PALABRAS
DEL PRESIDENTE URIBE EN POSESIÓN DE NUEVO COMANDANTE DE
LA FAC
Bogotá,
8 sep (CNE). La siguiente es la intervención del presidente
Álvaro Uribe Vélez durante la posesión del
nuevo Comandante de la Fuerza Aérea Colombia, general Édgar
Alfonso Lesmez:
Nos
reunimos hoy, el marco de esta lluviosa tarde de Bogotá,
para asistir a una ceremonia de gran importancia para la vida
institucional de la Nación. Después de un largo,
exitoso y patriótico recorrido por la Fuerza Aérea
Colombia, el señor general Héctor Fabio Velasco
Chávez le entrega el mando de la Fuerza al señor
general Édgar Alfonso Lesmez Abad.
Quiero
expresar, en nombre de toda la Nación, nuestra gratitud
infinita al general Héctor Fabio Velasco Chávez
por todos estos años de servicio a la Patria en la fuerza
Aérea, de sacrificio de todas las horas. Entregó
su juventud, lo mejor de su madurez, a servir bien a Colombia,
en el constante sacrificio, en el constante desvelo, por devolverle
a la Nación la paz total.
Señor
General Velasco: usted hace dejación del Comando de la
Fuerza Aérea en medio de la gratitud de sus compatriotas.
Tendrá que seguir sirviendo a Colombia, bien, como siempre
lo ha hecho. A su señora Sonia, a Viviana y a Juan, sus
hijos, nuestra gratitud. Han sido sus compañeros de todas
estas horas de desvelos y de servicios a Colombia.
Señor
general Édgar Alfonso Lesmez Abad: asume usted el Comando
de la Fuerza Aérea en un momento crucial para la Nación,
cuando la inmensa mayoría del pueblo colombiano ha tomado
la decisión de derrotar a los terroristas, y la Fuerza
Aérea tiene que participar con un tarea crucial, tanto
en lo estratégico como en lo táctico.
He
tenido la oportunidad de conocerlo a usted desde hace varias décadas.
Sé de su entereza, de su transparencia, de su ecuanimidad
y de su capacidad decisoria. Por eso estamos seguros que el Comando
de la Fuerza Aérea queda en unas buenas manos, en unas
manos firmes y transparentes.
La
Patria necesita que la Fuerza Aérea ayude a liberarla de
la pesadilla de los terroristas, y usted desde hoy tiene la máxima
responsabilidad, señor general Lesmez. A Nohora , su esposa,
a sus hijos, María Angélica y Juan Felipe, a su
madre, Doña Ligia Abad de Lesmez, a su hermano Carlos y
a toda su familia, nuestra gratitud por acompañarlo y apoyarlo
en esta gran tarea.
Quiero
saludar a todos los generales, a todos los oficiales, a todos
los suboficiales y a todos quienes se están preparando
en la Fuerza Aérea.
La
Fuerza Aérea ha trabajado armónicamente. Lo decíamos
el sábado en una reunión con el Comandante saliente,
con el Comandante entrante, con todos los generales de la Fuerza,
con la señora Ministra y con el señor general Jorge
Enrique Mora, Comandante general.
Esa
armonía, ese trabajo de equipo, tiene que mantenerse, consolidarse
todos los días. Cada uno tiene que aportar de sí
lo mejor: su talento, su sabiduría, para ayudar a que la
Fuerza Aérea le responda bien a Colombia.
Esta
semana es la Semana de los Derechos Humanos. Por supuesto, esta
política de Seguridad Democrática es una política
de Derechos Humanos.
Cuando
nuestra determinación de Seguridad se calificó como
Democrática, lo hicimos por un compromiso con el pluralismo,
con la totalidad de nuestros compatriotas, sin detenernos en sus
ideas políticas, en sus creencias religiosas, en su estatus
económico o social.
Esta
política es para defender a todos los colombianos, para
defender al campesino, al empresario agrario, al industrial, al
obrero, al líder gremial, al líder sindical. Esta
política es para proteger a quienes, por ejemplo, son candidatos
en todo el país a alcaldías, a gobernaciones, a
asambleas y a concejos, en un momento en el cual la Patria se
apresta a un nuevo certamen democrático.
Esta
política es para defender por igual a quienes comparten
las tesis del Gobierno y a quienes se oponen a ellas. Esta política
no va a producir milagros. No puede producir resultados plenos
en el corto plazo. Pero lo que demandan nuestros compatriotas
de nosotros es acción permanente. No podemos desmayar en
la acción en un solo segundo. Para la tarea de devolverle
la paz a Colombia no hay día de mayor actividad ni día
de menor actividad. Todos los días tienen que ser de intensa
actividad, y eso nos obliga a todos.
Esta
política es Democrática para que sea sostenible.
Su sostenibilidad depende de su eficacia y de su trasparencia.
Si esta política la hacemos con transparencia, con buena
fe, con patriotismo, la opinión pública siempre
nos acompañará, no obstante la voces que tratan
de desorientarla.
Mientras
para el Gobierno y la Fuerza Pública los derechos humanos
son un compromiso de todos los días, para otros sectores
los derechos humanos son una bandera política de ciertas
ocasiones.
Colombia
tiene que entrar en reflexión. Por ejemplo, entre los críticos
yo observo teóricos, de quienes discrepo, pero a quienes
respeto. Observo organizaciones respetables de derechos humanos,
que tienen todo el espacio en Colombia y tienen que gozar de toda
la protección de nuestras instituciones. Y observo también
escritores y politiqueros que finalmente le sirven al terrorismo
y que se escudan cobardemente en la bandera de los derechos humanos.
Les da miedo confesar sus aspiraciones políticas y entonces
tienen que esconderse detrás de la bandera de los derechos
humanos.
Me
voy a referir a los primeros. Respeto a los teóricos que
discrepan de la solución de autoridad. Tienen todo el espacio
en Colombia. Lo primero para reivindicar que esta política
es democrática, es que en ningún momento se les
ha cercenado una sola de sus libertades.
Ningún
país del mundo, afrontando el desafío terrorista
de Colombia, ha garantizado como Colombia la plenitud de las libertades.
Países
del mundo con desafíos terroristas infinitamente menores,
localizados en áreas determinadas, pequeñas y fácilmente
controlables, han anulado la libertad de prensa.
Aquí
hemos encontrado un terrorismo enseñoreado por décadas,
un terrorismo escondido en nuestras grandes ciudades y en más
de 300 mil kilómetros de selva, un terrorismo financiado
por el narcotráfico. No creo que en la historia de mi generación
se haya tenido que enfrentar en el mundo un terrorismo más
rico, más poderoso, un terrorismo más agresivo,
más peligroso que el que hemos enfrentado en Colombia.
¿Y
cómo lo estamos enfrentando? De la mano de la Constitución.
Lo estamos enfrentando sin recortar la libertad de prensa, lo
estamos enfrentando con el desafío de que los vamos a derrotar,
pero los vamos a derrotar limpiamente.
Nuestra
Fuerza Pública jamás tiene la menor inclinación
a igualarse con los terroristas en su desprecio por los derechos
humanos. Por eso, mientras las Farc y el terrorismo que la acompaña,
mientras la organización terrorista todos los días
viola los derechos humanos, aquel sector politiquero de los derechos
humanos sale a defender a las Farc con el pretexto de defender
los derechos humanos.
Algunas
personas, del grupo de teóricos que respeto, dicen que
esta es una guerra de perdedores. Están equivocados. Perdió
la Nación cuando, al amparo de las teorías y de
las actitudes débiles, se entregó al territorio
y se entregaron las instituciones para que avanzara el terrorismo.
Allí perdió la Nación. Y allí perdieron
los ricos que no pudieron invertir y los pobres que descendieron
a la miseria y los estudiantes que perdieron sus ilusiones en
Colombia. Allí perdió toda la Nación.
Segundo
punto de mi discrepancia. Esta no es una guerra. Este no es un
conflicto. Esta es una democracia garantista al servicio de 44
millones de ciudadanos, desafiada por unos terroristas ricos.
Tercer
punto de mi discrepancia. Esto no es de perdedores. Aquí
está ganando el Estado y la sociedad colombiana. ¿Cómo
dicen que es de perdedores, desconociendo las cifras del último
año? ¿Que nos falta mucho? Lo sabemos. Pero con
la ayuda de Dios, nada nos detendrá en el camino de detener
y derrotar el terrorismo. Aquí hay solamente un objetivo:
liberar a Colombia del terrorismo, a través de que se desmovilicen
o por intermedio de la victoria de nuestra Fuerza Pública.
Los
colombianos recibimos con respeto las voces de este grupo de teóricos,
pero no las compartimos. No hay debilidad para asustarse al sonar
de la primera crítica. Aquí hay firmeza para reiterar
la voluntad de derrotar el terrorismo, aún en los peores
momentos de la adversidad.
Y
frente a esta crítica, ¿qué si la atendiéramos?
Nos haría perder lo que hemos hecho en un año. Nos
haría perder lo que hemos construido en opinión
pública, nos haría devolverle al terrorismo los
pedazos de la Patria que hemos recuperado para bien de nuestras
instituciones en el último año.
Para
estos críticos, un año es todo. Para nosotros los
resueltos a derrotar el terrorismo, un año es apenas el
período de calentamiento de una batalla que vamos a llevar
hasta el final para derrotar el terrorismo.
Discrepamos
de esas voces críticas. Las respetamos. Y le advertimos
a Colombia que no podemos caer en esas tentaciones de debilidad,
porque toda debilidad que nosotros mostremos es un motivo de fortaleza
para el terrorismo.
Segundo
grupo. Las organizaciones de derechos humanos, las respetamos.
Tienen todo el espacio en Colombia. El Vicepresidente, yo personalmente,
nos hemos reunido con ellos. Estamos dispuestos a atender sus
críticas, objetivas. Otros países en menores problemas
los echaron de su territorio. Aquí han tenido y tienen
todas las oportunidades.
Nuestra
decisión es proteger a los activistas de derechos humanos,
mantener un diálogo con ellos, discrepar con ellos cuando
no los asista la razón.
Y
el tercer grupo. Politiqueros al servicio del terrorismo, que
cobardemente se agitan en la bandera de los derechos humanos,
para tratar de devolverle en Colombia al terrorismo el espacio
que la Fuerza Pública y que la ciudadanía le ha
quitado.
Cada
vez que en Colombia aparece una política de seguridad para
derrotar el terrorismo, cuando los terroristas empiezan a sentirse
débiles, inmediatamente envían a sus voceros a que
hablen de derechos humanos.
Muchas
de esas críticas las han tomado de la página de
internet de las Farc. No tienen vergüenza ni limitaciones.
Sacan libros en Europa sobre rumores y calumnias. Ellos saben
que su única arma es la calumnia que hipócritamente
se esconde detrás de los derechos humanos.
Estos
señores pueden saber que aquella determinación de
derrotar al terrorismo y a sus secuaces, que una de nuestras decisiones
políticas es aislar el terrorismo y que para aislarlo vamos
a capturar a todos aquellos que delinquen por complicidad o por
ocultamiento.
Y
hablan estas organizaciones, se ha hablado de tres grupos. Los
teóricos, de quienes discrepamos pero respetamos. Las verdaderas
organizaciones de derechos humanos, que aquí tienen el
espacio que les han negado en países con menores dificultades.
Y los politiqueros de los derechos humanos. Me estaba refiriendo
en estos últimos minutos a los politiqueros de los derechos
humanos.
Hablan
de redadas de la Fuerza Pública. Por Dios. En otros países,
para salir del terrorismo, entre la Fuerza Pública y escuadrones
de la muerte eliminaron todos los auxiliares del terrorismo. Grupos
de justicia privada empezaron a hacerlo en Colombia.
¿Qué
ha hecho este Gobierno? Enfrentar con todo el rigor, como lo muestran
las cifras, a los grupos de justicia privada. Y al mismo tiempo,
de la mano de la Constitución y en el marco de los principios
de los derechos humanos, buscar en una acción de aislamiento
de los terroristas que se pueda capturar a todos sus secuaces
y auxiliadores.
Lo
vamos a seguir haciendo como lo hemos hecho: recibiendo información,
convirtiéndola en inteligencia, poniéndola en manos
de los fiscales. Y tan pronto los fiscales le entregan a nuestra
Fuerza Pública órdenes de captura, capturando a
los terroristas.
Da
gusto saber que un altísimo porcentaje de las capturas
ha sido confirmado. Aquí no ha habido redadas como arbitrariamente
lo dicen los politiqueros de los derechos humanos. Aquí
hay una política con una estrategia. Y en uno de sus puntos
esa estrategia ordena aislar a los terroristas, capturando limpiamente
a todos sus auxiliadores.
Y
hablan los politiqueros de derechos humanos de política
social. ¡Por Dios!. Ellos y los terroristas que ellos defienden
han producido el desplome social de la Nación. Cómo
son de desmemoriados. ¿No recordarán la Nación
que nos entregaron el 7 de agosto del año pasado? ¿Nos
van a culpar a nosotros del estado social de Colombia que lo deprimió
y lo postró y lo llevó por el precipicio del terrorismo?
¿Por qué no les preguntaron hace un año,
antes de mi posesión, a los empresarios si querían
invertir para que hubieran recibido un no rotundo? ¿Por
qué no le preguntaron hace un año a los estudiantes
si querían irse definitivamente de Colombia para jamás
regresar y hubieran recibido un sí rotundo? ¿Por
qué no le preguntaron a los obreros si en esas condiciones
de terrorismo ellos avisaban la posibilidad de encontrar empleo
en Colombia y habrían recibido como respuesta un no rotundo?
Este
Gobierno está haciendo un gran esfuerzo para enfrentar
un cuadro clínico de terrorismo: alto déficit fiscal,
alto desempleo, aguda pobreza y alto endeudamiento. Y eso no se
corrige de la noche a la mañana.
Vienen
hablar ahora de que no hay política de Reforma Agraria
y presentan, con su firma y con mentira los politiqueros de los
derechos humanos, los cuadros de concentración de tierra
que se presentaron mucho antes de la llegada de este Gobierno.
Se
ignora que este Gobierno está adelantando una política
de recuperación del campo, uno de cuyos principales elementos
es la derrota del terrorismo e ignoran que aquí se modificó
la legislación de extinción y que esa legislación
nueva nos permitirá avanzar para recuperar tierras mal
habidas.
Estos
profetas del desastre, que no ven luces sino cuando el terrorismo
es campeón, hablan de las restricciones democráticas.
¿Cuales? Colombia tiene la mejor libertad de prensa y de
opinión del mundo entero. Volvamos al Estatuto Antiterrorista.
Que no lo diga yo, lo han dicho bases respetables en el mundo:
el Estatuto Antiterrorista nuestro es muy restringido en comparación
con estatutos antiterroristas de democracias occidentales.
En
Inglaterra, en España, la Policía y la Fuerza Pública
tienen unas funciones para combatir con el terrorismo, unas competencias
para enfrentarlo de las cuales aquí estamos lejos. Proponemos
en el Estatuto Antiterrorista facilidad para que la Fuerza Pública
capture terroristas, facilidad para que la Fuerza Pública
haga allanamientos a fin de esclarecer hechos terroristas, interceptaciones
para liberar a secuestrados del terrorismo, todo con la obligación
de comunicar de inmediato a los fiscales, a la Procuraduría
y con un control político del Congreso, que se impone a
hacerlo por lo menos cada seis meses.
Los
politiqueros del terrorismo ignoran que el propio Presidente de
la República se ha apersonado de que haya seguridad para
los congresistas de la oposición.
Estos
politiqueros de los derechos humanos, estos politiqueros ignoran
que los terroristas justificaron durante años su acción
terrorista porque en Colombia no había elección
popular de alcaldes. Y después de que se aprobó,
ellos han producido los mayores atentados contra la elección
popular de alcaldes.
Hoy
como ayer, mientras el Estado en los pueblos de Colombia defiende
a todos los candidatos los terroristas los intimidan, atentan
contra sus vidas. Sin embargo, hemos avanzado.
Mientras
los politiqueros de los Derechos Humanos calumnian y se valen
de la libertad de prensa de Colombia, esta mañana las autoridades
y la opinión del Huila nos certificaban que hace un año
17 alcaldes de ese departamento no podían atender sus despachos,
hoy 3 mantienen dificultades y uno dudas. Y esto lo desconocen
los politiqueros de los Derechos Humanos.
Desconocen
la disminución del homicidio y desconocen la disminución
de la droga y desconocen la disminución del secuestro y
desconocen que el principal de los Derechos Humanos es devolverle
al pueblo colombiano el derecho a la seguridad.
Pero
estamos acostumbrados. Quiero recordar, señora Ministra
y señores generales, lo que muchos de ustedes conocieron
cuando empecé como Gobernador de mi provincia la tarea
de combatir el terrorismo, inmediatamente aparecieron unas voces
que jamas se habían escuchado. Eran débiles, imperceptibles,
en las épocas del dominio terrorista y cómo se volvieron
de vociferantes cuando empezamos a actuar contra el terrorismo.
Aparecieron
colectivos y abogados, aparecieron bajo uno y otro nombre, voceros
del terrorismo. No atacan a los terroristas sino atacan la voluntad
de aquel gobierno departamental de derrotarlos.
Cuántas
denuncias no propusieron, cuántos inventos no hicieron,
y cómo guardaban silencio cada vez que se atentaba contra
la persona del mandatario regional.
Y
tienen los recursos para publicar libros y mancillar la honra
de nuestros generales y de los colombianos que batallamos contra
el terrorismo, y no tienen vergüenza ni pudor y engañan
a la opinión internacional con libros sin fuentes serias.
Por
eso esto que empiezan ellos a agitar, no nos sorprende. Ya buscaron
hace meses en Londres engañar nuevamente a la opinión
internacional, que los desconoció, para frenar la ayuda
a Colombia.
Se
empezaron a dar cuenta en Europa que aquí hay unos traficantes
de derechos humanos que viven a toda hora pidiendo auxilios de
la Unión Europea y otras entidades, simplemente para sostenerse,
porque han hecho de eso un modus vivendi y porque necesitan esos
recursos para frenar la acción de autoridad del Estado,
que es la manera de frenar la derrota del terrorismo.
Repito,
hay tres críticos, unos críticos teóricos
que respetamos pero no compartimos su tesis de la debilidad. Unas
organizaciones serias de Derechos Humanos, que respetamos y acogemos,
con las cuales mantendremos permanente diálogo para mejorar
lo que hay que mejorar. Y unos traficantes de Derechos Humanos
que se deberían quitar de una vez por todas su careta,
aparecer con sus ideas políticas y dejar esa cobardía
de esconder sus ideas políticas detrás de los Derechos
Humanos.
General
Lesmez: Asume usted el Comando de la Fuerza Aérea para
derrotar el terrorismo. Que los traficantes de los Derechos Humanos
no lo detengan, no lo equivoquen, que toda la Fuerza Aérea
Colombiana le preste a esta gran Nación el servicio de
ayudar a que nos liberemos de una vez por todas de esa pesadilla.
General
Velasco, desde el fondo del corazón una palabra: Gratitud.
General
Lesmez, proceda.
A
todos muchas gracias