PALABRAS
DEL PRESIDENTE ÁLVARO
URIBE VÉLEZ EN LA ENTREGA DE LA ORDEN DE BOYACÁ EN
EL GRADO DE GRAN CRUZ A JULIO MARIO SANTO DOMINGO
Bogotá,
17 jun. (SNE).- A continuación las palabras del presidente Álvaro
Uribe Vélez en la entrega de la Orden de Boyacá en
el Grado de Gran Cruz a Julio Mario Santo Domingo.
Una
excelente crónica de Juan Gossain tiene un título
sugestivo y sorprendente: "Cuando Julio Mario Santo Domingo
escribía cuentos". Dice Gossain que hurgando en
los archivos de El Heraldo, encontró, al lado de los
textos de figuras Cumbre de la literatura como García
Márquez, Fuenmayor y Cepeda Samudio, un cuento titulado
Divertimento. Su sorpresa fue mayúscula cuando descubrió que
el nombre del autor coincidía con el de un importante
líder empresarial, Julio Mario Santo Domingo. Efectivamente,
en su juventud, fue él uno de los miembros del grupo
la Cueva de Barranquilla y de la redacción de la revista
Crónica, que dirigía Alfonso Fuenmayor.
A don Julio Mario nunca le ha sido ajena la cultura. Él y sus empresas,
extraordinaria expresión del empuje y laboriosidad de los colombianos;
han sido durante todo el tiempo, mecenas de las artes y de las letras. Tampoco
le han sido ajenas la solidaridad y la filantropía; desde la Fundación
Mario Santo Domingo trabaja arduamente por mejorar la suerte de los pobres
y de los que sufren.
Este homenaje que le hace el pueblo colombiano al conferirle merecidamente
la Orden de Boyacá en el Grado de Gran Cruz, suscita varias reflexiones:
Los colombianos, como todos los pueblos del mundo, apreciamos y respetamos
a nuestros empresarios, a los constructores de riqueza, a los generadores de
crecimiento económico y desarrollo social.
Esa, que sería una perogrullada en otras latitudes, es una idea que
hay que estar repitiendo a nuestros compatriotas en todos los escenarios: en
las escuelas, en los medios de comunicación y, sobre todo, en las universidades.
En mis tiempos universitarios, era común el ataque al capitalismo y
tenía como fuente los escritos de Marx y Lenin y todos sus epígonos.
Ya esas no son las tesis que lo atacan peligrosamente. Son dos factores los
que lo ponen en riesgo: la falta de construcción de equidad y la falta
de posibilidades para que se generen nuevas empresas y nuevos empresarios.
Los problemas de Colombia no son el resultado de la vigencia del capitalismo,
sino de la ausencia de más capitalismo. A mayor número de empresas,
a mayor número de empresarios, gozaremos de más democracia y
crecerá el cariño de la comunidad con los inversionistas, con
la acción de la empresa privada a la cual ojalá tengan interés
y oportunidades de acceder todos los ciudadanos. El capitalismo con equidad
y con dinamismo para generar nuevas empresas y nuevos empresarios es inderrotable.
Es necesario ganar la confianza de los inversionistas. Para conseguir confianza
hay que tener Seguridad Democrática, administración pública
transparente, y reactivación económica y social para que el pueblo
colombiano disfrute de los bienes y servicios de las sociedades modernas.
Honrándolo a usted, don Julio Mario, honramos también a toda
una estirpe. Desde los albores de la patria el nombre Santo Domingo descuella
por esforzadas acciones, como las del general Santo Domingo y Vila, puntal
del movimiento regenerador dirigido por el presidente Núñez,
que en 1886 recuperó para Colombia el orden y la seguridad como valores
esenciales de la vida en sociedad.
Don Mario, su padre, estuvo en la fundación de la aviación y
fue quien entregó el primer correo aéreo que se hizo en América.
En medio de la terrible crisis de la postguerra, arriesgó su capital
en la adquisición de una planta de la postrada industria cervecera de
Barranquilla, que bajo su conducción hoy está convertida en un
emporio con ramificaciones universales.
Barranquilla y Santo Domingo son dos nombres que parecen uno, por el legado
inmenso que hizo don Mario, su padre, al desarrollo y crecimiento de la ciudad.
A la Fundación Mario Santo Domingo, convertida por usted en uno de los
pilares del desarrollo de la Costa Caribe y de muchos otros lugares del país,
debemos el apoyo a miles de microempresarios, a jóvenes, a desplazados,
ancianos, tenderos, pescadores, artesanos, mujeres cabeza de familia, grupos
solidarios y muchos otros sectores del pueblo colombiano.
La Orden de Boyacá, en grado de Gran Cruz, queda hoy en el pecho de
un hombre que luce, individualmente, las virtudes que hacen notable al empresariado
colombiano.
Esta condecoración, don Julio Mario, no es un gesto protocolario, sino
ocasión para revitalizar y expandir el buen ejemplo: el de la inteligencia,
el estudio, el amor a las letras; el ejemplo del trabajo honrado, de la iniciativa
inversionista, del interés por el desarrollo tecnológico; de
la filantropía y la generosidad, del desprendimiento y el interés
por crear puestos de trabajo y bienestar para los compatriotas.
Que la pertenencia a la Orden creada por el Libertador para honrar a los grandes
de la patria, sea acicate para seguir sirviendo a Colombia, a sus empresas
y a su familia, por muchos años más.
Que los suyos, honrados por las obras y buenas acciones de tantas generaciones
que han llevado ese apellido ilustre, sientan igual pasión que la suya:
amor a Colombia y decisión de servirla bien y en todo tiempo.
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