PALABRAS
DEL PRESIDENTE URIBE EN HOMENAJE A JUAN LUIS LONDOÑO
Bogotá, 20 mar (CNE). Las siguientes son las palabras pronunciadas
por el presidente Álvaro Uribe Vélez en el homenaje
al fallecido ministro de la Protección Social, Juan Luis
Londoño de la Cuesta, realizado hoy en la Casa de Nariño
"El pueblo de Colombia, capaz como ningún otro de enfrentar
las penalidades del camino, y de reponerse ante el dolor, ya no
solloza por la pérdida física del ministro Juan Luis
Londoño, porque sabe que su inteligencia sigue siendo guía
perpetua para la Nación, porque acepta el insondable designio
de la Providencia, que ha determinado que él pasará
a ser nuestro intercesor ante ella.
Un sabio consejo de los autores de la Enciclopedia dice que las
condecoraciones públicas, al tener como finalidad honrar,
no pueden ser abundantes ni obedecer a la generosidad con que el
gobernante congracia a quienes el definía; que en una democracia,
los galardones oficiales para enaltecer a ciudadanos, deben traducir
la voluntad inequívoca de toda una comunidad nacional y ser
el eco del clamor por el justo reconocimiento. ¡Pareciera
que los enciclopedistas hubiesen prefigurado a Juan Luis y el sentimiento
nacional de consenso por él!
Las nuevas generaciones tienen en Juan Luis Londoño un ejemplo
excepcional. He repetido muchas veces, que el estudio fue la gran
empresa para su sueño de servicio. Administrador de la Universidad
EAFIT, economista de la Universidad de Antioquia, con maestría
de los Andes y de Harvard, llegó a ser uno de los pocos colombianos
a quienes esa universidad otorgó el grado de doctor en tan
delicado saber.
Pero aunque ningún día de su vida se apartó
del estudio, no fue el académico diletante y abstracto. Saltaba
con ímpetu ilimitado de la teoría a la práctica
del experimento social. Fue un volcán de trabajo que desconoció
la fatiga y respondió a todos los retos con diligencia y
asombrosa disposición, porque su temperamento era el de los
realizadores.
Vidas como la de Juan Luis merecen vivirse: transparente, patriota,
abnegadamente dedicado a las responsabilidades.
Dedicó sus esfuerzos a servir al pueblo de Colombia. Los
pobres recordarán su imagen cada que logremos alcanzar una
de las metas que trazamos durante los meses de arduo trabajo, compartido
con todos los integrantes del Gobierno.
El pueblo, cuando exhiba el carné del Régimen Subsidiado
de Salud, cuando disfrute de los programas de vacunación
infantil, cuando se inscriba como aprendiz en el SENA, cuando reciba
el apoyo al emprendimiento empresarial, sabrá que debe entonar
una oración agradecida en su memoria.
Su familia añora al esposo, al padre, al hijo cálido
y respetuoso. El Gobierno lamenta la ausencia de su brillo y energía.
Cuando coronemos con éxito las tareas que hemos abocado,
pensaremos, agradecidos, en su imagen inspirada, su sonrisa alegre,
sus movimientos espontáneos, que contagiaban con su energía
y optimismo al gabinete al que perteneció y dedicó
su liderazgo en los últimos meses de su vida.
Su escuela de trabajo sigue intacta en el equipo que lo acompañaba
fervorosamente en el Ministerio. Ellos mantienen ese sano contagio
de trabajar sin desmayo en una de las tareas cruciales de la patria:
la protección social de los colombianos.
María Zulema, Juliana, Daniela y Juan Felipe; doña
Lucía de la Cuesta, hermanos y demás familiares del
ministro: la Orden de Boyacá en el grado de Gran Cruz y la
Cruz Cívica del Mérito Asistencial y Sanitario 'Jorge
Bejarano' que entregamos póstumamente a Juan Luis, sirva
para que reavivemos el bello ejemplo que ustedes nos han dado: de
unidad, dignidad y entereza ante el dolor y las dificultades, y
para que Juan Luis ilumine el comportamiento de todos los colombianos"
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