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UN TESTIMONIO POR LA PAZ

Bogotá, 3 jun. (CNE).- La política de Reincorporación a la Vida Civil que adelanta el Gobierno Nacional ha incentivado la desmovilización de 1.375 miembros de grupos armados al margen de la Ley, desde agosto de 2002. De ellos 645 lo han hecho en lo corrido de este año.

Entre los desmovilizados está Carlos Alberto Plotter, quien permaneció 10 años al Frente Noveno de las FARC y se entregó a la Policía Nacional, en San Luis, Antioquia.

La siguiente es la transcripción de la declaración de Carlos Alberto Plotter:

"Mi nombre en las filas de las FARC, en el Bloque José María Córdoba era Carlos Alberto Plotter, vengo vinculándome a un proceso de reinserción a la sociedad civil debido básicamente a tres puntos:

Uno, la no compaginación entre la teoría y la práctica que en este momento desarrolla las FARC la cual ha venido ahondando más en el cubrimiento militar, abandonando la posición política, abandonando la concepción que es la población la que tiene que dar los cambios esenciales, para llegar a la nueva sociedad.

El sector militarista de FARC ha venido imprimiéndole a la confrontación armada su sello característico de violencia. El momento actual que vive el país, como vive Latinoamérica, es de encontrar salidas concertadas hacia el avance de la nueva sociedad que se persigue.

Latinoamérica vive un momento político excepcional para la lucha abierta, las armas no son el camino hacia la consecución de esa nueva sociedad. Es la vía civilizada, es la vía democrática, es la vía de la lucha democrática la que puede ser el escenario propicio para la transformación del país, el desangre y la guerra no pueden ser el futuro de la Patria, sino la concertación, la concertación en términos de no conciliar, sino concretar.

El proceso de desmovilización se hace necesario porque definitivamente el país necesita de los hombres, no de la resta de los hombres y el proceso de reinserción a la sociedad es el camino probo. Es el camino adecuado para construir la nueva sociedad que todos queremos construir, la Colombia en que quepamos todos.

Hice mi entrega voluntaria a las fuerzas constitucionales del Estado, en especial al estamento de la Policía.

Es una institución que en el transcurso de estos diez años de confrontación que yo he sostenido personalmente con el Estado, ha dado muestras de civilidad, en últimas, es la agrupación que vela por la garantía de los derechos de los ciudadanos y en especial, pues la entrega que hice en el municipio de San Luis es debido a las condiciones de facilidad que le ha entregado a los militantes de las FARC y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) que han querido deponer las armas.

Un segundo motivo para la desmovilización, es el poderoso vínculo familiar que nos mueve a los colombianos.

Indiscutiblemente en la sociedad actual la familia es el vértice donde comienza a desarrollarse la sociedad y es muy fuerte ese afecto hacia la familia y en las FARC, en la vida militar revolucionaria no hay espacio para la familia, el espacio es absorbido todo por la confrontación armada, el vínculo familiar es esencial para cualquier ser humano, el hombre es un ser social por naturaleza y la familia es la célula básica de la conformación de esa sociedad.

El amor a la familia es lazo fuerte y lazo primordial para jalonar a los combatientes a volver al seno de la familia.

Y como tercer aspecto es el cansancio de la guerra. Una guerra fraticida en que nos estamos matando, porque los mimos pobres somos los que vamos a la guerra, es la misma familia colombiana la que se está levantando en armas y es la misma familia colombiana la que defiende la institución del Estado.

Es una guerra larga, es una guerra que ha visto ya padecer y morir tres generaciones, es una guerra que en el ritmo actual no va a construir revolución, porque tal y como la llevamos, simple y llanamente la sustracción de materia por la eliminación de los antagonistas, va a quedar sin protagonistas.

No considero que se deba morir uno de mal de arrugas en el monte, es un proceso que indudablemente no va a conducir hacia la meta que se ha propuesto que es el acabarse física, el acabarse moral y el acabarse espiritualmente en el monte.

Entonces son esas tres condiciones las que indudablemente jalonaron mi salida de FARC, mi desmovilización y mi reinserción a la sociedad civil.

Soy fiel testigo -soy testigo de primera mano-, que da la suficiente garantía para que los alzados en armas que coincidimos en el pensamiento de construir sociedad diferente, dejando al lado las armas y protagonizando la transformación con las ideas. Soy testigo de primera mano que la Policía da las garantías necesarias para esa vinculación, nuevamente de nosotros a la sociedad civil y hago un llamado a todos los combatientes, a los combatientes de base, a los comandantes, a todo aquel que sueñe con la construcción de una Patria diferente y que analice la teoría y la práctica, para que saque como resultado que no es el camino de las armas aquel que labra destinos diferentes.

Las ideas son motores del desarrollo, las ideas son las jalonadoras de procesos de transformación, los fusiles son los anegadores de sangre de nuestra tierra, entonces el camino de la construcción pacífica de un destino diferente.

Parodiando lo que decía Jacobo Arenas: 'el destino de la Patria no puede ser la guerra'. La invitación es pues a abandonar esa guerra, a abandonar esa guerra y seguir por el camino civilista y entre todos construir la Patria amable, justa y en paz que merece el pueblo colombiano.

Fui testigo y protagonista de diez años de confrontación, durante diez años estuve en acciones políticas y militares, durante diez años le entregué todo cuanto soy, y todo cuanto fui a la confrontación armada y definitivamente esos diez años que el aporté yo al proceso de desangre del país, no construyeron ningún futuro diferente al que yo pensaba, lo que sí hicieron fue construir zanjas de dolor, trincheras de odio, lo que construí en esos diez años fue aislarme del proyecto político actual yo, en un momento determinado, consideré como pieza fundamental de desarrollo. Diez años de confrontación, diez años de historia, diez años echados a la caneca del olvido y del olvido más cruel, el olvido de dolor.

Las motivaciones en cierto momento que yo consideré fueron vitales para el aporte a la lucha armada revolucionaria se desvirtuaron en la práctica de la insurgencia.

La práctica armada dio como resultado únicamente que el desplazamiento de la población dio como resultado únicamente el desangre de la población dio como resultado únicamente la pérdida en el sistema económico, político y social del país.

No basa con los golpes de pecho, no basta con un mea culpa, hay que tomar cartas en el asunto y decidirse a hacer práctica la palabra y la palabra se hace práctica, únicamente en la construcción de destinos de paz, de destinos de justicia social, en destinos de civilidad.

Hoy más que nunca, el mundo es interdependiente y hoy más que nunca el mundo ha determinado que las soluciones pacíficas a los conflictos son la solución, la guerra nunca ha podido ser solución a los problemas, en vez de sugerir salidas a los problemas lo que hace es incrementar los problemas, incrementar los odios, entonces en este momento se hace perentorio, que todos y cada uno de los combatientes de las organizaciones revolucionarias, pongan en práctica el pensamiento revolucionario. 'La revolución la hacen las ideas, no la hacen las armas'.

La invitación entonces es al abandono y a la reinserción a la vida civil.

A todos aquellos que compartieron conmigo, las vicisitudes de la confrontación armada, que compartimos el dolor, la angustia, que compartimos la dureza de la confrontación armada revolucionaria, los invito a que se acojan a l proceso de reinserción que viene siendo liderado por el doctor Álvaro Uribe Vélez, el camino de la civilidad, el camino de la concordia, el camino d e la paz, los espera con los brazos abiertos.

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