PALABRAS
VICEPRESIDENTE EN ENTREGA DE LOS PREMIOS SIMÓN BOLÍVAR
Bogotá,
25 sep (CNE).- El siguiente es el texto del discurso que el vicepresidente
de la República, Francisco Santos Calderón, pronunció
durante el acto de entrega del Premio Nacional al periodismo Simón
Bolívar.
"El
artículo de la Constitución que más me gusta
es el 20. Contiene en una frase muy breve el mandato que más
puede satisfacer a un periodista: no habrá censura.
Sin
embargo, con este, como con tantos otros artículos de la
Constitución, sucede que es muy grande la distancia que
existe entre la letra y la realidad.
En
un país tan convulsionado y martirizado por la violencia
como Colombia, los periodistas experimentamos en carne propia
que los conflictos encuentran en la información a una de
las principales y primeras víctimas.
Daniel
Samper afirmó alguna vez que el periodismo era la forma
más divertida de ser pobre. Hoy lamentablemente es también
una de las más peligrosas.
Según
la Fundación para la Libertad de Prensa, entre 1995 y 2001
fueron asesinados 29 periodistas por razones de oficio.
Nuestro
periodismo es víctima de las violencias todos los orígenes:
de la guerrilla, de las autodefensas, de la delincuencia común.
Y también de presiones de todas las fuentes de poder: el
económico, el político y el militar.
Según
el citado informe de la Fundación para la Libertad de Prensa
la composición de los presuntos autores que cometieron
más asesinatos de periodistas en ese período son
los paramilitares, la subversión, políticos y funcionarios
públicos.
Es
fácil encontrar explicaciones. En épocas de confrontación
y de conflictos, de corrupción rampante y de debilidad
institucional, abundan los individuos y los sectores interesados
en manipular la información para favorecer a uno de los
bandos en conflicto.
Ahí
aparece el gran reto y el gran desafío para los medios
y para los periodistas: nada más nocivo para la credibilidad
del medio, para la independencia y solvencia moral de los periodistas
que hacerle el juego a quienes se encuentran envueltos en el conflicto.
La
experiencia de Colombia y del mundo en los años recientes
deja importantes e indelebles lecciones para los periodistas.
La
primera que yo destacaría es que en la defensa del sistema
democrático, la soberanía nacional, la unidad territorial
y los derechos fundamentales de los colombianos, nadie, incluidos
los periodistas, directivos y propietarios de los medios de comunicación
debe ni puede ser neutral.
Visto
hoy con alguna perspectiva, se puede señalar que una de
las más graves deficiencias del último proceso de
paz con las Farc es que se hizo con "fly away" y muchos
micrófonos y muchas grabadoras instaladas en el sitio mismo
de las negociaciones.
Ahí
vimos, para comenzar, la presión constante y en ocasiones
agresivas de los directores que demandaban informes proporcionales
a la inversión del desplazamiento de su equipo periodístico
y técnico. Todo un peligro en un lugar en donde la masa
crítica de la información debía ser confidencial.
Y donde la mayor parte del tiempo no ocurría ni debía
ocurrir nada noticioso.
Todos
sabemos lo que resultó de ese coctel explosivo: una demanda
permanente de información que resultó muchas veces
en la magnificación de pequeños episodios. O en
la filtración de informaciones críticas, con serio
daño para las negociaciones. Para no hablar de la permanente
y exitosa tentación de las Farc de utilizar las cámaras
para presionar resultados en la mesa. Supe por varios enviados
especiales que el Mono Jojoy se jactaba de haber logrado la más
barata y contundente operación de su vida cuando le abrieron
las cámaras para anunciar que avanzaría sobre las
ciudades. Sembró un estado de zozobra y de pánico
en la ciudad con apenas 30 segundo en horario triple A o con un
titular de cuatro columnas en primera página en un periódico,
a cero costo.
Aquí
aparece otra lección fundamental: es muy importante en
medio de un conflicto que los directivos de los medios entiendan
su rol para que las presiones del afán informativo no terminen
por anteponerse a los intereses de la comunidad. Se exige con
frecuencia resultados, sacrificios, rigor y ética a periodistas
sin olvidar que trabajan en medios cuyos propietarios y jefes
también requieren ser educados en ese sentido.
La
prensa y los periodistas debemos estar siempre a la defensiva
contra las manipulaciones, en favor del ciudadano y aferrados
a la verdad, porque el conflicto es el escenario por excelencia
para gentes y organizaciones que quieren esconder, manipular y
engañar en torno a estos sucesos.
Ahí
quiero traer a colación una autocrítica que expresé
públicamente antes de que el destino me trajera a mis responsabilidades
de hoy, y que además planteé en Cartagena el sábado
pasado. En este momento tan crítico, en donde confluyen
tantas y tan importantes decisiones, hay una inquietante superficialidad
en el cubrimiento que realizan los medios de los temas de enorme
trascendencia para el presente y para el futuro del país.
Pongo
como ejemplo los decretos de Conmoción, tema acerca del
cual lo que le queda a la gente es lo que se ve en los medios,
que son finalmente la gran caja de resonancia de este debate.
Lo que se percibe es una discusión sin contexto, sin evaluación,
con poquísima profundidad, sin visión histórica
de ninguna naturaleza. No he visto hasta ahora una comparación,
por ejemplo, del estatuto de seguridad y de los decretos de Conmoción,
pero sería muy valiosa para demostrar lo que se ha evolucionado
y lo que ha avanzado esta democracia. Otros medios anuncian que
vamos para un gobierno autoritario, algo que contrastado con los
hechos no corresponde para nada a la realidad.
Desafortunadamente
muchos de los medios, se están preocupando mucho más
de la forma que por el fondo. No he visto en este sentido una
historia sobre cual va a ser el control de las medidas, el control
institucional por parte del Estado, el control por parte del Gobierno,
temas que representan mucho más que las medidas en sí.
Vende más un titular "vamos hacia un gobierno autoritario"
que un artículo de fondo en ese sentido. Así mismo,
no deja de sorprenderme el peligroso aumento de ese periodismo
light de esas cosas secretas o no tan secretas que inundan nuestros
noticieros de televisión, de radio y de nuestros periódicos
y revistas.
No
puede ser posible que unos decretos de Conmoción o cualquier
medida importante de cualquier naturaleza o un éxito de
nuestra Fuerza Pública para rescatar a cuatro secuestrados
le dan los mismos segundos o despliegue en el espacio, si nos
va bien a los televidentes y lectores, que la renuncia de una
Miss Universo.
Sueño,
sí, soñar no cuesta nada, con que nuestros medios
electrónicos le den a lo light un espacio por fuera de
los noticieros. Sueño, sí, los sueños, sueños
son, con el momento en el que los periódicos y las revistas
dejen el chisme, los confidenciales y los teléfonos rosa
para publicaciones de otra índole.
Quizás
al ver con claridad la crisis que afronta el país, y ver
con tristeza cómo la explicación de ella y el análisis
sobre ésta cede espacio a presiones comerciales o a la
lucha despiadada por el raiting, siento que me estoy convirtiendo
en un dinosaurio de la prensa y de la comunicación moderna.
Pero me niego a creer que esa necesaria información, con
esas bellas presentadoras, no tienen espacio en otros lugares.
Quitarle
segundos preciosos a la economía, a la política,
al conflicto, a lo social, no se compadece con lo que hoy vive
y sufre el ciudadano colombiano que exige más y mejor información
para poder entender y salir adelante en una situación tan
compleja como la que tenemos.
Para
quienes se dedican a especular acerca de si el Gobierno quiere
o busca cerrar espacios a la libertad de prensa, así como
dice el Presidente, dejo un mensaje muy claro: nuestro apego irrenunciable
a la Constitución nacional, donde NO HABRA CENSURA.
Pero
sí nos interesa positivamente los debates que los propios
periodistas y medios de comunicación adelantan para aprender
de los errores y para asumir la enorme responsabilidad que representa
informar en medio del conflicto.
Basta
el apego a normas y experiencias de otras latitudes como no divulgar
entrevistas, comunicados ni informaciones cuyo contenido esté
orientado a exaltar la violencia. Respetar a la audiencia y no
emitir imágenes escabrosas, no emplear lenguaje que exalte
la violencia, ni facilitar desde la información que estrategias
y tácticas de los violentos se consuman. La situación
bien difícil de Colombia así lo demanda".
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