PALABRAS DEL SEÑOR PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, DOCTOR ÁLVARO URIBE VÉLEZ, CON OCASIÓN DE LA IMPOSICIÓN DE LA CONDECORACIÓN DE LA ORDEN DE BOYACÁ EN EL GRADO DE GRAN CRUZ, AL DOCTOR MARIO LASERNA PINZÓN

Bogotá D. C., 10 de septiembre de 2003


Doctor, Maestro, Profesor Mario Laserna:

Vi que en una corta semblanza de su personalidad, reseñan sólo un libro escrito por usted, "Reflexiones sobre la revolución científica del siglo XVII". Pero, recuerdo bien que en mis épocas de estudiante universitario, circuló copiosamente y dejó profunda huella en nuestras mentes, un pequeño y gran libro suyo, "Estado fuerte o caudillo".

Si se repasan esas páginas, se entiende quién es Mario Laserna Pinzón: un científico con coraje, ideológicamente liberal, sin prejuicios partidistas o sectarios; un estudioso con visión universal.

Usted nunca ha sido un intelectual timorato. Exploró, pero en la lucha; encabezó la rebeldía justa, dio la cara y defendió sus principios. Eso explica la perdurabilidad de su obra.

Cuando el régimen dictatorial cerró el periódico El Tiempo, usted salió de inmediato a cubrir esa trinchera del pensamiento con un periódico independiente. Cuando se produjo en Antioquia la insurgencia de la nueva generación conservadora, usted viajó a respaldar aquella apertura doctrinaria. Dirigió con brillantez la revista Semana, La República; fue diplomático ilustrado y patriota; representó a los colombianos en los cuerpos colegiados, a los que llegó a servir, no a ser servido.

Mario Laserna es el intelectual enemigo de los lugares comunes, el que está en la búsqueda de la verdad porque nunca ha creído ser su poseedor, el hombre de ciencia que es capaz de decir a sus émulos y a sus discípulos: "no diga pendejadas".


Profesor Laserna:

Hay una página suya que siempre he asumido como doctrina para la acción política. En "Estado fuerte o caudillo", usted escribió: "El Estado, al conceder bienes, también formula exigencias, restableciendo así el equilibrio roto entre derechos y deberes. Exige cumplimiento de estos deberes con la misma severidad, justicia y eficacia que lo hace el Estado suizo, el inglés o el francés: castigando los actos antisociales y no permitiendo que la anarquía emotiva y moral reinante en algunos sectores, invada al cuerpo social bajo pretexto de la libertad personal, de la prensa, o la libertad de convertirse en un parásito social.

"Quien opine que en las naciones donde hay convivencia, creatividad manual, artística o intelectual, sentido de moral personal y pública, no existe Estado fuerte, justicia inflexible y opinión pública severa, sino retórica y lirismo que garantizan la impunidad y dejan al ciudadano a merced del criminal, vaya a Suiza, Francia, Austria o los Estados Unidos y cometa un delito, irrespete la ley y búrlese de los derechos ajenos garantizados en el bien común, para que aprenda qué precio tienen allí el orden y la libertad.

(…) Un Estado fuerte, que tiene como fin el servicio a los ciudadanos, exhibe dos características: unas garantías básicas contenidas en el bien común; y una capacidad de justicia para castigar a cualquier individuo que interfiera con las garantías que el Estado da a los demás".

La Orden de Boyacá en el Grado de Gran Cruz, se le otorga al hombre de ciencia, al patriota ejemplar y al fundador de una gran obra, la Universidad de los Andes.

Los colombianos tenemos que sentirnos orgullosos de esa institución progresista. Las anécdotas y relaciones orales o escritas sobre esa fundación, hacen recordar la idea de Benjamín Franklin y la fundación de la Universidad de Filadelfia. Usted es como él, y bien podría hacer suyas aquellas palabras: "desde el principio fui uno de sus consejeros y continúo siéndolo. Y he tenido el señalado placer de ver cómo gran número de muchachos han recibido allí su educación y afinado su inteligencia para ser útiles en los servicios del Estado y de gran honra a la nación".

Usted, como Franklin en Filadelfia, puso a andar una gran obra, no recibió ventaja material de ella, sólo espiritual, y la convirtió en Escuela del pensamiento libre, no confesional. Usted congregó en esa Universidad a lo mejor de la ciencia, de la filosofía y de la técnica.

Entregar la Cruz de Boyacá, profesor Laserna, honra a quien, por decisión del pueblo, dirige los destinos del Estado.

Siga enseñándole el camino a esta patria que tanto lo respeta. Que aprendamos de su generación cuál es la respuesta al vandalismo y la violencia: ustedes, al crimen por razones políticas, respondieron fundando la emisora HJCK o la Universidad de los Andes; ustedes, ante el elitismo excluyente, respondieron abriendo el juego de las posibilidades a través de la educación y la cultura. Usted mismo, Profesor Laserna, a una sociedad enclaustrada y egoísta, le enseñó la necesidad de la existencia y respeto por el espacio público, concepto que a nadie se le había escuchado antes.

Puede sentirse contento, profesor Laserna: 50 años después de que usted enunciara la teoría del espacio público, los administradores y la comunidad de Bogotá, son activistas de esa tesis revolucionaria.

Muchas gracias, profesor Laserna, por su vida meritoria, por sus obras, por su pensamiento claro, y, ante todo, por habernos enseñado tanto a los colombianos.

 

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