PALABRAS
DEL PRESIDENTE URIBE DURANTE CONDECORACIÓN
AL MAESTRO FERNANDO BOTERO
Bogotá, 5 may (SNE).- A continuación
enviamos las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez
durante el acto de donación de la obra "La Madre
Superiora" del maestro Fernando Botero a la Presidencia
de la República y la condecoración con la "Gran
Orden del Ministerio de Cultura"
Maestro Botero:
Cuenta su gran amigo, el extraordinario escritor
colombiano Álvaro Mutis, que al leer las cartas cruzadas
entre Maximiliano y Carlota -aquellos pobres emperadores que
se embarcaron en la aventura de crear un reino de fantasía
en México-, sentía una ausencia. Estas cartas,
pensaba, no merecen la atención de la historia, ¿por
qué?, ¿qué les falta?
Mutis resumió esa falencia en una palabra: ¡Grandeza!
La grandeza marca la diferencia entre las personas,
los hechos y pensamientos que tienen derecho o no a reclamar
su ingreso en la historia.
Su obra ¡sí que es grande, Maestro
Botero!
En todo. En sus volúmenes, la aparente
distorsión, hay, para seguir repitiendo a Mutis, la "endemoniada
lucidez que registra, con el ojo implacable de un felino en acecho,
la cotidiana y banal existencia de sus semejantes" .
Usted puede atreverse
a reinterpretar a Leonardo, Velázquez o Rubens, sin que nadie se escandalice o se
rompa las vestiduras; porque, en vida, todos reconocen que usted
ya conquistó un sitial para la gloria perenne.
Por eso es natural que
se le invite a todos los sitios más importantes de la
historia y de la cultura del planeta
Usted, Maestro, contagia a Colombia. Su grandeza
nos inspira confianza.
Así como su obra que se inspira en las
gentes, los lugares y los hechos de esta Patria, puede ser admirada
en Jerusalén, Berlín, Lugano o Basilea; así como
García Márquez y Mutis, embelesan al universo con
la lectura de nuestras historias; también los productos
de nuestra agricultura e industria, los servicios de nuestros
esforzados trabajadores y, en fin, nuestra presencia en la economía,
pisará con firmeza en el comercio mundial.
Si Colombia lo tiene a Usted, Colombia tiene
que aspirar a ser grande y en todo.
Hay mucha grandeza en
su generosidad. Las colecciones del Museo Nacional, el Museo
Botero y el Banco de la República,
están hoy entre las más importantes del mundo,
gracias a su generosidad y grandeza.
Pero se está acreditando para seguir
haciendo lo mismo. Algunos representantes de Nariño, avisados
hoy de que tendríamos esta reunión al mediodía,
pidieron una cita de urgencia, me dijeron Presidente, necesitamos
que le diga al maestro Botero que también lo estamos esperando
en Pasto.
Siempre Usted ha querido
que Colombia sea muy rica y que Colombia salga adelante y que
Colombia por su desprendimiento,
se ha convertido en país depositario y guardián
de obras cumbres del arte universal, las suyas las primeras. ¡Gracias,
Maestro!
Se colgará ahora, por su donación,
una serie de cuadros sobre la violencia. El pueblo colombiano,
laborioso y pacífico, ha sido sometido a un largo martirio
por algunos criminales sin escrúpulos. Su obra, que es
testimonio y protesta erguida, dirá al mundo sobre los
sufrimientos que hemos padecido a causa de que no se persiguió con
voluntad y decisión a los agentes de tales desvíos.
Mi único compromiso, Maestro, compromiso del alma, es
perseguir el crimen con toda la decisión hasta que lo
exterminemos de este suelo de la Patria.
Su obra no es aplauso,
justificación,
halago, mimo, caricia y blandenguería con los criminales.
No hay en ella un mensaje que justifique la tertulia y las zalamerías
con los terroristas que accionan el 'carro bomba' o perpetran
los secuestros que allí se pintan.
Su obra sobre la brutalidad
de los violentos, es la exposición de motivos de lo
que tiene que ser el nuevo compromiso de Colombia, la derrota
de la violencia.
Como usted lo sabe, Maestro
Botero, la política
de Seguridad parte de que no existe un tal conflicto político
y social armado, manido concepto que ha deformado completamente
la percepción del mundo sobre Colombia.
Ningún asunto de la política,
de la ciencia, de la participación social, la economía;
ningún debate religioso, el goce de algún derecho,
amerita el uso de la fuerza o la sola amenaza para que la sociedad
colombiana o las autoridades autoricen su disfrute. Los derechos
existen y el Estado es su garante por obligación y por
convicción.
No se
puede persistir en un lenguaje que legitima y hasta aplaude
la muerte y la mutilación de policías
y soldados, detrás del embuste de que, quienes cometen
tales crímenes, son actores de un conflicto armado que
les otorgaría status de combatientes.
Quienes ponen bombas
en los ministerios y en los centros comerciales, ayer no más en Tame, masacran,
riegan minas en los caminos que conducen a las escuelas rurales,
siembran de coca la amazonía y secuestran a los transeúntes
de las carreteras, son expresión de un crimen organizado
que la sociedad en su conjunto debe perseguir y poner a buen
recaudo. El diálogo es entre los sectores de la sociedad
para dirimir los conflictos, no entre la sociedad y su enemigo:
el crimen organizado.
Usted lo ha dicho, Maestro: "llegó el
momento en el que hay obligación moral de dejar un testimonio
sobre un momento tan irracional de nuestra historia".
Es obligación moral de los colombianos
poner fin a esta irracionalidad. El país se ha movilizado
para ello: rodea a la Fuerza Pública, se levanta contra
el secuestro, recupera el tránsito por las carreteras,
tiene presencia policial en todas las cabeceras municipales,
los alcaldes elegidos por el pueblo regresaron a sus oficinas.
Hemos tenido muchas borrascas,
Maestro. Pero, vamos a salir adelante. Su grandeza, el buen
nombre que Usted
le ha dado a Colombia, la defensa en su obra de los principios
fundamentales de la Patria, nos comprometen a no defraudar esta
gran Nación, la suya la nuestra, especialmente la de aquellos
que han de venir.
De nuevo muchas gracias.