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Relato del Sargento Pedro Guarnido, quien salió ileso

“QUERÍAMOS QUE NUESTRAS FUERZAS MILITARES FUERAN POR NOSOTROS”

Medellín, 6 may (CNE). “Y comencé a rezar, a rezar, recé, recé… Pasó la primera plomacera. Salieron los guerrilleros y escuché la voz del ‘Paisa’, que gritó: devuélvanse, verifiquen y rematen”.

Con esas palabras el sargento viceprimero del Ejército, Pedro Guarnizo Ovalle, le contó al presidente Álvaro Uribe Vélez cómo se salvó de la masacre de los guerrilleros de las Farc, quienes asesinaron a 10 colombianos que mantenían secuestrados, entre ellos el gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria, y el ex Ministro Gilberto Echeverri.

Esas palabras fueron también de las primeras que pronunció el sargento Guarnizo después de permanecer cinco años y diez meses en poder de las Farc, tiempo durante el cual recorrió cientos de kilómetros del país, esperando por una libertad que por momentos se le hacía efímera.

Fueron meses en los que caminó y caminó, huyendo de la Fuerza Pública junto con los guerrilleros que lo mantenían a él y a otros militares como botín de guerra.

Incluso, Guarnizo relató que estuvo muy cerca de Bojayá, precisamente el año pasado, cuando ocurrió el ataque a esa población chocoana que dejó más de 100 personas muertas. Allí había un gran campamento de la guerrilla, en donde incluso tenían una cancha de fútbol.

Desde esa tragedia, Guarnizo y sus captores se fueron trasladando poco a poco hasta llegar al campamento en inmediaciones de Urrao, en donde permanecían desde hace tres meses.

Ayer, cuando comenzó la operación del Ejército y los guerrilleros se percataron de su presencia, él y sus compañeros recibieron la orden de empacar sus pocas pertenencias porque se iban a trasladar.

Pero no alcanzaron a hacerlo cuando una ráfaga de ametralladora, ordenada por alias ‘El Paisa’, dio en los cuerpos de los funcionarios y los militares que permanecían secuestrados.

Un milagro hizo que ninguno de esos disparos mortales diera en la humanidad del sargento Guarnizo, quien sólo atinó a botarse al piso, quedando al lado del cuerpo del gobernador Guillermo Gaviria Correa.

Fue entonces cuando encomendó su alma a Dios y en silencio rezó las oraciones que se sabía. Si bien se había salvado de la ráfaga, Guarnizo sintió llegar la muerte cuando, minutos más tarde, ‘El Paisa’ dio la orden de rematar a los heridos.

Guarnizo dice que alcanzó a escuchar algunos gemidos, pero al sentir de vuelta a los guerrilleros, nuevamente se encomendó al Señor.

“Diosito, perdóname todo lo malo”, fue el pensamiento de Guarnizo, quien luego sintió como tres balas, que dieron en el cuerpo del Gobernador, le rozaron y le dejaron apenas rasguños en su brazo izquierdo.

“Trataba de no respirar cuando escuché dos tiros: fueron los del Gobernador y luego escuché otros tres, me salpicó tierra. Me quedé quieto como cinco minutos, conté hasta cien y levanté la vista”, dijo.

Tendido vio que los heridos, como pudieron, trataron de protegerse, mientras los guerrilleros huían del Ejército que, sin disparar una sola bala, se aproximaba al campamento.

Veinte minutos después vio llegar a sus compañeros del Ejército y con ellos la libertad que anhelaba desde hace casi seis años.

Hoy, después de ayudar a las tropas en el rescate de los cuerpos de sus compañeros de cautiverio, se encontró con el Presidente, la ministra de Defensa, Martha Lucía Ramírez, y el fiscal general, Luis Camilo Osorio, quienes escucharon su conmovedor drama en la sala VIP del aeropuerto Olaya Herrera de Medellín.

Guarnizo no ahorró movimientos para explicar su drama. Luciendo una camiseta con el rostro de la hija que no conoce, porque nació mientras él estaba secuestrado, explicó paso a paso la vida en el campamento y el trágico momento de la muerte de sus compañeros.

Les contó, por ejemplo, cómo los golpes del Ejército contra la guerrilla los afectan, hasta el punto que les retiraron la televisión que constantemente registraba estos hechos.

Sin embargo, lo que más afecta moralmente a los guerrilleros es el buen trato que están recibiendo los subversivos que se están acogiendo al programa de desmovilización. “Eso es la piedra en el zapato para ellos”, dijo el Sargento.

Pero el momento más duro fue cuando en ese mismo salón se encontró a la madre del asesor de paz Gilberto Echeverri, con quien se fundió en un estrecho abrazo. Las lágrimas de los dos y un profundo silencio enmarcaron ese conmovedor instante.

Junto a ella llegó la esposa del Infante de Marina Alejandro Ledesma Ortiz, y otros familiares de los militares asesinados, para quienes Guarnizo representó el último contacto con sus seres queridos.

Sacando fuerzas de lo más profundo, Guarnizo abrazó a las mujeres y les pidió que no lloraran más. “Todos los militares estábamos decididos a esto, esto era lo que queríamos, porque estos bandidos no nos iban a soltar de otra forma”, les dijo.

Guarnizo agregó que “todos queríamos que nuestras Fuerzas Militares fueran por nosotros y más de una vez lo habíamos hablado”.

Ahora el Sargento Viceprimero será sometido a intensos chequeos médicos y luego viajará Ibagué para reencontrarse con su familia y su hija.

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