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Editorial de La Nación de Argentina

"LUCHA CONTRA EL NARCOTERRORISMO NO ES SÓLO UNA CUESTIÓN COLOMBIANA"

Buenos Aires, 25 ago (CNE). El diario La Nación de Argentina afirmó que la lucha contra el narcoterrorismo no es sólo una cuestión colombiana, "sino que requiere del concurso de todas las naciones comprometidas con las ideas de libertad, democracia y defensa de los derechos humanos."

En un editorial, el periódico argentino manifestó que los esfuerzos del presidente Álvaro Uribe Vélez para promover ante el Congreso una serie de reformas políticas destinadas a fortalecer la democracia, "merecen todo el respaldo de la comunidad internacional." Así mismo, sostuvo que el conflicto amenaza la institucionalidad democrática de Colombia y sus vecinos.

El siguiente es el editorial de La Nación publicado el 25 de agosto de 2003.

Colombia y la Argentina

Vínculos entrañables de índole política y cultural, enraizados en la historia de ambos pueblos, unen a Colombia con nuestro país.

Es evidente que la nación hermana transita por un momento muy particular. Ciudadanía y gobierno, en Colombia, están decididos a terminar con el flagelo del narcoterrorismo, que no sólo ha provocado innumerables vidas de políticos, militares y simples ciudadanos inocentes, sino que, por su propia naturaleza, alimenta las mayores corrupciones.

El presidente Alvaro Uribe se ha propuesto recuperar la autoridad del Estado sobre todo el territorio colombiano, habida cuenta de que una parte de éste está controlado por fuerzas ilegales. En su esfuerzo ha promovido ante el Congreso una serie de reformas políticas tendientes al fortalecimiento de la democracia, que merecen todo el respaldo de la comunidad internacional. La lucha contra el narcoterrorismo no es sólo una cuestión colombiana, sino que requiere del concurso de todas las naciones comprometidas con las ideas de libertad, democracia y la defensa de los derechos humanos.

Entre las reformas propuestas, merece particular atención aquella referida al fortalecimiento militar por medio de un mayor presupuesto interno y una mayor asistencia externa, así como el Estatuto Antiterrorista, actualmente en discusión en el Congreso colombiano. Cabe advertir, no obstante, que medidas como las propuestas pueden tener un origen democrático, pero devenir en potenciales excesos. Basta recordar el combate contra el terrorismo en la Argentina, en la década del 70, iniciado -aunque muchos no lo recuerdan- por un gobierno constitucional. Aprendiendo de estas experiencias anteriores, así como de situaciones similares ocurridas en Uruguay y Chile, se advierte que el apoyo a Colombia debe estar subordinado al compromiso irrestricto de fortalecimiento de la democracia, con acciones concretas orientadas al restablecimiento del orden, con uso legítimo de la fuerza y respeto de los derechos humanos.

Estamos en presencia de un conflicto grave que amenaza la institucionalidad democrática de Colombia y de sus vecinos. Al tener éste intimidad con el narcotráfico y el terrorismo internacional, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha convocado a todas las naciones a cooperar en su contra.

La crisis colombiana merece la atención del gobierno y del Congreso de los Estados Unidos, que estructuraron el Plan Colombia con fondos suficientes para sostener en el tiempo esa lucha. En el mismo sentido, la Unión Europea ha definido a las FARC como grupo terrorista internacional, instando a combatirlas.

En América latina hay, no obstante, una suerte de abstencionismo en esta cuestión. De mantenerse, no será utópico pensar que en el corto plazo las grandes potencias decidan actuar en la región. Una muestra de ello fue el fallido intento francés de liberar a la señora Betancourt, que lleva más de un año secuestrada por la guerrilla colombiana.

Nuestro país está llamado a ocupar uno de los papeles centrales en la lucha contra el narcoterrorismo y en apoyo del pueblo colombiano. Pese a no haber integrado el respectivo "grupo de amigos" en tal sentido, dada la circunstancia de no ser fronteriza con Colombia, la Argentina debería propiciar políticas de consenso sudamericano sobre la larga crisis que afecta a ese país. Para que no caiga en el aislamiento o se vea necesitada de una intervención armada. Asimismo, podría impulsar un fortalecimiento de la cooperación Mercosur-Comunidad Andina de Naciones y, como lo hizo en el pasado, contribuir decisivamente a la distensión entre los gobiernos de Caracas y Bogotá. Esta particular situación puede servirle al flamante gobierno del presidente Kirchner para demostrar que no tiene una política de alineamiento automático con país alguno, como podría ser Brasil, además de resultarle útil para bregar por los derechos humanos de todos y no sólo los de quienes piensan de una manera particular.

Hace pocos días, el presidente Uribe, que acaba de cumplir un año de mandato, trasladó su gobierno al departamento de Arauca, en el centro mismo del conflicto colombiano, para refirmar allí ante el mundo su inquebrantable voluntad de luchar por la liberación de toda Colombia y su decisión de terminar con un poderío económico que está al margen de la ley.

La Argentina, entonces, debería procurar un mayor acercamiento con Colombia, fortaleciendo tradicionales lazos culturales, con un sustancial incremento comercial y un mayor intercambio educativo y científico. Es hora de comenzar a salir del inmovilismo y recuperar el prestigio que nuestra Nación tradicionalmente tuvo en el concierto internacional

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