Discurso del presidente Uribe en congreso avícola

‘HAY QUE BAJAR EL PISO PARA COBRAR IMPUESTO AL PATRIMONIO’

Bogotá, 25 ago. (SNE). - El presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, afirmó que es partidario de reducir el monto a partir del cual se está cobrando el impuesto al patrimonio, pues algunos empresarios lo están fraccionando para eludir el tributo.

La pasada reforma tributaria o ley 863 decidió que el impuesto al patrimonio se cobraría por 3 años (2004, 2006 y 2006) con una tarifa del 0,3 por ciento para capitales mayores a 3.000 millones de pesos. Resulta que para eludir este gravamen, los capitales están siendo partidos.

Las palabras del Presidente fueron las siguientes:

“Me agrada mucho acudir al acto de instalación de un certamen tan importante para la seguridad alimentaria de los colombianos, para la generación de empleo para Colombia. Un certamen tan importante para la construcción de capital social de la Nación.

Las cifras son elocuentes. Acabamos de escucharlas nuevamente del doctor Milcíades Ospina, presidente de la junta directiva de Fenavi. Uno se pregunta: ¿Qué nos habría pasado o qué nos habría podido pasar finalmente, en la totalidad del sector agropecuario y en la agroindustria, si apartir de los años 90, cuando otros subsectores desaparecieron, no se hubiera presentado este crecimiento fuerte y sostenido de la avicultura?

El Gobierno Nacional mira con la mayor simpatía y con el mayor compromiso el sector. Hace tres años, cuando en mi condición de candidato presidencial acudí al evento gremial de ustedes, la gran preocupación era la seguridad. Hoy la noto omitida en el discurso gremial. Pero no la omitan porque la tarea apenas empieza.

Con el sacrifico de las Fuerzas Militares y de Policía, y el respaldo de la ciudadanía, la Patria ha avanzado en aquello de recuperar el imperio institucional. Pero aún la culebra está viva. El trecho que falta es grande.

Cuando me proponía acudir al hotel Tequendama a esta cita con ustedes, estaba en una discusión de tasa de cambio. Y aquí veo al doctor Rafael Mejía López, al doctor Javier Díaz, y creo que tienen la misma preocupación que pasa por mi mente.

Estamos en la disposición de contribuir en todo lo que esté a nuestro alcance para que el Banco de la República logre regresar este proceso revaluacionista y situarnos en una senda de tasa competitiva estable, pero apartir de que sea competitiva. El momento en esa materia es difícil.

Y me abordó un distinguido colombiano y me dijo: ‘Presidente, para que se tranquilice un poquito en el día, le quiero contar lo siguiente: siempre ha existido una gran brecha entre el crecimiento industrial que registra la Andi y el que registra el Dane porque la muestra de la Andi es más pequeña. La muestra del Dane es mucho más amplia.’

Miren ustedes: hoy se batió récord. El Dane informó hoy de un crecimiento industrial en el mes de junio del 11 por ciento. Ya no es cifra del gremio. Es cifra del Dane. Y esas cifras se complementan con otras. Si en la importación de bienes de capital nos referimos exclusivamente a los directamente productivos, se está presentando un crecimiento en el sector industrial ya cercano al 25 por ciento.

Nosotros no estamos contabilizando el crecimiento en vehículos, en transporte. Estamos contabilizando el crecimiento en lo directamente productivo. Yo creo que, si podemos resolver este problema de tasa de cambio, se están dando las condiciones para que el conjunto de la economía colombiana crezca al cinco por ciento o más, que lo requerimos para superar la pobreza y que lo requerimos para poder derrotar este altísimo desempleo que tanto daño ha hecho a la Nación.

Quiero referirme al tema del TLC y al tema tributario. Comparto las preocupaciones de ustedes por el TLC, pero tenemos que aceptar todos que éste no es un acuerdo ideológico. Colombia no lo está buscando por razones ideológicas. Lo estamos buscando por razones de mercado. Nuestro país ha tenido la experiencia de años en los cuales hemos contado con el mercado norteamericano gracias al Atpa, que ahora se llama Atpdea, y la experiencia de los años en los cuales no hemos contado con ese mercado.

Este tema es un tema simplemente de búsqueda de expansión de mercados. Dimos un paso que creo que logró un gran nivel de consenso, que fue el acuerdo de la Comunidad Andina con Mercosur. Hace dos años, cuando empezó este Gobierno, eso no era concebible. El país no estaba mirando allá. Lo que se rumoraba es que eso era imposible porque no podíamos entrar a hacer acuerdos de comercio con un grupo del cual participara Brasil.

Eso se dio más rápido de la cuenta con un nivel de consenso muy superior al que pudo anticiparse. Yo creo que no debemos perder de vista ese suceso de la manera como negociamos Mercosur y de la manera como construimos un alto nivel de consenso en la comunidad colombiana.

Quiero trasladar al TLC con los Estados Unidos el mismo ánimo de búsqueda de consenso que nos guió para la negociación del tratado de la Comunidad Andina con Mercosur.

Con dificultades. Hay dificultades aquí y allá. Esos tratados de comercio son un tema bien complicado en la campaña presidencial de los Estados Unidos. Nuestros hermanos centroamericanos hoy están sufriendo porque lograron firmar el tratado y todavía no ha habido espacio en el Congreso de Estados Unidos para la ratificación. Y se les está aplazando. Y ya algunos advierten que eso será imposible antes de que los Estados Unidos tengan el evento de las elecciones de noviembre.

Entonces, allá hoy están sufriendo porque, después de haber firmado el tratado y haberlo negociado, no ven claro el panorama de la ratificación. Y aquí, sectores con toda justicia como el de ustedes expresa temores por puntos muy específicos del acuerdo.

Primero, lo buscamos, no por razones ideológicas, sino por razones de expansión de mercado. Yo pregunto: cuando uno mira el universo político colombiano, ¿cuál tendencia filosófica del universo político colombiano no buscaría hoy ese tratado? La experiencia del mundo demuestra que, quienes en la oposición y en la crítica se constituyen en los más feroces adversarios de esos tratados, cuando llegan a los gobiernos son los que negocian esos tratados con mayor largueza. Basta ver el curso del socialismo español en esa materia.

Veo, pues, todo lo que es el mapa político de Colombia y me parece que cualquiera de las opciones políticas que llegue al Gobierno, no puede negarse a avanzar hacia ese tratado so pena de causarle un grave daño de ponerle una barrera muy severa a las proyecciones de crecimiento de la economía colombiana.

A mí me preocupa mucho que se nos acabe el Atpdea y que nosotros no tengamos Alca o que no tengamos TLC. No es fácil obtener una prórroga del Atpdea. Sería el escenario ideal contar con un Atpdea asegurado al infinito. Yo recuerdo que, como Presidente electo, visité al Ejecutivo de los Estados Unidos y al Congreso y contribuí para que las gestiones de mi antecesor pudieran avanzar en el Atpdea. Creí que todo había quedado listo cuando Estados Unidos anunció el Atpdea. Ahí fue cuando empezamos a sufrir. Ahí fue que empezamos a padecer. ¿Por qué? Porque apareció la figura de la proclamación del Atpdea y aparecieron los condicionantes. Y no son condicionantes filosóficos. Apareció el condicionante del alimentico para las mascotas, apareció el condicionante de propiedad intelectual en el caso de los medicamentes genéricos, en el caso de los agroquímicos genéricos, y apareció otro con condicionante: el pleito de algunas compañías norteamericanas asociadas a Telecom. Vaya, supere esos condicionantes. Las enormes dificultades que tuvimos.

Recuerdo la memoria del ministro Juan Luis Londoño, con aquella inteligencia y con aquel entusiasmo, procurando expedir el decreto que finalmente se expidió, sobre medicamentos genéricos.

Algún día le dije: ‘Creo, Ministro, que vas por buen camino. Todo el mundo va a quedar bravo contigo, pero vas a seguir la instrucción de Santa Teresa: la equitativa distribución de la inconformidad.’

No quedaron plenamente satisfechos los laboratorios internacionales. Tampoco quedaron satisfechos los nacionales. Sin embargo, ese decreto se expidió hace cerca de dos años como los de agroquímicos genéricos y yo creo que nos ha ido mejor de lo que esperábamos.

Eso para empezar a despejar dudas. Yo sé que el tema es muy difícil, pero si hay un tema sensible, difícil en estos tratados, es el tema de propiedad intelectual. Sin embargo, la experiencia de inicios de este Gobierno para que se proclamara el Atpdea demuestra que eso lo podemos surtir con equidad para bien del país, para bien de estos tratados.

Si estos tratados no son equitativos, no funcionan. No se puede anticipar que tengan vigencias importantes. Yo no puedo decirles a ustedes que todo está resuelto. Seguramente vamos a enfrentar momentos muy difíciles en la negociación. Pero sí quiero contarles cómo hemos superado dificultades y quiero también enviarles un mensaje de optimismo: que todos buscando opciones imaginativas, dentro del criterio de que el tratado obedezca un texto de equidad, lo podemos lograr.

A mí me preocupa mucho lo que está pasando con la Unión Europea. Nos han condenado a los colombianos a una renovación del Sistema General de Preferencias año tras año. Eso es muy complicado. Eso no da certeza. Ahora estamos luchando para que, en las decisiones de octubre, nos prorroguen el Sistema General de Preferencias por 10 años. Y si eso se da, ojalá Dios quiera, esos 10 años los tiene que aprovechar Colombia y la Comunidad Andina para negociar un tratado permanente con la Unión Europea.

Si 10 años con la Unión Europea no son suficientes para que se den muchas inversiones que necesitan períodos superiores a los 10 años, ¿cuánto más las incertidumbres del Atpdea?

Los inversionistas le dicen a uno: ‘Yo tengo una inversión muy grande para hacer en Colombia, pero ustedes tienen asegurado el ingreso al mercado de Estados Unidos apenas por tres años. Yo no puedo hacer esa inversión si no me aseguran un período largo, un tratado estable, sin límites temporales.’

Ahí hay otro problema: la falta de esos tratados genera incertidumbre para que se hagan las inversiones que el país demanda.

Yo confío que salgamos adelante con un tratado equitativo. Lo he dicho en todos los foros, en las reuniones con el Presidente de los Estados Unidos, con las bancadas del Congreso norteamericano: agravar la situación del agro colombiano, no permitir que la agroindustria en Colombia resurja y crezca plenamente, es condenar a Colombia a ser víctima permanente del terrorismo financiado por el narcotráfico. Si nos debilitan el agro y la agroindustria y prospera más el narcotráfico y el terrorismo. Al contrario, la prosperidad del sector agropecuario, de la agroindustria es el complemento necesario para hacer estable en el tiempo la política de Seguridad Democrática.

Ese elemento es un elemento bien importante para que Colombia siga invocando. Y además, es un elemento bien particular de Colombia. No creo que otros interlocutores que recientemente ha tenido los Estados Unidos en tratados como Singapur, Australia, Centroamérica, tengan la misma problemática que alegar que Colombia, en este caso, del terrorismo y del narcotráfico y su relación con el mayor o menor dinamismo del sector agropecuario y de la agroindustria.

El tema específico de los trozos. Yo comparto lo que acaba de decir el doctor Milcíades. No es un problema de competitividad. Es un problema de distorsión de mercado. Quien representa al Ministerio de Agricultura en el proceso de negociación es el doctor Viceministro, el doctor Andrés Arias. Es bien importante que esté en contacto permanente con ustedes, como tiene que estar todo el sector privado colombiano.

A mí me parece que es fundamental que el sector privado de la Patria, así como estuvo en permanente contacto con el equipo negociador en el Tratado CAN – Mercosur, se mantenga en ese contacto en el TLC. Y que busquemos allí todas las opciones.

El año pasado, ustedes ayudaron a transmitirle un mensaje a los Estados Unidos. Algunos de ustedes tuvieron unas reuniones allá con empresarios del sector y con productores de maíz coordinadas por el embajador Moreno. Yo llevé ese mensaje al Congreso de Estados Unidos.

El caso del maíz. El maíz es un producto que afortunadamente se ha venido recuperando en Colombia y, en muy buena parte, gracias a ustedes y al Gobierno del presidente Barco. Cuando aquí le querían extender partida de defunción al maíz, aparecieron nuevas variedades - maíz de ciclo corto de alta productividad - que nos ha permitido avanzar mucho.

Este año, Colombia puede cosechar 170 mil hectáreas de maíz tecnificado con una muy buena productividad. El año pasado fueron alrededor de 120 mil hectáreas. La información que me había dado el Ministerio es que este año debíamos crecer en 30 ó 40 mil hectáreas de maíz tecnificado, sumando ambos. Así y todo, con esa recuperación del maíz, con la perspectiva de nuevas áreas, que al entrar a este recinto, me decía Alfredo que va bien lo de la altillanura. ¿Quién iba a pensar hace unos pocos lustros que la altillanura podía ser un emporio de maíz y de soya? Y lo que se ve haciendo allí es bastante promisorio, ahora me reclamaba la carretera. Eso hay que ir pavimentando de a poquitos. Hay que ir pavimentando la seguridad, hay que ir pavimentando la carretera. Ahí vamos echándole parchecitos de pavimento a todos los líos.

Con todo eso, las proyecciones muestran un país altamente importador de maíz. Y en el TLC, unos de Estados Unidos, proveedores de ese maíz en muy buena parte. Entonces hay que cruzar ese tema con el tema de los trozos de pollo. Tenemos que volver a los productores de maíz de los Estados Unidos aliados de la industria avícola colombiana en la negociación del TLC.

Y yo no creo que el problema lo podamos resolver – y estoy totalmente de acuerdo con el doctor Milcíades – simplemente recetándole un largo período de desgravación al fenómeno. Es que esta es una asimetría indenominada, una asimetría atípica, una asimetría de distorsión de mercado, una asimetría derivada en una distorsión de consumo, en una repugnancia del pueblo americano por consumir unos trozos, que facilita que inunden otros mercados simplemente con un dumping derivado de caprichos de consumo.

Yo pienso, Viceministro, que tenemos que encontrarle soluciones a eso. Yo creo que esta industria, el Gobierno, no podría quedar tranquilo simplemente con un plazo de desgravación porque nada asegura que en ese plazo de desgravación los Estados Unidos corrijan sus hábitos de consumo. De pronto los agudiza.

Entonces, yo los invito a ustedes a que sigan trabajando con el Gobierno a ver cómo encontramos las cláusulas más indicadas, más adecuadas, para resolver ese problema.

TEMA TRIBUTARIO

¿Qué les voy a hablar yo a ustedes del diagnóstico fiscal de la Nación? Nosotros hemos avanzado, pero no suficientemente. El próximo año, el giro que la Nación tiene que hacer para pagar pensiones vale más de 16 billones, cuando lo que le gira a las regiones por transferencias vale 14 billones 600 mil millones, y ahí no estoy incluyendo el pago de pensiones a cargo de municipios, departamentos, de entidades que pagan pensiones autónomamente como Ecopetrol o la antigua Telecom, no estoy incluyendo la parte de pensiones que se paga con cotizaciones, solamente el giro que corresponde al presupuesto nacional. Y eso tiene un crecimiento enorme año tras año.

El déficit actuarial de la Nación representa un 170 del PIB. O sea que si esa deuda se la sumáramos al endeudamiento que se reconoce contablemente, el endeudamiento colombiano no sería del 50, 54 por ciento del PIB, sino del 120, 124 por ciento.

Tenemos muy serias dificultades hasta el año 2028 en materia pensional. Y a eso confluyen otros elementos. De cada 100 pesos del presupuesto nacional, 40 se dedican a servir deuda.

Entonces, uno va a las regiones y le dicen: ‘Presidente, no es suficiente el Plan 2.500, necesitamos más kilómetros de carretera.’ Y va uno a una reunión con economistas en Bogotá y le dicen: ‘El gasto público es muy alto para el año entrante.’

Entramos 170 mil ancianos a un sistema de protección. Para eso hay que crecer el gasto público. Pero la respuesta es: ‘Hay 600 mil ancianos pobres en la Patria.’

Yo me reúno con el doctor Honorio para resolver el problema del Sistema de Transporte Masivo del área metropolitana de Bucaramanga y él me dice: ‘¿Y a dónde dejo la inversión en la Vía Novena?’

Entonces, tenemos unas dificultades fiscales enormes en un país con todas estas deficiencias, con tanta pobreza y con una tasa de desempleo tan alta. Hemos hecho esfuerzos enormes, pero falta. Hemos reformado 142 entidades del Estado. Hemos eliminado 37 entidades del Estado. Empiecen por la liquidación de Telecom, la liquidación del Inurbe, la liquidación de caminos vecinales en este Gobierno. Así llegamos a una cuenta de 37 entidades eliminadas.

Uno registra el déficit, pero tiene que pensar en lo que habría pasado si no se hace esa reforma. ¿Qué le habría pasado a las finanzas nacionales sin la reforma de Telecom? Telecom estaba perdiendo 500 mil millones de pesos al año. ¿Ustedes se imaginan qué le pasaría al Ministro de Hacienda si el Presidente de Telecom acude al Ministerio a decirle: ‘Mi chequecito de 500 mil millones porque yo los necesito para pagar pensiones.’?

El Sena ha pasado en este Gobierno de atender millón cien mil estudiantes a atender este año dos millones 600 mil. Y confiamos que, en el año 2006, el Sena esté atendiendo cuatro millones de estudiantes. Pero no le hemos dado un peso del Presupuesto Nacional. Todo se ha financiado con cotizaciones y con la reforma administrativa interna del Sena.

Ahora, lo que falta es mucho. Esta industria que tiene tanto peso en el departamento de Santander y en el área metropolitana de Bucaramanga tiene que estar familiarizada con la crisis hospitalaria de Santander, que es la crisis hospitalaria del país entero.

Para sumarle a eso otro problemita: el de las 37 clínicas del Seguro Social, todas con un altísimo déficit. Nosotros vamos a seguir ese esfuerzo de la reforma de la administración para racionalizar gastos.

En el frente de los ingresos se han hecho esfuerzos muy grandes. Ustedes pagaron el impuesto a la Seguridad Democrática. El año pasado, el recaudo creció en un 17 por ciento, este año viene creciendo al 22 por ciento. Hicimos, en la primera etapa del Gobierno, reforma pensional, no se hacía una reforma pensional desde el año 93, pero no alcanzamos a corregir todo lo de pensiones.

Hicimos reforma laboral, reforma tributaria y reforma administrativa. Salieron 11 reformas. Intentamos dar un gran paso en reforma fiscal y pensional con el Referendo. Nos faltaron unos voticos.

Logramos aprobar otra reforma tributaria a finales del año pasado con sobretasa de renta y con patrimonio. Tuvimos que revivir con vigencia transitoria el impuesto al patrimonio que es un impuesto bastante controvertido en la academia de la economía.

Esos pasos - todos - han sido buenos, pero insuficientes. Yo he llegado al IVA por descarte, doctor Milcíades, porque, en lo de pensiones, nosotros vamos a reformar ahora, si el Congreso nos aprueba la reforma constitucional, otros elementos de lo que es la estructura de pensiones.

Las pensiones yo las miro como una ecuación. En un lado de la ecuación están los requisitos para pensionarse y en otro lado de la ecuación, los beneficios. En este Gobierno hemos tocado eso. En este Gobierno, anticipamos la fecha de extensión del número de semanas de cotización para pensionarse. Ahora eso se reversó parcialmente por una decisión de la Corte Constitucional, que respeto, pero que cuesta mucho. Eso tiene un valor presente neto de 50 billones, la decisión de la Corte.

Este Gobierno aumentó cotizaciones. Y por el lado de los beneficios de este Gobierno, salvo en la pensión de salario mínimo, que se mantiene como la pensión mínima, en las otras redujo su porcentaje en proporción al salario de los últimos diez años. O sea que la pensión que recibe quien acaba de pensionarse hoy es menor de lo que iba a ser como proporción del salario.

A nosotros, en esa ecuación pensional, no nos quedan muchos puntos para tocar. Vamos a tocar unos puntos en reforma en constitucional.

Impuesto de renta. A mí me parece difícil cuando tenemos una tarifa de 38 y medio, elevarla. Es ya una tarifa internacionalmente muy alta.

Impuesto al patrimonio. A mí me parece que, después de haberlo revivido, si elevamos la tarifa al patrimonio, hacemos un daño enorme de credibilidad. Yo creo que hay que bajar el piso, pero no modificar la tarifa. Hay que bajar el piso porque hay fraccionamientos para eludirlo. Nosotros pusimos el año pasado un piso de tres mil millones de pesos.

Se habla mucho de las exenciones. Esas son unas minas con poco oro. Lo primero que hay que hacer es reconocer las exenciones que este Gobierno ha eliminado. Son muchísimas. Veamos las que este Gobierno ha creado y las que se mantienen.

Voy a decirlo de manera inversa. ¿Cuáles se mantienen? Se mantiene la exención del Banco de la República. Da lo mismo tenerlo exento que tenerlo gravado porque sus utilidades las transfiere al Gobierno. Se mantiene la exención de los dividendos. Yo no soy partidario de volver al esquema de doble tributación. Me parece que uno de los pasos afortunados que ha dado la legislación tributaria de Colombia fue eliminar la doble tributación. El socio que recibe el dividendo pagó el impuesto con la empresa porque a la empresa le liquidan con una tarifa del 38 y medio, impuestos sobre la utilidad antes de repartir dividendos.

Entonces, no es que los dividendos estén exentos como algunos dicen. Es que pagaron el impuesto en la empresa. Yo creo que, si ustedes mismos - los colombianos que están produciendo y generando empleo – me dijeran: ‘Mire, pónganle impuesto a los dividendos que eso no hace daño.’

Yo lo repensaría de inmediato. Uno no puede manejar estos temas con dogma, menos en un país que tiene necesidades enormes de crecimiento y necesidades enormes de financiar lo social. Pero en las circunstancias de hoy, en lo que he escuchado, a mí me parecería un paso en falso muy dañino, imponerle impuesto a los dividendos.

Esta otra exención a los ingresos laborales. Esta tiene toda la justificación social. Este Gobierno ya le mordió un poquito. Cuando este Gobierno empezó, el 30 por ciento inicial de los ingresos laborales estaba exento. Esa exención la rebajamos al 25. A mí me parece desconsiderado con los asalariados de la Patria avanzar más en esa dirección.

Está la exención a las pensiones. Hemos bregado a crear un impuesto a las pensiones altas. No hemos podido. Soy partidario de que, en el proyecto que se está examinando con el Congreso y que muy seguramente lo presentemos la semana entrante, presentemos en las dos semanas que vienen, ojalá la semana entrante, por lo menos aumentemos la contribución de las pensiones altas al fondo de solidaridad.

Nos queda una exención de las viejas, que es a la industria editorial. Seguramente si generalizamos el IVA, la industria editorial tendrá que pagar lo que hoy no lo paga. Tenemos una exención. Este Gobierno la encontró y la ha mantenido. Este Gobierno encontró las cuentas AFC, que han estimulado…esa institución la introdujo el anterior Gobierno. Nosotros la mantuvimos y la prorrogamos en el tiempo porque eso ha ayudado mucho en la construcción.

Hicieron referencia a ayuda en construcción media y media alta. Sí, pero eso genera mucho empleo. Entonces, yo lo interpretaría que ha sido un subsidio al empleo. Creo que es oportuno mirar nuevamente la fecha de vencimiento de esa exención porque es una exención temporal que ha incidido mucho en la recuperación de la construcción en Colombia, en general.

¿Cuáles ha creado este Gobierno? Este Gobierno creó una exención al alcohol carburante, pero no de renta, sino del impuesto global al combustible. Sin eso, no se hacen las inversiones al alcohol carburante en Colombia. Afortunadamente el año entrante vamos a tener la producción del primer millón de litros de alcohol al día. La situación de hidrocarburos del país es difícil y por la declinación de la producción petrolera. Tenemos inmenso temor de que el país tenga que atravesar un túnel petrolero de altísimo costo fiscal. Eso nos obliga a proveernos de alternativas energéticas. Una de ellas, el alcohol carburante. Sin esa exención al impuesto global, es imposible.

Van a empezar cuatro ingenios del Valle del Cauca y el ingenio Risaralda. Y viene el reclamo de la hoya del río Suárez. Ahí estamos trabajando con tres anteproyectos a ver si somos capaces de que allí se produzca alcohol para salvar esa industria cañera, que ha sido muy golpeada por los precios de la panela. Y hay otros reclamos del país, Vegachí, la ladera cundinamarquesa.

La situación de la panela en Nariño y Cauca es alarmante por el precio. Pero también hay otros motivos ahí de halague. En los próximos días empieza un experimento pequeño para destilar 20 mil litros al día en el Llano con yuca. Y se están estudiando proyectos bien importantes en el país para destilar alcohol, no apartir de caña de azúcar sino de yuca. Allí tenemos una perspectiva importante que posibilita eliminarle al alcohol carburante el impuesto global al combustible. Esa es una actividad que, sin esa exención, no se da. Entonces, esa exención no cuesta fiscalmente porque es algo que no tenemos. Es para posibilitar el nacimiento de una industria que necesitamos.

El crecimiento que el país necesita en cultivos de tardío rendimiento no se da sin estímulos tributarios. La otra alternativa sería subsidiarlo. Chile, por ejemplo, invirtió en la primera etapa 150 millones de dólares para subsidiar la reforestación. Aquí no hemos tenido ese dinero. Hemos tenido enormes dificultades para pagar el CIF. Entonces, ¿qué hemos buscado? Como carecemos de caja para pagar subsidios, dar en esas actividades estímulos tributarios. Estamos tratando de avanzar en el Congreso.

Un tratamiento al biodiesel semejante al que obtuvimos para el alcohol carburante a mí me parece una necesidad. Y allí hay una gran posibilidad. Ustedes están cercanos a ese sector. Lo que el país puede hacer en biodiesel, a partir de la palma africana, es muy importante. Y tenemos que anticiparnos, no ser los últimos que entremos en las energías alternativas. Con petróleo a 48 dólares, con futuros de petróleo que ya no se están tranzando a 25 sino a 35 dólares, hay que pensar en estas energías alternativas. Yo, por eso, he defendido nuestra exención de impuesto global de combustible al alcohol carburante, la que ahora se está tramitando al biodiesel. Porque también hay que pensar en grande. El biodiesel abre la posibilidad de que este país no se quede en 170 mil hectáreas de palma, en 230 mil hectáreas de palma. Es una tristeza que, con este desempleo, a uno le digan: ‘Colombia podría tener cinco millones de hectáreas de palma y no tiene sino 170 mil que teníamos hace dos años.’ Y yéndonos muy bien terminamos este año con 230 mil. Eso es muy poquito dadas las necesidades y las posibilidades del país. Y ahora con este panorama tan importante que se abre para el biodiesel.

Introdujimos otra exención a la energía eólica, a la de brisa en La Guajira. Allá instalaron una plantica de 20 mil kilovatios, pero allá hay un potencial para generar energía con un recurso que no cuesta, que es la brisa, de cuatro millones de kilovatios.

Le eliminamos el IVA a los bienes de capital. Un país que necesita crecer es lo mínimo que puede hacer. Yo espero que ustedes hayan podido soportar su crecimiento con alguna ayuda en esa decisión.

El IVA a los bienes de capital lo estamos devolviendo y en las empresas altamente exportadoras simplemente se eliminó. Y se redujo el porcentaje que se le exige a una empresa para hacer considerada altamente exportadora. Antes tenía que exportar el 50, ahora exporta el 30.

Le eliminamos el arancel a los bienes de capital. Es lo mínimo que tenemos que hacer para que esta economía crezca. Y además, los tratados de comercio, eso es de lo que podemos entregar en lo que se llama Categoría A, lo que podemos desgravar de inmediato. Entonces simplemente es un anticipo. Y eso ayuda enormemente al crecimiento del equipamiento productivo.

A uno le preocupa esto: es tan bajita la capacidad instalada productiva en Colombia que uno la ve subutilizada y con dos años de mediano crecimiento de la economía, ya en algunos sectores empieza a ver utilizaciones cercanas al 80 por ciento, lo cual es muy peligroso, lo que indica que hay que crecer instalación de capacidad. Y eso necesita estímulos.

Se discute mucho una deducción del 30 por ciento que aprobamos el año pasado a las inversiones generadoras de renta. Yo la defiendo. Está bien que no se utilicen para especulación, que le pongamos todas las talanqueras. Va a tener una auditoría especial por cada caso que alegue el contribuyente. Tener un país con impuesto al patrimonio, en un país sin subsidios estatales como los que se están dando en otras partes, en un país con un Estado que no tiene condiciones de financiar fondos de capital de riesgos, que todos los empresarios reclaman, especialmente los medianos, este tipo de estímulos son absolutamente necesarios. Yo me pregunto si dentro de pocos días vamos a tener la evaluación. Eso debe ayudar a explicar el crecimiento de la industria en este año. Eso tiene que estar ayudando a explicar el crecimiento de la importación de bienes de capital. Es que es un salto enorme pasar de años de cero crecimiento en bienes de capital, ahora al ocho, al doce y al 25. Lograría uno, en las condiciones financieras de Colombia y de su sector privado, obtener esos saltos que nos van a ayudar y que tendrán que expresarse en el empleo sin hacer estos esfuerzos.

Ahora, yo pienso que el fisco hace un sacrificio transitorio, pero eso se paga con creces. Ese crecimiento se traduce después en más IVA y en más renta. Y eso suma para el impuesto al patrimonio. O sea que el fisco ayuda y después tiene una tasa de retorno de ingresos para el Estado bien, bien importante.

Pero es que además estamos presionados por las economías con las que competimos. En los sectores que Cuba ha abierto al sector privado, por ejemplo, en el sector hotelero, el Gobierno contribuye para la construcción de los edificios y al socio operador le dan un período de exención mientras recupera la inversión. Y todo lo que paga es el 30 por ciento. Aquí hay que empezar por el impuesto de catastro, por el impuesto de industria y comercio, por las cotizaciones de seguridad social, parafiscales, renta y ahora patrimonio. Y súmele a eso el todavía existente impuesto de remesas.

Centroamérica. Algunos de estos países están buscando bajarse a una tasa de renta del 25 a raíz de su tratado con Estados Unidos. Entonces, yo creo que tenemos que hacer un esfuerzo en IVA porque tenemos todavía el 47 por ciento de los bienes y servicios de Colombia, exentos o excluidos de IVA.

En el rango de países en que nos ubican para efectos de mediciones tributarias, aparecemos como el tercero con mayor porcentaje excluido o exento del IVA. Creo que como lo habíamos hecho en el año 2002 era correcto, con una tarifa descendente a medida que nos acercábamos a la canasta familiar. Ese 2 por ciento a nadie le habría hecho daño. El dos por ciento se lo traslada el comercio cualquier mañana al consumidor y el consumidor no se da cuenta.

Yo pienso que una comunidad es más vigilante del tema de los precios cuando tiene que pagar impuestos por el producto que cuando no tiene que pagar. Y creo que en la disciplina de construcción de capital social, la universalización de la contribución con progresividad y con criterio social es un paso necesario.

Miren, nosotros somos conscientes que no nos podemos quedar en 170 mil ancianos subsidiados, ahora estamos bregando a empezar un programa para un restaurante diario de 300 mil ancianos más en Colombia, pero vaya financielo, solamente para que les den una comida. Todo eso implica costo, por eso se ha propuesto que la parte de ese IVA, si la aprueba el Congreso, que corresponde a los sectores populares se devuelva en una inversión de esta naturaleza.

Yo creo que con una tarifa moderada resolvemos muchos problemas fiscales, que si aumentamos la inversión social resolvemos problemas sociales y que no le hacemos daño al consumo, que no le hacemos daño a los sectores productivos que colocan esos bienes de consumo básico. Quisiera en alguna forma despejarle esa preocupación, doctor Milciades.

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