PALABRAS
DEL PRESIDENTE ÁLVARO URIBE VÉLEZ
ANTE LA ASAMBLEA DE LAS NACIONES UNIDAS
Nueva
York, 29 sep. (SNE).- El siguiente es el discurso del presidente Álvaro Uribe Vélez
ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.
Acudo
nuevamente a esta Asamblea a tiempo que en Colombia avanza
la lucha del pueblo y de las instituciones por lograr la seguridad
democrática que permita a todos los ciudadanos vivir en
paz, expresar sus ideas políticas sin arriesgar la vida,
apoyar u oponerse a los Gobiernos en medio del respeto a la diversidad.
Esa
política muestra avances notables en reducción
de homicidios, secuestros, otros actos terroristas, desplazamiento,
siembras de drogas ilícitas. Aún es mucho lo que
falta, pero con persistencia lo lograremos.
La
seguridad democrática es uno de los componentes de
la primera necesidad colombiana: recuperar la credibilidad y
confianza de la ciudadanía en las instituciones. Esa confianza,
que al ser destruida rompe el lazo vinculante que a partir de
cada ciudadano forma la Nación, necesita también
la transparencia en la acción pública y privada,
la reactivación económica y la cohesión
social.
La
cohesión social es la construcción de confianza
de los ciudadanos entre sí y de éstos con el Estado.
La cohesión social es la derrota de la pobreza y la construcción
de la igualdad de oportunidades. Colombia había creado
un marco de reglas jurídicas propicio para que los beneficios
del crecimiento económico condujeran a la derrota de la
pobreza. Sin embargo, el crecimiento, que entre los años
60 y 1980 osciló alrededor del 4.5, se redujo a un promedio
del 2% de allí en adelante. Esta reducción estimuló la
informalidad, signada por miseria y pobreza. Fue cada vez más
evidente el contraste entre la empresa privada organizada, justa
con los trabajadores, contribuyente de impuestos al fisco, con
infortunado lento crecimiento, y la informalidad apabullante
que absorbía las masas en su miseria.
El
narcotráfico, financiador del terror, reversó la
tendencia de distribución de la tierra, que se daba por
acciones de reforma agraria y de reparto natural por sucesión
de una generación a otra.
Entre
1994 y el año 2000 el desempleo de jefes de hogar
se elevó del 4 al 10% y el desempleo general del 7.5 al
19%. En períodos relativamente cortos, el déficit
pasó del 1.5% del PIB al 4.2%; el endeudamiento público
del 24% al 54% del PIB. Y el presupuesto llegó a gastar
el 40% para servir y amortizar deuda. Contribuyó como
agravante la mínima inversión privada.
La
derrota de la pobreza exige un ritmo elevado y sostenido de
crecimiento económico. Éste a su vez demanda
seguridad física y jurídica, transparencia en las
reglas de juego y estabilidad macroeconómica.
En
Colombia se proyectaba para el año pasado un crecimiento
del 2.5% y crecimos cerca del 4%. Este año luchamos por
aproximarnos al 5%. Eso se da básicamente porque estamos
recuperando la confianza inversionista. Este crecimiento ha permitido
reducir en 3 puntos el desempleo, aún muy elevado. Y por
fortuna ha empezado a recuperarse la generación de empleo
en las actividades económicas que deparan seguridad social
e ingresos justos para los trabajadores. Todo a pesar de las
restricciones fiscales a la inversión pública y
en medio de una intensa lucha para eliminar la droga, que ha
llegado al extremo de incidir en el mayor o menor crecimiento
de la economía agrícola.
En
su momento, mi generación explicó la violencia
en la inequidad social. Después de observar durante tantas
décadas a mi Patria, debo repetir que la violencia terrorista
ha aumentado la miseria y ha anulado las posibilidades de reivindicarla.
La violencia ha agravado la pobreza y la ha utilizado para reproducirse.
Nuestra
meta es reducir la pobreza en un porcentaje igual o superior
al crecimiento económico. Nuestro programa de
inversión social depende en muy buena parte de un fuerte
y sostenido crecimiento de la economía. En consecuencia,
nuestro programa de inversión social tiene que ir de la
mano de la seguridad democrática. Si descuidamos la seguridad
democrática se crece el terrorismo, se pierde la ilusión
de que podamos derrotarlo, se afecta la inversión, se
disminuye el vigor de recuperación económica y
nos quedaríamos sin recursos para la inversión
social.
La
igualdad de nuestros días es la de las oportunidades
económicas y sociales. De ahí nuestro empeño
en la revolución educativa. Hemos aumentado la escolaridad
en 750.000 niños, pero el país aún requiere
1.250.000 nuevos cupos escolares.
En
25 meses hemos multiplicado por 2.5 la capacitación
técnica, con la promoción de las competencias laborales
básicas para que los jóvenes tengan la doble posibilidad
de inserción en el mercado laboral y de continuar estudios.
En campos y ciudades adelantamos una silenciosa revolución
de formación técnica que en el 2006 favorecerá 4.000.000
de jóvenes por año.
Un
subsidio se paga a 340.000 familias pobres para que mejoren
la nutrición de los hijos y garanticen la asistencia escolar.
Con un nuevo programa de desayunos para menores de 5 años,
que reúne 503.000 niños, y que se duplicará en
2005, más los restaurantes escolares y el programa de
madres comunitarias, llegaremos a más 6.000.000 de niños
atendidos en los diferentes programas de nutrición.
En
diciembre, cuando completemos 28 meses de Gobierno, más
de 4.000.000 de colombianos pobres habrán ingresado al
Régimen Subsidiado de Salud, en adición a los 13.000.000
que estaban protegidos antes. Avanza una reforma legal y administrativa
que nos permitirá aumentar mucho más la cobertura
en mejores condiciones de transparencia y aplicación de
los recursos de salud.
Colombia
tiene más de 600.000 adultos indigentes. Antes,
60.000 recibían un subsidio monetario. Este año
lo hemos elevado a 172.000 compatriotas pobres de la tercera
edad. Y ahora empezamos un nuevo programa para entregarle una
comida diaria a 400.000 de aquellos que no reciben el subsidio
monetario.
Más de 100 millones de dólares pagamos este año
en subsidios para el servicio de energía a los sectores
populares.
Estamos
subsidiando más de 7.000 reinsertados de los
diferentes grupos violentos. Esta acción es un gran proceso
de paz, sin alardes pero efectivo. Cuando un reinsertado percibe
la acogida y el apoyo del Estado y la comunidad, se reconcilia
con las instituciones, abraza la democracia y la convivencia,
y rechaza cualquier justificación de la violencia. Aspiramos
que sean muchos miles más y requerimos el apoyo internacional
a este programa.
Estamos
subsidiando 21.000 familias guardabosques, antes involucradas
en los cultivos de drogas y ahora comprometidas en su eliminación
y en la recuperación del bosque tropical. Esta tarea es
necesaria para la humanidad en razón de la biodiversidad
colombiana y de sus 578.000 kilómetros cuadrados de selva,
amenazados por las drogas ilícitas.
Estamos subsidiando 700.000 campesinos y llegaremos pronto a
1.000.0000 para que garanticen su seguridad alimentaria.
Estamos
subsidiando los cultivos de las asociaciones campesinas durante
la instalación y la etapa improductiva.
Las mediciones de pobreza deben tener en cuenta los subsidios
que generalmente no se contabilizan para medir el ingreso de
las familias.
Ha
sufrido Colombia una tragedia en desplazamiento. Lo hemos disminuido
en promedios del 40%, pero aún continúa
y es muy elevado. Se han dado retornos que benefician 70.000
personas y esperamos acelerar más retornos y más
masivos. Una sola agencia estatal ha multiplicado por 8 el presupuesto
de atención de desplazados.
Gracias
a una ley aprobada a principios del Gobierno, los procesos
de extinción de dominio sobre bienes adquiridos ilícitamente
han tomado mayor velocidad. Confiamos adelantar una constructiva
reforma agraria por intermedio de este mecanismo.
Para
financiar la seguridad y recuperar la inversión
social, los colombianos han hecho un esfuerzo tributario representado
en un crecimiento en la presión contributiva en 2 puntos
del Producto.
Hemos
recibido buen apoyo de los bancos multilaterales, pero requerimos
más comprensión de los mercados financieros,
con créditos de más largo plazo y de menor tasa
de interés.
Estamos
luchando y necesitamos contar con mejor acceso a los mercados
de los países industrializados.
Reitero
el compromiso colombiano con el multilateralismo. Este tiene
que vivir en un proceso continuo de mejoramiento para ser
más eficaz y recuperar el consenso perdido para garantizar
la paz internacional. La construcción de este consenso
demanda que cada Estado sienta que se le escucha y se le tiene
en cuenta.
Agradezco el apoyo de los organismos de Naciones Unidas en materia
social.
Tenemos
toda la disposición de respaldar los esfuerzos
de la comunidad internacional a favor de la consolidación
democrática y de la seguridad en la región y especialmente
en Haití. Colombia hará parte de la Misión
de Estabilización de Naciones Unidas en este País.
Se colaborará con la presencia de expertos policiales
en la lucha contra el narcotráfico y con presencia humanitaria.
Todos debemos hacer parte de la solidaridad internacional efectiva
con los hermanos pueblos del Caribe, seriamente afectados por
la temporada de huracanes.
Requerimos
un compromiso total de la Comunidad Internacional en la lucha
contra el terrorismo en Colombia. El terrorismo que
sufre un país nutre y reproduce las redes del terror en
el mundo entero. Las viudas y huérfanos de la violencia
en nuestro país se preguntan ¿por qué se
asigna tanta importancia al terrorismo en otras áreas
del mundo y tan poca por parte de algunos al terrorismo que agobia
a Colombia?
Esta
petición la elevo desde el alma de nuestros profundos
compromisos democráticos. Es difícil encontrar
un país que enfrente semejante desafío terrorista
y simultáneamente amplíe sus oportunidades democráticas.
Gracias
a nuestra seguridad democrática hoy Colombia
ofrece más efectivas garantías para que se ejerza
el pluralismo político.
Nuestras
fuerzas institucionales combaten el terrorismo apoyadas en
la indeclinable voluntad política del Gobierno, lo
hacen con coraje, abnegación y transparencia. La guerra
sucia no tiene cabida en nuestra política.
Un
Estado democrático tiene el derecho de pedir al mundo
que, en lugar de reclamar un acuerdo claudicante con el terrorismo,
se exija a los terroristas devolver a los secuestrados.
Solicitamos
al mundo más apoyo, más definido y
más eficaz apoyo. Si éste se da, los grupos violentos
no tendrán más camino que abandonar el terrorismo
y aceptar la paz.
Unidos
el pueblo colombiano, sus instituciones democráticas
y la comunidad internacional, lograremos que Colombia sea un
ejemplo de capacidad de derrotar el terrorismo y de cumplimiento
de los derechos humanos, lograremos que Colombia sea un ejemplo
de la capacidad de derrotar el terrorismo y de voluntad de construir
justicia social.
Señor Presidente, al terror lo desterramos de la mano
de instituciones legítimas y de una comunidad solidaria
y justa, con oportunidades para los más pobres.
Gracias
Señor Presidente.