PALABRAS
DEL PRESIDENTE URIBE DURANTE GRADUACIÓN DE TENIENTES DE
CORBETA EN CARTAGENA
Cartagena, 3 dic (SNE). Las siguientes
son las palabras del presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez,
durante la ceremonia de ascensos al grado de tenientes de corbeta
en la Armada Nacional.
“Este es un día de mucha reflexión y de
mucha ilusión para la Patria. Acudimos esta noche a Cartagena
para presenciar en la compañía de sus familias
la graduación de ustedes como tenientes de la Armada.
Hace pocas horas en Cali unos jóvenes como ustedes, de
la entraña colombiana, de familias como las de ustedes,
como las nuestras, fueron graduados en la Fuerza Aérea,
y esta mañana un grupo idéntico se graduó en
el Ejército.
¿Por qué es un día de reflexión?
Porque es un día que nos invita a pensar en la inmensa
tarea de ustedes en favor de Colombia. ¿Y por qué es
un día de ilusión? Porque ustedes, que tienen el
valor de aquellos que acompañaron a Simón Bolívar
hace casi dos siglos para sellar la Independencia, se han podido
graduar adquiriendo los conocimientos técnicos y humanísticos,
propios de dos siglos, de más avance de la ciencia. Y
un día de integración: saludamos la presencia en
este acto del Comandante del Servicio Marítimo de la hermana
Panamá, el señor Contralmirante, Ricardo Trael
Porras.
Saludamos el hecho singular para la integración que un
hijo de la hermana Patria ecuatoriana, el teniente de corbeta
Cristian Andrés Rozo Figueroa, haya obtenido la medalla
Francisco José de Caldas por ser el primer puesto en esta
promoción. Saludamos la presencia en esta promoción
del teniente Cristian Saúl Escala, hijo de la hermana
República de Panamá.
Ayer el terrorismo de las Farc, con sus
minas quiebrapatas, asesinó a los infantes de marina Enrique Cervantes Nagles
y Roger Manuel Díaz Puerta. Hoy hacen parte de ese grupo
inmenso de héroes de la Patria que por defenderla han
ofrendado sus vidas, víctimas del terrorismo.
Ustedes, jóvenes graduandos de esta noche, son una esperanza
para que esta Nación supere definitivamente la pesadilla
del terrorismo. Sus familias, la generación de sus padres,
la mía, no hemos visto un día completo de reposo
en nuestro discurrir en la Patria colombiana. Pero tenemos la
ilusión de que las nuevas generaciones puedan vivir felices
en esta Patria. Por eso nuestro empeño, nuestro afecto
a la tarea pública de derrotar al terrorismo. Y la graduación
de ustedes esta noche, los atributos de que hacen gala, nos llenan
de entusiasmo de que Colombia va a convertir en realidad, va
a ser palpable la ilusión de que las nuevas generaciones
puedan vivir felices.
Ustedes lo van a lograr, ustedes son
la generación del
tránsito, ustedes están llamados por el destino,
por las circunstancias de su época, a producir el punto
de quiebre para que esta Nación encuentre centurias de
felicidad.
Hace dos años, cuando acudía a este campo emblemático
de la Patria, les traje algunas líneas de reflexión,
sobre valores para el ejercicio de su noble actividad. Hace un
año agregamos otras.
Y quiero traerles esta noche la integración de cinco
valores, de cinco axiomas necesarios para cumplir bien con la
Patria, que tuve la oportunidad de exponerlos esta mañana
y esta tarde a sus compañeros de la José María
Córdova y de la Marco Fidel Suárez.
El ejercicio de ustedes requiere voluntad
política, agresividad
en la iniciativa, transparencia, don de mando y relaciones humanas.
Voluntad política, esa fuerza interior, ese compromiso
exterior de todas las horas, sin desmayo, sin declive, sin claudicación,
que debe imperar en el Gobierno de turno para derrotar el terrorismo,
para que Colombia recupere plenamente la paz.
La Nación no puede regresar a la equivocación
de confundir la civilidad con la debilidad. La civilidad, que
es ese estado colectivo mediante el cual los ciudadanos aceptan
la ley como regla de convivencia, no se consigue con debilidad.
La debilidad lo único que crea es el caos. Lo único
que crea es la sustitución de la ley por la fuerza del
delincuente. La debilidad lo único que hace es desunir
a la Nación, fomentar el desapego de cada individuo en
relación con el colectivo. La fortaleza de las instituciones
hace ver a cada quien la obligación de respetar la ley
como regla de la convivencia.
Reitero ante ustedes, ante sus comandantes,
ante sus familias, el compromiso total del Gobierno de mantener
la voluntad política
en la expresión superior, para derrotar el terrorismo.
Nosotros no queremos una Patria humillada
por la guerrilla, defendida con humillación por los paramilitares y cofinanciada
por el narcotráfico.
Nosotros queremos una Patria amable,
digna, tranquila, segura, fraterna. Y eso lo vamos a lograr
con ustedes, con ustedes mantenidos
permanentemente en la iniciativa, en la agresividad, en el entusiasmo,
para lograr ese objetivo de sueño de Patria.
La historia ha demostrado que cuando
en la institución
armada hay iniciativa, esa iniciativa se desfigura, se desvanece,
pierde el ímpetu, si no está apoyada en la voluntad
política del Gobierno.
Y si la voluntad política del Gobierno se da, y llegare
a no darse la agresividad y la iniciativa de ustedes, esa voluntad
no tiene la manera de trascender en resultados al bienestar popular.
Se requiere la voluntad como factor de motivación, como
causa eficiente, y la agresividad de ustedes como medio para
obtener ese resultado, que es el bienestar del pueblo.
Pero todo tiene que acompañarse de la transparencia.
Cuando hay transparencia, el resultado de la eficacia gana adhesión
del pueblo a la ley. Cuando no hay transparencia, y en su lugar
prospera lo turbio, lo turbio no permite que el pueblo aprecie
el resultado, por tener que quejarse de lo turbio.
Transparencia en los derechos humanos.
Transparencia en el cuidado de los bienes públicos. Transparencia en la relación
con sus superiores. Transparencia en la relación con sus
compañeros. Transparencia en la relación con sus
subalternos. Transparencia en la relación con la ciudadanía,
con el campesino, con el pescador ribereño, con el empresario,
con el sindicalista, en la relación con todos los compatriotas.
Pero esa transparencia tiene que ir acompañada
de la agresividad. Porque si en nombre de la transparencia
se abandona
la agresividad y se procede con debilidad, entonces se facilita
y se abre el espacio para que la delincuencia viole los derechos
humanos que nosotros alegamos proteger.
Para protegerlos eficazmente tenemos
que tener la suficiente agresividad para derrotar la delincuencia
y la transparencia
para que nuestra acción sea limpia, prístina.
Ustedes están formados en una institución que
exige el don de mando, una institución de disciplina,
una institución jerarquizada. Hoy se han graduado como
tenientes de corbeta, mañana o pasado mañana llegarán
a ser almirantes de la República.
Más importantes que ser tenientes de hoy o almirantes
de mañana, es que sean líderes, para visionarle
un futuro promisorio a esta Patria, para buscarlo desde la primera
hora del día hasta la última durante todos los
días de la vida, para dirigir a los colombianos en esa
tarea, para apoyar a las instituciones en esa tarea.
Y ese liderazgo necesita visión,
que tiene que ir jalonada por don de mando en su tarea y por
relaciones humanas para que
el pueblo aprecie esa tarea.
Esas relaciones humanas tienen que traducirse
en realidades concretas al interior de la institución. Y en las relaciones
con todos los colombianos por fuera de la institución.
Por ejemplo en el mando, si el mando
no va acompañado
de relaciones humanas, el subalterno recibe las órdenes
con amargura, y las órdenes recibidas con amargura no
se ejecutan con entusiasmo ni con amor, generalmente se ejecutan
mal.
Pero si hay solamente relaciones humanas
y se carece de mando y de energía, entonces el subalterno queda desorientado.
Tan importante el mando para orientar como las relaciones humanas
para que la orientación sirva, se asimile y se ejecute.
Pero antes de dar órdenes el líder
tiene que detenerse en tres elementos: primero, observar, observar
el campo, la materia,
observar el grupo humano sobre el cual tiene que aplicar el liderazgo.
Segundo, indagar, captar las sensibilidades,
ser un buen escucha. El líder tiene que ser un formidable comunicador, el líder
contemporáneo tiene que dedicar el 90 por ciento de su
tiempo a comunicaciones y de ese 90, el 70 o el 80 por ciento
a ser un buen escucha. El mejor líder es el mejor comunicador
y el mejor comunicador es el mejor escucha. Y ahí se cumple
esa segunda tarea del liderazgo, de las tres que preceden la
de dar órdenes, la tarea de indagar.
Y la tercera, antes que dar órdenes, la de dar ejemplo.
Quienes fallecieron ayer asesinados por los terroristas, los
infantes Enrique Cervantes Nagles y Roger Manuel Díaz
Puerta, fallecieron porque estaban dando ejemplo, porque estaban
asumiendo todo el riesgo, exponiéndose enteramente al
sacrificio en bien de la Patria.
Nos toca dar ejemplo. Para dar ejemplo
tenemos que pasar por encima del cálculo del riesgo, para dar ejemplo tenemos
que madrugarle a la madrugada, para dar ejemplo tenemos que prolongar
nuestro insomnio más allá de la noche, para dar
ejemplo en la tarea de laborar por esta Patria no podemos reclamar
para nosotros el concepto de vacaciones, ni el concepto de festivos,
para dar ejemplo tenemos que vivir dedicados enteramente al servicio
de la Patria. Sólo eso da el derecho a dar órdenes,
que es el último de los puntos, y sólo eso permite
que las órdenes se den con legitimidad, se reciban con
adhesión, se ejecuten con lealtad y con entusiasmo.
Combinen todos estos elementos, reflexionen
sobre ello, háganse
respetar por su eficacia y su transparencia, hagan que las cosas
resulten bien por su liderazgo, visión y don de mando,
y fundamentalmente hagan querer la institución con esa
mezcla de todo y de todo con las relaciones humanas. Cuánto
lo necesita Colombia hoy.
En el día se han estado desmovilizando en el Catatumbo
integrantes de los mal llamados grupos paramilitares. Alcaldes,
concejales de aquella tierra de la Patria, campesinos, empresarios,
todos llaman a decir: cuídennos, que no nos abandonen
las instituciones.
Esa región de la Patria por años sin presencia
del Estado, abandonada, sus ciudadanos vilipendiados y sometidos
a la guerrilla. En los últimos años, en la mitad
de una disputa entre guerrillas y paramilitares y siempre maltratados
por la presencia nefasta de la droga.
¿Hoy qué quieren? Que la única presencia
sea la presencia del Estado, la presencia transparente, eficaz,
de la Fuerza Pública, de las instituciones de la patria.
El corazón del pueblo colombiano está abierto a
la Fuerza Pública. Los brazos del pueblo colombiano quieren
abrazar permanentemente a la Fuerza Pública. Hoy hay más
anhelo popular por la Fuerza Pública que posibilidad nuestra
de responder en la misma proporción en que se expresa
ese anhelo. Para equipararnos con el anhelo popular, tenemos
que redoblar nuestros esfuerzos y garantizarles a los colombianos
una Patria sin guerrilla, una Patria sin paramilitares, una Patria
sin droga.
Cuando pienso en esta Cartagena, es esta
ciudad de la historia del presente y del futuro, en esta ciudad
tan bella, en esta
ciudad tan alegre, en esta ciudad tan atractiva, en esta ciudad
con tantas posibilidades y con tanta pobreza, pienso en la necesidad
de la seguridad de la Patria. Cuánto ganaríamos
en el momento en que las señales de seguridad permitan,
por ejemplo, que el Departamento de Estado de los Estados Unidos
acepte nuestra solicitud de eliminar las restricciones a los
viajeros para que vengan a Cartagena.
Cuánto ganaríamos con buques de turismo haciendo
fila en el puerto para desembarcar turistas. Cuánto ganaríamos
en eliminación de la pobreza, en construcción de
empleo.
La seguridad, que anhelamos para los
colombianos, es un valor democrático. Sin seguridad no hay expresión democrática,
es una fuente de recursos. Sin seguridad no hay inversión,
no hay empleo, no hay manera de resolver los problemas de la
salud, los problemas de la educación. No hay manera de
adelantar hacia el bienestar.
Tenemos que luchar por esa seguridad.
Qué responsabilidad
tan grande la que ustedes asumen hoy.
Pero a fe que lo van a cumplir bien, y a fe que lo van a cumplir
bien por el honor de sus familias, para compensar el sacrificio
de sus familias.
Cuando veo las caras de los papás y de las mamás
y de los familiares de ustedes, veo en ellos la expresión
de las mejores virtudes de la familia colombiana. Y de una virtud
más: la virtud de la abnegación, de la entrega
del hijo al servicio de la Patria.
A tiempo que ustedes reciben estas espadas
esta noche, con emoción
y con devoción, porque perfeccionan y solemnizan un escalafón
de su carrera, sus familiares, sus mamás, sus papás,
viven entre la emoción que ustedes contagian. La felicidad
que cuando se percibe en el hijo, se replica en el papá y
la mamá. Pero también con la preocupación
de entregar sus hijos al mayor riesgo por el bienestar de la
Patria.
Solamente el bienestar de la Patria es
la razón por la
cual sus padres aceptan este sacrificio. Por eso es muy importante
que todos hagamos un esfuerzo, para que sus padres, con el éxito
de ustedes, que es el bienestar de la Patria, sientan compensados
sus desvelos, sus sacrificios, sus angustias, ese padecimiento
diario de pensar en la suerte de ustedes.
Distinguidas familias, mil gracias en nombre de todos los colombianos.
El desprendimiento de ustedes de entregar sus hijos al bienestar
de la Patria no encuentra palabras para expresar toda la gratitud
que les debemos.
Dentro de pocos años vamos a celebrar los 200 años
de vida independiente. ¡Qué bueno que sirvan estos
años para prospectar en la rememoranza en la historia
de la Patria! ¡Qué bueno que todo lo que ha sido
la historia de la Patria lo procesemos, lo llevemos a la mente
y al corazón para prospectar la Patria!
Esta semana hemos tenido que recordar
al Libertador por múltiples
circunstancias. Cuando nos visitó el Presidente de Bolivia
recordamos al Libertador, que con Sucre fundará a Bolivia
en el alto Perú y que redactara para ese país la
primera Constitución, gran expresión de la igualdad,
gran expresión de fraternidad.
Hoy, cuando le entregamos la medalla
Francisco José de
Caldas al teniente hijo del Ecuador y cuando graduamos al teniente
hijo de Panamá, vienen a nuestra memoria los sueños
de la integración del Congreso Anfictiónico para
construir una América grande.
Y cuando entregamos a ustedes la espada,
que es el símbolo
de la fuerza legítima del Estado, viene a nuestra memoria
el mensaje de Bolívar a la Convención de Ocaña,
cuando les expresó a los legisladores que la energía
de la fuerza pública es la salvaguarda del débil,
lo único que aterra al delincuente y la añoranza
de toda la sociedad.
La espada que hemos entregado a ustedes,
la acción enérgica
que ustedes van a cumplir para derrotar al terrorismo, es lo
que habrá de salvar al débil, es la salvaguarda
del débil, es la esperanza de toda la sociedad.
El Libertador relacionaba bellamente
la fuerza democrática
de las instituciones, la energía de la Fuerza Pública,
con la virtud, y la virtud con la salvación de la República.
Mantengan viva esa relación. La espada como expresión
de la fuerza, de la energía de la Fuerza Pública,
manténgala en relación con la virtud, que la virtud
se da al doblegar al delincuente y al lograr que todos cumplamos
la ley.
La expresión de la virtud es la obediencia de la ley,
y esa expresión de la virtud es la garantía de
la unidad de la Nación, unidad de la Nación que
con la fuerza de ustedes ponemos en sus manos.
Muchas gracias, señor almirante Mauricio Soto Gómez.
Muchas gracias, comandantes de la Armada. Muchas gracias a la
Escuela, a sus directivos. Muchas gracias padres de familia.
Tenientes, el futuro de la Patria del
Ecuador, el futuro de la Patria de Panamá, espera que los dos graduandos de
esta noche contribuyan mucho a ese futuro. Y el futuro de la
Patria colombiana queda en muy buena parte en las manos de ustedes,
para que podamos decir: que Viva Colombia, y que ese grito se
pueda legitimar en la felicidad de las generaciones que habrán
de venir.
Mil gracias, tenientes”.
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