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LAS VÍCTIMAS IGNORADAS DEL TERRORISMO

Bogotá, 27 Ene (SNE)- La siguiente es la intervención del Vicepresidente de la República, Francisco Santos Calderón, en el I Congreso Internacional Sobre Victimas Del Terrorismo, que se realizó en Madrid, España.

"Todas las mañanas cuando ingreso a mi correo electrónico encuentro centenares de mensajes provenientes de individuos y organizaciones de Colombia y de otros países, la mayoría de ellos europeos, que denuncian violaciones de Derechos Humanos o invocan protección del gobierno para personas.

Nos acompañan en este Congreso Internacional sobre víctimas de terrorismo, muchos héroes, entre ellos un gran héroe de mi país: el Teniente Helbert Rodríguez Moreno, quien perdió sus piernas, una mano y un ojo en un atentado con una mina antipersonal puesta por uno de los grupos terroristas que operan en Colombia.

Como ustedes saben, diariamente dos colombianos son víctimas de las minas antipersonal que son la principal causa de mortalidad y de heridas de integrantes de las Fuerzas Militares y una de las principales causas de muerte y mutilación de civiles, la mitad de ellos niños.

Pues bien, hasta el momento no he recibido un solo correo de estas organizaciones ni de los individuos que me escriben a diario que aluda a lo sucedido al teniente Rodríguez o a muchos de los que sufren como él, ni que condene el repugnante atentado de que fue objeto o que son objeto cientos de colombianos víctimas del terrorismo todos los meses.

Podría citar miles de ejemplos como este para sustentar la enorme preocupación que asiste a nuestro gobierno y a nuestro pueblo por la percepción sesgada, parcializada, politizada, incompleta e inexacta que ciertos sectores dan sobre Colombia en el exterior.

Colombia padece todas las manifestaciones del terrorismo: secuestros, desplazados y atentados a todo tipo de infraestructura civil, entre otros. Los más recientes estimativos indican que en 2002 nuestro país perdió 11.87 billones de pesos equivalentes a 5.81% del PIB como consecuencia de las acciones terroristas.

Pero ningún daño nos inquieta ni preocupa tanto como la pérdida de vidas humanas, los homicidios, las masacres, los atentados, las desapariciones y todos los demás atropellos que cometen los grupos terroristas contra la población. Hechos que en la mayoría de los casos, bien por tecnicismos jurídicos, por desviaciones conceptuales producto de tendencias ideológicas que politizan análisis e informes, o por el efecto de la propaganda de los propios grupos armados ilegales, quedan ocultos entre los laberintos de las estadísticas o lo que es peor en el dolor de la insolidaridad selectiva.

La ex candidata presidencial Ingrid Betancur se ha convertido con toda razón en un gran símbolo de la lucha contra el secuestro. Su caso y el de otros personajes secuestrados, ocupan atención y titulares en todo el mundo. Pero no hay que olvidar que las deudas de las FARC con los colombianos en cuanto a secuestro no se limitan a Ingrid y al grupo de personajes de la política que acaparan la atención de los medios. De acuerdo con las informaciones del observatorio de DDHH de la Vicepresidencia, las FARC han secuestrado un promedio de casi 1. 000 colombianos al año, durante los últimos cuatro años.

 Yo recibo todas las semanas a madres, esposos y esposas, hijos e hijas de ciudadanos que han sido secuestrados hace tres, cuatro, cinco años. Muchos que ya pagaron una y más veces el rescate exigido por los captores sin que se los hayan devuelto, otros por los que piden dinero para llevarlos hasta el cadáver de su ser querido.

Ignorando olímpicamente este cuadro de dolor la propaganda de las FARC realiza los mayores esfuerzos para limitar el debate sobre el secuestro -una de sus principales fuentes de financiación- a un intercambio humanitario en el cual pretenden dar el mismo valor a subversivos y terroristas capturados y juzgados con todas las garantías por las autoridades por cometer todo tipo de atrocidades, con hombres y mujeres privados ilegal y arbitrariamente de su libertad.

La estridencia del debate deja fuera del escenario, los derechos, las reclamaciones, el justo reclamo de libertad de esos miles de colombianos cautivos que no son objeto de la correspondencia, ni de las denuncias, ni de las exigencias de quienes me escriben a diario.

Como lo corean los familiares de las víctimas en sus manifestaciones públicas: "los queremos a todos, vivos, libres y en paz". Nuestro gobierno no acepta la categorización de los secuestrados ni que se utilice a las víctimas para presionarnos a aceptar lo inaceptable: la toma de rehenes civiles y su negociación.

La administración del Presidente Álvaro Uribe acepta que se nos exija elevar el compromiso con los derechos humanos, pero también esperamos que todo el mundo democrático, y no solo unos gobiernos amigos, sea acucioso e implacable para defender los derechos humanos de nuestra población civil, de nuestros soldados, de los habitantes de campos y ciudades, víctimas a diario de las peores manifestaciones de terrorismo por parte de las FARC, el ELN y las Autodefensas Unidas de Colombia.

Tenemos todo el derecho a exigir un profundo cambio de dirección en este tema vital para los colombianos. Por eso desde el inicio del mandato, el Presidente Álvaro Uribe y todos quienes lo acompañamos en el gobierno hemos actuado sin vacilaciones para llamar la atención de la comunidad internacional para que cambie la percepción simplista, muchas veces manipulada o miope que se tiene de nuestro país.

Este viraje -que siendo justos se ha dado en casi todos los países europeos- comienza por superar de una vez por todas el debate acerca de si los grupos armados ilegales de Colombia apelan o no al terrorismo. Las evidencias no dejan lugar a dudas: cometen a diario actos terroristas. Según estadísticas de la Defensoría del Pueblo, en el año 2002 las autodefensas, las FARC y el ELN fueron responsables de 8 . 000 infracciones al DIH.

Es muy importante recordar que el carácter terrorista de una organización se establece a partir de los métodos que pone al servicio de sus objetivos. Tales objetivos pueden ser nacionalistas, religiosos como los del fundamentalismo islámico o políticos como sería el caso de las FARC y del ELN en Colombia, que desde su fundación tienen como propósito la toma del poder por las armas para establecer un tipo de régimen totalitario inspirado en su ideología marxista. Pero dejan de ser insurgencia o movimientos guerrilleros cuando ponen en práctica acciones encaminadas a infundir terror en la población civil mediante atentados con explosivos, asesinatos y secuestros.

El ELN y las FARC nacieron como insurgencia e inclusive lograron vincular a figuras idealistas como el padre Camilo Torres y estudiantes universitarios influidos por la mística que suscitó la revolución cubana en los años sesenta. Pero en las últimas décadas evolucionaron abiertamente hacia e l terrorismo, practicado también por las Autodefensas.

Son varias las razones que determinaron ese cambio sustancial en el carácter de su lucha. La primera es que la propia ideología, como bien lo ha señalado Jean Fran ç ois Revel, les suministra una especie de blindaje moral que está contenido en la consideración: "todo lo que contribuya a la causa revolucionaria es válido". Ya el Che Guevara invitaba a los revolucionarios a convertirse "en una fría y selectiva máquina de matar".

Bajo esta inspiración "ideológica" un periodista, un juez o un dirigente político puede ser convertido en "objetivo militar", denominación que a sus ojos justifica su eliminación mediante un atentado terrorista. Los secuestros extorsivos son vistos como "impuestos revolucionarios" y los atentados con explosivos a los oleoductos como medio de evitar que "nuestras riquezas sean saqueadas por las multinacionales". Se trata, pues, de una semántica justificativa de las peores atrocidades.

La segunda, es su estrecha implicación con el narcotráfico, que les permite derivar millonarios recursos y, valiéndose de ellos, apropiarse de las técnicas más sofisticadas del terrorismo internacional. No sobra recordar todo lo que se sabe de las conexiones de las FARC con el IRA , tres de cuyos integrantes fueron capturados en Colombia luego de que la justicia colombiana reuniera pruebas que demuestran que actuaron como instructores en el manejo de explosivos. Igualmente se han comprobado conexiones de grupos armados ilegales con ETA , para lo cual bastaría citar las recientes declaraciones del ELN a propósito de los secuestrados en la Sierra Nevada y de sus alusiones a la lucha por la independencia que libra el E TA . De la afinidad ideológica al trabajo mancomunado no hay sino un paso

Una tercera razón que explica el propósito de los grupos armados ilegales de imponerse mediante la intimidación y el terror es el rechazo de la población hacia ellos. En este sentido, han seguido el consejo de Maquiavelo. Si el príncipe no consigue ser amado es mejor que sea temido. A las organizaciones terroristas se les ocurrió lo mismo. Sus intentos de ganarse el apoyo de la población, y sobre todo el de sus capas más pobres, resultó fallido. En vez de simpatía suscitaron temor en las regiones donde estaban presentes por el reclutamiento forzado que impulsan en estas zonas de muchachos y sobre todo de muchachas, por el autoritarismo y los feroces castigos inflingidos a las comunidades, a los propios guerrilleros de base, sin hablar de las extorsiones que exigen. El hecho es que el 97% de los colombianos, según las encuestas más recientes, rechazan las acciones de lo que hasta ayer se llamaba guerrilla. En ese contexto el terror se convierte para los dirigentes de estas organizaciones armadas en el único recurso de supervivencia. 

La cuarta razón para apelar al terrorismo son los golpes que han sufrido en desarrollo de la política de seguridad democrática del actual gobierno.

Gracias a la política de seguridad democrática en 2003 logramos una reducción de 22% de los homicidios en Colombia. Nos falta mucho, no cabe duda, pero este logro significa la vida de más de 5.800 colombianos.

El Presidente Álvaro Uribe ha concentrado los mayores esfuerzos para proteger a la población amenazada y vulnerable. En esto nos falta mucho camino por recorrer pero se ven los resultados: en 2003 se registró una disminución de homicidios de sindicalistas de 6 0 por ciento, de maestros de 48 por ciento y de periodistas del 43 por ciento, en comparación con el año 2002. Adicionalmente, el homicidio de alcaldes y concejales se redujo en 31 y 6 por ciento respectivamente, en comparación con 2002. Así como la disminución en 9 por ciento del asesinato de indígenas.

Pasamos de 2. 986 secuestros en 2002 a 2.200 en 2003 . De 62 voladuras de torres de comunicaciones a 19. De 4 83 voladuras de torres de energía a 326 . De 100 voladuras de puentes, pasamos a 32 . De 1 2 ataques a acueductos pasamos a 3 . De 32 tomas de pueblos pasamos a 5.

Golpeadas en el sector rural, las FARC han puesto en marcha sus efectivos o milicias urbanas para hacer terrorismo en las ciudades y crear un efecto psicológico encaminado a demostrar que no están a la defensiva. El suyo no es un terrorismo selectivo sino indiscriminado mediante carros bombas puestos en clubes, discotecas y zonas de diversión.

Ustedes saben bien de qué les estoy hablando porque guarda semejanza con lo que sucede en España. En 1995, cuando era candidato a la presidencia del gobierno, José María Aznar fue víctima de un atentado con explosivos en Madrid. En el año 2000, en Barranquilla, el entonces candidato Álvaro Uribe sufrió un atentado idéntico del cual también se salvó milagrosamente. El paquete bomba enviado al periodista Gorka Landaburu en España es también idéntico al que lesionó gravemente al actual presidente del Senado colombiano Germán Vargas Lleras. Una bicicleta bomba mató en Madrid a un general retirado y otra produjo la muerte de una niña y de su madre en el barrio Fátima de Bogotá.

En Colombia, sin embargo, el terrorismo tiene un alcance aún mayor. Hemos visto y padecido casos asombrosos y repudiables como caballos, collares y peor aún, si es posible, cadáveres bomba. El pasado sábado dispararon 8 cilindros bomba contra La Llanada, un caserío de Nariño en el cual dieron muerte a 2 personas, hirieron a 15 más y destruyeron 30 casas. Es apenas una de las más recientes entre muchas acciones atroces en los dos últimos años: el Nogal, Bojayá, Chita.

Estamos seguros de que con el esfuerzo de nuestro pueblo y con la presencia y ayuda de la comunidad internacional vamos a derrotar a los terroristas. Quiero hacer un especial reconocimiento al gobierno español y al Presidente Aznar que ha estado firme al lado de las instituciones colombianas, que ha sido un amigo permanente, indeclinable. Igualmente al partido socialista que ha dado ejemplo al mostrarnos que esta lucha es y siempre debe ser, por encima de cuestiones partidistas, entre nosotros y ellos. Entre los demócratas que creemos en la ley y los terroristas. Entre la civilización y la barbarie.

El nuestro es un Gobierno democrático que quiere la restauración, el orden, la justicia para que no haya imposiciones de ilegitimidad, sino el imperio de la ley que es la garantía de la convivencia. Las elecciones de autoridades locales y el proceso electoral del referendo demostraron al mundo que tenemos un sistema político y una democracia fuertes y legítimos. Demostraron que hay una oposición que sin las armas llega al poder y que no acepta que se le ponga al mismo nivel de lo que importantes organizaciones defensoras de derechos humanos llaman, para hablar de las FARC, "grupos de oposición armada", desvirtuando la lucha de quienes decidieron apostarle a la democracia. ¡No hay derecho! Es inaceptable.

Exigimos que se nos de una mirada justa. No más. Queremos una colaboración más activa para sacar de la oscuridad a los miles y miles de colombianos víctimas del terrorismo para quienes hoy hay solidaridad por parte de los amigos o de quienes han sufrido este problema pero que es a cuentagotas por parte de quienes solo ven un lado de la violencia. Este seminario es un gran principio. Le da voz a quienes hasta ahora se han cansado de gritar pero que no son escuchados por no ser políticamente correctos. Bienvenido sea este escenario y cuenten con el gobierno colombiano para apoyarlo y como víctima del terror a mi personalmente para estar al lado de esta lucha que poco a poco gana un espacio que siempre debió haber tenido".

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