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Palabras del presidente Uribe en graduación de la U. de los Andes

“JÓVENES: AMOR POR COLOMBIA Y FIRMEZA PARA SERVIRLA”

Bogotá, 20 sep (CNE). - El siguiente es el texto del discurso del presidente la República Álvaro Uribe Vélez, durante la ceremonia de graduación de estudiantes de artes y humanidades e Ingenierías de la Universidad de los Andes, ceremonia que se realizó en el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada.

”En la vida de los seres humanos, las familias, las comunidades, la ceremonia de graduación constituye un momento de reflexivas emociones, gratos recuerdos, nostalgias, nuevas ilusiones. El día de grado es episodio esencial de la existencia.

Acudo a acompañarlos con entusiasmo por la Patria, respeto y admiración por esta Universidad, complicidad en el gozo con sus familias, alegría por ustedes y esperanza en su papel por Colombia.

Deseo referir unas líneas sobre la universidad, aquello que de ustedes esperamos y el amor por esta gran Nación. La universidad debe ser científica, abierta a la libre cátedra, no dogmática, crítica con espontaneidad y sin amarguras, batalladora en las ideas y ejemplar en la convivencia. La universidad debe recibir la problemática social, procesarla en el laboratorio de la ciencia y entregar soluciones a la comunidad.

La universidad científica debe partir de reconocer que su tarea es una búsqueda sin fin por la verdad, y que su logro es apenas una verdad relativa y una base para emprender una nueva investigación. Después de respetar el compartimiento individual de las creencias religiosas y los principios de la democracia como regla insustituible para la convivencia, todo lo demás es revisable y demanda aproximaciones sin dogma. El trabajo científico no admite cansancios y el logro de cada nueva hora debe ser el renacer de la esperanza para las siguientes.

La pasión en la defensa de las convicciones y en el resultado de las investigaciones se excluye con el dogma que cierra las puertas a los nuevos avances. La emoción se necesita pero es obligatorio trazar la línea divisoria con el fundamentalismo intransigente.

La universidad tiene que ser crítica. Para dar un buen producto a la comunidad, el universitario debe asumir una actitud espontánea, libre de amarguras y resentimientos. Signado el mundo contemporáneo por la diversidad, se convierte en escenario diario de conflicto entre opiniones diferentes, que puede ser destructivo al desembocar en la confrontación antagónica, o constructivo al escoger la cooperación
creadora.

El rechazo a la lucha violenta de clases no implica renunciar a la crítica. Cuando la crítica va acompañada de la reacción violenta se genera un bloqueo en la mente individual y en la acción colectiva, que empeora los problemas y no deja ver la luz de las soluciones. De la crítica surgen las semillas que demandan suelo enriquecido por la disposición anímica de construir.

A fin de responder bien a la sociedad, a partir del debate científico debe preferirse el descubrimiento de la nueva opción antes que la suma transaccional de las viejas y agotadas.

La universidad no puede presumir su aislamiento, debe entenderse a sí misma como parte fundamental de la sociedad, ser consciente de su papel de liderazgo para el bien común y ejercer ese liderazgo.

Precisamente asumir y ejercer liderazgo es lo que los mayores esperamos de ustedes, apreciados graduandos.

Leí hace años, en un ensayo de Rosabeth Monss Kanter, antigua directora de Harvard Bussines Review, que la credibilidad del liderazgo supone: competencia, consistencia, congruencia y relaciones humanas.

Creo en esas palabras. En el ejercicio del liderazgo, debemos intentar definirlas adecuadamente y practicarlas siempre. Competencia, supone un gran esfuerzo de mejoramiento y aprendizaje continuos. El grado de hoy es apenas el comienzo para una vida sin desmayos en materia de estudio. Han dicho con sabiduría los chinos que
“el día que se deja de estudiar se empieza a morir”.

Consistencia, es la capacidad de tener el mismo discurso en todos los escenarios. En la época de congresista, cuando hablaba de las leyes 50 y 100, expuse un mismo punto de vista a los sindicatos y a los gremios empresariales. Cuando ejercí la Gobernación de mi comarca, expliqué el propósito y las características de las Convivir, tanto a los sectores que me apoyaban, como a aquellas ONG europeas que me criticaban. El discurso del líder es uno; no puede cambiar a la medida y al gusto del auditorio.

Congruencia, es saber que lo que se piensa, dice y hace, son partes de la misma acción. Hilvanar la actuación con la prédica representa la coherencia edificadora de liderazgo.

Y, relaciones humanas. A la gente hay que quererla. Es la única posibilidad de cumplir con el precepto ético que nos obliga a no hacer daño al prójimo. Es necesario exigir y es muy difícil exigir con amor. Si se exige con amor se logra lo exigido. Para exigir con amor a los demás, es debido exigirse primero con severidad a sí mismo.

El líder jalona para transformar sueños en realidades y no puede distraerse en la búsqueda de mayores niveles relativos de verdad. Para seguir luces de verdad el líder tiene que observar, preguntar y escuchar. Para dar órdenes primero hay que dar ejemplo.

El líder es un comunicador y el comunicador tiene que ser escucha. El buen escucha no siempre asiente, no duda en reconocer la razón cuando los demás la tienen, y al serle presentado un problema que no puede resolver de inmediato, estimula el examen de las opciones posibles.

Les hablo desde el deber ser, no desde el ser. Cada uno de nosotros tiene que tener claro el deber ser, repasarlo con frecuencia y buscar que el comportamiento cotidiano se ajuste a este deber ser, lo más cercanamente posible.

No hay liderazgo sin carácter. El carácter reposa en aquello que de buena fe se considera adecuado para el bien general, y no puede fundarse en la satisfacción de las vanidades individuales. El carácter reclama la razón con argumentos, y también por argumentos acepta la razón contraria. El carácter no se pliega a la corriente pero insiste en convencer hasta cambiar el rumbo de las aguas.

Miramos con ilusión la generación de ustedes, porque su preparación, franqueza y el fuego de las dificultades nacionales que ha fundido su formación, los convierte en el punto de quiebre para avanzar hacia una Nación con transparencia, crecimiento vigoroso, equidad sin egoísmo, “calor de hogar sin cicatrices y pan sin llanto”.
Ustedes se gradúan porque la universidad nunca los rajó. Que la vida nunca los raje y que cualquier obstáculo sea la plataforma de impulso para una nueva victoria.

Jóvenes: amor por Colombia y firmeza para servirla.

¡Firmeza! Porque, como preguntaba San Pablo en su última epístola a los
Corintios: “Si la trompeta emite un sonido incierto y débil, ¿quién se
aprestará a la batalla?”

Felicitaciones muchachos”.

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