos que defender en
nombre de los derechos humanos y de las libertades públicas,
a la libertad de prensa.
Por
eso no ha pasado por la mente de este Gobierno restringir en las
normas jurídicas excepcionales o permanentes, la libertad
de prensa. Pero los periodistas van a tener que ayudar al pueblo
colombiano autolimitándose, evitando su temeridad, comprendiendo
que primero está el derecho del pueblo colombiano a rescatar
su seguridad que el afán por la chiva periodística.
Claro
que nos preocupa el secuestro de los periodistas internacionales
en Arauca. Advertidos como estaban por el Gobierno, por los diferentes
estamentos comunitarios, hicieron allí presencia y han sido
secuestrados por el ELN.
No
queremos que Arauca se convierta en un escenario de diversión
publicitaria al mundo. Nuestro compromiso con Arauca es recuperar
allí plenamente el imperio del derecho y de la paz.
Por
eso, tengo que decir claramente que el ELN debe poner en libertad
a los periodistas sin que tengamos que correr en Arauca películas
de drama. Si el Gobierno se pone a autorizar el drama y la parafernalia
en Arauca y el show, el Gobierno dará señales contradictorias
a la opinión, desmotivará a la tropa.
La
gobernabilidad de la tropa es muy importante, la gobernabilidad
de la tropa nos obliga a pensar en lo siguiente: si hay gobernabilidad
en el Ejército y el señor general Ospina le ordena
a los oficiales y suboficiales y a los soldados una acción,
la cumplen con eficacia.
Si
hay gobernabilidad mantendremos la posibilidad de que toda la tropa
esté comprometida en su estado de ánimo y en su acción,
con la ofensiva final por recuperar la seguridad. Si el general
Ospina, caso de nuestro ejemplo, llegara a perder la gobernabilidad,
o la perdiera el Gobierno sobre la tropa, se corre el riesgo de
que en el momento de dar una orden para una acción no se
atienda esa orden y, en cambio, la tropa desmotivada, se dedique
a jugar billar en los casinos.
Por
eso tenemos que proteger la gobernabilidad de la tropa, su estado
de ánimo, y de ahí que el Gobierno tiene que ser muy
cuidadoso en cada una de las decisiones a tomar. Esta es la razón
por la cual deplorando como deploramos el secuestro de los periodistas,
añorando como añoramos su liberación, el Gobierno
ha asumido la decisión de proceder en Arauca solamente con
determinaciones que no afecten la moral de la tropa, con determinaciones
que garanticen la gobernabilidad sobre la tropa. A partir de ese
presupuesto, todo lo demás vendrá.
Yo
me hacia esta mañana, sobre el tema, otra reflexión:
cómo se engaña a la opinión internacional.
Cómo, frente a la opinión internacional, estos grupos
subversivos terroristas quieren dar la impresión de que son
respetuosos de los derechos humanos cuando secuestran periodistas
internacionales y llegan a la conclusión de que se encartaron
por la reacción de la opinión internacional, ahí
si, empiezan afanosamente a pedir comisiones para desatar el drama
y a parecer como bondadosos observadores y cumplidores con el Derecho
Internacional Humanitario.
Pero
esas acciones contrastan con la manera como proceden en el país.
Mientras, ya por miedo y por hipocresía ante la opinión
y ante la prensa internacional --frente a las cuales necesitan salvar
hipócritamente la apariencia-- desesperadamente piden comisiones
en Arauca, no hacen lo propio cuando secuestran a diario a la gente
de nuestra clase media.
Qué
contraste. Les da miedo la opinión internacional, le temen
a Los Angeles Times; les da miedo que la prensa internacional
conozca su realidad, pero eso si abusan del pueblo colombiano, del
desconocido colombiano del común.
En
el país abundan casos recientes de secuestros del ELN cuyas
víctimas han sido colombianos de la clase media y frente
a ellos proceden con todo el despotismo criminal.
En
la autopista Medellín-Bogotá secuestran a un colombiano
de la clase media y no hay súplica, ni hay comisión,
ni hay presencia humanitaria. La única solución que
tienen esos colombianos es buscar un mensajero para que hable con
su familia, para que la señora, a fin de pagar el rescate,
tenga que vender la nevera y el tocadiscos, y tenga que vender los
enseres de la casa y empeñar la bicicleta o salir a vender
a mitad de precio la moto de la familia.
Para
secuestrar a la clase media colombiana, para maltratar a nuestros
compatriotas, estos grupos no tienen límite. Ahí sí
no pesa la consideración humanitaria cuando arruinan a las
familias para pagarles el secuestro. Cómo contrasta eso con
esa actitud de oveja que asumen cuando incurren en la equivocación
de secuestrar a un periodista internacional. Son luz de la calle
y oscuridad de la casa.
Simplemente,
el Gobierno --responsable de que hay que recuperar el orden público,
de que no se puede seguir permitiendo el drama para que recobre
oxigeno el terrorismo--, tomará todas las decisiones que
tenga que tomar dentro del Estado de Derecho y con el buen cuidado
de mantener en alto la moral de las tropas de Colombia como lo exige
nuestro pueblo.
Señor
general Ballesteros, queda en sus manos una inmensa responsabilidad:
proteger esta ciudadanía y proteger esta selva; y derrotar
este narcotráfico y derrotar este terrorismo; que usted le
pueda entregar a la Patria un balance muy exitoso de resultados.
Saludo
con afecto a cada uno de aquellos que habrán de acompañarlo
en esta tarea y les traigo el mensaje solidario de millones de colombianos
que hoy ven en la Fuerza Pública, la esperanza para reconstruir
las posibilidades de la Nación.
A todos
muchos éxitos en esta nueva tarea patriótica.
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