EDITORIAL SOBRE COLOMBIA PUBLICADO EN “THE ECONOMIST”
Los frágiles Andes
Manejar con cuidado
LA COMUNIDAD INTERNACIONAL DEBERÍA OFRECER MÁS AYUDA
Durante años, la escala de los enredados conflictos colombianos ha opacado los grandes problemas del mundo. El dinero proveniente del narcotráfico y otras formas de crimen y pillaje, le ha facilitado el crecimiento a los tres grupos al margen de la ley, dos que dicen ser de extrema izquierda y uno de extrema derecha. El resultado ha sido un alto número de secuestros y asesinatos, mientras que cerca de 2 millones de personas han sido desplazadas de sus hogares, cifra que sólo ha sido sobrepasada en Sudán y Angola.
Cansados de dicho caos, los colombianos eligieron el año pasado como su presidente a Álvaro Uribe, quien prometió “medidas duras” para fortalecer la seguridad democrática. Uribe ha empezado a detener la creciente oleada de violencia. Con su apoyo, los estadounidenses están erradicando los cultivos de hoja de coca por medio de fumigaciones aéreas, a un ritmo inimaginable hace sólo pocos meses. Se dice que, dentro de un año, Colombia podría dejar de ser una importante fuente de drogas. Algunos funcionarios de Estados Unidos prevén que la extensiva ayuda a este país andino podría disminuirse a partir del próximo año.
Este escenario es demasiado optimista. Y lo que es peor: Colombia se encuentra en el corazón de una región Andina muy frágil. En Venezuela, Hugo Chávez, un populista incompetente, está destruyendo la economía nacional. Durante esta semana, Perú ha estado paralizado por protestas destinadas a desafiar el Estado de Emergencia invocado por un presidente profundamente impopular. En Bolivia, país que por mucho tiempo ha sido visto como ejemplo del éxito de las reformas democráticas, las protestas de febrero sacudieron a la débil y dividida coalición de gobierno. En Ecuador, Lucio Gutiérrez, que como Chávez es un ex coronel del Ejército y un fracasado líder de un golpe de estado, fue elegido presidente el año pasado y ha empezado bien, pero ya ha sido abandonado por muchos de sus seguidores.
Divididos desde la Colonia por asuntos étnicos y una geografía desafiante, varios países andinos han sufrido de pobreza e inestabilidad. Sus diferencias son igual de importantes que sus similitudes. Sin embargo, existe un factor desestabilizador, común para todos, del cual la comunidad internacional es responsable. Durante 25 años, la cocaína ha suscitado violencia y corrupción en toda la región, socavando instituciones débiles de ley y orden. Mientras haya demanda de cocaína, y ésta sea ilegal (y, por ende, lucrativa), los cultivos de hoja de coca en Colombia tenderán a extenderse por todos los Andes. The Economist considera que la legalización de la coca sería menos costosa que una prohibición fallida. Mientras eso ocurre, se podrían implantar otras políticas.
Más ayuda y comercio legal
Sería insensato no reconocer que las drogas, y la violencia que éstas propician, son un problema para toda la región. En su llamado de cooperación para fortalecer la seguridad, el presidente Uribe merece el apoyo de sus vecinos, sobretodo de Brasil. Mientras tanto, los países consumidores deberían ofrecer mucha más colaboración, especialmente a Perú y Bolivia, tan propensos a presenciar un aumento de los cultivos de coca. Con demasiada frecuencia, Estados Unidos se ha propuesto a encaminar una lucha “económica” contra las drogas en los Andes.
Las exportaciones legales andinas necesitan un acceso permanente libre de impuestos a los mercados de los países ricos. Tanto los Estados Unidos como la Unión Europea ofrecen algunas preferencias arancelarias muy útiles: el año pasado, la extensión del Atpa al sector de textiles creó 20,000 nuevos empleos en Medellín. No obstante, hay trabas. Por ejemplo, para poder calificar, el 70% de las exportaciones colombianas de vestidos deben manufacturarse con telas estadounidenses. Además, este tratado expira nuevamente en el año 2006.
Las preferencias ofrecidas por la Unión Europea finalizan el próximo año, y son igual de restringidas. Castigando absurdamente el éxito, la UE empezará a cobrar impuestos, a partir de noviembre, a las flores y frutas de Colombia, por ser éstas “internacionalmente competitivas”. Tanta insensatez es otra de las razones por las cuales las charlas de mercado internacional no pueden concluirse rápidamente. Los líderes políticos locales serían los responsables de que “los frágiles Andes no se vuelvan explosivos”. No obstante, el pueblo andino tiene derecho a recibir un trato más generoso y justo por parte de la comunidad internacional