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Policía incautó una tonelada de cocaína dentro del cilindro de una aplanadora

¿Y CÓMO ENCALETARON LA COCA?

Bogotá, 12 ago. (SNE).- Cuando la Policía Nacional recibió la información según la cual dentro de una máquina niveladora de asfalto transportada en una tractomula había una gran cantidad de cocaína de alta pureza, nunca se imaginaron la odisea por la que tendrían que pasar para poder sacar la droga.

Con esa información, a primeras horas del día la policía detuvo en el sector de Fontibón (noroccidente de Bogotá) una tractomula Mack azul, que llevaba a cuestas el gigantesco aparato y era escoltada por una camioneta de doble cabina.

Inmediatamente, tractomula, niveladora, y las dos personas capturadas que conducían los aparatos fueron llevados a la sede de la Policía Metropolitana de Bogotá. Tras una minuciosa revisión del aparato, que resultó infructuosa, los agentes de la policía decidieron abrir los inmensos cilindros, razón de ser de la aplanadora.

Así fue como a las 10:00 de la mañana un hombre de unos 35 años vestido con un overol azul oscuro se acercó con un equipo de soplete dispuesto a abrir un boquete en busca de la coca reportada. Dos horas después logró abrir un orificio de 30 x 20 centímetros en el cilindro trasero de la máquina pero no encontraron nada en su interior.

Cerca de las 11:00 el general Héctor García, jefe de la policía de Bogotá dejó su despacho para pasar revista a la misión. “Esto esta crudo todavía”, dijo al ver que no había nada y regresó de nuevo a su oficina.

Algunos de los policías encargados de la operación comenzaron a sospechar que la información que les habían suministrado era falsa, pues no había rastro alguno de la droga. Aún así, quedaba por abrir el otro inmenso cilindro de la aplanadora.

Ya a esa hora el rumor había llegado a los medios de comunicación, que sin dar crédito a las versiones, decidieron convertirse en los acompañantes del soldador que ahora enfilaba su soplete al cilindro delantero de la máquina.

Soplete en mano, el hombre era objeto de constantes tomas de camarógrafos y en su rostro se reflejaba el destello de los flashes de los fotógrafos

Nuestro especialista en abrir cilindros de aplanadoras empezaba a calentar su soplete para abrir el cilindro más grande, pero no imaginaba que éste por ser el de mayor tamaño era mucho más grueso.

Empezó a trazar un cuadro sobre la parte derecha del cilindro tal como lo hizo anteriormente, pero no lo pudo traspasar. Tomó un nuevo impulso y en su afán de romper el grueso metal recalentado recibió un fogonazo sobre su cara que le chamuscó el cabello.

Otro nuevo personaje llegó. Esta vez un joven miembro de la Sijin que armado con un balde le echaba agua en la cara al soldador cuando seguía recibiendo repetidos fogonazos y a la máquina para que no se recalentara.

Varias vueltas de soplete habían pasado sobre la ranura en el cilindro y todo indicaba que ya iba a ser abierta. Fue entonces cuando este hombre -ahora no solo con el overol oscuro sino también la cara-, y en medio de la frustración que le produjo no haber podido abrir el cilindro tras unos buenos golpes secos con un mazo de hierro, decidió recargar baterías con una frijolada en un restaurante ubicado a media cuadra.

El suculento plato pareció haber surtido el efecto deseado, pues las 4:00 de la tarde el cilindro fue derrotado por el soldador y su soplete. Efectivamente estaba lleno de paqueticos de kilos de cocaína.

Un “Bravo” y aplausos, fue el premio del público, que ya era integrado por muchos policías, varios periodistas, y uno que otro colado.

Lo que nuestro amigo el soldador no previó fue hacer un hueco más grande por donde fuera más fácil sacar la droga. Como pudieron varios agentes sacaron la que estaba al alcance y luego otros uniformados empezaron a sacudir la maquina para acomodar los paqueticos y sustraerlos.

Eran las 6:00 de la tarde y la luz del día se despidió. Aunque ya se habían sacado 800 paqueticos faltaban más y tuvieron que pedir prestada una maquina de reflectores a los obreros de Transmilenio que están trabajando en la calle sexta.

En total una tonelada de cocaína avaluada en cerca de 20 millones de dólares fue incautada por la policía. Las primeras informaciones indican que la droga era transportada desde el departamento de Meta y tendría como destino la costa norte del país, donde sería enviada a México y los Estados Unidos.

Tras ocho horas de esfuerzo para encontrar la droga, la única pregunta que le quedó por resolver a la Policía, periodistas y fisgones fue: ¿cómo encaletaron la coca?

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