PALABRAS
DEL PRESIDENTE URIBE EN HOMENAJE AL MAESTRO CARLO FEDERICI
Bogotá,
1 nov (cne).- La siguiente es la intervención del presidente
de la República, Álvaro Uribe Vélez, con
ocasión del homenaje al maestro italiano Carlo Federici
Casa, a quien el Jefe de Estado le confirió la ciudadanía
colombiana.
Profesor
Federici: Hoy viene usted a prestar juramento como ciudadano colombiano,
a pesar de que, desde hace más de 50 años, es usted
uno de nuestros más ilustres compatriotas.
Un
ciudadano del universo como usted, que decide ser colombiano por
adopción, le presta un gran servicio a su nueva patria
y la afirma en su autoestima.
Déjeme,
Profesor Federici, que, además de Compatriota, lo llame
Maestro.
Maestro
en sus dos acepciones: el que enseña en la escuela primaria,
secundaria o universitaria, como lo ha hecho usted. Maestro, en
el sentido de quien llega al mayor grado de perfección
en un arte, profesión u oficio.
Colombia
tiene en usted a un hombre íntegro e integral. Integro
desde el punto de vista ético y humano; integral, desde
el punto de vista de la ciencia.
¿Qué
lugar ocupa usted entre los sabios europeos que han llegado a
Colombia para visitarnos o para quedarse?
Una
pléyade de hombres ilustres lo reconocen como su Maestro:
en el campo de la lógica formal, de la teoría del
conocimiento, de la filosofía de la ciencia.
Sin
hipérbole, digo que Federici hace parte del debate universal
frente a las más grandes corrientes filosóficas
del siglo XX. Digo que la significación de su presencia
y su legado es de la dimensión de la de personajes como
Mutis y Humboldt, con quienes tiene tanto en común.
Los
tres se integraron a nuestra atmósfera cultural, a través
de la formación de Escuela o tradición ética,
científica y política. En la ética, comparten
un aire de rectitud, tolerancia y justicia y un sentido profundo
de la vida. Los tres han incidido en la formación del carácter
en la infancia y la juventud colombiana.
En
la política tienen un aire libertario, expresado por Humboldt
en su rechazo a la esclavitud; por Mutis en su simpatía
por la soberanía popular; por Federici en su oposición
a la arbitrariedad, representada en el régimen fascista
italiano -que lo tuvo en la cárcel--, o en su rechazo a
la figura del profesor autoritaria.
En
la ciencia, los tres fueron multidisciplinarios. Mutis y Humboldt
compartían un acervo científico en el que la filosofía,
las humanidades, las ciencias naturales y las matemáticas,
hacían parte de un solo cuerpo. También la integralidad
es patente en la figura más descollante del Renacimiento,
Leonardo da Vinci, nombre que lleva el colegio del cual fue rector
Federici durante tantos años.
Federici,
quizá como ningún intelectual en Colombia, ha sido
integral, interdisciplinario. En las matemáticas, la lógica,
la filosofía, la educación, la ética, las
bellas artes, la medicina, la neourofisiología, el amor.
Integral
en el sentido de que el conocimiento hace que sean una --y a la
vez distintas--, la acción como aplicación de conocimiento,
la educación como intercambio de conocimiento, y la investigación
como producción de conocimiento.
Federici
no es simplemente un erudito o un diletante. En todos los campos
habla como un experto. Por eso ha merecido los más altos
reconocimientos por parte de academias, rectorías y decanaturas:
miembro honorario de la Academia de Ciencias exactas y naturales,
premio al mejor educador concedido por el Ministerio de Educación,
Profesor Emérito de la Universidad Nacional, miembro de
la American Society for Cybernetics, doctor Honoris Causa de la
Universidad Nacional y de la Javeriana, fundador de la Escuela
Colombiana de Epistemología.
Como
ninguno, Federici ha sido hombre de escuela, en su acepción
más simple y a la vez más grande: con un tablero,
ojalá de pared doble y continua; con tiza, o mejor, dos
cajas de tizas. Es un maestro capaz de escribir una kilométrica
ecuación matemática que demuestre que la acción
es primero que la necesidad; un maestro que siempre ha encontrado
alumnos deseosos de aprender.
Usted,
Maestro Federici, un ciudadano del mundo y de la ciencia, es desde
hoy, pero lo ha sido siempre, ciudadano de Colombia.
Le
recuerdo a mis compatriotas que usted es el Maestro de toda una
generación de dirigentes nacionales y que a través
de ellos ha participado en nuestra formación como Nación.
Es
muy grande un hombre de quien Antanas Mockus, Alcalde Mayor del
Distrito Capital, haya podido decir, con convicción, estas
palabras: Convocados por un humanista reconocido
los
que creíamos despreciar el humanismo, sin él tal
vez hubiéramos escogido el terrorismo. Si algún
día en Colombia progresa la beligerancia sin trampa, la
radicalidad con honradez, algo así como revolucionarios
sin revolución, estoy seguro, ello se habrá
debido en parte al profesor Federici.
Recibo
con emoción un juramento, Profesor Federici, que lo compromete
a cumplir deberes que ustedes ya ha cumplido fielmente desde hace
más de 50 años.