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PALABRAS DEL ALTO COMISIONADO PARA LA PAZ EN TIERRALTA, CÓRDOBA

Tierralta, Córdoba. 1 Jul (SNE).- La siguiente es la intervención del Alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, durante el acto de instalación de la mesa de negociación unificada entre el Gobierno y las Autodefensas Unidas de Colombia.

"Nos congrega hoy un doble propósito. Instalar de manera oficial la Zona de Ubicación de Tierralta, Córdoba, y dar inicio público a la Mesa de Negociación Unificada entre el Gobierno Nacional y las Autodefensas Unidas de Colombia.

Se trata a la vez de un punto de llegada y un punto de partida. Punto de llegada, porque hemos trasegado ya 18 meses de conversaciones que han dado como fruto algunos acuerdos que fijan con claridad el derrotero que debemos seguir. Punto de partida, porque iniciamos la que debe ser recta final que nos conduzca de manera definitiva a la desmovilización de los grupos de autodefensa en Colombia y la plena recuperación de la ley y el orden institucional en las zonas donde estos grupos han operado.

Previa labor de facilitación de la Iglesia Católica Colombiana, que venía adelantando su labor apostólica desde el gobierno anterior, el proceso se inició a finales del año 2002, con la declaratoria, por parte de las Autodefensas, de un cese unilateral de hostilidades, cumpliendo así el requisito del Gobierno nacional para el inicio de conversaciones. En carta pública enviada al Señor Presidente de la República el día 29 de noviembre de 2002, las AUC declararon a partir del 1 de diciembre un cese total de hostilidades con alcance nacional. Igual pronunciamiento hizo días después el Bloque Central Bolívar, declarando un "cese unilateral, incondicional e indefinido de hostilidades a partir de las cero horas del cinco de diciembre de 2002".

Como respuesta a este gesto, el 23 de diciembre de ese mismo año el Gobierno Nacional designó una Comisión Exploratoria, con la misión de realizar contactos con los grupos de Autodefensa que habían declarado públicamente un cese de hostilidades y voluntad de iniciar acercamientos con el Gobierno en busca de opciones para la paz y la reconciliación nacional.

Después de seis meses de reuniones exploratorias con los grupos de Autodefensa, el 25 de junio de 2003 la Comisión Exploratoria entregó al señor Presidente de la República un documento de diez puntos, recomendándole continuar con el proceso de paz -previo cumplimiento total y verificable del cese de hostilidades-, con el objetivo central de desmovilizar y reincorporar a la vida civil a los integrantes de las autodefensas. Se recomendó igualmente insistir en la necesidad de congregar en una sola mesa nacional de paz a los diferentes grupos de autodefensa que estaban conversando con el gobierno.

Para mantener, perfeccionar y verificar el cese total de hostilidades, como condición del Gobierno Nacional para continuar con el proceso, la Comisión recomendó la concentración de las fuerzas irregulares y el abandono total de actividades ilícitas, tales como narcotráfico, robo de combustible, extorsión y secuestro. Asimismo sugirió aplicar y priorizar el desarrollo de una Política de Seguridad Integral en las zonas de influencia de las autodefensas, enmarcada dentro de la política de Seguridad Democrática contenida en el Plan de Desarrollo 2002-2006 "Hacia un Estado Comunitario".

Hace un año, en esta misma población del departamento de Córdoba, firmamos el día 15 de Julio de 2003 el ACUERDO DE SANTA FE DE RALITO PARA CONTRIBUIR A LA PAZ DE COLOMBIA. En dicho acuerdo, el Gobierno Nacional y las AUC acordaron "dar inicio a una etapa de negociación", definiendo "como propósito de este proceso el logro de la paz nacional, a través del fortalecimiento de la gobernabilidad democrática y el restablecimiento del monopolio de la fuerza en manos del Estado". En tal ocasión, las AUC dejaron claro "que su mayor aporte a la nación en este momento histórico" era "avanzar hacia su reincorporación a la vida civil y contribuir al fortalecimiento del Estado Social de Derecho". Para el cumplimiento de este propósito, las Autodefensas Unidas de Colombia se comprometieron a "desmovilizar a la totalidad de sus miembros", en un proceso gradual que comenzó con la primera desmovilización a finales del año 2003, proceso que deberá culminar, según lo pactado, a más tardar el 31 de diciembre de 2005.

En dicho acuerdo las Autodefensas Unidas de Colombia ratificaron su "compromiso con el cumplimiento del cese de hostilidades, como expresión de buena voluntad" y se comprometieron a redoblar esfuerzos para lograr que fuera totalmente efectivo. Igualmente las AUC declararon compartir "el propósito del Gobierno de una Colombia sin narcotráfico", respaldando "las acciones del Estado colombiano contra este fenómeno que destruye la democracia, la convivencia, la economía y el medio ambiente".

El 8 de noviembre del 2003 se firmó un Acta entre el Gobierno Nacional y las Autodefensas del Bloque Central Bolívar y Vencedores de Arauca, en la que dichos grupos tomaron la decisión de avanzar en el proceso de negociación para lograr la desmovilización de sus miembros y su reinserción a la vida civil. De manera expresa, se establece el compromiso de alcanzar dicha desmovilización antes de que finalice el actual Gobierno.

El 4 de diciembre del 2003 las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio hicieron una declaración pública, recibida de manera formal por el Gobierno Nacional, en la que manifiestan su voluntad de desmovilizar, de manera gradual, la totalidad de sus fuerzas, teniendo como propósito central la legitimación del Estado Social de Derecho en las zonas donde operan. Tal como lo afirmaron en su declaración el Bloque Central Bolívar y Vencedores de Arauca, las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio expresaron también su decisión de avanzar hacia una Mesa Única Nacional, tal como lo había solicitado el Gobierno y recomendado la Comisión Exploratoria. Hoy esa mesa unificada es un hecho, motivo por el cual procedemos a su instalación formal y pública.

Al finalizar el año 2003, quedaron establecidos con claridad los propósitos buscados con el proceso de negociación. Por un lado, el fortalecimiento del Estado de Derecho, consolidando el monopolio de la fuerza en manos de las autoridades legítimamente constituidas. Y por el otro, la desmovilización de los miembros de las autodefensas y su reincorporación a la vida civil. Dichos propósitos se mantienen ahora que se ha constituido la Mesa Única Nacional. Tal como lo ha expresado con claridad el Gobierno, el propósito de la mesa unificada no es otro que avanzar en el cumplimiento de estas metas, asegurándonos que los diferentes grupos de Autodefensa respeten los compromisos adquiridos, pues los documentos previamente firmados o los recibidos oficialmente por el Gobierno entran a hacer parte constitutiva de esta mesa.

Gracias a dichos compromisos podemos decir con claridad que existe un norte compartido para la negociación, que debe concretarse en un rechazo a la violencia como mecanismo para dirimir las diferencias entre colombianos. Para alcanzar este propósito, la negociación debe regirse por los siguientes principios rectores: el logro de la paz nacional a través del fortalecimiento de la gobernabilidad democrática y el restablecimiento del monopolio de la fuerza en manos del Estado; perspectiva del desarme y la desmovilización total de los miembros de las autodefensas; compromiso con el cumplimiento del cese de hostilidades; compromiso para el abandono de actividades ilícitas; balance adecuado entre los intereses de la paz y los intereses de la justicia; y acompañamiento nacional e internacional para darle solidez al proceso.

Cabe resaltar que durante el año pasado no solo avanzamos en la definición de los propósitos centrales de la negociación. Avanzamos también en la parte operativa, definiendo con las Autodefensas Unidas de Colombia un cronograma de concentraciones y desmovilizaciones que alcanzaba a 4600 hombres, cuya primera fase tuvo lugar en noviembre del 2003, con la desmovilización de 874 miembros del Bloque Cacique Nutibara que operaba en la ciudad de Medellín. La puesta en marcha de las siguientes concentraciones y desmovilizaciones es asunto que todavía se sigue discutiendo en la mesa.

El pasado 13 de mayo, Gobierno Nacional y Autodefensas llegamos a un acuerdo para el establecimiento de una Zona de Ubicación en este municipio. Esta zona de ubicación se establece con los propósitos de facilitar la consolidación del proceso de paz y los acuerdos entre el Gobierno Nacional y las Autodefensas Unidas de Colombia; contribuir al perfeccionamiento y verificación del cese de hostilidades; avanzar hacia la definición de un cronograma de concentración y desmovilización de los miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia; permitir la interlocución de la mesa de diálogo con todos los sectores nacionales e internacionales; y facilitar la participación ciudadana y contribución de los colombianos al proceso.

La zona se establece de acuerdo con la Ley 782 de 2002, permitiendo la ubicación dentro de ella de los integrantes de las Autodefensas que adelantan un proceso de paz con el Gobierno. En esta zona queda suspendida la ejecución de las órdenes de captura contra ellos, hasta que el Gobierno así lo determine, o declare que ha culminado el proceso. El levantamiento geográfico de las ordenes de captura es una medida amparada por la ley, que facilita la continuidad del proceso y el avance en la discusión de los temas sustanciales que tienen como objetivo la reincorporación de los integrantes de las organizaciones de autodefensa a la vida democrática. La puesta en marcha pública y formal el día de hoy de la Zona de Ubicación, con la concentración en ella del Estado Mayor Negociador de las AUC, es un hecho de paz, un paso adelante que nos permite avanzar en la dirección correcta.

Debe quedar claro que dentro del territorio delimitado por la resolución 092 de 2004, habrá pleno control por parte del Estado y se aplicará el ordenamiento legal vigente. En caso de presentarse alguna infracción o violación de la ley, las autoridades actuarán de igual forma como se procede en todo el territorio nacional. Existe el compromiso de las autodefensas de abstenerse de realizar actividades ilícitas, de reclutar personas, de ejercer presión o amenazas sobre los pobladores o visitantes, de desarrollar entrenamiento armado y de ordenar y coordinar acciones ilegales desde la zona. Así mismo se darán plenas garantías para el ingreso, la salida y la movilización dentro de la zona a los habitantes y aquellas personas que desarrollan actividades en este territorio.

La Misión de Apoyo al Proceso de Paz de la OEA (MAPP/OEA) verificará el cumplimiento de los acuerdos y de los compromisos adquiridos. La Misión de Apoyo de la OEA tiene la responsabilidad de recibir un inventario de las armas, material de guerra y municiones en poder de los miembros de las autodefensas. Igualmente, de recibir un informe sobre los medios y equipos de comunicación en poder de civiles o autodefensas, que funcionan en la zona. Así mismo, la Misión de Apoyo de la OEA tiene el encargo de desarrollar un proceso de información y sensibilización sobre el proceso con las comunidades que habitan la zona.

Tal como lo establecen los diversos documentos firmados hasta el presente, el cumplimiento del cese de hostilidades se mantiene como un tema fundamental y precondición para continuar con las conversaciones, ya que la aceptación a negociar con violencia estaría indicando que la vida humana y la libertad son negociables. El compromiso del cese de hostilidades debe ser reafirmado y renovado cada día, entendiéndose como un absoluto respeto por la vida y libertad de todos los ciudadanos y el abandono total de las actividades de narcotráfico o relacionadas con el negocio de la droga.

Cabe resaltar que uno de los propósitos centrales de la Zona de Ubicación es el perfeccionamiento del cese de hostilidades y el fortalecimiento de los mecanismos para su verificación. Los miembros del Estado Mayor Negociador de las Autodefensas Unidas de Colombia que estarán ubicados en la zona, asumen responsabilidad directa ante el país y la comunidad internacional por el adecuado cumplimiento del cese de hostilidades. En la medida que las Autodefensas cumplan con este compromiso se abre la posibilidad para una interlocución seria. La reciprocidad en la comprensión y apoyo a este proceso por parte de la comunidad nacional e internacional depende en gran medida de la determinación de cesar en las hostilidades y abandonar todas las actividades ilícitas.

El cese de hostilidades por parte de las Autodefensas Unidas de Colombia abarca el cese total de acciones ofensivas o acciones que afecten a la población colombiana y al pleno disfrute de sus derechos y libertades. En otras palabras, las Autodefensas deben abstenerse de homicidios, amenazas, desplazamientos, secuestros, extorsiones, desapariciones forzadas, presiones e intromisiones en las actividades de las instituciones legítimamente constituidas, de las organizaciones políticas o sociales, así como de expandirse territorialmente o reclutar nuevos miembros. También deben abstenerse del uso de la violencia en disputas internas, y de bloquear la libre circulación de personas, alimentos o medicinas.

El derecho a la vida y el derecho a la libertad de los ciudadanos no permite excepciones. Nadie, por fuera de la ley, puede tomarse atribuciones de juzgar a los ciudadanos y decidir sobre sus vidas. No es permisible que se divida a los colombianos entre buenos y malos y se justifiquen acciones de justicia privada por parte de los grupos de autodefensa. Un proceso de paz se mostraría inútil si solo sirve para salvar apariencias u obtener beneficios coyunturales. Un proceso de paz serio y creible exige un firme propósito de enmienda, un acto sincero de contrición y una recuperación plena de los valores propios de la democracia y la convivencia.

El cabal cumplimiento del cese de hostilidades es prioritario para dar continuidad al proceso y su perfeccionamiento uno de los propósitos de la creación de la zona de ubicación. El cese de hostilidades ha sido un compromiso ratificado en todos los acuerdos y documentos firmados por las autodefensas, y eje central para generar confianza ciudadana en el proceso. El cumplimiento efectivo y real del cese de hostilidades, así como el abandono de las actividades relacionadas con el narcotráfico, constituye un imperativo para la legitimidad y credibilidad del proceso en marcha.

Uno de los principales objetivos de la política de Seguridad Democrática es la recuperación del monopolio de la fuerza en todo el territorio nacional. Uno de los caminos para lograr este control del territorio es a través de la negociación con aquellas organizaciones armadas que de manera previa adopten un cese en sus hostilidades. Quienes se reintegren a la sociedad y a la vida democrática por esta vía tendrán todas las garantías para ejercer la política dentro de la democracia. Este camino está abierto a los miembros de las autodefensas, siempre y cuando respetemos las exigencias de una adecuada aplicación de la justicia, que se conjugue de manera armónica con los intereses de la paz.

Desde el año pasado, el Gobierno Nacional tomó la iniciativa y motivó un debate nacional sobre qué debe suceder con miembros de grupos armados al margen de la ley responsables de delitos no indultables, que contribuyan de manera eficaz a la consecución de la paz nacional. Es claro que en el mundo actual el beneficio del perdón judicial solo es aplicable, según la legislación colombiana y las normas internacionales, a delitos como la rebelión, sedición o al concierto para delinquir con el propósito de conformar grupos de autodefensa. En este campo el gobierno ha sido generoso, abriendo las puertas de la reinserción a cientos de antiguos guerrilleros y miembros de las autodefensas, que hoy gozan de los beneficios otorgados a quienes deciden abandonar las armas y reincorporarse a la vida civil. Estos beneficios se seguirán ofreciendo a todos aquellos que participen en procesos de paz, con lo cual cobijamos a la gran mayoría de quienes hoy interfieren, con las armas en la mano, el normal funcionamiento del orden constitucional y legal.

Caso especial es el de aquellos que resulten responsables de delitos que no pueden ser indultados ni amnistiados. Después de escuchar a diferentes sectores nacionales e internacionales, de atender las recomendaciones de las Comisiones de paz de Senado y Cámara como producto de las audiencias públicas convocadas a comienzos de este año para tratar el tema de las autodefensas, y de escuchar a los ponentes de la Comisión Primera del Senado que estudiaban el proyecto de alternatividad penal, el señor Presidente de la República puso a consideración del Congreso y de la opinión nacional el nuevo proyecto de Justicia y Reparación, que establece un balance adecuado entre los intereses de la justicia y los intereses de la paz. Por solicitud de un grupo de congresistas de la Comisión Primera de la Cámara, la discusión de dicho proyecto quedó aplazada para la próxima legislatura que se inicia el 20 de Julio. Esperamos que la aprobación de este proyecto nos abra mecanismos eficaces para avanzar en los procesos de paz tanto con los grupos guerrilleros como con los grupos de autodefensa.

El gobierno está preparado para avanzar con rapidez en un modelo combinado de concentraciones y desmovilizaciones, concentraciones donde sea necesario, desmovilizaciones donde sea posible. Para cumplir tal propósito lanzaremos en los próximos días el programa "Empresarios exitosos por la paz", que busca generar 20000 empleos productivos en el campo y la ciudad, para los desmovilizados y sus familias. Llegó la hora de la verdad. Llegó la hora de la institucionalidad. La sociedad entera nos mira con esperanza. No podemos defraudarla.

Solo cabe, en este momento, encomendarnos al Señor de la Paz e invocar su iluminación para que encontremos el camino correcto. A Él, dirijo entonces mis últimas palabras:

Ayúdanos Señor

a conducir el arca de la paz a buen destino,

a sortear con pericia los fuertes vientos,

a salir airosos de destructivas tempestades.

Ayúdanos a construir desde ya, en medio de la intolerancia,

relaciones respetuosas de la libertad y la diferencia,

a convencer con nuestro ejemplo a quienes están enceguecidos

por el odio y la violencia.

Enséñanos Señor

a establecer sincera solidaridad con los que sufren,

con los que padecen a causa de la violencia, la injusticia y el terror.

No nos dejes olvidar que millares de personas

son diariamente despojadas de su vida,

de su dignidad,

de su libertad,

de su comida,

de su ropa,

de su techo, salud y habitación.

Concédenos Señor

la fuerza para enfrentar a quienes nos oprimen,

pero no permitas que en nuestra lucha por la libertad y la justicia,

olvidemos el supremo mandamiento de no matar, no aplastar, no ofender.

Ayúdanos a no caer en la tentación de la violencia,

pues tu derramaste tu preciosa sangre

para que nunca más sangre humana fuese derramada por nosotros.

Señor,

Tu que te levantaste victorioso sobre la muerte,

sanando con ternura las heridas que te había causado la insensatez humana,

ayúdanos a encontrar en esta larga noche de la violencia

el camino que nos conduzca

a la reconciliación y a la paz.

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