PALABRAS DEL PRESIDENTE DURANTE LA CEREMONIA DE ASCENSO EN LA ESCUELA GENERAL SANTADER
Bogotá, 20 jun (CNE). El siguiente es el discurso pronunciado por el presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, durante la ceremonia de ascenso del general Teodoro Campo Gómez a General de Tres Soles, celebrada en la Escuela Nacional de Policía General Santander:
"Nos reunimos hoy en este bello campo de la Escuela de Policía General Santander, en el sur de esta ciudad y con el verde de esta Sabana infinita, para agradecer con los símbolos de la Nación a muy buenos hijos suyos.
Se abrió la ceremonia con una bella demostración del carrusel equino de la Policía. Que nos demuestra la disciplina, el esmero, el buen cuidado que en todas estas artes aplica nuestra oficialidad. A todos ellos felicitaciones.
Queremos los campos de Colombia en paz. Para que nuestros ciudadanos puedan disfrutarlos. De a caballo, o en moto, o en bicicleta, a pie, por los ríos. Y puedan dedicarse solamente a cuidar el medio ambiente. A producir y a generar empleo.
Hemos condecorado a una serie de oficiales y agentes por los servicios prestados a la Patria.
Al señor teniente coronel Luis Eduardo Martínez Guzmán. Al señor teniente coronel Gustavo Moreno Maldonado. Al señor capitán Carlos Arturo Curtidor Cruz. Y a los agentes Luis Fernando Gómez Romero, Juber Polanía y Mauricio Pedraza Orozco.
Esta difícil carrera policial que tanto demandamos los colombianos y de la que tanto sacrificio exigimos, en la trayectoria de la honestidad y del cumplimiento del deber, solamente deja satisfacciones de la conciencia, motivos de orgullo para la familia y la gratitud de la Patria.
Al imponer a ustedes hoy la Gran Cruz al Mérito Policial por primera vez, en nombre de la Nación entera expresamos nuestra infinita gratitud.
Esta gran capital ha padecido innumerables derramamientos de sangre por obra del terrorismo y ustedes han hecho un esfuerzo ejemplar, afrontando todas las dificultades y exponiéndose a todos los riesgos, para desbaratar las bandas terroristas que maltratan a Bogotá.
El pueblo bogotano, la totalidad de los ciudadanos de Colombia, agradecemos profundamente este gran sacrificio, y que la Cruz al Mérito Policial sea un estímulo para que todos los días, gracias a la obra de ustedes, el pueblo bogotano pueda sentir más cerca la hora de vivir en completa tranquilidad.
Y hemos condecorado con la Estrella de la Policía al señor doctor Antanas Mockus, alcalde mayor de la ciudad. Los colombianos le tenemos profunda admiración, gratitud, confianza.
La palabra clave de la época: recuperar confianza en las instituciones, recuperar confianza en nuestra forma de gobierno, recuperar confianza en los seres humanos que encarnan esas instituciones.
El alcalde Mockus, por su competencia, por su entrega al servicio, ha ganado confianza. Y fundamentalmente esa gran dosis de confianza que la ciudadanía tiene en él, deriva de su honradez, de su pulcritud como servidor público y como ciudadano integral.
Esa recuperación de confianza le ha hecho muy bien a la administración de Bogotá. Es un ejemplo para el país entero. Es una luz para que todos los que representamos a las instituciones democráticas, hagamos los esfuerzos a nuestro alcance para recuperar confianza.
El alcalde Mockus, para bien de Colombia, tiene la credibilidad de la ciudadanía, de la Fuerza Pública. Su tarea en el orden público a mí me ha gustado, como a todos los ciudadanos, en muchos aspectos. Y en otros me ha sorprendido gratamente.
Por un lado, el alcalde Mockus ha sido un pedagogo de la convivencia. Ha ejercido un magisterio permanente para enseñarnos a los colombianos a dirimir nuestras controversias pacíficamente.
Hasta ahí, desde muchos años, así lo hemos conocido. He compartido, en este año de ejercicio de la Presidencia, responsabilidades con él para dar seguridad a los bogotanos. Y he encontrado en el alcalde Mockus un timonel firme. Sin vacilaciones y sin titubeos.
Él piensa, para bien de Colombia, que la colaboración de todos los ciudadanos con la Fuerza Pública no puede ser optativa. Su interpretación de la Constitución y de los deberes ciudadanos para el bien público, lo ha llevado a decir aquello que yo comparto: 'La cooperación de los ciudadanos con la Fuerza Pública para la recuperación del orden y la convivencia, es un deber ineludible. Es un imperativo'.
El alcalde Mockus ha apoyado a la Fuerza Pública en Bogotá con toda determinación. Sin reservas. Y ha sido una formidable combinación de pedagogía de la convivencia y de ejercicio firme de la autoridad. Nos sentimos muy honrados al imponerle la Estrella de la Policía.
Y hemos asistido hoy al ascenso de teniente coronel a coronel de los oficiales Carlos Humberto Vargas Rincón, José Humberto Henao Castaño, Juan Emilio Ortiz Ortiz, José David Guzmán Patiño y Fortunato Vergara Marín.
Ascienden hoy un escalón en su abnegada e importante carrera en la Policía. En momentos difíciles de la Patria, este escalón lo han ascendido con su sacrificio, con su abnegación, con su capacidad de enfrentar todos los riesgos en diferentes regiones de Colombia. A ellos, a sus familias, que los han acompañado con tanta devoción, nuestras felicitaciones.
Este ascenso y estas condecoraciones, en la Patria de hoy, maltratada por el terrorismo y resuelta a derrotar el terrorismo, más que reconocimientos implican la recordación de que tenemos que aumentar todos nuestra entrega para servir mejor a Colombia. Y en el caso concreto de la Policía, para derrotar la violencia de la Patria.
Y tenemos el inmenso honor de entregar la Estrella Superior al señor general Teodoro Campo Gómez, director nacional de la Policía. Treinta y seis años de servicio. Administrador policial y economista.
Al decir de sus compañeros, de sus superiores, de sus subalternos, de su familia, riguroso pero fraterno. Transparente y con un espíritu de servicio a toda prueba. Comprometido en todas las obras de bienestar que han emprendido en los municipios y en las ciudades en las cuales se ha desempeñado a lo largo de su carrera.
Comandante Antinarcóticos. Ha ganado una gran confianza en el mundo. Director del Instituto de Seguridad Social de la Policía. Comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá. Inspector General de la Policía. Y Director General de la Policía.
Lo acompañan hoy su señora María Cristina y su hija Paola. Quienes con él han integrado una bella familia y le han dado ese calor del hogar que necesitan los hombres que tienen que enfrentar los rigores de la Patria.
Lo acompañan hoy, señor General, todos sus compatriotas en este momento estelar de su carrera. Lo acompaña la Ministra de la Defensa Nacional, que lo llamó nuevamente al servicio activo y al lado de quien usted ha venido cumpliendo una gran tarea para Colombia.
Los acompañan los comandantes de las diferentes Fuerzas. Lo acompañan los señores ex presidentes, en cuyos gobiernos usted tuvo que cumplir tareas de mucha responsabilidad.
El señor ex presidente Julio César Turbay Ayala, ejemplo de determinación para enfrentar a los violentos y también de apertura y generosidad cuando se dieron los procesos de paz. Y lo acompaña el señor ex presidente Ernesto Samper Pizano, durante cuyo gobierno se hizo una profunda transformación de la Policía. Y para bien de la Institución, se le depuró y salió bastante fortalecida.
Y lo acompañan sus compatriotas, que tenemos mucha confianza en la obra de la Policía. Sí: hemos mejorado, pero falta mucho. Sí: Dios mediante en octubre tendremos Policía en el último de los 173 municipios que encontramos con ausencia de esta Institución el pasado 7 de agosto.
Sí: ha descendido el homicidio. Ha descendido el secuestro. Se ha recuperado en un 66 por ciento el tráfico en las carreteras de Colombia. Y cuando un empresario sabe que su mercancía llega de Bogotá a Barranquilla, se despierta en él la confianza y el aprecio por el policía que está a la vera del camino cuidando la carretera.
Muchas familias colombianas han recuperado las carreteras para hacer turismo. Para conocer la Patria, para hacerla conocer de sus hijos, para ayudar a crear empleo.
Y cuando las señoras, los niñitos y los señores observan al policía y al soldado a la intemperie, cuidando la carretera, se despierta en ellos una gran emoción. Se expresa un sentido de gratitud por los integrantes de su Fuerza Pública. Y eso nos ha ayudado a crear confianza entre la Fuerza Pública y la ciudadanía.
Hoy hay más de un millón de cooperantes. Y tenemos que hacer realidad que tengamos 42 millones de cooperantes con la Fuerza Pública.
La Fuerza Pública, con el apoyo de la ciudadanía, con la dirección de las instituciones democráticas civiles, de la mano de la Constitución, nos tiene que devolver la paz.
Hemos avanzado pero no suficiente. Los colombianos hoy nos piden que haya Fuerza Pública no solamente en estos 173 municipios, sino en los corregimientos, en las veredas. Que tengamos más Grupos de Reacción. Más tecnología, más inteligencia.
Los ciudadanos hoy nos piden que todo policía sea un agente de inteligencia. Que todo policía se entregue con abnegación, con sacrificio total a la derrota de los violentos.
Los colombianos ven una luz de esperanza porque hemos reducido el secuestro en un 33 por ciento. Pero los colombianos quieren que en Colombia no haya un solo secuestro.
Vengo a felicitar a todos ustedes, por conducto del señor general Teodoro Campo, quien hoy recibe su Estrella Superior, pero a pedir a todos ustedes que redoblemos los esfuerzos. Que al despuntar del sol de cada día, sintamos más energía, tomemos más energía, para que en esta hora definitiva de la Patria derrotemos a los violentos.
Nosotros no vamos a prolongar esta violencia, ni la vamos a llamar conflicto. Nosotros estamos recibiendo un mandato de los colombianos que se reverdece todos los días para que acabemos con esta violencia.
Hemos perdido entre la droga y la violencia varias generaciones de colombianos. Y es nuestro deber con la generación que hoy crece en la Patria, entregarles una Nación en completa paz.
Y esta violencia no la llamamos conflicto. A sus actores no les reconocemos el título de combatientes. Son terroristas. ¿Y por qué lo repito? Porque el mundo contemporáneo ha logrado un consenso alrededor de la democracia pluralista. Porque Colombia es ejemplo en ese consenso. Porque este Estado nuestro no es un terrorismo de Estado sino una fundación democrática. Porque aquí no están suprimidas las libertades, ni recortadas.
Ayer recordaba yo a los magistrados de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, que Colombia es un caso particular. Es el país que enfrenta el mayor desafío terrorista del mundo y al mismo tiempo el país que presenta la mayor libertad de prensa del mundo.
Aquí no hay mordazas a la crítica. Aquí no hay caminos traviesos al pluralismo. Aquí no hay trampas a la democracia. Y eso nos da la razón y la causa para decir que cuando en contra de una democracia transparente que funciona, de unas instituciones pluralistas, se ejerce la oposición armada, esa oposición armada es terrorismo.
Y es terrorismo por sus métodos. Ya no los vemos combatiendo transparentemente, con gallardía, a los soldados y a los policías de Colombia. Se han dedicado estos grupos violentos a plantar el territorio de minas quiebrapatas. Por eso, cobardemente, lo que han hecho es dejar lisiados a centenares de soldados, y de policías, y de ciudadanos trabajadores de Colombia.
Por sus métodos los denominamos terroristas. Y los denominamos terroristas por sus fuentes de financiación. La droga, que acaba con la ética y con la moral. La droga, que corrompió a la misma guerrilla. La droga, que con la capacidad militar ha creado en los violentos una actitud vanidosa, una actitud desdeñosa con el Estado, con la moral, con la sociedad. La droga que no respeta fronteras. Que ha destruido la selva colombiana. Que ha amenazado con destruir las instituciones colombianas. Que puede causar los mismos daños en el vecindario.
Y los llamamos terroristas porque son los causantes de las dificultades sociales y políticas de Colombia.
Es bueno que el mundo entienda que esta Patria nuestra se gastó cien años discutiendo para incorporar la elección popular de alcaldes y de gobernadores. Es bueno que el mundo sepa que cuando no teníamos elección popular de alcaldes y de gobernadores, en los comunicados de la guerrilla se demandaba como una prioridad nacional incorporarla.
¿Pero qué ocurrió? Hoy se eligen los alcaldes y los gobernadores libremente. Pasos trascendentales de la democracia de nuestra Patria. Y aquellos mismos grupos violentos que pretendían justificar sus acciones violentas en la falta de estas posibilidades democráticas, son los que hoy destruyen la elección popular de alcaldes y de gobernadores. Son los que hoy restringen las libertades públicas de Colombia.
El Estado colombiano ha avanzado en oportunidades democráticas. Y estos grupos violentos conculcan, anulan esas libertades democráticas.
Por eso nos sentimos muy complacidos cuando la bandera del orden la agita el alcalde Mockus, quien simultáneamente y durante toda su vida, como académico, como pensador y como funcionario, ha sido un defensor de las libertades públicas y de la democracia de bases populares.
Estos grupos violentos, terroristas, le piden al mundo audiencia. Maliciosamente le responden al Grupo de Río, negando el camino del diálogo a través de Naciones Unidas y pidiendo audiencias.
Los conocemos. Llevan 50 años engañando al mundo. Mientras en Colombia anulan la elección popular de alcaldes y asesinan a los candidatos a las gobernaciones, cuando hacen sentir su voz en el extranjero reclaman por más democracia en Colombia.
Han manejado la actitud y el discurso hipócritas. Los conocemos. Mientras algunos de ellos mantenían al país saturado de peroratas desde el Caguán, otros, en buen ritmo con los oradores del Caguán, detonaban los carros terroristas contra 198 municipios de la Patria que destruyeron en ese período.
Los conocemos. Son políticos en el exterior y terroristas en Colombia. Los conocemos. Eran políticos en los discursos del Caguán y simultáneamente terroristas contra los aviones y contra los senadores y contra los diputados en diferentes sitios de Colombia.
Los conocemos. Han sido políticos de día y terroristas de noche. Que se definan y actúen como gentes de bien. Esa mezcla no se admite. Que sean terroristas definidos, siempre y a toda hora, para derrotarlos. O que sean políticos para que ayuden a abrir las vías del entendimiento y hagamos un proceso de paz.
Lo que no admitimos es que sigan pretendiendo darle al mundo y a Colombia el almíbar del engaño. Si quieren la paz, que no pidan audiencia para peroratas politiqueras e hipócritas. Que se sienten con Naciones Unidas a ver cómo se logra un cese de hostilidades que nos abra el camino hacia la paz.
Y queremos que se dividan. Si en las Farc los hay todavía con ideales políticos, que abandonen a los capitanes del terrorismo y que vengan a hacer la paz con nosotros.
Algunos me han dicho: 'No le juegue a la división de la Farc, que allá hay una jerarquía indestructible'. Otros me han dicho: 'No insista en derrotarlos que la Farc es indestructible'.
Ese es el cuento que le han vendido a muchas personas a quienes han engañado. Jerarquías indestructibles, comandadas por terroristas, unos más confesos y otros más solapados, no hay. Todas son destructibles. Y las vamos a destruir porque lo único indestructible es el Estado de Derecho de Colombia.
Llevamos en estos casi 11 meses de Gobierno, 1.700 personas desmovilizadas de los grupos violentos. Los hemos acogido fraternamente. Hemos querido proceder de acuerdo con esta democracia que ha sido magnánima, con su tradición jurídica y con su tradición de reconciliación.
Esas 1.700 personas están abrazadas por el Estado y el Estado está haciendo todos los esfuerzos, dentro de las limitaciones, para dar a ellos todas las garantías.
Cuando se hizo la paz con el M-19, quedaban 600 hombres en armas. Con el EPL, un poco más, un poco menos. Con la Corriente de Renovación Socialista, una cifra parecida.
Este Gobierno, a partir del ejercicio de la autoridad, en 11 meses ha hecho la paz con 1.700 personas que estaban en armas en los diferentes grupos.
La paz no nace de actitudes débiles frente a los violentos. La paz nace de una actitud firme para interpretar el mandato del orden del Estado de Derecho para sacar adelante el concepto de autoridad, que es lo único que finalmente produce reflexiones en los violentos.
Cuando a los violentos se les trata con azúcar, ellos responden con cicuta. Cuando a los violentos se les trata con la firmeza del Estado de Leyes y con la firmeza de las Armas de la República, en ese momento se les rebaja su dosis de vanidad, su dosis de criminalidad. Hacen reflexiones y se producen resultados como el de las 1.700 desmovilizaciones de los últimos 11 meses.
Y estos violentos, tienen que preguntarse: ¿Les ha servido el camino de la violencia? Para nada. Algunos de ellos dicen que se fueron a la guerrilla por una ilusión universitaria en materia ideológica y contestan que después de 20 ó 30 años, esa ilusión se ha desvanecido. Vieron que sus jefes cambiaron la ilusión ideológica por la ambición del dinero mal habido.
Otros de estos desmovilizados contestan que se fueron a la guerrilla porque los reclutaron a la fuerza, amenazando con asesinar a sus padres y que han podido hoy desertar de la guerrilla porque ha llegado el Estado para proteger a sus padres.
Otros contestan que se fueron a la guerrilla por la pobreza de la familia y que al regresar de la guerrilla encontraron a la familia más pobre y además en muchos casos perdieron la familia.
Las comunidades más atrasadas, las comunidades con menos servicios públicos, la violencia y la droga, sólo le han dejado males de la mayor gravedad a nuestra Patria.
Para nosotros, construir equidad en Colombia. Necesitamos que haya confianza inversionista en la Patria y esa confianza se logra a partir de que haya determinación para recuperar la paz.
Ustedes, integrantes de la Policía de mi Patria, con sus acciones en pro de la seguridad, van a ser los grandes generadores de empleo y los grandes redentores de las masas pobres y miserables de Colombia.
Con la seguridad que derive de sus acciones el país mirará, el país verá un mayor crecimiento económico y mejores y mayores recursos para ir simultáneamente mejorando la situación social.
Y lo acompaña también, señor General Teodoro Campo, el señor Ministro de Defensa del Brasil, a quien agradecemos su visita.
Hace pocos días en el Grupo de Río, el presidente Luis Inácio Lula Da Silva reafirmó el compromiso del Brasil para derrotar el terrorismo. Hemos sentido en él un gran espíritu de cooperación con Colombia.
Él sabe, y así me lo ha expresado, que si Colombia no derrota el terrorismo, el terrorismo puede hacer un gran daño al Brasil. Y ha llegado a contarme casos concretos, como aquellos de las bandas terroristas y narcotraficantes de Río de Janeiro que quisieran replicar en el país carioca los actos que tanto han maltratado al pueblo colombiano.
Al Gobierno del Brasil y a usted señor Ministro, nuestra gratitud. Y nuestra gratitud porque la Declaración del Grupo de Río no fue una Declaración retórica más. Fue una Declaración juiciosa y práctica. Primero exhorta a las Naciones Unidas para que conmine a los grupos guerrilleros a que, a partir de un cese de hostilidades, se sienten a dialogar y a buscar la paz.
Y segundo: dice la Declaración del Grupo de Río que si ello fracasare, las Naciones Unidas, el Grupo de Río y el Gobierno de Colombia buscarán alternativas.
Ese es un paso práctico. Ese es un paso práctico. Por eso ahora necesitamos la respuesta de Naciones Unidas, como la demandé ayer en la intervención ante la Corte de Derechos Humanos en Costa Rica.
A todos ustedes, nuestra inmensa gratitud. General Teodoro, ¡comande! Que no es la hora del trato dulce al terrorismo, sino del trato duro al terrorismo, para que le llegue a la Patria el trato dulce a toda su ciudadanía.