Palabras
del Presidente en celebración de los 180 años del
Museo
MUSEO
NACIONAL, TESTIMONIO VIVO DE LA BELLEZA Y GENEROSIDAD DE LOS COLOMBIANOS
Bogotá,
15 oct. (CNE).- Que la conservación, historia y vida del
Museo Nacional siga siendo el testimonio vivo de las luchas de
los colombianos y que sus colecciones de arte sean la prueba de
la belleza y generosidad del espíritu de los colombianos,
fue el deseo del presidente de la República, Álvaro
Uribe Vélez en la celebración de los 180 de vida
del Museo Nacional de Colombia.
Durante
el evento, el ministerio de Cultura impuso la Gran Orden del Ministerio
de Cultura a la directora del Museo, Elvira Cuervo de Jaramillo,
como expresión de reconocimiento y gratitud
a su trabajo del que dijo el Jefe de Estado representa a
miles de mujeres y hombres que han decidió consagrarse
a la conservación y divulgación de los valores culturales,
a la promoción de las expresiones artísticas y a
la integración, en este edificio emblemático, de
todo lo que exprese bien la grandeza la de Patria.
Las
siguientes son las palabras del Primer Mandatario:
El
Museo Nacional tiene 180 años de vida legal, pero 12 mil
años de historia.
Cuando
en la prehistoria de este bello territorio, se trabajaba con la
paciencia de los antiguos dioses, en la confección de las
herramientas para alimentarse o del arma para dar seguridad, se
estaba construyendo también esa cultura cuyas huellas han
ido recogiendo, minuciosamente, los creadores de este museo que
nos enorgullece.
El
Museo Nacional es historia viva. Aquí está presente
el Libertador, quien puso su empeño en la construcción
de una gran Nación en el seno de las Naciones. Está
Zea, quien recorrió Francia para contratar a sus pares,
los Sabios, a fin de fundar un establecimiento consagrado
al estudio, a la naturaleza, al adelanto, a la agricultura, las
artes y el comercio como fuentes de progreso. Aquí
está Santander, quien firmó la ley que creó
un Museo de Historia Natural y Escuela de Minería, porque
su sueño fue la educación del pueblo en la ciencia
y en la democracia, y está el benemérito Sucre,
quien tuvo el cuidado de recoger los estandartes y banderas del
campo de Ayacucho, para que fueran las primeras reliquias expuestas
en sus salas. En el Museo Nacional está la presencia viva
de Mutis, maestro de Nariño y de Caldas, fundador de la
Expedición Botánica, cuya antigua casa fue su primera
sede, porque en el fondo el Museo es continuación de la
obra y el pensamiento de los libertadores.
Tal
como lo dijo Sucre en la carta enviada al primer director del
Museo, estos trofeos que envío, recordarán
un día a los hijos de los libertadores que sus padres,
penetrados de los deberes patrios y del sublime amor a la gloria,
condujeron en triunfo las armas de Colombia.
En
este Museo están representadas las fortalezas de Colombia.
Nuestra historia es una sumatoria de aciertos y logros de muchas
generaciones, como también expresión de sus naturales
yerros. Recorrer sus pasillos y salones es encontrar a nuestros
padres fundadores, a las culturas que hemos desarrollado como
pueblo, nuestros avances y retrocesos. En el Museo están
nuestras luces y nuestras sombras. Visitar el Museo es descubrir
que tenemos más triunfos que fracasos y que hay grandeza
humana en cada uno de los años de nuestra historia.
Ojalá
todos los niños y jóvenes de Colombia pudiesen recorrer
muchas veces en su etapa de formación académica
el Museo Nacional.
Los
libros son actas de los hechos, la vida y el pensamiento. El Museo,
en cambio, recreación, es vida, es el contacto directo
con los momentos fundacionales. Estudiar en el Museo como era
la idea de Santander, permite retomar el que aquí tenemos
el pasado para mirar el futuro con optimismo razonable, porque
tenemos la demostración fehaciente, de que somos una gran
Nación pensada como comunidad imaginada según
Andersen.
El
Museo es demostración de que tenemos más Patria
de lo que quisieran algunos y de que nuestras instituciones políticas
son legítimas, estables y permanentes en el corazón
de nuestra historia, en el recorrido de nuestro pueblo.
Pero
también los analistas y los estudiosos consagrados, debieran
recorrer el Museo con frecuencia. Aquí podrán comprender
que si tenemos unos vínculos que unen a todos, a hombres
y mujeres, a viejos y jóvenes, a pobres, ricos y clase
media, a las pieles de todos los colores. Cuando ellos repasen
el Museo, verán que son muchas las virtudes que nos unen
y que no hay conflictos antagónicos que nos dividan, hasta
el punto de ser considerados como contradicción incompatible
no superable por el método sagrado y universal de la democracia.
Doctora,
Elvira Cuervo de Jaramillo: usted recibe hoy la Gran Orden del
Ministerio de Cultura como una expresión de reconocimiento
y gratitud. Usted, vinculada desde niña a esta obra magnífica,
representa a miles de mujeres y hombres que han decidió
consagrarse a la conservación y divulgación de los
valores culturales, a la promoción de las expresiones artísticas
y a la integración, en este edificio emblemático,
de todo lo que exprese bien la grandeza la de Patria.
Al
hacer a usted este homenaje, estamos recordando a todos los directores,
desde el primero, don Mariano de Rivero, hasta su tía,
doña Teresa Cuervo Borda, la heroína anónima
del 9 de abril de 1948, quien con su palabra y decisión
impidió que el furor y la ira de aquella tarde incendiara
la mejor herencia legada a este pueblo por sus mayores.
Doctora
Elvira: que por estos pasillos, y bajo su guía, sigan corriendo
los vientos de la historia. Que estos muros, que antes sostuvieron
grilletes, sean el lugar de exhibición de Grau y Botero.
Que sus colecciones de etnografía, arqueología e
historia sean testimonio vivo de nuestras luchas y sus colecciones
de arte prueba de la belleza y generosidad del espíritu
de los colombianos.
Muchas
gracias