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Visita al campamento de las Farc donde fueron asesinados 10 colombianos

CRÓNICA DE VIAJE AL LUGAR DE LOS HECHOS

Urrao (Antioquia), 6 may (CNE). Las Farc decidieron ayer asesinar al gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria, a su consejero de Paz, Gilberto Echeverri, y a ocho militares. El rumor irrumpió en las salas de redacción hacia el mediodía y llegó a oídos del presidente Álvaro Uribe Vélez, justo cuando terminaba de inaugurar el Batallón de Alta Montaña Rodrigo Lloreda Caicedo en Los Farallones de Cali.

Los rumores decían que el hecho había ocurrido en algún lugar de Antioquia.

Los hombres del Ejército llegaron al sitio un poco después de las 11 de la mañana. Fue entonces cuando encontraron los cuerpos sin vida de diez secuestrados. Rescataron vivos a cuatro, y sólo tres de ellos sobrevivieron.

Ayer, la prensa no tuvo acceso al lugar.

Sólo hoy, cuando dos helicópteros de la Fuerza Aérea, al mando del comandante de la Fuerza de Despliegue Rápido (Fudra), general Hernando Alonso Ortiz, se dirigieron hacia el sitio, fue posible entender que efectivamente se trataba de algún lugar, como cualquier otro, clavado en la selva de las montañas antioqueñas, bañado de humedad y con piso de barro.

Al campamento donde ocurrieron los hechos llegamos luego de 30 minutos de vuelo desde Ríonegro, y 20 minutos de caminata. A 15 minutos de vuelo también está Urrao. El río que separa las dos montañas, al lado del cual aterrizaron los helicópteros, se llama Murrí, y la quebrada que atravesamos para llegar al cambuche, que está a 180 metros de altura, se llama Papayal.

La entrada de los helicópteros fue recibida con disparos de las Farc desde uno de los lados de la montaña. Hubo nerviosismo. No era posible medir el tiempo que duraron las ráfagas. Todo se calmó cuando un helicóptero Arpía, que nos estaba protegiendo desde el aire, lanzó unos cohetes hacia el sitio desde donde estaban disparando.

Una mirada hacia arriba sólo dejaba ver la imponencia de árboles muy altos que tapaban el cielo.

Alcanzar el campamento dejó a todos los que llegamos por primera vez un sentimiento de desolación. El general Ortiz lo describió así: "Después de ver esto creo que la palabra infamia es muy corta para describir la postración en la que tenían a esos colombianos. Estas no son condiciones para mantener a un ser humano".

El campamento fue construido con hojas y ceiba. Los mismos secuestrados ayudaron a levantarlo, palo tras palo, para los 52 guerrilleros de las Farc que hace cuatro meses llegaron a ese lugar. El Ejército supo hace cinco días que ese campamento existía.

Ayer, cuando las palas de los helicópteros rompieron el silencio del lugar, sólo había 2 guerrilleros cuidando a los secuestrados, al mando de uno llamado alias 'El Paisa'.

Había una plaza de armas. A un lado estaban las chozas donde dormían los terroristas, y al otro, una donde pernoctaban los secuestrados. Tenían sala de TV, comedor, e incluso antena de Direct TV.

En ese mismo sitio donde dormían los funcionarios y los militares secuestrados, fue donde los asesinaron.

El Mayor Juan Manuel Padilla, comandante del batallón de Fuerzas Especiales Número 2, relató los hechos así: "Ayer a las 11 de la mañana se hizo el asalto aéreo alrededor del campamento, empleando sogas rápidas. A los 12 minutos del desembarco llega el primer grupo de militares al sitio y es donde encuentran a los secuestrados asesinados".

El oficial y el general Ortiz aclararon una vez más que no hubo disparos de parte de los militares. "Desde que nosotros caímos, no oímos ningún disparo. Los disparos se hicieron antes de que el helicóptero aterrizara. Por eso es que no nos guiamos por los disparos sino por las coordenadas que teníamos", sostuvo Padilla.

El alto oficial añadió que "no hubo combates, no hubo resistencia armada por parte de los terroristas. En su cobardía no se enfrentan a la tropa. Se dedicaron a masacrar estas personas de una manera miserable".

Padilla dijo que el Sargento que sobrevivió le contó que "la orden que tenían los secuestrados era que tan pronto oyeran tropa empacaran y se concentraran en el cambuche donde dormían. Eso fue lo que hicieron. Se fueron para allá a empacar sus cosas. Sin embargo, mientras estaban empacando, alias 'El Paisa' simplemente ordenó el asesinato de los secuestrados.

"Uno de los guerrilleros a la orden de 'El Paisa' rafagueó hacia el sitio donde estaban todos e hirió a muchos. Y los terroristas iniciaron la huída hacia el sur. Cuando iban, alias 'El Paisa' dijo que parecía que no todos estaban muertos y ordenó que debían rematarlos. Se devolvieron unos terroristas y remataron a los secuestrados".

Los cuatro militares que quedaron vivos sobrevivieron porque simularon que estaban muertos. Uno de ellos murió, cuando era transportado hacia Medellín.

"La selva es tremendamente espesa. Nuestra misión en ese momento no fue la huída de los terroristas sino la atención de los heridos y la evacuación de ellos con vida", agregó el Mayor.

Ese mismo sargento le relató al Mayor que el ex ministro Echeverri estaba muy débil, que ya no comía. Sobre el gobernador Gaviria, dijo que "era el interlocutor de todos ante alias El Paisa. Era el que negociaba cualquier mejora del nivel de vida, el envío de las cartas, las encomiendas. Era como el vocero de todo el grupo. Trataba de conciliar".

TESTIGOS DEL HORROR

Era poco el tiempo que teníamos porque la zona tiene permanentemente unas condiciones climáticas que dificultan la entrada de los helicópteros. Tuvimos media hora para ser testigos del horror que debieron sufrir quienes perdieron la vida allí y aquellos que hoy por un milagro pueden contar la historia.

Antes de emprender el camino de regreso, el general Hernando Alonso Ortiz reunió a la tropa que nos acompañó en el camino y a los hombres que nos esperaban, para decirles que se sentía orgulloso por la labor que hacían.

Mientras bajábamos por un camino embarrado distinto al que tomamos para llegar, con precipicios a lado y lado, el general Ortiz señaló: "Uno nunca se acostumbra al dolor. Lo más duro es ver caer a los hombres y ver el drama de gente que se ha entregado al servicio de Colombia, postrada, secuestrada, miserablemente masacrada".

Pero el dolor no desmoraliza a estos hombres. "Esto nos anima para buscar a estos terroristas, a estos bandidos para neutralizarlos, para desterrarlos. Esto no nos desmoraliza. Nos conmueve", dijo Ortiz.

Antes de montarnos a los helicópteros aprovechamos para pedirle que le mandara un mensaje a los colombianos: "Que confíen en sus Fuerzas Militares. Que confíen porque tienen un Ejército digno, tienen un Ejército sacrificado, heroico. Trabajamos 24 horas del día por alcanzar la paz y la tranquilidad para que en este país haya paz".

Los aparatos de la Fuerza Aérea regresaron a Ríonegro, de nuevo haciéndole el quite a las balas de los guerrilleros que, una vez más, dejaron el rastro del dolor en un lugar de las montañas de Colombia.

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