Bogotá, 28 oct (SNE). Las siguientes son
las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez durante
el V Foro Iberoamericano, donde anunció que el Gobierno
acepta reunirse con las Farc en una embajada en Bogotá o
en la sede de la Nunciatura Apostólica y siempre y cuando
se cumplan dos requisitos:
Primero, la liberación, por parte del
Gobierno de un grupo de guerrilleros presos que no estén
implicados en delitos atroces y se comprometan a no regresar a
la guerrilla. Y segundo, que la guerrilla haga un gesto de liberar
algunos de los secuestrados que mantiene en su poder.
Cumplidas esas condiciones,
se da un tercer paso, la reunión de voceros del Gobierno y las FARC en una embajada
o en la Nunciatura en Bogotá, durante cinco días
para perfeccionar el acuerdo.
A continuación, la transcripción
del discurso:
“Estamos inmensamente
agradecidos los colombianos, de tenerlos a ustedes en Cartagena,
convocados por
los temas que
acaban de referirnos cuya importancia apreciamos plenamente.
Un motivo inmenso de gratitud.
Lo que no podemos muchos lo han podido ustedes. Hace mucho
tiempo, el maestro Gabriel
García Márquez, no pisaba esta tierra. Nos dan una
inmensa razón de regocijo a los colombianos de haberlo traído
hoy, mantengan este foro en Colombia a ver si lo mantenemos a él
aquí, porque lo necesitamos.
Ustedes llegan a un país sorprendente,
el presidente Belisario y yo somos de una tierra de este país
en donde exageramos algo, pero yo voy a procurar ser un poquito
menos subjetivo; un país sorprendente, con la violencia
que ha tenido Colombia, este país debería vivir amargado
y es un país espontáneo, inmensamente alegre. Aquí tenemos,
ahora hablaba con el señor Ministro de Justicia de España,
allá hay 1848 presos colombianos por narcotráfico,
pero hoy el Gobierno español, acaba de tomar la decisión
de legalizar la estadía en España de alrededor de
200 mil colombianos, convencidos de este pueblo colombiano, este
grupo emigrante tan importante, representa la mayor laboriosidad
del mundo, la mayor transparencia.
Ese problema del narcotráfico no ha dejado
ver al mundo inmensas, inmensas condiciones positivas del pueblo
colombiano como las que hoy ha reconocido el Gobierno Español
con esa legalización de un grupo tan importante de colombianos
que vive en España.
Que se encuentra en un país con inmensas
dificultades, pero con inmenso optimismo. Un país con muchas
carencias, aquí a dos kilómetros de este hotel, tenemos
unos problemas de miseria inmensos, acumulados en los últimos
años por el desplazamiento generado por la violencia, empezando
con mucho esfuerzo unas obras para reivindicar estos sectores y
unos resultados que tardarán por verse.
Encontramos dificultades en
todos los ordenes: Inequidad, desempleo, déficit, pero un país con inmensas
posibilidades, con toda la voluntad de salir adelante y lo que
más falta, es lo que queremos construir, gobernabilidad
no del Gobierno, sino de las instituciones del Estado, que es sinónimo
de confianza de todos los ciudadanos en las instituciones estatales
y en el conjunto comunitario.
Para avanzar en esa dirección, nos hemos
propuesto trabajar en tres grandes ejes: La Seguridad Democrática,
la transparencia y uno tercero, la reactivación económica
y la cohesión social.
¿Por qué nuestra Seguridad la hemos
calificado como democrática? Por razones históricas
y de acepción en el momento.
Razones históricas. América Latina,
recuerda todavía, ingratamente, procesos de seguridad como
aquellos que se dieron en nombre de la seguridad nacional, donde
se utilizaba la seguridad para perseguir al disidente, para suprimir
las libertades, para consolidar dictaduras.
El proceso de seguridad colombiano,
es un proceso que marca la diferencia con lo que es un recorrido
de la doctrina
de la seguridad nacional en América Latina. ¿Y la
excepción democrática ¿por qué? relacionado
con lo primero, porque estamos construyendo una seguridad para
todos, una seguridad, para el más convencido defensor de
las tesis de Gobierno y el más radical opositor a las tesis
de Gobierno.
Seguridad para el líder empresarial y
seguridad para el líder sindical, seguridad para el campesino,
seguridad para el empresario agrícola.
Esa Seguridad Democrática
busca que todo el mundo, independientemente de su manera de
pensar, sienta
un
motivo para reasumir su postura en el colectivo nacional. En
la medida que haya confianza iremos consolidando el colectivo
nacional.
Esa Seguridad Democrática busca, que las
fuerzas institucionales del Estado, procedan como fuerzas de la
constitución y del pueblo, no como el Ejército del
Presidente, del Gobierno de turno, que todos los colombianos sientan
en esas fuerzas institucionales la totalidad de la protección.
Esa Seguridad Democrática necesita sostenibilidad
y la sostenibilidad depende en un estado de opinión, de
la eficacia y de la transparencia.
Nuestras fuerzas institucionales
tienen el reto de ser tan eficaces, como tan transparentes.
Un reto grande,
porque
la diferencia con otros procesos que se dieron en América
Latina, es que aquí tenemos una criminalidad inmensamente
rica. Las guerrillas que hubo en otros países de América
Latina fueron de guerrillas de limosna, sobrevivieron mientras
tuvieron apoyo financiero internacional. El siete de agosto del
año 2002, Colombia tenía aproximadamente 50 mil terroristas,
con 146 mil hectáreas de droga a su disposición.
Esa combinación del poderío criminal y de semejante
financiación, dificulta mucho la tarea, pero más
grande el reto.
Nosotros estamos convencidos
que en la medida que logremos esa combinación de eficacia y de transparencia,
se consolida el apoyo y la convicción de los colombianos
al sendero de la Seguridad Democrática y hay una razón
drástica para nuestro compromiso con los Derechos Humanos,
cuando se logra superar al terrorismo con violación de Derechos
Humanos, se afecta muchísimo, se alarga muchísimo
el proceso de reconciliación. Al contrario, cuando se logra
superar el terrorismo, con total respeto a los Derechos Humanos,
se facilita el proceso de reconciliación de todos los ciudadanos.
¿Por qué hemos definido estos grupos
como grupos terroristas? Por muchas razones. Las insurgencias de
América Latina, generalmente enfrentaron dictaduras que
le dieron alguna justificación a sus causas y enarbolaron
banderas de justicia social. En nuestro caso hemos venido profundizando
la democracia, pasando de una democracia retórica a una
democracia más real y más eficaz y el proceso de
crecimiento de la violencia, lo que ha hecho es afectar el tejido
social de la Nación.
Las elecciones regionales de
2003, hace un año,
demostraron porque denominamos este proceso de seguridad un proceso
democrático. Esas elecciones regionales, le dieron plenas
garantías a candidatos provenientes de partidos de oposición,
de partidos alternativos a los tradicionales, de partidos provenientes
de antiguas guerrillas, aquí generalmente nos dejaban avanzar
hasta cierto punto y cuando los veían en posibilidades de
ganar los mataban.
La Seguridad Democrática ha dado protecciones
y eficacia. Hemos pasado de la protección retórica
a la protección efectiva.
Queremos un país seguro, sin exclusiones,
pero sin modelos políticos de odio, pluralista, en debate
permanente, pero debate con posibilidades de reconciliación.
Los modelos políticos de exclusión o los modelos
políticos de odio, producen el mismo resultado, generan
unos antagonismos insuperables que impiden la creación de
opciones de síntesis.
Nosotros no queremos ni la exclusión ni
el modelo político de odio. Nuestro compromiso es con el
pluralismo, pero en la senda de la fraternidad para buscar siempre,
en cada contradicción, una síntesis que le ayude
a la Nación.
Hemos hecho un gran esfuerzo
para avanzar en todos los indicadores. Por ejemplo, no les
voy a contar tanto en
cifras relativas como absolutas, para ver la dimensión del
problema. En el año 2002, en Colombia fueron asesinadas
28 mil 837 personas. En el Gobierno nos pusimos contentos porque
en el año 2003 redujimos en un 20 por ciento, pero fueron
asesinados 22 mil 900.
Esta noche compartí unas cifras con el
señor Ministro de Justicia de España. Frente a los
28 mil 800 asesinatos del 2002, este año vamos por 16 mil
500. No veo un descenso importante, pero todavía una cifra
absoluta inmensa. Él se horrorizaba al ver esta cifra.
La tarea tiene que ser una tarea
de mucha perseverancia, de alimentar la voluntad de las instituciones
y el apoyo del
pueblo colombiano con estas metas parciales, pero con la convicción
de que las cifras son no oponibles al derecho a la vida. El esfuerzo
tiene que ser hasta erradicar totalmente el asesinato de Colombia.
En materia de secuestro. En
el año 2002
hubo 2986 secuestros, en el año 2003 tuvimos un 27 por ciento
menos, a esta fecha en el 2003, llevábamos 1280 secuestros
extorsivos, este año llevamos 542, un 58 por ciento menos,
pero necesitamos no solamente demostrar voluntad de derrotar el
secuestro sino resultados mucho más contundentes, muy superiores.
Nos hemos preocupado inmensamente por escoger unos indicadores
que acrediten nuestra voluntad democrática. Por ejemplo: la protección de
sindicalistas. Hemos pasado de 184 que asesinaban por año, el año
pasado 54, este año, a 30 de septiembre habían asesinado 28,
no todos por razones sindicalistas. Uno quisiera poderle decir al mundo y
a un foro tan importante como el que ustedes integran, cero asesinatos de
sindicalistas. No hemos podido lograr esa meta, pero estamos empeñados
en que tengan protección total y lo más importante: hemos avanzado
muchísimo en la lucha contra la impunidad.
No solamente hay resultados en el descenso de estos asesinatos, sino en el
esclarecimiento de casos y en el apresamiento de los asesinos.
El Magisterio: otro sector de
gran importancia para la lucha democrática. Estaban asesinando 80 maestros.
Este año hay 24, la meta también es llegar a cero
maestros asesinados.
Los periodistas: en Colombia
luchamos durante un siglo, por la libertad de prensa reconocida
por el Estado y
la habíamos perdido a manos de los terroristas. Todavía
este año nos han asesinado 3 periodistas, el objetivo es
cero.
Una de las aspiraciones de este
gobierno es poder derrotar el terrorismo, sin afectar una sola
de las libertades
públicas. Que los medios de comunicación puedan ver
un gobierno con toda la voluntad y toda la iniciativa, toda la
agresividad para derrotar el terrorismo, pero todo el respeto a
las libertades públicas.
El segundo elemento para recuperar
esa confianza, base fundamental de la gobernabilidad, es la
transparencia. Hemos
hecho esfuerzos importantes: legales, de concertación, con
comunidades, con sector público de todos los niveles, etcétera.
Todavía insuficientes.
No hemos logrado mejorar la
percepción
de transparencia, sustancialmente. Hay tenemos un atrasado en
resultados, pero toda la voluntad para conseguirlos.
Por ejemplo, hoy, antes de vender
formalmente los pliegos de una licitación en Colombia, hay una etapa
de prepliego, y se publica ampliamente para que la comunidad pueda
discutir ese prepliego. Se exige la instancia de discusión
comunitaria antes de la publicación definitiva.
Se ha exigido que los contratos
públicos
se discutan y se adjudiquen en audiencia pública. Hace pocos
días se televisó una audiencia, de un contrato de
400 millones de dólares. La construcción de la doble
calzada Bogotá – Girardot. Un bello debate que en
la última etapa tuvo seis horas a través de la televisión.
Hemos procurado que todo contrato
del Estado tenga veeduría comunitaria. Estamos modificando las leyes
en esa dirección. Yo creo más en el control comunitario,
en el control de opinión, que es el elemento diferencial
del Estado de Derecho en nuestra época, que en los mismos
controles jurisdiccionales, para efecto de derrotar la corrupción.
Y nos hemos propuesto incorporar un factor de conciencia, un factor
de comportamiento.
La tarea que emprendimos hace
dos semanas, y que la sostendremos 12 meses intensamente, es
pedir a todos
los
funcionarios públicos y a los líderes del sector
privado, que demos ejemplo en materia de erradicación de
la corrupción. De lo contrario, nada servirá.
Hoy ustedes pueden ver en Internet
todos los contratos del Estado, los gastos, las compras de
la Presidencia
de la República. Todos esos esfuerzos facilitan el control
de opinión. Pero si a eso no le sumamos una férrea
voluntad de dar ejemplo, los resultados de lo hecho serán
nulatorios.
El otro tema es el de la reactivación
económica y la reactivación social.
Para la reactivación económica
nos hemos propuesto estabilidad macroeconómica, estabilidad
en las reglas de juego.
La estabilidad macroeconómica exige mejorar
los indicadores. El endeudamiento colombiano se subió en
un lapso de 10 años del 24 por ciento del PIB al 54. El
déficit del uno y medio al 5 por ciento, nosotros lo encontramos
en el 4,2. De cada 100 dólares de presupuesto, el servicio
de deuda estaba demandando 40. Entre el año 1994 y el año
2000, el desempleo de jefes de hogar pasó del 4 por ciento
al 10 por ciento, y el desempleo general del 7 y medio a casi el
20 por ciento.
Se había caído la inversión
privada. Ahí hay un paréntesis para decir que el
problema de la inequidad en Colombia no es un problema de empresa
privada, sino de falta de empresa privada. Ustedes salen a las
calles de Cartagena, le preguntan a alguien que trabaja en un hotel
de estos por su salario, sus prestaciones, su seguridad social,
ahí hay un empleo calificado, digno, respetable. Le hacen
la misma indagación a alguien que vende en la calle, y lo
encuentran sin prestaciones, sin un ingreso igual al mínimo
legal, lo encuentran sin seguridad social. La desaceleración
de la economía colombiana, en décadas, en parte a
consecuencia de la violencia, produjo una desaceleración
traumática de la inversión privada, y eso llevó a
que la opción que encontrara nuestro pueblo fuera la opción
de una informalidad equivalente a miseria.
Hemos hecho varios esfuerzos
y hemos aumentado tributos, pero también estamos expandiendo base. Nos hace
falta avanzar muchísimo más. En este momento libramos
una batalla teórica y política. Colombia ha aumentado
la tasa de renta, ha creado el impuesto al patrimonio, hemos llegado
a unos niveles donde no podemos afectar más a los contribuyentes
tradicionales. Simultáneamente, hemos introducido unos estímulos
vinculados al crecimiento de la inversión. Para citarles
uno de ellos: en diciembre del año pasado aprobamos una
deducción del 30 por ciento a las inversiones generadoras
de renta. La tesis ha sido, impuestos altos para quienes no quieran
crecer, estímulos para quienes quieran crecer. Yo no creo
en la tesis de devolverle plata a los contribuyentes ricos. Las
experiencias que ha tenido el mundo en muchos países, en
períodos recientes, demuestran que eso no garantiza crecimiento
de la inversión. Pero los estímulos bien orientados,
condicionados, sí garantizan crecimiento de la inversión.
Estamos jugando a esto.
Hemos hecho una profunda reforma
en el Estado, que empieza con ejemplos. La Presidencia de la
República
tiene una disminución de gastos del 30 por ciento. Hemos
reformado 142 empresas del Estado. Con dos que se están
liquidando hoy, liquidamos 38. Nuestra idea es, desburocratizar
y desclientelizar el Estado, para que el Estado pueda invertir
más en el tema social, en todo lo que se requiere para la
productividad, para la competitividad. Pero hemos puesto el buen
cuidado, en función de la cohesión social y política,
de no mantenernos en una ola privatizadora a ultranza, que tanto
daño ha hecho en América Latina. Por ejemplo, la
empresa de teléfonos del Estado estaba perdiendo 170 millones
de dólares al año, la recomendación era privatizar.
Dijimos ¿para qué? El sector privado tiene suficiente
espacio para participar en comunicaciones en Colombia. Preservémosla
a favor de las comunidades remotas. Preservémosla para defender
al país de los fracasos del mercado. La reformamos profundamente,
con mucha dificultad política. Este año se gana más
de 300 millones de dólares.
Hemos buscado que en lugar de
la privatización
a ultranza, se imponga la sostenibilidad del Estado, la eficiencia
del Estado y el compromiso del Estado, no con elites sindicales,
con elites burocráticas, con elites politiqueras, sino con
la comunidad. Nos falta muchísimo.
Hoy hemos dado el paso en las
empresas estatales de televisión. No vamos a eliminar la televisión
pública, la vamos a fortalecer. ¿Cuál es la
paradoja? Que uno no la puede fortalecer, cuando los entes que
la manejan son entes burocratizados y derrochadores de dinero y
destructores de valor. Vamos a tener un ente a semejanza de la
empresa de teléfonos, eficiente, con prudencia en las cargas
laborales, con mucha en la mayoría de las labores, mercerizadas,
dándole espacio a cooperativas y asociaciones de antiguos
trabajadores para que participen allí, para garantizar su
sostenibilidad, su competitividad.
Por supuesto esta reforma al
Estado, para ver sus resultados, hay que desagregar el Estado,
porque hemos tenido
que hacer un enorme esfuerzo en materia de seguridad, que ha
sido muy costoso. Un país devorado por guerrillas y por
paramilitares tiene que escoger el camino institucional. Y eso
cuesta.
Tenemos áreas de inmensos desafíos
para continuar esa reforma del Estado. Por ejemplo en la red pública
hospitalaria. En las clínicas del Seguro Social, donde apenas
estamos empezando a intervenir.
Hemos podido salvar 141 hospitales
del Estado. Pero ahora tenemos que hacer una gran inversión de salvamento
en 147 hospitales del Estado. Está programado hacerlo entre
este mes de octubre y marzo del año entrante.
Así y todo, cuando terminemos esta etapa
todavía nos quedará faltando el 55 por ciento de
la red pública estatal para reformarla en dirección
a su sostenibilidad. Se ha hecho una tarea, pero la tarea que falta
es inmensa.
En ese tema de la reactivación económica
hay puntos muy importantes, como el de la negociación del
Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos.
Creo que es fundamental en las
comunidades latinoamericanas desideologizar estos pasos. Creo
que no pueden
ser pasos que se
conviertan en motivos ideológicos de un agrio debate político.
La aproximación nuestra proviene de la
convicción de que necesitamos mercados. Mucha gente le dice
a uno: bueno, pero para qué buscar esos mercados si tenemos
un 60 por ciento de pobreza. Una sociedad con este nivel de exclusión
lo que tiene que hacer es incluir a los ciudadanos y expandir por
esa vía la demanda y garantizar por esa vía el crecimiento
de la economía.
Eso no se puede segmentar de
esa manera. La convicción
nuestra es que hay que trabajar en el frente externo como un factor
que ayude a reactivar el interno y a superar la exclusión
en el interno.
Es bien importante una pedagogía en América
Latina para aproximarse con un criterio pragmático a estos
tratados.
Se nos decía al principio del Gobierno: ¿Por
qué le van a dar la espalda política a los países
de Suramérica? Nosotros tomamos la decisión de hacer
el tratado de la Comunidad Andina con Mercosur. Está hecho.
Lo que ha consolidado mucho las relaciones políticas de
la Comunidad Andina, de Colombia, con el resto de Suramérica.
Estamos negociando el tratado
con los Estados Unidos. Lo que queremos es un tratado con equidad.
Nosotros no
vemos valor distinto a la equidad. Necesaria, esencial, para legitimar
la integración de las economías.
Y tenemos que avanzar hacia
todos los mercados. Hacia el mercado chino. Mi preocupación es que los centroamericanos
están haciendo tratados con los Estados Unidos y nosotros
no tenemos tratados con los centroamericanos.
Creo que hemos venido superando
dificultades para avanzar en la internacionalización de la economía,
pero con criterios de equidad. Hay temas allí muy delicados:
el de la pequeña empresa, el del sector agrícola.
Este país destruyó en diez años 800 mil hectáreas
de agricultura lícita. Hemos logrado recuperar 200 mil.
Le falta muchísimo.
A pesar de que hemos sufrido
el fenómeno
de urbanismo del mundo entero, todavía tenemos 11 millones
de colombianos que viven en el campo. Cifra que en términos
absolutos crece cada año. Y muchas poblaciones en el censo
figuran como poblaciones urbanas. Pero sin simplemente dormitorios
urbanos de una ciudadanía que trabaja en el campo.
Si aquí se debilita la agricultura, prospera
el narcotráfico y el terrorismo.
Entonces tenemos que poner inmenso
cuidado con el tema agrícola y con el tema de la pequeña empresa.
A propósito de la cual hemos hecho una gran concertación
con la banca colombiana, aportando el Estado el Fondo de Garantías.
El 30 de julio de 2002, la cartera
a favor de los microempresarios ascendía a 707 mil millones. A 30 de
agosto de este año está en billón 524 mil
millones.
Hemos dicho: el sector financiero
tiene que granjearse el cariño de la gente. No puede ser el malo del paseo. Eso
no le ayuda a las sociedades democráticas.
Y hemos logrado avanzar mucho
con el Fondo de Garantías, el sector financiero, fundaciones
del sector privado, apoyo de gobernadores y alcaldes, para
poder lograr
esos resultados en cartera.
Por supuesto, uno ve esos resultados
en la oficina y se entusiasma. Un millón 300 mil microempresarios colombianos
han recibido crédito en estos dos años. Más
que se duplicó el saldo de cartera.
Pero a los foros solamente acuden
los que no han recibido el crédito. Entonces me dice a mí el
Ministro de Comercio: ¿Por qué vinieron tan bravos?
Y le digo: Ministro, porque nosotros en la oficina vemos las cifras
de aquellos a quienes ya les resolvimos el problema. A estos foros
vienen aquellos a quienes no les hemos resuelto el problema.
Hemos forzado un sistema de
gobierno que esté en
permanente contacto con la gente. Creo que eso es fundamental
para dar credibilidad. Y hay que manejar ese Estado de cara al
pueblo,
con compromiso pero sin promesas y sin demagogia.
Y es bueno porque nos exige
mucho. Un Gobierno que permanentemente le tiene que dar la
cara a la ciudadanía,
es un Gobierno muy exigido por la ciudadanía.
Jocosamente le he dicho a mis
compañeros
de Gobierno: no hay que creer tanto en el power point. Si uno se
queda en las oficinas públicas viendo los resultados de
power point, se engolosina. Y mientras uno se engolosina en la
oficina, el pueblo se rebela afuera. Más que estar atento
al power point, hay que estar atento al power people.
El contacto con la gente, los
gobiernos entregados a la gente, los gobiernos dedicados a
la gente, los gobiernos
a toda hora en la calle con la ciudadanía, son los gobiernos
que pueden cumplir la tarea de construir gobernabilidad popular,
confianza en las instituciones.
En esta tarea de construir confianza,
hemos puesto mucho cuidado a los contenciosos con el sector
privado.
Con los
inversionistas internacionales. Contenciosos en concesiones de
carreteras, en concesiones de ferrocarriles, en concesiones de
aeropuertos, en contratos de asociación en el sector de
las telecomunicaciones.
¿Qué hemos dicho? Un país
donde una inversión privada se convierte en un pleito, es
un país que anula sus posibilidades de inversión
y de crecimiento.
Entonces hemos dicho abiertamente:
la decisión
del Gobierno es resolver estos pleitos, conciliarlos. Y a fe que
hemos conciliado ya muchos. Eso nos ha facilitado un mejor ambiente
de inversión en España, de españoles acá,
un mejor ambiente de los norteamericanos, nos ha facilitado avanzar
en el TLC, etcétera.
Lo hemos hecho sobre tres bases.
Primero: conciliaciones con total ajuste al ordenamiento jurídico.
Segundo: con equidad en las prestaciones conmutativas. Y tercero:
con transparencia.
La base de la transparencia es que la gente conozca estas transacciones.
Cuando le proponía a los asociados de
la empresa de Telecomunicaciones que, para resolver esos pleitos,
antes de firmar el acuerdo teníamos que publicar el acuerdo
para que la gente lo conociera, les extrañaba mucho.
Y un día les pregunté: ¿ustedes
qué prefieren: un acuerdo firme con respaldo y tranquilidad
de opinión o un acuerdo ahí medio clandestino ante
la gente, y que apenas lo empiece a leer el público todo
el mundo se llene suspicacia frente a ese acuerdo?
Y ha sido muy bueno para la
tranquilidad ciudadana y para la estabilidad de esos acuerdos,
hacerlos de cara al público.
En la política de cohesión social,
la hemos encabezado con la Revolución Educativa. En esa
Revolución Educativa estamos trabajando el tema de la cobertura,
de la calidad, de la pertinencia, de la capacitación técnica,
del estímulo a la investigación.
En todos ellos hay unas líneas transversales,
que son la línea de las competencias laborales y la línea
de las competencias ciudadanas.
En la línea de las competencias laborales,
por ejemplo, está el Servicio Nacional de Aprendizaje. Es
un instituto fundamentalmente de capacitación vocacional.
Estatal. Lo hemos reformado. Lo hemos desclientelizado. Se lo arrebatamos
a la burocracia.
En el año 2002 formaba un millón
100 mil colombianos. Este año forma 2 millones 600 mil colombianos.
Ha pasado de 5 millones de horas de instrucción al año
a 10 millones.
Y allí hemos empezado la reforma del estímulo
a las competencias laborales. Hace pocos días discutía
con unos estudiantes de ese instituto cerca de Bogotá. Me
decían: Presidente, muy bien el crecimiento. Pero es que
todos nosotros queremos ser tecnólogos en administración
y ustedes nos están obligando a empezar con el aprendizaje
de un oficio básico.
Dije: nada ganamos con formarlos
tecnólogos
en administración si no saben oficios. Se van a quedar desempleados.
El hombre y la mujer colombianos tenemos que prepararnos para trabajar
y estudiar toda la vida. Hoy no se puede hacer lo uno sin lo otro.
Empiecen por un oficio básico. El aprendizaje de ese oficio
básico les acumula créditos para graduarse después
de técnicos. Estos créditos les acumulan para graduarse
de tecnólogos, después para adquirir el título
de educación superior, etcétera.
Hemos avanzado mucho en la acreditación
de los programas universitarios. Acabamos de practicar la primera
prueba para seleccionar los mejores egresados de 27 programas universitarios.
Y el año entrante aspiramos ya a evaluar los egresados de
todos los programas universitarios del país.
Por ejemplo en primaria y secundaria
hemos avanzado en 750 mil cupos escolares. Necesitamos llegar
en este
Gobierno
a millón y medio. La meta es muy dura.
Se ha hecho un gran esfuerzo
en productividad de maestros. Vamos ya alcanzado 30 estudiantes
por maestro. Pero
ahora tenemos que hacer una inyección de recursos. En las
circunstancias deficitarias de la Nación, es bastante difícil.
Y estamos evaluando maestros.
Ahora necesitamos que entren 60 mil maestros al Estado. Tenemos
una dificultad con
el magisterio porque la decisión ha sido: entran, pero con
el nuevo régimen laboral. El régimen de la sostenibilidad.
Y entran a través de concurso, sin recomendación
política, a través de meritocracia.
Confiamos poder avanzar en todos
estos frentes de educación, tema tan importante en la convocatoria de
ustedes a esta nueva versión del Foro.
Procesos de paz. Nuestra política
de seguridad no los excluye.
Con el tema Autodefensas. Lo que propusimos en
la candidatura presidencial fue lo mismo para todo el mundo: procesos
de paz a partir de cese de hostilidades.
¿Por qué? Por razones prácticas
y teóricas. Un país que le pide a la Unión
Europea, a los países vecinos, a todo el mundo, que declare
estos grupos terroristas, y que los consideramos terroristas, no
puede sin cese de hostilidades entrar a dialogar con ellos.
Además muchos de ellos han utilizado la
generosidad de los gobiernos en Colombia no para construir la paz
sino para aplicar lo que aprendieron de Maquiavelo en la interpretación
Marx: aprovechar la generosidad del enemigo para avanzar y derrotarlo.
Nosotros creemos que es importante
avanzar a partir del cese de hostilidades. Hemos tomado allí en alguna
forma la figura de Irlanda: cese de hostilidades como condición
para el diálogo, sin exigir el desarme, sin exigir la desmovilización,
que pueden ser los puertos de llegada de ese proceso de reconciliación.
Pusimos en marcha ese proceso
con las Autodefensas. Venía cuando el Gobierno llegó un proceso de exploración
a través de la Iglesia. El Gobierno lo continuó.
La Iglesia nos dijo: estos señores aceptan, parte de ellos,
no todos, aceptan el cese de hostilidades.
En ese momento el Gobierno aceptó dialogar
con ellos. El proceso ha sido difícil, está sometido
a fechas, tiene que haber una desmovilización total en diciembre
de 2005, tiene que haber una desmovilizaciones parciales, que está conviniendo
con ellos el Alto Comisionado de Paz.
Hasta la fecha, en materia de
homicidios imputables a estos grupos ha habido una reducción del 67 por ciento
(de diciembre de 2002 a septiembre de 2004). En masacres ha habido
una disminución del 83 por ciento (en el mismo período).
Pero el cese de hostilidades tiene que ser total.
El Gobierno, en la idea de que
el país
no puede estar a merced de la guerrilla ni se puede proteger a
través de los paramilitares, sino que se tiene que recuperar
el imperio de las instituciones, incrementó los operativos
sobre todos estos grupos.
Las capturas de estos grupos
paramilitares han pasado de 1.892 por año a 7.576. Los
abatidos han pasado de 272 a 896.
El ELN. Así como había un proceso
de exploración de la Iglesia con los paramilitares, había
un proceso de exploración de Cuba con el ELN. El Gobierno
lo continuó infructuosamente. No hemos podido que avance.
Aquí hay un grupo de distinguidos colombianos que ha trabajado
mucho el proceso con el ELN infructuosamente. Un grupo de países
que lo han hecho.
Nosotros recientemente dimos
otro paso con México. ¿En
qué consistió? Yo me había reunido con integrante
del ELN después de que salió de la cárcel
y le dije: ¿por qué no aceptan el cese de hostilidades?
Dijo: porque en cese de hostilidades el Gobierno nos mata. Dijimos:
el Gobierno es transparente. En cese de hostilidades se les respeta
con la misma voluntad con que se les ha combatido mientras no estén
en cese de hostilidades.
Entonces empezamos a construir
las garantías
para el cese de hostilidades. Mientras haya cese de hostilidades,
no hay ofensiva militar.
Y apareció en México una necesidad:
el garante. Le pedimos al presidente Fox que México asumiera
el papel de garante. Y lo asumió. Ha hecho un gran esfuerzo.
Creo que el Gobierno colombiano
no ha obstaculizado, sino que ha estimulado ese trabajo de
México, hasta el
momento infructuosamente.
Mi percepción es que
el ELN le teme a las Farc y no se atreve a dar pasos en favor
de la paz por
miedo
a las Farc.
Las Farc. El acuerdo humanitario
para liberar un grupo de colombianos que está secuestrado. Como candidato
y en las primeras semanas de gobierno siempre dije: no hay acuerdo
de canje, mientras no haya iniciación de un proceso de paz,
que tiene que empezar con cese de hostilidades.
Vinieron unas reuniones con
el Presidente de Francia (la ex candidata Ingrid Betancur,
ex candidata a la Presidencia
secuestrada por las Farc, es también ciudadana francesa),
con el Canciller de Francia, con el Secretario General de Naciones
Unidas, con los familiares de las víctimas.
Y el Gobierno aceptó variar la posición.
Aceptó separar el acuerdo humanitario de un eventual proceso
de paz, sobre unas condiciones a las que me voy a referir.
Eso ha tenido alguna evolución. Diría
que hoy, para no llevarlos exhaustivamente a lo largo de cada una
de las etapas de este proceso, el Gobierno tiene tres puntos, que
considera inamovibles, esenciales:
Primer punto: no puede haber
zona desmilitarizada. Desmilitarizar zonas es darle un factor
de desmotivación
a la Fuerza Pública. En el pasado Colombia experimentó esos
factores de desmotivación. Colombia no tiene Fuerza Pública
golpista. Pero cuando a la Fuerza Pública se le desmotiva
hace operación tortuga. Y un Gobierno que ha ganado un nivel
de gobernabilidad sobre la Fuerza Pública, no puede desmotivarla.
Porque para recuperar el imperio
de las instituciones, en un país que no lo vamos a pacificar con paramilitares,
ni se lo vamos a entregar a la guerrilla, hay que tener la Fuerza
Pública tonificada. Por eso el Gobierno quiere ser muy cuidadoso
en estos pasos para no desmotivar la Fuerza Pública.
Segundo tema inamovible: los
guerrilleros que lleguemos a liberar de las cárceles no pueden volver a delinquir.
Nosotros, como una muestra con nuestro compromiso con los derechos
humanos, en un programa dirigido por el señor Vicepresidente
de la República, demócrata consumado, se destruyeron
las minas antipersonales que conservaba el Gobierno. Se destruyeron
el pasado domingo.
Este año hemos tenido 554 víctimas
de minas antipersonales. Y el 85 por ciento de ellas integrantes
de la Fuerza Pública. Minas antipersonales todas sembradas
por estos terroristas.
Entonces la Fuerza Pública colombiana,
haciendo un inmenso esfuerzo por devolverle a este país
la seguridad, nosotros no podemos liberar unos guerrilleros de
las cárceles para que vuelvan a delinquir.
Primero el Gobierno exigió que los que
se lleguen a liberar de las cárceles tienen que irse a un
país afuera. El Gobierno de Francia dijo: yo los recibo.
Y que ese país debe asumir la responsabilidad de vigilarlos
para que no se reintegren a la acción armada.
Hemos ofrecido una opción: que se vayan
al extranjero o que se reinserten acá. Aquí tenemos
un programa de reinserción muy generoso. Cuando se reinsertó el
M-19, se reinsertaron 700 guerrilleros. Cuando se reinsertó el
EPL, se reinsertaron 1.200.
Sumen eso y hagan esta comparación: en
este Gobierno se han reinsertado 6.700 integrantes de grupos violentos.
Paradójicamente el 60 por ciento de Farc. El otro 40 por
ciento se lo reparten entre Autodefensas y ELN.
La reinserción avanza generosamente. Hace
poco asistí, en Ciudad Bolívar de Bogotá,
a la graduación en un curso de competencias laborales de
800 reinsertados. Daba gusto percibir ese estado de ánimo.
Ese cambio de orientación en la vida.
Entonces hemos dicho: bueno,
aquí hay
un proceso de reinserción generoso. Los que lleguen a salir
de la cárcel, si no se quieren ir al extranjero, que se
sometan a ese proceso de reinserción.
Y el tercer factor inamovible
es que no podemos liberar de las cárceles sino a los que estén allí por
los delitos políticos elementales. No a los que tengan conexidad
con delitos atroces. En eso hay que ser muy cuidadoso.
En Colombia ha habido una equivocada
tendencia académica. La tendencia de considerar que el delito de la
guerrilla, por atroz que sea, siempre es político. Y que
el delito de los paramilitares siempre es común.
Me puse a indagar por qué. Y se decía:
no, es que la guerrilla está contra el orden establecido.
Le daban un título de nobleza a ese delito por estar contra
el orden establecido.
Y entonces se tenía toda la inclinación a indultar y amnistiar
el delito de la guerrilla, y el de los paramilitares se ha considerado crimen
común, simplemente porque se estima que ellos están en defensa
del orden establecido.
Finalmente el impacto frente
a la comunidad es igualmente dañino. El Gobierno le ha pedido al Congreso
y al país superar esa diferencia. La decisión nuestra
es darle el mismo tratamiento al delito atroz de la guerrilla que
al delito atroz de los paramilitares. Si hay procesos de paz hay
que dar beneficios, pero tenemos que hacer una muy buena ecuación
entre paz y justicia, entre paz y no impunidad. Por eso están
excluidos los beneficios del indulto y de la amnistía para
delitos atroces.
Por eso, no podemos en el acuerdo
humanitario, entrar a liberar personas que estén en las cárceles
con delitos atroces.
Muchas personas que están interesadas,
noblemente, en ese acuerdo humanitario han pedido que el Gobierno
facilite una zona de encuentro con las Farc para esa negociación.
Hay que desmilitarizarla y el Gobierno no puede hacer eso.
Lo que va a anunciar el Comisionado,
a las 6:30 de la mañana de mañana, yo se los
anticipo, va a anunciar lo siguiente:
El Gobierno acepta que se negocie
el acuerdo humanitario en una embajada en Bogotá o en la Nunciatura.
Eso sería el único sitio donde el Gobierno aceptaría
esa negociación.
El Comisionado va a anunciar
unos elementos como estos: el Gobierno reitera una propuesta
que le hizo al
Gobierno
Suizo, que sería el destinatario de esta propuesta, de liberar
unos guerrilleros. El Gobierno los libera antes, de que las Farc
libere a los secuestrados con las dos condiciones que les dije:
que no estén en las cárceles por delitos atroces
y que se comprometan a no regresar a la guerrilla. Cualquiera de
las dos opciones: o se van al extranjero o se entran al proceso
de reinserción. El Gobierno libera unos delincuentes, antes.
Segundo. La guerrilla tiene que hacer un gesto
de liberar algunos de estos compatriotas que tiene secuestrados.
En ese momento, se da el tercer
paso, que es la negociación en una embajada o en la nunciatura en Bogota,
durante cinco días para perfeccionar ese acuerdo.
Ese es el paso que va a anunciar
el Comisionado, mañana en la mañana.
Es muy duro. Yo siento un gran
dilema. Voy a Neiva, siempre que voy a Neiva me reúno con los familiares
de los secuestrados, o a Cali. Mañana debo ir a Cali, voy
a una reunión de FENALCO y en una salita contigua están
los familiares de los secuestrados y uno siente allí un
grave dilema, un dolor inmenso de colombiano y de padre de familia,
que proviene de ver el dolor de estos familiares de las víctimas.
Peor también una responsabilidad muy grande en la conducción
del Gobierno para evitar que estos acuerdos desmotiven la política
de Seguridad".